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EXISTENCIA DE DIOS. (Otras pruebas: El deseo de felicidad.) “Por qué creemos en Dios”. José López Navarro. MC 242. Pag. 19. Folletos Mundo Cristiano La prueba psicológica se basa en el hecho de que en el corazón del hombre hay un deseo profundo de un bien infinito, más allá de la búsqueda de placeres y satisfacciones que todo hombre apetece de modo superficial. La perpetua insatisfacción de la voluntad humana, que siempre parece apetecer algo que no tiene, procede de que el hombre ha sido creado para amar a Dios, que es un bien infinito. Nada ni nadie puede colmar el corazón humano: ni los placeres, ni la ciencia, ni el arte, ni las alegrías de la familia, pueden colmar plenamente nuestros deseos de felicidad. San Agustín expresaba esta idea diciendo: “Está inquieto nuestro corazón hasta que descanse en Ti, Señor”. Estas aspiraciones que Dios ha puesto en nuestro corazón, nos conducen irresistiblemente más allá de lo humano, nos conducen hacia Dios. Si no admitiéramos esta hipótesis, tendríamos que admitir que la naturaleza humana se encuentra en un callejón sin salida, en un camino absurdo que no lleva a ninguna parte. En otros términos, un deseo natural no puede ser vano. Un hombre imaginativo podría sentir el deseo de ver un centauro, por ejemplo, pero este no es un deseo natural, impuesto por la propia naturaleza humana. Hay deseos naturales de orden elemental, como son el hambre, la sed, el instinto de reproducción, y todos ellos pueden satisfacerse en esta vida. Pues bien, la naturaleza racional del hombre aspira con todas sus fuerzas a un bien para siempre, infinito, que no nos canse, que no se agote, y la causa es que la inteligencia y la voluntad del hombre están abiertas al infinito, es decir, a Dios. Luego como la naturaleza humana no puede ser absurda, Dios ha de existir.