Download El sistema económico y la antropología económica: ensayando una

Document related concepts

Homo œconomicus wikipedia , lookup

Teoría de la elección racional wikipedia , lookup

Lebenswelt wikipedia , lookup

Estructura y agencia wikipedia , lookup

Clase social wikipedia , lookup

Transcript
El sistema económico y la antropología económica: ensayando una propuesta de
síntesis teórica.
Andrés Aedo*
Resumen
El artículo presenta un ensayo de antropología teórica, cuyo objetivo es dar cuenta de una propuesta
relativamente sistemática sobre las posibilidades de conciliar los enfoques que se han venido construyendo en
las diferentes escuelas de antropología económica. Se realizará esta propuesta modélica, con propósitos
exclusivamente heurísticos, con la intención de salir de la condiciones de los enfoques monistas sustanciales o
relacionales de las teorías sobre el sistema económico y poder así servir a la investigación empírica. La
metodología que se seguirá es la del meta-análisis, técnica que nos permite extraer los elementos mínimos de
coincidencia y de no coincidencia de los enfoques. Para esto se destacarán los elementos sobre los cuales se
levantan las polémicas, los conceptos comunes y las formas de organización conceptual. Sobre estos tres
puntos se propondrá que la mayoría de las polémicas radicales funcionan en un plano filosófico de manera presocial y pre-cultural, haciendo que las discusiones se vuelvan irresolubles dentro del marco de las ciencias
sociales. En el segundo elemento se propondrá que las condiciones de solidaridad-competencia de los sistemas,
y las racionalidades colectivas o individuales de los agentes económicos son la base de las discusiones no
filosóficas de las teorías, pero que presentan la característica de discutir con los mismos conceptos. Como
tercer punto se destacará la posibilidade hacer que estas dos dimensiones de la configuración de sistemas y de
las orientaciones de los agentes, sean posibles de integrar sin hacer referencia a ninguna antropología
fundamental.
Palabras clave: antropología económica, solidaridad, competencia, agente económico, sistema económico.
“Cualquier entendimiento completo de las instituciones económicas de las sociedades humanas requiere que
estas se estudien desde dos ángulos.
Desde uno de ellos, el sistema económico se considera el mecanismo por el cual se producen transportan,
transfieren y utilizan bienes de varios tipos y en varias cantidades. Desde el otro, el sistema económico es una
serie de relaciones entre personas y grupos que mantiene y es mantenido por, este intercambio o circulación de
bienes y servicios”
A.R. Radcliffe-Brown. Estructura y función en la sociedad primitiva.
Introducción
La antropología económica es una de las ramas de la antropología más desarrolladas, quizás porque ha
estado dentro de los debates que conectan a la disciplina con las otras ciencias sociales, debiendo ir más allá
de los datos etnográficos para desarrollar abstracciones que le permitieran generar teoría. Sus esfuerzos se
concentraron en uno de los problemas más relevantes de la teoría moderna de la sociedad, como son las
condiciones económicas en que se ven envueltas las personas; condiciones que tienen ese carácter de
estructural como elementos anteriores superiores y exteriores a los seres humanos. Para la teoría moderna de
fines del siglo XIX parecía un asunto resuelto el problema de este fenómeno universal, al menos en sus
*
Antropólogo Social y Magíster en Sociología de la Modernización por la Universidad de Chile, Becario del Doctorado
en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado. Contacto: [email protected]
1
elementos sustantivos mínimos. Fue en medio de este desarrollo que la antropología, en su fase temprana,
vino a aguar los acuerdos mínimos alcanzados.
Cada sociedad que los etnógrafos describieron tenía formas especificas –muchas veces radicalmente
diferentes entre ellas–, de poner a las personas en relación con los recursos. Así, surgieron teorías que iban
desde la estrecha relación sistémica entre naturaleza y cultura, como el ecologismo cultural, hasta visiones
que establecieron que los patrones de significación rigen las formas de uso de los recursos naturales como lo
plantean las teorías simbólicas. En ambos casos se indicaba, sin embargo, que estas relaciones generan
efectos sobre las acciones de las personas, donde primarán las acciones racionales-prácticas o las acciones de
esquemas simbólicos, siendo esta distinción uno de los indicadores duros de las discusiones (Sahlins, 1998).
Cualquiera sea el caso, la literatura especializada ha enfatizado que el problema pasa por las consideraciones
que se pueden hacer sobre tres elementos centrales al describir una sociedad: el sistema o estructura
(económico/a) y las consecuencias en las prácticas/actividades (económicas) que provoca en las
personas/agentes/sujetos (económicas) (Archer, 1997). La idea de ‘persona económica’ no es una
exageración, así como la modélica del homo economicus es una persona/agente/sujeto trascendental, pero
persona/agente/sujeto al fin y al cabo. Así, cuando Herkovits da cuenta de la idea de antropología económica,
como la aplicación de la teoría económica a los datos etnográficos, está pensando efectivamente en el punto
de lo trascendental que resulta la idea de homo economicus como modelo desde el cual se levanta el total de
los problemas económicos de la especie. No obstante esta primera aproximación, no tardarán en surgir
críticos que den cuenta de la imposibilidad de aplicar tales hipótesis, no sólo por el argumento particularista
ex-ante del relativismo cultural, sino porque la data etnográfica no apoyaba dichas formulaciones. Marcel
Mauss o Karl Polanyi son los teóricos que salen al paso, destacando las condiciones sociales (normativas) en
las cuales el sistema económico está incrustado –embedded–. En consecuencia, personas, agentes o sujetos
no sólo son económicos, y ya que al estar envueltos en normas no presentan diferencias, el criterio de
asignación de recursos es social y responde a patrones culturales como modos de valoración y expresión.
Así, donde la teoría de la acción formal o escuela formalista –que abarca desde los argumentos de la utilidad
marginal a las teorías de juegos– diga: elecciones individuales, competencia y racionalidad instrumental;
institucionalistas y sustantivistas dirán: normas sociales, solidaridad y racionalidad normativa. Un elemento
relevante es que la primera postura ve al sistema económico como una consecuencia de las acciones de los
agentes orientadas por decisiones utilitaristas, mientras que la segunda verá a las acciones económicas de los
agentes como una consecuencia de las normas sociales. Las posibilidades de salir de este problema no son
fáciles, ya que tienen fuertes compromisos filosóficos sobre lo que es el hombre y por lo tanto la condición
humana universal. Una vía siempre posible de salir de estos problemas es encontrar una nueva naturaleza, un
nuevo fundamento, en tanto sustancia humana o una nueva forma de entender “lo económico”. Este nuevo
santo grial puede tomar la forma de un sujeto trascendental como el homo economicus, o de una relación
2
como la comunicación o una propiedad pre social como el lenguaje, con las consecuencias de abstracción
filosófica como es el alejamiento de la teoría de su objeto en el mundo, como en el clásico argumento de
Husserl. Pero en ese caso no se trataría de una teoría económica o socioeconómica sino de un sistema
filosófico que, realizando juegos de abstracción, generaría su operación de contención lógica en un nuevo
concepto sustantivo o relacional.
Me gustaría en este trabajo intentar una salida no muy común en nuestra época intelectual, esto es proponer
cómodamente un modelo que nos permita tomar los puntos de vista y poder integrar los elementos que
destacan cada una de las posiciones teóricas. Este tipo de trabajo, obviamente, tiene como materiales los
elementos comunes sobre la idea de estructura económica o sistema económico, y curiosamente ahí mismo
donde las teorías se diferenciaban, sobre todo por elementos meta-teóricos, trataremos de encontrar
conceptos que nos permitan producir un modelo de sistema económico que tiene, como toda teoría social que
sabe que es teoría sobre el mundo social, un principio heurístico: ser útil para la investigación empírica.
Respondiendo complejamente la pregunta por la relación entre personas con recursos, personas con personas
con recursos e incluso recursos / recursos.
Sistemas sociales y sistemas económicos
El de “sistema económico” debe ser uno de los grandes conceptos de la teoría social. Se ha dicho de todo
sobre “él”: que invade con su racionalidad técnica el mundo de la vida como señala Habermas, que irrita al
resto de los sistemas por falta de diferenciación funcional como lo plantea Mascareño, que determina al
sistema político-jurídico como en Marx o que estuvo incrustado a los sistemas institucionales hasta su
autonomización como en Polanyi, o que simplemente representa el despliegue de la naturaleza humana como
tendencia natural al intercambio como en Smith, o que esto último es una versión cosificada de la realidad
que no reconoce las relaciones sociales históricas como en Marx nuevamente; o que en el fondo abarca con
su lógica el conjunto de las elecciones racionales como en el argumento de Burling. Así, resulta para la
antropología económica en particular y las ciencias sociales en general, un problema constante poder trabajar
las condiciones de relación entre sociedad y economía. Donde en general todas las teorías sociales han
tomado, como elemento central de teorización, a las propiedades emergentes de la sociedad en tanto
coordinaciones de acción en gradientes de complejidad diferenciada; por sobre las posibilidades propias y
especificas de los individuos (Archer 1997).
Es notable, pero en dos autores clásicos teóricamente distanciados como son Durkheim y Marx, vemos que
hay un efecto de coordinación de la acción distinto de los individuos. El primero, en el plano del “contrato”,
nos presenta una idea sobre la relación entre la sociedad y el utilitarismo individual, donde la sociedad es un
elemento trasuntado en normas, y es bajo esta condición y no otra que se cumplen los contratos. De este
3
modo el orden social no es una forma espontánea de utilidades individuales, sino un conjunto de normas
supra individuales que aseguran el orden. Como sostiene el autor,
“[…] fuera de las relaciones contractuales, sino que en el juego de esas relaciones mismas es donde se hace
sentir la acción social, pues no todo es contractual en el contrato. Los únicos compromisos que merecen tal
nombre son los queridos por los individuos y que no tienen otro origen que esta libre voluntad. A la inversa,
toda obligación que no ha sido mutuamente consentida no tiene nada de contractual. Ahora bien, donde quiera
que existe el contrato, se halla sometido a una reglamentación que es obra de la sociedad y no los particulares,
y que cada vez se hace más voluminosa y más complicada” (Durkheim, 1998: 211).
Marx puede ser leído relativamente dentro de la misma idea cuando genera su crítica a Proudhon:
“A determinadas fases del desarrollo de la producción […] corresponden determinadas formas de constitución
social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, de la
sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado régimen político, que no es más
que la expresión oficial de la sociedad civil. Esto es lo que el señor Proudhon jamás llegara a comprender, pues
cree que ha hecho una gran cosa apelando del Estado a la sociedad civil, es decir, del resumen oficial de la
sociedad a la sociedad oficial” (Marx, 1970: 171).
Los fenómenos políticos responden a situaciones distintas de ellas, que para el caso de Marx, son las
relaciones de clase que denomina sociedad civil, las cuales explican al Estado y no el Estado a ellas. Como
vemos en ambos casos se trata del “descubrimiento” de un “continente” distinto, que curiosamente otra vez
ambos comparten: las sociedades o formaciones sociales no pueden reducirse a los individuos, ni tampoco al
Estado como en las filosofías políticas contractualistas; y que este elemento de la sociedad no es observable
directamente de manera fenoménica, sino por sus efectos (Outwhite, 2006: 76). El fetichismo de la
mercancía nos oculta las relaciones de clases, los suicidios se producen por déficit de integración social. De
esta forma, podemos decir que se trata no de los individuos en sí, sino de cómo estos se comportan en tanto
“relaciones entre ellos”, que son un elemento distinto “a las interacciones de ellos” como propiedades
independientes. La consideración social de la economía, entonces, hace énfasis en que la intervención del
mundo en busca de recursos materiales requiere coordinación entre las personas, un tipo de coordinación
muy específica que no puede disolverse por medio de acciones individuales. Como vemos, es posible
establecer que esta relación resulta constante y problemática, por lo que una adecuada articulación teórica
entre sociedad y economía es un elemento relevante para poder re-abordar esta permanente tensión.
Como ya advertimos, todos los sistemas teóricos modernos de la sociedad han tenido que definir qué es lo
económico en contraposición a lo social, como el segundo resultante del primero, o como sometimiento del
primero al segundo. Aquí la economía tendría la condición de ser un sistema. Revisar todas estas ideas no
tiene sentido; hechas las advertencias sobre las “superaciones paradójicas” a través de nuevos conceptos
sustantivos o relacionales. Pero aún así podemos poner en relación a una vieja idea a funcionar respecto al
4
“carácter sistémico de la economía” o del “carácter económico de un sistema”. En un libro perdido de la
matriz estructuralista latinoamericana, podemos ver qué es lo que los economistas de los sesenta entendían
por sistema económico: “Los variados elementos que participan en la vida económica de una nación, así
como sus conexiones y dependencias, se suman en un todo denominado sistema económico” (Barros de
Castro y Lessa, 2003: 13). Luego, los autores establecen los elementos que le dan forma al sistema
económico: a) el proceso productivo, b) los sectores económicos, c) los flujos generados y que transitan por
el sistema como reales y nominales (Barros de Castro y Lessa, 2003: 23). Un punto elemental entonces es
que el sistema económico, hace alusión a un modo organizado en que se generan, distribuyen y consumen los
productos del trabajo, dotado como es lógico de un medio especifico para realizar su operatoria como es el
dinero.
Ahora, sólo a modo de mostrar un punto en común, un autor que no es precisamente un teórico de la
economía describe el sistema económico como: “...en términos de su función, tiene que preservar una
capacidad suficientemente generalizada (o liquidez) para ampliar los horizontes temporales de la
satisfacción de necesidades, es decir, para garantizar la satisfacción de necesidades futuras. Para ser útil
a los sistemas no económicos tiene que producir bienes y servicios” (Luhmann 1998:84). Un argumento
elemental, es que entre la descripción del sistema económico de la matriz estructuralista latinoamericana y la
conceptualización de Luhmann hay varios puntos relevantes para abordar la idea de sistema económico; este
sistema como mínimo hace alusión a los recursos materiales que se necesitan para la vida.
El comienzo de una síntesis debe tomar en cuenta entonces la noción de “economía” como un aspecto
humano relacionado con los “recursos”. Dicha dimensión humana es un modo “organizado” de producción,
distribución y consumo de recursos materiales. Las preguntas meta-teóricas asumiendo este elemento –el
modo organizado de producción– como un hecho, son dos: a) el origen del sistema, en tanto donde podemos
poner el punto lógico o histórico que permite dar cuenta de la emergencia del sistema; y b) la forma en que el
sistema se organiza, esto es si tiene una integración equilibrada o contradictoria o compleja. Desde el punto
de vista del origen, hay dos comienzos clásicos. El primero es la escasez material frente al cual las personas
están obligadas a generar reflexividad práctica para transformar al mundo natural, produciendo bienes útiles.
La idea liberal del homo economicus pone el punto de partida imponiendo la idea de maximización
individual frente al mundo material y a los otros individuos.1 Desafortunadamente, este punto de partida no
puede lograr la idea de sistema integrado, contradictorio o complejo, ya que de él se desprende
inmediatamente la idea de una guerra de todos contra todos. Entonces, se debe poder remediar este elemento
de relación entre el punto de partida lógico o histórico y las consecuencias en el orden. La teoría liberal de la
economía vuelve sobre un punto filosófico como es “la tendencia natural al intercambio”, que logra contener
1 La idea de “maximización” no corresponde a la idea de racionalidad práctica, la que refiere a una forma de cálculos
de mejores medios para un fin, sino que al cálculo del mínimo esfuerzo frente a los rendimientos máximos, que se
corresponde con la noción de racionalidad marginal.
5
lógicamente la avasallante idea de la guerra de todos contra todos. De esta forma, el primer sistema teórico
moderno sobre la economía puede darle posibilidades a la escasez material y a la acción práctica, escapando
de las posibilidades lógicas de su autodestrucción, manteniendo la idea de la acción práctica sobre el mundo
como maximización individual. Así, el principio individualista no cae en la guerra de los individuos, y puede
poner como mediación a un orden que nace de la naturaleza humana.
Ahora, esta teorización se topa con los aportes primero de la etnografía y luego del desarrollo teórico de la
antropología económica. La etnografía dio cuenta de que había y hay más de una forma de
aprovisionamiento de recursos. De hecho, manteniendo la idea de recursos materiales es perfectamente
posible, según lo sugiere la investigación, que los individuos tengan patrones de coordinación que no
suponga una tendencia natural al intercambio, sin partir de la escasez y sin maximización El ejemplo clásico
es la teoría del don de Marcel Mauss (1979), donde se establece que una forma de aprovisionamiento de
recursos está dada por un sistema de obligaciones: dar, recibir y devolver, que es una forma normativa de
distribución de recursos. Otro ejemplo lo encontramos en el Kula que registra Malinowski (1995), donde hay
intercambio de recursos simbólicos y materiales mediados por una ritualidad de intercambio de regalos. En
casos capitalistas están las tandas mexicanas, que son “asociaciones rotativas de crédito” donde las personas
forman sistemas solidarios para poder acceder a sumas de dinero que no se pueden procurar por medio de sus
ingresos, si no es ocupando grandes lapsos de tiempo, de modo que aportan todas las personas durante un
periodo determinado, entregándose el total de la suma reunida entre todos a cada una de las personas (VelezIbañez, 1990). Sobre este punto es que se levantaron las teorías institucionales y sustantivistas, que hacían
énfasis en la condición colectiva y normativa de la apropiación de los recursos materiales, y sobre todo de la
imposibilidad histórica de la teoría del homo economicus y de un mercado totalmente autorregulado, en el
sentido que el mercado es ya una institución social (Polanyi, 2001; Commons, 2003). De esta forma, la idea
de patrón de coordinación de acciones aparece también en esta segunda escuela de antropología económica,
al punto de poner en entredicho las posibilidades explicativas sólo en base al homo economicus, y las
modelaciones individualistas maximizadoras, elemento en el que al menos Polanyi (2001: 95) es explícito.
Así, si los recursos materiales son el primer elemento de síntesis teórica, la necesaria existencia de un orden
social como un patrón de coordinación parece ser el segundo punto en común de las teorías, donde ya
podemos hablar de sistema económico propiamente tal. Las dos posturas tienen el tinte de individualismo
metodológico o colectivismo metodológico, que cuando son observadas como una teoría cerrada presentan
una fuerte sustantividad de la naturaleza humana, llevando a un cuello de botella teórico que no se puede
resolver dentro de los parámetros de la antropología económica ya que tiene expresos compromisos
normativos sobre el hombre, desarrollando visiones que son inconmensurables entre sí (Chernilo, 2000).
Rechazando la posibilidad de solución filosófica, por sus efectos de alejamiento del mundo y sus típicas
torpezas metodológicas en la investigación social, podemos volver sobre las teorías para ver si cortando los
compromisos filosóficos puede darnos algún rendimiento explicativo o al menos descriptivo. En una y otra
6
teoría, el sistema económico tiene como característica el problema de los recursos materiales, que pueden
llevar el nombre de mercancías, bienes o servicios las cuales sirven a los individuos de variadas formas, pero
los individuos no pueden como individuos producir todos los bienes que necesitan y deben intercambiar
formando patrones de coordinación. Por lo tanto hasta el momento se ha producido, distribuido y consumido
de acuerdo a patrones donde están colocados los individuos. Los recursos entonces son producidos en grupo,
configurando relaciones entre las personas, como la famosa división social del trabajo. Si esta es en principio
competitiva por la escasez material o altamente integrada por normas, es distinto a que no se produzca en
agrupaciones de individuos, a que no haya coordinación entre las personas. Las dificultades comienzan
cuando se asumen los tres elementos mínimos sobre la idea de sistema económico, que las teorías presentan:
1) la economía tiene como elemento distintivo el problema de los recursos (oikonomia), 2) las posibilidades
del individuo de producir todos los bienes necesarios son limitadas, por lo tanto ha de producirse de acuerdo
a patrones de coordinación, esto es, deben entrar en “cooperación” o “acción recíproca” 3) los patrones de
coordinación son elementos emergentes, distintos del individuo y pueden alcanzar grandes niveles de
estabilidad temporal, tomando configuraciones específicas con consecuencias sobre las condiciones
materiales de los individuos (Archer, 1997).
La forma que toma entonces el sistema económico son los modos en que se mueven los recursos, que en la
teoría antropológica se puede entender con la dicotomía formalista o sustantivista de competencia/
solidaridad. La idea de competencia o solidaridad se salta la interpretación filosófica de si están obligados o
no por escasez material o por un sistema de obligaciones; y sólo intenta fijar el tipo de patrón de
coordinación pre-existentes a los agentes. De esta manera, una primera dimensión debe tomar en
consideración los modos en que se trasladan los recursos por parte de los agentes, dando cuenta del modo en
que operan los patrones de coordinación. Este elemento de patrón como sistema o estructura pone a las
personas en un contexto estructurado (Outwhite, 2007), donde este influenciará sus prácticas. La
racionalidad con que decidan puede viabilizarlos dentro de las estructuras o sistemas, o ponerlos en tensión
con ellos. De esta forma podemos avanzar la idea de que puede decidir particularmente teniendo sólo sus
intereses materiales particulares como referencia, o puede decidir de forma colectiva, teniendo sus intereses
referenciados con otros agentes.
Ambos tipos de patrón de coordinación, como modos de relacionamiento pre-agencial en las cuales se
trasladan recursos en patrones de coordinación de tipo competitiva o solidaria, son condiciones también de la
mantención de la necesidad de generar instituciones que regulen los recursos que se intercambian y cómo se
intercambian; modos de resolver problemas de los traslados de recursos, y agentes que se enfrentan en base a
sus necesidades y posibilidades con estos contextos estructurados. La competencia implica un tipo de
relación no vinculante entre los agentes que participan en el sistema, procurando juegos de tipo suma cero
con los otros agentes; las relaciones de competencia enfrentan a los agentes, generando relaciones
contradictorias, episódicas, voluntarias y, no siempre, asimétricas. La solidaridad implica formas en que las
7
relaciones económicas entre los agentes, generan relaciones vinculantes normativas entre ellos, las relaciones
entre los agentes son sintéticas, perdurables y, aunque no siempre, simétricas, dentro marco cultural común.
Las relaciones de solidaridad, están sobre la base de un sistema de obligaciones, y por medio de esas
obligaciones es que se trasladan los recursos. Así, los recursos materiales se trasladan y valoran por medios
distintos de ellos mismos, como en el argumento de la teoría del valor-trabajo de Marx.
Un segundo elemento se puede proponer sobre el plano de los agentes, ya no del modo de relación del
traslado de recursos, de modo que entendemos que dentro del sistema económico existen agentes que trazan
estrategias reflexivas de tipo particular o colectivo frente a los otros agentes en procura de los recursos. Esto
implica, sobre todo el modo de organizar la racionalidad del agente, el cual puede tener dentro de los modos
de relaciones como solidarias o competitivas, racionalidad particular o racionalidad colectiva. Esto último
implica que no siempre decide en base a condiciones de pleno interés particular y que debe romper los
marcos particulares de decisión para lograr mejores recompensas. Las teorías de juegos como el caso del
dilema del prisionero, muestran cómo en un contexto competitivo las posibilidades de racionalidad colectiva
pueden obtener mejores sub-óptimos que actuar según propone el juego, donde hay un óptimo con la misma
probabilidad de obtener el menor de los óptimos. Curiosamente cuando se re-interpreta el problema del don
desde las teorías de elección racional, puede surgir el mismo elemento sobre la condición de la deuda, como
acción en el intento de generar la deuda del sistema de obligaciones. De hecho, el punto es que puede haber
racionalidad particular dentro de un contexto solidario y, en nuestro primero ejemplo, racionalidad colectiva
en un contexto competitivo. Lo relevante es que se puede hacer cuando se detectan estos dos elementos sobre
el plano de las distintas teorías como conceptos operativos; así encontramos patrones de coordinación
solidario y competitivo, mientras que la racionalidad de los agentes puede ser particular o colectiva. El
esquema resultante del cruce como una tabla de doble entrada forma cuatro dimensiones: patrón de
coordinación solidario de racionalidad colectiva, patrón de coordinación solidario de racionalidad particular,
patrón de coordinación competitivo de racionalidad colectiva y patrón de coordinación competitivo de
racionalidad particular.
Un modelo teórico para la antropología económica:
Lo interesante de cruzar las dimensiones, es que podemos formar un modelo teórico (por ahora totalmente
heurístico, en el futuro habrá tiempo de poder argumentar las lecturas de los autores y las posibilidades de
salir de las problemáticas de las teorías duales o monistas) que permite absorber las críticas internas de las
teorías, sin caer en los elementos filosóficos sustantivos o relacionales; además de posibilitar rastreos
sistemáticos sobre las relaciones de los agentes con los sistemas, dando cuenta sistemáticamente de las
condiciones de aprovisionamiento de recursos de las personas. El resultado del cruce de estas dimensiones,
puede observarse en el siguiente cuadro:
8
Cuadro 1: Esquema de cuatro dimensiones del sistema económico.
Fuente: Elaboración propia
Patrón de coordinación: solidario de asignación de recursos
Patrón solidario de racionalidad Patrón
solidario
particular
colectiva
Pitutos, tandas, dones
de
racionalidad
Políticas de asistencia , potlach, kula
Racionalidad:
particular
sobre
los
otros agentes
Patrón
competitivo
racionalidad particular
Trueque, mercado
de Patrón competitivo
colectiva
de
racionalidad
Carteles, holdings, colusiones,
asociaciones, efectos clusters
Racionalidad
colectiva
sobre
los
otros
agentes
gremios,
Patrón de coordinación: competitivo de asignación de recursos
De esta forma cuando caracterizamos los cuadrantes debemos decir:
I.
Cuadrante “solidario de racionalidad particular”: implica un conjunto de obligaciones que
pueden ser perseguidas de forma particular, respecto a relaciones que dependiendo de las
obligaciones generan el traslado de los recursos hacia los agentes particulares. Tales agentes velan
por sus intereses particulares por medio de la gestión de recursos indirectos a los recursos materiales
como las obligaciones normativas, el máximo de interés particular se da en el punto de tener todos
los derechos sin ninguna obligación. La institución nacional de los “pitutos”, que es una forma de
capital social egocentrado que moviliza recursos, se pueden entender dentro de este cuadrante. Se da
cuenta además de las tres obligaciones de Mauss en sociedades donde la figura del individuo ha
emergido, por lo tanto se establecen deudas morales intrer-individuos, que sólo pueden movilizar los
recursos en tanto se acepten las obligaciones. Esto implicaría la ya adelantada idea de gestión de
recursos indirectos a los recursos materiales. A este elemento distinto de los recursos materiales, que
es una forma de “recurso de mediación”, Polanyi le llamó reciprocidad. Lo interesante de este
cuadrante es que se intercambian bienes directamente y no necesariamente con dinero, ya que son
obligaciones los medios para realizar los intercambios.
9
II. Cuadrante “solidario de racionalidad colectiva”: implica el conjunto de obligaciones, pero esta
vez el resultado del aprovisionamiento particular de recursos depende de acciones que deben
racionalizarse más allá de los agentes particulares tomándolos como un conjunto. Ahora la suerte de
uno depende de la suerte de todos, como ejemplo central es la idea de distribución centralizada que
Polanyi anota, que puede aplicarse tanto a las sociedades primitivas como en el potlach o al rol del
Estado por medio de las políticas públicas. Esto implica que no podemos perseguir los intereses
particulares sin poner en riesgo a la totalidad de los agentes y recursos, así la posibilidad misma de
una persecución particular de intereses está cortada. Durkheim teorizó esto como sociedades de
solidaridad mecánica, donde la conciencia colectiva está por encima de los individuos. Es este tipo
de patrón el que le permite a Polanyi hipotetizar sobre la incrustación del sistema económico en la
sociedad, identificando a la sociedad con un sistema normativo al igual que lo hace Durkheim. En
nuestro caso entenderemos que hay sociedad o sistema social, cuando se generalizan coordinaciones
de acciones que escapen de las posibilidades de perseguir los intereses particulares de los
interactuantes. Por eso es que el sistema económico es una consecuencia del sistema social en
Polanyi. En este tipo de patrón los intereses individuales son una falla de coordinación, ya que
presentan trabas a la colectividad.
III. Cuadrante “competitivo de racionalidad particular”: implica la posibilidad de perseguir los
intereses particulares frente a otros agentes que hacen lo mismo, donde la coordinación se alcanza
por equilibrio de intereses; viabilizados por medio de bienes (trueques) o por recursos de mediación
como la propiedad o el dinero. Hay que notar que es en este tipo de cuadrante, al igual que en el
cuadrante I, el máximo de racionalidad es un juego de suma-cero (obtener todos los recursos por
ningún otro recurso). Obviamente, al igual que en el cuadrante I, es menester que la figura del
individuo haya emergido, ya que de otro modo no se puede establecer la idea de racionalidad
particular. Esto por lo tanto le da mayor necesidad de coordinación. Incluso el trueque aquí tiene
sentido, ya que implica una forma de intercambio donde se busca intercambiar bajo interés
particular. Un punto central es que frente al dinero, el trueque tiene la desventaja de no poder
intercambiarse por cualquier bien, de hecho si se piensa el punto de que se puede gastar mucho
tiempo cronológico e interaccional, en alguien que posea un bien que queremos y que quiera el que
tenemos, se entiende por qué se debe recurrir o a muchos intercambios o a bienes muy deseados o a
un tipo bien que se intercambie por todos.
IV. Cuadrante “competitivo de racionalidad colectiva”: este cuadrante implica la misma fórmula del
segundo, esto es, que la posibilidad particular de los recursos depende de las condiciones de todos, lo
diferente es que este elemento no se logra por medio de una coordinación central obligatoria, sino
por coordinación de la misma competencia, donde se debe jugar a suma-variable por el peligro de
quedar a suma-cero, poniendo en riesgo al menos a uno de los agentes particulares. De esta forma, se
10
impone la necesidad de que a pesar de presentarse un esquema competitivo para los agentes
particulares, estos deben decidir de forma colectiva. Es curioso, pero en este cuadrante se da el
paradójico hecho de que hay agentes particulares plenos, un escenario competitivo y a pesar de eso
competir significa mayor desventaja de todos. Las formas colusivas de agentes particulares, como la
OPEP en los años setenta, los carteles de empresas e incluso las asociaciones de empresarios o de
trabajadores2, tienen este mismo principio.
Obviamente, de todos estos cuadrantes unos tienen mayor capacidad evolutiva que otros, los recursos de
mediación como las obligaciones tienen un nivel potente de riesgo en el no cumplimiento de estas; en
cambio el dinero tiene la capacidad de depender sólo de sí mismo como recurso, estando autovalidado
(Luhmann, 2007). Esto es, realiza por sí mismo el traspaso de recursos, ya que tiene en sí la capacidad de
convertirse en recurso material de manera generalizada. En este momento podemos hacer un alto para ver
qué hemos ganado con la puesta de esta forma del conjunto de teorías. Lo primero a destacar es que tuvimos
que hacer emerger el concepto de “recursos de mediación” distinto de los bienes, como las obligaciones, la
propiedad y el dinero, que se adosa al concepto de recursos materiales como bienes y servicios, que tienen
consecuencias importantes para los cuadrantes. De esta forma, el problema de los recursos materiales parece
siempre estar mediado por elementos distintos de ellos, como recursos de mediación, estando bajo condición
de sociedad desde su producción hasta su consumo. Por eso Parsons llamo al dinero “medio de intercambio
generalizado”, el cual tiene como característica central poder equivalerse con cualquier bien o servicio. De
hecho parte de este argumento puede encontrarse desde Marx con la notable forma de equivaler mercancías
entre sí, o en Kopytoff con la posibilidad de des-singularizar un bien, implicando esto hacerlo plural o en
nuestro argumento equivalente.
Las diferencias estriban en el tipo de vínculo que logran o no logran por medio de la coordinación de los
recursos de mediación; los cuales se desencajan de los recursos materiales y de las personas. Es la relación
entre las personas como algo distinto con propiedades especificas frente a las personas. Por ejemplo, la
dimensión solidaria implica relación de tipo firme, esto es, obligaciones referidas a los actores que son
anteriores y que se extienden en el tiempo. Lo paradojal es que desde el punto de vista de los recursos
materiales, el modo en que se ejerce la coordinación es indirecta y riesgosa, sobre todo en el cuadrante
solidario particular, ya que el intercambio depende de las obligaciones y estas siempre se podrían no cumplir.
En cambio el recurso de mediación dinero, como medio autovalidado, no genera vínculos firmes sino
débiles. Lo curioso es que “como no se extiende en el tiempo gana tiempo”, la posibilidad de gradación de
los intercambios por medio del dinero, no depende de las obligaciones sino de sí mismo, y esta misma
2 En este punto me gustaría hacer el alcance, que desde el punto de vista estrictamente económico, los sindicatos
funcionan de la misma forma que las asociaciones de empresarios. El problema de lo injusto o justo o necesario de
la formación de los sindicatos, por el efecto de la explotación capitalista, no está puesto en este punto. La institución
del sindicato vela por los intereses de los trabajadores y estos negocian mejor en conjunto que uno a uno, de esta
forma está dentro de nuestro cuadrante, sin caer en consideraciones morales.
11
capacidad le permite simbolizarse rápida y generalizadamente, permitiendo gran fluidez interaccional y
teniendo un sólo problema, el cual refiere a que la coordinación debe recrearse constantemente, razón que
habíamos dado para no caer en la búsqueda suma-cero. Teniendo como corolario el hecho de que la
posibilidad de alcanzar el equilibrio de intereses está abierta a las posibilidades de los agentes, siendo de
hecho la posibilidad de equilibrio de intereses el resultado de la expectativa de poder recrear el intercambio.
Si esto no ocurre así, se puede intentar jugar suma-cero, escenario en el cual la probabilidad de recrear el
intercambio se pierde. La deriva evolutiva nos pondrá en el punto en que es el dinero el que parece tener
todas las posibilidades de convertirse en el medio generalizado de los intercambios de recursos, ya que
permite la equivalencia generalizada, incluso subsanando su propiedad de recreación constante de los
intercambios. De hecho el sistema de crédito es básicamente una mezcla de obligaciones temporales del
dinero, como intentamos demostrarlo en un artículo anterior (Aedo, 2008).
Una segunda consecuencia es que todos estos patrones siguen siendo parte de las sociedades actuales, de esta
forma caracterizar el sistema económico sólo a partir de la posición pura de uno de los patrones –como el de
mercado– presenta una condición unidimensional, pues pierde información relevante respecto a las
consecuencias de las coordinaciones sobre los modos en que las personas se procuran los recursos. Lo que sí
resulta defendible es la posibilidad de que uno de los patrones sea diferencialmente el mayor asignador de
recursos, es decir, que una mayor cantidad de recursos, personas y relaciones entre personas pasen por su
coordinación. Nótese que con esto, mantenemos la idea de Polanyi e incluso la de Marx sobre el carácter
histórico de la sociedad capitalista. La cual tienen como comienzo institucional, la mercantilización de la
fuerza de trabajo y al mismo tiempo la abolición de las leyes de pobres, tan bien documentadas en Polanyi
como el punto en que el molino de viento comenzó a convertir a los hombres en masas. Fuera de esa esto, lo
cierto es que el mercado tiene la posibilidad de generar la persecución de los intereses individuales, en las
idea de Polanyi esto se debía al hecho de que las normas al interior de las ciudades no permitían esta
posibilidad, razón por la cual solo podía realizarse en ciertos días y ciertos lugares, que eran ritualizados para
generar esta posibilidad. Así, el mercado llegó a convertirse en el principal mediador de los recursos, pero
esto no es sólo un cambio institucional arbitrario como una imposición. En el argumento de Polanyi se deja
ver que el comienzo del predominio del mercado está marcado por su posibilidad de intercambio extra-local
con bienes durables y transportables, donde se puede ver con mayor fuerza su alta capacidad evolutiva en la
fluidez del intercambio de bienes, donde el recurso de mediación permite esta posibilidad.
Puede ser que las ideas aquí vertidas presenten algo de desorden, pero sólo se ha querido desarrollar por
medio de un ensayo de síntesis teórica las posibilidades del problema de la coordinación de los “recursos
materiales” y los “recursos de mediación”, tanto en su producción, distribución y consumo. La ventaja que
creemos aporta el modelo, es que podríamos ahora poder investigar cómo las personas, ubicadas en distintos
niveles sociales, posibilitan el aprovisionamiento de recursos materiales, por medio de las posibilidades que
cada sociedad provee a los patrones de coordinación. Siendo de hecho un elemento de crítica hacia las
12
sociedades actuales, el hecho de que la desigualdad entre clase sociales es económica, pero no
necesariamente mercantil. De hecho no hay nada mercantil en las condiciones de acaparamiento de
oportunidades por relaciones intra-clase, en las cuales las condiciones de capital social de las familias,
repercute directamente en las formas de selección mercantil, poniéndole trabas a las oportunidades de los
individuos. Así, los sistemas de obligaciones son tan relevantes como el dinero, pudiendo con esto darle
complejidad a los análisis de desigualdad entre los agentes y los contextos económicos en los cuales se
desenvuelven.
Bibliografía
Aedo, Andrés (2008). “Una paradoja sistémica en el emprendimiento: crédito forzado entre proveedores y
retail en Chile”. En: Encuentro Pre-ALAS Chile: 20 – 22 de noviembre de 2008. Santiago: Universidad
de
Chile,
Facultad
de
Ciencias
Sociales.
http://www.facso.cl/prealas/PDF/ponencias/economica/A_AEDO.pdf
Appadurai, Arjun (1990). La vida social de las cosas. México: Alianza.
Archer, Margaret (1995). Realist social theory: the morphogenetic approach. UK: Cambridge University
Press.
Barros, Antonio (2003). Introducción a la economía: un enfoque estructuralista. México: Siglo XXI.
Boyer, Robert (2004). La teoría de la regulación: un análisis crítico. Argentina: ATS.
Castel, Robert (2004). La nueva cuestión social: crónica del salariado. Argentina: Paidós.
Cattani, Antonio David (2004). La otra economía. Argentina: Altamira.
Chernilo, Daniel (2004). “El rol de la sociedad como ideal regulativo: hacia una reconstrucción del concepto
de sociedad moderna”. Cinta de Moebio, Nº 21.
Commons, John (2003). “La economía institucional”. Revista de economía institucional, 5(8): 191-201.
Dalton, George (1982). Sistemas económicos y sociedad. España: Alianza.
Durkheim, Emile (1989). La división del trabajo social. México D. F.: Colofón.
Elster, Jon (2003). Tuercas y tornillos: una introducción a los conceptos básicos de las ciencias sociales.
España: Gedisa.
Elster, Jon (1995). Ulises y las sirenas: estudios de racionalidad e irracionalidad. México: Fondo de Cultura
Económica.
Esping-Andersen, Gøsta (1993). Los tres mundos del Estado de Bienestar. España: Alfons el Magnànim.
Eymard-Duvernay, Francois (2004). Economía de las convenciones. Argentina: ATS.
Godelier, Maurice (1976). Antropología y Economía. España: Anagrama.
13
Hobsbawn, Eric (1998). Historia del Siglo XX. Argentina: Editorial Crítica.
Lechner, Norbert (1997). “Tres mecanismos de coordinación social”. Revista de la CEPAL, 61(Abril): 7-17.
Luhmann, Niklas (2007). La sociedad de la sociedad. México: Herder.
Malinowski, Bronislaw (1995). Los argonautas del pacífico occidental: comercio y aventura entre los
indígenas de la nueva guinea melanésica. España: Peninsula.
Marx, Karl (1985). El Capital. Tomo I. México: Fondo de Cultura Económica.
Mascareño, Aldo (2003). “Teoría de sistemas para América Latina: conceptos fundamentales para la
descripción de una diferenciación funcional concéntrica”. Revista Persona y Sociedad, Vol. XVII(2): 1228.
Mauss, Marcel (1979). “Ensayo sobre los dones, motivos y forma de cambio en las sociedades primitivas”.
En: Sociología y antropología. Madrid: Tecnos.
Molina, José Luis (2002). Manual de antropología económica. Argentina: UBA.
Offe, Clauss (1994). Contradicciones en el Estado de Bienestar. Madrid: Alianza.
Outwhite, William (2006). The future of society. UK: Blackwell Publishing.
Parsons, Talcott (1966). El sistema social. Madrid: Revista de Occidente.
Polanyi, Karl (2001). La gran transformación. México: Fondo de Cultura Económica.
Ritzer, George (1988). “Sociological Metatheory: a defense of a subfield by delineation of its parameters”.
Sociological Theory, 6(2): 187-200.
Sahlins, Marshall (1997). Cultura y razón práctica. Barcelona: Gedisa.
Sennett, Richard (2003). El respeto: sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad. España:
Anagrama.
Simmel, George (1986). Sociología: estudios sobre las formas de socialización. España: Alianza Editorial
Trinchero, Héctor Hugo (1992). Antropología Económica: conceptos fundamentales. Tomos I y II.
Argentina: CEAL.
Velez-Ibañez, Carlos (1993). Lazos de confianza: los sistemas culturales y económicos de crédito en las
poblaciones de los Estados Unidos y México. México: Fondo de Cultura Económica.
Wallerstein, Immanuel (1989). El capitalismo histórico. España: Siglo XXI.
14