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España se mueve, 1996-2004 William Chislett* El periodo de gobierno de José María Aznar, entre los años 1996 y 2004, ha sido bueno para España. En lo que se refiere a la economía, el Partido Popular ha corregido algunos de los desequilibrios económicos y ha devuelto el país a la senda de un crecimiento fuerte y sostenido, el programa de privatizaciones se ha completado con éxito, las exportaciones de bienes y servicios continúan incrementándose y el país se ha convertido en un exportador neto de capitales, lo que constituye un cambio estructural muy significativo. En el campo político, la victoria del PP en 1996 afianzó el principio de alternancia política en la joven democracia española al poner fin a 13 años de gobierno socialista. Y Aznar le ha hecho un gran favor a la clase política al decidir no concurrir por tercera vez a las elecciones, ya que en su tercer mandato los líderes del gobierno tienden a volverse demasiado arrogantes o autocomplacientes, y sus partidos corruptos (como fueron los casos de Margaret Thatcher y de Felipe González). La decisión de Aznar de retirarse de la vida política, a pesar de contar con grandes posibilidades de éxito, debería reforzar y consolidar al PP como partido, ya que los líderes van cambiando pero los partidos han sido concebidos para perdurar. Históricamente, España ha tenido partidos políticos débiles que han dependido excesivamente de líderes fuertes y carismáticos (si bien nadie osaría decir que Aznar tiene carisma). Desde el punto de vista social, el número de inmigrantes legales (con tarjeta o permiso de residencia en vigor) se ha triplicado hasta alcanzar los 1,6 millones, lo que constituye el otro gran cambio estructural en el país, y, por el momento, ese hecho ha provocado escasas tensiones sociales. La población extranjera en España ha crecido enormemente,pero en comparación con otros países europeos su nivel no es de los mas altos (ver Cuadro 1). Cuadro 1 Población extranjera como % de la población total, 1995 y 2002 Alemania España Italia Portugal Reino Unido 2002 8,9 3,1 2,6 4,0 4,5 1995 8,8 1,3 1,7 1,7 3,4 Fuente: OCDE (extranjeros legales). 1 Internacionalmente, España ha demostrado tener voz propia en la escena mundial, aunque para conseguirlo no hacía falta que Aznar apoyara de una manera tan beligerante la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. Durante los ocho años de gobierno del PP, la economía española ha crecido a un promedio del 3,2% anual, una tasa igual a la de los Estados Unidos y claramente superior al 1,9% registrado en la zona euro en su conjunto (ver Cuadro 2). Este crecimiento, junto con la mayor flexibilidad del mercado de trabajo (a pesar de que siguen siendo necesarias reformas adicionales), ha favorecido la creación de empleo en España. La tasa de desempleo ha descendido a mayor velocidad que en cualquier otro país europeo, si bien partía de niveles mucho más altos. La tasa ha pasado del 18% en 1996 al 11% en 2003, y, no obstante, sigue siendo la más alta de Europa (ver Cuadro 3). Además, aproximadamente una tercera parte de los trabajadores tienen contratos de carácter temporal, lo que implica una gran precariedad del mercado de trabajo. Las reformas del mercado de trabajo introducidas en 1997 contribuyeron escasamente a reducir la precariedad laboral, situación que poco cambiará por mucho que prometa el PSOE. Sin embargo, siempre es mejor crear un puesto de trabajo que no crearlo, por precario que éste sea, y es importante no olvidar que esa gran reducción de la tasa de desempleo se ha logrado paralelamente al enorme influjo de inmigrantes legales e ilegales. Ese éxito a la hora de reducir la tasa de desempleo ha demostrado, más allá de cualquier duda razonable, que los inmigrantes no quitan puestos de trabajo a los españoles, al menos no por el momento. Los trabajos que desempeñan los inmigrantes son aquellos que los españoles ya no quieren hacer, tal como sucediera en el Reino Unido en los años cincuenta y sesenta, y continúa ocurriendo en la actualidad. Si no fuera por los inmigrantes, España no contaría con mano de obra para la cosecha de las fresas en Huelva o de las peras en Lérida, para construir más viviendas, para disponer de niñeras o cuidar a los ancianos, ahorrándoles así a muchas familias el trauma de tener que ingresar a sus mayores en centros geriátricos. Y, gracias a los inmigrantes, la población de España ha dejado de disminuir y el relevo generacional ha quedado garantizado. No obstante, la economía sumergida sigue representando un porcentaje muy elevado (más del 20% del PIB). Cuadro 2 Crecimiento real del PIB en España, la zona euro y Estados Unidos, 1996-2003 (%) 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 (p) 2 España Zona euro EE UU 2,4 1,4 3,6 4,0 2,3 4,4 4,2 2,9 4,3 4,2 2,8 4,1 4,2 3,5 3,8 2,8 1,6 0,3 2,0 0,9 2,4 2,3 0,4 3,1 2,9 1,8 3,8 P: previsión Fuente: Eurostat. Cuadro 3 Tasa de desempleo en España, la zona euro y Estados Unidos, 1996 y 2003 (%) 1996 España 18,1 Zona euro 10,2 Estados Unidos 5,4 2003* (p) 11,3 8,8 5,9 (*) Noviembre P = Previsión Fuente: Eurostat y Ministerio de Trabajo de los Estados Unidos. Durante ese periodo, la renta per capita española ha pasado del 79% de la media de la Unión Europea al 85%, un resultado mucho mejor que el del vecino Portugal, que se incorporó a la UE a la vez que España en 1986; que el de Francia, que ha permanecido estancado, o que el de Alemania, que se ha reducido, aunque sin duda no ha sido un avance tan espectacular como el de la pequeña Irlanda (ver Cuadro 4). Cuadro 4 Convergencia en PIB per capita (EU-15=100) Alemania España EE UU Francia Grecia Irlanda Italia Portugal Reino Unido 1996 107,5 79,1 144,2 101 65,0 93,3 104,2 69,6 101,2 2004 (p) 102,2 88,1 138,7 103,1 75,6 122,4 98,3 69,4 109,8 P = Previsión Fuente: Eurostat. Durante el gobierno de Aznar, un puñado de empresas y bancos españoles (Repsol, Telefónica, Endesa, Iberdrola, Iberia, Grupo Santander y el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria) se han convertido en multinacionales, en gran medida gracias a sus inversiones en América Latina. El volumen de inversión española en la región es comparable actualmente al de Estados Unidos. Quién hubiese dicho hace menos de 10 años que Telefónica sería hoy el mayor grupo de telecomunicaciones no sólo de España sino también de toda América Latina (incluyendo Brasil), o que el Santander y el BBVA en conjunto controlarían prácticamente una cuarta parte de todos los depósitos bancarios de la zona. Sin embargo, habría sido mejor si 3 Telefónica hubiera destinado alguna de esas inversiones a eliminar los cuellos de botella de su red nacional. ¿Cuántos lectores de Metro no han oído en alguna ocasión el mensaje de Telefónica que indica que no se puede realizar una llamada a causa de la “sobrecarga en la red”? La economía española es la décima del mundo y su éxito ha contribuido a que el país haya pasado de ser una “potencia media” a un “participante importante” en el club europeo de las grandes potencias. Actualmente es perfectamente plausible defender la incorporación de España en el exclusivo club del G8 de las naciones más ricas del mundo, que, con su ingreso, pasaría a llamarse G9. El G7 original (formado por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Italia, Alemania y Canadá) se convirtió en el G8 en 1998, como consecuencia de la inclusión de Rusia por razones geopolíticas, a pesar de que no contaba con una economía de mercado desarrollada y de su dudoso compromiso con los principios democráticos. El PIB de Rusia es la mitad que el de España. El ingreso en la UE y, más concretamente, la incorporación al euro en 1999, han contribuido sin lugar a dudas a que España se haya convertido en un país más rico. Los criterios macroeconómicos de estabilidad exigidos para el ingreso en el euro (baja tasa de inflación, tipos de interés bajos y disciplina fiscal) han permitido que España entrase en un círculo virtuoso de crecimiento continuo, a pesar de que la inflación sigue siendo más alta que el promedio europeo y es uno de los puntos débiles de su economía, pues reduce la competitividad del país. Al asumir esos criterios de estabilidad, incluyendo el equilibrio presupuestario (a diferencia de Alemania y Francia, cuyas economías afrontan problemas mucho mayores que la española) el gobierno de Aznar consiguió introducir un cambio en el comportamiento habitual de la economía española. En contraste con lo que sucedía en el pasado (recuérdese la recesión de 1993) la desaceleración de la economía que tuvo lugar en 2001 se caracterizó por el mantenimiento de unas tasas de crecimiento positivas, la creación de empleo y una reducción progresiva del diferencial de renta per capita entre España y el resto de los 15 países de la Unión Europea. El mayor receptor neto de fondos de la Unión Europea España es el mayor receptor neto de fondos de la UE en términos absolutos y el cuarto en cuanto a PIB, después de Grecia, Portugal e Irlanda. El presupuesto total de la Unión Europea destinado a fondos estructurales para el periodo 2000-2006 asciende a 182.000 millones de euros, de los que España recibirá 42.800 millones más 11.000 millones del fondo de 4 cohesión. España recibe anualmente unos 200 euros por persona en concepto de fondos estructurales y de cohesión. En general, España ha sabido darle un buen uso a esos fondos, especialmente en lo referente a infraestructuras, cosa que bien saben todos aquellos que viajan por el país. Cuando los españoles se quejan de sus carreteras saturadas (y lo hacen con frecuencia) deberían intentar conducir por la congestionada red de carreteras británica, que es la que presenta más retenciones de toda Europa. Y la red de ferrocarriles británica es una vergüenza nacional, resultado de una privatización y posterior fragmentación en compañías que compiten entre sí. Incluso el Partido Conservador del Reino Unido, cuyo último gobierno fue el responsable de la decisión de privatizarlos a mediados de los años noventa, ha admitido finalmente que esa medida supuso un gran error. El servicio de trenes de mi país no es HOY mejor que el de España entre 1974 y 1978, periodo en el que residí en Madrid. Se trata, por tanto, de un hecho que puedo afirmar objetivamente, ya que España ha vuelto a ser mi hogar desde 1986 y he podido comprobar personalmente la mejora de las infraestructuras. El hecho de que el gobierno de Aznar no haya privatizado RENFE demuestra que su programa de privatizaciones no forma parte de un ideario político, a diferencia de lo que sucedió con el Partido Conservador. Si un gobierno decidiera privatizar RENFE demostraría no estar en su sano juicio. Los trenes españoles tienen un porcentaje de puntualidad muy satisfactorio: el 98% llega menos de cinco minutos tarde, en comparación con el 70% en el Reino Unido. A los pasajeros del AVE se les reembolsa el dinero del billete si su tren llega con un retraso superior a los 10 minutos. Si se aplicase una política semejante en el Reino Unido constituiría un serio revés para las compañías ferroviarias privatizadas. El presupuesto comunitario destinado a fondos deberá reformarse para dar cobertura a los 10 países que se integrarán en la UE en mayo. El pastel será el mismo pero habrá más comensales entre los que repartirlo. Los españoles deberían recordar que los nuevos miembros son mucho más pobres que España cuando ésta se unió a la entonces CEE, en 1986. La renta per capita de España ascendía al 70% del promedio de la CEE, en comparación con el 47% de los 10 nuevos miembros. Una transición completa a la economía de mercado implica poner fin a las entradas netas de fondos, y España se encuentra ya en esa situación. Por supuesto, sigue habiendo regiones pobres en España, como Andalucía y Extremadura, pero incluso éstas son más ricas que la gran mayoría de los 10 nuevos miembros. 5 Los fondos de la UE constituyen un asunto muy delicado. El canciller alemán Gerhard Schröder puso el dedo en la llaga cuando en septiembre dijo sarcásticamente que “no resultaba difícil (para España) crecer económicamente cuando el 1% de su producto interior bruto procedía de subsidios de Bruselas, a los que Alemania contribuye en más de un 25%”. Rodrigo Rato respondió que gran parte de esos fondos se destinaban a la compra de trenes de alta velocidad alemanes (España tiene un gran déficit comercial con Alemania). No obstante, a España le resultará difícil justificar por qué razón tiene derecho a recibir la misma cantidad de dinero de Bruselas. Schröder ha instado a aquellos países que más se han beneficiado de la entrada en la UE, especialmente a España, a que permitan a los nuevos miembros disfrutar de los mismos beneficios que ellos han disfrutado. Las negociaciones para el presupuesto del periodo 2007-2013 serán dolorosas para España e, independientemente del color del partido político en la Moncloa, el próximo gobierno tiene perdida la batalla de mantener la posición privilegiada de España. Ola de inversiones en América Latina El cambio económico más relevante que se ha producido durante el gobierno de Aznar ha sido la “reconquista” española de América Latina, que, aunque se habría producido independientemente del partido gobernante, quizás haya alcanzado una mayor intensidad bajo el mandato del PP. Antes de que España se integrara en la UE, las inversiones españolas en el extranjero eran mínimas, salvo algún caso peculiar como el de Chupa Chups, cuyas golosinas se comen en todo el mundo y entre cuyos consumidores hay desde ídolos de la música pop hasta astronautas rusos. Y lo cierto es que la propia compañía Chupa Chups se ha comido el mundo: está presente en 190 países y domina una tercera parte del mercado mundial. Las materias primas, el oro, la plata y las piedras preciosas traídas por los conquistadores españoles desde América Latina, que durante tres siglos estuvo en su mayor parte bajo el dominio de la corona española, se destinaron a financiar costosas guerras en Europa y, en la actualidad, han sido sustituidas por inversiones en sectores estratégicos de Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y otros países. Las compañías y bancos españoles han invertido 100.000 millones de euros en América Latina durante los últimos ocho años, más que ningún otro país del mundo salvo Estados Unidos, cuya economía (medida en términos de tamaño de su PIB) es 15 veces superior. 6 Las grandes inversiones en América Latina son uno de los motivos, aunque no el más importante, por el que Aznar le ha hecho la corte a Estados Unidos y ha respaldado la invasión de Irak (América Latina es el “patio trasero” de Estados Unidos y los intereses españoles en la región están tal vez mejor protegidos si España apoya a Washington). Después de todo, fueron Estados Unidos y no la Unión Europea quienes resolvieron la crisis provocada tras la ocupación por parte de 12 soldados marroquíes de la pequeña y deshabitada isla española de Perejil en 2002, en lo que más bien pareció ser la escenificación de una opereta. Colin Powell fue quien propició una solución pacífica, y no Javier Solana, Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea. A opinión de Aznar, Francia y Alemania no son aliados de confianza. Cada vez se puede asegurar con mayor rotundidad, del mismo modo en que se afirmaba que “lo que era bueno para General Motors lo era también para Estados Unidos”, que lo que es bueno para América Latina también lo es para España. Y, no obstante, en esa misma línea, una crisis en un país latinoamericano en el que un banco o una empresa hayan realizado cuantiosas inversiones puede repercutir enormemente en sus beneficios, tal como demostraron los problemas de Argentina en los resultados de las empresas Repsol, Telefónica, Grupo Santander y BBVA en 2002. La crisis latinoamericana tocó fondo en 2003 (el PIB creció por encima del 1,0%, frente a una contracción del 0,4% en 2002) y la región vuelve a ser destino de inversiones, una situación que sin duda beneficiará a las compañías españolas. En conjunto, la aventura iberoamericana ha resultado positiva para España, que ha mostrado al mundo el dinamismo de una economía cuyos cambios han sido enormes desde su entrada en la UE en 1986 y que nos muestra a un país irreconocible con respecto a la España de 1975, cuando la dictadura de Franco tocó a su fin. Aunque resulta fácil criticar a las compañías españolas por concentrar demasiados recursos en América Latina, también sería justo decir que había pocos lugares en el extranjero donde invertir. La expansión de esas empresas era imprescindible para contrarrestar la mayor competencia dentro del mercado español provocada por la liberalización de la economía tras la entrada en la Unión Europea, y pudo llevarse a cabo gracias a que éstas contaban con los recursos necesarios. Otra opción era invertir en los países de la Europa central y del este que pasarán a formar parte de la UE en mayo y en los que la inversión directa española es prácticamente nula; no obstante, esos países no ofrecen las 7 mismas ventajas para España (un idioma y una cultura comunes –salvo en Brasil, donde se habla portugués, aunque el español se enseña cada vez más en las escuelas– que facilitan la gestión empresarial, y otros factores como la privatización de compañías latinoamericanas –adquirir empresas con cuotas de mercado en la zona resultaba más barato que en Europa– y la liberalización de los sistemas financieros –que le dieron un especial atractivo al mercado bancario–). Por otro lado, existe un factor demográfico: se calcula que la población de América Latina (incluyendo el Caribe) aumentará de 519 millones en 2000 a más de 800 millones en 2050, mientras que la de Europa disminuirá. Los mercados de América Latina están expandiéndose rápidamente y, por último, América Latina es hoy en día más democrática (el único dictador que sobrevive es Fidel Castro, aunque también existen dudas sobre el talante democrático de Hugo Chávez en Venezuela) y el estado de derecho es más fuerte, aspectos que, en conjunto, proporcionan una mayor seguridad para las inversiones. América Latina ha recibido la mayor parte de las inversiones españolas en el exterior, aunque también se han realizado cuantiosas inversiones en otros países: en diciembre Sacyr Vallehermoso llegó a un acuerdo con Somague, la mayor empresa de construcción lusa, y, ¿cuánta gente sabe que el agua que se bebe en Cambridge, sede de la prestigiosa universidad británica, es propiedad de Unión FENOSA? El sector de la construcción es otro buen ejemplo de cómo las compañías españolas han crecido gracias a las fusiones, lo que les ha permitido invertir y competir en el extranjero. El número de empresas de la construcción españolas ha pasado en los últimos 20 años de más de veinte a tan sólo seis grandes grupos actualmente. Y las fusiones no han sido el único instrumento para crecer: British Airways e Iberia han llegado hace poco a un acuerdo para forjar una de las alianzas más fuertes entre dos compañías líderes en Europa sin necesidad de recurrir a una fusión completa. Algo parecido ha sucedido en el sector bancario. España cuenta con dos grandes bancos, Santander y BBVA, que son el resultado de diversas fusiones, y dos grandes cajas de ahorros, La Caixa y Caja Madrid. En conjunto, esas cuatro instituciones financieras dominan más de la mitad del sector bancario. Gracias a la supervisión constante del Banco de España, el sector bancario español es hoy muy fuerte (un elemento vital para cualquier 8 economía con éxito) y el único riesgo que se atisba en el horizonte es la posible, aunque improbable, explosión de la burbuja inmobiliaria en España (el precio de la vivienda ha subido más que en cualquier otro país de la zona euro) que contribuiría a aumentar el número de créditos morosos. Reducción de las inversiones en España La inversión directa de España en el extranjero ha crecido considerablemente, pero la inversión extranjera directa en España se ha reducido (ver Cuadro 5). Si bien es cierto que una causa de la disminución de las inversiones extranjeras en España es que el país ha perdido progresivamente parte de su competitividad, el motivo fundamental es que el nivel de inversiones es ya muy elevado y el mercado no ofrece ya demasiadas oportunidades a las empresas extranjeras. Entre los países cuya población supera los 20 millones de habitantes, España ocupaba en 2003 el noveno puesto del ranking de los 30 países más competitivos del mundo, según un informe elaborado por IMD (ver Cuadro 6). En 1999, España ocupaba la séptima posición. Cuadro 5 Inversión española directa: entradas y salidas 1991-2002 (Miles de millones de $) Entradas Salidas 1991-96* 9,5 3,9 1997 7,7 12,6 1998 11,9 18,9 1999 15,7 42,0 2000 37,5 54,6 2001 28,0 33,0 2002 21,2 18,4 (*) Media anual. Fuente: World Investment Report 2003 (UNCTAD). Cuadro 6 Ranking de competitividad en el ámbito mundial (sobre 30 países) Alemania España EE UU Francia Italia 2003 5 9 1 8 17 1999 4 7 1 8 13 Fuente: IMD World Competitiveness Yearbook 2003. Del mismo modo en que España resultaba enormemente atractiva en los años ochenta y noventa por el tamaño de su mercado relativamente poco desarrollado y por la liberalización de su economía, es comprensible que en la actualidad las empresas extranjeras que desean invertir en Europa 9 pongan sus ojos en los nuevos miembros de la UE y no en España. Los economistas demuestran su ingenuidad si creen que la inversión extranjera en España podrá seguir desempeñando siempre un papel esencial en el crecimiento del país o, al menos, con la misma intensidad que en el pasado. El grueso de las inversiones actuales no se dirige a explotar nuevos sectores sino a efectuar adquisiciones y fusiones (como es el caso, por ejemplo, de la compra del Banco Zaragozano en 2003 por parte de Barclays). Sin embargo, aún hoy se siguen llevando a cabo nuevas e importantes inversiones en el país. Ejemplo de ello es la construcción por parte del grupo eléctrico estadounidense AES Corporation de una central eléctrica de ciclo combinado con una potencia de 1.200 megavatios, iniciada el pasado mes de diciembre en el Valle de Escombreras, en Cartagena. La central eléctrica, en la que AES invertirá 816 millones de euros, entrará en funcionamiento en la primera mitad de 2006. Algunos puntos débiles Hasta aquí, todo perfecto. No obstante, hay diversos aspectos que frenan el avance del país: la mala calidad de su sistema educativo, el escaso nivel de inversión en I+D y la ausencia de una imagen de los productos españoles. Todavía hoy es frecuente, como dice el informe Proyecto Marca España publicado por el Real Instituto Elcano en diciembre, que se asocie a España con atraso, baja calidad o falta de estilo. Esa situación, por ejemplo, impide un mayor éxito de España a la hora de exportar sus productos. El país ha dado pasos de gigante como exportador (actualmente vende desde dónuts hasta sistemas de control del tráfico aéreo muy sofisticados), pero en términos de exportaciones per capita, el volumen sigue siendo modesto (ver Cuadro 7). Cuadro 7 Exportaciones por persona ($) Alemania España EE UU Francia Italia 6.951 2.658 2.561 5.457 4.155 Fuente: Banco Mundial, cifras de exportaciones y población para 2001. La imagen actual de España en el extranjero no se corresponde con la realidad y, puesto que la realidad española es mejor que su imagen, hay margen para el optimismo y para la mejora. Excepto en el caso de Airbus Industrie, empresa participada por España junto con Francia, Alemania y el Reino Unido, ni una sola compañía española aparece en el ranking de 2003 10 de las 50 empresas más respetadas del mundo que publica el diario Financial Times. Los avances de España a la hora de modernizar su economía no han ido parejos a un aumento de la inversión en I+D. La inversión ha alcanzado por fin el 1% del PIB, pero sigue siendo tan sólo la mitad de la media de los quince (ver Cuadro 7). Resulta chocante que el último español en ganar un premio Nóbel de las ciencias fuera Severo Ochoa en 1959, y Ochoa, como muchos otros científicos de talento españoles en la actualidad, pasó sus años de formación trabajando en el extranjero. De hecho, Ochoa obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1956. Cuadro 7 Inversión en I+D (% del PIB) España EE UU Finlandia Francia Reino Unido 2002 1,0 2,8 3,5 2,2 1,8 Fuente: Eurostat. En general, el país se encuentra a la zaga en todos los aspectos que tienen que ver con la sociedad de la información. En 2003, España ocupaba el puesto 29º en el índice de desarrollo digital que cada año publica el Foro Económico Mundial, frente al 25º de 2002. Los datos llaman la atención porque, desde 2001, el Gobierno español ha puesto en marcha dos planes para el desarrollo de la sociedad de la información (Info XXI y España.es). La calidad del sistema educativo español deja también mucho que desear. Los indicadores de calidad educativa del país se encuentran a la cola de los de los 30 países de la OCDE y el porcentaje de fracaso escolar en la educación secundaria y en la universidad es muy elevado. En el último informe internacional sobre educación, España tenía la tasa más baja de asistencia a las escuelas de todos los países de la OCDE (durante las dos semanas que duró el estudio, un promedio del 34% de los alumnos faltó a clase, hizo novillos o llegó tarde). En las universidades españolas, el 23% de los estudiantes no llega a concluir sus estudios, en comparación con el 12% de Turquía o con la increíble cifra del 58% de Italia. En España es posible volver a hacer un examen hasta siete veces, lo que a duras penas constituye un incentivo para que los estudiantes se tomen su educación con más seriedad. En el Reino Unido, por ejemplo, un examen sólo se puede realizar en dos ocasiones. No es de extrañar, por tanto, que la mayor parte de los españoles tarden tanto tiempo en conseguir sus títulos universitarios. 11 No obstante, se puede afirmar que, en resumen, España ha hecho sus deberes, pero no debe dormirse en los laureles. (*) William Chislett, antiguo corresponsal de The Times de Londres en España (197578) y de Financial Times en México (1978-84), es el autor de dos libros sobre España publicados por el Real Instituto Elcano en 2002 y 2003 (los libros están disponibles en formato PDF en www.realinstitutoelcano.org). 12