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ÒSCAR CUSÓ
16 SEP 2016 - 10:59 CEST
Un oso pardo tras despertar de la hibernación. AGE FOTOSTOCK / QUALITY
Los osos son animales terriblemente entrañables. Quizá sea su corpulencia y su
carácter somnoliento lo que nos parece tan achuchable. Pero en cualquier caso,
mejor abrazar un peluche y dejar al oso que duerma tranquilo. El pardo y el
negro, en los gélidos inviernos de las regiones más norteñas, se cobijan en cuevas
donde tienen un largo sueño: la hibernación. En la época medieval, muchos
eruditos especularon sobre lo que pasaba en este peculiar letargo. Sin poder
acceder a la guarida, observaron como las osas entran solas y salen meses
después con una camada. En el S.VII, el eclesiástico Isidoro de Sevilla escribió
en sus Etimologías “los oseznos nacen como una masa amorfa de carne; la madre
lamiéndoles, les da forma”. Hoy en día con sofisticados equipos de grabación ya
podemos espiar a los osos durante la hibernación y desentrañar sus misterios.
Gracias al uso de cámaras infrarrojas, electrocardiogramas implantados
quirúrgicamente, y transmisores de radio, Brian Barnes, director del Instituto de
Biología Ártica de la Universidad de Alaska Fairbanks, pudo estudiar el oso
negro americano. En resumen, lo más increíble de la hibernación, es que “pueden
sobrevivir al invierno con solo oxígeno” apunta Barnes. Antes, en los meses
otoñales, deben acumular alimentos ricos en grasas. Las reservas permiten
mantener las constantes vitales cuando hibernan, como por ejemplo, la
temperatura corporal. Al contrario que los pequeños roedores, solo desciende
unos pocos grados. Por este motivo, hasta hace poco no fueron considerados
verdaderos hibernantes. Según la investigación de Barnes, el metabolismo y el
consumo de oxígeno del oso negro se reduce un 75 %. Alteraciones dignas de la
hibernación más auténtica.
Según la investigación de Barnes, el metabolismo y el
consumo de oxígeno del oso negro se reduce un 75%
En humanos, si el corazón palpita por debajo de las 40 pulsaciones por minuto, la
situación puede volverse crítica. Para los osos este ritmo cardíaco es normal. Y
aún más, durante la hibernación puede bajar hasta 5 ppm. Como consecuencia, el
flujo de sangre y la cantidad de oxígeno que llega a los órganos vitales también
disminuye. Para prevenirlo, se cree que los osos tienen una endorfina que
aminora el metabolismo celular. La necesidad y la demanda se acompasan. De
hecho, su plasma se ha usado en los laboratorios para la conservación de órganos
de animales. A falta de oxígeno in vitro, el plasma de oso acorta su necesidad. Al
mismo tiempo, la supuesta endorfina detona la hibernación. En la sangre del oso
durmiente yace el secreto para un descanso largo y tendido.
Bajo el ritmo parsimonioso, la sangre se estanca en las cámaras del corazón. El
estancamiento podría provocar una dilatación de las paredes y, en última
instancia, un fallo cardíaco. Pero el músculo del ventrículo izquierdo del oso se
vuelve rígido para evitarlo. En consecuencia, el atrio empuja la sangre contra un
“muro de piedra”, contra una mayor resistencia. Lo supera con una contracción
más débil pero más rápida, mediada por un cambio en el ratio de las proteínas del
miocardio. Cuando se despierta, la situación se revierte. El corazón de los osos es
un músculo versátil, adaptado tanto a actividades enérgicas como a las largas
siestas.
Se cree que los osos tienen una endorfina que aminora el
metabolismo celular
Dormir sin ir al baño durante meses es imposible, pero no para los osos. Tienen
microbios en su intestino que convierten la urea en otra forma nitrogenada
utilizada en la construcción de aminoácidos. Algo así como convertir la orina en
proteínas. Conocer el funcionamiento de este reciclaje, podría ayudar a pacientes
con deficiencias renales e incluso a personas que no tiene acceso a comida rica
en proteínas. Estudios recientes señalan que asimismo la degradación de
proteínas musculares desciende de forma considerable cuando el oso hiberna.
Aunque la actividad del plantígrado es mínima, la musculatura apenas se debilita.
Por eso, la NASA está interesada en su hibernación. En el espacio, a causa de
una gravedad inferior, los músculos de los astronautas se ejercitan menos y
pueden atrofiarse. Los huesos de los osos tampoco padecen fracturas por culpa de
la inactividad. Su formación es estimulada por una poderosa hormona secretada
en las glándulas paratiroides. Una versión sintética llamada Forteo ya se utiliza
para tratar la osteoporosis en humanos, aunque no es tan efectiva como su
análoga natural. Las imitaciones siempre serán imitaciones.
Los huesos de los osos son estimulados por una hormona
secretada en las glándulas paratiroides. La versión
sintética, se utiliza para tratar la osteoporosis en humanos
Además de sobrepasar la hibernación, las hembras paren durante el invierno.
Aunque los oseznos nacen sin pelo y ciegos, sí que tienen forma. La madre no
los moldea a lengüetazos, pero les da calor y leche. Conservar la temperatura de
los recién nacidos y su lactancia suma un gran gasto energético a la propia
supervivencia. Traer nuevas vidas al mundo en plena huelga de hambre parece
inverosímil, pero gracias a las reservas y a su metabolismo sacan adelante una
nueva familia. ¡La hazaña de las osas es simplemente asombrosa!
Òscar Cusó (@oscarcuso) es biólogo, director y guionista de documentales de
naturaleza, ciencia e historia. Ha trabajado en diferentes series y largometrajes
para cadenas como la BBC, National Geographic o TVE.