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¿Una política industrial para el turismo?: una oportunidad para hacer
sostenible la economía española
Daniel Albarracín Sánchez
Entradilla: En el caso español, el protagonismo y peso del sector turístico es indudable
y merece una atención especial. Al constituir una superpotencia mundial en esta
materia, y por el peso que comporta en nuestra economía, más del 11% del PIB en
2012, le sitúa como posible punta de lanza en nuestro país, con capacidad de ser
motor de cambio, comenzando por determinados destinos turísticos y extendiéndose
a otros sectores que pueden darle abastecimiento, favoreciendo un posible efecto
arrastre al resto de la economía.
1. La política industrial y la cadena de valor.
El funcionamiento del libre mercado sigue la rentabilidad y la regla de la competencia
como factores centrales de toma de decisiones de inversión, donde los actores
privados son los únicos protagonistas. La política industrial puede llegar a forma parte
de una concepción alternativa. La política industrial, mediante el protagonismo del
sector público, estableciendo medidas que influyen en la dinámica tanto del sector
público empresarial, de las políticas fiscales, de inversión y de gasto, de concertación e
intermediación, como en la regulación y estimulación del sector privado puede
reorientar la oferta de un sector para que se incluyan criterios diferentes al lucro en la
toma de decisiones económica. De este modo, pueden perseguirse objetivos tales
como la eficiencia sectorial –que a veces la competencia impide1-, la autonomía
productiva o el desarrollo autocentrado, la minimización de costes sociales o
medioambientales, el cambio de modelo productivo en términos tecnoenergéticos, el
impulso a la cooperación, la complementariedad productiva y la redistribución social y
territorial, o la creación de empleo estable y cualificado. En suma, objetivos
socialmente deseables. Esto no impide, como suele ser desgraciadamente más
frecuente, que el Estado actúe como mero suministrador de ayudas o regulaciones en
provecho de grandes compañías privadas, a veces ligadas a organizaciones patronales
y grupos de presión, en particular, con un efecto más bien potenciador de la lógica
oligopolística, o bien, sencillamente a beneficio particular en términos de favor
clientelar. En la práctica no hay disputa entre mercado y Estado, sino determinado
trato de favor y rescate de las administraciones públicas a determinado grupo de
empresas. Es fácil convenir que esto último no puede definirse como política industrial.
1
En la economía de mercado hay varias fuentes de ineficiencia que pocas veces se mencionan. En primer
lugar, la oferta, conformada por un conjunto amplio de empresas, producen, y después, comprueban si su
oferta casa o no con la demanda, dilapidando existencias por su falta de previsión. La demanda a veces
expresa, si es solvente, una serie de cosas, pero finalmente debe quedarse con lo que se ofrece, de tal
punto que genera insatisfacción. En la competencia, no sólo hay estímulo por mejorar, también hay
rivalidad y obstáculos interpuestos para que el adversario no se quede con la clientela. Por otro lado, se
rehuye la cooperación, en muchas ocasiones, debido a esta pugna inagotable. A nivel empresarial se
escogen combinaciones financieras, técnicas, de organización del trabajo y empleo de personal guiados
por costes crematísticos, ciegos a consideraciones de eficiencia energética y mínimo coste social y
ambiental. La ineficiencia es una característica propia del capitalismo.
1
Desde este punto de vista, superar el cliché neoliberal “la mejor política industrial es la
que no existe”, que en su día señaló Carlos Solchaga, comienza por reconocer su
importancia. Para eso es preciso darle contenido, que no se limite a dar sin más
subvenciones genéricas o susceptibles de serlo. No basta con reclamar más política de
impulso de la demanda efectiva, hay que establecer objetivos y delimitar actuaciones
concretas, evitando diseños de subvenciones que acaban engrosando los excedente de
actividades que de igual manera se iban a realizar. En efecto, no basta con reclamar
más inversión o innovación, sino que hay que definir criterios y orientación para que se
atienda el interés general y sectorial en cada caso. Es preciso indicar qué inversión se
necesita y cómo se puede llevar a efecto, identificando iniciativas institucionales,
dotando de instrumentos de política sectorial, y contar con los diferentes actores que
participan en la actividad socioeconómica.
Ni que decir tiene que una política industrial integral e integrada debiera conformar un
conjunto de iniciativas coherentes que abarcasen tanto los objetivos a promover en la
estructura interna sectorial, así como medidas que coadyuven a la articulación,
complementariedad y equilibrio de todos los sectores que conforman nuestra
economía y su cadena de valor. La política industrial no es equivalente a una
planificación indicativa, pues ni agota toda su amplitud y porque convive con el sector
privado, pero sí debe plantearse constituirse como referencia y como un motor de la
economía y no tiene por qué oponerse a una arquitectura global que dé a la economía
una línea de proyecto común.
En el caso español, el protagonismo y peso del sector turístico es indudable y merece
una atención especial. Al constituir una superpotencia mundial en esta materia, y por
el peso que comporta en nuestra economía, más del 11% del PIB en 2012, le sitúa
como posible punta de lanza en nuestro país, con capacidad de ser motor de cambio,
comenzando por determinados destinos turísticos y extendiéndose a otros sectores
que pueden darle abastecimiento, favoreciendo un posible efecto arrastre al resto de
la economía.
Sin duda alguna, esto implica que algunas tendencias se reviertan, pues se está
produciendo una paradoja. Mientras afluye capital internacional que toma posiciones
en cadenas hoteleras españolas, como NH, algunas transnacionales españolas orientan
sus inversiones hacia Europa y América2, dejando de lado su desarrollo en nuestro
país. Definir los destinos de los recursos parece importante.
2. Actividades de servicios, turismo e industria sostenible.
Es preciso tomar en cuenta que la singularidad de nuestra formación socioeconómica
en el concierto internacional. Es importante partir de ella, sin perder la perspectiva de
que un desarrollo autocentrado y equilibrado no puede apoyarse en ningún
monocultivo. Pero sí puede concebirse que si tenemos algunas potencialidades, como
punto de partida, pueden desarrollarse estrategias a partir de ellas que mejoren el
2
Debemos referirnos a los informes que el Gabinete Federal de Estudios de FECOHT-CCOO ha venido
realizado sobre la presencia de cadenas hoteleras españolas en América Latina y en África, realizados en
2011, y que tuvieron repercusión internacional.
2
conjunto, e inclusive otras áreas. A este respecto, podemos señalar que la economía
española puede cobrar impulso sobre pilares diferentes, dadas sus condiciones de
partida, tales y como podrían ser:
 el diseño de una política turística capaz de movilizar a toda la cadena de valor
de cada destino turístico para ponerlas a su servicio;
 el impulso a un modelo medioambiental sostenible que apueste por las
energías renovables de origen solar, extensible al conjunto de la industria;
 o el desarrollo de una política sanitaria, educativa y de atención a las personas,
como actividades punteras que mejoren las bases de cualificación y de vida
humanas de nuestro entorno.
En lo que sigue suscitamos algunas líneas de propuesta limitadas al sector turístico, no
porque estimemos que sea una apuesta excluyente de impulso, sino más bien porque
puede configurarse como uno de los vehículos para una transformación sostenible en
el sistema industrial español y de dinamización de la economía y el empleo. Debe
recordarse que la mayor parte de competencias en materia turística es de las CCAA lo
que implica un desafío añadido de concertación y cooperación institucional, y de
iniciativas proactivas también de la propia Administración central que, por el
momento, brillan por su ausencia o reiteran viejos problemas.
Tengamos presente que el alcance y el modelo de nuestra sociedad de servicios
depende de las bases y el carácter de sus infraestructuras y de su industria. Una
industria innovadora conduce a un sector de servicios más avanzado y cualificado. Una
industria subalterna sólo da pie a un sector de servicios de menor valor añadido. Y
viceversa. La predominancia de actividades de ingeniería y diseño industrial, de ciencia
y tecnología (actividad concentrada en Centroeuropa), etcétera, tienen un carácter
bien disímil al de servicios sanitarios, educativos, o, por otro lado, comerciales, ocio o
de atención personal, y su carácter se sustenta en la fuerza de la industria del país, y el
futuro de la industria del país, a su vez, de la composición interna del sector de
servicios. Nuestra industria está lastrada por su auxiliariedad de la industria
centroeuropea, al especializarnos subalternamente en la producción de componentes
y accesorios no centrales, y al no disponer de iniciativa y ventaja salvo en pocos
sectores (eólica, es de los pocos, y el gobierno actual, la desprecia).
Al igual que la instalación de un parque de atracciones (que es un servicio de
entretenimiento) promueve una industria determinada (produciendo instalaciones y
equipamientos diversos), algunas actividades de servicio, como es el turismo, puede
llegar a promover un determinado perfil industrial de nuestra economía, si se ponen
los medios. El turismo no sólo comporta formar profesionales, sino también adecuar
instalaciones, rehabilitar edificios, cuidar el entorno natural y paisajístico, desarrollar
una oferta complementaria. Se puede aprovechar la vitalidad de este sector para
impulsar experiencias pioneras de revinculación industrial al desarrollo turístico, y de
innovación energética, basada en renovables, con todas esas actividades, para abrir
brecha hacia un cambio de modelo productivo y tecnoenergético extensible a mayor
escala, que no tiene porque impedir una mayor diversificación e impulso más adelante.
3
La dependencia y condición auxiliar de nuestra industria delimitan el potencial de
nuestras actividades de servicios. La situación de crisis económica y de políticas de
ajuste (salarial, de servicios públicos, de políticas sociales, etc…) apoca el despliegue de
determinadas actividades de servicios (comercio y servicios de comidas y bebidas,
principalmente)3 dependiente de la capacidad de consumo. La falta de una apuesta por
proyectos locomotora, como el turismo, las energías renovables y los servicios a las
personas, y la ausencia de una apuesta en la innovación y el desarrollo, hipotecan el
futuro de nuestra economía.
El sector turístico es, prácticamente, la excepción, en el marco de esta crisis, algunos
segmentos están resistiendo razonablemente a la crisis. La afluencia de turistas
reciente ha alcanzado niveles record este mismo año 2013. Esto no impide que el nivel
de ingresos se estanque debido a la caída de precios. También el nivel y calidad del
empleo no deja de empeorar, fruto de la gestión empresarial que aplica la reforma
laboral con el objeto de degradar salarios y aumentar la productividad por hora.
Las razones de este éxito no es tanto que haya un mercado sin saturar y con amplio
recorrido, sino la afluencia de turismo internacional centro europeo y de fuera de la UE
(Rusia, por ejemplo), en medio de conflictos graves en países del norte de África y
Oriente próximo. El turismo interior sigue desplomándose, fruto del contexto recesivo
y de las políticas de austeridad.
En medio de las dificultades, la industria turística podría recibir mayor foco de atención
tanto por lo que puede comportar de locomotora económica y del empleo, como por
la oportunidad que representa impulsar políticas de desarrollo sostenible e impulso de
una industria que asuma el desafío de abordar un cambio de modelo productivo,
energético y de transporte a partir de la punta de lanza del turismo. Para eso, hay que
cambiar de rumbo: no proseguir medidas que profundizan la estacionalidad, y apostar
por la diversificación, la sostenibilidad y la articulación del turismo con su entorno
económico.
Una política industrial referida a las actividades de servicio en la industria turística,
podría plantear una revisión de las bases económicas industriales del país, si hubiese
voluntad política para ello. Una política de desarrollo autocentrado y sostenible
plantea el reto de religar nuestra industria con el turismo, y tener una visión sectorial y
territorial organizada.
3. La política del gobierno.
El sector turístico es una de las escasas ramas de nuestra economía que resiste con
menos daños los embates de la crisis, y que, con una política adecuada, puede seguir
un recorrido positivo próximamente. Sin embargo, esta potencial punta de lanza se
está desaprovechando y se está reiterando errores del pasado.
3
Para profundizar en este punto seguir el Informe sobre la hostelería, comercio y juego del Gabinete
Federal de Estudios de FECOHT de Junio de 2013:
http://www.fecoht.ccoo.es/comunes/recursos/26/1685459Informe_socioeconomico_Comercio_y_Hosteleria_2013.pdf
4
Ni que decir tiene que el actual gobierno es hostil a cualquier línea de política
industrial. Los drásticos recortes aplicados a Turespaña, que hasta la fecha acometía
poco más que actividades de promoción; su cambio de naturaleza, pues en su gestión
ha entrado la iniciativa privada que, por el contrario, haber contribuido con recursos
significativos; o la degradación de la red de Paradores y su quizá su próxima
privatización, son buena prueba de lo diametralmente opuestos que están a una línea
de este tipo.
La política del gobierno, frente a cualquier mejor iniciativa, reproduce la devastación
del litoral, como es a lo que puede conducir la Ley de Costas prosiguiendo un nuevo
boom constructor cerca de nuestras playas. Se persigue captar turistas senior
internacionales que buscan alojamiento vacacional, y para gran parte del año
residencial, para su jubilación en destinos con climas benignos, paisajes atractivos e
importantes infraestructuras de servicios y de ocio, incluyendo además facilidades de
nacionalización.
A nivel de CCAA la casuística es muy diversa, pero parece importante señalar que en
Andalucía se ha abierto un conjunto de iniciativas de Gobierno Abierto que
representan un contrapunto. Si bien no tenemos espacio para dar detalle aquí.
4. Una alternativa.
Frente a las tentaciones de reproducir un patrón de crecimiento que amplíe viejas
burbujas inmobiliarias es preciso apostar por otra línea que preste atención al respeto
del medioambiente, por políticas que mejoren los estándares de atención profesional
al turismo, más intensivas en la creación de empleo, y que este lo sea de calidad y
cualificado.
La clave para una política turística de futuro es pensar en términos territoriales. Esto
comporta poner en común las complementariedades de la oferta de los destinos,
integrando medidas a la escala regional o local para dotar de servicios comunes de
soporte a localidades con un carácter económico parejo, complementario y próximo.
Asimismo, hay que establecer pautas que enlacen la política industrial a escala regional
(industria alimentaria local, cambios de modelo energético industrial basado en
renovables eficientes en cada territorio, transporte, etc…), las infraestructuras locales
(construcción y rehabilitación sostenible, mantenimiento y protección de entornos
naturales, desarrollo de un transporte de proximidad, etc…), la mejora de servicios
complementarios (hostelería, ocio, comercio de proximidad, etc…), y de servicios
básicos generales en los destinos turísticos que compensen las diferencias entre
población de hecho y de derecho y los fuertes desequilibrios que ocasionan fruto de la
estacionalidad.
Los ejes de actuación para acabar con la saturación y excesiva estacionalización del
sector turístico pasan por establecer medidas de:
5







Diversificación4 de la oferta turística. Hay un monocultivo del sol y playa que
debe contenerse y orientarse, debido al límite físico y ambiental ya
desbordado. Ha de complementarse y sustituirse con otros formatos como,
entre otros, el cultural, rural, de interior y urbano (que, por ejemplo, podría
atraer a turistas de mercados emergentes que no buscan tanto el sol y playa,
como el chino). Asimismo, es preciso buscar fórmulas de cooperación entre
formatos y de asociacionismo empresarial en base a su localización y
estacionalidad (para que las plantillas profesionales pudieran, aún cuando eso
represente cierta movilidad laboral, disponer de empleo e ingresos suficientes
a lo largo de todo el año) para construir dinámicas de complementación.
Desestacionalización y gestión de la estacionalidad. Es preciso desarrollar
iniciativas que atraigan población turística en épocas de temporada baja, en
alusión a población inactiva laboralmente (pensionistas, viajes educativos para
jóvenes, etc…), y que los programas destinados a este efecto (Imserso) no sigan
cayendo en desuso. Complementariamente, cuando no sea posible
desestacionalizar ni realizar políticas de movilidad laboral, el objetivo de
estabilidad del empleo exigiría hacer predominante el empleo fijo-discontinuo
–poniendo cortafuegos para que el empleo a lo largo del año no se convierta en
éste, sino para convertir el temporal en fijo-discontinuo- frente al abuso del
empleo temporal. De igual modo, la conversión abusiva y creciente del empleo
a tiempo completo por parcial como nuevo laboratorio de extensión de la
precariedad, los bajos salarios y la apropiación de productividad por parte de
las empresas, y que golpea fuertemente sobre todo entre las mujeres, entraña
otro reto que implica una línea de confrontación y revisión de las últimas
reformas laborales.
Promover conciertos de asociacionismo y cooperación interempresarial para
hacer posible una estrategia de colaboración entre destinos complementarios,
o para impulsar y hacer uso de servicios comunes a escala local.
Poner en el centro la recuperación de los entornos medioambientales para
acabar con la destrucción y la saturación de los territorios turísticos,
estableciendo a su vez reglas de sostenibilidad en la actividad turística,
compatibles con realzar el atractivo de los paisajes y entornos turísticos.
Impulsar una formación para el empleo que dote a las plantillas de
profesionales de la cualificación más elevada, con contenidos idiomáticos, de
dinamización y orientación turística, así como hacer posible una polivalencia de
estos para poder abarcar labores diversas dentro del sector turístico o fuera en
los periodos de temporada baja.
Establecer conciertos de asistencia al alojamiento en casos de movilidad
laboral para profesionales que oscilan entre ámbitos turísticos diversos según
cada temporada.
Impulso al transporte colectivo sostenible de proximidad (tranvías, autobuses,
alquiler de bicicleta, taxis colectivos eléctricos, etc…) en los destinos turísticos
(promocionando las experiencias de rutas locales), y potenciación del tren y
4
Ver al final de este documento un anexo sobre modalidades turísticas y estrategias de promoción
posibles.
6
barco como transporte sostenible de larga distancia (que conciba también el
viaje como parte de la experiencia turística).
En otro orden de cosas, precisamente en un contexto en el que el gobierno abandona
una política industrial activa (recortes drásticos y semiprivatización en la gestión de
Turespaña, desregulación del ordenamiento turístico en muchas CCAA, etc…), es
preciso darle la vuelta a esta orientación. El sector público debe adoptar mayor
protagonismo en materias, más allá de la promoción turística, tales como:






Desarrollar iniciativas para desbloquear el monopolio de los tourperadores
(fundamentalmente un duopolio de alemanes y británicos), tratando de
impulsar una agencia de intermediación mayorista estatal ligada a nuestra
industria turística, nuestras agencias de viajes y nuestra industria hotelera, que
trabaje desde el origen de la emisión de turistas hasta en portales web,
facilitando a poner en contacto al turista con el proveedor final. Sus dos líneas
de trabajo sería operar para promover el turismo interior y el turismo
procedente de países emergentes, aparte de sostener el turismo que viene de
Europa.
Plantear un reordenamiento de los entornos urbanos turísticos, tratando de
reconvertir la inmensa oferta de residencias vacacionales, o segundas
residencias, para que una parte pueda reformarse y explotarse por
profesionales, con conciertos de colaboración entre propietarios y gestores de
alojamiento, abrigados por instituciones públicas. Esto incluiría que se
rehabilitasen segundas viviendas y viviendas vacacionales, frente a la tentación
de construir más; poner de común acuerdo para que se transaccione con
entidades profesionales hoteleras la gestión y oferta profesional de estas
viviendas, a cambio, por ejemplo, del disfrute de alojamientos vacacionales en
diferentes puntos a lo largo del año, u otras fórmulas de compensación
económica.
Regular la oferta complementaria en destinos turísticos para que aumenten
los estándares de su calidad, su estructuración de precios, así como impulsar
mecanismos de asociacionismo de cara a abaratar costes y mejora en la
logística de servicios.
Establecer parámetros de regulación de los destinos turísticos en clave de
sostenibilidad medioambiental, diversificación y mejora de la calidad de la
oferta, así como de potenciación de la cualificación y condiciones laborales de
los profesionales del sector.
Desarrollar una oferta turística pública de calidad, con el punto de partida de
Paradores de Turismo, que revalorice territorios poco aprovechados y que
necesitan un desarrollo socioeconómico local.
Comprometer y estimular a parte de la industria, el sector agroalimentario, el
transporte y la construcción española para reorientar recursos en torno al
turismo, aportando recursos condicionados a cambios en su modelo
tecnoenergético (potenciando las renovables), fomentando los productos
cercanos al turismo, el trasporte sostenible de proximidad y la rehabilitación
integral urbanística y de edificios, comenzando por el turismo interior, urbano,
cultural y de interior.
7
Anexos
Formatos de Turismo, Público objetivo, y Políticas de
Periodos o
Modalidad turística
Público objetivo
modalidad
temporal
Masivo
Todos los públicos:
estival,
fines
de
semana y semana
santa
Sol y Playa
Población
mayor:
todo el año excepto
invierno
Todos los públicos
Fines de semana
Población
mayor:
todo el año.
Población juvenil
Verano,
Santa,
Blanca,
semana
Turismo urbano de
interior
Turismo rural y
ecológico
Turismo de aventura.
Turismo deportivo
Turismo de
entretenimiento.
Parques temáticos
Población
específica
Población infantil
Familias
juvenil
Población mayor
Población discapacitada o
enferma
Población
alto
poder
adquisitivo
Semana
Semana
Fines
de
Estacional
Estacional: Fines de
semana, vacaciones
de verano, semana
santa, navidades
Todo el año
promoción
Política de adecuación y
promoción
Ampliación de servicios –a
disfrutar
por
población
localPromoción visitas de fines
de semana y promoción
vacaciones distribuidas a lo
largo del año.
Ofertas a públicos en edad
no laboral para temporadas
baja.
Facilidades de transporte
Guias de turismo urbano
Vínculo con ocio urbano y
visitas culturales
Identificación
puntos
geográficos de oferta
Ligazón
transportealojamiento-servicios
en
destino
Preparación equipos guía
Ligar la oferta a paquetes
turísticos
sinérgicos
(turismo de salud, cultural,
etcétera…)
Políticas de fidelización
Promoción en residencias
de ancianos, centros de
tercera edad, asociaciones
de
personas
con
discapacidad, etcétera…
Servicios especiales de fin
de semana para clases
medias-altas.
Turismo de salud
Promoción a lo largo de
todo el año.
Turismo cultural
Todos los públicos
Población infantil y juvenil
Población mayor
Todo el año
Turismo de reuniones y Empresas e Instituciones
Todo el año
eventos (congresos,
convenciones e
incentivos)
Fuente: Gabinete de Estudios Fecoht-CCOO
Climatización y cierre de
instalaciones
clave
para
desestacionalizar
Política
institucional
educativa. Ligar a otras
modalidades
turísticas
sinérgicas
Política promocional con
empresas e instituciones en
temporada baja
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