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Cuenta atrás para Copenhague Un acuerdo justo contra el cambio climático Un informe de InspirAction Abril de 2009 Página 1 de 11 INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 3 EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA POBREZA ......................................................... 4 UNA REALIDAD INCÓMODA .............................................................................. 5 ¿CÓMO EVITAR UNA CATÁSTROFE CLIMÁTICA? ......................................... 6 LAS NEGOCIACIONES CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO ............................. 7 LOS DERECHOS DE DESARROLLO INVERNADERO ...................................... 8 MANIFIESTO PARA COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO .............................. 9 ¿QUÉ PODEMOS HACER? ............................................................................... 11 ¿QUÉ ES INSPIRACTION? ............................................................................... 11 Página 2 de 11 Introducción En un mundo de pobreza y desigualdad, el clima está cambiando. El calentamiento global provoca el deshielo de los casquetes polares y los glaciares, aumenta el nivel del mar y se producen inundaciones, los fenómenos meteorológicos más brutales se suceden con más frecuencia… Tenemos una crisis climática que amenaza la supervivencia de nuestro planeta tal y como lo conocemos. Y que ya afecta a millones de personas, sobre todo en los países pobres. No tenemos más remedio que afrontar urgentemente esta crisis del clima. Y esto debemos hacerlo en un mundo en el que más de un tercio de la población sufre hambre, sed y falta de asistencia sanitaria y de educación. Ser pobre te hace más vulnerable al clima. En InspirAction trabajamos con las comunidades más desfavorecidas del planeta y hemos comprobado cómo las consecuencias del cambio climático son ya visibles. En algunas regiones, las sequías duran más, lo que acaba con la agricultura y la ganadería. En otras zonas sucede lo contrario: las estaciones de lluvias son más largas e intensas que antes, lo que provoca inundaciones y la erosión de los campos de cultivo. Son ejemplos de las alteraciones que han sufrido en los últimos años los patrones climáticos de vastas áreas del planeta. Las investigaciones científicas sobre el cambio climático confirman lo que las comunidades más pobres del mundo perciben desde hace tiempo. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU ha llegado a la conclusión de que el cambio climático es una realidad y que su causa más probable es la “actividad humana”. Podemos negar el problema hasta que sus consecuencias sean irreversibles; o podemos actuar de la única forma lógica: deteniendo las actividades humanas que modifican el clima de la Tierra. Por desgracia, no es tan fácil. La principal causa del cambio climático es la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono (CO 2) producido por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). Disminuir estas emisiones implica un compromiso internacional sin precedentes, en el que los países ricos y los países en desarrollo deben cooperar, y asumir sus responsabilidades en función de la capacidad de cada cual. Este informe de InspirAction analiza el estado actual de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. Y hace una propuesta sobre cómo abordar este problema en la decisiva conferencia internacional que se celebrará en Copenhague a finales de este año. Puede que sea la última oportunidad para detener el cambio climático: ha llegado la hora de actuar. Página 3 de 11 El cambio climático y la pobreza “Por culpa del agua salada, no podemos ni lavar los alimentos. Si metes cualquiera cosa en esta agua y luego la sacas, se vuelve de color negro. Sólo sobrevivir ya es un reto.” Minu Basar, poblado de Kayabunia, Bangladesh Minu Basar, esposa, madre y activista comunitaria, es una marginada en todos los sentidos. Vive en Bangladesh y es pobre, como la mitad de la población de este país situado al sur de la India. Es una mujer en una sociedad dominada por los hombres, no posee tierras y habita en una región costera propensa a las inundaciones provocadas por los ciclones y el deshielo de los glaciares del Himalaya. Por si fuera poco, Minu afronta un nuevo y grave problema: la subida del nivel del mar provoca que el agua que consume su familia se esté volviendo salada. Además, la erosión de los bancos de arena de la costa que causa este aumento del nivel del mar amenaza con engullir su hogar. Cualquier solución está fuera del alcance de su precaria economía. No es el único desastre natural que ha sufrido Minu. En 2007, el ciclón Sidr arrasó Bangladesh, causó daños por valor de 1.800 millones de euros y afectó a más de ocho millones y medio de personas. Al igual que muchos otros, el poblado donde vive Minu resultó gravemente dañado. La subida del nivel del mar que provoca la contaminación del agua, la erosión de la costa y posiblemente el aumento de la frecuencia de los huracanes en la región de Minu son consecuencias directas del calentamiento global. Para ella y otros millones de personas que viven al límite de la subsistencia, el cambio climático es ya una realidad palpable cada día. La supervivencia de Minu, de su familia, de sus vecinos y de millones de personas afectadas por el calentamiento global en otros países del mundo depende de la reducción de los gases con efecto invernadero. Sin embargo, al igual que los 2.000 millones de pobres del planeta, Minu también tiene derecho a intentar mejorar su vida; y esto implica consumir combustibles fósiles. Para mejorar su vida y la de su familia, Minu necesita acceder a fuentes de energía que le permitan calentarse, cocinar, desplazarse, y hasta trabajar, si tiene la suerte de encontrar un empleo en alguna fábrica. En un país como Bangladesh, las fuentes de energía más asequibles son el petróleo y el carbón, precisamente los combustibles fósiles que provocan más emisiones de dióxido de carbono (CO 2), gas que contribuye a agravar el calentamiento global. Sin embargo, hay que tener en cuenta que un habitante de Bangladesh como Minu emite un promedio de 0,3 toneladas de CO2 al año; mientras que un europeo genera una media de 8,8 toneladas de dióxido de carbono al año; o hasta 20 toneladas en países como Estados Unidos. Página 4 de 11 Es injusto que a personas como Minu y su familia, que emiten 30 veces menos CO2 que los habitantes de los países industrializados, se les exija que contaminen menos. Está claro que nadie tiene derecho a contaminar y que todos los países deben contribuir a evitar la catástrofe climática que se avecina. Pero la energía es necesaria para el desarrollo humano, y mientras los combustibles fósiles sigan siendo el recurso energético más barato y accesible, los países pobres seguirán usándolos y aumentando sus emisiones de CO 2. Éste es el auténtico reto al que nos enfrentamos en la lucha contra el cambio climático. Una realidad incómoda “Ahora que finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al medio ambiente, utilizamos nuestro ingenio para hallar soluciones tecnológicas. Pero la tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el corazón.” Jane Goodall, bióloga especialista en primates Europa fue la cuna de la revolución industrial y logró su progreso gracias al uso de los combustibles fósiles. América del Norte, Australia y, más recientemente, Japón, China, India y otros países han seguido los mismos pasos. El resultado es que el estilo de vida de los países industrializados depende totalmente de las emisiones de CO 2. Pero desde hace años sabemos que el dióxido de carbono, junto a otros gases como el metano, es el principal causante del “efecto invernadero”. Este fenómeno se produce cuando la atmósfera retiene parte de la energía que emite la superficie de la Tierra tras ser calentada por los rayos solares. Ese calor, que antes escapaba al espacio, ahora queda dentro de la atmósfera y produce el llamado “calentamiento global antropocéntrico”: un aumento de la temperatura de la Tierra que no tiene causas naturales, sino que está provocado por la actividad humana. Este calentamiento altera el clima, eleva el nivel del mar y afecta a los animales y las plantas. Preocupados por este problema, los gobiernos de los países industrializados han puesto en marcha algunas medidas para reducir las emisiones de CO2. Recomiendan a los ciudadanos comprar bombillas de bajo consumo; caminar, usar el transporte público o ir en bicicleta en lugar de coger el coche; mejorar al aislamiento de sus hogares, etc. Sin embargo, sólo son pequeños pasos frente a la magnitud de las decisiones a implantar para detener el cambio climático. Si los países que lideraron la industrialización quieren reducir las emisiones de CO 2 para detener el cambio climático, deben cambiar muchas cosas: las fuentes de energía, el transporte, la manera de producir y distribuir los bienes... Es una tarea titánica, aunque posible y deseable. Página 5 de 11 Pero modificar la forma de funcionar de las economías industrializadas es sólo la mitad del trabajo necesario para evitar el cambio climático. Los países más pobres, y más vulnerables a las modificaciones climáticas, también tienen derecho a desarrollarse. Esto no significa que tengan derecho a añadir más CO2 a la atmósfera; pero, como todo el mundo, para lograr una vida más segura, plena y digna, necesitan acceder y utilizar la energía. Tengamos en cuenta que 2.400 millones de personas no dispone de un suministro continuo de combustible para cocinar o calentarse; y que más de 1.600 millones de personas no tiene acceso a la electricidad. Por lo tanto, la auténtica aunque incómoda realidad que está en el centro del debate sobre el cambio climático es que si los países pobres siguen los mismos esquemas de desarrollo que los países industrializados, basados en los combustibles fósiles, todo lo que hagan los países ricos para reducir sus emisiones no servirá de nada. Sencillamente, habremos superado el límite que tiene la atmósfera para “digerir” el CO2 y los otros gases que provocan el cambio climático. ¿Cómo evitar una catástrofe climática? “Si la humanidad quiere conservar un planeta similar al que ha permitido el desarrollo de la civilización, es necesario reducir la actual proporción de CO 2 en la atmósfera” James Hansen, Makiko Sato y Pushker Kharecha, investigadores sobre el cambio climático 2007 fue un año clave para las investigaciones sobre el cambio climático. Diversos estudios aportaron evidencias innegables sobre las consecuencias que este fenómeno ya está provocando en diversas partes del mundo. Tal vez el más significativo sea la investigación publicada en septiembre de 2007 sobre el Océano Ártico, que estima que todo el hielo acumulado en esta parte del planeta podría fundirse en un máximo de 100 años. Según los datos del informe “Clima: Código Rojo”, realizado por grupos ecologistas a partir de datos científicos contrastados, el 16 de septiembre de 2007 la extensión de hielo del Ártico era de 4,13 millones de kilómetros cuadrados, en comparación con los 5,32 millones de kilómetros cuadrados existentes en 2005. Esto supone una reducción del 22% en apenas dos años. El deshielo de los casquetes polares no sólo es atribuible al cambio climático y no representa un peligro inmediato para la humanidad. Sin embargo, si no lo detenemos, las consecuencias serán dramáticas: el hielo refleja la radiación solar y ayuda a regular la temperatura del planeta; si desaparece la masa de hielo de los polos, se acelerará aún más el calentamiento global. Página 6 de 11 Según James Hansen, Director del Centro Goddard de Vuelo Espacial de la NASA, sería necesario mantener los niveles del calentamiento global como máximo 1,7º C por encima de los registros anteriores a la industrialización para detener el cambio climático. Otros estudios, como los que toma como referencia la Unión Europea, amplían este límite a los 2º C. Para conseguirlo, es necesario reducir la concentración de CO2 de la atmósfera de la actual proporción de 385 partes por millón (ppm) a 350 ppm, máximo 375 ppm. No parece mucho, pero es un reto enorme. Para lograr este objetivo, es necesario recortar las emisiones de CO 2 no sólo en los países industrializados, sino también en los países en desarrollo. Esto no significa que los países pobres deban renunciar a su progreso por el bien del planeta, sino que los países industrializados, además de reducir significativamente sus propias emisiones, deben ayudar a los países más pobres a desarrollarse mediante un nuevo modelo que les permita empezar a reducir, o evitar aumentar sus emisiones de carbono, al mismo tiempo que se industrializan. Las negociaciones contra el cambio climático “En esta reunión hemos puesto en marcha un nuevo proceso de negociación, diseñado para combatir el cambio climático, que se completará en 2009” Rachmat Witoelar, Presidente de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU en Bali La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido el organismo pionero en la lucha contra el cambio climático. En 1994 presentó la Convención sobre el Cambio Climático de la ONU (UNFCCC), un acuerdo internacional firmado por 192 países para combatir este fenómeno. En 1997, la mayoría de los países firmantes se comprometieron, en la ciudad japonesa de Kyoto, a reducir en un 5% de media los gases de efecto invernadero entre 2008 y 2012, respecto a los niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor en 2005, después de su ratificación por parte de Rusia. Estados Unidos firmó el acuerdo pero se retiró el 2001. En la fecha actual, la mayoría de los países firmantes está lejos de lograr los objetivos acordados, como se constató en la reunión de seguimiento celebrada en Montreal (Canadá) en 2005. España, que prometió aumentar sus emisiones de CO2 como máximo un 15% anual, triplica estos niveles de emisiones. Para relanzar la lucha contra el calentamiento global, en 2007 se celebró una nueva Conferencia sobre el Cambio Climático organizada por la ONU en Bali (Indonesia). En ese encuentro se decidió poner en marcha una nueva ronda de negociaciones para lograr la implementación completa, efectiva y sostenida de la Convención sobre el Cambio Climático de la ONU. La Página 7 de 11 negociación continuó en la Conferencia sobre el Cambio Climático celebrada en Poznan (Polonia) en 2008 y debe cerrarse en diciembre de 2009 en Copenhague (Dinamarca). A diferencia de lo que suele decirse en los medios, el acuerdo que saldrá de estas conversaciones impulsadas por la ONU no será simplemente un sucesor del fallido Protocolo de Kyoto. El objetivo es asegurar que todos los países asumen realmente sus obligaciones actuales y adoptan nuevos compromisos para alcanzar el principal objetivo de la UNFCCC: detener el cambio climático que está siendo provocado por la actividad humana. Para conseguirlo, es necesario que los países industrializados cumplan sus compromisos y adopten nuevas iniciativas para reducir el cambio climático; y a la vez deben prestar apoyo financiero y tecnológico a los países en desarrollo, para que puedan reducir sus emisiones de CO2 sin detener su industrialización. Este criterio de colaboración proporcional fue adoptado a partir de la conferencia de Bali, dado que algunos países en desarrollo se negaron inicialmente a suscribir compromisos para reducir sus emisiones alegando, no sin razón, que el cambio climático ha sido provocado por los países industrializados. Esta polémica estuvo a punto de bloquear el acuerdo que se pretendía firmar en Bali; pero finalmente la presión de India y otros países en desarrollo logró que se incluyera esta medida prevista en el artículo 4 de la UNFCCC. Todas aquellas personas y organizaciones preocupadas por el futuro del planeta y los derechos de las personas, aunque vivan en países que aún no sufren los efectos del cambio climático, deben ser conscientes de la importancia de las negociaciones que se cerrarán en diciembre de este año en Copenhague. Es necesaria una campaña internacional a favor de la protección del clima y la justicia social, para asegurarnos de que los políticos toman las decisiones acertadas. Los Derechos de Desarrollo Invernadero “A cada país se le exigirá que cumpla diferentes requisitos en función de su contribución histórica al problema del cambio climático, y a su capacidad relativa para asumir la carga del cambio. No hay otra forma de hacerlo.” Al Gore, ex-Vicepresidente de los Estados Unidos InspirAction ha desarrollado, en colaboración con otras organizaciones como EcoEquity, un sistema para medir los progresos en estas conversaciones sobre el clima y el desarrollo. Conocido como “Greenhouse Development Rights” (Derechos de Desarrollo Invernadero, o DDI), este sistema clasifica a los países en función de su responsabilidad en el cambio climático y de su capacidad para adoptar medidas que eviten una catástrofe planetaria. Para ello, hemos Página 8 de 11 cruzado los datos sobre las contribuciones de cada país a las emisiones de CO 2 desde 1990 (responsabilidad) con sus indicadores de riqueza (capacidad). A partir de estos datos, los DDI de InspirAction clasifican a los 192 países firmantes de la Convención sobre el Cambio Climático de la OU en un índice que muestra qué parte del esfuerzo debe realizar cada uno. Se trata de un método de cálculo laborioso, pero las conclusiones son fáciles de entender: los países situados en la parte alta de la tabla DDI (los que más han contribuido al calentamiento global y tienen más riqueza), deben contribuir a la reducción de las emisiones en su territorio y en el resto del planeta. Así permitirán a los países más pobres y que son menos responsables del cambio climático poder dedicar sus mayores recursos a continuar con su desarrollo. Por ejemplo, la Unión Europea (incluida España) debe asumir un 25% del esfuerzo global necesario para combatir el cambio climático, que incluye reducir drásticamente las emisiones de gases con efecto invernadero y financiar los recortes en los países en desarrollo. Por su parte, Estados Unidos tiene que contribuir con un 32% del esfuerzo necesario, en proporción a su responsabilidad en el problema del calentamiento global y de los recursos de que dispone. En cambio, países como China e India, con millones de pobres y una contribución reciente al cambio climático, deben recibir fondos de los países industrializados para seguir creciendo a la vez que reducen sus emisiones. Si bien es verdad que tienen recursos para recortar una parte de sus emisiones, la mayor parte del esfuerzo de estos países deber ser financiado por otros. Obviamente, los datos y el sistema de cálculo utilizados por InspirAction son mejorables; pero pensamos que los Derechos de Desarrollo Invernadero pueden ser una herramienta útil para la negociación de Copenhague. Nuestro enfoque muestra claramente los esfuerzos que debe realizar cada país para combatir el cambio climático de una forma eficaz y socialmente justa. Este principio de igualdad es crucial si tenemos en cuenta que el principal motivo para prevenir el cambio climático es evitar agravar aún más el inmenso horror que supone la pobreza. Manifiesto para combatir el cambio climático “El cambio climático es el mayor desafío de nuestra era. Las pruebas científicas son claras: el clima está cambiando, los efectos son reales. Hay que actuar ahora” Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas Combatir el cambio climático requiere grandes dosis de honestidad por parte de los políticos. Reducir las emisiones de gases invernadero, garantizar el desarrollo de las naciones más pobres y proteger a sus habitantes contra las consecuencias del calentamiento global costará dinero. Y Página 9 de 11 esto puede que no sea muy popular en tiempos de crisis económica; pero es absolutamente necesario si queremos asegurar el futuro del planeta tal y como lo conocemos ahora. La conferencia de Copenhague debe servir para la firma de un acuerdo que defina las responsabilidades y capacidades de cada país, en relación a la lucha contra el cambio climático, aplicando el criterio de colaboración y proporcionalidad acordado en la reunión de Bali. Para InspirAction, los cinco principios de este acuerdo deben ser: 1. Aprobar grandes recortes de las emisiones en los países industrializados, especialmente en Europa y Estados Unidos. Estos países deben imponerse, mediante sus legislaciones nacionales, el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 alrededor del 40% en 2020 y al menos el 80% en 2050, respecto a los niveles de 1990. 2. Financiar la reducción de emisiones en los países en desarrollo, mediante la aplicación de los principios de responsabilidad y capacidad que establecen los DDI. Esta financiación debe ser obligatoria y vinculante mediante acuerdos internacionales, según establece el artículo 4.7 de la UNFCCC. No puede dejarse a la voluntad de cada país. 3. Compartir tecnologías “verdes”: todos los países deben compartir las tecnologías que ayudan a reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. Actualmente, la mayor parte de estas tecnologías está en manos de los países más ricos, que deben permitir a las naciones más pobres acceder a ellas para producirlas por sí mismos. 4. Ayudar a adaptarse al cambio climático: los países ricos deben ofrecer a las comunidades más pobres el apoyo necesario para combatir las consecuencias que ya manifiesta el calentamiento global. Esto supone asegurar la financiación y los mecanismos de ayuda mediante un fondo de adaptación como el aprobado en Bali. 5. Aprobar recortes de emisiones mesurables en los países más pobres: los países en desarrollo deben comprometerse a mejorar la eficiencia medioambiental de su desarrollo y, en función de su capacidad, financiar una parte del recorte de las emisiones. Todas las reducciones deben ser medidas y verificadas, tanto las conseguidas con recursos propios como las financiadas mediante la ayuda financiera y técnica de los países industrializados. Estos 5 aspectos son básicos para lograr en Copenhague un acuerdo justo y eficaz contra el cambio climático y contra la pobreza. De lo contrario, corremos el riesgo de acabar perdiendo ambas batallas: una derrota que el futuro de nuestro planeta no se puede permitir. Página 10 de 11 ¿Qué podemos hacer? En diciembre de 2009 se celebrará en Copenhague la ronda final de las negociaciones de la ONU para combatir el cambio climático. El acuerdo internacional que salga de esta reunión es nuestra mejor oportunidad para evitar que continúe aumentando el calentamiento global. Puedes colaborar con la campaña de InspirAction contra el cambio climático de las siguientes formas: Exige justicia climática. El cambio climático es una realidad que afecta a millones de personas en los países más pobres. ¡Necesitamos que al menos 500.000 personas exijan un cambio! Junto a ti presionamos a los países ricos, incluyendo España, a que se comprometan a recortar sus emisiones de CO2, en un 40% para el 2020 y en un 80% para el 2050. Debemos actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde. ¡Únete a la acción! Te proponemos 10 ideas para cambiar el mundo: no olvides contárselo a tus amigos. Haz un donativo, o hazte socio de InspirAction llamando al 902 027 077. Cambiar el mundo será mucho más fácil contigo a nuestro lado. Visita www.inspiraction.org para más información. ¿Qué es InspirAction? InspirAction es un movimiento de personas que denuncian el escándalo de la pobreza y ayudan a erradicarla, de forma práctica y real, trabajando con organizaciones locales en todo el mundo. El objetivo de InspirAction es desafiar y cambiar los sistemas que favorecen a los ricos y poderosos en detrimento de los pobres y marginados. InspirAction forma parte de Christian Aid. Infórmate en www.inspiraction.org Este documento es una adaptación del informe “Countdown to Copenhagen: the race for climate justice in the UNFCCC talks”, publicado por Christian Aid en agosto de 2008. Solicita más información o cuéntanos tus ideas escribiendo a [email protected] Si eres periodista y quieres hablar con nosotros, escribe a [email protected] Página 11 de 11