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Antonio Escohotado: “Los griegos no tenían problemas
con el sexo pero temían al alcohol”
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Antonio Escohotado: “Los griegos no tenían problemas con el sexo pero temían al alcohol”
- imperioromano.com
-Por lo que cuentan los clásicos, los antiguos atenienses no parecían tener ningún
complejo en practicar libremente el sexo…
-Ciertamente, los griegos no tenían ningún problema con el sexo, porque no fueron
ascéticos, pero les aterrorizaba el alcohol. Los jóvenes tenían prohibido beber, lo mismo
que las mujeres, salvo que fueran cortesanas. Platón afirma que los viejos debemos hacer
libaciones a Dioniso (entiéndase beber) cada vez más frecuentes, pues nada alivia en mayor
medida las miserias de la senectud. Grecia fue un importante exportador de vino, y Dioniso
(el Baco de los romanos) era un dios terrible, símbolo de lo irracional y salvaje. El mejor
testimonio lo encontramos en Las Bacantes, la tragedia de Eurípides, donde Dioniso inspira
canibalismo y parricidio.
-¿Los romanos tenían el mismo problema con el vino?
-Lo heredaron de los griegos. Durante la República, cuenta Tito Livio la triste historia de
una mujer que fue sorprendida con las llaves de la bodega y condenada a no salir de allí
hasta haber muerto de hambre. La costumbre se relajó al progresar el Imperio y el vino
borró su estigma ancestral al identificarse con la sangre de Cristo en el rito de la misa.
Como ocurre con otros vicios y placeres, nos fuimos acostumbrando y hacia el siglo XIII
aparecieron los aguardientes, que multiplicaron las enfermedades venéreas no sólo en
Europa sino en la China de Gengis Kan. Desde entonces, el alcohol ha sido un fiel
compañero para buena parte de la humanidad.
-Volviendo a los griegos, ¿fueron ellos los que refinaron el arte de alcanzar una
existencia plenamente placentera?
-Aquella cultura fue admirable. Grecia brilló dos siglos y luego acabó devorada por su
propio éxito, que la llevó a entregar todo el trabajo a esclavos y entrar en una decadencia
por recesión. Por lo que se refiere al sexo, los grandes problemas llegaron con el
cristianismo, aunque los romanos ya habían prohibido con anterioridad los ritos báquicos.
Livio cuenta que miles de personas fueron ajusticiadas por participar en ellos.
-¿En las bacanales se ingerían todo tipo de drogas?
-Por supuesto. Eurípides cuenta que Ulises dio de beber a Polifemo un vino tan fuerte que
debía ser aguado en cuatro quintas partes, so pena de enloquecer. Quizá los cargaron con
extractos de belladona, beleño, hachís, opio, cáñamo e incluso hongos. Lo mismo ocurría
en las celebraciones de la gran institución religiosa griega, los Misterios de Eleusis, que
persistió hasta la caída del Imperio Romano. La inefable impresión que el ritual causaba en
sus peregrinos sólo puede explicarse por magia o por química. Entre sus iniciados se
encontraban Platón, Aristóteles, Cicerón, Adriano o Marco Aurelio, todos ellos prototipos
de sobriedad intelectual. Fueron los obispos cristianos de Alarico quienes destruyeron el
santuario eleusino.
-¿Se conoce qué tipo de sustancia psicotrópica utilizaban en los Misterios de Eleusis?
-Investigaciones de Albert Hofmann y otros demostraron que los iniciados en Eleusis
pudieron consumir un brebaje preparado a partir del cornezuelo del centeno, que sigue
creciendo allí en una variedad especialmente poco tóxica. Los sacerdotes eleusinos se
llamaban hierofantes (“reveladores de lo sagrado”) y psicopompos (“los que ponen de
manifiesto lo anímico”) e imponían a sus iniciados la llamada “reserva mistérica”. Todos
juraban por su vida no revelar nada sobre el rito de iniciación. Pero no ya en Eleusis y en
otros cultos mistéricos del Mediterráneo, sino en Asia, África y América es evidente que las
comuniones religiosas previas al monoteísmo se hacían con hostias psicoactivas.
-Epicuro abogaba por una vida de continuo placer como clave para la felicidad. ¿Fue
tanta su influencia en la Antigüedad?
-Epicuro alertó contra quienes viven de vender la vida eterna, y asustan con infiernos. “Sólo
cabe temer –dijo– el dolor que acompaña al acto de estar vivo”. Por lo demás, el placer
epicúreo, la hedoné, tiene mucho de severidad y matemática; el camino de una vida sensata
consiste en evitar que placeres menores nos desvíen de placeres mayores. Evitar los
excesos, incluso los copulativos. Imagínese un profesional del porno, que tras horas de
trabajo acaba sintiendo incomodidad en las zonas evocadoras del supremo goce carnal.
-Los primeros cristianos debieron aborrecer el pensamiento de Epicuro.
-¿Qué hacer con alguien que tildaba de dementes y manipuladores a quienes metiesen
miedo con el más allá? Durante el breve retorno al paganismo que representa Juliano el
Apóstata sabemos por el propio Juliano que las obras de Epicuro ya eran difíciles de
encontrar. Pero de los centenares de escritos de Demócrito, otro gran moralista ateo,
tampoco ha quedado prácticamente nada. Gran parte de la memoria antigua desapareció
con el incendio de Alejandría y de las demás bibliotecas públicas romanas.
-¿La irrupción de Roma como potencia mundial produjo grandes cambios en la moral
y en la conducta sexual de los ciudadanos?
-Roma mantuvo vigente una norma –si no recuerdo mal, la Lex Escantinia– que preveía
enterrar vivo al invertido sexual. Sin embargo, en Vidas de los Doce Césares, Suetonio
menciona a emperadores pederastas como Tiberio en su vejez, emperatrices disolutas y
orgías como las organizadas por Calígula y Nerón. Historiadores posteriores cuentan otro
tanto de Cómodo y alguno más. Por ejemplo, Adriano fue sin duda homosexual. Las clases
privilegiadas se permitían ciertas veleidades prohibidas al resto. A pesar de las abundantes
historias libertinas de conocidos personajes históricos, como Mesalina, los romanos fueron
sinceramente autoritarios en estas cuestiones, y quizá el pueblo más puritano de la cuenca
mediterránea.
-Tras leer Yo Claudio, la famosa novela de Robert Graves, resulta difícil creer que los
romanos eran unos redomados puritanos.
-La acusación de lujurioso –aplicada a césares, senadores, generales y aristócratas– aparece
con alta frecuencia en los textos de los grandes cronistas romanos, como Livio, Salustio o
Tácito. Lucrecia se suicida, recuérdese, porque Tarquino la amenaza con decir que ha sido
descubierta fornicando con un esclavo. Por lo demás, todos los ciudadanos que tenían
esclavas de buen ver dormían con ellas cuando querían. El peligro de que sus esposas
hiciesen lo mismo era que el pater familias cargase con bastardos. Nerón se hacía traer
rodaballos del Atlántico, sirviéndose de un carísimo sistema de transporte que destripaba
caballos durante el día y conservaba por las noches el pescado en hornos de cal rellenos de
nieve. Pero el viaje duraba al menos una semana. Sin duda, Nerón digería un género que
para nosotros sería infecto. En aquel tiempo, la plebe romana vivía de vales de economato,
como ahora en Cuba, y esos dispendios resultaban tanto más odiosos para el moralizante
historiador romano.
Extracto de entrevista aparecida en: muyinteresante.es
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