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Miércoles de Ceniza
San José, Costa Rica
25 de febrero 2009
Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás.
Hay un chiste este mes en mi calendario, un dibujo de una sacerdote poniendo cenizas que dice
“recuerda que eres polvo, pero un muy fino polvo.” Es la verdad, porque somos criaturas de Dios, creados
de la tierra, el mismo polvo que originalmente vino de las estrellas. Somos al mismo tiempo pecadores e
imágenes de Dios. La estación de la Cuaresma comienza recordando la parte pecadora, pero Dios no nos
permite olvidar que somos creados en su imagen.
Somos polvo, y dados vida por el espíritu de Dios. Somos polvo, esperando ser dignos de la
imagen de Dios. La Cuaresma es una oportunidad para recordar nuestra vocación, que encontramos en el
camino hacia Dios. Nosotros, bolsas de polvo, peregrinando hasta el reino de Dios, debemos comenzar el
entrenamiento de primavera, como jugadores de béisbol. Pero este entrenamiento dura toda la vida, no
sólo por un partido.
Nuestro entrenamiento es con otros miembros del equipo cristiano, incluso los nuevos y nuevas,
preparándose para el bautismo durante la vigilia de la pascua. Ambos, ancianos y jóvenes deben recordar
las prácticas de la fe, y es por esto que vamos a oír la invitación hasta una santa Cuaresma. Las acciones o
prácticas de los cristianos/as en el camino son: examen de conciencia, penitencia, oración, ayuno,
autonegación y meditación sobre la palabra de Dios. Todos tenemos una oportunidad ahora para recordar
el actuar cristiano y dedicarnos más a cumplirlos.
El autoexamen es, más que todo, una llamada a cultivar un corazón abierto al espíritu de Dios. Un
corazón abierto puede oír la voz del espíritu de Dios. ¿Estamos cerrando el oído de nuestro corazón? La
oración es más que todo, la capacidad y orientación y deseo de oír al espíritu. Habiendo oído al espíritu,
cuando percibimos algo errado o cerrado dentro de nosotros y retornamos nuestros pasos al camino una
vez más, estamos haciendo penitencia. La palabra penitencia significa regresar a Dios, ni más ni menos.
El ayuno y la autonegación son no solo pora ser delgados o por nuestra salud física. Son señales
de participación en el cuerpo de Cristo, y aun más, en el cuerpo de la creación de Dios. Porque nuestros
apetitos o deseos, de cualquier clase, influyen en nuestras hermanas y hermanos. Cuando consumimos
demasiada comida, bebida, energía, carbón, o espacio, los influimos negativamente. Estamos diciendo a
los otros que no significan tanto como nosotros. Es un acto de negación de su imagen de Dios. Por eso, la
Cuaresma es una oportunidad para apreciar a nuestros vecinos comos a nosotros mismos, y ayunar es una
práctica que puede aumentar nuestra capacidad de amarlos.
Leyendo y meditando sobre la palabra de Dios es otra oportunidad de oír al espíritu. Debemos
enfocarnos en la historia de nuestra fe, especialmente en la historia del amor de Dios para toda su
creación, y la vida, pasión y resurrección de Jesús.
La Cuaresma es nuestra oportunidad para bendecir al polvo, para que pueda brillar aun más que
las estrellas, como la luz de Cristo. Nuestro mundo necesita esta luz, resucitada del polvo.
Tenemos algunos minutos para meditar sobre las posibilidades de esta Cuaresma. ¿Cómo
podremos aumentar nuestra capacidad de oír, y regresar hacia el camino del reino de Dios? ¿Cómo
podremos vivir con cariño para toda la gente?
Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás: al polvo de la tierra y del cielo.