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Reaccionan a Plaza Colón: un gobierno de facción Los gobiernos democráticos siempre son el resultado de unas elecciones y por consiguiente del acceso al poder de uno o varios partidos. Por eso nunca expresan a la totalidad del electorado. Esto forma parte de la lógica democrática, que se rige además por otra condición: una vez en el poder, tienden a desarrollar políticas lo más inclusivas posible. En otras palabras, no gobiernan como facción sino que intentan hacerlo para todos, o al menos para la gran mayoría. Este no es el caso del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que desde el origen de la legislatura ha tenido especial predilección por gobernar contra el sistema de valores, la cultura moral que rige a una gran parte del país. Es esa cultura moral que tiene su fundamento en el cristianismo. Más allá de la fe religiosa, más allá de su adscripción a una religión concreta, lo que hay como cimiento que une y da sentido a la vida de una gran mayoría de españoles es esta dimensión cultural, nacida del hecho cristiano pero que vive en franca autonomía en relación a él. Ahora ante el gran éxito de la concentración católica del domingo pasado en Madrid, el PSOE y el Gobierno han reaccionado como una facción. El número 2 de aquel partido, José Blanco, consideró que las criticas a unas leyes eran un ataque “a las instituciones democráticas”. Es difícil pensar que una persona que razona en estos términos pueda creer realmente en la libertad, porque criticar las leyes forma parte de la lógica del juego democrático, y esto no desvirtúa las instituciones sino que al contrario las refuerza, ¿O es que los católicos por el hecho de serlo son el único grupo social sin derecho a la critica pública? Blanco, en esta línea tan escasamente democrática, sostiene la extraña teoría de que solo se puede hablar y hacer política concurriendo a las elecciones. Es un perfecto ejemplo de la concepción partitocrática de la política. Es decir, la cosa pública, el gobierno de la ciudad, dejada solo en manos de unas organizaciones específicas, los partidos. ¿Para eso postulan la “educación para la ciudadanía”, para negar el derecho y deber cívico, al menos, desde la Atenas clásica, de todos los ciudadanos de interesarse y participar en la vida política? La sociedad civil -y la Iglesia y los católicos son parte de ella- , es decir, todo lo que no es aparato del Estado, tiene el derecho a hacer política, y los partidos -y para eso cobran- tienen el deber de recoger estos amplios estados de opinión y organizarlos y canalizarlos hacia la construcción de un bien común. El ministro de justicia Mariano Fernández-Bermejo, también ha hecho unas declaraciones en su línea pavorosa de siempre: acusa de “nacionalcatólicos” y de pertenecer a la “derecha reaccionaria” a quienes se congregaron el domingo para defender la familia y el derecho de los padres a la educación de los hijos y la primacía del derecho a la vida. Si todo esto es reaccionario, lo progresista para Bermejo debe ser todo lo contrario. Tremenda desgracia la de un Gobierno y sobre todo la de un país que tiene como máximo responsable de la justicia a un fiscal mutado en hooligan, “tifosi”. Hay que añadir que desde el punto de vista de la organización de la administración, las relaciones con la Iglesia están formalmente adscritas precisamente al Ministerio que regenta Bermejo. Después se pueden extrañar de que en el Vaticano el Gobierno español tenga una entrada más bien complicada. Ningún país de Europa tiene un ministro como Bermejo, absolutamente ninguno. Tendríamos que acudir en todo caso al modelo bielorruso o saltar a otros continentes. Zapatero es quien lo ha nombrado. © 2004-2008 FORUM LIBERTAS : Noticias de actualidad en España