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Transcript
DISCURSO ANTE EL PLENO DE LA
XVI CONFERENCIA DE LAS NACIONES
UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO
Cancún, 08 de diciembre de 2010
Un abrazo para el presidente Felipe Calderón,
para el gobierno y para todo el pueblo mexicano
el agradecimiento y la felicitación por haber
organizado esta Cumbre.
Un abrazo a todos Ustedes amigas y amigos:
Jefes de Estado, Ministros de Ambiente,
Cancilleres, Representantes de países de
nuestro Planeta Azul. Un abrazo muy especial a
los invitados, también especiales, que tenemos
en esta mañana, representantes de nuestros
pueblos ancestrales, orgullo de nuestra Patria,
orgullo del Ecuador: los Huaoranis, los hombres
de la selva, guardianes milenarios de ese
pulmón del planeta que es la selva amazónica.
Por ellos, con ellos, debemos estar esta mañana
aquí.
Un saludo a los señores traductores, nadie los
saluda nunca. Yo vengo de una ciudad tropical y
1
hablo bastante rápido, así que soy el terror de
los traductores, no saben cuánto admiro su
trabajo, no sé cómo le hacen, y les pido
disculpas anticipadas.
Queridas amigas y amigos:
Se ha reconocido que los incentivos de Kioto
fueron insuficientes, ineficientes e injustos. Por
ejemplo en temas de reforestación, el sistema
premiaba a los países que reforestaban, pero
impedía compensar a los países que no habían
deforestado y cuyos bosques ya estaban
contribuyendo al almacenamiento de carbono.
Por ello, actualmente se discute el mecanismo
REDD y el mecanismo REDD Plus (REDD+) –
Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación de Bosques- para compensar a los
países en desarrollo por el valor del carbono
almacenado en sus bosques, para evitar de esta
forma la deforestación y dar un atractivo
financiero a la conservación y al manejo forestal
sostenible, así como al incremento de los
reservorios de carbono.
Aunque son pasos importantes, los cuales
apoyamos
totalmente,
esto
es
todavía
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insuficiente, ineficiente e incluso inconsistente.
Son remiendos, parches ante la ausencia de un
concepto que defina exhaustivamente qué es lo
que hay que compensar. La idea de compensar
la
deforestación
evitada,
así
como
la
forestación, la reducción de emisiones por la
construcción de una hidroeléctrica, etcétera,
deben ser incorporadas en un concepto global:
el de Emisiones Netas Evitadas.
Las Emisiones Netas Evitadas (ENE, por sus
siglas en español) son las emisiones que,
pudiendo ser realizadas en la economía de cada
país, no son emitidas; ó las emisiones que,
existiendo dentro de la economía de cada país,
son reducidas. Por lo tanto, es el balance neto
el compensable. El concepto permite conciliar
(y escúcheseme bien, esto es lo importante) las
compensaciones iniciales de Kioto, así
como del mecanismo REDD. Sin embargo,
ENE va mucho más allá ya que no se restringe a
un sector específico y considera actividades
económicas que involucren la explotación uso y
aprovechamiento de recursos renovables y no
3
renovables, así como
acción y por omisión.
compensaciones
por
Por ejemplo, los diferentes países productores
de combustibles de origen fósil, altamente
contaminantes, tendrían libertad para elegir
entre extraer dichos recursos o dejarlos en el
subsuelo y así ser compensados por las
emisiones
que
se
evitarían;
esto
es,
compensación por omisión, análogo a dejar el
bosque en pie. En resumen, ENE (Emisiones
Netas Evitadas) es el concepto global que
permite definir qué es lo que se debe
compensar.
La segunda pregunta es ¿a quién se debe
compensar? Las compensaciones por ENE
(Emisiones Netas Evitadas), consistentemente
con la diferenciación resultante de las partes de
la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre cambio climático; es decir, los países del
Anexo 1 (agrupando países desarrollados) y los
países no Anexo 1 (donde se incluyen los países
en
desarrollo),
deberían
basarse
–las
compensaciones, repito-, en el principio de
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responsabilidades comunes, pero diferenciadas,
y en capacidades respectivas.
Dado que ENE (Emisiones Netas Evitadas) es un
concepto global que amplía significativamente
las posibilidades de compensación, sería
prudente acotar las posibilidades de uso de
dichos
fondos
para,
básicamente,
más
mitigación y adaptación; es decir, para hacer
menos vulnerables a los países frente a las
consecuencias
del
cambio
climático.
Compensar las Emisiones Netas Evitadas
tiene perfectas bases de derecho, bases
ambientales y base en la lógica económica.
En cuanto a Derecho, la idea central de ENE
(compensación por Emisiones Netas Evitadas) y
consistente con los principios de la Convención,
es que alguna de las partes pueda ser
compensada para que no realice una acción a la
cual tiene derecho. En caso de ésta, ser
individualmente deseable, pero no socialmente,
es decir, en caso de producir externalidades
negativas, ejemplo: deforestar.
De forma análoga, si una de las partes no tiene
la obligación de realizar una acción que
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individualmente no es deseable, pero sí
socialmente; es decir, produce externalidades
positivas, debe ser compensado para que
realice esta acción, ejemplo: reforestar.
En aspectos ambientales, la idea central de ENE
(Emisiones Netas Evitadas), es extremadamente
obvia: en términos netos, no ensuciar el medio
ambiente; esto es, compensación por omisión,
teniendo el derecho de realizar la acción, que es
equivalente a limpiarlo: compensación por
acción sin tener la obligación de realizar dicha
acción.
Finalmente, en cuanto a la lógica económica,
ENE (Emisiones Netas Evitadas) al igual que
todas las compensaciones por generar o
mantener bienes ambientales, los cuales por ser
bienes de libre acceso no tienen precios
explícitos de mercado, se fundamenta en la
necesidad de compensar la generación de
valor y no tan solo la generación de
mercancías, para así lograr la maximización
del bienestar social y un desarrollo sostenible.
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Queridas amigas y amigos:
Si se amplían los incentivos de Kioto hacia las
Emisiones Netas Evitadas, además de los
objetivos de cambio climático, se podría dar un
giro
revolucionario
en
los
intercambios
internacionales, al permitir que muchos países –
sobre todo a los que están en vías de
desarrollo- sus economías: de extractivistas a
exportadores de servicios ambientales.
Y aquí una idea fuerza fundamental, transversal
para cualquier debate de conservación, sobre
todo en países pobres: La conservación, en
países pobres, no será posible, no será
sostenible, si ésta no genera claras y
directas mejoras en el nivel de vida de la
población.
Que quede claro: yo no le puedo decir a una
familia pobre, sin alternativa de ingreso y que
vive al lado de un bosque, que no lo corte. Para
poder sostener el bosque en pie, se requiere
que esa familia reciba beneficios directos de
esta situación. Por eso, hacemos un llamado a
todos los países a trabajar seriamente en esta
idea innovadora que le dará más coherencia a
7
los mecanismos e integralidad a los esfuerzos
de mitigación.
Sin embargo, no nos engañamos. Y aquí otra
idea fuerza importante, sobre todo para los
países
pobres,
generadores
de
bienes
ambientales: [Debemos reconocer que], al
menos en el estado actual de la humanidad, la
lucha contra el cambio climático, más que un
problema técnico es esencialmente un
problema político, por lo que los países
pobres y generadores de bienes ambientales
debemos unirnos para que los países ricos y
consumidores de estos bienes asuman sus
responsabilidades.
Imagínense ustedes, por un instante, si la
situación fuera a la inversa y los generadores de
bienes ambientales fueran los países ricos, y los
países
pobres
fuéramos
los
agentes
contaminadores. ¿Quién puede dudar de que
hace rato, invocando por supuesto la urgencia
de
conservar
el
planeta,
el
derecho
internacional, la moral y la ética, doctrinas
cosmopolitas y hasta la seguridad jurídica, nos
hubieran obligado –incluso por la fuerza, con
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invasiones, etcétera- a pagarles, entre comillas,
una “justa compensación”? Lamentablemente,
como decía Trasímaco a Sócrates hace más de
dos mil años: “La justicia es tan solo la
conveniencia del más fuerte”.
Si representamos verdaderamente el interés de
nuestros pueblos, si abogamos por el bien
común, no podemos decir que no estamos
dispuestos a disminuir emisiones, a cambiar
nuestros patrones insostenibles de producción y
consumo y a contribuir con el financiamiento
necesario
para
que
generemos
bienes
ambientales que nos permitan superar la
pobreza, la exclusión y los riesgos a los que
estamos expuestos los países pobres por un
cambio climático del cual no somos culpables.
En este sentido, nos gustaría, nos encantaría
saber por qué ciertos países, que en otras
dimensiones se convierten en heraldos de los
derechos del hombre, de la democracia,
etcétera ¿por qué ciertos países se resisten a un
segundo periodo de compromisos bajo el único
régimen jurídico vinculante que el Ecuador
9
reconoce y que es, con todos sus defectos e
imperfecciones, el Protocolo de Kioto?
Ecuador trabaja por un acuerdo ambicioso,
jurídicamente vinculante, en el que los países
desarrollados se comprometan a una reducción
global de emisiones de al menos el cincuenta
por ciento para el 2020 y un noventa por ciento
para el 2050. Estamos hablando de la
supervivencia del género humano, de la
supervivencia del planeta.
Pero no solo hemos venido a demandar. Hemos
venido también a demostrar que nuestros
pueblos son, por sobre todas las cosas,
tremendamente creativos. El Ecuador llega a
esta cumbre con propuestas innovadoras.
Muchos de ustedes ya conocen la iniciativa
Yasuní ITT que busca dejar bajo tierra un veinte
por ciento de las reservas de petróleo existentes
en una de las áreas más biodiversas del
planeta, dejarlo en el subsuelo a cambio de una
contribución de los países desarrollados, que,
reconociendo su corresponsabilidad, aporten
con al menos la mitad de las ganancias que el
Ecuador recibiría si explotara ese petróleo.
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Como manifestó nuestro querido amigo Miguel
de Escoto, en ese entonces Presidente de la
Asamblea General de las Naciones Unidas: “La
iniciativa Yasuní ITT es la propuesta más
concreta de la historia para bajar de la retórica
a los hechos en cuanto a la lucha contra el
cambio climático”. Ganancias que, en valor
presente, a los precios actuales, para el Ecuador
superaría los siete billones de dólares si es que
explota ese petróleo –y bien que necesitamos
ese dinero para sacar del subdesarrollo a
nuestro país-, pero estamos dispuestos a
contribuir con la lucha contra el cambio
climático.
La Iniciativa Yasuní ITT, propuesta emblemática
de nuestro gobierno, se sustenta en el concepto
que he mencionado: Emisiones Netas Evitadas.
Algunas
veces
ha
habido
malas
interpretaciones, dicen que Ecuador está
chantajeando,
¿chantajeando
qué?,
para
nosotros lo más conveniente es explotar ese
petróleo, estamos perdiendo grandes cantidades
de dinero por no hacerlo. Se basa en el
concepto de Emisiones Netas Evitadas: pese a
11
nuestro derecho a explotar el petróleo,
dejándolo bajo tierra, se estaría evitando enviar
a la atmósfera más de cuatrocientos millones de
toneladas de emisiones de carbono. Los
recursos obtenidos se depositan en un
fideicomiso administrado por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo e irán a
proyectos de mitigación y adaptación.
También es importante recalcar que el principal
contribuyente… escúcheseme bien, porque
algunas veces ciertos países desarrollados se
ponen en la posición de mecenas que dan
limosna a los países pobres. Aquí nadie está
pidiendo limosna, estamos pidiendo justicia,
corresponsabilidad,
y…
el
principal
contribuyente de esta iniciativa es: el propio
Ecuador. Financieramente, lo que más nos
conviene es explotar ese petróleo. Que quede
muy claro: el principal contribuyente es el
propio Ecuador, porque para el país lo más
conveniente, en términos financieros, repito, es
explotar ese petróleo. Y vaya si nos hacen falta
esos billones de dólares para el desarrollo del
país.
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Además, estamos hablando del Yasuní -para
quienes no han estado en nuestra Amazonía-,
de la región más megadiversa del planeta;
donde, en una hectárea de terreno, pueden
encontrar más diversidad de árboles que en
todos los Estados Unidos; y en la cual, aún
habitan pueblos en aislamiento voluntario. Cabe
indicar que Ecuador es el país megadiverso más
compacto del mundo y uno de los pocos países
del mundo que aún mantienen grupos humanos
no contactados.
Aunque algunos países industrializados e
incluso, países hermanos latinoamericanos ya
han contribuido con el Fideicomiso Yasuní ITT,
no estamos recibiendo la respuesta que
esperábamos. Cuando se baja de la retórica a
los hechos, ahí se ve quién es quién. En este
sentido quiero ser muy claro en la disposición
de Ecuador de contribuir, incluso con un gran
sacrificio financiero, a la lucha contra un cambio
climático que no ha provocado, en este caso por
medio de la iniciativa Yasuní ITT.
Pero tampoco Ecuador está dispuesto a ser
tonto útil de nadie. Evaluaremos la iniciativa,
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que lleva más de tres años de haber sido
presentada al mundo. A mediados del próximo
año haremos esa evaluación; y, de verificarse la
falta de corresponsabilidad mundial, tendremos
que explotar, con todas las responsabilidades
sociales y ambientales, dichas reservas. Insisto,
vaya si nos hacen falta esos billones de dólares
para el desarrollo del país.
Otro tema fundamental para nuestros países del
sur es la urgencia de disponer de
tecnologías que permitan contrarrestar el
cambio climático. Y, para ello, se requiere que
sean de dominio público y que no estén bajo
protección de derechos de propiedad intelectual
tecnologías que permitan mitigar los efectos, los
impactos al medio ambiente y, en general, que
permitan garantizar derechos humanos y
derechos
de
la
naturaleza.
Por
eso,
consideramos que es urgente poner al servicio
de la sociedad todas aquellas tecnologías
vinculadas, insisto, a la garantía de los derechos
de la naturaleza y de los derechos humanos.
La
privatización
del
conocimiento
que,
generalmente, no tiene rivalidad en el consumo
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–no significa que si yo utilizo una técnica
alguien no la pueda utilizar y nos perjudiquemos
mutuamente; a diferencia de que si yo ocupo
una silla alguien más no la puede ocupar, eso es
rivalidad en el consumo-; el conocimiento, en
general, no tiene rivalidad en el consumo, por lo
tanto, es socialmente ineficiente privatizarlo:
mientras más gente lo utilice, socialmente
mejor. Pero es, además, éticamente muy
cuestionable privatizar el conocimiento, por
medio de derechos de propiedad intelectual,
patentes, etcétera; cuando se trata de
conocimiento que permitiría atender cuestiones
como la salud humana o, insisto, la mitigación
del cambio climático.
Señora Presidenta de esta Asamblea, señoras y
señores Jefes de Estado, amigas y amigos del
planeta:
La Constitución ecuatoriana fue la primera y es
la única, todavía, en el mundo, en reconocer
derechos a la Naturaleza. Hablamos con
solvencia: tenemos la Constitución más verde
de la historia del Planeta. Nuestro pueblo se
pronunció en una consulta masivamente en
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favor de esa Constitución. El país ha dado pasos
importantes para que esos derechos de la
Naturaleza sean respetados. Es hora de que
empecemos a caminar hacia una Declaración
Universal de los Derechos de la Naturaleza
como ya lo ha planteado la Constitución
ecuatoriana y el Presidente Evo Morales de la
hermana República Estado Plurinacional de
Bolivia. Pero no podremos impulsar un objetivo
tan ambicioso sin hacerlo conjuntamente a nivel
planetario, sin acción colectiva mundial. Si cada
país actúa solamente en función de sus propios
intereses, finalmente todos estaremos en el
peor de los mundos, en la situación menos
deseable posible. Es lo que se llama en
economía: el dilema del prisionero.
El principal Derecho Universal de la Naturaleza
debería ser el que se den las condiciones
climáticas apropiadas para que ésta pueda
seguir existiendo, pero también para que pueda
seguir ofreciendo los medios de vida necesarios
para que nuestras sociedades, nuestros
pueblos, y en especial, los pobres del planeta
puedan vivir con dignidad y seguridad.
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Cuando termine esta conferencia el día viernes,
tendremos que rendir cuentas al Planeta, rendir
cuentas a nuestros hijos e hijas, rendir cuentas
a los cien millones de refugiados climáticos y,
sobre todo, a quienes en estos mismos
momentos están sufriendo el flagelo de las
inundaciones en varios países latinoamericanos
–como Colombia y Venezuela- y en el mundo
entero. No podemos salir de México con las
manos y la esperanza vacías.
Muchísimas gracias.
Rafael Correa Delgado
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
REPÚBLICA DEL ECUADOR
DE
LA
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