Download Representante de la Organización de Consumidores CEACCU.
Document related concepts
Transcript
PRESENCIA DE LAS ORGANIACIONES DE CONSUMIDORES EN EL TEJIDO SOCIAL: PASADO, PRESENTE Y FUTURO. En una sociedad donde el consumo se ha convertido en uno de los elementos básicos de la actividad económica, social y de ocio, la presencia de organizaciones capaces de afrontar la defensa de los intereses de los consumidores y usuarios es necesaria para facilitar el equilibrio deseado. Las asociaciones de consumidores encuentran en España, su referente en el modelo de sociedad que propugna la Constitución, basado en un democracia participativa, donde los poderes públicos deben facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica y cultural. Reconoce además el derecho de audiencia de los ciudadanos a través de sus organizaciones en los procedimientos de elaboración de las disposiciones administrativas que les afecten. Ello significa pasar de una situación totalmente pasiva de administrados a otra de ciudadanos activos y, para la Administración, pasar de una actuación basada en el principio de autoridad a otra basada en la negociación, la influencia y la persuasión. Desde esta perspectiva hay que destacar el derecho de representación, consulta y participación de los consumidores que establece la Constitución Española y desarrolla la LGDCU del 84. En este marco debe entenderse hoy la actividad de las organizaciones de consumidores que se desarrollan a partir de los años sesenta como un movimiento social que busca el incremento de los derechos y el poder de los consumidores en relación con los medios de producción y con las Administraciones Públicas, y que hoy desarrollan una notable actividad y presencia en el espacio público. El nacimiento de las mismas en plena etapa desarrollista surge como fórmula colectiva para hacer frente a los inevitables y novedosos problemas de la sociedad urbana, industrial, burocrática de servicios y de consumo. Su progresiva potenciación ha sido paralela al desarrollo de la sociedad democrática de consumo, si bien, a diferencia de algunas experiencias europeas, la concienciación no fue el origen que dio empuje al movimiento consumerista, sino que es a partir de la intoxicación masiva del síndrome del aceite tóxico, donde se manifiesta una relajación en los controles de mercado relacionados con el consumo, y es en los años setenta-ochenta cuando se plantea de forma prioritaria la elaboración del entramado normativo de la política de consumo, la coordinación entre las distintas administraciones públicos y el fomento del movimiento asociativo. El desarrollo de las asociaciones de consumidores en España es de tipo medio, en relación al contexto europeo, aunque sus especiales características en la generación y formación del movimiento de consumidores lo hace diferente en alguna de sus facetas. El número de afiliados con el que cuenta tiene un nivel importante, semejante e incluso superior a algunos países de nuestro entorno; pero no debemos engañarnos con las cifras, ya que el movimiento en mucho más débil de lo que muestra el número de asociados. No obstante, esta debilidad del movimiento asociativo debe ser matizada puesto que si bien la tendencia al asociacionismo y movilización generalista de carácter activo es cada vez más baja en España, (la sociedad española es excesivamente individualista, nos cuesta asociarnos y en la mayoría de las ocasiones sólo tenemos conciencia que somos consumidores ante un determinado problema, sin darnos cuenta que cada vez de forma más creciente los ciudadanos nos vemos afectados en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana por los acelerados procesos de cambio social, económico, cultural tecnológico, derivados en buena medida de la globalización de la economía), también es cierto que los valores centrales que han animado históricamente a los nuevos movimientos sociales están difundidos y son mayoritariamente aceptados en el discurso de la opinión pública española. En este sentido cabe esperar el desarrollo del movimiento asociativo, ya que la necesidad de agruparse es sin lugar a dudas un valor en alza. En la actualidad es necesario e importante potenciar a las organizaciones de consumidores hasta que alcancen el peso específico que les corresponde, consiguiendo que a través de la defensa colectiva, no sólo de sus asociados, sino del consumidor en general, se mantenga una postura equilibrada entre los consumidores y los productores de bienes y servicios, sin olvidar además que éstas ayudan y colaboran activamente en que nuestra sociedad esté cada día más vertebrada, es decir, que nuestra ciudadanía sea más representativa, participativa, asociativa, solidaria y democrática. Hay que reconocer el amplio nivel de representatividad de las organizaciones de consumidores, puesto que tenemos voluntad de representación amplia de los ciudadanos, por encima de sus diferencias de clases, de capacidad adquisitiva, e incluso de su papel en el ámbito de la producción, con la idea de que su carácter de consumidores les iguala en cuanto a intereses, deseos y necesidades. Respecto a las motivaciones que para participar tienen sus miembros, encontramos en las asociaciones de consumidores matices diferentes, respecto a otros nuevos movimientos sociales como los ecologistas o los de mujer. Mientras que en éstos, las motivaciones de quienes participan son finalidades ideológicas y la lucha por bienes colectivos, en el caso de las asociaciones de consumidores se espera, la prestación de servicio que estas instancias puede suponer para el asociado: asesoramiento, cursos de formación, reclamación y defensa etc. La participación constituye un derecho básico de la ciudadanía y un valor clave de la democracia. Desarrollar la ciudadanía implica extender la democracia, posibilitando la participación y articulando a los ciudadanos para que puedan plasmar en un proyecto común sus demandas y aspiraciones. El movimiento de consumidores se presenta como articulador de la sociedad civil, al servicio de un conjunto lo mas amplio posible de intereses, ideas e iniciativas, organizándose desde la base para participar en la defensa y en gestión de los mismos. Desde un punto de vista funcional, las asociaciones de consumidores se han desarrollado en España, baja tres modelos: 1.- Asociaciones derivadas de movimientos sociales: Tienen sus orígenes en movimientos colectivos que sienten preocupación por los intereses del consumidor y abordan su problemática y defensa. Es el caso de movimientos sociales imbricados en movimientos más amplios que cobran independencia funcional y jurídica más tarde. Es así como se crean la mayoría de las asociaciones existentes hoy. Concretamente la Organización a la que represento, aunque en sentido amplio defendía los intereses del ama de casa en general, no olvida en esa primera etapa de su creación 1963, que el ama de casa es el agente decidor del consumo mayoritario del país, y que no está preparada para adoptar decisiones de compra cada vez más complejas y caras. Los problemas relativos al abastecimiento de mercados, calidades, higiene, pesos y precios de los alimentos, a fraudes y abusos de la contratación de bienes y servicios y una excesiva burocracia las alarma, buscan soluciones y piden estar presentes en las Juntas Provinciales y en la Junta Municipal de Precios y Estadísticas, donde representan directamente los intereses del consumidor desde el comienzo de los años setenta; sin embargo seos no es suficiente y consideran que sólo podrán hacer frente a la problemática de consumo presente y futura con mujeres amas de casa formadas e informadas, para lo cual organizan múltiples jornadas informativas y formativas en temas de consumo en todas aquellas capitales de provincia donde tenían sede abierta. Como dato curioso diré que ya en el primer Acta elaborado por la Federación de Amas de Casa, fundada en 1968 y pionera del movimiento de consumidores español, recogía aspectos vanguardistas sobre la representación de los consumidores y los sectores productivos. 2.- Asociaciones que desarrollan la defensa del consumidor a través de actividades económicas: En este grupo estarían situadas dos tipos de asociaciones: a) Asociaciones cuya actividad consumerista se basa en la edición de revistas especializadas en consumo, cuyos suscriptores son socios de la asociación. b) Cooperativas de consumidores y usuarios que agrupan los deseos de éstos, de abastecimiento de productos y servicios, cuy relación calidad-precio es más ventajosa que la del mercado y sobre la que tienen poder de decisión. 3.- Asociaciones especializadas o sectoriales: Defienden al consumidor en una parcela de la actividad de éste. Son las últimas en aparecer y por tanto en constituirse. Es importante resaltar en las organizaciones de consumidores y usuarios la característica de estructura democrática como criterio fundamental de actuación, que se traslada a los órganos que componen estas entidades y se refleja en su organización. Este valor democrático es un añadido más a los valores sociales que aportan las asociaciones de consumidores a la sociedad sobre la que tratan de influir, y en la parte que les concierne estructurar. La dimensión territorial es solucionada por las asociaciones siguiendo también modelos distintos: Existen asociaciones locales integradas en organizaciones provinciales, que a su vez se integran en autonómicas y éstas en una Confederación Nacional, constituyendo una red de asociaciones con unos criterios básicos de actuación comunes y unas diferencias de actuación locales basadas en las especificidades de cada territorio. Al lado de este modelo descentralizado, existe también el modelo contrario, donde la organización no tiene naturaleza territorial y el socio forma parte de la asociación nacional. Pese a la proliferación de los órganos de defensa y representación de los consumidores, en cierto sentido la superación de los marcos estatales en la economía y la política pueden llevar a un alejamiento de los ciudadanos de los centros de decisión. Hoy en día es difícil hacer llegar el sentir de un colectivo y más de un individuo a centros de decisión política cada vez más lejanos. Para conseguir un equilibrio entre los centros de decisión y el sentir de los consumidores o de los ciudadanos se necesita la estructuración de la sociedad en torno a asociaciones de distinta índole, y en el campo del consumo, de asociaciones de consumidores. Muchas de las decisiones en materia de consumo se toman en el ámbito europeo, repercutiendo directamente en la legislación nacional. Las asociaciones de consumidores deben trasladar sensibilidades sociales a través de sus asociaciones nacionales, integradas a su vez en organizaciones europeas, presionando de este modo a favor de sus propios intereses. La organizaciones de consumidores deberíamos ser consideradas como organizaciones de representación económica, al igual que los sindicatos y las asociaciones empresariales, ya que nuestra aparición radica en la necesidad de la participación e intervención de los consumidores en la defensa de sus intereses en el marco del propio mercado, como tercer pilar o como un contrapoder frente a los empresarios y sindicatos. El asociacionismo de consumo contribuye junto con otros movimientos sociales a vertebrar la sociedad moderna, fortaleciendo, a través de sus estructuras democráticas el diálogo social, la diversidad cultural desde su implantación local y la generación de confianza en el sistema social al que pertenecemos, aunando la riqueza de la libertad personal de cada individuo, con el compromiso de éstos para formar un grupo con un objetivo común. El trabajo prolongado y crecientemente profesionalizado de las asociaciones de consumidores ha conseguido ir cambiando la imagen de pasividad e indiferencia de la sociedad, hasta el punto de que las referencias a éstas evocan en las sociedades más avanzadas, un entorno de públicos activos y reivindicativos, celosos de la vigilancia por la calidad de los productos y servicios que consumen y organizados como interlocutores responsable frente a los productores u oferentes de los diferentes artículos y prestaciones. La relevancia de la actividad de las asociaciones de consumidores en el espacio público se explica por su eficacia como instancia intermedia entre diferentes grupos de interés actuando como un efectivo contrapoder político y económico. Es en el ámbito de la defensa de los derechos de los consumidores, donde de una manera más ilustrativa se comprueba la necesidad de ese contrapeso. A la hora de legislar aspectos concretos de la prestación de servicios o la venta de productos, el hecho de que se incluyan o no determinados conceptos puede suponer de un lado (empresarial) una notable incidencia en la cuenta de resultados, de otro (consumidor), una clara merma de sus derechos. El uso hábil de los medios de comunicación por parte de las asociaciones de consumidores, haciendo públicos los debates o conflictos de intereses, supone un contrapeso añadido, haciendo más transparente el proceso de la toma de decisiones que afectan a los derechos de los ciudadanos. La existencia de la presión social pública por parte de las asociaciones permite y favorece, en determinadas ocasiones la acción de los poderes públicos frente a determinados grupos de interés. Este movimiento juega en la actualidad un papel fundamental como expresión de la solidaridad de la sociedad, así como elemento de sensibilización y de presión hacia los poderes públicos. La autofinanciación de este tipo de organizaciones está aún lejana, debiendo ser necesaria que el Estado siga contribuyendo a la financiación de las mismas, puesto que los intereses que se defienden repercutirán en toda la sociedad. Si me permitan ustedes, me gustaría terminar con una frase de Concepción Arenal, “La sociedad que economiza las obligaciones de justicia, las paga después con lágrimas y sangre”. Isabel Ávila Fernández-Monge Presidenta de CEACCU