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ORACIÓN PARA VIVIR EN LA DIVINA VOLUNTAD
POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ, DE NUESTROS ENEMIGOS LÍBRANOS SEÑOR DIOS
NUESTRO. EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO, Amén.
EN LA DIVINA VOLUNTAD MARÍA SANTÍSIMA ME BENDIGA, ME PRESERVE DE TODO
MAL Y PRONUNCIE EN MÍ SU SANTÍSIMO FIAT, Amén.
¡Dios mío, yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas! ¡Yo me arrepiento de
todos mis pecados porque te ofenden a Ti, que eres tan bueno! ¡Señor, perdóname y
ayúdame para que nunca más vuelva a ofenderte, que yo así te lo prometo!
¡Jesús, vida mía, pálpito de mi corazón, respiro de mi alma, centro de mi inteligencia, mi
pequeñez se sumerge en Ti, se pierde en Ti! ¡Cuál pequeño niño que no es capaz de dar solo
ni un paso, a Ti me acerco, me prendo de tu mano y junto a Ti y a María Santísima entro en
la luz interminable de tu Divina Voluntad!
¡Mi Buen Jesús, fijo y consumo mi voluntad en tu Voluntad, uno mi fiat a tu Fiat, mi
nada la sumerjo en Ti, quien eres mi Todo, muero a mí para resucitar en Ti, a fin de que
realices la verdadera y real transformación de mi vida en la Tuya! ¡Mi Buen Jesús, hago
mío tu “Sí”, tu obediencia filial a la Voluntad del Padre! ¡Hago mío el “Fiat” de María
Santísima, su abandono amoroso a la Voluntad de Dios!, y en ellos pronuncio mi propio
“fiat”, diciéndote: ¡Sí, mi Jesús, haz vida operante en mi alma! ¡Sí, mi Jesús, acepto todo lo
que dispongas en mi existencia con tal de que tu Voluntad se convierta en mi respiro, en mi
aire, en mi pálpito, en mi corazón, en mi vida, en mi muerte! ¡Sí, mi Jesús, ven a reinar en
mi alma, ven a formar en mí tu vida continua, ven a ocupar el lugar número uno en mi
corazón! ¡Ven, en tu Acto Único y Eterno, a ser el actor y el espectador de todas mis
acciones! ¡Ven, en tu Fiat Supremo, a llamar tus actos divinos sobre mis actos humanos!
¡Ven a darle la forma de tu mirada a mis ojos, de tus palabras a mi boca, de tus
pensamientos a mi inteligencia, de tus recuerdos a mi memoria, de tus intenciones a mi
voluntad, de tu santidad a mi alma, de tu confianza a mi oración, de tu obrar y sufrir a mi
vida! ¡Ven a centrar tu Fiat en mi interior, para pensar sólo en Ti, recordarte sólo a Ti,
amarte sólo a Ti, buscarte sólo a Ti, desearte sólo a Ti, tender sólo hacia Ti, vivir sólo por
Ti y para Ti!
¡Mi Buen Jesús, la oración más potente sobre tu Sagrado Corazón y que más te enternece
consiste en revestirme con lo que obró y sufrió tu Humanidad santísima! Por tanto, ¡corono
mi cabeza con tus espinas, cubro mis ojos con tus lágrimas, impregno mi lengua con tu
amargura, unjo mi alma con tu preciosa sangre y, revistiéndome con tus llagas, traspaso mis
manos y mis pies con tus clavos, y, como otro Cristo, me presento delante de la Majestad
Suprema para suplicarle sin cesar que haga reinar y triunfar al Fiat Divino en mi vida! ¡Ven,
Divina Voluntad, a formar tu Reino de amor en la tierra! ¡Ven a vencer y a conquistar a
todos!
¡Mi Buen Jesús, te doy tu amor para reparar las amarguras que te damos con nuestros
pecados! ¡Te doy tu corazón para hacerte olvidar nuestra frialdad, ingratitud y poco amor!
¡Te doy tus armonías para refrescarte el oído del estrépito que recibes con las blasfemias!
¡Te doy tu belleza para sanar la fealdad de nuestras almas cuando se enlodan con la culpa!
¡Te doy tu pureza para suprimir la falta de rectitud de intención y el barro y la podredumbre
que ves en tantas almas! ¡Te doy tu inmensidad para aliviar las voluntarias estrecheces en
las cuales se meten las almas! ¡Te doy tu ardor para quemar los pecados y transformar en
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luz los corazones, con el fin de que todos te amemos y ninguno más te ofenda! En
definitiva, ¡te doy todo aquello que eres Tú para así poder darte satisfacción infinita y amor
eterno! ¡Mi Buen Jesús, sumerjo todo y a todos en tu Voluntad porque quiero amarte,
adorarte, alabarte, glorificarte, bendecirte, agradecerte, reconocerte, repararte por mí y por
todos, para tu mayor gloria y para la santificación universal!
¡Ven, mi Buen Jesús, a vivir en mí tu Vida, Pasión, Muerte y Resurrección! ¡Haz que tu
sagrada Pasión sea mi vida y mi alimento continuos! ¡Crucifícame en tu lugar, oh Señor
mío, de tal modo que, con la potencia de tu amor y de tu dolor, yo pueda curar tus heridas,
secar tus lágrimas, consolar tu corazón! ¡Hazme sumergir, a través de cada acto de vida, en
tu Humanidad santísima, para permanecer dentro de Ti, en tus pasos, en tus pensamientos,
en tus sufrimientos, en tus sentimientos! ¡Qué todo lo que hagas Tú, mi Buen Jesús, lo haga
también yo, para dar perfecto cumplimiento a tu Santísima Voluntad! ¡Qué cada instante de
mi existencia sea una fuente de vida desde la cual Tú, mi Buen Jesús, continuamente llenes
los vacíos de amor de los actos de las creaturas, cambies las acciones de ofensa,
desobediencia, soberbia, ingratitud por acciones puras y santas, transformes el obrar
humano en obrar divino, siembres amor y vida divinas para poder corresponderte con amor
y vida divinas, hagas germinar en las almas la fecundidad divina para multiplicar tu vida en
cada acto humano! ¡Qué cada acto de mi vida sea un continuo recibir del Padre las
perfecciones, los dones, las cualidades divinas que den cumplimiento en mí a la obra
maravillosa de la Creación! ¡Qué sea un continuo recibir de Ti, Hijo de Dios vivo, la
sanación, la liberación, la restauración de vida que me comuniquen los frutos infinitos de la
obra de la Redención! ¡Qué sea un continuo recibir del Espíritu Santo el amor, la luz, la
vida con los que me haga participe de la plenitud de la obra de la Santificación! ¡Qué todo
lo reciba y lo viva en un acto constante de correspondencia amorosa, con el fin de glorificar
el Nombre de Dios mediante el adviento del Reino del Fiat Divino en todos los corazones y
la instauración plena de la Vida de la Divina Voluntad en la tierra, así como es en el Cielo!
¡Mi Buen Jesús, ven a vivir en mí la santidad de tu Humanidad! ¡Haz que yo muera
Contigo para resucitar en tu Santísima Voluntad! ¡Mi Jesús, dulce amor mío, haz de mí tu
pequeña hostia para encerrar en mi interior, como Hostia Viva, todo Tú mismo! ¡Con tu
muerte da muerte a mi querer y vida a tu Fiat en cada corazón para que triunfante y
victorioso se extienda sobre todo el género humano y reine en la tierra como reina en el
Cielo! ¡Haz que circule libremente la vida de tu Fiat Divino en mi vida integral y en la vida
de cada creatura, de tal manera que puedas extender tu amor divino sin tropiezos! ¡Mi Buen
Jesús, haz que yo descubra mi nada para que puedas venir Tú, mi Todo, a establecer tu
morada perpetua en mi alma, a formar tu Reino en mi interior y a extenderlo en todos mis
actos, a constituir la Divina Voluntad como principio de vida de mi alma, como fuente de
vida de mis actos, como centro de vida de mi ser! ¡Haz que mi alma reciba toda la virtud, la
potencia, la santidad, la luz de tu adorable Fiat! ¡Haz, mi Dios y mi Rey, que se realice en
cada uno de tus hijos el milagro de los milagros: VIVIR EN LA UNIDAD DE LUZ DE TU DIVINA
VOLUNTAD!
¡Ven, oh María Santísima, Madre de Jesús y Madre mía, a repetir en mi vida la santidad
de tus acciones! ¡Repite en mí tu adoración, tu alabanza, tu agradecimiento, tu amor a Dios!
¡Ven, Madre Amadísima, a concebir, a hacer crecer y a dar vida a Jesús en mi alma! ¡Ven,
con la fuerza de tu amor materno, a disponer mi alma para que reciba el don de la Divina
Voluntad! ¡En tus manos, Madre y Reina mía, coloco mi voluntad humana, dame en cambio
la Voluntad Divina como vida! ¡Hazme vivir siempre en el cenáculo de amor de tu Corazón
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Inmaculado! ¡Oh Madre Amadísima, Tú que conoces de manera perfecta los caminos de la
santidad y del amor, enséñame a elevar frecuentemente mi espíritu y mi corazón hacia la
Trinidad Santísima! ¡Ten fija tu mirada misericordiosa sobre mí, atráeme a tus claridades,
inúndame en tus dulzuras, llévame siempre más lejos y más alto en los esplendores del
Cielo! ¡Comunícame tu amor materno, tu pureza, tu santidad, tus méritos, tus virtudes, la
vida divina que hay en Ti! ¡Madre Amadísima, une mi “sí” al Tuyo para que Jesús con el
Padre en el Espíritu Santo unan mi ser al Suyo y lleven así mi vida a su plenitud!
¡Ven, Espíritu Santo, ven, Espíritu de Amor! ¡Ven, Espíritu Santo, ven, Espíritu de
Amor! ¡Ven y haz que yo sea Uno con Cristo para vivir siempre por Él, con Él y en Él!
¡Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de
María, tu Amadísima Esposa! ¡Ven a derramar tu efusión divina en mi alma para que me
ames y te ame completamente, para que me poseas y te posea totalmente! ¡Ven, Espíritu
Santo, y dame a conocer tu Voluntad, de tal modo que la ame y la acoja como el primer
acto de mi santificación completa! ¡Ven a formar en mi alma la presencia del Padre
mediante mi vida vivida en la Divina Voluntad, la presencia del Hijo mediante mis actos
vividos en la Voluntad Divina, la presencia Tuya, Espíritu Santo, mediante mi amor vivido
a plenitud en tu Fiat Supremo!
¡Ven, Padre Eterno, y haz que el Reino de la Divina Voluntad se manifieste enteramente
en mi vida! ¡Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que Tú quieras, sea lo que sea te
doy gracias, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal de que tu Santa Voluntad se
cumpla en mí y en todas tus creaturas! ¡Dame luz para conocer tu Voluntad y fuerza para
cumplirla!
¡Siempre Santa e Indivisible Trinidad, te adoro profundamente, te amo intensamente, te
doy gracias perpetuamente, por todos y en los corazones de todos! ¡Siempre Santa e
Indivisible Trinidad, que tu bendición renueve la gracia y Consagración de mi Bautismo,
me confirme en el don de tu semejanza y llame la Vida de tu Voluntad a reinar en mi alma!
¡Quiero renovar esta Consagración y la total entrega de todo cuanto soy, repitiendo con
María, mi Madre Amadísima: “Hágase en mí según tu Palabra”, y con Jesús en el momento
de su Encarnación: “Heme aquí, Padre, que vengo para hacer tu Voluntad”, pues yo
también quiero vivir sólo y siempre en tu Voluntad, para que sea mi vida, mi alimento, mi
todo!
¡Vengan, oh Ángeles y Santos del Cielo, a interceder ante Dios para que me dé la Vida
de la Divina Voluntad! ¡Vengan muy especialmente: San José, Santo Cura de Ars, Padre
San Aníbal de Francia, Padre San Pio de Pietrelcina, San Francisco de Asís, Luisa
Piccarreta, Marta Robin, Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, benditas almas del
Purgatorio! ¡Ven, Arcángel San Gabriel, a revestirme con la fortaleza divina! ¡Ven,
Arcángel San Rafael, a versar en mí el bálsamo divino que cure mis heridas! ¡Ven,
Arcángel San Miguel, y con tu luz ilumíname, con tus alas protégeme, con tu espada
defiéndeme! ¡San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la
maldad y las asechanzas del demonio! ¡Reprímelo, oh Dios, como humildemente te lo
suplicamos! ¡Y tú, oh Príncipe de las Milicias Celestiales, armado con el poder divino,
precipita al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que para la perdición de las
almas andan por el mundo! ¡Ángel de mi Guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni
de noche ni de día hasta que me pongas en paz y alegría con todos los santos, con Jesús,
José y María!
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¡Mi Buen Jesús, abraza con tu Santísima Voluntad todo aquello que quieres que yo haga
en este día, para poder darte mares infinitos de amor, alabanza, reparación y gloria, en
forma completa y perfecta, y junto a todas las creaturas de todos los tiempos! ¡Somos nada,
Dios es todo, Padre te amamos, continúa Divina Voluntad a vivir en mí! ¡Mi Jesús, te amo
con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a mirar en mis ojos! ¡Mi Jesús, te amo con
tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a hablar en mi boca! ¡Mi Jesús, te amo con tu
Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a escuchar en mis oídos! ¡Mi Jesús, te amo con
tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a palpitar en mi corazón! ¡Mi Jesús, te amo
con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a respirar en mi respiro! ¡Mi Jesús, te amo
con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a circular en mi sangre! ¡Mi Jesús, te amo
con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a obrar en mis manos! ¡Mi Jesús, te amo
con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a caminar en mis pasos para ir en busca de
todas las creaturas y llamarlas a Ti! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina
Voluntad, a moverte en mis movimientos! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven,
Divina Voluntad, a pensar en mi mente! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven,
Divina Voluntad, a recordar en mi memoria! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad!
¡Ven, Divina Voluntad, a vivir en mi voluntad! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad!
¡Ven, Divina Voluntad, a pronunciar en mí tu santísimo Fiat! ¡Mi Jesús, te amo con tu
Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a amar, desear, perdonar, decidir, sentir en mi
corazón! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a ofrecer en
mis ofrecimientos para que todo en mí pida continuamente la gloria del Padre y la salvación
de las almas! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, en mis
sufrimientos, y mi alma, unida siempre a tu Voluntad, sea el crucifijo viviente inmolado
para la gloria del Padre! ¡Mi Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad,
a orar en mis oraciones, y después ofrécelas a Ti mismo como mías para satisfacer a las
oraciones de todos y para darle al Padre la gloria que deberían darle todas sus creaturas! ¡Mi
Jesús, te amo con tu Divina Voluntad! ¡Ven, Divina Voluntad, a hacer vida operante en mi
alma! ¡Haz, oh Jesús mío, que todo aquello que yo diga y haga sea una continua
consagración de Ti en mí y en las almas!
¡Mi Buen Jesús, sella y confirma en tu Fiat Supremo mis actos internos, externos,
voluntarios, involuntarios, presentes, pasados, futuros, naturales y espirituales para que mi
vida se convierta en un acto ininterrumpido de Voluntad Divina! ¡Mi Buen Jesús, uno mis
actos a los de tu sagrada Humanidad, a los de María Santísima, a los de Luisa Piccarreta y a
los de los hijos de la Divina Voluntad, para ir juntos en busca de los actos de las creaturas
con el fin de rehacer los actos malos, hacer los actos buenos que faltan y perfeccionar los
actos que contienen germen humano, hasta que la humanidad entera quede santificada a la
luz de la semejanza divina! ¡Y así, en la unidad de un solo querer y de un solo obrar cual
verdadera familia de Dios, nos postramos delante de la Trinidad Sacrosanta en actitud de
profunda adoración, con el propósito de ofrecerle, en homenaje de amor y de gloria, nuestro
propio renacimiento de vida a la plenitud de la Vida Divina, la Vida de la Divina Voluntad,
en la que, radiantes de felicidad, regresamos al orden, al puesto y a la finalidad para los
cuales fuimos creados por Dios!
GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO, GLORIA AL ESPÍRITU SANTO. COMO ERA EN EL
PRINCIPIO, AHORA Y SIEMPRE, POR LOS SIGLOR DE LOS SIGLOS, Amén.