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El Trimestre Económico
75 años
José Blanco
El 29 de abril de 1934 fue publicado el primer número de El Trimestre Económico
y casi cinco meses después, el 3 de septiembre del mismo año, se instituye el Fondo de
Cultura Económica. Han transcurrido tres cuartos de siglo desde la fundación de estas
queridas instituciones, y helas aquí, a ojos vistas, cada día más jóvenes. Para conmemorar
origen e historia de El Trimestre, conmemorar en el recto sentido de hacer memoria
solemne de esos hechos, nos han reunido sus directivos.
Mi agradecimiento al director del Fondo Joaquín Díez-Canedo y al director de El
Trimestre, Fausto Hernández Trillo, por esta invitación que me honra. Gracias Joaquín,
gracias Fausto.
“Para los economistas principalmente latinoamericanos, El Trimestre Económico
ha sido el medio por el que hemos tenido acceso, en muchas ocasiones por vez primera, a
recientes desarrollos del pensamiento teórico. Ha sido también un riguroso catálogo de
los problemas que en su tiempo ocuparan la atención de los economistas nacionales y
extranjeros, de una amplia gama de escuelas y nacionalidades. En las últimas décadas,
diversificó su actividad editorial y nos ha entregado, con gran calidad, la serie Lecturas,
que es ya material imprescindible en las bibliotecas de quienes se ocupan de la economía
y en general de las ciencias sociales.”
Pido disculpas por autocitarme: esas palabras tuve ocasión de escribirlas cuando
fui director de la Facultad de Economía de la UNAM, y El Trimestre cumplía cincuenta
años. Las encuentro vigentes y por ello me he atrevido a resucitarlas. Es sumamente grato
escribir esas mismas palabras, en su aniversario 75.
Nuestra revista no parece haber nacido del acaso, sino del reconocimiento de su
necesidad, por tres grandes y tesoneros mexicanos: Daniel Cosío Villegas en primer lugar,
y el invaluable concurso de Eduardo Villaseñor y de Manuel Gómez Morín. Evocar sus
nombres es conmemorar el origen de una publicación que, con el tiempo, resultaría
enormemente vital. Imposible evocar la impresionante nómina de quienes han desfilado
en sus páginas a lo largo de su historia.
Quienes estuvieron en su origen fueron forjadores de instituciones: era el tiempo
de nuestro país entonces, crear más y más instituciones, pues veníamos de una guerra
civil –que estaba no muy atrás-, que había borrado del mapa al Estado oligárquico, y que
dejó a los mexicanos la tarea de crear todas las instituciones de un nuevo Estado.
Ellos, los fundadores de El Trimestre y del Fondo fueron parte de esas
generaciones que debieron empeñar su voluntad y su tiempo en crear instituciones que
respondieran a la demanda de un país que quería y requería de innumerables
transformaciones e innovaciones institucionales, para dejar atrás esa nación de parias
que, aún hoy, bajo otras condiciones, está con nosotros ocupando un vasto espacio de
nuestro tejido social.
Pero el acaso también es, sin remedio, un actor. Pedro Henríquez Ureña,
entrañable personaje de esta noble casa, dirigía a la sazón la Escuela de Verano de la
UNAM, en la que Daniel Cosío Villegas era profesor. El acaso digo yo llevó a un curso de la
Escuela de Verano a la viuda de un renombrado profesor de Harvard. Fue ella quien vio en
Cosío el potencial intelectual y de creador de instituciones que después demostraría; por
eso tal vez le insistió una y otra vez a que pasara un tiempo en la Universidad de Harvard1,
e interpuso para ello sus buenos oficios, a fin de que fuera aceptado como alumno
especial. Fue así, en el inicio, como Cosío se introdujo en el mundo de la economía. Cosío
escribe en sus Memorias que este fue “un hecho inesperado que le cambió el curso de su
vida…”
Cosío partió a Harvard en 1925. Para 1929 los cursos que tomó en Harvard y en
otras instituciones estadunidenses le habían permitido entender el lenguaje teórico, el
lenguaje cuantitativo, y el lenguaje histórico que la formación del economista requiere.
Esos tres carriles, sobre los que ha caminado durante 75 años El Trimestre.
Como tantas publicaciones, El Trimestre se ha ocupado a lo largo de su historia,
de los temas y los problemas de su tiempo, teóricos o del acontecer económico en
México, en América Latina y más allá, de vez en cuando. Y como siempre, en cada etapa
de la vida de México, de América Latina, y de la propia revista, podemos identificar el
mainstream económico que fuera el faro que le dio dirección y guió su producción
académica, intelectual y reflexiva.
Hace más de tres décadas que la economía mundial gira en torno al eje Estados
Unidos – Unión Europea – Japón. Este eje se configuró en el marco del arreglo
institucional de 1944/45 de Bretton Woods. Durante ese lapso surgieron nuevas
experiencias exitosas de desarrollo que combinaron nuevas formas de organización
económica y nuevas instituciones, con avances espectaculares de su educación hasta el
nivel superior. Esas transformaciones fueron el soporte del desarrollo de la nueva
tecnociencia en la que vive hoy inmerso el mundo desarrollado, y todo ello configuró
1
Véase Graciela Márquez, “Daniel Cosío Villegas, sus años como economista”, Centro de Estudios
Económicos de El Colegio de México, Documento Num XI, 2001.
círculos virtuosos de sinergias que daban vuelta cada vez más hacia arriba a la curva de los
recién llegados al desarrollo.
Tales rasgos comunes, abstraídos de las respectivas experiencias históricas de cada
uno de esos países, poseen, sin embargo, contenidos diferentes. El paso al desarrollo de
cada país que ha entrado al club de los desarrollados, ha sido una experiencia original,
propia, surgida de los elementos que estaban ahí, en su fondo social histórico. “El original
de la copia” la llamó en los años 40 el economista ruso vuelto estadunidense Alexander
Gerschenkron.
También tienen en común esos países el haber dado ese salto acoplándose al eje
Estados Unidos – Unión Europea – Japón, aunque lo hicieron de manera diferenciada.
Hoy el mundo vive una de sus más profundas crisis desde 1929.
Mientras las economías de ese eje se debatirán en los próximos años en un
endeudamiento astronómico, del que aún no sabemos cómo saldrán; quizá vean avanzar
su desempleo ineluctablemente, y oirán que la deflación toca a sus puertas, otros países,
que venían acercándose al umbral del desarrollo, quedaron en posición de redefinir sus
rumbos, como en los casos de Brasil, Rusia, India y China. Estas economías comienzan a
adquirir una solidez creciente, no sólo como países que pueden acelerar su marcha hacia
el desarrollo, sino convertirse, desde ahora, en un factor tal vez relevante de estabilidad
para la economía mundial.
De conservarse, las tendencias actuales tienen los visos de dar a luz una nueva
multipolaridad internacional, distinta de la que conocemos, acaso una distribución más
horizontal del poder en el mundo y, siguiendo con mi lista de buenos deseos, una sujeción
de la esfera financiera a la economía real, mientras ésta última se pone mucho más
claramente al servicio de una política de desarrollo social efectiva. Esto último significa la
imperiosa necesidad de fijar un piso mínimo aceptable en términos de salud y educación
para toda la población del planeta.
Si ello ocurriera, veríamos caer lentamente el telón del último mainstream
económico, aún fuertemente ligado al arreglo institucional internacional de 1944/45, y un
nuevo y hoy desconocido maisntream emergería a la superficie para hacerse cargo de
cuántas cosas. Entre otras, de darle una direccionalidad actualizada a nuestra revista.
Acaso los lectores de El Trimestre Económico del futuro, constaten que la historia continúa
fluyendo y cambiándolo todo.
Muchas gracias.
Xalapa, junio, 2009.