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EL REINADO DE LOS AUSTRIAS EN ESPAÑA.
1. LOS AUSTRIAS MAYORES: CARLOS I Y FELIPE II.
Carlos I fue proclamado rey en 1516. Su herencia era enorme:
Por parte de su abuela Isabel la Católica: Castilla, Canarias, Melilla Orán
y los territorios americanos
Por parte de su abuelo Fernando el Católico: Nápoles, Sicilia, Cerdeña,
Rosellón, Cerdaña, Atenas y Neopatria.
Por parte de su otro abuelo, Maximiliano de Austria, y de la casa de
Borgoña: Bélgica, Holanda, Franco Condado y el Archiducado de Austria.
Nos encontramos, pues, que con esta enorme herencia, Carlos I se
convertía en el monarca más poderoso de toda Europa. Por si fuera poco, en
1519 (una vez muerto su abuelo Maximiliano), Carlos I fue proclamado
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (Alemania).
Hay que decir que Carlos I apenas se comportó como rey de España:
nació en Flandes y para él España era uno más de sus múltiples dominios y,
de hecho, sólo vivió catorce años en nuestro país (cuando por primera vez llegó
a España en 1517 apenas sabía hablar castellano). Poco a poco se iría
ciertamente acercando a la Península, pero sus motivos para ello no siempre
serían desinteresados.
Su hijo y sucesor, Felipe II, nunca llegó a ser emperador de Alemania. Este
rey, siempre entregado a su tarea de gobernante, residió en España durante
todo su reinado (él fue quien fijó la capital de España en Madrid). Para él
España (y más aún Castilla) no fue uno más de sus dominios sino el más
importante de todo el Imperio. Por lo demás, como veremos, su política fue
muy parecida a la de Carlos I.
1.1. EL REINADO DE CARLOS I (Y V DE ALEMANIA).
1.1.a. Política interior: Comunidades y Germanías.
A los pocos años de reinar Carlos I, este rey tuvo que hacer frente a dos
rebeliones en el propio territorio peninsular:
Las Germanías (1519-1521): se trata de una revuelta que tuvo lugar en la
Corona de Aragón y en especial en Valencia. Se rebelaron los campesinos
contra
los
señores,
ante
la
situación de
graves
abusos
que
venía
produciéndose. A la vez, la burguesía de las ciudades apoyó a los campesinos. El
rey se alió con los nobles, y los “agermanados” –es decir, los rebeldes- fueron
derrotados en 1521.
Las Comunidades (1520-1522): fue la revuelta más importante que hubo de
padecer Carlos I. En este caso quien se rebeló fue la burguesía (artesanos y
comerciantes) de varias ciudades de la Meseta: Toledo, Segovia, Ávila,
Burgos. Los “comuneros” contaban con tres líderes: Juan de Padilla, Juan
Bravo y Francisco Maldonado. Esta revuelta fue debida a varias causas:
-El rey apenas se ocupaba del reino de Castilla: nada más llegar a la
Península dio los más altos cargos a sus consejeros extranjeros –
flamencos-. Por si fuera poco, estaba sacando de Castilla grandes
cantidades de oro, pues en este reino las cortes eran débiles y apenas se
oponían a las órdenes del rey; éste necesitaba mucho oro si querías er elegido
emperador.
-La burguesía de las ciudades castellanas se rebeló también por otro motivo:
Carlos I tenía totalmente descuidada la artesanía castellana: la lana de las
ovejas merinas seguía siendo exportada a Inglaterra, con lo cual los
burgueses de las ciudades apenas podían prosperar, pues compraban la propia
lana castellana mucho más cara que los extranjeros. Lo que quería la burguesía
era que Carlos I defendiera sus intereses, que se preocupara por Castilla.
En 1522 Carlos I logró derrotar a los comuneros. Esta derrota supuso
dos cosas:
-En adelante, Carlos I podría sacar de Castilla todo el oro que quisiera,
sin que nadie pudiera oponer ninguna resistencia.
-La burguesía castellana siguió estando tan marginada como de costumbre.
Poco a poco su fuerza fue decayendo. En Castilla nunca pudo haber una
burguesía fuerte porque los reyes jamás defendieron sus intereses. Así,
siglos
después
industrializarse.
este
territorio
tendría
muchos
problemas
para
1.1.b. Política exterior.
-Luchas contra Francia. Ya desde tiempos de Fernando el Católico, las relaciones
con Francia eran francamente malas. Ahora, con Carlos I, se llegó a la guerra, una
guerra que duró de 1525 a 1544. Carlos I y Francisco I de Francia luchaban por el
control de Milán (zona muy estratégica por encontrarse al lado de Austria, es
decir, al lado del Imperio). Al final de estas guerras fue Carlos I quien obtuvo
el dominio del Milanesado.
-Luchas contra los protestantes. Precisamente en esta época Martín Lutero
rompe con la Iglesia católica y se produce el cisma protestante. Carlos I siempre
estuvo del lado de los católicos, pero los príncipes alemanes en su mayoría siguieron
a Lutero y se separaron también de la Iglesia. Carlos, como emperador de
Alemania, no podía permitir que en su imperio hubiera protestantes. Durante
muchos años hizo la guerra a dichos príncipes. Al final perdió y no tuvo más
remedio que permitir que cada uno de ellos impusiera en su territorio la religión
que quisiese.
1.1.c. Últimos años del reinado de Carlos I.
Después de este último fracaso y aquejado de mala salud (tenía ya 56 años),
Carlos I abandonó la vida pública y dividió el imperio en dos partes: la mitad
oriental para su hermano, Fernando de Habsburgo, y la occidental para su hijo
Felipe. Después de esto, se dedicó a vivir plácidamente sus últimos años de vida en
el monasterio de Yuste. Por desgracia, sus guerras imperiales habían resultado
carísimas y Castilla era siempre quien pagaba (las cortes eran muy débiles en
Castilla, y el rey tenía vía libre para obtener todo el dinero que necesitara). Así
pues, podemos decir que Carlos I arruinó la economía castellana. Dejó al reino
al borde de la bancarrota.
1.2.
EL REINADO DE FELIPE II.
Debemos partir del hecho de que Felipe II nunca fue emperador de Alemania
y que, además, heredó sólo la mitad de los territorios que había controlado su
padre. Con todo, sus dominios seguías siendo enormes (Castilla, Aragón, América,
Flandes y Borgoña, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, América y el Milanesado). Veamos
ahora cómo se orientó su política.
1.2.a. Política Interior.
Felipe II siguió siendo, como antes lo había sido su padre, el máximo
defensor de la fe católica. Intentó evitar en la medida de lo posible que el
protestantismo se extendiera por España y para eso tomó distintas decisiones,
siguiendo las directrices del Concilio de Trento:
-Se persiguió duramente a los no católicos a través de la Inquisición:
judaizantes, islamizantes y también ahora a los protestantes.
-Se creó un Índice de Libros Prohibidos, es decir, libros contrarios a la fe
católica.
-Se prohibió a los españoles viajar a tierras protestantes y se les impidió
también que estudiaran en universidades extranjeras para impedir que se
“contaminaran”.
-Los musulmanes que vivían en Granada (“moriscos”) vieron cómo su situación
era cada vez peor: se les prohibió hablar su lengua en lugares públicos, utilizar
sus vestimentas tradicionales y realizar muchas de sus costumbres. Esto provocó,
en 1568, una fuerte insurrección en la zona de las Alpujarrras, que no fue
sofocada hasta que pasaron unos dos años. Todas estas medidas hicieron que
España se fuera convirtiendo en una sociedad cada vez más cerrada cultural y
mentalmente.
-Por otra parte, las relaciones entre Castilla y la Corona de Aragón empezaron
a hacerse cada vez más tensas: el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, se vio
complicado en un caso de asesinato en la corte. Huyó a Aragón y allí pidió ayuda al
Justicia Mayor de Aragón. Éste se negó a entregar al asesino alegando que antes
debía ser juzgado conforme a las normas del reino. Entonces Felipe II entró por la
fuerza en Aragón y apresó a Antonio Pérez, violando todos los fueros y leyes de la
Corona.
1.2.b. Política exterior.
1. En primer lugar, Felipe II siguió luchando contra Francia igual que lo había hecho
su padre (Victoria de San Qintín, en1557). Durante muchos años este país sufrió
sangrientas
guerras
que
enfrentaron
a
católicos
contra
protestantes
(“hugonotes”). Por supuesto, Felipe siempre apoyó a los católicos franceses.
Estas guerras no terminaron hasta 1593, cuando un noble hugonote, Enrique de
Navarra (o de Borbón) subió al trono, permitiendo la libertad de cultos. No
obstante, este rey a fin de llevarse bien con los católicos se hizo católico él mismo.
Gracias a eso España y Francia firmaron por fin la paz (Paz de Verins).
2. Durante su reinado, Felipe II se encontró con un duro problema dentro de sus
propios dominios: la rebelión de los Países Bajos. Estas tierras pertenecían a la
Corona Española; ahora, sin embargo, todo el norte del país (lo que luego sería
Holanda) se había convertido al protestantismo. Felipe persiguió duramente a los
protestantes pero esta política de mano dura sólo consiguió que los holandeses se
rebelaran. Los Países Bajos se hundieron en una guerra que duró muchos años y
que, como siempre, costó carísima a Castilla.
3. También Felipe II tuvo que vérselas con Inglaterra. Por una parte, este país
estaba apoyando a los protestantes franceses. Por otra parte, Inglaterra tenía
interés en comerciar con América, cosa que el rey español no podía permitir. La
reina de Inglaterra contrataba entonces piratas (corsarios) para que destrozaran
los barcos españoles impidiendo a España comerciar con sus propias colonias. La
situación llegó a ser tan tensa que al final Felipe II declaró la guerra a Inglaterra.
Organizó un gran ejército de marina, la Armada Invencible, y marchó a luchar
contra los ingleses. Pero la Armada Invencible fue destrozada por una tormenta sin
apenas haber entrado en combate. Así pues, la piratería inglesa continuó en el
Atlántico y, al final, fueron los ingleses quienes acabaron colonizando América
del Norte.
4. Felipe, II sí logró al menos limpiar el Mediterráneo de piratas turcos (éstos
venían sobre todo de Túnez y de Argel), aunque para ello tuvo que pedir ayuda al
papa y a la República de Venecia. Juntos vencieron a los musulmanes en la Batalla
de Lepanto.
5. Por último, al morir sin herederos el rey de Portugal, Felipe II pudo
convertirse en monarca de este reino.
1.3.
ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI.
En primer lugar vemos cómo Castilla, en lo económico y lo demográfico,
siguió teniendo una situación muy superior a la de Aragón: así, por ejemplo, la
población castellana crecía constantemente mientras que la aragonesa apenas
aumentaba.
En cuanto a la agricultura, los reyes siguieron despreocupándose por
completo de ella. Si a ello le unimos el hecho de que la mayoría de la tierra
estaba en manos de la nobleza y de la Iglesia, nos encontraremos con que la
situación del campesino era mísera y con que éste se hallaba a menudo al borde
del hambre.
De la industria los reyes se despreocuparon igualmente, permitiendo que
la lana se siguiera exportando y no beneficiando para nada a la burguesía
castellana.
Por lo demás, estos reyes apenas se ocuparon de la economía
castellana, pues estaban demasiado preocupados manteniendo su enorme
imperio y luchando contra media Europa. Sus guerras, carísimas, estaban
arruinando Castilla. Durante el siglo XVI las cosas fueron aparentemente bien
gracias al oro y la plata que llegaban de América, pero ese equilibrio tan precario
no podía durar mucho tiempo. Todavía Carlos I fue capaz de pagar sus enormes
deudas. Pero Felipe II acabó declarándose en bancarrota no una sino varias
veces. El Imperio era un “gigante con los pies de barro”.
2. LOS AUSTRIAS MENORES. FELIPE III, FELIPE IV Y CARLOS II.
En general, nos encontramos ante tres reyes de personalidad muy débil, que por
distintas circunstancias se despreocuparon del gobierno de sus reinos y entregaron
el poder a validos: hombres de su confianza que con frecuencia hicieron y
deshicieron a su antojo, hundiendo todavía más la economía castellana. Nos
hallamos ante una época de profunda crisis económica en la que, sin embargo,
nuestro arte y literatura florecieron con enorme esplendor. Así, solemos llamar al
siglo XVII, Siglo de Oro español.
2.1.
EL REINADO DE FELIPE III.
Este rey, de personalidad muy débil y perezosa, entregó el gobierno de
su reino a un valido, el duque de Lerma. Este último sacó de Castilla enormes
cantidades de dinero que fueron a parar a su bolsillo y al de sus familiares y
amigos. Con frecuencia se ha dicho que Felipe III fue uno de los reyes más
inútiles de toda la historia de España. Su reinado coincidió con una época de
paz que podría haber sido aprovechada para sanear la maltrecha economía
castellana. Pero nada de eso fue posible por la dejadez del rey y la falta de
escrúpulos del duque de Lerma y otros cortesanos. Por último, a fin de desviar la
atención que podía provocar en la sociedad tanta incompetencia, expulsó a los
moriscos, lo que produjo aún más desarreglos económicos, a la vez que contribuía
a crear una sociedad cada vez más cerrada e intolerante.
2.2. EL REINADO DE FELIPE IV.
Estamos ante el reinado más largo del siglo XVII (1621-1665). También
este rey, igual de débil que su padre, entregó el poder a otro valido, en este
caso el famoso conde-duque de Olivares. Por desgracia, tampoco Olivares
hizo mucho por sanear la economía castellana. Este valido consideraba que
por encima de España y Castilla estaba el imperio, y que lo más importante era
que dicho imperio siguiera siendo la mayor potencia de Europa. Para eso continuó
interviniendo en guerras carísimas, que hundieron aún más la economía
castellana.
En 1618 los Habsburgo de Austria sufrieron en su territorio una rebelión de
los protestantes checos que muy pronto acabaría convirtiéndose en guerra
internacional: la Guerra de los Treinta Años. Todo se complicó cuando los
rebeldes protestantes recibieron la ayuda de Suecia, Dinamarca, Holanda y,
posteriormente, Francia.
Los
Habsburgo
españoles,
que
eran
grandes
defensores del catolicismo, se apresuraron a ayudar a sus parientes, los
Habsburgo de Austria. La guerra no terminó hasta 1648. La perdieron los
Habsburgo y, como consecuencia, se vieron obligados a permitir la libertad
religiosa. Pero el rey de España, al hallarse en el bando perdedor, hubo de
conceder la independencia a Holanda (que estaba entre los ganadores). Estos
acuerdos se ratificaron en la Paz de Westfalia.
Por si fuera poco, España aún siguió guerreando algunos años más contra
Francia, y esta guerra también la perdió, lo que supuso la pérdida del
Rosellón y la Cerdaña. En consecuencia, estos enfrentamientos supusieron el fin
del Imperio español. A partir de ahora España sería una potencia de segundo
orden en Europa.
Pero aún en medio de esta guerra, el conde-duque de Olivares tuvo que
hacer frente a otros problemas aún mayores:
-La rebelión de Cataluña. Olivares consideraba que no sólo Castilla debía
sufragar los costes de una política belicista e imperialista tan cara. También los
demás reinos peninsulares, Cataluña, Aragón, Valencia y Portugal, debían pagar su
parte para así descargar a Castilla de tantos sacrificios económicos. Pero dichos
reinos, y en especial Cataluña, se negaron a pagar. Consideraban que Castilla era
en realidad el centro de la política española; allí vivían los reyes y se tomaban las
decisiones importantes: Castilla era el Imperio y sólo Castilla debía pagar.
Para obligar a los catalanes a pagar, Olivares, en su guerra contra Francia,
llevó a Cataluña las operaciones militares. Los campesinos catalanes se vieron
obligados a pagar impuestos y a alojar a las tropas. Esto provocó el día de
corpus de 1640 una violentísima insurrección (“Corpus Sangriento”) que en
pocos días se convirtió en verdadera guerra civil, y que tardó varios años en
ser controlada.
-También en 1640 Portugal aprovechó para independizarse de España.
2.3. EL REINADO DE CARLOS II.
Nos encontramos ahora con una España hundida por completo en la
crisis, un país que ha visto caer su imperio y que no es capaz de levantarse.
Frente a él, un rey incapaz de gobernar, al que sus parientes y validos
siguen manejando a su antojo. Por si fuera poco, Carlos II muere en 1700
sin dejar un heredero. Esta situación hará que España acabe hundiéndose en
un nuevo desastre.
Por lo demás, en los reinos hispánicos la población retrocede, sobre todo en
Castilla y Extremadura. Los núcleos rurales se despueblan, la agricultura es
incapaz de alimentar a la población e incluso la propia ganadería decae en esta
época. Por si fuera poco, ya no llegan a Castilla tantas partidas de oro y plata
como antes. Los Austrias menores siguen declarándose en bancarrota en
repetidas ocasiones. Por si fuera poco, los reyes, empeñados en continuar sus
guerras europeas, no hacen más que subir los impuestos. Lógicamente, el hambre
hará estragos entre el campesinado peninsular.