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JESÚS Y LOS MAGOS DE ORIENTE MIRADA A LA VIDA Si miramos nuestro entorno, a nuestra realidad, enseguida descubrimos una serie de tópicos que, sin duda alguna, muestran claramente el sentir y el pensar de esa cultura nuestra. Por ejemplo, que la fe, la conciencia recta, los asuntos de Iglesia… son asuntos de personas sencillas, de coitados, de gente de segundo orden. Y es que está de moda renunciar fácilmente a los valores que sostienen el edificio de la vida de la persona. Es un hecho que se constata fácilmente y que crea interrogantes serios de cara la mañana. Así, se cree que las personas sencillas fácilmente aceptan las verdades de fe y otros aspectos de la vida; al contrario, los sabiondos solo aceptan lo que sus conocimientos alcanzan a entender y, desde esa óptica, sólo es válido aquello que es demostrable y con garantías científicas. Es la constatación de un hecho o de una realidad que está ahí y que se supone como válida. Pero este “principio” de nuestra cultura, no es verdad del todo ni mucho menos. En el caminar de la historia, siempre ha habido personas que, con toda la carga de sus conocimientos, han alcanzado la plenitud de su vida y también de su fe. Hombres y mujeres que han buscado, con ahínco, la luz y la verdad de los misterios de la vida, sin fiarse del todo de los logros alcanzados. Aquí nos encontramos en la escena que hoy contemplamos: hombres “Sabios” que buscan con honradez, que se han encontrado con la “estrella” que les ilumina en su caminar, y que se postran, humildemente, ente el Niño que ha encontrado y a quien le ofrecen sus regalos más valiosos, llenos de simbolismo, cargados de vida. Son los REYES SANTOS, que dicen que vienen de Oriente, en ese su afán de búsqueda honesta. Abrir los ojos y el corazón es la forma de ver y contemplar esta escena, cargada de tantos sentimientos y emociones en este contexto cultural nuestro. Pero es necesario ir “más allá” para captar cuanto nos está ofreciendo. A LA LUZ DEL EVANGELIO EVANGELIO: Mateo 2, 1-12 Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: - «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: - «En Belén de Judea. Porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: - «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino. HOY Y AQUÍ La estrella, la búsqueda, el camino, los amigos, la Biblia, los regalos… son los “signos” que apuntan y señalan el lugar donde es posible el ENCUENTRO CON JESÚS, un encuentro que realiza, cumplidamente, el objetivo de los Sabios de todos los tiempos. El esfuerzo ha merecido la pena; las dificultades han sido superadas, aunque han formado parte del caminar y de la búsqueda. Y quienes han llegado ahí, ahora vuelven a su lugar de origen, a su realidad “por otro camino”. Y vuelven llenos de gozo, plenos en su fuero interno, y convencidos de que ha merecido la pena. Siempre ha habido quienes ha buscado con fidelidad ese momento y ese encuentro. También hoy en día, a pesar de las “ofertas” diferentes de nuestra cultura, hay personas que se empeñan; también hoy, hombres y mujeres, jóvenes y adultos BUSCAN a Jesús. Acaso sean más de los que nuestro entorno cree. Es muy posible que sean gente sencilla, o con conocimientos más profundos, pero son personas que se han encontrado con Él. Las palabras que expresan esa experiencia no tienen nada de particular: “Entonces comencé a ser realmente cristiano…”; “Desde entonces, yo le siento a Jesús caminando a mi lado…”; “Desde entonces, fulano es otra persona…” son nada más que una muestra de esa realidad que está ahí, que es palpable, a pesar de los pesares. ¡Cuestión de tener los ojos y el corazón abiertos! También nosotros, ante este cuadro evangélico, somos invitados a esa búsqueda, a realizar ese camino. Ya sea en grupo; o desde la lectura y profundización de la Palabra en la Biblia; o desde un encuentro de Oración… Seguro que Él mismo nos ha puesto en camino; seguro que Él mismo nos saldrá al encuentro. Y es desde ahí como podré ser “ESTRELLA” para las personas que buscan y, por eso mismo, caminar hacia el ENCUENTRO. Seguro que este día y esta escena evangélica, alegra el corazón de todos los “BUSCADORES DE DIOS”. ¡Ojalá, también nosotros, estemos entre ellos! ORACIÓN Es tu Espíritu, Padre bueno, el que nos pone en camino hacia el ENCUENTRO con Jesús, tu mayor regalo para nosotros. Además, ese mismo Espíritu nos ilumina en los momentos de oscuridad. Pero eres Tú mismo quien ha sembrado en nosotros la sed de encuentro de Jesús. ¡Gracias, Padre, por este regalo! Que no nos cansemos en esa búsqueda, para que, siguiendo a Jesús, encontremos en Ti el descanso pleno y definitivo. AMÉN. PLEGARIA REYES Señor, Tú has puesto en el corazón de todo hombre una semilla tuya y, cuando alguien la encuentra te busca. Y Tú, Señor, no escondes la mano al que la quiere estrechar para caminar contigo. ¡Bendito y alabado seas, Señor! que esperas con infinito amor que cada hombre te busque para darle el mayor y más hondo abrazo. Los Reyes vieron la estrella y se llenaron de alegría. Manifiéstate también a nosotros y a todos los que desesperan. Que descubramos la estrella de tu presencia en nuestra vida diaria: en el encuentro con el amigo, en ése que nos infunde ánimos, en quien nos presta atención o nos pide que compartamos nuestro pan. CANTO LOS MAGOS NO SÉ SI ERAN REYES, NO SÉ SI ERAN TRES. LO MÁS IMPORTANTE ES QUE FUERON A BELÉN (bis). Ellos vieron la estrella, un extraño resplandor, y por ella descubrieron al rey de la creación. Y la estrella les condujo hasta el Dios que hizo la luz, y su ciencia encontró al punto sentido y senda en Jesús. Con la estrella y con los magos por la senda de la fe, para hallar al Dios nacido debemos ir a Belén. Cada hombre a cada instante una estrella ha de seguir. Si seguimos nuestra estrella a Dios tenemos que ir. (José Olivar / Carlos Montero – Disco: “En Belén”. Ediciones Paulinas)