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Discriminación laboral de género en Brasil Mujeres de negro Por Pamela Damia | Desde Salvador de Bahía, Brasil http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=1441 Una tríada de discriminación de raza, género y clase social sigue haciendo ruido en Brasil. Salvador de Bahía cuenta con la mayor diferencia: mujeres negras ganan el 1,9 por ciento del salario mínimo. Un relevamiento realizado por la Secretaría Especial de Políticas para las Mujeres en seis capitales de Brasil, entre julio y septiembre de 2005, demostró que la discriminación laboral sexista es uno de los mayores karmas para la morena población femenina. En la tercera ciudad más importante de Brasil, Salvador, situada en la punta sobresaliente de la Bahía de Todos los Santos, y puerta de entrada para los contingentes de esclavos africanos, que sobrepasaron los cuatro millones y medio desde el inicio de la colonización portuguesa hasta 1851, las mujeres negras ganan el 1,9 por ciento del salario mínimo mientras que las blancas el 4,6. Actualmente, con el 80 por ciento de población afro descendiente, en Bahía preocupa el grave desnivel salarial y social. Según el Director del Centro de Estudios Afro-Orientales de Bahía, Jocélio Teles, faltan políticas públicas, ya que la escolaridad de las mujeres en Brasil subió en los últimos 10 a 20 años, pero en Bahía se continúa en una situación adversa para las afro descendientes. En la cuna de sol y la música popular brasileña, muchos de sus habitantes ya no son parte de la popularidad del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien está por cumplir su mandato pero va camino a una posible reelección en el corriente año. Las mujeres y las personas de raza negra enfrentan importantes barreras para acceder al mercado laboral continuando con una persistente tradición de desigualdad, que afecta a más de 55 millones de personas, que son la mayor parte de la población económicamente activa de Brasil. Según el “Panorama Laboral 2003” de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), un 42 por ciento, que equivale a 19 millones de mujeres, y 44,5 por ciento (36 millones de personas de raza negra) de la población del país, tienen dificultades para insertarse al mercado laboral. Las mujeres, teniendo que enfrentarse con una triple discriminación: de raza, de género y de clase social. Esta realidad demuestra que las arraigadas percepciones culturales y sociales originadas en tiempos de la colonia, cuando a las personas las discriminaban por sus características raciales, étnicas y sexuales, aún persisten en forma de prejuicios, en buena parte de la sociedad brasileña. Así, por ejemplo, los empleadores manejan conceptos jerárquicos de género y raza, en lugar de criterios equitativos como el nivel de escolarización, técnico o el talento. Zelinda Barros, antropóloga e investigadora del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios sobre Mujeres, subrayó en el periódico “A tarde” de Salvador de Bahía que: “la sociedad brasileña todavía precisa caminar para superar las desproporciones sociales graves; el movimiento negro consiguió avances significativos pero todavía la sociedad no llegó a naturalizarlos”. Por otro lado, la Subsecretaria de Planeamiento de la Secretaría de políticas para Mujeres, Angela Fontes, dijo en el mismo diario, que: “el gobierno debería trabajar más en la cuestión de raza y género con educación, capacitación para las mujeres y concientización sobre los derechos laborales”. Esto trae aparejado al fantasma paralizador del desempleo, del cual los negros cargaron con el porcentaje del 10,6 en 2001, lo que supera a la de los blancos por 2,5 por ciento. En el caso de mujeres negras, les correspondió el 13,8 el mismo año. Brasil presenta una tasa de participación de mujeres en el mercado de trabajo de 55 por ciento, porcentaje superior a la tasa promedio en Latinoamérica que es de 45 por ciento. Sin embargo, en las últimas tres décadas, a pesar del aumento de la ocupación femenina, esta población se situó en 27 puntos porcentuales por debajo de la tasa de participación de los hombres en el país. Pero un dato a tener en cuenta es que la gran mayoría de mujeres con empleo en Brasil se encuentra en los segmentos más precarios del mercado de trabajo como es el servicio doméstico, que abarca a un 18,2 por ciento de la fuerza laboral femenina, uno de los porcentajes más elevados de la región. Es decir que una de cada tres mujeres del país no recibe remuneración por su trabajo o se desempeña en el oficio doméstico, que, por sus características, es muy difícil de regularizar por el Estado. Aunque actualmente se está comenzando a tratar, siguiendo el ejemplo de Argentina que recientemente emitió una ley que contempla la seguridad social de amas de casa y empleadas domésticas. La discriminación ha llegado al punto de que, según la prensa alternativa brasileña, asesores del gobierno de Lula sugirieron la esterilización masiva de las mujeres negras, para restringir el aumento de la población de este color y no ser una mayoría absoluta; según estadísticas oficiales, la población negra femenina del país de la zamba es del 50 por ciento. El mestizaje en Brasil es la característica sobresaliente del pueblo brasileño, y podría ser uno de los símbolos de las tolerancia y hermandad; sin embrago, representa uno de los cuadros laborales más discriminativos de la era. Los prejuicios raciales son muy difíciles de erradicar, porque se esconden en el subconsciente del ser humano, enraizado en siglos de esclavitud; así como los prejuicios patriarcales que datan de tiempos remotos. La clase trabajadora, el bastión más fuerte de Lula Da Silva, espera que, de su mano, las cosas cambien en pos de la igualdad real. Fuente: APM (Agencia Periodística del MERCOSUR) 05|02|2006
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