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POEMAS DE UN INTERNADO AFUERA
(ALBERTO A. ARIAS)
***
Estos son algunos de mis textos que podrían ir armando un conjunto inconjunto
intitulado “Poemas de un internado afuera”.
En principio eran sólo dos o tres los poemas elegidos, pero luego, bueh, se fue
armando como una selección..., qué se le va a hacer-ser.
Alberto a.
26 noviembre 2007
INCLUYE:
1.
2.
3.
4.
5.
EL LIBRO DE GRODDECK (EN VERSIÓN DE ELLO)
LA HIENA
LA VOZ «DIOS»
SABER-HACER
MOVIMIENTO PERPETU (JOSEFFI ARCIMBOLDI, O GIUSEPPE ARCIMBOLD )
(Epitafi )
6.
7.
8.
9.
DESSIRES LOCOS
LA FORTALEZA
ÚLTIMA VOLUNTAD DE UN LOCO YO
EL ADJETIVO QUE MATA, EL SUSTANTIVO QUE DA PAVOR
////////////////////////////////////
EL LIBRO DE GRODDECK
(en versión de Ello)
Dice Georg Groddeck:
«el inconsciente muchas veces
siente placer en rimar».
Sí, no dice sobre el ver:
«el inconsciente muchas veces
siente placer en mirar».
¿Diría acaso Groddeck
«muchas veces el inconsciente
en mirar placer siente»?
No, él diría, qué joder,
«muchas veces placer siente
en rimar el inconsciente».
(1998)
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LA HIENA
Guardo en la prisión del cráneo
una hiena reidora
que ronda y ronda —
Y yo mal celebro
que de tanto en cuanto
la irascible, hilarante bestia,
pegue su feroz mordisco
al duro pan de mi cerebro.
(1990 y 1991)
(En conjunción
con Alejandro Mael)
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LA VOZ «DIOS»
¿«Dios» es
no nada?
Pues:
mónada
nonata.
¿«Dios» es
mónada?
Pues:
innata
nonada.
¿«Dios» es
nonada?
Pues:
voz es,
nata.
¿«Dios» es
voz nata?
Pues:
homínida
monada.
¿«Dios» es
monada?
Pues:
voces
mudadas.
¿ Voces,
el habla?
Sí, pues:
balada
humana.
(1997)
Nota:
Ateo de cabo a rabo y fundamentación misma de un ateísmo, el poema ha recibido de un lector este
comentario sorprendente: ‘‘no es muy ateo que digamos’’. Eso me lleva a hacer las siguientes preguntas:
¿dificultades del poema? ¿dificultad de una lectura? ¿o acaso el obstáculo mismo que la voz «Dios» fabrica
en su aplastante reino de la Lengua y en sus aplastados súbditos?
///////////
SABER-HACER
No sé si lo saben
il Dante, Arnaut,
«Ties» Eliot and Pound...
A otro le cabe
‘‘il miglior fabbro’’ :
Juan Pérez, poeta
en sus mil dilemas
del anonimato.
(2002-03)
///////
MOVIMIENTO
PERPETU
(JOSEFFI ARCIMBOLDI, O GIUSEPPE ARCIMBOLD )
(Epitafi )
No descansa aquí Arcimbold ,
ni su arte, ni su despoj ;
tampoco el solo sol negr
del ojo mágico sincer .
Ni él (ni yo) vive tan sol
en la imago del gran Loc ;
ni yo (ni él) niego al Tiemp
su muy perpetuo Movimient .
( 2003)
/////
DESSIRES
LOCOS
Es un agua viva
que surge de lo desconocido
Jean Joseph Rabéarivelo
Un loco duerme en el fangal
y otro despierta en el País de Imerina.
Yo saludo a quien desde el largo invierno de su muerte
en el tiempo
me envía deseos calientes a través del océano:
— Que en el lado oscuro de la luna
jamás brille el sol.
(1989-94)
//////
LA
FORTALEZA
Yo quería mi porción vegetal, mi árbol de naturaleza —
y tuve entonces una higuera como casa tomada
al asalto de mis diez años
con todos mis duendes vestidos de pirata
armados hasta los dientes de sus bocas de cloaca
y el entrefollaje de enormes hojas rugosas
donde darse luego a vivir el sueño de nuestra libertad.
Y de tal somnijugar surgían cabecitas parlantes
trayendo la historia inverosímil del poder de mi ardor batiente —
Y en tanto acechaba así el alba marina del nuevo día
desde lo alto de mi barco vegetal —
sobre el mar del patio todo solo para mí
entre brillantes ramas y hojas y cielo ennegrecido —
llegaba desde la casa el crujido de una pelea con la muerte,
trozo de sinsentido ahogado en un puño de dolor:
Allí, quienes cinco veces le habían disputado a su dios
el honor de la “Creación” humana,
allí ustedes, padres míos, destrozaban el árbol joven
de ramas doradas y adoradas
por la mera sumisión a la costra del pan de su locura.
–Fue entonces que construí acá mi primera fortaleza.
(febrero-marzo 1995)
/////
ÚLTIMA
VOLUNTAD DE UN LOCO YO
— Pedí a gritos que trajesen mi animal enclaustrado
desde la niebla infantil en que se hundían mis cuerpos —
y brujas malquemadas
y a mansalva nosé-yonosé.
(Toda la inmensa ordenación de camas frías
a lo largo de pasillos minotáuricos
trastabillaba y ardía sacudida por mis gritos,
cohetes de risotadas sin temor con terror.)
— ‘‘Amor’’ — gritaba, reía —
‘‘amor que tenés por ídolo el a de mi nacimiento
y el a a ua de mis primeras voces enverbadas,’’
(Como un anciano sacudía la parra entera de mi sueño —
pero no era yo — Y veía cómo chocaban
nubes de altura y de bajura.)
“oíme amor en este trance antes de dejar el alfabeto:
quiero decir mi primer deseo anudado al último:
¡que traigan mi animal hedoníaco hasta esta silla aséptica
y descárguenle un gran peso de verbos acumulados!”
— Pero por toda respuesta recibí
el rebote de mi voz en los laberintos teseados de la sala,
la queja — o qué — o risas de otros locos,
el clanc de las presillas, una sirena a lo lejos,
y las caricias de Brisanoche al segundero de Tictac.
(1994)
/////////////////
EL ADJETIVO QUE MATA, EL SUSTANTIVO QUE DA PAVOR
Uno de los poemas de mi libro Lo (19 poemas) es este:
La razón ilusoria
Para morir de un solo golpe basta y no basta la palabra coraje:
para ver el astro embalsamándose en el cielo,
oír el cielo deteniéndose de un golpe
y su rojo corazón un sol negro.
Ilusoriamente, es verdad, se apaga el mundo ilusorio —
los faros de los muertos describen un círculo vacío,
trazan su definitiva y loca elipse
y caen sobre el mar quebrado que se cae — ...
Pero el mundo — los faros de los vivos rondan y rondan —
pero el mundo que sigue sigue siendo ilusionante.
Después de leerlo (esto fue hace muchos años) un amigo me dijo que había encontrado ahí
una inadmisible redundancia: «su rojo corazón». El argumento fue: «porque el corazón es
rojo».
Pero la cuestión es así: sólo aislada y sin contexto la construcción «rojo corazón» sería una
redundancia. Además, no es verdad que todo corazón es rojo, ya que corazones hay tantos y tan
diversos como se desee y se alcance a percibir: el de este poema es el corazón del cielo, el sol,
que allí de rojo ya no tiene sino lo negro, el eclipse. Es decir, hay tantos corazones, soles u
objetos como el lector admita en el ámbito de la lengua y en la expresión concreta. Y,
precisamente, en el poema la construcción concreta y completa es: su rojo corazón un sol negro.
Entonces le contesté: «Rojo resalta la cualidad contrastante del corazón que, por medio del
verbo tácito, es un sol negro». (Dicho sea de paso, nada hay que pueda existir aislado o sin
contexto.)
Este amigo incluso afirmó: «La frase podría haber sido, simplemente: su corazón un sol
negro». Y entonces agregó la consabida sentencia: «El adjetivo, cuando no da vida, mata».
Pero, desde mi punto de vista, era definitivo: no podía conformarme con un mero «corazón».
Cuando se está escribiendo el poema, no se sabe a ciencia cierta, se escribe a poética expuesta.
Además, el poema implica una propuesta rítmica. Así jugamos nuestro juego.
La crítica de este amigo apuntaba con énfasis hacia una simple cuestión de supuesta
«redundancia» y dejaba pasar sin comentario nada menos que el sentido de ese sol negro
contrastante con el rojo corazón. (Sabemos que —antes y después de Gérard de Nerval— el Sol
Negro es el de la Melancolía o la Locura.) Tampoco comentó el tratamiento del tema de la
muerte y la razón ilusoria que «sostiene» las vidas humanas (¿una muy normal locura?).
Entonces, me quedó esta pregunta: ¿por qué el énfasis allí y nada más?
Y bien: unos días después sosteníamos con él, como harina de otro costal y completamente
olvidados del poema, una conversación telefónica por lo menos extraña, que indicaba en qué
grado superlativo lo afectaba (y debo hacer constar que en ese momento mi amigo no llegaba a
la edad de 35) la simple cuestión de la redundante, adjetiva y sustancial muerte :
AA— ¿Qué pasa, estás mal?
XX— Lo que me pasa es muy simple: no me quiero morir, tengo pavor de la muerte.
He ahí la perfecta redundancia de ese común «lugar común». Es simple: ¿Hay adjetivo
vivificante para muerte? Parafraseando: El sustantivo, cuando no es vida, da pavor.
Pero atención: ¿el «calificativo» no es acaso la exaltación de una cualidad, no absoluta pero
sí indispensable, que el sustantivo (el nombre, incluso «la palabra» genérica) lleva —de alguna
manera o modo de ser—en sí? Concedámosle a la función cualificadora su autonomía relativa
más allá de la razón lingüística, es decir su poder constructivo-destructivo; su dictadura más o
menos irracional: Si mata, mata porque tiene sus motivos. Estos motivos tienen su razón-de-ser
o su sinrazón, tienen su dignidad poética, tienen su propio peso específico poético, pero
difícilmente este mundillo esté a la simple vista del mortal aún no-muerto.
Todo lo cual, como se puede ver, no es una cuestión sin importancia vital, sino viva y poética
preocupación de mortales. Y ha sido en relación con algo de todo esto que en otro lado escribí:
«El poema (la obra) puede despertar al dormido, dormir al despierto, hacer-soñar. A cada uno
puede darle lo otro de su estado, o una aproximación, o una senda hacia el claro del bosque.
Puede conducirlo a lo que se le oculta, o a lo que él se oculta».
(1990-2000)
[La nota “El adjetivo que mata...” fue publicada por primera vez en el espacio “De poco un todo”,
en el mensuario Redes Norte (Vicente López), en mayo de 2002.]
////// fin de la primera selección de "Poemas de un internado afuera, de Alberto a. Arias //////