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La historia del corazón
( Publicado en Revista Creces, Enero 2002 )
No siempre los descubrimientos se atribuyen a las personas que realmente los
realizan. El descubrimiento de la circulación menor del corazón (el pasaje de
la sangre desde el lado derecho del corazón hacia el pulmón y vuelta hacia el
lado izquierdo), es un buen ejemplo de un descubrimiento que se hizo varias
veces a lo largo del tiempo.
En los comienzos de la medicina el corazón era realmente un puzzle. Era evidente que
la sangre pasaba del lado derecho al lado izquierdo. ¿Pero cómo lo hacía? Ahora para
nosotros la respuesta es muy clara: "hace un circuito a través de los pulmones". Es que
habiendo vivido después de William Harvey, sabemos perfectamente que la sangre
circula todo el tiempo.
Sin embargo en los primeros tiempos, ello estaba lejos de ser obvio. Galeno, el coloso
de la antigua medicina, que vivió en Roma, doscientos años después de Cristo,
visualizaba el movimiento de la sangre como un "movimiento de ondas", que
comenzaba desde el hígado, donde él creía que se fabricaba la sangre. No
imaginándose la circulación de la sangre (que Harvey describió en 1628) sostenía que
ésta pasaba directamente de la cámara derecha del corazón a la cámara izquierda. Él
era anatomista y sabía de la pared que existía entre ambas. Para explicar esta
dificultad, sugirió que la sangre transpiraba imperceptiblemente a través de la carnosa
separación de las dos cavidades. Como muchos otros conceptos erróneos de este gran
dictador de la medicina clásica, esta afirmación se mantuvo por siglos.
Pero las ideas de Galeno, no las aceptó Andreas Vesalius, el gran disecador del
Renacimiento. En su libro "En la Fábrica del Cuerpo Humano", publicado en 1543,
Vesalius se mofa del concepto de una pared dotada de pequeñas perforaciones.
Ridiculizándolo, dice: "hemos sido llevados por el estupendo trabajo del Todo Poderoso,
que afirma que la sangre transpira del ventrículo derecho al ventrículo izquierdo, a
través de pasajes que escapan a la visión humana".
Estos conceptos se refuerzan más tarde con los del italiano Realdo Colombo, que
vislumbra un tránsito pulmonar. Experimentando con animales, Colombo concluyó que
la sangre pasaba desde el lado derecho del corazón al lado izquierdo, a través de los
pulmones. La sangre se mezclaba con el aire, no en el ventrículo izquierdo como
pensaba Galeno, sino en los pulmones, donde adquiría el color brillante de la sangre
arterial. Para Harvey, un par de generaciones más tarde, esta circulación menor, era
una evidencia confirmatoria del proceso de la circulación sanguínea como un todo.
De este modo, habría sido Colombo a fines de 1558, quien primero comprendió la
circulación de la sangre. ¿Pero habría sido realmente el primero? Unos pocos años
antes, un teólogo español, Michael Servetus, ya lo había sostenido.
Servetus inicialmente había estudiado medicina en París. Desagradado por la
corrupción de la iglesia en Roma, se reveló y llegó a negar la Santísima Trinidad y la
divinidad de Cristo, ganándose el odio de católicos y protestantes. En 1553, publicó un
largo trabajo de 700 páginas, llamado "La Restauración de la Cristianidad". Fue en este
libro, publicado en forma anónima, seis años antes de Colombo, que Servetus describió
el transporte de la sangre a través de los pulmones. En una forma no ortodoxa,
describió cómo el Espíritu Santo entraba al hombre. La Biblia afirmaba que en la sangre
era donde residía el alma, y que el alma era respirada dentro del hombre por Dios: de
este modo tenía que existir un contacto entre el aire y la sangre. Según insistía
Servetus, la sangre no podía transpirar a través del "septum". En lugar de ello,
proponía que el lado derecho del corazón se comunicaba con el izquierdo a través de
los pulmones. Era allí, en los pulmones, que la sangre se mezclaba con la atmósfera.
Ese era el Espíritu Santo.
A diferencia de las ideas de Colombo, los conceptos de Servetus no se basaron en los
progresos de la anatomía, ya que al año siguiente, todas las copias de su libro, junto
con su autor, fueron quemados en la hoguera.
En todo caso, cerca de trescientos años antes del anatomista del renacimiento, vivió un
hombre al que realmente se debe reconocer como el descubridor de la circulación
menor. Él es el médico árabe del siglo XIII, llamado al-Din Ibn al-Nafis. Había
estudiado medicina en el famoso hospital Nuri. Como todos los médicos islámicos, sus
intereses eran amplios, y comprendían también la lógica y la teología. Escribió
numerosos comentarios de los trabajos de los primeros médicos, incluyendo a su ilustre
predecesor Ibn Sina, conocido en Europa como Avicenna. Es precisamente en uno de
esos comentarios, que Ibn al-Nafis describe la circulación menor. Contradiciendo las
afirmaciones de Galeno que la sangre atravesaba a través de poros invisibles, Ibn alNafis afirmaba que no era posible que ésta atravesara el septum, y que en
consecuencia pasaba a través de los pulmones. Sin duda él propuso la existencia de la
circulación pulmonar, al afirmar:
"Cuando la sangre en esta cavidad (la derecha) se adelgaza, debe ser transferida a la
cavidad izquierda, donde se genera el espíritu. Pero no hay pasaje entre las dos
cavidades, y la membrana que las separa no parece permeable. De este modo, cuando
la sangre se ha adelgazado, pasa por la arteria pulmonar a los pulmones, para ser
dispersada dentro de la sustancia del pulmón, donde se mezcla con el aire. Las partes
finas de la sangre son luego empujadas a la vena pulmonar, llegando a la cavidad
izquierda del corazón".
No está claro cómo Ibn al-Nafis llegó a esta conclusión, dado que en la cultura árabe no
se permitía la disección. En todo caso sus planteamientos pasaron al olvido. Sus
manuscritos fueron olvidados y el trabajo no se publicó hasta el siglo XX.
La pregunta clave es si Servetus y Colombo conocieron o no los trabajos de Ibn alNafis. Según los académicos islámicos, los anatomistas occidentales, tuvieron acceso a
los escritos de Ibn al Nafis por una traducción de sus manuscritos que circuló en Italia.
Según ellos, los europeos habrían suprimido toda mención de este borrador, para
adjudicarse ellos los créditos.
Los historiadores occidentales relatan que Servetus y Colombo hicieron sus
descubrimientos independientemente. Por otra parte, un historiador español afirma que
Ibn al-Nafis nunca existió.
¿Dónde está la verdad? No es posible certificarlo. Lo que sí se puede decir con
seguridad, es que para los pacientes que sufrieron enfermedades cardiovasculares en
esa época, el atraso en aceptar las nuevas ideas no significaron ninguna diferencia con
relación al tratamiento que recibieron. John Aubrey, quien escribió sobre la vida de
William Harvey, afirma que cuando éste publicó su libro acerca de la circulación,
disminuyeron sus pacientes, porque creyeron que estaba loco.
Roy Porter
Profesor de la historia social de la medicina en el Wellcome Trust Center para la
Historia de la Medicina. (Trabajo traducido, aparecido en New Scientist, Mayo 12, 2001,
pág. 50).
Artículo extraído de CRECES EDUCACIÓN - www.creces.cl