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Bacterias en las profundidades del infierno
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 1997 )
El folclore siempre ha tenido una imaginación fecunda, en lo que a las profundidades de
la Tierra se refiere. Para unos, allí podría estar el infierno, como lo pensó Dante. Otros
han imaginado la existencia de grandes cavernas, con dragones que cuidan sus
entradas, o un mundo mágico de hadas, duendes o extraños monstruos. Los científicos,
en cambio, han sido menos imaginativos y siempre se mostraron escépticos respecto a
que la vida pudiese existir en las profundidades. Allí, pensaban ellos, no se daban las
condiciones de temperatura, de fuentes de energía, ni de agua, como para que la vida
pudiese desarrollarse.
¡Cuán equivocados estaban y qué poco imaginativos se demostraron!; porque la vida
allí también florece aún con grandes limitantes. El hecho es que en los últimos años se
han encontrado organismos atrapados hasta profundidades de 3 kilómetros en el
interior de la Tierra, donde aparentemente no había fuentes de energía o el medio tenía
sólo minerales, y para colmo, con una temperatura muy elevada.
Aislados en las profundidades por millones de años, los microbios se han adaptado con
vías metabólicas exóticas y con ritmos de reproducción muy lentos. Ahora que las
evidencias se han hecho patentes, la imaginación se ha desatado, y muchos expertos
piensan que esos microorganismos están incluso produciendo en esas profundidades,
cambios geoquímicos que, en alguna forma, están modificando la constitución de las
capas profundas de la corteza terrestre y de sus aguas. Pero tal vez, lo que más les ha
interesado es la posibilidad que estos mismos microorganismos existan bajo la
superficie de otros planetas o lunas, en que sus condiciones externas los hacen parecer
como estériles.
Habitantes del pasado
Tal vez los datos más interesantes de la vida en las profundidades han surgido de las
perforaciones en el nordeste de Virginia, realizadas en un programa llamado Deep
Subsurface Program, dependiente del Departamento de Energía de Estados Unidos. La
empresa Texaco y la Eastern Exploration Co. taladraron en un bolsillo de vida a una
profundidad de 2.8 kilómetros, encontrando gérmenes que probablemente han estado
allí desde el tiempo de los dinosaurios, hace 230 millones de años. Los microbios
estaban a una temperatura de 75ºC. Algunos de ellos fue posible extraerlos y
cultivarlos en el laboratorio (Science, vol. 276, pág. 703, Mayo 1997).
Estos microbios, aparentemente extraían la energía de antiguas materias orgánicas,
cerca de las rocas, usando minerales como el hierro o el manganeso para poder oxidar
el carbón, lo que significa una vía metabólica muy especial.
También estos gérmenes se han encontrado en las profundidades de otros sitios que se
han excavado. En 1995, Todd Stevens y James McKinley del Pacific Northwest National
Laboratory en Richland, Washington, encontraron también microbios a 500 metros de
profundidad, bajo el sedimento del océano.
También Lee Krumholz y colaboradores de la Universidad de Oklahoma han relatado
que encontraron bacterias a cientos de metros de profundidad en Nuevo México. Ellas
estaban viviendo allí, en una zona en que no había existido material orgánico por 100
mil años. Es posible que estos gérmenes hayan sido llevados allí por el agua que se ha
filtrado a las profundidades, y que ésta haya arrastrado también algo de material
orgánico, que en un comienzo les ha servido de alimento. Según los investigadores, en
este caso el agua se habría filtrado hace 30.000 años.
¿Una biosfera oculta?
¿Cuánta vida hay en las profundidades? Es difícil decirlo. Ann Onstott calcula que en las
profundidades debe existir un 0.1% de la biósfera total de la Tierra. Sin embargo, sus
cifras parecen ser muy conservadoras, ya que se basan sólo en las bacterias que
habiendo sido extraídas de las profundidades fue posible cultivarlas en el laboratorio.
Pero cuando se toman las muestras, éstas permiten cosechar entre 100 y 1000 veces
más bacterias que están intactas, y que no es posible cultivarlas en el laboratorio. Si es
que es cierto que estas están vivas, y que sólo no pueden crecer en el laboratorio,
probablemente las que estén bajo la Tierra, pueden ser más que las que viven en su
superficie. De ser así, dado el tamaño de este subsuelo, la cantidad total de biosfera en
esta zona debería ser enorme.
La verdad es que resulta increíble cómo estas bacterias logran crecer en condiciones
tan diferentes a las de la superficie. En todo caso, la gran limitante parece ser la
temperatura, que va aumentando en la medida que se desciende en profundidad. Pero
lo más interesante es como se han adaptado a la falta de nutrientes. Según Onstottt
deben ser descendientes de microbios que han vivido en la superficie en la edad de los
dinosaurios. Otros piensan que se trata de especies diferentes. David Walkwiil de la
Universidad del Estado de Florida ha estado tipificándolos de acuerdo a su DNA y dice
haber encontrado un nuevo género de bacterias, cuyo primer representante es el
llamado "Bacillus B. Infernus", que no puede tolerar el oxígeno.
Debido a la aislación y escasez de alimento, la vida en esas profundidades debe ser
muy lenta y ahorrativa. Onssott, determinando el CO2 que producen, calcula que la
velocidad de la vida es de 1015 más lenta que lo que sucede en la superficie de la
Tierra. A este ritmo, las células se deben dividir sólo una vez al año, o una vez cada
100 años, a diferencia de las que viven en la superficie que se dividen cada pocos
minuto. Casi no crecen, y están así tranquilas esperando el momento oportuno que las
cosas cambien. Es impresionante que vivan tanto. En todo caso, las condiciones de su
medio ambiente podrían ser muy similares a las que se podrían encontrar en las
profundidades de Marte o en la Luna Europa de Júpiter, por lo que no es descabellado
pensar que ellas puedan existir allí también.
En todo caso, su existencia en esas profundidades equivale a los monstruos, hadas o
duendes que el folclore había imaginado.
Artículo extraído de CRECES EDUCACIÓN - www.creces.cl