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Antes que todas las cosas fue Caos; y después
Gea [la Tierra] la de amplio seno, asiento
siempre sólido de todos los Inmortales que
habitan las cumbres del nevado Olimpo y el
Tártaro sombrío enclavdo en las
profundidades de la tierra espaciosa; y
después Eros [Amor], el más hermoso entre
los dioses inmortales, que rompe las fuerzas,
y que de todos los dioses y de todos los
hombres domina la inteligencia y la sabiduría
en sus pechos.
Y de Caos nacieron Erebo [Oscuridad] y la
negra Nix [Noche]. Y de Nix, Éter [Aire] y
Hemera [Día] nacieron, porque los concibió
ella tras unirse de amor a Erebo.
Y primero parió Gea a su igual en grandeza,
al Urano [Cielo] estrellado, con el fin de que
la cubriese por entero y fuese una morada
segura para los dioses dichosos.
Hesíodo, Teogonía, México, Porrúa, 1978.
Esta es la relación de cómo todo estaba en
suspenso, todo en calma, en silencio; todo
inmóvil, callado, y vacía la extensión del
cielo.
Esta es la primera relación, el primer
discurso. No había todavía un hombre, ni un
animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles,
piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni
bosques: solo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Solo
estaban el mar en calma y el cielo en toda su
extensión.
Solamente había inmovilidad y silencio en la
oscuridad, en la noche. Solo el Creador, el
Formador, Tepeu [Soberano], Gucumatz
[Serpiente emplumada], los Progenitores,
estaban en el agua rodeados de claridad.
Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules,
por eso se les llama Gucumatz. De grandes
sabios, de grandes pensadores es su
naturaleza. De esta manera existía el cielo y
también el Corazón del Cielo, qu este es el
nombre de Dios. Asó contaban.
Popol Vuh, primera parte, capítulo primero