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1.- INTRODUCCIÓN A LOS SACRAMENTOS
Luis Munilla, sds
Este año tenemos como meta a acercarnos a los sacramentos, conocerlos mejor y todo ello para poder
recibirlos bien dispuestos. Trataremos de acercarnos a los mismos de la forma más comprensible, sencilla y
popular. Tarea de los Salvatorianos, entre otras, es “popularizar las verdades cristianas”. Aquí trataré sobre los
sacramentos desde el punto de vista pastoral, es decir, su ejercicio o vivencia, y no tanto para exponer doctrina,
que puede buscarse en el Catecismo de la Iglesia Católica y en otros importantes documentos.
¿Qué es un sacramento?
Podríamos decir que un sacramento es un camino de ida y vuelta. Es decir, un camino por el que Dios
viene a nosotros y nosotros vamos al encuentro de Dios. Podría decir alguno que eso puede ocurrir todos los días
y de muchas maneras. Eso es verdad: “todos los caminos llevan a Roma”. Pero los sacramentos son caminos muy
especiales, algunos de los cuales sólo se camina una vez en la vida y otros son para andarlos con cierta o incluso
con mucha frecuencia. En toda la Biblia no aparece la palabra “sacramento” tal como la entendemos hoy; pero
todos los sacramentos se basan en las palabras y actuaciones de Cristo, y por eso decimos que son instituidos
por Jesucristo y tienen lugar en momentos importantes de la vida humana.
¿Cuántos sacramentos hay?
Tradicionalmente aprendemos que son siete, y es verdad; el número de siete sacramentos fue
establecido en el concilio de Trento (1545-1563), como vemos bastante tarde. San Agustín enumera 304
sacramentos, o momentos y actos sagrados que nos acercan a Dios, diríamos hoy. El Concilio Vaticano II habla
de la sacramentalidad de la Iglesia, afirmando que es un sacramento, el sacramento universal de salvación:
“…constituyó la Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera”;
“…envió sobre los discípulos a su Espíritu vivificador, y por El hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia, sacramento
universal de salvación”. Varias veces, sobre todo en “Lumen Gentium” habla el Concilio en este sentido. Y el
denominar a la Iglesia como sacramento, viene ya desde muy antiguo, desde los Santos Padres. Entonces ¿son
siete o son más? Lo importante es que siempre Dios se acerca al hombre y le da medios para acercarse a él. La
Iglesia puede ser considerada como la “madre de los sacramentos”. Ella debe cuidar a sus hijos, y como se trata
de una realidad que no es meramente temporal, dispone de caminos, formas, y medios para alimentarlos y
hacerles crecer en su relación con los hermanos y con Dios. Desde antiguo el número 7 es muy simbólico e
importante: El 4 es símbolo del cosmos (los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire), del movimiento y de la
inmanencia. El 3 es el símbolo de lo Absoluto (Trinidad), del espíritu, del descanso y de la transcendencia. La
suma de ambos da el número 7, y significa la unión de lo inmanente con lo transcendente, la síntesis entre
movimiento y descanso, y el encuentro entre Dios y el hombre, es decir, el Verbo encarnado de Dios, Jesucristo.
Con el número 7 queremos expresar el hecho de que la totalidad de la existencia humana en su dimensión
material y espiritual está consagrada por la gracia de Dios.
En la vida civil y en todas las culturas hay momentos que se celebran especialmente: el nacimiento de
una nueva criatura, el fallecimiento de un ser querido, el matrimonio, el cumpleaños, quizá incluso cuando uno
alcanza los 15 años o una edad similar… Ahí tiene su previsión amorosa nuestra madre la Iglesia, y basándose en
palabras, hechos y actuaciones de Jesús, santificada bastantes de los momentos de la vida humana por medio
de un sacramento.
El teólogo Boff habla muy bonito sobre los “sacramentos de la vida”, en su introducción a los
sacramentos: “Emergen, momentos fuertes en la familia, en los que la sacramentalidad total se hace densa y se
manifiesta transparente. Así era, y sigue siendo para nosotros, el comer en familia. No se comía hasta que toda
la familia estaba reunida. ¡Cuántas veces hemos esperado hasta una hora para que llegase uno de sus miembros!
Porque el comer no significa únicamente matar el hambre. Se come con los ojos y con el corazón. No se alimenta
sólo el cuerpo sino también el espíritu, la unión familiar y el cobijo. La comida es un sacramento total: estrecha
los lazos. Hace de muchas vidas una sola vida: la vida familiar”.
Y: “Todos los días son iguales, de veinticuatro horas. Pero el día del aniversario es diferente, es
sacramental; se celebra el mayor de los milagros: ¡un día comencé a vivir y ahora vivo! Por eso el aniversario
está cargado de símbolos y ritos que lo hacen diferente de todos los demás días. En el aniversario de boda se
celebra el comienzo de la historia del amor y el amor de la historia personal. Pero no sólo se recuerda. Se actualiza
cada vez de nuevo el pasado; se fortalece el presente para garantizar el futuro. Por eso es un día sacramental en
el que las flores, los abrazos y la cena asumen una función eminentemente sacramental”.
Para muchos de los momentos principales de nuestra vida está previsto un sacramento, que podemos
considerar como un camino más amplio o extraordinario, como podemos descubrir de forma similar en los
mapas. Con frecuencia alguno conoce caminos, muchas en su entorno y en su localidad, que le llevan a un
determinado lugar de forma sencilla y cómoda. A estos caminos más sencillos en la iglesia les solemos llamar
“sacramentales”. Algunos de los sacramentales son, por ejemplo: el agua bendita, que en Venezuela y otros
países tanto nos gusta usar y tener en casa; la señal de la cruz, el rosario, el viacrucis, las procesiones, las reliquias,
danzas religiosas, medallas, velas, ceniza, etc. Como vemos, son formas de santificar la vida, estar en contacto
con Dios, recibir su gracia y su bendición, aunque no sea de forma tan solemne o especial como en los
sacramentos. Para la mayoría de los sacramentales no se necesita un sacerdote.
En los sacramentos Jesucristo se hace presente; es lo que afirmamos cuando decimos que el sacramento
actúa “ex opere operato”, es decir, al recibirlo; y ésto porque la gracia de Dios, en Jesucristo, se hace presente,
no porque un sacramento produzca magia. Por lo tanto, aunque un sacerdote sea muy pecador, el que actúa
realmente es Jesucristo, el sacerdote es una mediación, buena o mala, pero el hecho es que la gracia llega. Es
como ir de Caracas a Guarenas en un carro viejo o en uno de última moda; sin has llegado sano, en qué carro
llegaste es solo una anécdota más o menos bella. En el sacramento, Cristo actúa a través de su cuerpo que es la
Iglesia sin ser tan decisivo que quien imparte el sacramento sea más o menos digno.
Por otra parte, la gracia del sacramento, enseñaban los padres conciliares, es conferida a quien no le
pone impedimentos. Hablaban del “ex opere operantis”, es decir: la disposición con que uno recibe el
sacramento, pues puede ocurrir, como en el Evangelio de Juan, que “vino a los suyos, y los suyos no quisieron
recibirlo”. Sin una preparación verdadera, sin una conversión personal y profunda, el sacramento se convierte
en una ofensa a Dios y abuso de lo sagrado. Si el sacramento no es expresión de fe, degenera en magia o en
ritualismo y sacramentalismo. Se celebra un sacramento, pero sin conversión. Se hacen signos figurativos de la
presencia del Señor, pero sin la preparación del corazón y entonces se vive sin consecuencias prácticas, es pura
ideología; no cambia la vida. El cristianismo a veces se puede convertir en una fe de una hora por semana con
ocasión de la misa del domingo, o de algunos momentos importantes de la vida, no en una adhesión firme a
Jesucristo y en una vivencia comunitaria.
El consumismo sacramental, sin la recta comprensión del sacramento, que supone siempre la conversión
y la fe, ha invadido desastrosamente la mentalidad del catolicismo popular. Todo signo –los sacramentos– puede
transformarse de esa forma en un antisigno y antitestimonio, y apartar más que unir a Dios.
En los próximos números de “Iglesia y vida” iremos tratando sobre cada uno de los sacramentos,
individualmente, a fin de que ayudar a nuestros lectores a renovarse y a vivirlos en mayor profundidad.
Esperamos te parezcan tan interesantes que los colecciones, como ha ocurrido en años anteriores.