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RENACIMIENTO
I. CONTEXTO GENERAL. LOS CAMBIOS DEL MUNDO Y LA NUEVA
VISIÓN DEL HOMBRE
Conocemos como Renacimiento el período de la historia europea que
comprende, fundamentalmente, el siglo XVI, aunque no se pueden establecer
con exactitud sus límites cronológicos, ya que estos varían en los diferentes
países en que se desarrolló. Por ejemplo, muchos rasgos del Renacimiento
nacen ya en la Italia del siglo XIV; en cambio, es tardío en Inglaterra,
donde se inicia bien entrado el siglo XVI.
El Renacimiento supuso una nueva forma de concebir el mundo.
Fue una etapa de cambios profundos en numerosos ámbitos de la vida: política,
economía, religión, cultura, arte, ciencia, etc. Todas estas transformaciones
fueron paralelas al desarrollo del Humanismo, movimiento que reforzó el
cambio de mentalidad al situar al individuo en una posición de dignidad dentro
de un
mundo
que
pretendía
conocer
y
disfrutar
(teocentrismo> antropocentrismo). Los humanistas entienden que solo en la
época clásica el hombre había sido la medida de todas las cosas y en él se
centraban las manifestaciones de la cultura; de ahí que se apliquen a la tarea de
recuperar y propagar a los autores clásicos,a los que toman como
modelos. Se fomenta el aprendizaje del latín y del griego y, a la vez, se
propugna la dignificación de las lenguas vulgares. Fueron destacados
humanistas Francesco Petrarca, Elio Antonio de Nebrija y Francisco
Sánchez de las Brozas.
1. En lo político, se debilita el sistema feudal, característico de la Edad
Media. El debilitamiento de la nobleza rural se corresponde con un
fortalecimiento del poder real: surgen así monarquías fuertemente
autoritarias y se crean los grandes Estados modernos.
2. Crecen las ciudades y se afianza la clase burguesa, de modo que se
potencian las actividades industriales y comerciales, y cobra gran importancia el
dinero como valor de cambio. Paulatinamente la nobleza, al entrar en crisis el
sistema feudal, se va haciendo cortesana.
3. La inquietud intelectual y el ansia por comprender los secretos del mundo
incentivan el desarrollo de la ciencia. Se estudia el cuerpo humano y se
escruta el Universo: al Renacimiento corresponden el descubrimiento de la
circulación de la sangre por Miguel Servet y los estudios astronómicos de
Copérnico y Galileo.
4. Se propagan las herejías y adquieren enorme fuerza los movimientos
religiosos reformadores, como los encabezados por el holandés Erasmo
de Rotterdam y el alemán Martín Lutero.
5. La cultura recibe un fuerte impulso con la invención de la imprenta
(siglo XV), la cual propicia la difusión de las nuevas ideas y facilita la
alfabetización. En consonancia con el desarrollo del Humanismo, se instauran
en las Universidades los studia humanitatis (gramática, retórica, poética,
filosofía, moral e historia), acabándose así con el sistema educativo medieval, de
base eminéntemente escolástica.
6. El arte renacentista desarrolla una estética basada en el Neoplatonismo,
según el cual el mundo es bello porque refleja la belleza de Dios. El amor a la
belleza hace al hombre partícipe de la obra divina, es un adelanto en la Tierra de
los gozos que nos aguardan en el Cielo. Esta búsqueda de la belleza natural
explica las características principales del arte del XVI: equilibrio, armonía,
orden, claridad, idealización. En el estilo se busca la "naturalidad
artificiosa": un modelo de lengua culto y cuidado, pero sin exceso ornamental
ni afectación.
7. La inquietud del hombre renacentista, junto con el desarrollo del comercio,
logra ensanchar las fronteras geográficas. El siglo XVI es la época de los
grandes viajes que permiten diseñar un nuevo mapa del mundo: el
descubrimiento de América, la exploración de las costas atlánticas e índicas de
África, la primera vuelta al mundo completa, los descubrimientos y
exploraciones de las islas del Pacífico, etc.
En resumen, el Renacimiento es un periodo decisivo en la historia de la
humanidad marcado por un redescubrimiento de la importancia del individuo
en una sociedad que ya no se explica exclusivamente por la fe. En el siglo XVI
comenzamos a confiar en las posibilidades de la razón humana, pues el
mundo ya no es un mero lugar de tránsito al que venimos a padecer, sino un
lugar repleto de posibilidades para el placer y el deleite.
II. EL RENACIMIENTO EN ITALIA. La lírica del amor. El
petrarquismo. Orígenes: la poesía torvadoresca y eL Dolce Stil Novo.
El cambio de las estructuras económicas, propiciado por la llegada al poder
de la burguesía en las ciudades-estado italianas durante el siglo XIII,
es el motor que genera el cambio de mentalidad con el que se inicia el
Renacimiento. Ya en el siglo XIV aparecen en Italia las primeras
manifestaciones anunciadoras de una nueva etapa literaria, que tendrá su
eclosión definitiva en el siglo XV.
II. 1. EL DOLCE STIL NOVO
En la segunda mitad de siglo irrumpe una nueva corriente que tiene su foco en
Bolonia y, sobre todo, en Florencia. Entre los poetas que integran esta nueva
corriente poética destaca Dante Alighieri. Su poesía, marcadamente
innovadora, se conoce con el nombre de dolce stil novo, expresión extraída de
un verso de la Divina Comedia de Dante.
La poesía stilnovista responde al declive del sistema feudal y a la mentalidad de
la nueva clase emergente: frente a la nobleza de sangre, heredada, se proclama
la importancia de la nobleza de corazón, el cor gentil, propia del hombre que
alcanza valor por su propio mérito y esfuerzo, lo que se manifiesta en su manera
de sentir el amor. El amor se entiende como símbolo de la divinidad y su
destinataria es la donna angelicata, venerada como medio de
perfeccionamiento del alma del enamorado, quien, adorándola, aspira a ganarse
el cielo.
PETRARCA: EL CANCIONERO
Dedicó la mayor parte de su vida a la labor filológica de recuperar y
divulgar a los clásicos latinos, así como a su propia creación literaria, la
cual sometió a constante revisión. Cultivó tanto la literatura en latín
como en italiano: en lengua vulgar escribió dos obras, el Cancionero y los
Triunfos, un largo poema alegórico-narrativo en el que Petrarca siguió la
estela de la Divina Comedia de Dante. Escrito igualmente en tercetos
encadenados, el poema se divide en seis triunfos (el del amor, el pudor, la
muerte, la fama, el tiempo y la eternidad). Esta organización muestra
claramente el sentido transcedental del poema, planteado como un largo
itinerario hacia la divinidad.
EL CANCIONERO
Habría de ser la vena lírica de Petrarca empleada en la expresión del amor la
que influyera decisivamente en toda la poesía renacentista europea, dando lugar
a la corriente denominada, como no podría ser de otro modo, petrarquismo.
Todas sus composiciones líricas en lengua italiana las recogió Petrarca en el
Cancionero, que fue ampliando a lo largo de toda su vida desde 1330 y que
sometió a constantes revisiones hasta el momento mismo de su muerte, dando
muestras de una gran preocupación por el legado de su obra a la posteridad. En
su forma definitiva, consta de 366 composiciones, con predominio absoluto
de los sonetos (317), aunque figuran también canciones y otros subgéneros
líricos.
El tema principal es el amor y, en relación con él, todo el conjunto
se divide en dos partes: En vida de Laura y En muerte de Laura. La
obra aborda múltiples sutilezas y matices del sentimiento amoroso: la pasión
desasosegante del amor no correspondido, el deseo de liberarse del sufrimiento
provocado por la pasión, el juicio de que los años de amor infructuoso debiera
haberlos dedicado a Dios, el anhelo de la contemplación divina de Laura en el
cielo, etc. Aunque Laura está presente en todos los poemas amorosos, el
verdadero centro de interés es el análisis pormenorizado de los sentimientos
que ella inspira en el poeta.
En el estilo hay que destacar los siguientes rasgos:
a) El uso de un lenguaje sencillo y a la vez exquisito, con una depurada
selección léxica en busca del refinamiento y la elegancia, habría de marcar
el devenir de la lengua poética de los siglos posteriores.
b) El empleo de figuras retóricas como el oxímoron, la metáfora, la antítesis o la
paradoja que contribuyen a sugerir matices muy variados del sentimiento.
III. PROSA RENACENTISTA DE FICCIÓN. La narración en prosa. El
nacimiento del relato moderno.
A lo largo del siglo XVI la prosa narrativa se convierte en un género con gran
aceptación. Del siglo XV proceden dos modelos narrativos que continúan
estando vigentes en pleno Renacimiento: los libros de caballerías (textos
fantásticos sobre las hazañas de un caballero andante, como Amadís de Gaula)
y las novelas sentimentales, que en esta época adquieren un gran éxito
(Cárcel de amor).
Ya en la segunda mitad del siglo XVI se desarrollaron nuevas formas de la
narrativa renacentista; entre ellas destacan las siguientes manifestaciones:
a) La novela pastoril se centra en el relato de historias amorosas entre
pastores. Esta temática, desarrollada también en otros géneros por influencia de
la literatura italiana, sigue el tópico del beatus ille o concepción del ambiente
natural como representación de una sociedad perfecta y de una vida idílica,
ajena a los problemas del momento. Entre las obras más representativas de este
género destacan La Arcadia de Sannazaro, Los siete libros de la Diana de Jorge
de Montemayor, La Galatea de Cervantes o la Arcadia de Lope de Vega.
b) La novela bizantina (o de aventuras) tiene su origen en la literatura griega.
En este tipo de narraciones se relatan historias amorosas entre personajes de
alto linaje que se interrumpen por sucesos que separan a los protagonistas
(viajes, raptos...) y que los someten a un obligado peregrinaje que termina con
su reencuentro. Destaca Persiles y Sigismunda de Miguel de Cervantes.
c) La novela morisca se basa en el relato de las batallas y la convivencia entre
musulmanes y cristianos. Entre las obras más importantes de la época están la
Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa.
d) La narración breve es un género que, aunque también está relacionado
con la tradición de los exempla, surge influido por la literatura italiana,
especialmente por la obra de autores como Boccaccio. El Patrañuelo, una
colección de breves narraciones de Joan Timoneda, es la obra española más
destacada del siglo XVI en este tipo de prosa.
e) La novela picaresca. Este tipo de narrativa, iniciada por el Lazarillo, forma
parte de la tendencia realista de la prosa del XVI. En el último año del XVI se
publica Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Ambas obras constituirán
modelos para las manifestaciones de este género en el siglo siguiente.
GIOVANNI BOCCACCIO: DECAMERÓN
Boccaccio es, junto con Dante y Petrarca, uno de los padres de la literatura
italiana.
Boccaccio escribió numerosas obras en italiano y algunas en latín.
Su obra más importante es El Decamerón: se sitúa en la Florencia de 1348,
una fecha aciaga para la ciudad, pues fue asolada por la peste que se extendía
por Europa. Diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) se retiran a una villa
campestre huyendo de la epidemia. Durante diez días y con el fin de distraerse,
cada uno va contando una historia, lo que supone un total de cien relatos o
novelas. Cada jornada transcurre bajo el reinado de uno de los jóvenes, que es
quien determina la orientación temática de las narraciones.
La mayoría de los relatos que conforman el Decamerón desarrollan temas que
cuentan con antecedentes en la literatura anterior, tanto europea como oriental,
o en las narraciones de la tradición popular. En el argumento de muchas de
estas novelas predomina el componente erótico, pero lo que más destaca es el
ingenio de los personajes para lograr sus propósitos. De esta manera, la
mentalidad medieval, basada en la preocupación por el pecado y en el
sentimiento de culpa, queda superada por una visión gozosa y placentera de la
existencia.
II. PROSA RENACENTISTA DIDÁCTICA
En el siglo XVI, el pensamiento humanista generó un importante caudal de
obras en prosa de carácter didáctico que consolidó un nuevo género, el ensayo,
que servirá a los autores como vehículo de los nuevos ideales.
Los autores de prosa didáctica reflexionan sobre diversos temas,
principalmente filosóficos, políticos, religiosos y artísticos. Estos autores
representan el modelo del intelectual renacentista, en el centro de cuyas
preocupaciones está el ser humano y las circunstancias que lo rodean. Son
hombres de cultura interesados en las Humanidades desde una postura
racional. Destacan: Maquiavelo, Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam, Baltasar
de Castiglione o Montaigne.
IV. El teatro clásico europeo. El teatro isabelino en
Inglaterra. Shakespeare y su influencia en el teatro
universal. El teatro clásico francés.
Tras la caída del Imperio Romano, durante el largo período medieval, se produjo
un olvido general del teatro clásico. Pero esto no quiere decir que el teatro
desapareciera totalmente, ya que sobrevivió el espectáculo teatral o parateatro
(bufones, acróbatas y juglares), que se manifestó bajo formas teatrales ligadas a las
fiestas religiosas: Carnavales, y Danza de la Muerte.
Hacia el s.XII, el arte teatral renace en el interior de las iglesias, en las
representaciones que conmemoraban las fiestas cristianas: Navidad y Pascua. Poco
después sale al atrio de las iglesias y más tarde, a la calle y a las plazas.
A partir del XIV, por iniciativa de humanistas italianos, resurge el teatro clásico en
latín y, después, en lengua romance, escrito para ser leído: se trata de la comedia
humanística (antecedente de la Celestina). En las cortes europeas del s. XV nace un
teatro cortesano de temática profana y de inspiración clásica.
EL TEATRO EUROPEO DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
Vamos a encontrar un desarrollo paralelo en distintos países europeos: de las formas
dramáticas medievales, religiosas o profanas, se pasa, de una parte, a manifestaciones
de teatro popular (farsas, enredos novelescos o improvisaciones) y, de otra, a las formas
de teatro culto.
1. En Inglaterra y España, el teatro popular es dignificado por Lope y Shakespeare, y
triunfa sobre el teatro culto, cortesano.
2. En Francia será el teatro cortesano y de moldes clásicos el que triunfe a partir de
1630.
3. En Italia se cultiva una género de gran repercusión en otros países: la comedia de
enredo (mezcla de la comedia de Plauto y Terencio junto con la influencia de los
novelistas en la línea de Boccaccio).Este tipo de comedia proporcionó argumentos,
situaciones y tipos al teatro inglés y español. Pero la gran aportación italiana al teatro es
la commedia dell’ Arte, de gran influencia sobre Moliere, entre otros. se trata de un
género de teatro popular en el que, sobre un breve guión, los actores improvisan. Tiene
una serie limitada de personajes, que son tipos (Arlequín, el criado ingenioso/ Spavento,
el soldado fanfarrón y los enamorados). Se concede una gran importancia a la expresión
corporal de los actores.
1. EL TEATRO ISABELINO EN INGLATERRA.
Dado que el Renacimiento se desarrolló en Inglaterra más tarde que en el resto de
Europa, las manifestaciones literarias medievales se prolongaron hasta bien entrado el
siglo XVI. El teatro no fue una excepción, y durante la primera mitad de este siglo
predominó un teatro religioso de procedencia medieval. Sin embargo, como también
ocurrió en España, se fueron abriendo paso poco a poco un teatro cortesano, que se
representaba en las Universidades, y un teatro popular. Este último sería el que
acabaría triunfando, y dando lugar al teatro isabelino inglés, que cubre las dos últimas
décadas del siglo XVI y casi toda la primera mitad del siglo XVII. La denominación se
debe a que se gestó durante el reinado de Isabel I (1559-1603), aunque también se
extendió a los reinados de Jacobo I (1603-1625) y de Carlos I (1625-1649).
A. LOS TEATROS Y EL PÚBLICO
El teatro popular inglés comenzó a representarse en escenarios improvisados, como
los patios de posadas, a los que acudía un público variopinto. Pero al iniciarse el ciclo
isabelino ya existían lugares expresamente construidos para las representaciones
teatrales. Los más importantes se edificaron en las proximidades de Londres, ya que
dentro de la ciudad el teatro estaba prohibido. Especialmente destacados fueron The
Swan, de forma circular, y The Globe, de forma hexagonal. Estas formas permitían que
la mayor parte del público se distribuyera en el patio central del edificio, al aire libre, en
torno del escenario que ocupaba parcialmente lo que hoy sería el patio de butacas. Las
representaciones se hacían solo en las temporadas de clima benigno.
B. CARACTERÍSTICAS DEL TEATRO ISABELINO
1. Se transgreden las unidades aristotélicas de lugar, tiempo y acción.
2. Se mezcla la tragedia con la comedia.
3. Se mezclan, igualmente, los personajes nobles con los plebeyos.
4. En una misma obra pueden alternar el verso y la prosa.
Circunscritas al drama o a la tragedia, merece especial atención la creación de piezas
de tema histórico, que generaron un apasionado interés por el pasado, a menudo
agitado y violento, de Inglaterra.
C. PRINCIPALES AUTORES
Thomas Kyd (1558-1594): fue uno de los primeros representantes del teatro isabelino.
A él se debe una de las obras que marcaron el camino de la "tragedia de venganza", la
"Tragedia española", que pudo ser la base para que Shakespeare escribiera "Hamlet".
Christopher Marlowe (1564-1593): en cuya biografía se encuentran muchos puntos
oscuros y misteriosos (episodios de espionaje, muerte violenta no del todo
esclarecida...), fue quizá el mejor dotado de los dramaturgos anteriores a Shakespeare.
Destaca, sobre todo, por su "Tragedia del doctor Fausto" (1558), primera versión teatral
de la leyenda alemana que siglos después elevaría Goethe a la categoría del mito.
Siguieron a esta obra "El judío de Malta" y "Eduardo II", que sirvieron a Shakespeare
para la composición de "El mercader de Venecia" y "Ricardo II".
WILLIAM SHAKESPEARE
Formó parte de varias compañías teatrales, incluida la más importante de ellas,
protegida por el Lord Chamberlain. Sus éxitos se sucedieron y pronto alcanzó
una posición económica desahogada, hasta el punto de que en 1599 ya había
creado su propia compañía, con la que se instaló en el teatro The Globe.
Durante estos primeros años en Londres, se dedicó especialmente al drama
histórico y a la comedia, en ocasiones refundiendo obras de otros autores
coetáneos o tomando como punto de partida obras de otras épocas y literaturas.
El cambio de siglo fue un punto de inflexión en la producción de Shakespeare.
Su obra abandonó el tono cómico y se adentró en terrenos sombríos y de una
profundidad sobrecogedora. Fue la etapa de sus más grandes tragedias
("Hamlet", "Otelo", "El rey Lear", "Macbeth"). Solo "Romeo y Julieta", tragedia
igualmente grandiosa, fue creada en su etapa anterior.
Pasados unos años volvió a dar un giro en su carrera, regresando a la comedia.
Su última obra, "La Tempestad", que figura también entre sus mejores
creaciones es de 1611.
EL TEATRO DE SHAKESPEARE
Las 37 obras que conforman la producción dramática de Shakespeare
constituyen tal vez el legado más impresionante de las letras inglesas. Su
singularidad no se debe, sin embargo, a los planteamientos y los esquemas con
que construía sus obras (para los que asumió las directrices que impuso el teatro
isabelino) ni a la originalidad de las historias que abordaba, tomadas la mayoría
de obras anteriores. Su grandeza hay que buscarla en:
a) Su estilo es asombrosamente rico: el dominio extraordinario de la lengua
inglesa que el autor muestra le permite abarcar con maestría desde la expresión
más exquisita y sublime hasta el gracejo del habla popular.
b) Tan potente riqueza estilística se puso al servicio de una aguda capacidad
para impulsar los resortes de la emoción, de manera que el espectador no puede
permanecer indiferente ante las palabras de sus personejes.
c) Elevó a sus criaturas a la categoría de personajes universales, al encarnar las
pasiones más arrebatadoras (amor, celos, envidia, ambición...), pero sin
someterlos al corsé deshumanizador de los prototipos.
d) Particularmente valiosa es su concepción del personaje cómico (clown) como
contrapunto de los personajes más graves. Si en otros autores este personaje
sirve para poner la nota cómica y aliviar la tensión de las situaciones
dramáticas, en Shakespeare adquiere otra dimensión: sus intervenciones, sin
perder el tono irónico, alcanzan en ocasiones auténtica hondura filosófica, de
modo que el humor es con frecuencia más amargo que burlesco y la tensión
dramática no se aligera, sino que se refuerza.
LAS COMEDIAS
El enredo de raíz clásica (Plauto, Terencio) e italiana fue el punto de partida
para la creación de las comedias de Shakespeare. En ellas el autor estudia todas
las clases sociales, por lo que constituyen un reflejo de la sociedad. Sin embargo,
sus personajes están lejos de ser meros estereotipos, sino criaturas de carne y
hueso perfectamente individualizadas. Sin pretender ser aleccionadoras, de sus
comedias se infieren los peligros de las actitudes nocivas, pero siempre se
resuelven felizmente.
Son buena muestra de todo ello las comedias de la primera etapa del autor,
entre las que destacamos "La comedia de las equivocaciones", "El mercader de
Venecia", "La fierecilla domada", "Sueño de una noche de verano", "Las
alegres comadres de Windsor".
LAS OBRAS HISTÓRICAS
Una de las fuentes principales en el desarrollo del teatro isabelino fue la propia
historia de Inglaterra. El pueblo inglés, que vivía con el reinado de Isabel I una
relativa situación de paz, reclamaba con verdadero entusiasmo ahondar en el
pasado cruento y belicoso de su país. Shakespeare no fue insensible a esta
demanda, y escribió diez piezas históricas, entre dramas y tragedias, la mayoría
durante la última década del siglo XVI: "Enrique IV", "Ricardo III", "Ricardo
II", etc. El interés de estas obras no radica ya en las circunstancias o los
episodios concretos del pasado, sino en la pasión con que se presentan las
ambiciones humanas, relacionadas con el poder.
LAS OBRAS ROMANAS
Los entresijos del poder también fueron sondeados por Shakespeare en la
historia de Roma. Tampoco interesa aquí lo puramente histórico, sino la
profundización en los conflictos internos de los personajes. La tiranía, la
justicia, el deber patriótico son algunos de los temas sobre los que reflexiona el
autor en estas obras, en ocasiones sacudidas por un vendaval de violencia: "Tito
Andrónico", "Julio César"...
TEMA 4. El teatro clásico europeo. El teatro isabelino en Inglaterra.
Shakespeare y su influencia en el teatro universal. El teatro clásico francés.
EL TEATRO CLÁSICO FRANCÉS DE LOS SIGLOS XVI Y XVII. AUTORES
LAS TRAGEDIAS
PIERRE CORNEILLE
Corneille (1606-1884) tuvo sus primeros éxitos con un teatro que no
contemplaba los preceptos, hasta que en 1636 se representó su obra "El Cid",
inspirada en "Las mocedades del Cid" de Guillén de Castro. La obra obtuvo gran
éxito, pero también suscitó una enconada polémica, ya que los preceptistas le
reprocharon que no se ajustara a las normas clásicas, en un momento en el que
el Clasicismo se imponía con fuerza. El dramaturgo aceptó las críticas y en sus
siguientes obras acató los preceptos que se le demandaban. Escribió entonces
sus mejores tragedias: "Horacio", "Cinna" y "Poliuto".
También fue un importante comediógrafo. En este terreno destacan "Mélite" y
"El mentiroso" (imitando "La verdad sospechosa" de Ruiz de Alarcón). Recibió
importantes reconocimientos, pero hacia la mitad de siglo su fuerza creadora se
fue debilitando y, aunque aún escribió numerosas obras, no volvió a obtener el
éxito conseguido con las anteriores.
A Corneille se le reconoce el mérito de haber diseñado el modelo de la
tragedia francesa, que posteriormente desarrolló y mejoró Jean Racine, más
joven que él.
JEAN RACINE
La educación jansenista de Jean Racine (1639-1699), de una acentuada
severidad moral, lo marcó profundamente en su concepción de la tragedia,
impregnada siempre de un grave pesimismo. Sus personajes viven siempre
insalvables dramas interiores provocados por pasiones irrefrenables. De este
modo, el amor aparece en sus tragedias como un sentimiento destructivo
marcado por la fatalidad.
El estilo de sus tragedias es elevado, sobrio y elegante, y están estructuradas
con un rigor absoluto; todos los elementos dramáticos están estrictamente al
servicio de la acción, la cual plantea una única crisis conducida con mano segura
hacia un desenlace inexorable y desgraciado.
Aunque su producción literaria es abundante, la creación de sus más grandes
tragedias se concentra en unos pocos años: "Andrómaca" (1667), "Británico"
(1669), "Berenice" (1670), "Ifigenia" (1674) y la que se considera su obra
maestra, "Fedra" (1677).
JEAN-BAPTISTE POQUELIN, MOLIÈRE
Jean-Baptiste Poquelin, más conocido por el seudónimo de Molière (16221673), está considerado como uno de los grandes dramaturgos de todos los
tiempos. Nació en París en 1622; hijo de un tapicero real, recibió una esmerada
formación con los jesuitas, lo que le auguraba un porvenir acomodado, pero a
los 20 años renunció a él para dedicarse al teatro. Con 21 años fundó junto a la
familia Béjart su propia compañía teatral, con la que recorrió Francia,
alternando el oficio de actor con la creación de sus propias obras. Tras su
regreso a París en 1658, comenzó a obtener sus primeros éxitos con divertidas
farsas en las que ya se entreveían las comedias de caracteres, que acabaron por
consagrarlo. Su crítica social le granjeó enconadas enemistades; sin embargo,
gozó de la protección de Luis XIV. En 1673, durante una representación de "El
enfermo imaginario", sufrió un ataque y murió pocas horas después
Molière es el creador de la comedia moderna, en la que funde los elementos
cómicos de la farsa tradicional francesa e italiana (la Commedia dell' arte) con
la descripción de los vicios y las virtudes de la sociedad de su tiempo y un
penetrante análisis de la psicología de sus personajes ( todos ellos verosímiles y
reconocibles por el público). Estos elementos se ensamblan con una
extraordinaria habilidad teatral, a través de diálogos muy vivaces.
Aunque tuvo que doblegarse a las normas clásicas, no lo hizo sin advertir que
una comedia podía ser excelente sin respetarlas. Su objetivo era el de divertir al
gran público («la gran regla de todas las reglas es gustar»), pero, por medio de
la diversión, consiguió hacer una crítica de la falsedad e hipocresía de su época.
Conocedor y admirador de la comedia latina de Plauto, dio vida a una serie de
personajes y de debilidades humanas a los que pone en ridículo en sus obras: el
avaro amante del dinero en "El avaro"; el nuevo rico, en "El burgués
gentilhombre"; la mujer pedante y pretenciosa en "Las preciosas ridículas"; el
médico de lenguaje oscuro, en "El médico a palos" o en "El enfermo
imaginario" y, por último, la religiosidad hipócrita, en el "Tartufo". Esta obra
fue prohibida por el arzobispo de París por impía, y "La escuela de las mujeres",
una apología de la tolerancia y la libertad de educación, fue acusada de
licenciosa e inmoral.
En algunos textos, la sátira de Molière se tiñe de amargura y pesimismo, lo que
da lugar a las llamadas «obras graves»: el ya mencionado "Tartufo";"El
misántropo", que recrea el tipo de quien siente odio hacia el ser humano y la
sociedad, y el "Don Juan o el festín de piedra", en el que el personaje de Tirso
de Molina se convierte en un joven rebelde, frío y analítico que se complace en
transgredir todas las normas éticas.
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