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Tema 8. La lengua literaria. Las figuras retóricas. Señala las figuras más destacables de cada texto. Debes encontrar al menos un ejemplo de las siguientes: Metáfora – hipérbole – interrogación retórica – antítesis – símil – personificación – paralelismo – anáfora – hipérbaton – enumeración – polisíndeton – zeugma – quiasmo – bimembración o trimembración – aliteración ¿No cesará este rayo que me habita el corazón de exasperadas fieras y de fraguas coléricas y herreras donde el metal más fresco se marchita? ¿No cesará esta terca estalactita de cultivar sus duras cabelleras como espadas y rígidas hogueras hacia mi corazón que muge y grita? Este rayo ni cesa ni se agota, de mí mismo tomó su procedencia y ejercita en mí mismo sus furores. Esta obstinada piedra de mí brota y sobre mí dirige la insistencia de sus lluviosos rayos destructores. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. En estas horas vagas que acercan a la noche, mi corazón se ahoga y sube hasta mis ojos... Da la oración, despierta Venus, pasa el coche de las siete, hace frío...Y allá en los cielos rojos, El mirador, el campanario, la palmera, me traen historias viejas, que están ya sin sentido, como si por la bruma de la tarde yo fuera pasando entre jardines, cual un niño dormido... Y el coche va hacia el tren, y el tren solloza, y lleva hacia el mundo,... ¡hacia el mundo, si todavía existe! Y yo sueño, volviendo, con una patria nueva, viajero de mis lágrimas, solo, exaltado y triste. El talismán de tu piel me ha dicho que soy la reina de tus caprichos; yo soy el as de los corazones que se pasean en tus tentaciones. El talismán de tu piel me cuenta que en tu montura caerán las riendas. La luna en el mar riela y en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul. Y ve el capitán pirata cantando alegre en la popa Asia a un lado, al otro Europa y allá en su frente, Estambul. Qué feos son los pies de todo el mundo, menos los de mis hijas. Qué bonitos son los pies de mis niñas. Los mofletes redondos y rosados de los ángeles envidian sus talones, y sus dedos, vistos desde la planta, diminutos, tienen la suavidad de los guisantes. Los tienen a estrenar. Y me conmueve pensar en cada paso que aún no han dado. En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón.