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INTERVENCION PSICOPEDAGOGICA EN EL TRASTORNO POR DEFICIT DE ATENCION CON HIPERACTIVIDAD. Escrito por: Porfirio García Rodríguez. Matrícula 216134. Licenciatura en Pedagogía. Camargo, Chihuahua, 2 de octubre de 2016. 5.1 Características generales y objetivos de la intervención Psicopedagógica en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual. Se trata de un trastorno del comportamiento caracterizado por distracción moderada a grave, periodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas. El TDAH es el trastorno del desarrollo neurológico diagnosticado con mayor frecuencia en los niños, de inicio siempre en la infancia, que persiste hasta la edad adulta en un elevado porcentaje de casos y suele ocasionar un impacto muy negativo sobre múltiples áreas de funcionamiento. Tiene una respuesta muy alta al tratamiento, aunque se acompaña de tasas elevadas de comorbilidad psiquiátrica. Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV): «Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de atractivo o novedad intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos que no son de sus gustos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas)». Históricamente, este trastorno ha recibido distintas caracterizaciones e innumerables denominaciones, lo que dificulta las consultas de la literatura especializada. Cabe agregar que la sigla inglesa ADHD (attention-deficit hyperactivity disorder: ‘trastorno por déficit de atención con hiperactividad’) se usa ampliamente para referirse a este síndrome. 5.2 Elementos y programas de intervención Psicopedagógica en el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. No hay ninguna prueba que pueda diagnosticar el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). El diagnóstico se basa en un patrón de los síntomas mencionados anteriormente. Cuando se sospecha que un niño tiene TDAH, los padres y maestros a menudo participan en la evaluación. La mayoría de los niños con TDAH tiene al menos otro problema de salud mental o del desarrollo. Este problema puede ser un trastorno del estado de ánimo, de ansiedad o de uso de sustancias. O puede ser una discapacidad de aprendizaje o un trastorno de tic. El tratamiento del TDAH es una cooperación entre el proveedor de atención médica y la persona con TDAH. Si es un niño, participan los padres y usualmente los profesores. Para que la terapia sea eficaz, es importante: Establecer metas específicas que sean apropiadas para el niño. Iniciar la medicina o la psicoterapia, o ambas. Tener controles regulares con el médico para revisar las metas, los resultados y cualquier efecto secundario de las medicinas. Si el tratamiento parece no funcionar, es posible que el proveedor de atención médica: Confirme que la persona padece este trastorno. Busque problemas de salud que puedan causar síntomas similares. Constate que se esté siguiendo el plan de tratamiento. Un tipo común de terapia para el TDAH se llama terapia conductual. Esta les enseña a los niños y a los padres comportamientos saludables y cómo manejar comportamientos perjudiciales. Para un TDAH leve, la terapia conductual sola (sin medicinas) puede ser eficaz. Otras sugerencias para ayudar a un niño con TDAH incluyen: Comunicarse regularmente con el profesor del niño. Mantener un horario diario, que incluya horas regulares para las tareas, las comidas y las actividades. Hacer los cambios de horarios con anticipación y no a última hora. Limitar las distracciones en el ambiente del niño. Asegurarse de que el niño consuma una alimentación saludable y variada, con bastante fibra y nutrientes básicos. Cerciorarse de que el niño duerma lo suficiente. Elogiar y premiar el buen comportamiento. Mantener reglas claras y constantes para el niño. Existen pocos datos que comprueben que los tratamientos alternativos para el TDAH, por ejemplo, hierbas, suplementos y tratamientos quiroprácticos, sirvan. 5.2.1 Alumnado, intervención sobre el núcleo de lo conductual, perceptivo-atencional y auto concepto. Dentro del cerebro hay un grupo de neuronas llamado núcleo conductual, que son las responsables de que nuestras reacciones sean siempre las mismas. En terapia el paciente que trae un material importante para él y cuando lo trabaja cree que lo ha resuelto, y al cabo de algunas sesiones, vuelve a aparecer el "mismo material", que le provoca decepción y pregunta: Esto ya lo vimos ¿por qué aparece nuevamente? Lo que sucede es que se confunde la parte con el todo, es decir, que el paciente trabajó un aspecto de ese material, pero omitió otras prolongaciones del mismo material. Por ejemplo: la figura de la madre puede ser el núcleo conductual y las prolongaciones están representadas por las situaciones que estimulen dicho núcleo. El cerebro trabaja con asuntos pendientes como en los relatos que ofrecen problemas por resolver, dudas por contestar, asuntos inconclusos, etc. La narración en presente de un sueño adquiere un valor insospechado, muy diferente a narrarlo en tercera persona y en pasado. La atención y el proceso perceptivo-atencional. La atención es la capacidad que tiene el ser humano para ser consciente de los sucesos que ocurren tanto fuera como dentro de sí mismo. A) Atención involuntaria. Aquí la atención depende de los estímulos del medio, a los que se les presta atención sin estar predispuesto a ello: el ruido de una bomba, un dolor de muelas o el frío intenso, por ejemplo, acaparan nuestra atención sin quererlo, simplemente por su propia intensidad. B) Atención voluntaria. Las causas por las que se presta atención a algo no provienen del medio sino del propio sujeto, Es la motivación, y no un estímulo, lo que hace que nuestra atención se centre en algo determinado: una señora que quiera comprarse una nevera se fijará, por ejemplo, en todas las tiendas de electrodomésticos; y alguien que esté pensando en cambiar de coche mirará atentamente todos los que vea por la calle. Con frecuencia, cuando surge algún determinado tipo de conflicto, hay que realizar un esfuerzo para mantener la atención. C) Atención habitual. El origen de esta atención deriva de los hábitos del sujeto, que lo inducen a fijarla según ciertos estímulos: un arquitecto reparará siempre en la urbanización de las ciudades y en la estructura de los edificios, mientras que un médico se fijará en las condiciones sanitarias de un lugar o en el aspecto físico de las personas Percepción e imaginación. La percepción e imaginación son procesos que lleva a cabo la mente, conforme a la interacción que tenemos en nuestro entorno, para poder estudiar de mejor manera esto, debemos conocer el concepto de éstos términos. El concepto de percepción se refiere a la acción y efecto de percibir (recibir por uno de los sentidos las imágenes, impresiones o sensaciones externas, o comprender y conocer algo). La imaginación es el proceso por el cual se crean formaciones de imágenes mentales de situaciones, personas, objetos, etc., que no se encuentran presentes, como estímulo, para ninguno de los sentidos de la persona que está imaginando, es una capacidad mental de la cual, si es aprovechada, podemos utilizarla como facilidad para formar nuevas ideas o proyectos, o bien, también es utilizada para la creación de una aprensión falsa o un juicio que en realidad no tiene fundamento, principalmente por ser una creación mental de un realidad muy distorsionada. El autoconcepto es básicamente la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta imagen se forma a partir de un buen número de variables, pero es particularmente influenciado por nuestras interacciones con las personas importantes en nuestras vidas. En otras palabras, se nos enseña a ser responsables de lo malo y no de lo bueno. Esto sin contar con el hecho de que lo malo y lo bueno en sí mismo, también es un concepto subjetivo que varía de persona a persona. Realmente, a corto plazo quizás sirva esto para cultivar un poco el sentido de la puntualidad y el cumplimiento, pero a largo plazo, esto sólo podría generar estrés. Parte de lo que tiene que ver con la dura autoevaluación que constantemente nos hacemos, se relaciona con el autoconcepto que tengamos de nosotros mismos. El autoconcepto, no es más que la forma de percibirnos a nosotros mismos, tanto como ente individual, como elemento indispensable de una sociedad. Es importante contar con un gran autoconcepto pues de ello se derivan quizás todos los pilares de la autoestima. 5.2.1.1 Programas conductuales. Programas Conductuales. Los programas conductuales son aquellos que están orientados tanto a la adquisición o el incremento de comportamientos adaptativos, como a la extinción o disminución de aquellos que no lo son. Se entiende como comportamientos adaptativos aquellos que le van a permitir al individuo integrarse a ciertos grupos sociales, ya sea en el ámbito educativo, social, afectivo o emocional. Estos comportamientos se regulan de acuerdo a las reglas tanto implícitas como explicitas que marca la sociedad como buenos o malos. Estos programas incluyen tanto la estructura de los mismos, así como sus objetivos, primordialmente terminales, y las estrategias que han de seguirse para su logro y manejo de contingencias, moldeamiento, ayudas, restricción de estímulos, etc. Por otra parte la intervención conductual se puede definir como todas aquellas acciones en las que participan maestros y padres para ampliar las probabilidades de que los niños, en forma individual y en grupo, manifiesten comportamientos eficaces que les resulten satisfactorios en lo personal además de ser productivos y aceptables en términos sociales. Para la realización de un programa de modificación de conducta es necesario realizar un diagnóstico del niño tomando en cuenta dos aspectos importantes: El estudio del comportamiento humano (evaluación conductual). La aplicación de principios y relaciones funcionales que rigen la conducta; es decir la propia intervención conductual. Cuando se habla del primer aspecto dentro de la realización del diagnóstico es importante lo siguiente: Se elabora en base a la observación directa de la conducta ¿Qué conducta ocurre, con qué dimensiones cuantitativas y ante que estímulos o situaciones ambientales? Su resultado no es una etiqueta, sino un conjunto de cuantificaciones de la conducta y de descripciones de las condiciones en las que se observó esta. El diagnostico consta de dos partes, en la primera se observa al niño y se evalúan las siguientes áreas: conductas básicas, habilidades sociales y de adaptación, habilidades académicas y conductas problemas. En la segunda parte es una entrevista con los padres que nos permite complementar la información obtenida en la primera parte, detectar problemas hogareños y hacer contacto con el medio social y cultural del individuo. En cada una de las áreas de la primera parte se evalúan los siguientes repertorios: Conductas básicas: este tipo de conductas son Atención, la base para la adquisición de otras conductas. Imitación, motor a más complejas. Seguimiento de instrucciones. Habilidades sociales y de adaptación. 5.2.1.2 Programas cognitivo-conductuales. Programas de autocontrol y de entrenamiento en habilidades sociales diseñado para niños que presentan Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). El programa combina técnicas cognitivas (auto instrucción, resolución de problemas, modelamiento, autocontrol y autoevaluación) y técnicas conductuales (refuerzo social y coste de respuesta). La aplicación se realiza en grupo, con niños de 8 a 12 años de edad, a lo largo de tres meses y con una frecuencia de una sesión por semana. Se realizan tres evaluaciones: una en el momento de pre-tratamiento, otra en el post-tratamiento y la última un mes más tarde. Los resultados apoyan la eficacia del programa de autocontrol en niños con TDAH; se obtienen efectos positivos del tratamiento en las medidas de evaluación utilizadas. Se ha comprobado que los programas de tratamiento para los niños con Trastorno por déficit de atención con hiperactividad son más efectivos cuanto antes se inician tras la aparición de síntomas, puesto que evitan que los niños experimenten reiteradas situaciones de fracaso, presenten una imagen deteriorada de sí mismos, muestren déficits en los aprendizajes escolares básicos, y desarrollen problemas de conducta. Actualmente se dispone de considerable número de investigaciones que indican que los programas de tratamiento cognitivo-conductual son eficaces en el abordaje del TDAH. Los antecedentes de este tipo de intervención vienen de la mano de Meichenbaum y Goodman (1981) con la introducción de la técnica de autoinstrucciones. Los procedimientos cognitivo-conductuales se han dirigido primordialmente a dos áreas de intervención, una a los déficits en la atención sostenida, al control de la impulsividad y a la mejora en el rendimiento académico y las habilidades sociales, y la otra a reducir la actividad excesiva, las conductas oposicionistas-desafiantes y las conductas agresivas. En general, estos programas persiguen el objetivo de conseguir que el niño sea capaz de alcanzar por sí mismo una total autonomía en la regulación de su comportamiento (autocontrol, adaptación a las normas sociales, etc), una autonomía física (hábitos de la vida diaria, orden, colaboración, etc.), una autonomía cognitiva (mejorar la capacidad para separar la información relevante de la irrelevante, autoevaluación de su rendimiento o conducta, autocorrección, selección de las estrategias de actuación más adecuadas para la situación concreta, etc.) y una autonomía emocional (independencia de los adultos, mejora de su autoestima y relaciones interpersonales satisfactorias).