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UN GRAN ATARDECER Autor Engel Ariza Cuando estamos aún niños el primer personaje a quien adoramos es a nuestro padre y existe otro personaje a quien también admiramos mucho….y ese es el abuelito. Abel, como todos los niños, en su gran mayoría, amaba a su abuelo, un hombre entrado ya en la tercera edad, viudo a quien no hubo manera de convencer que se viniera a vivir con su unico hijo después que su esposa murió. Pero todos los sábados, temprano por la mañana, su hijo le traía a su nieto quien pasaba todo el día con él. Abel por naturaleza había nacido buen conversador como su abuelito, por lo que hacían una pareja perfecta durante las horas que pasaban juntos. Después de recoger algunos limones que habían caído del árbol, el abuelo preparó una rica limonada, que saboreaban sentados en sus cómodas sillas de patio. Abel, con esa seriedad de joven adulto que tenía, siendo aun un niño de 10 años, le dijo a su abuelo: Abuelito, mi papi me dijo que tú fuiste marinero por muchos años. Sí, hijito – respondió el abuelo – por más de 25 años. Y – volvió a preguntarle - ¿Cómo son los atardeceres en el mar, son iguales que los atardeceres aquí? Abuelito, explícame por qué es que atardece. ¿Hizo Dios el atardecer, abuelito? El abuelito, emocionado por esas preguntas tan serias de su nieto, comenzó a decirle: Abelito, un día que estaba en una isla salí a pasear un rato por la noche, y en la plaza estaba un predicador que dijo lo siguiente: “Dios está en su Universo, Dios está en Su Biblia, Dios está en su Hijo y Dios está en su Pueblo”. Esas palabras del predicador me hicieron pensar en la Naturaleza y fue cuando empecé a ver a Dios más de cerca y entender que todas las cosas son parte de una gran resurrección”. El abuelito hizo silencio un par de segundos, Miró a su nieto y como si éste entendiera su mirada, le dijo: Sigue abuelito, te entiendo. El abuelo, siguió diciendo: “Entendí, nieto amado, que nada muere, que todo permanece vivo y que la esencia de toda la creación se encuentra dentro de Dios quien es el que hace fluir la vida en todo el universo. Nada muere en sí mismo, sino que todo pasa de un estado a otro. El sol, por ejemplo, cae sobre la tierra y su calor tenue manifiesta la vida de un bebé. Luego, a la media mañana, es ya como un niño vivaz que se deleita en su niñez sin llegar aún a conocerla. Y un poco después, a pleno mediodía, se muestra como un adolescente lleno de energía y de coraje, mas por la tarde, es como un hombre maduro que dejó atrás su vida vigorosa. Aunque el vigor va dentro de él todo parece indicar que se acerca a un ocaso, un ocaso que no es muerte, sino sencillamente, un esconderse para regresar a la mañana siguiente mostrando una gran resurrección de la luz sobre la tierra. Lo mismo es el proceso del agua en la naturaleza, es un proceso formidable. ¿Sabes algo hijito? La tierra no ha perdido una sola gota de agua en los miles de años que tiene, ¿no es eso formidable? ¿Sabes? Hay un pez que se llama Salmon, después de salir de las cristalinas aguas de los ríos y entrar en las profundas aguas del mar para desarrollar su ciclo de vida, vuelve a esas mismas cristalinas aguas para ovalar y dar continuidad a la vida y luego morir; lo grande de su muerte es la vida que sale de él bajo la guía de una inteligencia superior que controla su instinto. Y ¿qué puedo decir de las estaciones del año? ¿Qué de los árboles? ¿Qué del color de las hojas, del por qué se caen, de los troncos que se secan y quedan casi muertos casi sin esperanza de volver a tener hojas? Ahí es donde vemos la fuerza sobrenatural del Altísimo, El no los abandona, la vida de Dios en ellos baja a sus raíces y allí se esconde y espera el dia de su resurrección para volver a vivir con hojas nuevas, con capullos nuevos y con flores y frutos nuevos….” El abuelito calló, miró hacia el cielo y sonrió como si estuviera viendo a Dios. Nada muere en sí mismo, sino que todo pasa de un estado a otro. Así somos los seres humanos, no morimos, solo dormimos, simplemente salimos de una primavera y entramos a un sórdido invierno, pero como somos creación de Dios, el gran atardecer nos llevará tarde o temprano a una gran resurrección. Abuelito – preguntó Abel mirando fijamente al abuelito a los ojos Entonces, mi abuelita regresará tambien así como el sol sale y se esconde y regresa? Abuelito, ¿es mi abuelita un sol? El abuelito le dijo: No, ella no es un sol, ella es una bella y hermosa estrella en las manos de Dios.