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EL ESTADO DEBE PLANIFICAR EL FUTURO DE LA SAUD PUBLICA. La planificación como herramienta útil en la transformación social en busca del bienestar de todas las personas y en general comunidades implica un arduo trabajo en el sector salud, educación y participación social y política en la toma de decisiones. A mi parecer los gobiernos de las instituciones y en general del estado del que hacemos parte son los encargados y responsables del significado que le damos los ciudadanos a la palabra planificación y los contextos en los cuales aplicamos el significado que cada individuo cree pertinente según su educación y entorno social donde creció, entorno y educación que le proporciono el gobierno según decisiones tomadas y encaminadas a cumplir su labor. Garantizar el bien común y hacer la apropiada repartición de los bienes y recursos, priorizando en asegurar el futuro de la educación, salud, propiedad y vivienda. Una utopía propia del bienestar social y propiamente bienestar en salud seria que el estado proporcionara educación de calidad y gratuita para todos los ciudadanos, alimentación, agua potable, servicios de salud de calidad y al alcance de todos, adecuada repartición de bienes y riquezas y la suficiente ética moral para administrar recursos de la nación sin interesarse por sacar provecho propio de los mismos. Una posible solución a todos los problemas sociales mencionados anteriormente se ven expresados en la planificación del furo que de forma clara y directa hace Héctor Abad Gómez en su libro FUNDAMENTOS ÉTICOS DE LA SALUD PÚBLICA. Primera edición: Universidad de Antioquia, 1987. (pág. 4-5, 39) Del cual resalto los siguientes párrafos como ejemplo de la utopía de la salud pública que implica necesariamente una planificación de acuerdo a lo que se quiere con respecto a lo que tiene y la responsabilidad del estado en ello. “El punto importante aquí es cómo tratar de reducir lo más posible estas desigualdades biológicas, sociales y naturales, que si es verdad que de hecho se presentan, muchas son el resultado de condiciones sociales que pueden cambiarse. Cuando la educación y la salud, por ejemplo, se presta en igual medida, cantidad, calidad e intensidad, a todas las personas, sin ningún distingo, lo que se está haciendo es tratando de superar las diferencias naturales biológicas, que muchas veces se reflejan en el campo social, dando origen a extremas desigualdades humanas —entre el genio y el idiota, por ejemplo— las cuales pueden atenuarse y disminuirse, proporcionando a todos las mismas circunstancias básicas ambientales, culturales y sociales. Esto haría menos duro y lograría reducir, por lo menos en parte, este estado de desigualdad social que hoy se presenta y sigue produciéndose en la gran mayoría de sociedades humanas. ¿Hay algún remedio para esto? Es evidente que sí. Ya lo hemos dicho. Una sociedad humana que aspira a ser justa tiene que suministrar las mismas oportunidades de ambiente físico, cultural y social a cada uno de sus componentes. La rama ejecutiva del Estado se refleja en las condiciones de salud de la población. A la salud se le ha llamado modernamente, “uno de los sectores del desarrollo”, y como tal, junto con los otros sectores del desarrollo (educación, economía, obras públicas, derechos humanos, vivienda, recreación, justicia, seguridad, etc.) influye en forma significativa en el objetivo final que busca “el desarrollo”, cual es el del “bienestar” de todos los componentes individuales de una población. A la salud se la ha considerado, a la vez, como un fin en sí misma (como necesario componente del bienestar individual) y como un “medio” —que algunos sociólogos y economistas consideran importante— para alcanzar el “desarrollo económico y social”.
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