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NO ES UNA SANTA… ES
UNA GIGANTE DE LA
SANTIDAD
Santa Verónica Giuliani
(1660 – 1727) Fiesta: 9 de
julio.
Úrsula,
la
futura
Verónica, nació el 27 de
diciembre
de
1660
en
Mercatello Sul Metauro,
en lo que eran los Estados
Pontificios, en el centro
de Italia.
Su madre, en el lecho de
muerte tiene delante de sí
a sus cinco hijas, y las
dedica, a cada una, a una de las cinco llagas de Jesús. A Úrsula le toca
la llaga del costado. Fue providencial pues llegaría a identificarse del
todo con el Crucificado para la salvación del mundo.
Adolescente, recibe una revelación de Jesús, que le dice: “Úrsula, a la
guerra”.
Ella lo interpreta literalmente. Su primo es maestro de esgrima y aprende
a luchar con la espada. En un combate, su primo la hiere en una pierna.
Ella comprenderá que Jesús la llama a otro tipo de “guerra”.
Entrará en un convento de monjas capuchinas franciscanas. Allí podrá
experimentar lo que ha dicho muchas veces la sabiduría cristiana: “Vita
Communis mea máxima penitentia est”.
Jesús la llevará siete veces al Infierno, para que comprendiera bien el
horror eterno del cual hay que salvar a la humanidad. Queda tan horrorizada
por lo que ve, que va a ponerse en la entrada del infierno para que las
almas no entren en él: “Almas, retroceded, retroceded…”
Le pedirá a Jesús la gracia de participar de su Pasión Redentora, y Jesús
se lo concederá de manera extraordinaria.
“Jesús la atrae y la quiere del todo semejante a Él. Verónica experimentará
en su carne la coronación de espinas, la flagelación, la crucifixión y la
muerte de Jesús. Le será atravesado el corazón por la lanza y le serán
impresas las llagas como señal definitiva de conformidad y de amor.”
“Recuerda la impresión de las llagas. Era el 5 de abril de 1697: ‘En un
instante vi salir de sus llagas cinco rayos resplandecientes y vinieron a
mí. Los veía convertirse en pequeñas llamas. En cuatro de estas había
clavos y en una la lanza, como de oro, toda rusiente, y me atravesó el
corazón; y los clavos perforaron las manos y los pies". Verónica puede
repetir ya con san Pablo: ‘He sido crucificada con Cristo’.”
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De ella es esta impresionante oración:
“Oh almas, recurrid a la sangre preciosa de vuestro Creador, que Él os ha
comprado y redimido. Dios mío, no os pido otra cosa que la salud de los
pobres pecadores. Convertidlos todos a Vos, todos a Vos. ¡Oh amor, oh
amor! Mandadme más penas, más tormentos, más cruces, que estoy contenta,
con tal de que todas las criaturas vuelvan a Vos, y nunca, nunca, vuelvan
a ofenderos. Me pongo por medianera entre Vos y los pecadores. Vengan los
tormentos; el amor lo sufrió todo. El amor ha vencido, y el mismo Amor ha
quedado vencido, porque el alma lo siente en sí, en modo que no tengo modo
de decirlo.”
Deja escrito un diario de 22.000 páginas, al cual pone el título: “El
poema del dolor y del amor”.
En este diario explicaba que ella sentía dentro de su corazón, los
instrumentos de la pasión: los clavos, las espinas, la lanza… Cuando murió,
el obispo quiso comprobar que aquello tan extraordinario, era verdadero.
Y así fue.
Impresiona, también, su total identificación con la Virgen María, con la
cual hubo el intercambio de corazones. La Virgen la llamaba, “Corazón de
mi Corazón”.
Como abadesa, a veces, presidia las reuniones de comunidad estando en
éxtasi: era la Virgen María quien hablaba, trayendo aquello, naturalmente,
una gran paz y armonía a la comunidad.
Murió el 9 de julio de 1727, a los 67 años de edad. Después de 33 días de
“un triple purgatorio: dolores físicos, sufrimientos morales y tentaciones
diabólicas, como lo había predicho.”
“Al alba del 9 de julio, recibida la obediencia de su confesor para poder
dejar este mundo, vuela al encuentro con Dios.”
“’¡El Amor se ha dejado hallar!’ Son sus últimas palabras dichas a sus
hermanas. Así terminó su padecer por amor y comenzó su paraíso.”
El papa Beato Pio IX, el papa de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María, dirá de ella: “No es una santa, es una gigante de la santidad.”
Fue beatificada en 1804 y canonizada en 1839. Será, seguramente, la próxima
Doctora de la Iglesia.
¡Hermanos y hermanas, los tiempos son “muy recios”, seamos, pues, nosotros
también como Verónica Giuliani, Gigantes de la Santidad, con la ayuda de
Dios, de la Madre de Dios y de todos los ángeles y santos y santas del
cielo!
Mn. Joan Manuel Serra i Oller ([email protected])
Ver más en:
http://www.corazones.org/liturgia/santos/santa_veronica_giuliani.html
www.mossenjoan.com
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Audiencia del Papa Benedicto XVI, sobre Santa Verónica Giuliani:
http://www.corazones.org/santos/benedicto16/audiencias/2010/diciembre_15
.html
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