Download pregón de semana santa (anastasio garcía)

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Saludos:
Señores y Señoras, bienvenidos todos a este acto en el prólogo de
la Semana Santa Villoreja, en honor de quienes hicieron posible y
hacen posible la Semana Santa de Villoria. Mi alegría y cariñoso
saludo para todos los presentes, y un saludo especial para nuestro
párroco y a las personas que no pueden venir, un reconocimiento
a los pregoneros anteriores que me han puesto el listón muy alto.
Como humilde cofrade me gustaría dedicar unas breves palabras
de agradecimiento y muestras de cariño para Villoria, expresadas
por vosotros hacia mí con este gesto de estar aquí hoy,
muchísimas gracias.
Habéis pensado en mí
como pregonero este año 2016, una
elección que no merezco, por la que no tengo ningún mérito
(salvo el de ser cofrade que bien poco es) y que entiendo, no deja
de ser sino una muestra más de confianza y cariño hacia mí,
hacia los míos y hacia mis seres queridos: Mis tres Ángeles, mi
esposa Ana, mi hija Noelia y mi hijo Jorge, gracias.
Queridos hermanos yo no soy ningún profeta, solo soy un
humilde cofrade de Villoria para levantar la voz en esta cuaresma.
Haz al prójimo lo que quieras que el prójimo te lo haga a ti;
como cristianos y hombres de buena voluntad debe ser así de
sencillo: ama si quieres ser amado; perdona, si quieres que te
perdonen.
Porque odiar tiene un coste muy elevado, cuando odiamos a
nuestros enemigos, les damos poder sobre nosotros. Cuando tratas
de pagar a alguien con la misma moneda te haces más daño del
que puedas hacer a esa otra persona.
Así lo dijo Jesús, “Amad a vuestros enemigos”. Ojo, que lo dijo
también para los villorejos. Y como cristianos podemos
empeñarnos en demostrar al mundo que el amor puede cambiar la
historia.
Bueno seguramente estamos aquí animados en la preparación
interior para la Semana Santa. No es bueno destruir lo que existe
cuando lo que existe es bueno.
Villoria tiene una cofradía del Santísimo Sacramento y se conoce
en España por los encuentros Nacionales que venimos
organizando. Se celebran cada dos años y a todos nos gusta que
nos conozcan por las buenas obras. Y según las obras nos
conocerán, personas que con su ejemplo dan fundamento para
poder llevarlo a cabo. Y son de agradecer algunas cosas, como el
día de la bici solidaria aprobado en asamblea para ayudar por la
lucha contra el cáncer y que tantos apoyos tiene. Gracias.
Desde niño he compartido la fe que mis padres Francisco, que en
paz descanse y Lucía, me confiaron en el bautismo.
Por este motivo mi vida se ha convertido en un caminar hacia el
encuentro con Jesús y en una espera hacia el abrazo amoroso de
Dios Padre.
En la infancia con mis padres aprendí el trabajo del campo, el
esfuerzo de cultivar la tierra, la confianza en la providencia para
traer la lluvia y esperar para que nazca la semilla. El mayor
intento de mis padres ha sido mantener a la familia unida, a través
de su ejemplo, aceptando los inconvenientes y los contratiempos
de la vida. Una familia de 7 hijos, con buen corazón compartiendo
todo lo que había y ayudándonos entre nosotros.
De niño en la escuela aprendí el catecismo, rezábamos en el mes
de mayo a la Virgen María y durante la semana Santa participaba
de los oficios. Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de
Resurrección.
Celebrando
el
Amor
Fraterno,
orando
en
Getsemaní, rezando el Vía Crucis, acompañando a María en la
Pasión de Jesús y experimentando la alegría de la Resurrección.
Esta experiencia personal, está unida al camino de la vida de
Jesús, un camino no tan fácil y que por lo que sabemos lleno de
dificultades, pero todas ellas con una fe profunda en el amor de
Dios.
Que el amor entregado, sacrificado y crucificado no es el final del
camino, es el principio de una vida nueva y resucitada.
Los discípulos de Jesús no aceptaban la despedida del Maestro,
como a nosotros nos cuesta aceptar la enfermedad o incluso la
pérdida de un ser querido, pero a la luz de la muerte y
resurrección de Cristo entendemos que por mucho mal que
veamos o sintamos, siempre hay esperanza si nuestro corazón y
nuestra voluntad están llenas de bondad.
En este Año Santo de la Misericordia, el Papa Francisco nos
recuerda que Jesús tiene para nosotros un corazón de médico y de
amigo, no tiene un corazón de juez severo.
Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a
nuestro encuentro.
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de
cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que
encuentra en el camino de la vida.
La compasión que Jesús sintió ante la multitud de personas que lo
seguían, cansadas, pérdidas y sin guía, que le llevó a salvarlas; es
la misma compasión que tiene que mover nuestro corazón a
ayudar al prójimo.
Nuestra tarea como cristianos es anunciar el amor de Dios, en las
acciones concretas de cada día y en la medida en que podamos.
Tenemos por delante la tarea de vivir las obras de misericordia,
porque nuestras casas, nuestra parroquia y nuestro pueblo
deberían ser para los otros un oasis de descanso, paz y
reconciliación.
No somos perfectos todavía, nos queda mucho camino por
recorrer, pero que nunca nos falte la voluntad de ayudar al
prójimo. Porque este es el mejor testimonio de la Iglesia y la
mejor predisposición para vivir la Semana Santa.
Que las celebraciones eucarísticas y los sacramentos, signos del
misterio de Dios con nosotros, nos hagan recuperar fuerzas para
seguir los caminos del amor, la fidelidad y el perdón. Seamos
nosotros capaces de acoger con misericordia a nuestro prójimo.
También es un momento para recordar la importancia de seguir
descubriendo lo que el Señor espera de nuestra comunidad
parroquial, una familia que espera hacer la voluntad de Dios.
El pregón toca su fin, antes de concluir unas breves
consideraciones basadas en la gratitud y en el reconocimiento.
Gracias otra vez a todos que amablemente habéis puesto atención,
a todos los hermanos cofrades y del pueblo, a nuestros
antepasados que un día nos dejaron para marchar a la Semana
Santa del cielo después de luchar y trabajar para que hoy nosotros
podamos seguir disfrutando de ella.
También una distinción a todos los que con gran ilusión seguís
luchando por la Semana Santa de Villoria. Celebrar así la Semana
Santa nos ayuda a afrontar el presente y el futuro con coraje y con
decisión, apostando por un mundo más justo y más solidario.
Unos poniendo la cabeza, otros la mano y otros el corazón.
Juntos podemos construir un mundo mejor, en el que cada
persona pueda descubrir que es única y singular, que es amada y
que está llamada a ser feliz, pero que no lo conseguirá si no es
capaz de abrirse a Dios y a los demás.
Que nuestra Semana Santa nos permita participar a los que
vivimos aquí y a los que vienen expresamente unos días para
acompañarnos.
Francisco el cura me ha dicho que desde que entro al seminario
jamás había vivido la Semana Santa fuera de Villoria y que
siempre se acuerda y da gracias a Dios por todos los que vivió
con nosotros. Un recuerdo de testimonio valido para seguir
manteniendo con vida nuestras costumbres y devociones. Un
momento especial para la fe de los cristianos.