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Fundamentos de la
Ley 14818
La Organización Mundial de la Salud (WSO) designó el 29 de octubre como el Día
Mundial del Accidente Cerebro-Vascular. En nuestro país, la Sociedad Neurológica
Argentina declaró el mismo como Día Nacional del Accidente Cerebro-Vascular.
Ocurre cada cuatro minutos, pero sólo una de cada cuatro personas recibe la
atención necesaria para salvar su vida o minimizar sus consecuencias. Se trata del
accidente cerebro vascular (ACV), que en nuestro país registra 130.000 casos por año y
constituye la segunda causa de muerte (después del infarto de miocardio) y la primera
causa de discapacidad severa. Suele ser más frecuente después de los 65 años, pero un
25% de los eventos ocurre antes de esa edad.
ACCIDENTE CEREBRO VASCULAR
Los términos accidente cerebro vascular (ACV), infarto cerebral, derrame cerebral
o, menos frecuentemente, apoplejía son utilizados como sinónimos del término ictus. Se
caracteriza por un déficit neurológico ocasionado por una disminución importante del flujo
sanguíneo cerebral, de forma anormalmente brusca (ictus isquémico) o bien, por la
hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral (ictus hemorrágico).
Las enfermedades cerebro vasculares constituyen, en la actualidad, uno de los
problemas de salud pública más importantes. Son la tercera causa de muerte en el mundo
occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de
las principales causas de déficit neurológico en el anciano. No obstante, se ha demostrado
que los ACV en niños de 0 a 14 años son los que tienen más facilidad de recuperación,
debido a que tienen un cerebro flexible y joven.
El daño cerebral supone una rotura en la trayectoria vital del paciente y, por su
elevado costo socio sanitario, condiciona las situaciones familiares, sociales e
institucionales.
Epidemiología.
Incidencia y prevalencia.
En España hay de 150 a 250 casos anuales por cada 100.000 habitantes.
Prevalencia = 3,5 por ciento en la población mayor de 64 años. Incidencia por edad
y sexo:
De 65 a 74 años la presencia es mayor en hombres. A partir de los 75, la prevalencia
asciende significativamente entre mujeres.
Mortalidad:
En Europa es la tercera causa de muerte. Por sexos, es la primera causa de
mortalidad en mujeres.
En España hay 90 muertes por ictus por 100.000 habitantes al año.
Durante el primer mes tras el ictus, la mortalidad es mayor del 25 por ciento.
17,7 por ciento de los pacientes que han sufrido un ictus son dependientes a los 6
meses.
El 27,4 por ciento presenta discapacidad para alguna actividad de la vida diaria.
Un 32,3 por ciento requiere rehabilitación.
Un 10 por ciento evoluciona a demencia en los tres meses siguientes.
Un 12,5 por ciento sufre depresión en los tres primeros meses.
Otros problemas que presentan derivados del ictus se refieren a: epilepsia,
espasticidad, incontinencia urinaria, problemas intestinales, úlceras de decúbito, etcétera.
El número de personas afectadas, la duración, gravedad y variedad de las secuelas,
su repercusión en la calidad de vida de los afectados y sus familias, sus consecuencias
económicas y productivas convierten al daño cerebral adquirido en un problema socio
sanitario de primera magnitud.
Clasificación:
Según su etiología, un ACV tiene dos variantes, isquémicos y hemorrágicos. El
cuadro clínico es variado y depende del área encefálica afectada.
Ictus isquémico.
Un accidente cerebro vascular isquémico o accidente cerebro-vascular oclusivo,
también llamado infarto cerebral, se presenta cuando la estructura pierde la irrigación
sanguínea debido a la interrupción súbita e inmediata del flujo sanguíneo, lo que genera la
aparición de una zona infartada y es en ese momento en el cual ocurre el verdadero “infarto
cerebral” y se debe sólo a la oclusión de alguna de las arterias que irrigan la masa
encefálica, ya sea por acumulación de fibrina, mostrando o de calcio o por alguna
anormalidad en los eritrocitos, pero generalmente es por arterosclerosis o bien por un
émbolo (embolia cerebral) que procede de otra localización, fundamentalmente el corazón
u otras arterias (como la bifurcación de las carótidas o del arco aórtico). La isquemia de las
células cerebrales puede producirse por los siguientes mecanismos y procesos:
1.
De
origen
vascular
o
hemodinámico:
Estenosis
de
las
arterias
(vasoconstricción) reactiva a multitud de procesos (“vasoespasmo cerebral”).
Con frecuencia se debe a una disminución del gasto cardíaco o de la tensión
arterial grave y mantenida, produciendo una estenosis y su consecuente bajo
flujo cerebral.
2.
De origen intravascular:
1.
Trombótico o aterotrómbico: Se forma un coágulo en una de las arterias
que irrigan el cerebro (trombo), provocando la isquemia. Este fenómeno
se ve favorecido por la presencia de placas de aterosclerosis en las
arterias cerebrales.
2.
Embólico: Consecuencia de un coágulo formado en una vena de otra
parte del cuerpo (émbolo) y que, tras desprenderse total o parcialmente,
viaja hacia el cerebro a través del torrente sanguíneo, o bien otro
material llegado al torrente circulatorio por diferentes motivos:
normalmente coágulo formado en el corazón y también fracturas
(embolismo graso), tumores (embolismo metastásico), fármacos o
incluso una burbuja de aire. Al llegar a las pequeñas arterias cerebrales
el émbolo queda encallado cuando su tamaño supera el calibre de las
mismas, dando lugar al fenómeno isquémico.
3.
De origen extravascular:
1. Estenosis por fenómenos compresivos sobre la pared vascular:
Abscesos, quistes, tumores, etcétera ictus hemorrágico.
Se deben a la rotura de un vaso sanguíneo encefálico debido a un
pico hipertensivo o a un aneurisma congénito. Pueden clasificarse en:
intraparenquimatosos y hemorragia subaracnoidea.
La hemorragia conduce al ACV por dos mecanismos. Por una parte,
priva de riego al área cerebral dependiente de esa arteria, pero por otra
parte la sangre extravasada ejerce compresión sobre las estructuras
cerebrales, incluidos otros vasos sanguíneos, los que aumenta el área
afectada. Ulteriormente, debido a las diferencias de presión osmótica, el
hematoma producido atrae líquido plasmático con lo que aumenta
nuevamente el efecto compresivo local. Es por este mecanismo por lo
que la valoración de la gravedad y el pronóstico médico de una
hemorragia cerebral se demora 24 a 48 horas hasta la total definición
del área afectada. Las causas más frecuentes de hemorragia cerebral
son la hipertensión arterial y los aneurismas cerebrales.
Cuadro clínico.
Los síntomas de un accidente cerebro-vascular son muy variados en función del
área cerebral afectada. Desde síntomas puramente sensoriales a los puramente motores,
pasando por los síntomas sensitivo motores. Los más frecuentemente diagnosticados son
los siguientes:

Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna o parálisis en la cara
(hemiparesia/hemiplejia).

Dificultad para expresarse, entender lo que se le dice o lenguaje ininteligible
(Disartria).

Dificultad al caminar, pérdida de equilibrio o de coordinación.

Mareos, dolor de cabeza brusco, intenso e inusual, casi siempre
acompañado de otros síntomas.

Pérdida de la visión en una o ambos ojos.

Además de las manifestaciones físicas, hasta un 50% de las personas que
sobreviven a su ataque cerebral sufren depresión durante los primeros años. A
pesar de esto, en la mayoría de los casos de omite el diagnóstico, lo que repercute
negativamente en el paciente.
No obstante, numeroso cuadros de ACV de baja intensidad y duración pasan
inadvertidos por lo anodino de la sintomatología: parestesias, debilidad de un grupo
muscular poco específico (su actividad es suplida por otros grupos musculares), episodios
amnésicos breves, pequeña desorientación, etcétera. Son estos síntomas menores los más
frecuentes, teniendo una gran importancia, porque ponen sobre aviso de la patología
subyacente de una forma precoz.
Rehabilitación.
Se requiere de un programa de rehabilitación interdisciplinaria que provea una
asistencia integrada para las personas que han sobrevivido a un ataque cerebral. Que
atienda tanto los aspectos motores como los relacionados con el habla, los trastornos
visuales, las actividades de la diaria y las secuelas incapacitantes como la espasticidad,
para que el sobreviviente del ACV pueda alcanzar un grado de independencia suficiente
como para retomar, al menos parcialmente, sus actividades habituales. Este equipo
interdisciplinario debe estar formado por kinesiólogos, neuropsicólogos, fonoudiólogos,
terapeutas ocupacionales, y los relacionados con la medicina, como el médico fisiatra, el
psiquiatra y el neurólogo.
Otro grupo que se ve afectado luego de un ACV son los familiares y amigos de la
persona quienes requieren de orientación sobre la mejor manera de acompañar a la
persona que se está recuperando de su ataque cerebral. Esto fundamentalmente porque,
ante la incertidumbre y angustia en la que se encuentran, pueden actuar obstaculizando el
proceso de rehabilitación.
Prevención.
Lo fundamental es controlar los factores de riesgo asociados; fundamentalmente,
son la tensión arterial, el colesterol y la diabetes.
Evitar tabaco y alcohol.
Llevar una visa sana: ejercicio físico, dieta saludable rica en verduras, frutas,
proteínas y grasas poli-insaturadas (EPA, DPA, DHA), con poca sal y evitando elevadas
cantidades de grasas saturadas y carbohidratos (azúcares y harinas).
Seguir las recomendaciones del médico de cabecera, quien tiene acceso a la
información pertinente relacionada con la salud de cada individuo.
Evitar el sobrepeso.
Evitar deportes de contacto o sobreesfuerzos.
Por los motivos expuestos es que solicito a las señoras y señores diputados que
voten afirmativamente el presente proyecto de ley.