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Transcript
Arquidiócesis de Monterrey
Vicaría de Pastoral
Ciclo de Conferencias por inicio del Año de la Fe
Auditorio Juan Pablo II15-19 de Octubre de 2012
Monterrey, N.L. México
PRESENTACIÓN
La semana del 15 al 19 de octubre del año 2012, se llevó a cabo una serie de
conferencias en el Aula Juan Pablo II de la Curia Arzobispal, y en el Claustro de la
Catedral. La convocatoria surgió por el inicio del Año de la Fe, desde el 11 de ese
mismo mes. Se invitó a toda la comunidad arquidiocesana a reflexionar en torno a
lo temas que nos acompañarán este año, en especial, el Concilio Ecuménico
Vaticano II, que cumple 50 años de haber sido promulgado.
Te ofrecemos en este Material no sólo las conferencias de esa semana, sino
también algunas dinámicas que, espero, puedan servir para que en las parroquias
y comunidades podamos apoyar la vivencia de este Año de la Fe.
Agradezco a las personas que colaboraron en la realización de este proyecto, y
confío en que nos ayudará para iniciar también, con renovados bríos, esta etapa
de nuestro caminar como Iglesia Arquidiocesana, bajo la guía de nuestro nuevo
Pastor, Mons. Rogelio Cabrera López.
Que Dios Nuestro Señor nos siga bendiciendo, y la Virgen del Roble continúe
cubriéndonos con su manto.
Pbro. José Francisco Gómez Hinojosa
Secretario Ejecutivo de la Vicaría de Pastoral
1
Índice
Tema
Pág.
Concilio Ecuménico Vaticano II (Visión General) 50 años después
Mons. Emigdio Alberto Villarreal Bacco
3
Constitución Dogmática Lumen Gentium
Pbro. Héctor Mario Pérez Villarreal
Constitución Pastoral Gaudium et Spes
Pbro. Óscar Efraín Tamez Villarreal
Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico
Pbro. Carlos Alberto Santos García
Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances
Pbro. Luis Eugenio Castillo Leal
7
17
28
35
Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina (Medellín, Puebla,
Santo Domingo, Aparecida)
Pbro. Luis Eduardo Villarreal Ríos
43
Visión General del Catecismo de la Iglesia Católica (20 años después)
Pbro. Modesto Mario Rodríguez Moya
54
La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana
Pbro. Marco Polo Ríos Valtierra
58
Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei
Pbro. Gerardo Ma. Mayela González Farías
66
El Concilio Vaticano II en la Pastoral de la Arquidiócesis
Pbro. Juan Armando Pérez Talamantes
71
Apéndice: Dinámicas y Materiales
77
2
Mons. Emigdio Alberto Villarreal Bacco
Lista de Concilios Ecuménicos:
Nombre del Concilio
Nicea I
Constantinopla I
Éfeso
Calcedonia
Constantinopla II
Constantinopla III
Nicea II
Constantinopla IV
Letrán I
Letrán II
Letrán III
Letrán IV
Lyon I
Lyon II
Viena
Constanza
Basilea-Ferrara-Florencia
Letrán V
Trento
Vaticano I
Vaticano II
Año (s)
325
381
431
451
553
680-681
787
869-870
1123-1124
1139
1179
1215
1245
1274
1311-1312
1417
1431-1445
1512
1545-1563
1869-1870
1962-1965
Correspondencia Nemotécnica
Ni
Co
E
Ca
Co
Co
Ni
Co
Le
Le
Le
Le
Ly
Ly
Vi
Co
Ba
Le
Tre
Va
Va
Para memorizar: Ni-Co-E-Ca /Co-Co-Ni-Co/Le-Le-Le-Le/Ly-Ly-Vi-Co/Ba-Le-Tre-Va-Va
Concilios Ecuménicos (Tomado de www.corazones.org)
La Iglesia ha tenido 21 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles en
Jerusalén.
1- Concilio de Nicea (año 325). Convocado por la autoridad del Papa San Silvestre y bajo
la ejecutoria del mismo emperador Constantino. Este Concilio condenó la herejía de Arrio
que negaba la divinidad de Jesucristo y su consustancialidad con el Padre (Homoousios)
Formuló el "símbolo niceno" o Credo.
««Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de
Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de
Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...»»
(Denzinger - Dz 54).
3
2- Concilio Primero de Constantinopla (año 381). En tiempo del Papa San Dámaso, se
ocupó de las herejías de los mecedonianos, eunomianos o anomeos. Se perfeccionó el
símbolo niceno; por esto lo llamamos el credo “niceno-constantinopolitano”.
3- Concilio de Éfeso (año 431). Convocado por el Papa San Celestino I y presidido por el
Patriarca Cirilo de Alejandría, ese Concilio condenó la herejía cristológica y mariológica de
Nestorio y proclamó la maternidad divina de María. La Theotokos. El símbolo de Éfeso
precisa que las dos naturalezas, humana y divina de Cristo, están unidas sin confusión y por
lo tanto María es verdaderamente “Madre de Dios”.
4- Concilio de Calcedonia (año 451). Bajo la autoridad del Papa San León I el Magno,
este Concilio trató de las herejías de quienes negaban a Jesucristo las naturaleza divina o la
humana o las confundían. (Nestorianismo).
5- Concilio Segundo de Constantinopla (año 553). Convocado por la autoridad del Papa
Virgilio, condenó la herejía de los "tres capítulos", confirmando la doctrina de los concilios
anteriores sobre la Trinidad, la divinidad de Jesucristo y maternidad divina de María.
Condenó el Monofisismo.
6- Concilio Tercero de Constantinopla (del año 680-681). Con el Papa San Agatón,
condenó solemnemente la herejía de quienes admitían en Cristo una sola voluntad
(Monotelitas).
7- Concilio Segundo de Nicea (año 787). Este Concilio, convocado por la autoridad del
Papa Adriano I, afrontó la doctrina de los iconoclastas y definió la legitimidad del culto a
las imágenes sagradas.
8- Concilio Cuarto de Constantinopla. Convocado por el Papa Adriano II en el año 869
duró hasta el siguiente y tuvo como principal tema la condenación del patriarca Focio, autor
del cisma oriental.
9- Concilio Primero de Letrán (del año 1123-1124). Convocado por el Papa Calixto II,
fue muy accidentado por lo que duró hasta el siguiente año. Celebrado en el tiempo de la
lucha de las investiduras, se ocupó de ellas, lo mismo que de la simonía, el celibato y el
incesto.
10- Concilio Segundo de Letrán (año 1139). Este Concilio convocado por el Papa
Inocencio II, afrontó el delicado asunto de los falsos pontífices, de la simonía, la usura, las
falsas penitencias y los falsos sacramentos.
11- Concilio Tercero de Letrán (año 1179). Bajo el Sumo Pontífice Alejandro III, se
ocupó nuevamente de condenar la simonía.
12- Concilio Cuarto de Letrán (año 1215). Bajo la autoridad del Papa Inocencio III, este
Concilio condenó las herejías de los Albingenses, del Abad Joaquín de Fiori, los Valdenses.
4
13- Concilio Primero de Lyon (año 1245). Este Concilio en realidad no abordó asuntos
dogmáticos, sino problemas morales y disciplinares de la Iglesia.
14- Concilio Segundo de Lyon (año 1274) Convocado por el Papa Gregorio X, trató de
unificar la Iglesia griega, separada de Roma desde el cisma oriental.
15- Concilio de Viena (1311-1312). Este Concilio, convocado por Clemente V, se ocupó
de los errores de los begardos y beguinas, de Pedro Juan Olivi. Abolió la orden de los
Templarios.
16- Concilio de Costanza (año 1417). Fue convocado por el Papa Martín V, sólo se
clausuró cuatro años después. Condenó los errores de Wicleff, Juan Hus, etc. Se ocupó
también de los asuntos provocados por el cisma de Occidente.
17- Concilio de Florencia (1431). Convocado por Eugenio IV, duró hasta 1445. Logró la
unión de los armenos y jacobitas con la Iglesia de Roma.
18- Concilio Quinto de Letrán (año 1512). Convocado por León X, tuvo como tema
central la reforma de la Iglesia.
19- Concilio de Trento (año 1545-1563). Este Concilio fue inicialmente convocado por
Pablo III para tratar el problema de la escisión de la Iglesia por la reforma protestante. Se
ocupó de innumerables temas doctrinales, morales, disciplinares, de acuerdo con la
problemática presentada por el protestantismo. El Decreto sobre el pecado original, el de
los Sacramentos, el de la Eucaristía, el Canon de la Sagradas Escrituras, etc., son entre
otros, los más sobresalientes, amén de infinidad de disposiciones disciplinares.
20- Concilio Vaticano Primero. Convocado por el Papa Pío IX en 1869, sesionó hasta
Septiembre de 1870, cuando hubo de interrumpirse por la toma de Roma por las tropas de
Garibaldi, el 20 de Septiembre. Este Concilio afrontó los temas fundamentales de la fe y
constitución de la Iglesia. Como definiciones más famosas, se encuentran la potestad del
Romano Pontífice y su infalibilidad cuando habla "ex cathedra".
21- Concilio Vaticano II (1962-1965) Convocado por Juan XXIII, quien lo anunció desde
Enero de 1959, tuvo cuatro sesiones, la primera de las cuales presidió, en el otoño de 1962,
el mismo Juan XXIII, quien falleció el 3 de Junio de 1963. Las otras tres etapas fueron
convocadas y presididas por su sucesor, el Pontífice Pablo VI.
5
El Papa Juan XXIII, con una humildad y sencillez extraordinaria, refiriéndose a aquel 25 de
enero de 1959, dijo: “cuando, no sin divina inspiración, convocamos el Concilio…”se refería al
acontecimiento eclesiástico más importante del s. XX. Apenas si tres meses antes, a los 78 años
de edad, había sido elegido Sumo Pontífice. Esta fue la aventura de la Iglesia, abrir sus
ventanas para que entrara aire fresco, y se pusiera al día, el famoso “aggionamento”.
Después de los preparativos para la magna asamblea, determinó el Papa que, recordando el 11
de octubre de 1962, la fiesta de la Maternidad divina de María, proclamada en el Concilio de
Éfeso en 431, diera inicio el Concilio con más de 2200 obispos de toda la Iglesia.
Esa noche, de los diversos puntos de Roma, confluyeron hacia la Plaza de la Basílica de San
Pedro, en número de 100,000, fieles llevando antorchas, recordando una marcha similar a la
proclamación, en Éfeso, de la maternidad divina de María. El Papa regresaba ya a sus
habitaciones, después de un día pesado, y su secretario particular, Mons. Loris Capovilla,
actualmente de 97 años, invitó al Papa a asomarse al balcón. El Papa aceptó, indicándole a su
secretario que no pensaba hablar. Sin embargo, dirigió unas palabras hermosísimas, que pueden
consultarse en la edición en español de L’Osservatore Romano, N° 43, del 20 al 26 de octubre
de 2012, pág. 9. Entresaco algunas palabras: “Querido hijos, oigo vuestras voces. La mía es
una sola voz pero resume la voz del mundo entero. … Mi persona no cuenta nada: es un
hermano quien habla a vosotros, un hermano que se ha convertido en padre por voluntad
de nuestro Señor. Pero todo junto, paternidad y fraternidad, es gracia de Dios. … De
vuelta a casa encontraréis a los niños; dadles una caricia y decid: ésta es la caricia del
Papa. Hallaréis tal vez alguna lágrima que enjugar. Tened hacia quien sufre una palabra
de consuelo. Que los afligidos sepan que el Papa está con sus hijos especialmente en las
horas de la tristeza y de la amargura”.
La marcha de antorchas, la luna, la Basílica de San Pedro, la ventana del Papa y sobretodo su
voz, a los 82 años, tuvieron una fuerza extraordinaria. (En internet es conocido como “El
discurso de la luna, Juan XXXIII, 11 de Octubre de 1962). Termina Mons. Capovilla
diciéndonos que el Papa se retiró a sus habitaciones muy cansado pero repitiendo siempre:
“Todo es gracia”.
El Concilio fue verdaderamente una gracia de Dios. Al Papa Juan solamente le correspondió
convocarlo y presidir el primer período del verano del 62. A su sucesor, el Papa Pablo VI, le
correspondería en el mes de Junio del 63, reconvocar el Concilio y presidir los tres períodos
estivos siguientes del 63, 64 y 65.
Y una vez concluido el Concilio, al Papa Pablo VI, también le correspondió la labor ingente de
aplicar las decisiones conciliares.
6
Constitución Dogmática Lumen Gentium
Pbro. Héctor Mario Pérez Villarreal
CONTEXTO HISTÓRICO
Cómo se preparó el documento
En enero de 1959, a dos meses de haber sido nombrado sucesor de Pedro, el Papa Juan
XXIII anuncia su voluntad de realizar un nuevo Concilio. Después de la sorpresa de que un
Papa tan grande, 77 años, convocara un concilio, se formaron comisiones necesarias para
empezar a organizar el Concilio. Para comprender qué temas debería tratar el Concilio, se
hizo una consulta a todos los obispos del mundo, universidades católicas y Congregaciones
Romanas. ¡De esta consulta hubo casi nueve mil proposiciones sobre cuestiones de la
Iglesia! De las 8972 proposiciones se elaboraron 74 esquemas que se tendrían que discutir
en el Concilio. De los 74 esquemas, finalmente prosperaron 16.
Todos los esquemas tienen qué ver con la vida de la Iglesia: La Sagrada Escritura, la
Liturgia, su relación con el mundo, su relación con las religiones orientales, la vida
consagrada, los laicos, etc. Sin embargo, se dedicó una Constitución a hablar
específicamente sobre la naturaleza de la Iglesia: “Iglesia qué dices de ti misma”
sentenciaría el Cardenal Montini en una de las sesiones en que se discutía el esquema de la
Iglesia (posteriormente fue Pablo VI).
El esquema sobre la Iglesia propuesto a los padres conciliares, en la primera reunión de
1962, se discutió en seis sesiones continuas (diciembre uno al siete). En esta discusión
setenta y seis obispos hablaron y al final concluyeron que se tenía que volver a redactar el
documento para hacerlo más cercano al espíritu del concilio, que quería mostrar una Iglesia
servicial, misionera, abierta al ecumenismo, reconciliadora. Se necesitaron dos proyectos
más para que se pudiera llegar al documento que hoy conocemos. En un primer proyecto se
habían propuesto cuatro capítulos: Misterio de la Iglesia, estructura jerárquica, los seglares
y vocación a la santidad. Antes de las discusiones de las sesiones de 1963 se desglosaron
dos capítulos más: Pueblo de Dios y Vida Consagrada. Finalmente, después de los
comentarios de los padres, en la sesión de 1963 se agregaron dos capítulos más: carácter
escatológico y la Virgen María. Así, con los ocho capítulos que hoy la conocemos, fue en
noviembre 18 de 1964, que fue aprobada la Constitución dogmática actual.
7
Opciones eclesiológicas que marcaron el documento
El tema central “La Iglesia”




Lumen Gentium es sin duda el documento central del Concilio Vaticano II.
El 4 de diciembre de 1962 el cardenal Suenens propuso en el aula conciliar que el
Vaticano II fuese un concilio de Ecclesia, con dos partes: ad intra (naturaleza de la
Iglesia) y ad extra (Iglesia en el mundo)
Se impone un triple diálogo de la Iglesia: con sus fieles, con los hermanos no unidos
y con el mundo.
El cardenal Montini, se adhirió a la propuesta del cardenal Suenens, al indicar que
“el tema unitario y comprensivo de este Concilio fuese la Iglesia”.
De la condenación al diálogo

La Iglesia necesitaba “abrir sus ventanas” y dejar que el Espíritu Santo entrara a
renovar toda su vida. Es la actitud de aggiornamento que Juan XXIII exigirá a todo
el trabajo conciliar
o La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que
traerá consigo profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la
Iglesia tiene ante sí misiones inmensas [...] porque lo que se exige hoy de la
Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne,
vital y divina del Evangelio. (Humanae salutis)

Sobre las doctrinas erróneas el Papa había comentado:
o A estos errores la Iglesia se ha opuesto siempre, los ha condenado
frecuentemente … Por lo que atañe a la hora presente la esposa de Cristo
prefiere emplear el remedio de la misericordia antes que usar las armas de la
severidad: cree que, en vez de condenar, hay que proveer a las actuales
necesidades mostrando mejor el valor de la doctrina.
Descentralización eclesial: Cristo es la Luz de la Gentes (Lumen Gentium)

Se insiste en una iglesia “comunidad espiritual” más que “sociedad perfecta”
o Ayer la Iglesia era considerada sobre todo como institución; hoy la vemos
mucho más claramente como comunión.
o Ayer se veía, sobre todo, al Papa; hoy estamos en presencia del obispo
unido al Papa.
o Ayer se consideraba al obispo solo; hoy a los obispos en Colegio.
o Ayer la teología afirmaba el valor de la jerarquía; hoy descubre el pueblo de
Dios.
o Ayer la teología ponía en primera línea lo que separa; hoy lo que une
8
DOCTRINA FUNDAMENTAL
Opciones que marcaron la eclesiología de Lumen Gentium
Misterio de Comunión
El Punto de partida para comprender el misterio de la Iglesia el documento nos lo
comparte en sus primeras líneas: “La Iglesia es como un Sacramento o un signo e
instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.” LG 1
La clave para comprender estas líneas está en la palabra: “unidad”. Dios, en su
infinita bondad y libertad ha querido que toda su creación viva en una íntima comunión con
El y entre sí. Para ello, elevó al hombre a la participación de la vida divina, y ante el
pecado, envió a su Hijo, Jesucristo para restablecer esta comunión. Por eso, “desde la
eternidad, los conoció y los predestinó a ser conformes a la imagen de su Hijo”, para que
unidos a Jesucristo pudiéramos ser Uno con Dios y entre los hombres.
Esta misión del Hijo, de unirnos a todos al Padre para que éste Reine en todos los
corazones y en la historia del hombre, la Iglesia la ha continuado a lo largo de los siglos.
Por eso, la Iglesia necesita caminar íntimamente unida a su Cabeza, que es Cristo, y
procurar la comunión de sus miembros que somos su Cuerpo. Es esta misión de Comunión
la que da sentido a toda nuestra existencia como Iglesia.
El Espíritu Santo es el que hace posible que la Iglesia continúe la Misión de
Comunión iniciada por Cristo. Es Él quien “conduce la Iglesia hacia la verdad, la une en la
comunión y el servicio, la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos
y la adorna con sus frutos” (LG 4) (cf. Ef 4,11-12; 1 Cor 12,4). “Así toda la Iglesia aparece
como el pueblo unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4).
El documento conciliar tendrá varios temas sobresalientes, pero todos estos temas
serán bajo la luz de la vocación última de la Iglesia: “ser sacramento de la unión íntima con
Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1) o “sacramento universal de
salvación (LG 48) como lo establece también el documento.
¿Cómo implementar esta Misión de comunión?
Lumen Gentium nos propone tres experiencias teológicas para comprender la
misión de la Iglesia: Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu1. Muchas
1
“La Iglesia ora y trabaja al mismo tiempo para que la totalidad del mundo se transforme en Pueblo de Dios,
Cuerpo del Señor y Templo del Espíritu y para que en Cristo, Cabeza de todos, se dé todo honor y toda gloria
al Creador y Padre de todos.” LG 17
9
ocasiones la reflexión posterior al Concilio ha intentado privilegiar alguna de estas tres
experiencias, desfigurando la eclesiología reflejada en la totalidad del documento conciliar.
Es importante que comprendamos cómo se integran estas tres experiencias para poder
asumir la propuesta conciliar en nuestra Iglesia. En seguida profundizaremos en estas tres
experiencias.
Pueblo de Dios
“Quiso Dios santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin
conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le
sirviera con una vida santa.” (LG 9)
Así vemos que hemos sido constituidos como Pueblo de Dios, no por una cuestión
práctica o eficientista, ni tampoco por cuestiones sociales; hemos de vivirnos como Pueblo
por una razón teológica: realizar la voluntad de Dios en este mundo. Por eso somos el
Pueblo “de Dios”, porque pertenecemos a Él, pues nos ha comprado con su Sangre. Por
ello, nos señala el concilio, “nuestra identidad está en vivirnos como hijos de Dios en cuyos
corazones habita el Espíritu Santo; nuestra ley es el amor como Cristo nos amó; y nuestro
destino es el Reino de Dios” (LG 9). Al vivirnos así nos convertimos “en un germen
firmísimo de unidad y de salvación para todo el género humano, pues Cristo hizo de este
pueblo una comunión de vida, de amor y de unidad” (LG 9).
Al utilizar esta categoría para definir la identidad de la Iglesia, el Concilio rompió
con la tendencia de la teología a describir la Iglesia como una sociedad jerárquica de
desiguales, donde había miembros “de primera y de segunda”; y fundamentó su teología de
la Iglesia en este concepto histórico y comunitario que, ahondando los lazos con el pueblo
judío y con los doce Apóstoles, permite comprender que primero somos pueblo y como
pueblo poseemos una misma dignidad: la de ser hijos en el Hijo.
A este pueblo escogido, Cristo, le ha dado un carácter sacerdotal para que todos,
como bautizados, “nos ofrezcamos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.” (LG
10) Por este motivo, todos estamos comprometidos a realizar la función sacerdotal en la
Iglesia, no podemos dejar la responsabilidad sólo en los ministros consagrados, pues nos
recuerda el Concilio: “el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial están
ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único
sacerdocio de Cristo” (LG 10). Su diferencia, esencial y no sólo de grado, no debe llevarnos
a olvidar que el compromiso de ser el Pueblo de Dios es de todos los bautizados.
Los padres conciliares nos invitan a comprender que la Iglesia va caminando por
la historia buscando construir en medio de todos los pueblos el reino de Dios. “Todos los
hombres están llamados a la unidad católica del Pueblo de Dios” (LG 13). El concilio, en un
acto de apertura a todos los hombres, los invita a sentirse invitados a esta unidad universal,
10
camino seguro de paz, a la que “pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados
los católicos, los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la
salvación” (LG 13). De esta manera, el concilio expresa su convicción de que, como pueblo
de Dios, tenemos una vocación universal a la comunión. No hemos sido escogidos por Dios
para excluir, para señalar y menos para condenar. Anunciar la salvación querida por Dios
para todos los pueblos es nuestra misión.
Cuerpo de Cristo
El rostro o la identidad de este Pueblo escogido por Dios nos la da Cristo. Como
Pueblo recibimos la herencia de aquel pueblo al que se le dieron la Alianza y las Promesas
y del que nació Cristo en la carne, el pueblo judío. Sin embargo, como Nuevo Pueblo de
Dios poseemos un distintivo, un rostro concreto, una esencia que nos distingue
radicalmente, Jesucristo nuestro Señor.
Por la Eucaristía somos íntimamente unidos a Cristo y por el Espíritu Santo
transformados en su Cuerpo (LG 7). Así, constituidos en el Cuerpo de Cristo por el
Espíritu, la Iglesia es continuadora la Misión del Hijo. Esta misión consiste en hacer
presente el Reino de Dios, identificándonos con Cristo en su muerte y Resurrección hasta
que reinemos con El. Por eso, no puede haber miembros de la Iglesia que no se sientan
responsables de instaurar los valores del Reino en su vida y en la sociedad que les rodea.
Para cumplir esta misión Cristo nos ha regalado su Espíritu, el cual suscita
diversos dones, dentro de los cuales destaca el ministerio de los Apóstoles, que disciernen y
guían al Cuerpo de Cristo. Cada miembro del pueblo de Dios, unido a Cristo como su
Cuerpo, posee dones y carismas que debe poner al servicio de los hombres. Nadie puede
usar sus carismas para sí; nadie puede usar sus carismas y funciones para otra cosa que no
sea instaurar el Reino de Dios. El discernimiento de estos dones les corresponde
directamente a los pastores, que son sacramento de Cristo Cabeza y Buen Pastor.
Esta misión la Iglesia la cumple sabiéndose organismo visible, encarnado en la
historia, y comunidad espiritual, que tiene su patria en el cielo. Por eso “la sociedad
dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo, el grupo visible y la
comunidad espiritual, la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo, son una
sola realidad.” (LG 8) Vivir esto es perpetuar el misterio del Verbo encarnado, sin
embargo, a muchos les cuesta comprender esta doble naturaleza de la Iglesia, terrestre y
celeste, necesitada de purificación y santa. Por eso los padres conciliares nos señalan que
“la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de
purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación”. De tal manera, que en
nuestro camino al Padre, hemos de aprender a caminar con paciencia, caridad y
11
misericordia, aspirando siempre a la santidad, pero sabiendo que seguimos siendo una
comunidad necesitada de purificación.
Templo del Espíritu
¿Pudo haber realizado su obra el Hijo sin el Espíritu? Jamás. Es el Espíritu Santo
quien hizo posible la obra del Hijo, descendiendo sobre María en la Encarnación, guiando a
Jesús por su ministerio y glorificando al Hijo en la Resurrección. Este mismo Espíritu que
santificó al Hijo, “fue enviado a la Iglesia el día de Pentecostés para santificarla y hacer
posible que los creyentes se unieran al Padre a través de Cristo en el mismo Espíritu” (LG
4).
Lumen Gentium no dedica un número específico al tema de la Iglesia como
Templo del Espíritu, sin embargo, a lo largo de toda su redacción menciona la obra del
Espíritu Santo como aquel que:
Consagra a los bautizados (LG 10), unifica a los fieles en un solo
Cuerpo de Cristo (LG 13), habita en los corazones de los fieles (LG 9),
distribuye los diversos dones para el bien de la Iglesia (LG 7,12), hace
posible su renovación (LG 9), suscita y sostiene el sentido de la fe que
guía a la Iglesia (LG 12), santifica y dirige al Pueblo de Dios (LG 12),
suscita el deseo de comunión entre todos los cristianos (LG 15), trasmite el
ministerio apostólico por la imposición de las manos (LG 21), consagra las
obras de los laicos en “hostias espirituales” (LG 34), y santifica a la Iglesia
con sus frutos (LG 39). Estas son algunas entre muchas manifestaciones
más de su presencia.
Estas manifestaciones del Espíritu que se derraman gratuitamente sobre todos los
miembros del Pueblo de Dios permiten a los padres conciliares hablar de la Santidad como
una vocación universal en la Iglesia. Todos estamos llamados a ser santos, así lo establecen
los padres conciliares: “todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados
a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor.” Esta es una novedad, pues por
muchos años, la teología de la Iglesia había “reservado” el llamado de la santidad a la vida
consagrada.
Sin embargo, todavía nos falta mucho para comprender que esta santidad no se
centra en la perfección de las virtudes, sino más bien, en el abandono de nuestras vidas en
Dios y el seguimiento de Cristo. “Esta perfección la lograrán siguiendo las huellas de
Cristo, haciéndose conformes a su Imagen y siendo obedientes en todo a la voluntad del
12
Padre”. (LG 40) Por eso, la vocación a la santidad no nos saca de este mundo, sino que nos
encarna en él, con el Espíritu de Cristo, para vivir “un estilo de vida más humano” (LG 40).
Así, todos estamos llamados a la santidad: los obispos, los presbíteros, los
diáconos, los laicos, la vida consagrada, los matrimonios, los jóvenes; cada uno, según su
vocación, está llamado a seguir a Cristo, Siervo y obediente al Padre. “Todos los cristianos,
por tanto en sus condiciones de vida trabajo y circunstancia, serán cada vez más santos a
través de todo ello si todo lo reciben con fe de manos del Padre del cielo y colaboran con la
voluntad de Dios, manifestando a todos el amor con el que el Padre los amó”. (LG 41)
Otros temas importantes
Siempre guiados por el tema de la comunión, los padres conciliares abordaron
temas de suma importancia para la Iglesia. En ellos se obtuvieron definiciones muy
importantes que han ayudado a transformar el rostro de la Iglesia en los últimos cincuenta
años. Sin embargo, estas definiciones permanecen todavía una tarea inconclusa que tiene
que ser retomada, asumida y vivida para que la Iglesia querida por los padres conciliares
adquiera un rostro más fiel a su vocación primera.
La colegialidad de los obispos, su relación con el Papa y el carácter sacramental del
episcopado (LG Cap. III).
La declaración sobre la infalibilidad papal decretada en el Concilio Vaticano I en
1870 dejaba pendiente la definición del carácter episcopal del resto de los obispos. Había
quedado claro la vocación del Papa, como sucesor de Pedro, a ser “el principio y
fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión”. Sin embargo, había
quienes querían definir a los obispos como “vicarios del Papa” y otros que defendían el
carácter independiente de cada obispo como sucesor de los Apóstoles.
Los padres conciliares, después de largas discusiones, establece que, “todo obispo
hace las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúa en su persona; este
carácter lo recibe en plenitud por el sacramento del Orden, y sólo lo puede ejercer estando
en comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio episcopal” (LG 21).
De tal manera que el Colegio episcopal, conformado por obispos de todo el
mundo, y presididos por el Romano pontífice como su Cabeza, expresan la diversidad y la
unidad de la Iglesia. Se establece claramente que este colegio no puede actuar en contra o
sin el sucesor de Pedro y que el Papa, posee potestad plena, suprema y universal, que puede
ejercer con total libertad (LG 22).
La identidad y vocación del laico tiene su fuente en el bautismo
13
Por muchos siglos se establecía la definición de laico como aquel que no
pertenece a la jerarquía; y su vocación consistía en ser colaborador en las tareas de los
pastores. Sin embargo, en el Concilio Vaticano II se alcanza la descripción de la identidad
del laico de manera mucho más positiva, además de definir su vocación desde su
compromiso bautismal y no desde las tareas del pastor.
Para los padres conciliares, los laicos son “los cristianos que están incorporados a
Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de
Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión del todo el
pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. El carácter secular es lo propio y peculiar de
los laicos. Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose
de las realidades temporales y ordenándolas según Dios… A ellos de manera especial les
corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están
estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y
sean para alabanza del Creador y Redentor”. (31)
Sobre el carácter sacerdotal del laico, el Concilio expresa esta bellísima definición:
“los laicos, ofrecen un culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres… En
efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, vida conyugal y familiar, el trabajo
diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias
de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales
agradables a Dios por Jesucristo, que se ofrecen a Dios Padre en la Eucaristía. De esta
manera, los laicos, consagran el mundo a Dios.” (34)
La presencia de “elementos de santificación y verdad” fuera de la estructura visible de la
Iglesia Católica (LG 8)
Cuando el documento habla sobre la realidad visible y espiritual de la Iglesia como
Cuerpo de Cristo, reitera la identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia Católica; sin
embargo, abre su visión sobre la presencia de elementos de santificación y verdad fuera de
esta estructura visible que llamamos Iglesia Católica.
Esta apertura se da al reconocer que la presencia del Espíritu Santo está más allá
de la Iglesia y que existen comunidades cristianas en las que hay presencia de Cristo y de
su Espíritu.
Es interesante este tema porque durante el Concilio Vaticano II fueron invitadas
muchas iglesia cristianas y orientales a participar en las asambleas. Aunque en el aula
principal no podían hablar, sí lo podían hacer en las reuniones informales y en los
simposios que continuamente se sostenían para iluminar la reflexión de los padres del
Concilio. De esta manera, los padres conciliares, dieron un paso hacia la comunión con las
iglesias Protestantes y Ortodoxas.
14
La vocación escatológica de la Iglesia que no construye un reino que se limite a este
mundo, sino que es germen y principio de un reino que llegará a su plenitud al final de los
tiempos (LG 5).
Por varios siglos, la iglesia, en una teología que buscaba demostrar quién tenía la
razón (apologética) frente a las comunidades cristianas que se separaron, se identificó con
el Reino de Dios. Se identificaba a la Iglesia con el Reino de Dios y se presentaba como
sociedad perfecta. Rompiendo con esta tendencia de la teología apologética, los padres
conciliares aprueban dos textos muy interesantes. El primero son unas cuantas líneas al
hablar de la Iglesia y el Reino de Dios, y dice así:
La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus
mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y
establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el
comienzo de este Reino en la tierra.(LG 5) Estas palabras han de resonar en nuestros
corazones cada vez que salimos a evangelizar, pues esa es nuestra labor: ser semilla del
Verbo, comienzo del Reino; hacerla germinar y crecer está en manos de Dios. Cuánta
esperanza abre para nosotros esta propuesta conciliar, que nos invita a no presentarnos
como la comunidad que “todo lo sabe”, que “todo lo hace perfecto”, sino como la
comunidad que va sembrando, creciendo, encontrándose con Dios, siempre nuevo, siempre
abierto, siempre misericordioso.
El segundo texto nos invita a contemplar la Iglesia como una comunidad de
elegidos que no ha de construir un reino en este mundo, sino que ha de caminar, con los
pies en la tierra y su corazón en el cielo. El documento lo señala así: “La Iglesia, sólo
llegará a la perfección en la gloria del cielo… mientras tanto, camina por este mundo como
sacramento universal de salvación… Por tanto, la restauración prometida que esperamos ya
comenzó en Cristo, progresa con el envío del Espíritu Santo y por El continúa en la
Iglesia.” (LG 48)
15
DESAFÍOS PENDIENTES
COMUNIÓN
Una visión cristiana de esta comunión no sólo sociológica, sino fundamentada en la acción
del Espíritu que nos une, desde nuestros diversos carismas, como un solo Cuerpo de Cristo.
PUEBLO DE DIOS
Compromiso bautismal de TODOS los cristianos que permita dar un testimonio de
comunión y de compromiso misionero por parte de todos los miembros de la Iglesia.
FAMILIAS
Asumir el reto de llevar el Reino de Dios hasta el último rincón de nuestras vidas.
SACERDOTES Y OBISPOS
Asumir el reto de la participación de los laicos. Enriquecer la experiencia de comunión.
ASPIRACIÓN DE SANTIDAD
Vivirnos con una esperanza puesta en el cielo, con los pies en la tierra. Vivir los valores del
Reino, sin criterios eficientistas, sino con una confianza en el plan salvífico de Dios, cuyos
tiempos no son los de los hombres.
ECUMENISMO
Una actitud que ayude a encontrar los puntos en común que permitan la vivencia de la
caridad y de la oración como una sola Iglesia de Cristo.
16
Constitución Pastoral Gaudium et Spes
Pbro. Óscar Efraín Tamez Villarreal
1. INTRODUCCIÓN
Es el documento más amplio del Concilio y la única Constitución Pastoral: es
pastoral porque apoyándose en principios doctrinales, pretende exponer la actitud de la
Iglesia ante el mundo y los hombres contemporáneos. Por eso, ni en la primera parte falta la
intención pastoral, ni en la segunda la intención doctrinal.



Deja de ser un documento teórico y abstracto, ya que la antropología o el
humanismo es la plataforma que utiliza GS para buscar el diálogo profundo entre la
Iglesia y el mundo, entre la fe revelada y la cultura humana.
Carga sobre sí todo el aliento del Concilio que, en cuanto tal, habría sido concebido
por Juan XXIII como pastoral: no intenta definir verdades, sino pretende en cambio
plantearse la situación de la Iglesia en el tiempo y en el espacio, en la historia y en
la sociedad. Pastoral, por tanto, quiere decir revisión, reforma, resituar su modo de
presencia evangélica entre los hombres y las sociedades surgidas en la modernidad.2
GS ofrece conscientemente un proyecto para incorporar como protagonista a la
Iglesia, a toda la Iglesia y a todos en la Iglesia como servicio al cumplimiento de su
misión en un mundo histórico, real y concreto.
2. CONTEXTO HISTÓRICO
Mundial:
Cuatro lustros habían corrido después de la Segunda Guerra Mundial y un
gigantesco cambio se estaba gestando en el lapso de ese tiempo. La nueva tecnología (con
la energía nuclear, las comunicaciones, los aparatos electrónicos y las computadoras eran
arrolladoras) A tal grado eran estos cambios que las mismas estructuras sociales de la
civilización anterior parecían crujir. Para hacer frente a los retos del momento de progreso,
muchas estructuras sociales se miraban ya obsoletas, la justicia y la equidad ya no regían
las acciones de los seres humanos. Por eso la miseria convivía al lado de la abundancia.
Eran tiempos en que cobraba mayor fuerza la preocupación por la explosión
demográfica, por las grandes concentraciones urbanas, por la dignificación igualitaria de la
mujer, por voz a los obreros en las empresas, con la de pérdida de los valores tradicionales
de la familia. Juan XXIII veía que era necesario poner al día a la Iglesia sin perder su
identidad, por eso convocó al Concilio Vaticano II.
2
La dimensión pastoral exige la renovación interna de la Iglesia para que siga siendo fiel a su
misión, lo que implica la adaptación de la disciplina eclesiástica a la luz de las necesidades del tiempo.
17
Magisterio Pontificio
Mater et magistra (15.5.1961) y Pacem in terris (11.4.1963) habían mostrado la
preocupación y la sensibilidad de Juan XXIII por los problemas y cuestiones que planteaba
la vida social de los hombres y por los temas más candentes de la actualidad del mundo.
 Juan XXIII ve que en nuestra época se han incrementado las relaciones sociales; por
eso se hace más urgente considerar a la persona humana en toda su dignidad; pero a
la vez, como ser social.
 La Iglesia se ve comprometida en los derechos de cada persona: derecho a la buena
fama, a la verdad, a la cultura, a fundar una familia, al trabajo, a la propiedad
privada, a reunirse y a asociarse, a intervenir en la vida pública…
 Las enfermedades y miserias que genera la vida social, el subdesarrollo económico,
la marginación cultural, la proliferación de guerras, la carrera de armamentos, el
enfrentamiento entre los bloques…
El Radio mensaje (11.9.1962) fue transmitido un mes antes de iniciarse las sesiones
conciliares. Explicitará Juan XXIII que la Iglesia quiere estudiarse a sí misma tal como es:
 Ad intra: estudiarse a sí misma para presentar nuevamente, a sus hijos, los tesoros
de luminosa fe y de gracia santificante que se inspiran en las palabras en las que se
expresa la función primordial de la Iglesia: vivificar, enseñar, orar.
 Ad extra: siente el deber de hacer honor a sus responsabilidades con sus
enseñanzas… El mundo tiene necesidad de Cristo y es la Iglesia la que debe
introducir a Cristo en el mundo.
La Constitución apostólica de convocatoria al Concilio (25.11.1961) así como su
Discurso de apertura (11.10.1962) ratifican estas actitudes y opciones:
 La mirada lúcida a la inmensidad de la tarea evangelizadora que hay que llevar
adelante.
 La solicitud por acoger la aportación de todos los hijos de la Iglesia para contribuir
a solucionar los problemas del hombre de nuestro tiempo.
 Preocupación por el ser humano en su integridad y la promoción de unidad de la
familia humana.
El motu proprio Superno Dei (5.6.1960) con el cual se inaugura la etapa
preparatoria que abre una amplia consulta sobre los temas que deberían formar parte de la
agenda conciliar.
 Es digno de notar que no hay solicitudes directas que pidieran algo semejante a lo
que acabará siendo GS.
18
Ecclesiam Suam (6.8.1964) Pablo VI lanzó un mensaje al hablar del diálogo de la
Iglesia con el mundo en seno del mundo actual, evitaba así entrar en el examen de los temas
concretos para no condicionar la libertad de los padres.
De la Constitución pastoral:
Figura, por primera vez, en la lista de los 17 Documentos a los que, el día
4/XII/1962, la Comisión coordinadora redujo de los 71 del plan inicial: el Esquema XVII,
el cual, en nueva reducción del año 1964, pasó a ser conocido desde entonces como
Esquema XIII.3
El esquema XVII surge de un modo esencial a la organización y a la
autocomprensión del Vaticano II como concilio pastoral. Entre 1962 y 1963 fue objeto de
cinco redacciones en las que colaboraron los cardenales, laicos expertos y la comisión
coordinadora del concilio. La no aceptación se debía principalmente a que no existía una
adecuada conjunción: faltaba unidad, visión muy europea, poca atención a los países
subdesarrollados, entre otros.
La tercera etapa conciliar, a finales de 1964, representaba el momento decisivo. Un
documento trabajado con tanto esfuerzo estaba en condiciones de ser llevado al debate
conciliar para que los Padres se pronunciaran sobre un tema necesario en la autoconciencia
y en la misión del Concilio, para ser efectivamente pastoral. En ese momento decisivo pasó
a ser el Esquema XIII.4
El Esquema XIII sufrió dos cambios en el esquema (Malinas y Zurich) y varios
Anexos, fue discutido en el Aula entre los días 25 de octubre al 10 de noviembre de 1964.
En definitiva, todavía se percibía cierto grado de insuficiencia por lo que se requerirá más
tiempo de maduración. Este fue uno de los motivos que provocaron la ampliación del
Vaticano II a un cuarto período que se debería desarrollar en 1965.
3
Las primeras sesiones conciliares fueron haciendo patente el malestar de los Padres conciliares,
pues no veían reflejados en los esquemas de trabajo las orientaciones de Juan XXIII y la sensibilidad que
habían tratado de reflejar en el mensaje dirigido al inicio de los trabajos conciliares (20.10.1962).
Los primeros días de diciembre serán decisivos para encontrar la nueva orientación. Gracias a la
intervención del cardenal Montini quien expresó su sensación de que un material tan inmenso y
heterogéneo necesitaba una reducción y una idea central. En base a ello, el cardenal Suenens dirá: “El
Concilio debe desarrollar un triple diálogo: de la Iglesia con los fieles, de la Iglesia Católica con otras
confesiones cristianas, con el mundo contemporáneo. Será así como se reoriente la tarea del concilio y
vengan las reducciones de los esquemas.
4
Con este nombre de Esquema XIII será conocido durante las etapas conciliares hasta que
encuentre su designación definitiva.
19
La forma definitiva. La conciencia conciliar mayoritaria veía con claridad que el
Esquema XIII, acerca de las relaciones de la Iglesia con el mundo contemporáneo,
constituía la consumación lógica de la constitución dogmática sobre la Iglesia. De este
modo se realizaba prácticamente lo que había sido el esquema de Juan XXIII en su
Radiomensaje del 11.9.1962: Lumen Christi; Lumen Ecclesiae; Lumen Gentium.
Entre finales de enero y principios de abril se logró un texto (Esquema de Ariccia)
que fue enviado a los Padres antes del verano. Durante la 132 Congregación General
(21.9.1965) Mons. Garrone presenta el documento señalando que responde más a una
exigencia interna del Concilio que a la expectación del mundo. Las dos partes del texto
tratan de mostrar la doble dimensión de la propuesta: la primera, más bien teórica, expone
la doctrina de la Iglesia sobre el hombre y sobre las relaciones de la Iglesia con el mundo;
la segunda, de índole más práctica, intenta proyectar la luz de esa doctrina sobre los
diversos sectores de la actividad humana, de modo que los hechos sociales queden situados
en una perspectiva adecuada a la dignidad de la persona humana.
Finalmente, la constitución GS fue solemnemente aprobada en la 9ª. Sesión pública el 7
de diciembre de 1965. Los votantes fueron 2391, de los que 2309 votaron “placet”, 75 “non
placet” y 7 con sufragio nulo. Era el último acto magisterial del Concilio Vaticano II, cuya
clausura tendría lugar al día siguiente.
3. DOCUMENTO: ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES
Proemio (1-3):
Muestra la solidaridad de la Iglesia con las preocupaciones de los hombres, la
amplitud universal de sus destinatarios5 y la lógica que mueve a mirar al mundo después de
haber profundizado en su propio ser eclesial. La persona humana “en su unidad y totalidad”
queda reafirmada como “el eje” de toda la exposición.
Exposición preliminar (4-10): aborda la condición del hombre en el mundo contemporáneo
Describe la condición del hombre en el mundo de hoy señalando los cambios y
transformaciones6 operados en todos los ámbitos así como los interrogantes, amenazas y
5
Por primera vez un documento conciliar se dirige “no sólo a los hijos de la Iglesia y a cuantos
invocan el nombre de Cristo, sino a todos los hombres”.
6
Cambios profundos: los progresos de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales no sólo
permiten al hombre un mejor conocimiento de sí mismo, sino que también le ayudan a influir directamente,
mediante la aplicación de métodos técnicos, en la vida de las sociedades. También existe una auténtica
transformación social y cultural que repercute en al vida religiosa; existen nuevos tipos de esclavitud social y
psicológica.
20
desequilibrios7 que ello puede producir. En este análisis recurre el texto a la expresión
“signos de los tiempos”, pero evitando la referencia bíblica, a fin de facilitar una
comprensión más amplia.
Primera parte (11-45): obedece al título de La Iglesia y la vocación del hombre, está
dedicada a mostrar el sentido del interés de la Iglesia en estos temas sobre la base de la
dignidad del hombre y de su vocación a la luz de la relación con Dios, con los otros y con
el mundo. De este planteamiento surgen los siguientes capítulos:
Capítulo 1: La dignidad de la persona humana (12-22)
Su punto de partida es el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Este
hombre rechazó su condición de creatura y experimentó el pecado; está constituido de
cuerpo y alma, y dotado de conciencia y libertad y su condición física le hace experimentar
la muerte. Después de estos temas, desarrolla el ateísmo así como sus formas, sus causas,
hasta llegar a la definición del ateísmo sistemático y la posición de la Iglesia frente al
ateísmo.
Capítulo 2: La comunidad humana (23-32)
Con respecto a este capítulo, el Concilio remarca su propósito: Si la interrelación
entre los hombres ha aumentado gracias a los avances técnicos “no es este progreso donde
encuentra su perfección el diálogo fraterno entre los hombres, sino en la comunidad de las
personas que exige de ellas respeto recíproco a su plena dignidad”. 8 Para lograr este
propósito, en este capítulo se abordan los temas de la vocación del hombre en la sociedad;
el bien común,9 el respeto e igualdad entre personas; y la responsabilidad, participación y
solidaridad humana.
Capítulo 3: La actividad humana en el mundo (33-39)
El capítulo se inicia con profundas interrogantes que tiene su origen en el dominio
creciente del hombre sobre la tierra: ¿Cuál es el valor de la actividad humana? ¿Qué uso
Cambios de orden social: se ha pasado de una sociedad estática a una noción dinámica y evolutiva.
Existe una sociedad industrial la cual está marcada por una mayor socialización y una migración del campo a
la ciudad. También existen mejores mass media.
Cambios psicológicos, morales, religiosos: existe un cambio de mentalidad especialmente en los
jóvenes, lo cual provoca que cada vez los padres y los educadores encuentren mayores dificultades en la
educación de los hijos. Estos cambios también han provocado una perturbación en las normas de conducta y
un espíritu crítico en el ámbito religioso (ateísmo).
7
Entre los desequilibrios que se mencionan destacamos: el que se da entre la inteligencia práctica
moderna y una forma de pensamiento teórico; el que existe entre el afán de la eficiencia práctica y las
exigencias de la conducta moral; la gravedad especial de las condiciones demográficas y económicas; las
discrepancias que existen entre las familias, y entre las razas.
8
GS 23
9
El bien común lo define como el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a
los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección. (GS 26)
21
ha de hacer de las riquezas? Reflexionando sobre el valor y el significado de la actividad
humana; del pecado como origen de corrupción; y de la actividad humana como
perfección se logra dar una respuesta a estas interrogantes: Para los cristianos, la actividad
humana, aun los quehaceres más ordinarios, está en armonía con el precepto divino de
someter la tierra y referirla a Él. No hay antinomia entre el poder de Dios y el del hombre.
A su vez, ordena al hombre, al obrar no sólo cambia las cosas y la sociedad, sino que se
perfecciona a sí mismo. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene, por lo que
vale más que por lo que haga, por mayor justicia y fraternidad que por progreso técnico.10
Como notas complementarias y características de los tres primeros capítulos, en
ellos se delinean los trazos fundamentales de una “cristología conciliar”, que es una
antropología cristocéntrica: mysterium hominis in luce Christi. También llama la atención
que los textos finales de cada capítulo (22, 32, 39) están coronados por una reflexión
cristológica. Esa antropología abreviada, de fuerte impronta cristológica, aporta los
presupuestos para el diálogo entre la Iglesia y el mundo.
Capítulo 4: La función de la Iglesia en el mundo actual (40-45)
El capítulo cuarto de esta primera parte encierra cierto grado de novedad pues
resulta imprescindible para resaltar la índole pastoral del documento: Desarrolla “La
función de la Iglesia en el mundo actual.” Mons. Garrone indicó que el capítulo fue
solicitado “para hacer comprender mejor cuál es el fin de todo el documento: que la Iglesia
es para el mundo principio y maestra de salvación”.
La Iglesia debe decir con qué títulos y con qué derechos toma la palabra y enseña,
no como quien explica una simple sistematización filosófica, sino como quien proclama la
verdadera economía de salvación, integrando la creación del hombre en la obra redentora.
El Pueblo de Dios que es la Iglesia manifiesta su comunión con el mundo en que está
presente porque la vida de los cristianos está inseparablemente unida a las realidades
mundanas y porque la fe no puede subsistir si no está bien unida con la existencia diaria.11
En estas relaciones se ve con más fuerza el papel de los laicos en la Iglesia y en el mundo.
Gracias a ello y a ellos aparece más clara la fecunda e íntima interdependencia que liga la
Iglesia con la historia.
10
Cfr. GS 33-35
El No. 40 asume como presupuesto los principios teológicos sobre el misterio de la Iglesia
expresados en Lumen Gentium indicando cuál será su perspectiva específica: La iglesia en cuanto que está
presente en este mundo y con él vive y obra.
11
22
En pocas palabras, este capítulo es la bisagra que efectúa la conexión entre la
reflexión antropológica precedente y la segunda sección de la Constitución, consagrada a
los problemas del mundo contemporáneo. Es la lectura esencial, el verdadero corazón de la
Constitución pastoral. (Esto lo deducimos porque adopta el título general de la
Constitución)
Segunda Parte (46-90): bajo el título de Algunos problemas más urgentes, se concibe
como la aplicación de esta visión fundamental a algunos problemas candentes de hoy. Si la
misión de la Iglesia abraza todo el conjunto de las realidades humanas, si la dignidad
humana se debe realizar como vocación en la vida social, si cada hombre tiene una
responsabilidad en el mundo y ante el mundo, resulta comprensible que los campos más
significativos de la realidad social deben convertirse en signos de los tiempos para el
discernimiento y la responsabilidad de la Iglesia y de cada cristiano.
Esta segunda parte consta de cinco capítulos:
Capítulo 1: Fomentar la dignidad del matrimonio y de la familia (47-52)
Sobre el tema del matrimonio expone la consideración de la gran dignidad que la
Iglesia atribuye a la institución matrimonial y familiar cristiana. Los temas que se abordan
en este capítulo giran en torno a: el matrimonio y la familia en el mundo actual; la santidad
del matrimonio; y el amor conyugal y la fecundidad.
Capítulo 2: La recta promoción del progreso de la cultura (53-62)
Sobre el tema de la cultura, GS expone la realidad humana de la cultura como un
instrumento del querer de Dios, en cuanto que se constituye un “lugar o signo teológico” de
su manifestación en lo espacio-temporal, es decir, un “signo de los tiempos”. La cultura es
el camino necesario para el pleno desarrollo humano y abarca todo aquello con lo que el
hombre se desarrolla y mejora.12 GS ante la cultura ofrece una filosofía más constructiva y
dispuesta a asumir la realidad humana del tecnicismo.
Este capítulo está dividido en tres secciones: la cultura en el mundo actual (54-56)
que aborda los estilos, las dificultades y las tareas de la cultura y el hombre como autor de
la cultura; algunos principios para la correcta promoción de la cultura (57-59) en el cual
se reflexiona el papel de la fe en la cultura; y algunas tareas más urgentes de los cristianos
12
Para GS el sentido de responsabilidad en el hombre ante la historia y la cultura representa un
“signo” de nuestros tiempos.
23
respecto a la cultura (60-62) en la cual se destaca el papel de la educación en la cultura, el
derecho de todos a la cultura, y la recta armonía entre cultura y educación cristiana.
Capítulo 3: La vida económico y social (63-72)
Sobre este tema, el enfoque de GS será abordar las cuestiones socio-económicas
desde su relación inmediata con la moral, es decir, no consistirá en un tratado de sociología,
sino en la reflexión pastoral sobre el ejercicio y uso correcto de los procesos económicosociales desde la óptica cristiana, en beneficio del ser humano. El desarrollo no puede
encontrar orientación de fondo sólo en la ciencia, en la técnica o en la economía, sino lo
encuentra primero en la verdadera concepción del hombre.
No se puede admitir que con el crecimiento económico en el mundo haya tantas
desigualdades, entre países, entre regiones, y entre categorías sociales. Es necesario una
reforma de estructuras y un cambio de mentalidad en el ser humano. El desarrollo
económico tiene que estar al servicio del hombre, debe desarrollarse de acuerdo a sus
propias leyes. Y a su vez en el ámbito del orden moral y de los planes de Dios, por eso son
inconcebibles las enormes desigualdades económico-sociales.13
La estructura de este capítulo está dividida en dos secciones: el progreso económico
(63-72) donde el tema central gira en que el hombre es el protagonista del progreso
económico; y algunos principios que rigen toda la vida económico-social (67-72) entre los
cuales destacamos las condiciones de trabajo, las empresas y la organización económica, la
administración de los bienes de la tierra, y la propiedad privada.
Capítulo 4: La vida de la comunidad política (73-76)
Es importante señalar que en este capítulo nunca aparece el término “estado”, sino
“comunidad política” y se utiliza precisamente porque su significado es más amplio, ya que
abarca los dos elementos importantes: el gobierno y el común de los ciudadanos, ambos
integrados bajo el principio del bien común. Por lo tanto, GS entiende por “comunidad
política” la común unidad que prevalece dentro del grupo social constituido por los
miembros que conforman una sociedad civil y política. Esta común unidad se ha de
sostener en la búsqueda de los mismos fines, es decir, en beneficio de todos los miembros
de la sociedad o nación.
13
Es necesario que todos los pueblos alcancen independencia económica; por eso, es deber
gravísimo de las naciones desarrolladas ayudar a las naciones en vías de desarrollo, no como dominadores,
renunciando a las ambiciones nacionales en pro de un orden económico universal justo.
24
Los elementos que componen la reflexión de este capítulo giran en torno a la vida
pública actual; la naturaleza y el fin de la comunidad política; la cooperación de todos en
la vida pública; y la relación entre comunidad política y la Iglesia.
Capítulo 5: El fomento de la paz y la promoción de la comunidad de los pueblos (77-90)
El fomento de la paz será el último tema de gran importancia para el contexto sociopolítico de aquella época el cual estaba lastimado por la reciente Segunda Guerra Mundial
y la vigente guerra fría entre las dos potencias del momento.
La GS aborda el tema de la paz desde la perspectiva de “los signos de los tiempos”
y busca establecer el diálogo internacional y la promoción de la justicia, la igualdad y la
construcción de un proyecto que favorezca la convivencia humana en una sociedad
moderna que se encuentra lastimada por las heridas causadas por la guerra y el desarrollo
moderno de la ciencia y la tecnología utilizadas al servicio de la violencia.
También es necesario destacar que el mundo, de alguna manera espera en este
contexto una reacción o un pronunciamiento de la Iglesia respecto de la situación mundial,
la legitimidad o no legitimidad de la guerra; la visión o concepción de “paz”, y sobretodo
que los cristianos sepan el compromiso al que están obligados e invitados.
La estructura de este capítulo está divida en dos secciones: se ha de evitar la guerra
(79-82) donde se reflexiona sobre la urgencia de refrenar la crueldad de la guerra y la
carrera de armamentos, así como el papel de la comunidad internacional para evitar la
guerra; y la construcción de la comunidad internacional (83-90) en la cual se destaca la
necesidad de la cooperación internacional en la economía, en la demografía, y el papel de
los cristianos dentro de la comunidad internacional.
Conclusiones (91-93):
Se recalca que la tarea es de todos, creyentes y no creyentes, y que lo que el
Concilio pretende es ayudar a todos los hombres de nuestro tiempo para que percibiendo
con mayor claridad su vocación íntegra, acomoden más el mundo a la excelsa dignidad del
hombre, busquen una fraternidad universal más profundamente fundamenta y, bajo el
impulso del amor, respondan con esfuerzo generoso y organizado, a las urgentes exigencias
de nuestro tiempo.
25
4. CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL








La Iglesia proclama desde el Evangelio la dignidad de la persona y los derechos
humanos. Y desde el Evangelio tiene que responder a los desafíos del mundo.
Nuevo modo de hacer teología: “los signos de los tiempos” se convierten en lugares
teológicos y las cuestiones más concretas y contingentes del mundo moderno entran
a formar parte de la agenda y de la reflexión de la Iglesia.
La teología no sólo se ocupa de las verdades eternas, sino que escruta revelación y
tradición para orientar la reflexión a la acción cristiana y eclesial, asumiendo el
riesgo de dictaminar sobre lo provisional, lo contingente y lo concreto.
La comprensión histórico-salvífica de la eclesiología más bíblica: en GS la iglesia
no se concibe como el cuerpo de clérigos, sino como el pueblo de Dios.
La evangelización adquiere un ritmo pedagógico: a partir de la experiencia humana
la Iglesia deberá mostrar todo aquello que contribuye a la dignidad del hombre, al
progreso de la comunidad social y al sano dinamismo que el hombre imprime en la
historia y en el mundo.
La pastoral parroquial queda determinada por una bipolaridad dinámica: la dignidad
de la persona humana y la fidelidad de la iglesia a su propia vocación.
Promover en la misma Iglesia la estima mutua, el respeto y la concordia,
reconociendo toda legítima diversidad, para establecer un diálogo cada vez más
fructífero entre todos los que constituyen el único Pueblo de Dios. (GS 92)
Llamados a una vocación humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin
violencia y sin engaño, a la construcción del mundo en verdadera paz. (92)
5. DESAFÍOS PENDIENTES


Las interrogantes de hace 50 años siguen siendo las mismas: ¿Qué es el hombre?
¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos,
continúan subsistiendo? ¿Para qué aquellas victorias logradas a un precio tan caro?
¿Qué puede el hombre aportar a la sociedad, qué puede esperar de ella? ¿Qué
seguirá después de esta vida terrena? (GS 10)
GS plantea unos presupuestos antropológicos acerca de la familia,14 cultura,15
economía,16 política,17 y relaciones internacionales,18 los cuales a pesar de los
14
Atentados actuales contra la familia: Divorcio, uso de anticonceptivos, uniones de hechos,
ingeniería biogenética (embriones, promiscuidad, desechos, etc), la masiva pornografía, exaltación de la
droga.
26
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
cambios sociales actuales, siguen teniendo una gran validez, porque las preguntas
fundamentales (sobre la relación del ser humano con cada una de ellas) siguen
siendo las mismas.
El desarrollo no puede encontrar orientación de fondo sólo en la ciencia, en la
técnica o en la economía, si no lo encuentra primero en la verdadera concepción del
hombre, cuestión que la GS puso en el centro de su reflexión pastoral.
No se puede admitir que con el crecimiento económico en el mundo haya tantas
desigualdades, entre países, entre regiones, y entre categorías sociales. Es necesario
una reforma de estructuras y un cambio de mentalidad en el ser humano.
El hombre de hoy no ha aprendido a vivir en verdadera libertad ni como persona, ni
como sociedad, ni económica, política o culturalmente. Ni ha entendido lo que
implica la dignidad humana.
Un gran desafío muy urgente en nuestra sociedad es el de la paz. Mientras no
caminemos por la razón, el diálogo, la colaboración, la justicia y entendamos quién
es el hombre, la paz no se alcanzará.
La actualidad de GS ante los nuevos desafíos actuales reside en la profundidad del
fundamento antropológico de su reflexión.
15
Hoy existe el nihilismo no ideológico de aquellos tiempos, sino el del pensamiento débil (el
nihilismo libertino y consumista), que es el propio de la cultura posmoderna y que lleva al vacío, a la nada.
Hoy se busca la legitimación jurídica del aborto, de la eugenesia y de la eutanasia. Hoy se le quiere robar al
ser humano su dignidad, su conciencia religiosa, su libertad para amar y para perseverar en su amor, en
pocas palabras, se le quiere destruir su conciencia.
16
La única razón para el trabajo es poder comprar el ocio, el precio necesario del consumismo, por
ello, el hombre de hoy no tiene tiempo. Sigue existiendo y con mayor dureza la pobreza y la marginación.
17
No existe una política verdaderamente humana, porque a los actuales políticos no les interesa el
bien común, sino intereses personales y partidistas.
18
La solidaridad no representa una limitación al ejercicio de la libertad (como lo pretende la
posmodernidad), sino que más bien es condición de desarrollo.
27
Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico
Pbro. Carlos Alberto Santos García
I. Introducción
La gran mayoría de los comentarios sobre la Dei Verbum comienza señalando un dato
histórico que refleja, en cierto sentido, la naturaleza del Concilio Vaticano II: ésta ha sido
la Constitución Dogmática que ha recorrido todo el concilio, ha iniciado su discusión un
mes después de su apertura, y se ha aprobado 20 días antes de la clausura. El camino de
esta constitución que conoció 5 esquemas diferentes es un reflejo de las dificultades, dudas,
temores, visiones diferentes y, sobre todo, de la peculiar comprensión teológica que se
venía gestando en la Iglesia desde el final de s. XIX y el principio del s. XX. Las polémicas
sobre los esquemas y contenidos de esta constitución manifiestan la llegada al aula
conciliar de las diferentes orientaciones teológicas y de los debates que se vivían al interior
de la Iglesia en distintos ambientes: académico, litúrgico y pastoral, por mencionar algunos.
De tal manera acercarnos a Dei Verbum no es sólo acercarnos al Concilio Vaticano II,
también es ver en perspectiva la historia de la relación de los creyentes con la Palabra de
Dios, de las comunidades juánicas, pasando por san Agustín, santo Tomás, Martín Lutero y
León XIII, hasta llegar a los hombres y mujeres de fe del s. XX. Una historia que podría
enunciarse como el asombro ante el encuentro de Dios en la historia humana, una
revelación encarnada que no por ello ha perdido su divinidad.
“Tres sectores de problemas condujeron a la constitución sobre la revelación
divina: el esclarecimiento de la manera en que había que comprender la tradición y
la suficiencia de la Sagrada Escritura, la nueva manera de entender la inspiración
bíblica (que había llegado a ser necesaria por los resultados del método histórico
crítico), y finalmente, la recepción del movimiento bíblico preconciliar. El esquema
presentado por la Comisión Teológica Preparatoria “De fontibus revelationis”, que
equivalía en lo esencial a una canonización de la teología académica romana,
chocó con la amplia resistencia de los padres conciliares. Es verdad que un debate
del 14 de Noviembre de 1962, controvertido en cuanto a su forma, dio como
resultado una mayoría en contra de la de la idea de que continuara la discusión.
Pero la votación no obtuvo la mayoría de los dos tercios, necesaria para el rechazo
de la discusión. A consecuencia de ello, el Papa Juan XXIII retiró del orden del día
el texto y nombró una nueva Comisión mixta que elaborara un esquema “De divina
revelatione”. Esta comisión preparó en la primavera de 1963, el nuevo texto.
Debido a las modificaciones propuestas, surgió una nueva versión revisada, que fue
presentada al Concilio en septiembre de 1964. El resultado de las discusiones fue
una nueva versión, sobre la que volvió a deliberarse” (H. DENZINGER – P.
HÜNERMANN El Magisterio de la Iglesia 1158-1159)
28
El acierto y la sabiduría de lo que sería el esquema y el texto final de Dei verbum, inició
con la designación de Juan XXIII del Cardenal Ottaviani (Presidente de la Comisión
Doctrinal) y el Cardenal Bea (Presidente del Secretariado para la Unidad de los Cristianos),
como los co-presidentes de la Comisión Mixta. Después, el segundo gran paso fue sacar el
esquema de la discusión apologética de la duplicidad de las fuentes de la revelación. Que
por otra parte, no era legado teológico de Trento, sino de las teologías que como veremos
antecedieron al Vaticano I y encontraron en él su lugar. Esto se logró llevando el tema a un
nivel más amplio: el hecho de la Revelación y su transmisión. Sólo desde el entendimiento
de la naturaleza, modo y fin de la Revelación podría abordarse de una manera más neutral y
objetiva la cuestión álgida de las relaciones entre Tradición y Escritura. El diálogo entre las
partes en pugna, el trabajo conjunto y el aprender a situarse en contextos temáticos más
amplios fueron enseñanzas que Dei verbum dejaría para la posteridad en la vida de la
Iglesia. Los 6 votos en contra y 2350 a favor mostrarían que este es el camino para
encontrar la verdad en comunión.
No menos importante fue el tratamiento de otros temas teológicos que venían siendo
motivo de preocupación en las últimas décadas: la verdad de la Sagrada Escritura y la
inerrancia, la inspiración y la historicidad de los relatos bíblicos, particularmente de los
evangelios. Esta cuestión sería tratada en una Instrucción de la PCB que fue en cierto
sentido simultáneo y paralelo a la Dei Verbum: Sancta Mater Ecclesia, Instrucción sobre la
verdad histórica de los evangelios, del 21 de Abril de 1964.
Se ha dicho que el Concilio Vaticano II fue un Concilio Pastoral, que a diferencia de los
Concilios de siglos atrás, éste no se inclinó a realizar definiciones dogmáticas. Sin
embargo, a propósito de Dei Verbum conviene señalar la notificación que sobre la doctrina
de Dei Verbum se realizó, poco antes de la clausura del Concilio (15 Nov 1965): la
calificación teológica de DV se deduce, o de la materia tratada, o de la manera de
expresarse, según las normas de interpretación teológica. En esta línea, la doctrina que
expone DV, tomada en su conjunto, aunque no incluye una definición dogmática en sentido
técnico, es irrevocable, ya que se trata de una expresión del magisterio extraordinario que
obliga en conciencia, según afirmó Paulo VI el 7 de Diciembre de 1965). En el contexto de
los debates de los últimos 50 años esta calificación teológica constituía un punto de llegada
fundamental para definir el rumbo de los estudios bíblicos y del acceso de los fieles a la
Palabra de Dios.
29
II. Contexto histórico (remoto e inmediato)
“Y así, siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I,
este Concilio quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación y su
transmisión….” (DV 1)
2.1. CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA DEI FILIUS
Concilio Vaticano I.


Sesión III – 24 de Abril 1870
“Relegar al juicio privado”: la Biblia y la comunidad creyente
La verdad de la Escritura: los géneros literarios y los estudios bíblicos
2.2. DEI FILIUS : CAP. II DE REVELATIONE





“Supernaturalis revelatio”: cómo acontece la revelación (DV 2: “palabras y obras
íntimamente ligadas…”)
“Et sine scripto traditionibus”: las fuentes de la Revelación; tradición y transmisión
“Aut ab ipsis Apostolis Spiritu Sancto dictante”: ¿cómo acontece la inspiración
bíblica?
“Sola humana industria – Deus habent auctorem”: los autores de la Sagrada
Escritura (cf. DV 11-12)
La Iglesia lee e interpreta las escrituras…
2.3. POSTERIDAD DEL VATICANO I: PROVIDENTISSIMUS DEUS, LA PONTIFICIA
COMISIÓN BÍBLICA, EL PONTIFICIO INSTITUTO BÍBLICO Y EL AMBIENTE DE LOS
ESTUDIOS BÍBLICOS




PD: estudios y lenguas
PCB – PIB: consultas y respuestas
Arqueología en Israel
Estudios literarios
2.4. DIVINO AFFLANTE SPIRITU, PRECURSORA
PASO…



DE
DEI VERBUM:
UNA VISIÓN SE ABRE
“El opúsculo denigratorio” (1941): ambiente y tensiones a 50 años
Divino Afflante Spiritu: el horizonte de Dei Verbum
San Agustín: “oren para entender” (DAS)
2.5. TERMINA UNA OMISIÓN: LA BIBLIA EN LA VIDA DEL CREYENTE
“Para que todo el mundo con el anuncio de la salvación, oyendo crea y creyendo
espere, y esperando ame” (DV1)
30
La reciente Exhortación Post- Sinodal Verbum Domini es heredera de la orientación
que empezó a renacer dentro de la Iglesia con la Encíclica Divino Afflante Spiritu:
la Escritura como lugar de encuentro con Jesucristo, la Palabra de Dios como
camino de santidad y oración. Es ahora muy común hablar de la meditación de la
Palabra de Dios en un retiro o en el contexto de los grupos parroquiales. No se diga
el fomento de la Lectio divina en nuestras comunidades. Sin embargo, hubo un
tiempo, y no muy lejano, en que la orientación era netamente académica, y esto no
por razones prácticas o pastorales, sino por cuestiones más de fondo: razones
teológicas que entendían la Revelación como un contenido netamente “nocional”,
que buscaba el asentimiento religioso del creyente.
Lo que, a mi parecer, constituyó el gran olvido fue la concentración del
acercamiento a la Biblia como lugar de discusiones teológicas, y no como fuente de
vida cristiana. Ciertamente, el alejamiento tuvo como causa y factor primordial la
inaccesibilidad al texto bíblico en lengua romance, pero de fondo, permanecía
también una especie de extrañeza hacia el lugar de la Biblia en la vida de la Iglesia.
III. Línea programática de la DV: el Proemio, la cita de Juan, método y finalidad 19
«La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo
Concilio.» (DV 1)
Este comienzo programático se añadió en el quinto y definitivo esquema: Dei
Verbum -la Palabra de Dios-. El Dios viviente ha hablado y habla, quiere entablar
un diálogo de amor con nosotros, desea compartir su palabra y su vida con nosotros,
se nos ha entregado en el amor, dándonos a su Hijo. De allí surge en nosotros el
llamado a escuchar con devoción la Palabra de Dios, asimilarla, hacerla vida y
proclamarla con valentía y libertad. Ésa quiere ser la actitud fundamental de los
padres conciliares, y por lo mismo del magisterio, pero también de todo el pueblo de
Dios.
« [ ... ] obedeciendo a aquellas palabras de Juan: les anunciamos la vida
eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído se lo
anunciamos, para que también ustedes vivan en esta unión nuestra que nos une con el
Padre y con su hijo Jesucristo (1 Jn 1,2-3 ).» (DV 1)
La cita de san Juan nos ofrece ya lo esencial de la constitución, en especial lo que se
refiere a la naturaleza y transmisión de la revelación:
Cf. CARLOS JUNCO La Biblia, libro sagrado (Biblioteca Bíblica Básica 2) Editorial Verbo Divino Estella
(Navarra), pp. 27-29
19
31
1. Dios se nos ha revelado en su hijo Jesucristo: «les anunciamos la vida eterna que
estaba junto al Padre y se nos manifestó». El Verbo hecho carne es la epifanía del Padre; la
vida eterna que viene a comunicarnos es la misma vida divina. De esta forma, revelación y
salvación se identifican. Además la revelación se presenta ya desde el principio en su
dimensión personalista, salvífica, cristocéntrica y trinitaria (aunque aquí no se aluda de
forma explícita al Espíritu Santo).
2. El apóstol está llamado a ser testigo, a transmitir esa revelación: «Lo que hemos
visto y oído, se lo anunciamos». Existe la urgencia de comunicar y transmitir a los demás lo
que se ha experimentado. Nuestra fe se apoya en la historia, ver las obras y oír las palabras,
avalada por el testimonio apostólico. La revelación posee una dimensión histórica y real; no
es una creación de la mente, o algo irreal.
3. El hombre está llamado a participar en la vida divina dentro de la comunión
eclesial: «para que también ustedes vivan en esta unión nuestra que nos une con el Padre y
con su hijo Jesucristo». La finalidad de la revelación está orientada a vivir en comunión
con Dios. El proyecto de Dios se da en el “nosotros” comunitario y eclesial. No es asunto
individual, sino comunitario.
«y así, siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, este Concilio
quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación divina y su transmisión:
para que todo el mundo, con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo
espere, y esperando ame. » (DV 1)
El Concilio se sabe sucesor de los concilios anteriores, Trento (s. XVI) y Vaticano I
(s. XIX), que han abordado de alguna manera esta temática. Ahora, con nuevas luces, fuera
del contexto polémico contra la Reforma protestante (Trento) y contra la corriente
racionalista (Vaticano I), Vaticano II va a profundizar y exponer la doctrina sobre la
revelación y su transmisión.
El proemio se cierra con una frase de San Agustín (“oyendo crea, creyendo espere,
esperando ame”) que presenta la finalidad de toda esta exposición: suscitar una respuesta
total de la persona humana ante el anuncio de la salvación.
32
IV. Contenido temático de la Dei Verbum: la Revelación, transmisión, inspiracióninterpretación, economía y lugar en la vida de la Iglesia
4.1. LA REVELACIÓN (DV 2-6)
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Modelo noético-instructivo de la Suma Teológica y Dei Filius
Modelo personal – comunicativo: auto-revelación / auto-comunicación
No tanto el conocimiento, como la salvación
Comprensión bíblica de la Revelación: carácter histórico (palabras – obras /
signos –sacramento)
Cognoscitivo y fáctico
Cristo, plenitud de la Revelación
Dei Filius: teología natural
Dei Verbum: teología bíblica – revelación histórica
La revelación natural y la revelación bíblica no son dos etapas o realidades
superpuestas
Supernaturalis vs. Salus superna
Fe bíblica o fe filosófica
4.2. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN (DV 7-10)
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“La parte más delicada de la Dei Verbum”
¿Hay verdades reveladas no contenidas en la Escritura?
Insuficiencia material – Insuficiencia formal
El esquema “De fontibus revelationis”
Mismo “mananatial” (scaturigo vs. fons), mismo torrente y fin
Interdependencia: insuficiencia formal
La frase más elaborada del Dei Verbum: certeza vs. conocimiento (DV 9)
Los datos constitutivos en la Escritura y la función criteriológica de la Tradición
OSCAR CULLMAN: “la Biblia es juez de la Iglesia”
La tradición post-apostólica y el riesgo de las desviaciones
El Magisterio al servicio de la Palabra de Dios, no por encima de ella (DV 10)
Un tema clásico: el uso diferenciado de Tradición – tradición - tradiciones
4.3. INSPIRACIÓN E INTERPRETACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA (DV 11-13)
 “Lo que el Concilio Vaticano I evitó…”
 “Veri auctores” (DV 11)
 La dimensión plenamente humana y el referente cristológico-encarnacional (DV
13)
 De la inerrancia a la verdad salvífica: un planteamiento positivo
 DV 12, dos principios hermenéuticos en equilibrio: géneros literarios e
inteligencia espiritual (razón y fe)
 La Tradición viva de la Iglesia y la analogía de la fe
33
4.4. EL ANTIGUO Y EL NUEVO TESTAMENTO (DV 14-20)
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“Novo in vetere latet, vetere in novo patet” (San Agustín)
Preparación, anuncio y representación
Continuidad y plenitud
Sin privilegiar lecturas y métodos específicos
Apostolicidad: un término amplio (apóstoles y varones apostólicos; DV 7)
La historicidad de los evangelios después de Rudolph Bultmann
Fe post-pascual: “una mayor comprensión”
Jn 21,24-25: el trabajo redaccional de los autores
4.5. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA (DV 21-26) *

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Influencia de Sacrosanctum Concilium: la doble mesa
Escritura y Cuerpo de Cristo
La norma suprema de la fe
Alimento de la predicación y de la religión cristiana
Cuestiones prácticas: traducciones, exegesis y formación sacerdotal (alma de la
teología)
 Adquirir la ciencia de Jesucristo….llenar el corazón de los hombres
V. Líneas pastorales: ¿qué es la vida de la Iglesia?
34
Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances
Pbro. Luis Eugenio Castillo Leal
I. LA GRAN REFORMA DEL VATICANO II
Antecedentes
El Vaticano II constituyó un gran evento para la Iglesia universal, entre los años 19621965. La Constitución de Liturgia fue el primer gran Documento o Constitución aprobada
por el Concilio (el 4 de diciembre de 1963). Ningún concilio antes había dedicado a la
liturgia todo un documento. Documento que, como es conocido, tuvo como precedentes el
llamado “movimiento litúrgico” que promovió por diversos medios (escritos, congresos,
investigaciones...) la renovación y la participación litúrgica; y la promoción que del mismo
hicieron Papas como Pío X, Pío XI y sobre todo Pío XII, con la publicación de diversos
documentos20.
El proceso de preparación de la Constitución de Liturgia tiene un largo recorrido, cuyos
hitos más importantes son: La institución de la Comisión preconciliar por parte de Juan
XXIII (1959); la constitución de la Comisión preparatoria de Liturgia (1960), para que con
el material recibido preparara un documento sobre el tema de la Liturgia; la redacción del
esquema orgánico para ser presentado a la discusión y aprobación de los Padres conciliares
(1961-62); después de la discusión del esquema, el día 14 de noviembre de 1962 se propuso
a votación por los padres, que fue aprobado por 2.215 votos (46 non placet, y 7 nulos);
muerto el Papa Juan XXIII, el nuevo Papa Pablo VI reemprendió las labores conciliares
(29.IX.1963) sobre los diversos capítulos de documento sobre liturgia, que fue aprobado
finalmente el 4 de diciembre de 1963 (2.148 votos placet, 4 non placet)21.
Campos de la reforma litúrgica
La Constitución de Liturgia supuso grandes novedades para la Iglesia: Porque recogía los
frutos de grandes investigaciones, y el sentir generalizado del pueblo de Dios, expresado de
modo especial en el "movimiento litúrgico"; porque aceptaba sin dificultad la celebración
en las propias lenguas; porque revisaba y adaptaba la celebración litúrgica y sacramental,
Recuérdense, entre otros, de Pío X, Tra le sollicitudini (1903), Abhinc duos annos (1913). De Pío
XII, Mediator Dei (1947), Máxima redemptionis mysteria (1955).
20
Véanse más detalles al respecto en C. Braga, La “sacrosanctum concilium” nei labori della
Comisione Preparatoria: Notitiae 20 (1984) 87-134; F. X. Parés Saltor, “De instauranda atque
fovenda liturgia”, 25-48.
21
35
dando más sencillez y claridad a los ritos y textos; porque reformaba costumbres y ritos que
habían pervivido largos siglos, y a la vez, abogaba por una adaptación a las costumbres y
tradiciones de los diversos pueblos; porque rompía con el inmovilismo y ritualismo
existente, buscando una mayor y mejor participación del pueblo; porque creaba un nuevo
equilibrio entre "tradición y progreso", fidelidad a lo “dado” y necesidad de renovación;
porque proponía una reforma global, y no parcial, de todos los aspectos integrantes de la
liturgia.
Todo ello, sin embargo, todavía era una propuesta programática que tenía que llevarse a
cabo. Esta fue justamente la tarea que Pablo VI encomendó al “Consilium ad exequendam
Constitutionem de Sacra Liturgia” (25.1.1964) y que, en seguida, comenzaría el mismo
Papa a impulsar con diversos documentos22, lo que sería proseguido por Juan Pablo II, la
Congregación para el culto y los sacramentos, y en algunos aspectos por la Congregación
para la Doctrina de la Fe, los Sínodos de Obispos, e incluso la Comisión Internacional de
Teología...
La reforma litúrgica llevada a cabo es amplia y profunda, y constituye uno de los grandes
resultados y frutos del Vaticano II. Para darse cuenta de ello, baste recordar los campos
litúrgicos abarcados. Desde 1968 hasta hoy se han publicado en la edición típica latina:
_________ # pendiente.
II. LAS IMPORTANTES
CONCILIUM.
APORTACIONES
DE
LA
SACROSANCTUM
Son muchas e importantes las aportaciones que se le atribuyen, entre las que podemos
recordar las siguientes:
La clarificación e insistencia en los “Principios fundamentales” de la renovación litúrgica,
que definen con nitidez los principios operativos y las dimensiones esenciales de toda
celebración, constituyendo a su vez aspectos de gran calado teológico. Aunque hay
opiniones diversas respecto a cuáles son estos principios23, creemos existe gran acuerdo en
concretarlos así:
Pablo VI, Inter Oecumenici (1964), Tres abhinc annos (1967), Sacra Ritum Congregatio (1975),
Liturgicae instaurationes (1970), Constans nobis studium (1975), Pastor Bonus (1988)...
22
Cf. Por ejemplo: H. Jenny, Principes génégaux de la Constitution: La Maison Dieu 76 (1963) 1927; E.J. Lengeling, Die Lehre von der Liturgie-Konstitution vom Gottesdienst: Lituegisches
Jahrbuch (1965) 1-27; C. Vaggagini, “Ideas fundamentales de la Constitución”, en G. Barauna
(ed.), La sagrada Liturgia renovada por el Concilio, Madrid 1965, 152-191; I. Oñatibia, “Opus
nostrae redemptionis. Liturgia y Trinidad”, en Asociación Española de Profesores de Liturgia, La
liturgia en los inicios del tercer milenio, o.c., pp. 49-78.
36
23
Dimensiones centrales de la celebración
-La dimensión trinitaria y pascual de la liturgia, en cuanto que es actualización de la
historia de la salvación, sacramento de la obra redentora, memorial del misterio pascual,
lugar privilegiado de la múltiple presencia de Cristo, y en definitiva “obra de la Trinidad”
que nos conduce a la comunión trinitaria (1-7).24
-La dimensión reveladora y sacramental de la Palabra: La recuperación de la Palabra en
la celebración litúrgica es uno de los logros más importantes de la renovación litúrgica. La
Palabra es “reveladora”, actualizadora de la voluntad de Dios. Forma parte integral de la
celebración, por eso se la llama “mesa de la Palabra”, junto con la “mesa del pan”. La
Palabra litúrgica es actual y eficaz, es viva e interpelante, es renovadora y alimento de la fe.
-La dimensión eclesial de la celebración, en cuanto que “las acciones litúrgicas son
celebraciones de la Iglesia, patrimonio de todo el Cuerpo de la Iglesia” (n. 26), y la Iglesia
es a la vez sujeto, mediación y objeto de la celebración. Por lo que todo el pueblo tiene
derecho y deber a una participación plena, consciente y activa en las celebraciones
litúrgicas (n. 14), haciendo cada uno todo y sólo aquello que le corresponde.
-La dimensión central y referente de la liturgia, que si bien no puede desconocer otras
tareas de la Iglesia respecto a la Palabra, la Caridad y la Comunión, sin embargo reconoce
que “ninguna otra acción iguala la eficacia de la liturgia (n. 7), por lo que considera que “la
liturgia es el culmen al que tiende la acción de la Iglesia, y al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza” (n. 10).
-La dimensión simbólica y visible de la acción litúrgica que necesariamente se desarrolla
“per ritus et praeces”, es decir, por palabras y signos (n. 33), en continuidad con la ley de la
encarnación, con la condición simbólica del hombre, y con la necesaria mediación de
palabras y signos para la comunicación y el diálogo con Dios. Por lo mismo, la liturgia
debe adaptarse en sus expresiones verbales y signales a la mentalidad, cultura y costumbres
de los pueblos (nn. 34-35 y 37-40)25.
-La dimensión personal de la liturgia, en cuanto que supone una revalorización, no sólo
de la participación del sujeto, sino de la importancia de sus disposiciones de acogida y de
24
Este aspecto aparece en numerosos lugares a lo largo de la SC: 2, 5-6, 35, 47, 61, 102, 103, 104,
107...Y luego se repetirá en los mismos textos litúrgicos, a la vez que será el título de uno de los art.
del Catecismo: “La liturgia, obra de la Santísima Trinidad”, n. 1077.
25
Es lo que ha expresado de modo excelente el CCE 1145-1152: “La celebración sacramental está
tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su
raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua
Alianza y se revela en plenitud en la persona y obra de Cristo”.
37
fe, de manera que al “opus Trinitatis” responda la “fides sacramenti” de la Iglesia, de la
comunidad y del propio sujeto (relación del “opus operatum” con el “opus operantis”). Si
falta la fe, faltan los “ojos del alma” que nos permiten ver lo que se celebra en el misterio,
falta la capacidad de diálogo y acogida del don de Dios. Y los sacramentos sí son para la
alabanza de Dios, edificación de la Iglesia, y santificación del hombre; pero también
“suponen, expresan y alimentan la fe” (n. 59). Y la plena eficacia de la liturgia sólo se
asegura cuando se da “una recta disposición de ánimo, y se pone el alma en consonancia
con la voz y con la gracia divina” (n. 11).
-La dimensión evangelizadora y educadora de la liturgia, desde su calidad mistagógica,
por las múltiples “palabras” y signos que emplea, sobre todo, por la Palabra de Dios (n. 24),
y por la experiencia del misterio que suscita, en quienes participan con fe. De ahí la
necesidad de que preceda una adecuada formación de los sacerdotes y del pueblo (nn. 1519), y de que se ordenen los “textos y los ritos, de manera que expresen con mayor claridad
las cosas santas que significan, y en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprenderlas
fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena, activa y comunitaria”
(n. 21). La liturgia no tiene como objeto en sí ni evangelización, ni catequesis, ni
enseñanza, pero las incluye desde su especificidad mistagógica propia. Estas dimensiones,
constituyen el eje de la gran aportación a la teología litúrgica del Vaticano II, y el principio
del que se derivan como exigitivos: la comunitariedad de las celebraciones, la participación
por la diversidad de servicios y ministerios, la preferencia sobre celebraciones privadas, la
adaptación e inculturación, la mayor valoración y aprecio de la Palabra como parte esencial
de la celebración, la importancia del diálogo y de la acción del sujeto en la misma eficacia
del sacramento... En conjunto, puede decirse que, además de una renovación de los grandes
contenidos de la celebración litúrgica (altiora principia), el balance positivo se percibe sí en
el mismo acto celebrativo, pero también en la inter-relación de la celebración litúrgica con
la Palabra (evangelización, catequesis), con la Caridad (compromiso y justicia), y con la
Comunión en la acción en la vida de la comunidad creyente.
Diversas reacciones ante la reforma litúrgica
Desde el principio, pero sobre todo, en los últimos años, se han extremado algunas críticas,
que están teniendo alguna repercusión en determinados sectores:
-La “ultra-conservadora”, representada en los “lefevrianos” y algunos grupos más
tradicionalistas, que rechazan la renovación litúrgica como si fuera una herejía y un
abandono de la tradición más genuina.
-La “crítica radical”, que pone en entredicho la reforma, porque supone una cierta ruptura
con la tradición anterior, y aboga por una vuelta a lo anterior, por una “reforma de la
reforma”.
-La “reinterpretadora” del Vaticano como “evolución en la continuidad”, defendiendo que
no se trata de “ruptura”, sino de continuidad actualizadora, según lo que ya afirma la SC, n.
23.
38
A estas diversas interpretaciones obedecen algunos documentos pontificios últimos de
Benedicto XVI, como el Motu proprio “Summorum pontificum”, y últimamente “Universa
Ecclesia”, en los cuales el Papa, además de defender el principio último, permite y regula la
celebración de la misa según el Misal de Pío V. Sostiene la legitimidad de las dos formas de
celebración: 1. La ordinaria, siguiendo el “Ordo Missae”, y la extraordinaria, siguiendo el
Misal de Pío V y en latín. En conjunto, mientras unos le acusan de ser más una reforma
elitista, otros le achacan el ser restauracionista, o demasiado fría y esquemática... Es lógica
la diversidad de apreciaciones, según el punto de partida que se adopte.
III. ASPECTOS A MEJORAR EN LA LITURGIA RENOVADA
Se han destacado, sin embargo, algunas limitaciones de la SC, o renovación litúrgica, (que
en parte, han sido subsanadas en algunos documentos posteriores) como son las siguientes
que nos parecen más importantes:
- La Sacrosanctum Concilium pagó el tributo de ser el primer documento del Concilio, y
por lo mismo no pudo integrar algunos aspectos que le afectan de la Lumen Gentium, la Dei
Verbum, la Gaudium et Spes. Los documentos posteriores, desde la “Ordenación general
del Misal romano”, procurarán subsanar este aspecto.
- Se le acusaba de no haber tenido en cuenta suficientemente la Pneumatología (sólo se le
nombra dos veces: nn.2,6), y con ello la teología de la Iglesia Oriental sobre el Espíritu
Santo; ni la dimensión “epiclética” de los sacramentos, ya que en algunos (v.gr.
matrimonio) apenas aparecía. Será, sobre todo, en el nuevo Catecismo donde se ofrezca una
verdadera “pneumatología litúrgico-sacramental” (nn. 1091-1112).
- Igualmente, se consideraba una laguna la poca atención que se prestaba al aspecto
ecuménico, con las diversas tradiciones que también pueden enriquecer la misma liturgia
romana, apoyando el camino hacia la unidad litúrgica o sacramental. La explicación que
ofrece el Catecismo sobre los sacramentos, tendrá en cuenta la tradición oriental.
- También se ha señalado que la Constitución no desarrolla suficientemente el carácter
misionero de la liturgia, ni extrae las consecuencias evangelizadoras del principio “fuente
de la vida de la Iglesia” (n. 10), de manera que se haga posible la existencia de las
disposiciones necesarias para la celebración. Serán, posteriormente, la “Evangelii
Nuntiandi” y la “Redemptoris missio” los documentos que más desarrollen este aspecto.
- Aunque no se olvida de relacionar la liturgia con la vida, y con las “obras de caridad,
piedad y apostolado” (n. 9), tampoco desarrolla de modo suficiente la dimensión social y
comprometedora de la liturgia, como uno de los elementos presentes en toda celebración,
sobre todo en la eucaristía. Algunos recientes documentos, como “Ecclesia de Eucaristía”
recordarán este aspecto o dimensión social.
- Algunos han achacado a la Constitución y a la reforma litúrgica en general, que haya
ejercido “una cierta violencia sobre el pueblo”, al proponer una liturgia demasiado
39
esquemática y racional, y no tener suficientemente en cuenta la mentalidad religiosa del
pueblo sencillo, con su sensibilidad ritual, su religiosidad popular, sus tradiciones y
costumbres, a pesar de que reconoce este derecho con claridad (nn. 37-40). También a esto
se intentará responder con otro documento reciente: “Liturgia y religiosidad popular”.
- Finalmente, hay quienes acusan a la renovación litúrgica de no haber tenido en cuenta
algunas categorías filosóficas importantes, como “comunicación”, “símbolo”, “fiesta”,
“diálogo”... Lo que habría llevado a renovar de modo más adaptado un lenguaje y unos
símbolos que, con frecuencia, son poco elocuentes, o ininteligibles para el pueblo sencillo.
IV. RETOS Y CUESTIONES PENDIENTES
Pero ahora, teniendo en cuenta todo lo anterior, así como las aportaciones complementarias
de los diversos documentos, debemos plantearnos los principales RETOS que, a nuestro
entender, tiene delante una liturgia “semper reformanda”. Pueden formularse en los
siguientes términos:
- La liturgia es inseparable de las otras dimensiones de la misión: Palabra, Caridad,
Comunión. Si a través de estas tareas debe la Iglesia “anunciar” y “testificar” el evangelio
de la esperanza, por la liturgia debe también ser capaz de “celebrar el evangelio de la
esperanza”26. Y para ello se requiere que se de un “redescubrimiento de la liturgia y los
sacramentos”, por una celebración más auténtica, que integre, a la vez, una palabra bien
anunciada, una caridad bien testificada, y una comunión bien vivida, y así exprese y anime
la esperanza de nuestros pueblos.
- Frente a la tentación de una religiosidad “vaga y a veces desencarnada”, o los fenómenos
de una huida hacia el espiritualismo o emocionalismo y sincretismo, es preciso ofrecer una
liturgia que, por un lado, sea dialogante con la sensibilidad religiosa de nuestro tiempo, que
rechaza formalismos y esquemas prefijados e impuestos; y por otro lado, sea capaz de
expresar con la máxima elocuencia de palabras y signos la identidad del misterio que
celebra, poniendo “como centro a Jesús para dejarnos iluminar y guiar por El. En ello
podemos encontrar una de las respuestas más rotundas que nuestras comunidades han de
dar a una religiosidad ambigua e inconsistente27.
- Se ha avanzado mucho en una participación externa y activa, si bien queda mucho para
mejorar en la celebración y los celebrantes. Sin embargo, se corre la tentación de reducir
todo a expresión externa, a palabras de respuesta, o a música que suena. Queda pendiente
una “tarea laboriosa y apasionante a la vez: consiste en descubrir el sentido del misterio; en
renovar las celebraciones litúrgicas para que sean signos más elocuentes de la presencia de
Cristo, el Señor; en proporcionar espacios para el silencio, la oración y la contemplación;
26
Así lo afirma el Documento Ecclesia in Europa, cap. IV
27
Ecclesia in Europa, cap. IV n. 68. 70.
40
en volver a los sacramentos, especialmente la eucaristía y la penitencia, como fuente de
libertad y de nueva esperanza”28. La participación ha de ser, no sólo externa, sino también
interna; no sólo “plena, consciente y activa”, sino también “emotiva y mistérica.”
- Igualmente, es preciso recuperar la dimensión dinámica de la celebración: Esto implica
el que se valore de modo adecuado, y con los medios pastorales previstos, no sólo la
celebración misma, sino también su preparación antecedente, y su continuidad consecuente.
Sólo así podrá ser verdaderamente “fructuosa”. Esto requiere que sea también una
“participación espaciada”: en un ANTES – EN – DESPUÉS.
- Junto a ello cabe destacar el reto de un desarrollo más acentuado del carácter
mistagógico de la celebración, superando racionalismos y palabrería, y sabiendo desarrollar
la pedagogía de los símbolos, la riqueza del “capital simbólico” de que disponemos.
Solamente así la celebración será transparencia que nos une con la trascendencia; y lo
visible nos conducirá a lo invisible (“per visibilia ad invisibilia”), y el signo al significado,
y el sacramento al misterio, haciendo que por su misma fuerza y dinamismo la celebración
sea también “evangelización” y “catequesis”, “didascalía” y educación de la fe del pueblo
creyente29. La mistagogia litúrgica es la verdadera teología litúrgica, cuando sabemos dejar
que los signos hablen con su propia elocuencia.
- Se han dado grandes avances en la preparación de los sujetos a la celebración de los
sacramentos. Sin embargo, cada vez se percibe más la distancia entre lo que demandan los
sujetos y lo que quiere ofrecerles la Iglesia. La visión pragmática, materialista e
inmanentista de la vida, adormece o lleva incluso a la desaparición de la mirada y los “ojos
de fe” que se necesitan para poder con-sentir con el misterio celebrado. Nos encontramos,
por tanto, ante el reto de la capacitación en la fe, teniendo en cuenta la incapacidad de
sintonía en la que desarrolla su vida el hombre actual.
- La renovación litúrgica cuenta con la necesidad de una adaptación a las costumbres y
tradiciones de los pueblos y culturas (SS 37-40). Se han hecho algunos esfuerzos en
diversos países (por ejemplo. Zaire, India). Se ha orientado sobre ello en diversos
documentos30. Sin embargo, sigue pendiente el reto de la adaptación o inculturación del
lenguaje y de los signos, de manera que exista una verdadera comunicación, no sólo entre
los participantes, sino de estos con el misterio. Los criterios sobre las partes más
adaptables, así como sobre las costumbres y ritos de las diversas culturas que se pueden
incorporar a la liturgia, no resultan de fácil aplicación.
28
Así lo afirma el Documento Ecclesia in Europa, cap. IV 11 Ibid., n. 69.
CCE 1075: “La catequesis litúrgica pretende introducir en el misterio de Cristo (es “mistagogia”),
procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los “sacramentos” a los
“misterios”.
30 14
Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, La Liturgia Romana y
la inculturación (25 de enero de 1994); Id., Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (17
diciembre 2001); CCE 1200- 1208.
41
29
- Asimismo, si bien hay que reconocer la gran aportación que se ha hecho a la liturgia de la
Palabra, y la riqueza y variedad de textos bíblicos seleccionados para cada tiempo y
celebración, también se reconoce que sería preciso proceder a una revisión de los textos
seleccionados, de manera que fueran más adaptados e inteligibles para la gran mayoría del
pueblo. La comunidad reunida debe poder escuchar sin rubor los textos que se proclaman,
porque chocan con su sensibilidad; y la explicación y diálogo sobre la Palabra debe hacer
posible que la misma liturgia sea “espacio hermenéutico” adecuado por la coherencia y
sinfonía de palabras.
- Con y después del Vaticano II se han dado pasos importantes en el orden ecuménico,
teniendo en cuenta otras tradiciones litúrgicas. Pero también hay que reconocer que estos
“pasos” no han tenido su correspondiente refrendo en la propuesta de unas “celebraciones
ecuménicas”, que tengan en cuenta las necesidades y posibilidades de una reunión para la
celebración desde lo que nos une, más allá de una deseada “comunión” por lo que todavía
nos separa. El tema se plantea con acentos especiales, dado el fenómeno de las
migraciones, la libertad religiosa, la globalización...
- Junto a todo ello, cabe señalar el reto de una reacción restauracionista que, por temor a
que se supere el “máximo permitido”, insiste y se encierra en el “mínimo exigido”,
adoptando reacciones de “freno”, que si bien salen al paso de algunos “extremos”, abonan
también un alejamiento de un diálogo fructífero con la cultura actual. Si a ello se une una
tendencia más bien formalista ritual, añorante de antiguas tradiciones, corremos el riesgo de
una desviación del dinamismo renovador del Concilio. Este riesgo, también advertido por
algunos documentos oficiales, manifiesta una actitud más bien temerosa ante nuevas
sensibilidades que demandan otra participación, reclaman mayor posibilidad de adaptación.
- Finalmente, no es menor el reto de una ausencia de sacerdotes responsables de la
celebración, por disminución del clero; y de la falta de responsables laicos preparados para
asumir dicha función, al nivel que les corresponde, de manera que las comunidades no
carezcan del alimento litúrgico y la celebración del misterio de la fe, tan necesario para su
fidelidad y animación. Si a ello unimos la extensión de un cierto “desánimo” o
“desconcierto” clerical, por la frustración que produce la ineficacia de propuestas y
acciones pastorales ofrecidas, entenderemos la tentación de encerrarse en una “estrategia de
la conservación” o de la “resignación”, sin saber “qué hacer” y “cómo hacer”...
42
Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina (Medellín,
Puebla, Santo Domingo, Aparecida)
Pbro. Luis Eduardo Villarreal Ríos
Introducción (El Concilio, punto de llegada y punto de partida)
Previo al Concilio hay un largo proceso de “aggiornamento”, de puesta al día, de adaptación de
la Iglesia a la cultura moderna, expresada en: la libertad de conciencia y de pensamiento; la
libertad religiosa; la autonomía de las realidades temporales, posteriormente llamada
“secularización”; el espíritu democrático; el aprecio por la persona humana en su inviolable
subjetividad; la conciencia de la unidad de la historia, entendiéndola como salvación; la
reconversión de la idea de “iglesias cristianas”, que está en la base del movimiento ecuménico;
la aceptación del desafío de las otras religiones y su significación salvífica.
Hay, además, un antecedente latinoamericano al Vaticano II: La Ia. Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano, celebrada en Río de Janeiro (25 de julio a 4 de agosto de 1955),
la cual será recordada por la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. Diez
años antes de que el Concilio promulgase la colegialidad episcopal (LG 22), la Iglesia de
América Latina la ponía en marcha; algo realmente profético.
Pero también el Concilio es punto de partida. Cuando el Papa Juan XXIII, el 25 de enero del
año 1959, anunció su propósito de convocar un Concilio, se inauguró un tiempo de gracia, un
tiempo oportuno (un “kairós”) para la Iglesia Católica Universal. Es un tiempo de gracia que
irrumpe después de 400 años del Concilio de Trento (1545 – 1563) y después de 100 años del
Concilio Vaticano Primero (1869-1870).
Celebramos este tiempo de gracia, que si no tiene respuesta, puede también agotarse y
terminar. “Se ha cumplido el tiempo (“kairós”) y se ha acercado el Reino de Dios. Cambien su
manera de pensar y crean en el Evangelio”. (Mc 1, 15).
Espíritu que anima todo el Concilio Vaticano II
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco
en su corazón. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y
de su historia”. (“Constitución Gaudium et Spes”. Proemio)
43
Otros documentos del Concilio Vaticano II que han tenido resonancia
Lumen Gentium
(Constitución dogmática sobre la Iglesia)
En esta constitución se expresa una eclesiología, más acorde al marco histórico salvífico
elaborado por una exégesis bíblica que no conocieron los dos últimos concilios. “La Iglesia
constituye en la tierra el germen y el principio del Reino de Dios” (5) y su definición básica es
“Pueblo de Dios” (capítulo II, concretamente el n. 32).
Dei Verbum (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación)
Algunas citas: “La Palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo
Concilio”. (1) “La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del
Espíritu Santo. La Tradición recibe la Palabra de Dios” (9). El oficio de interpretar
auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo
de la Iglesia. Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio
(10). La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe la Escritura unida a la
Tradición. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y
vigor de la Iglesia. (21).
“Los exégetas católicos y los demás teólogos han de trabajar en común esfuerzo y bajo la
vigilancia del Magisterio para investigar con medios oportunos la Escritura y para explicarla, de
modo que se multipliquen los ministros de la Palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el
alimento de la Escritura” (23). Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura. La
Iglesia procura con cuidado materno que se hagan traducciones exactas y adaptadas en diversas
lenguas, sobre todo partiendo de los textos originales” (22)
“Por eso, todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por
oficio al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura. El santo
Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, especialmente a los religiosos, la lectura
constante de la Escritura para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Fil. 3,8), "pues
desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (San Jerónimo) y "a Dios hablamos cuando
oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras" (San Ambrosio). (25)
Ad gentes (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia)
“…de la semilla de la Palabra de Dios deben crecer en todo el mundo Iglesias particulares
autóctonas suficientemente fundadas y dotadas de propias energías, que, provistas
suficientemente de jerarquía propia, unida al pueblo fiel, contribuyan al bien de toda la Iglesia“
(6).
“…los misioneros conozcan más ampliamente la historia, las estructuras sociales y las
costumbres de los pueblos, y se interesen también del orden moral y de los preceptos
religiosos, así como de la mentalidad íntima que dichos pueblos han ido formándose, de
acuerdo con sus tradiciones sagradas, acerca de Dios, del mundo y del hombre. (26)
44
Otros dos documentos importantes:
•
Constitución sobre la Sagrada la Liturgia
•
Decreto sobre el Ecumenismo
Impacto del Concilio en algunos obispos comprometidos con el caminar de la Iglesia (El
Pacto de las Catacumbas).
“Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de
nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en
la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros
hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor
Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis;
poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y
ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra
flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como
gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue:
1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa,
comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.
2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el
vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos
deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.
3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre
propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras
sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.
4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una
comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos
administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.
5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen
grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el
nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.
6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer
concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por
ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 1419.
45
7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o
solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus
dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6,
2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.
8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al
servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente
débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis.
Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los
pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18,
3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.
9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones,
procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en
la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos
públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.
10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros
servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que
son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y
de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de
hombres y de hijos de Dios. (Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16).
11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el
servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidadnos comprometemos:
* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las
naciones pobres;* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre
testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de
estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez
más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.
12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en
Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero
servicio. Así,* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;* buscaremos
colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
*procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;* nos
mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc. 8, 34s; Hech. 6, 1-7; 1 Tim. 3, 810.
46
13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros
diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones”.
Segunda Conferencia General del Episcopado
1968:
Latinoamericano
Medellín, Colombia
“La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”
Los grandes temas de Medellín son la opción por los pobres, las Comunidades Eclesiales de
Base y la liberación.
“Estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente, llena de un anhelo
de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de
integración colectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva
civilización. No podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida
transformación y desarrollo como un evidente signo del Espíritu que conduce la historia de los
hombres y de los pueblos hacia su vocación” (Introducción, 4).
Tomemos textos fundantes que expresan el “espíritu de Medellín” vigentes hasta hoy
Documento: Paz
Si "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz" (Encíclica Populorum Progressio, n°. 87), el
subdesarrollo latinoamericano, con características propias en los diversos países, es una injusta
situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz.” (Paz 1)
“Desigualdades excesivas entre las clases sociales, especialmente, aunque no en forma
exclusiva, en aquellos países que se caracterizan por un marcado biclasismo: pocos tienen
mucho (cultura, riqueza, poder, prestigio), mientras muchos tienen poco” (Paz 3)
“Queremos subrayar que los principales culpables de la dependencia económica de nuestros
países son aquellas fuerzas que, inspiradas en el lucro sin freno, conducen a la dictadura
económica y al "imperialismo internacional del dinero" condenado por Pío XI en la
Quadragesimo Anno y por Pablo VI en la Populorum Progressio” (Paz 9, e)
“La paz es, ante todo, obra de justicia. La paz en América Latina no es, por lo tanto, la simple
ausencia de violencia y derramamientos de sangre. La opresión ejercida por los grupos de poder
puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en realidad no es sino "el germen
continuo e inevitable de rebeliones y guerras”. (Paz 14, a).
47
“La paz sólo se obtiene creando un orden nuevo que "comporta una justicia más perfecta entre
los hombres". En este sentido, el desarrollo integral del hombre, el paso de condiciones menos
humanas a condiciones más humanas, es el nombre nuevo de la paz” (Paz 14, a)
Hubo ciertas tensiones cuando se redactaron los siguientes párrafos: “No deja de ver que
América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede
llamarse de violencia institucionalizada” (Paz 16). “No debe extrañarnos que nazca en América
Latina ‘la tentación de la violencia’. No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que
soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor
conciencia de los derechos humanos.” (Paz 16) "Las revoluciones explosivas de la
desesperación" (Pablo VI) (Paz 17). “Si bien es verdad que la insurrección revolucionaria puede
ser legítima en el caso ‘de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos
fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país’, ya provenga
de una persona ya de estructuras evidentemente injustas, también es cierto que la violencia o
‘revolución armada’ generalmente, ‘engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios
y provoca nuevas ruinas: no se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor’”. (Paz
19).
“Urgir para que en muchos de nuestros países se detenga y revise el actual proceso
armamentista, que constituye a veces una carga excesivamente desproporcionada con las
legítimas exigencias del bien común en detrimento de imperiosas necesidades sociales. La lucha
contra la miseria es la verdadera guerra que deben afrontar nuestras naciones” (Paz 29).
Documento: Pobreza de la Iglesia
“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias
sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una
dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria” (Pobreza 1)
“Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no
les llega de ninguna parte. ‘Nos están ahora escuchando en silencio, pero oímos el grito que sube
de vuestro sufrimiento", ha dicho el Papa a los campesinos en Colombia.” (Pobreza 1 y 2)
“Y llegan también hasta nosotros las quejas de que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos
y aliados de los ricos”. (Pobreza 2). Al respecto debemos precisar que con mucha frecuencia se
confunde la apariencia con la realidad. Muchas causas han contribuido a crear esta imagen.
Documento: Pastoral de conjunto
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Las Comunidades cristianas de base: primer y fundamental núcleo eclesial. Ella es, célula inicial
de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de
promoción humana y desarrollo.” (Pastoral 10)
Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Puebla, México (1979):
“La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”.
Citamos un texto que ha tenido mucho peso en la Historia de nuestra Iglesia:
Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana
pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad
infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y
subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas,
etc. ( 29) Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa
casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque
haya también otras causas de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en
muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de un
auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional, ricos cada vez más
ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Esta realidad exige, pues, conversión personal y
cambios profundos de las estructuras que respondan a legítimas aspiraciones del pueblo hacia
una verdadera justicia social; cambios que, o no se han dado o han sido demasiado lentos en la
experiencia de América Latina. (30) La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en
la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de
Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela: (31) Rostros de niños, golpeados por la pobreza
desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias
mentales y corporales irreparables; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras
ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar; (32) Rostros de jóvenes,
desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y
urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación; (33) Rostros de
indígenas y con frecuencia de afroamericanos, que, viviendo marginados y en situaciones
inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres; (34) Rostros de
campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces,
privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de
comercialización que los explotan; (35) Rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con
dificultades para organizarse y defender sus derechos; (36) Rostros de subempleados y
desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de
modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos
económicos; (37) Rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la
carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales;
rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del
progreso que prescinde de las personas que no producen. (38).
Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Santo Domingo, R.
Dominicana (1992): “Nueva Evangelización, Promoción Humana y Cultura Cristiana”
49
Refiriéndose al “inhumano tráfico esclavista”, el texto dice “Queremos con Juan Pablo II pedir
perdón a Dios por este holocausto desconocido” (n° 20)
“Sólo una Iglesia evangelizada es capaz de evangelizar” (n° 23)
“…una línea prioritaria de nuestra pastoral, fruto de esta IV Conferencia, ha de ser la de una
Iglesia en la que los fieles cristianos laicos sean protagonistas” (n° 103).
El texto se refiere a “la metodología del ver, juzgar, actuar, revisar y celebrar “ (n° 119)
“La promoción humana, una dimensión privilegiada de la Nueva Evangelización” (subtítulo
capítulo II). “…una opción evangélica y preferencial por los pobres, firme e irrevocable, pero no
exclusiva ni excluyente, tan solemnemente afirmada en las Conferencias de Medellín y
Puebla”…como el “potencial evangelizador de los pobres” (Puebla 1147), la Iglesia pobre
quiere impulsar la evangelización de nuestras comunidades” ”Descubrir en los rostros sufrientes
de los pobres el rostro del Señor (Mt. 25, 31-46) “La esclavitud de los negros y las matanzas
de los indios fueron el mayor pecado de la expansión colonial de occidente. Por desgracia, en lo
que se refiere a la esclavitud, el racismo y la discriminación, hubo bautizados que no fueron
ajenos a esta situación” (n° 246).
“Hacemos nuestro el clamor de los pobres. Asumimos con renovado ardor la opción evangélica
preferencial por los pobres, en continuidad con Medellín y Puebla. Esta opción, no exclusiva ni
excluyente, iluminará, a imitación de Jesucristo, toda nuestra acción evangelizadora” (n° 296).
Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Aparecida, Brasil (2007).
“Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan Vida: Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6)”.
Una evaluación mínima de sus capítulos:
La introducción sitúa la conferencia de Aparecida en la tradición del Concilio Vaticano II y las
conferencias de Medellín y Puebla.
Muy positivo: capítulo 2 (análisis de la realidad), capítulo 5 (Comunidades Eclesiales de Base),
capítulo 7 (la vida en Cristo y opción por la vida de todos) y capítulo 8 (Reino de Dios y
promoción de la dignidad humana). Me detengo en este capítulo…
El Reino de Dios es realidad transformadora de la historia (382) que se hace evidente en la
vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, el
martirio, el acceso de todos a los bienes, etc… (383). Por eso la dimensión del discipulado y de
la misión desde la perspectiva del Reino implica asumir las tareas prioritarias que contribuyan a
50
la dignificación de todo ser humano. La misericordia debe urgir a colaborar en la búsqueda de
estructuras más justas (384) en vez de crear círculos viciosos en un sistema económico inicuo.
La misericordia y la justicia social van de la mano. La Iglesia está fuera de la lucha partidaria
pero no de la lucha por la justicia por medio de todos los recursos de que dispone (385).
El norte y la base de la justicia social es el reconocimiento de la dignidad humana en medio de
una sociedad llena ídolos que nos cosifican (387). La antropología bíblica (388-389) vivida y
practicada nos permite emitir un juicio verdadero de nuestra realidad que salvaguarda la
dignidad personal y colectiva. Esta voz de la Iglesia sobre la verdad del hombre y su dignidad
tiene que ser proclamada en todos los areópagos públicos y privados del mundo (389-390).
Si bien la preocupación por la dignidad humana universal, es católica ésta toma un rostro
latinoamericano y caribeño desde la Opción por los Pobres (391). Opción que prolonga la opción
de Cristo y se fundamenta en la fe cristológica (392). Por esta fe le reconocemos en los rostros
sufrientes de nuestros hermanos (393), de esta fe brota el compromiso solidario al servicio de la
dignidad de la vida humana (394). Esta opción debe hacerse presente en el mundo económico y
político por medio de los profesionales católicos (395). Esta opción no es puntual debe atravesar
todas nuestras estructuras y prioridades pastorales (396). Superando la tendencia privatista,
individualista, y paternalista en nuestro trabajo con los pobres (397) llegando a una verdadera
amistad con ellos (398).
Todos estas orientaciones, elementos expuestos (399) se realizan en la historia, en momentos
precisos (400) por lo que se hace necesaria una Pastoral Social estructurada, orgánica e integral
(401) atenta a los nuevos rostros de pobreza que la globalización crea (402). Esta pastoral
implica incidencia política en los estados para favorecer políticas sociales y económicas que
atiendan a la mayoría de la población(403) y animar al mundo empresarial a una actitud
verdaderamente justa en el mundo laboral (404). Sabiendo bien que la mayor pobreza es no
reconocer el Misterio (405).
En la actualidad la lucha por la solidaridad y la justicia no puede limitarse a pequeños campos, ni
siquiera a la nación; debe ser internacional, global. Para ello hay que crear espacios de
participación, fomentar la búsqueda del bien común priorizando a los tradicionalmente
marginados. Buscar el bien común implica, también, una justa regulación de la economía, las
finanzas y el comercio mundial, a su vez implica revisar la validez y la eticidad de los tratados
intergubernamentales y de libre comercio. (406)
El capítulo termina con un desarrollo más específico de ciertos rostros sufrientes que duelen a la
Iglesia de hoy, sin que sea una lista exhaustiva ni excluyente. En concreto menciona a la gente
que vive en la calle de las grandes ciudades (407-410), a los Migrantes (411-416) a los enfermos
(417-421) a los adictos o dependientes de alguna droga (422-426) y los encarcelados (427-430)
Después de 50 años de Vaticano II, ¿qué podemos esperar?
51
Nuestra opción debe ser la sobrevivencia de los pobres. El futuro de los pobres está en la
construcción del reino; se necesita que la Iglesia dé fuerza y esperanza para construirlo. La
“esperanza” del poder y del dinero no nos sirve de nada.
Para poner a nuestra Iglesia al servicio del reino se requieren espacios donde el laicado tenga
autoridad, legitimidad, autonomía, libertad, creatividad. La unión fe-vida nos lleva a conferirle a
nuestra fe toda su dimensión social, de aquí la importancia de la Biblia en el corazón y en la vida
de nuestras comunidades. Al respecto van algunas propuestas…
Primera propuesta: uso intensivo de la Palabra de Dios
Un lugar privilegiado de la Palabra de Dios han sido los círculos de barrio, grupos bíblicos y las
Comunidades Eclesiales de Base, que se reúnen en el lugar donde vive la gente, especialmente
mujeres en ranchos y/o colonias de las grandes ciudades; ahí se comparte el estudio y la
meditación (lectio divina) de la Biblia. Es un espacio propio, con la autonomía, legitimidad,
libertad y creatividad, que nos da la Palabra de Dios leída en comunidad, desde la realidad
concreta (fe y vida unidas), y por y para los pobres. Además, la Constitución Dogmática sobre la
Divina Revelación: “Dei Verbum” (1965) del Concilio Vaticano II ha dado al estudio bíblico por
parte de laicas y laicos una amplia cobertura doctrinal. Nuestra Iglesia particular de Monterrey
posee además una infraestructura de estudios bíblicos subsidiada por la Escuela Bíblica
Arquidiocesana.
Segunda propuesta: nadie puede secuestrar al Espíritu
La experiencia eclesial del Espíritu Santo no puede quedar asociada exclusivamente con
experiencias de corte neo pentecostal, dejando de lado su dimensión carismática en la Iglesia. Si
los carismas han de ser la estructuración de la misión de la Iglesia, siguiendo a san Pablo,
entonces debemos ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, que “sopla donde quiere” y que
provoca creatividad en todo y en todos/as.
Formularemos así nuestra espiritualidad: “vivir en el mundo, sin ser del mundo”. El mundo del
consumismo, de las drogas y la corrupción, el mundo del mercado global; a pesar de estar
inmersos en todo esto, no pertenecemos a ello, gracias al Espíritu.
Tercera propuesta: un pueblo que se organiza desde la base
La Iglesia se definió en el Concilio (LG 32) como “Pueblo de Dios”. Este pueblo inició su
caminar reuniéndose en las casas (Hech. 2,42 ss.; Rom 16, 5; Film 2). De igual modo, este
pueblo se entendió a sí mismo como linaje elegido, sacerdocio real, nación santa” (1 Pedro 2, 910), con la capacidad de ofrecer su vida a Dios.
52
Este modelo de Iglesia ha sido ejemplarmente encarnado por las Comunidades Eclesiales de
Base (CEBs). Recordemos sintéticamente las definiciones constitutivas de las CEBs. en los
documentos de las Conferencias Generales del Episcopado .
En Medellín las Cebs. son definidas como: “primer y fundamental núcleo eclesial”,
“célula
inicial de estructuración eclesial” “foco de la evangelización”, “factor
primordial
de
promoción humana y desarrollo.”
En Puebla (1979)
“focos de evangelización y motores de liberación y desarrollo”
“fuente de ministerios laicales”, “en la periferia de las grandes ciudades y en el campo” ,
“Palabra de Dios encarnada en la vida”, “célula de la gran comunidad”, “amor preferente de la
Iglesia por el pueblo sencillo”
En Santo Domingo (1992) “parroquia
comunidad de comunidades y movimientos”,
“parroquia red de comunidades”,
“célula viva de la parroquia”
En Aparecida (2007) “escuelas para formar discípulos y misioneros del Señor”, “entrega
generosa, hasta derramar su sangre” “primeras comunidades en los Hechos de los Apóstoles (2,
42-47)”, “célula inicial de estructuración eclesial”, “foco
de
fe
y
evangelización”,
“conocimiento mayor de la Palabra de Dios”, “Palabra de Dios como fuente de su
espiritualidad”, “expresión visible de la opción preferencial por los pobres”, “signo de vitalidad
en la Iglesia particular”, “comunidad de comunidades”.
La CEB es la expresión más concreta de la identidad y vitalidad de la Iglesia como comunidad
de comunidades. No es simplemente un pequeño grupo en el barrio que se reúne periódicamente;
sino la base estructural de la Iglesia (“primer y fundamental núcleo eclesial”), es decir, hace
presente toda la vida de la Iglesia en el lugar donde vive la gente.
53
Visión General del Catecismo de la Iglesia Católica
20 Años después
Pbro. Modesto Mario Rodríguez Moya
CONTEXTO HISTÓRICO
Su Santidad el Papa Benedicto XVI, en los tres primeros números de su Carta Apostólica
en forma “Motu Proprio” Porta Fidei, expone el por qué de la necesidad de redescubrir el
camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo
renovado del encuentro con Cristo, ya que con frecuencia los cristianos se preocupan
mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo
tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De
hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es
negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario,
ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por
ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda
crisis de fe que afecta a muchas personas.
“A la luz de todo esto, he decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre
de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en
la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del
11 de octubre de 2012, se celebrarán también los veinte años de la publicación del
Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo
II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Este documento,
auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido por el Sínodo Extraordinario de los
Obispos de 1985 como instrumento al servicio de la catequesis, realizándose mediante la
colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica. Y precisamente he convocado la
Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre de 2012, sobre el tema
de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión
para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y
redescubrimiento de la fe”. (Benedicto XVI, Carta Apostólica, Porta Fide, 4)
"La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión
geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento
interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella"
(Catechesi Tradendae 13).
54
“Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis. Así,
en la gran época de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte
importante de su ministerio a la catequesis. Es la época de San Cirilo de Jerusalén y de San
Juan Crisóstomo, de San Ambrosio y de San Agustín, y de muchos otros Padres cuyas
obras catequéticas siguen siendo modelos.” (Catecismo de la Iglesia Católica 8)
El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los Concilios. El Concilio
de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis
una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que
lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la
doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la Iglesia una organización notable de la
catequesis; promovió, gracias a santos obispos y teólogos como San Pedro Canisio, San
Carlos Borromeo, San Toribio de Mogrovejo, San Roberto Belarmino, la publicación de
numerosos catecismos. (Catecismo de la Iglesia Católica 9)
No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa
Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la
Iglesia haya atraído de nuevo la atención. El "Directorio general de la catequesis" de 1971,
las sesiones del Sínodo de los Obispos consagradas a la evangelización (1974) y a la
catequesis (1977), las exhortaciones apostólicas correspondientes, "Evangelii nuntiandi"
(1975) y "Catechesi tradendae" (1979), dan testimonio de ello. La sesión extraordinaria del
Sínodo de los Obispos de 1985 pidió "que sea redactado un catecismo o compendio de toda
la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral" (Relación final II B A 4). El
santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el Sínodo de los Obispos
reconociendo que "responde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y
de las Iglesias particulares" (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo
necesario para que se realizara la petición de los padres sinodales. (Catecismo de la Iglesia
Católica 10)
DOCUMENTO: ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES
La finalidad de este catecismo es presentar una exposición orgánica y sintética de los
contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre
la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia.
Sus fuentes principales son la sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el
Magisterio de la Iglesia.
El contenido del Catecismo de la Iglesia Católica se distribuye en cuatro partes:
55
Credo; Sagrada Liturgia, con los Sacramentos; el obrar cristiano, expuesto a partir del
Decálogo; y, por último, la Oración cristiana.
Las cuatro partes están relacionadas entre sí: el misterio cristiano es el objeto de la fe
(primera parte); ese misterio es celebrado y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda
parte); está presente para iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte);
inspira nuestra oración, cuya expresión principal es el "Padre nuestro", y constituye el
objeto de nuestra súplica, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte).
Primera parte: la profesión de la fe (nn. 26-1065). Los que por la fe y el Bautismo
pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32;
Rom 10,9). Para esto, el catecismo expone, en primer lugar, en qué consiste la Revelación
por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios
(primera sección). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como
Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres
capítulos" de nuestro Bautismo —la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador;
y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia
(segunda sección).
Segunda parte: La celebración del misterio cristiano (nn. 1066-1690). La segunda parte
del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo
Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la
Iglesia (primera sección), particularmente en los siete sacramentos (segunda sección).
Tercera parte: La vida en Cristo (nn. 1691-2557). La tercera parte del catecismo
presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los
caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la
gracia de Dios (primera sección); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de la
caridad, desarrollado en los diez mandamientos de Dios (segunda sección).
Cuarta parte: La oración cristiana (nn. 2558-2865). La última parte del catecismo trata
del sentido y la importancia de la oración en la vida de los creyentes (primera sección). Se
cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (segunda
sección). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que
nuestro Padre celestial quiere concedernos.
Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas
condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos "resúmenes" tienen como finalidad ofrecer
sugerencias para fórmulas sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.
56
CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL
Aunque puede ser utilizado por cada fiel cristiano para su consulta personal, como hemos
visto, la principal finalidad de este catecismo es inspirar y fundamentar los catecismos
diocesanos a la realidad propia. La doctrina católica es invariable, pues brota de las fuentes
de la revelación, sin embargo, su exposición debe ser adaptada a la cultura y a la realidad
del lugar. En cada Parroquia se debe procurar que todos los que intervienen en el ministerio
de enseñar doctrina católica conozcan con suficiente familiaridad este catecismo; lo utilicen
como referencia y lo recomienden a las familias no tanto para la defensa de su fe, lo que
también pueden hacer, sino para no dejarse confundir por interpretaciones subjetivas y
fortalecer su fe en la única verdad enseñada por Cristo.
DESAFÍOS PENDIENTES
El acento de este Catecismo se pone en la exposición doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a
profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo está orientado a la maduración de esta
fe, su enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20-22; 25). Por su
misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el
contenido cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de
edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se
dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios
de cada lugar, y más aún a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:
El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para
Jesucristo... Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas,
y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la
verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son,
en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como
poseedores ya de todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la predicación
deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres,
acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catecismo Romano,
Prefacio, 11).
Por encima de todo la Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el
principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano:
Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no
acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero
sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada
uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que
el Amor, ni otro término que el Amor (Catecismo Romano, Prefacio, 10).
57
La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana
Instrumentum Laboris para el Sínodo de los Obispos
Pbro. Marco Polo Ríos Valtierra
Prefacio
“Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
La importancia de la fe en este contexto aparece reforzada por la decisión del Santo Padre
Benedicto XVI de convocar al Año de la fe a comenzar del 11 de octubre de 2012, en el
recuerdo del 50º aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y del 20º
aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Ambos eventos tendrán
inicio en el curso de la celebración de la Asamblea sinodal. Este Documento es el
resultado de la síntesis de las respuestas a los Lineamenta, de todos los que han querido
participar en la reflexión eclesial sobre el tema sinodal. Para que la Asamblea sinodal
pueda responder a estas expectativas y necesidades de la Iglesia en nuestro tiempo,
invoquemos la gracia del Espíritu Santo, que Dios “derramó sobre nosotros con largueza
por medio de Jesucristo nuestro Salvador” (Tt 3,6), suplicando una vez más al Señor Jesús:
“Auméntanos la fe” (Lc 17,5).
INTRODUCCIÓN
Todas las opiniones y las reflexiones recibidas han sido recogidas y sintetizadas en este
Instrumentum laboris.
PUNTOS DE REFERENCIA
1. El 50ª aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, el 20º
aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y el Año de la Fe,
convocado por el Papa Benedicto XVI.31
2. La Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi del Papa Pablo VI, la Encíclica
Redemptoris missio y la Carta Apostólica Novo millennio ineunte del Papa Juan Pablo
II.
31
Cf. BENEDICTO XVI, Porta Fidei. Carta Apostólica en forma de motu proprio con la cual se convoca el
Año de la Fe (11 de octubre de 2011): AAS 103 (2011) 723-734.
58
LAS EXPECTATIVAS EN RELACIÓN AL SÍNODO



Una ocasión propicia para crear un momento unitario y católico de escucha, de
discernimiento y, sobre todo, para dar unidad a las opciones que han de hacerse.
Un evento capaz de infundir energías a las comunidades cristianas y, al mismo
tiempo, capaz de ofrecer también respuestas concretas a las múltiples exigencias que
surgen hoy en la Iglesia respecto a su capacidad de evangelizar.
Se espera estímulo, pero también una confrontación y una actitud orientada a
compartir instrumentos de análisis y ejemplos de acción.
EL TEMA DE LA ASAMBLEA SINODAL

No se trata de imaginar solamente algo nuevo o de promover iniciativas inéditas para
la difusión del Evangelio, sino más bien de vivir la fe en una dimensión de anuncio
de Dios: «la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo
entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!». 32
DEL CONCILIO VATICANO II A LA NUEVA EVANGELIZACIÓN


El origen de todo este programa se encuentra en el Concilio Vaticano II, y en su
voluntad de dar respuestas a la desorientación experimentada también por los cristianos
frente a las fuertes transformaciones y laceraciones que el mundo estaba conociendo en
ese período; respuestas no marcadas por el pesimismo o la renuncia, 33 sino inspiradas
en la fuerza recreadora de la llamada universal a la salvación,34 que Dios ha querido
para cada ser humano.
Pablo VI observaba: Cada vez más personas sienten la necesidad de conocer a
Jesucristo en una luz diversa de las enseñanzas recibidas en la propia infancia. 35 Y
además, fiel a la enseñanza conciliar,36 agregaba que la acción evangelizadora de la
Iglesia «debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para
proponerles la revelación de Dios y la fe en Jesucristo».37
32
GIOVANNI PAOLO II, Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de 1990), 2: AAS 83 (1991)
251.
33
Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo
contemporáneo Gaudium et spes, 1. 4.
34
Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, 2.
35
Cf. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 52: AAS 68 (1976)
40-41.
36
Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad
gentes, 6.
37
PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 56: AAS 68 (1976) 46.
59


El Papa Juan Pablo II hizo de este empeño uno de los principios fundamentales de su
extenso Magisterio. Sólo una nueva evangelización puede asegurar el crecimiento de
una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de auténtica
libertad. Ciertamente urge, en todas partes, rehacer el entramado cristiano de la
sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga la cristiana trabazón de las
mismas comunidades eclesiales que viven en estos países o naciones». 38
Benedicto XVI: Él ha subrayado, frente a una “hermenéutica de la discontinuidad y de
la ruptura”, la importancia de la «“hermenéutica de la reforma”, de la renovación
dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto
que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único
sujeto del pueblo de Dios en camino».39
Por lo tanto, como indican algunas respuestas a los Lineamenta, las mencionadas
orientaciones de Benedicto XVI, en sintonía con sus predecesores, son una guía segura
para afrontar el tema de la transmisión de la fe en la nueva evangelización.
LA ESTRUCTURA DEL INSTRUMENTUM LABORIS (4 CAPITULOS)
Ha sido desarrollado en cuatro capítulos, útiles para ofrecer contenidos fundamentales e
instrumentos que favorezcan la reflexión y el discernimiento.
Primer capítulo
JESUCRISTO, EVANGELIO DE DIOS PARA EL HOMBRE
«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva» (Mc 1,15)
La fe cristiana es una relación con la persona de Jesucristo. Como ha afirmado el Papa
Benedicto XVI «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino
por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientación decisiva. [...] Y, puesto que es Dios quien nos ha amado
primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al
don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro».
38
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal Christifideles laici (30 de diciembre de 1988), 34:
AAS 81 (1989) 454-455.
39
BENEDICTO XVI, Discurso a la Curia Romana en ocasión de la presentación de los augurios navideños
(22 de diciembre de 2005): AAS 98 (2006) 46.
60
Es un encuentro que nos hace capaces de hacer cosas nuevas y de dar testimonio, gracias a
las obras de conversión anunciadas por los Profetas (cf. Jr 3,6ss; Ez 36,24-36), de la
transformación de nuestra vida.
Reitera el núcleo central de la fe cristiana y propone el Evangelio de Jesucristo como Buena
noticia para el hombre contemporáneo.
"La nueva evangelización es la expresión de la dinámica interna del cristianismo, que desea
dar a conocer a los hombres de buena voluntad la 'profundidad de la riqueza, de la sabiduría
y del conocimiento' del misterio de Dios revelado en Jesucristo, más que una ansiosa
respuesta ante la crisis de la fe y los nuevos desafíos que el mundo actual plantea a la
Iglesia".
Hace hincapié en aspectos muy concretos: “La figura de Jesucristo, como el evangelizador;
la Iglesia (objeto y sujeto), evangelizada y evangelizadora; el evangelio, como don para
cada hombre; el deber del discípulo de evangelizar y el resultado de la evangelización, la
renovación de la iglesia.
Segundo capítulo
TIEMPO DE NUEVA EVANGELIZACIÓN
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).
Señala los desafíos y la descripción de la nueva evangelización en el mundo
contemporáneo, descritos con varios escenarios.
La Iglesia está llamada a discernir tales escenarios para transformarlos en lugares para el
anuncio del Evangelio y de experiencia eclesial (...) En la obra de nueva evangelización, se
desea una renovación de la pastoral ordinaria de las Iglesias particulares y, al mismo
tiempo, se espera en una nueva sensibilidad que requiere creatividad y audacia evangélica,
hacia las personas que se han alejado de la Iglesia. (Muchas de las respuestas se refieren a
la "falta de vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada, que requiere, por otra parte,
una fuerte pastoral vocacional).
61
Se experimenta una pérdida de unidad de la cultura y de su capacidad de adherir a la fe y de
vivir con los valores que ella inspira. Las huellas de eso es: la debilidad de la vida de fe de
las comunidades cristianas; la disminución del reconocimiento de la autoridad del
magisterio; la privatización de la pertenencia a la Iglesia; la reducción de la práctica
religiosa; la falta de empeño en la transmisión de la propia fe a las nuevas generaciones.
Los escenarios de la nueva evangelización: 1º cultural, 2º fenómeno migratorio, 3º
económico, 4º político, 5º investigación científica y tecnológica, 6º comunicativo, 7º
religioso (el escenario religioso ha tenido resonancia: 1º en el diálogo ecuménico, 2º
diálogo interreligioso)
Al hablar de Missio ad gentes: El discernimiento que la nueva evangelización ha inspirado
nos muestra que la tarea evangelizadora de la Iglesia se encuentra en profunda
transformación, pero no se trata de un nuevo modelo de acción pastoral, que substituye
simplemente otras formas de acción (la primera evangelización, la atención pastoral), sino
más bien, de un proceso de relanzamiento de la misión fundamental de la Iglesia. Para esto
se descubren 3 exigencias: 1ª la capacidad de discernir; 2ª la capacidad de vivir formas de
una radical y genuina adhesión a la fe cristiana; 3ª una clara y explícita relación con la
Iglesia, para hacer visible el carácter misionero y apostólico.
La Nueva evangelización, reclama la figura de las “unidades pastorales” como centros de
irradiación y de testimonio de la experiencia cristiana e invita a no perder el rostro de
Iglesia ”doméstica popular”.
Tercer capítulo: TRANSMITIR LA FE
«Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción
del pan y en las oraciones. [...] Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con un
mismo espíritu partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de
corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el
Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando» (Hch 2,42.46-47).
62
Recuerda que esta es la finalidad de la nueva evangelización, y la concibe como un proceso
a través del cual la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo
el mundo; impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal,
asumiendo y renovando las culturas. Al hablar del Primado de la Fe, advierte que "los
obstáculos a la fe pueden ser internos a la Iglesia (una fe vivida de forma pasiva y privada,
el rechazo de una educación de la fe propia, una separación entre fe y vida) o fuera de la
vida cristiana (la secularización, el nihilismo, el consumismo, el hedonismo)".
La tradición eclesial ha creado una pedagogía de la transmisión de la fe, que ha
desarrollado en los cuatro grandes títulos del Catecismo Romano: el Credo, los
sacramentos, los mandamientos y la oración del Padre Nuestro. La fe es esencialmente un
don de Dios que provoca el abandono de sí al Señor Jesús. Así, la adhesión al contenido de
la fe se transforma en actitud, decisión de seguir a Jesús y de conformar la propia vida a la
suya.
Se piden que se ponga al centro de la nueva evangelización la parroquia, comunidad de
comunidades, no sólo administradora de servicios religiosos, sino espacio para las familias,
promotora de grupos de lectura de la Palabra y de un renovado compromiso laical, lugar en
el cual se hace una verdadera experiencia de Iglesia, gracias a una acción sacramental
vivida en su significado más genuino. Se quiere que la familia tenga un papel cada vez más
activo en el proceso de transmisión de la fe.
El Año de la Fe representa un llamamiento urgente a la conversión para que cada cristiano
y cada comunidad, transformados por la gracia, den abundantes frutos. Entre éstos, el
esfuerzo ecuménico, la búsqueda de la verdad, el diálogo interreligioso, la valentía para
denunciar las infidelidades y los escándalos en la comunidad cristiana.
Los frutos de esta transformación serían: las familias que son signo verdadero de amor, de
participación y de esperanza abierta a la vida; comunidades dotadas de un verdadero
espíritu ecuménico; el coraje de sostener iniciativas de justicia social y de solidaridad; la
alegría de donar la propia vida siguiendo una vocación o una consagración).
63
El cuarto capítulo: "REAVIVAR LA ACCIÓN PASTORAL"
«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado»
Propone recurrir a los instrumentos usados durante la tradición evangelizadora de la Iglesia,
"en particular, el primer anuncio, la iniciación cristiana y la educación, intentando
adaptarlos a las condiciones culturales y sociales actuales". A través de la predicación, el
sacramento de la reconciliación y la piedad popular con sus devociones.
La nueva evangelización, es considerada como la llamada a consolidar los esfuerzos hechos
y las reformas introducidas para fortificar la fe y, donde la pastoral bautismal es asumida
como uno de los lugares prioritario de la nueva evangelización.
"Habría que entender mejor, desde el punto de vista teológico, la secuencia de los
sacramentos de iniciación cristiana que culmina en la Eucaristía y reflexionar sobre los
modelos para poner en práctica la profundización deseada".(Se reafirma que "nueva
evangelización significa dar razón de nuestra fe, comunicando el Logos de la esperanza al
mundo que aspira a la salvación).
Es necesario, que el saber humano sea de nuevo unido a la sabiduría divina, es decir, a la
visión de la creación que Dios Padre tiene y que, a través del Espíritu y del Hijo, se
encuentra en todo lo creado.
«El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que
enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio [...] Será sobre todo
mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir,
mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los
bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad».40
40
PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre de 1975), 41: AAS 68 (1976) 3132.
64
En el testimonio Dios, por así decir, se expone al riesgo de la libertad del hombre».41
Uno de los signos de la eficacia de la nueva evangelización será el redescubrimiento de la
vida como vocación y el surgimiento de vocaciones en el seguimiento radical de Cristo.
CONCLUSIÓN
«vosotros recibiréis una fuerza cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros» (Hch 1,8)
Nueva evangelización no significa “nuevo Evangelio”, porque «Jesucristo es el mismo,
ayer, hoy y por los siglos» (Hb 13,8). Nueva evangelización significa dar una respuesta
adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de
hoy, a los nuevos escenarios que muestran la cultura a través de la cual expresamos nuestra
identidad y buscamos el sentido de nuestras existencias. Nueva evangelización significa
promoción de una cultura más profundamente radicada en el Evangelio. Quiere decir
descubrir «el hombre nuevo» (Ef 4,24), que está en nosotros gracias al Espíritu que nos ha
sido dado por Jesucristo y por el Padre.
41
BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum caritatis (22 de febrero de 2007),
85: AAS 99 (2007) 170.
65
Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei
Pbro. Gerardo Ma. Mayela González Farías
I. INTRODUCCIÓN
El Papa Benedicto XVI nos ha dejado el documento “Porta Fidei” (La Puerta de la Fe), que
es una Carta Apostólica en forma Motu Proprio, del día 11 de octubre de 2011.
¿Qué es un Motu Proprio? Un “Motu Proprio” es un documento pontificio que conlleva una
decisión o una comunicación pastoral o disciplinar y que procede de la propia voluntad del
Pontífice que lo publica.
Con esta carta el Papa Benedicto XVI, convoca a la Iglesia para celebrar el Año de la Fe
2012-2013.
II. ELEMENTOS DOCTRINALES FUNDAMENTALES
La Carta Apostólica “Porta Fidei” se compone de 15 números y a continuación
presentamos los núcleos fundamentales:
1. La puerta de la fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y que permite la
entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros.
Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Este camino
empieza con el bautismo, con el que podemos llamar a Dios: Padre, y se concluye con el
paso de la muerte a la vida eterna. Profesar la fe en la Trinidad - Padre, Hijo y Espíritu
Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la
plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el
misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la
Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
2. El Santo Padre, recuerda la exigencia de redescubrir el CAMINO de la fe, para iluminar
de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del ENCUENTRO CON
CRISTO. Sobre todo ante una sociedad que sufre una profunda crisis de fe que afecta a
muchas personas.
66
3. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16).
Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de
acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que
mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).
Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida
fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus
discípulos. CREER EN JESUCRISTO, es el camino para llegar de modo definitivo a la
salvación.
4. El AÑO DE LA FE, comenzará (ya ha iniciado) el 11 de octubre de 2012, en el 50
Aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.
En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los 20 años de la publicación
del Catecismo de la Iglesia Católica.
No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la Fe. El Siervo de
Dios Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar el martirio de los
apóstoles Pedro y Pablo en el décimo noveno centenario de su supremo testimonio.
5. Se nos presenta una ocasión propicia para comprender los textos del Concilio Vaticano
II, que “no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y
que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio,
dentro de la Tradición de la Iglesia” (Juan Pablo II)
6. El Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único
Salvador del mundo. La fe es un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia
toda la vida del hombre (Rm 12,2; Col 3,9-10; Ef 4, 20-29; 2Co 5,17)
7. Cristo, hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su
Evangelio a todos los pueblos de la tierra ( cf. Mt 28,19) Hoy es necesario un compromiso
67
eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización, para redescubrir la alegría
de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. La fe sólo crece y se
fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que
abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta
siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.
8. El Papa Benedicto XVI invita a celebrar este Año de la fe de manera digna y fecunda.
Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a
que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de
profundo cambio como el que la humanidad está viviendo.
Tendremos la oportunidad de CONFESAR públicamente la fe en el Señor Resucitado en
nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias,
en todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, para que cada uno sienta con fuerza la
exigencia de conocer y trasmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre.
9. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida, rezada y reflexionar
sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer
propio, sobre todo en este Año.
Redescubrir los contenidos de la fe: APRENDER DE MEMORIA EL CREDO. No por
casualidad, los cristianos en los primeros siglos, estaban obligados a aprender de memoria
el Credo, como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo.
10. En este sentido, el Papa esboza un camino que será útil para comprender de manera más
profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el
que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios.
En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a
los que prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta
realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (Rm 10, 10) El
corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de su
68
gracia. (Lidia en Hch 16, 14: El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía
Pablo”)
Y profesar con los labios, indica que la fe implica un testimonio y un compromiso público.
La profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario (El cristiano no
puede pensar nunca que creer es un hecho privado)
Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Creo” Es la fe de la Iglesia profesada
personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. “Creemos” Es la fe de la
Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la
asamblea litúrgica de los creyentes.
Como se puede ver, el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el
propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a
lo que propone la Iglesia.
11. Conocimiento de los contenidos de la fe: Para acceder a un conocimiento sistemático
del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un
subsidio precioso e indispensable; regla segura para la enseñanza de la fe.
El Año de la Fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los
contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el
Catecismo de la Iglesia Católica.
12. Así, pues, el Catecismo de la Iglesia Católica podrá ser en este Año un verdadero
instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de
los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural.
13. En este Año de la Fe, será decisivo recorrer la historia de la fe, que pone de relieve la
contribución que hombres y mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las
comunidades a través de su testimonio de vida; para suscitar en cada uno un sincero y
69
constante acto de conversión, para experimentar la misericordia de Dios. POR LA
FE…María, Apóstoles, Discípulos, Mártires, Consagrados de todas las edades, han dado
testimonio de la fe. Por la fe, hoy, también nosotros estamos llamados a dar testimonio y
transmitir la fe.
14. Testimonio de Caridad: El Año de la fe será también una buena oportunidad para
intensificar el testimonio de la caridad. El apóstol Santiago dice: «¿De qué le sirve a uno,
hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?
15. Conclusión La invitación es dirigida a cada uno de nosotros y nos compromete a
convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo. Lo que el
mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que creen en Cristo
Señor.
III. CONSECUENCIAS PASTORALES EN LA VIDA PARROQUIAL
DE LAS NOTAS DE LA CONGREGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA FE PARA LA
CELEBRACIÓN DEL AÑO DE LA FE, DEL 6 DE ENERO DE 2012
Propone para la celebración del Año de la FE en el ámbito de las parroquias:
1. En preparación del Año de la Fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta
Porta Fidei.
2. Ocasión para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la
Eucaristía.
3. Los sacerdotes podrán dedicar atención y estudio al Concilio Vaticano II y al Catecismo
de la Iglesia Católica.
4. Guiar a grupos de fieles en la lectura y profundización del Catecismo de la Iglesia.
5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión del
Catecismo de la Iglesia.
6. Ayudar a los fieles a redescubrir el don la de fe bautismal y la responsabilidad de su
testimonio para la misión y transmisión de la fe.
70
Cómo se articula el Concilio Vaticano II en la Pastoral de la
Arquidiócesis de Monterrey
Pbro. Juan Armando Pérez Talamantes
1. Breve recorrido histórico
El Concilio Vaticano II ha sido una vena fundamental de la vida pastoral de la
Iglesia de Monterrey. Si analizamos la historia y las estructuras arquidiocesanas de los
últimos 50 años, podremos reconocer los rasgos de la reflexión conciliar en el rostro de la
de nuestra comunidad arquidiocesana. Una vez que hemos conocido los principales
documentos del Concilio, su contenido, algo de su historia y, sobre todo, su espíritu,
tenemos puntos de referencia a buscar en el caminar pastoral. Desde la realización del
Concilio, hemos sido pastoreados por los siguientes Arzobispos:
Mons. Alfonso Espino y Silva
Mons. José de Jesús Tirado y Pedraza
Mons. Adolfo Antonio Cardenal Suárez Rivera
Mons. José Francisco Cardenal Robles Ortega
Mons. Rogelio Cabrera López
1952-1976
1977-1983
1984-2003
2003-2011
2012-
Mons. Alfonso Espino y Silva asistió a las cuatro sesiones del Concilio, Mons, José
de Jesús Tirado asistió a las últimas tres sesiones. Regresaron a Monterrey con el espíritu
renovador para aplicar las nuevas inspiraciones eclesiales entre nosotros. Mons. Alfonso
Espino realizó visitas pastorales a las diversas comunidades e impulsó la formación de
nuevas parroquias, renovó los estudios y disciplina del Seminario de Monterrey, formó el
primer Consejo Presbiteral, convocó a la Gran Misión (1972) en la que se presentaron a
todos los fieles los avances conciliares; Mons. José de Jesús Tirado atendió las reformas y
resistencias posteriores al Concilio, alentó el apostolado seglar. Mons. Adolfo Antonio
Cardenal Suárez dio una nueva forma a la estructura pastoral: dimensiones catequética,
litúrgica, bíblica y social; dedicó la comisión para el apostolado de los laicos; organizó las
zonas pastorales y decanatos, alentó la sectorización parroquial; impulsó la formación
permanente del clero; convocó y realizó el Primer Sínodo Arquidiocesano (1998-2001),
precedido por los Encuentros Eclesiales (1996-1997). Mons. José Francisco Cardenal
Robles Ortega renovó los objetivos de la formación en el Seminario; pidió la realización de
los talleres “Remar mar adentro” y “Toda la fe en toda la vida” (2005), en los que se trataba
de profundizar la realidad social y eclesial; inició las Asambleas Eclesiales (2005) y renovó
el formato de los planes de pastoral (2006); formó el Consejo de laicos.
71
2. Origen, meta y sentido de la Iglesia de Monterrey
Si repasamos los objetivos del Primer Sínodo Arquidiocesano y del Plan de Pastoral
2002-2005, 2006-2010 y 2011-2015, podemos observar las preocupaciones de la pastoral
arquidiocesana después del Concilio.
Plan de Pastoral Orgánica 2002-2005
Objetivo: Purificar y vigorizar nuestra fidelidad a Cristo, a la Integridad de su Evangelio, y
a nuestros hermanos y hermanas, destinatarios de la Buena Nueva de Salvación.
Criterios inspiradores: Fidelidad al carácter encarnado, histórico de la evangelización;
Integración orgánica de las tres dimensiones constitutivas de la evangelización y de las
distintas pastorales especiales; Búsqueda de la eficacia a través de la complementación y
convergencia de las actividades de todas las estructuras pastorales.
Plan de Pastoral Orgánica 2006-2010
En este Plan aparecieron el objetivo, la misión y la visión de la Arquidiócesis de
Monterrey.
Objetivo: Impulsar a todos los sectores del Pueblo de Dios al seguimiento de Cristo, con
renovada evangelización permanente, en espíritu de comunión y participación para que, con
el testimonio personal y comunitario, podamos transformar todas las dimensiones de la vida
humana, saliendo al encuentro de los alejados y marginados, y promoviendo en todos la
vida de santidad.
Misión: Ser una Iglesia Evangelizada y Evangelizadora que, comprometida en la
transformación de la sociedad, viva la comunión.
Visión: Que el Pueblo de Dios que peregrina en Monterrey, configurado con Cristo, en
Espíritu de comunión, construya el Reino de Dios llevando el Evangelio a todos,
preferentemente a los pobres y alejados.
Plan de Pastoral Orgánica 2011-2015
De este Plan podemos ver las líneas de acción y las metas propuestas para poder ver su
inspiración.
Línea de acción 1. La experiencia kerigmática. Que todas las personas tengan un encuentro
vivo y kerygmático con Jesucristo, para que logren una conversión personal y puedan
iniciarse como discípulos misioneros de Él.
Meta 1: Las parroquias son centros vivos de evangelización que, a partir del
kerygma, ofrecen procesos de formación de discípulos misioneros. Meta 2:
72
En la arquidiócesis contamos con equipos de agentes de pastoral, en los
distintos niveles de la estructura diocesana, que ayudan a proclamar el
kerygma, principalmente a los pobres, los marginados y los alejados.
Línea de acción 2. La vivencia comunitaria. Que todos los convertidos experimenten una
espiritualidad de comunión basada en una fuerte experiencia del amor de Dios y de la
fraternidad y contribuyan en el desarrollo social y cristiano de su parroquia.
Meta 3: Las parroquias son casas y escuelas de comunión para sus fieles
pues son comunidades donde se conoce, se asimila y se vive la espiritualidad
de comunión. Meta 4: Las acciones pastorales de las parroquias buscan
fomentar la fraternidad y la solidaridad entre los fieles y proyectarlas hacia
la sociedad.
Línea de acción 3. La formación bíblico-doctrinal. Que todas las personas reciban una
formación bíblico-doctrinal acentuadamente vivencial y caritativa para que logren una
madurez como discípulos y misioneros de Jesús.
Meta 5: Las parroquias son centros de animación bíblica de la pastoral donde
los fieles conocen, asimilan y viven la Palabra de Dios y crecen en la solidez
de la fe católica. Meta 6: La formación doctrinal – catequética que se ofrece
en la arquidiócesis a través de las distintas estructuras pastorales acerca a los
fieles a los textos bíblicos y promueve en ellos las actitudes evangélicas que
la fe de la Iglesia propone para la acción pastoral.
Línea de acción 4. El compromiso misionero. Crear herramientas pastorales para lograr la
transformación social a través del compromiso misionero en las parroquias y llegar a todas
las personas y sectores del pueblo de Dios más alejados, a fin de reintegrarlos con la
Iglesia.
Meta 7: Las parroquias son comunidades misioneras que salen al encuentro
de los alejados e indiferentes para reintegrarlos a la comunidad de la familia
de Dios. Meta 8: El SEDECOPA ofrece recursos pastorales creativos y
eficaces de nueva evangelización (métodos, expresiones, ardor) destinados
especialmente a los alejados y los marginados y con un claro fin misionero.
Observemos cómo aparecen las inspiraciones conciliares en los objetivos, criterios y
líneas de acción de estos planes, sobre todo la visión de la Iglesia como pueblo de Dios, el
carácter encarnado de la evangelización, la espiritualidad de comunión y la
73
corresponsabilidad en la evangelización (comunión y participación), la renovación de la fe
y el testimonio de fidelidad, la preocupación por los pobres y alejados; la formación de los
agentes en los temas bíblicos y catequéticos de manera que se fortalezca la caridad como
discípulos verdaderos, quienes pueden ser enviados a llevar el Evangelio. Estos planes han
inspirado la acción pastoral arquidiocesana de los últimos años. Tal vez haya sectores de
fieles que no han conocido si quiera la existencia de estos planes, este Año de la Fe y
conmemoración del Concilio debe impulsarnos a interesarnos como discípulos verdaderos y
conocer con mayor claridad el caminar de nuestra Iglesia. Nuestra Arquidiócesis está
inspirada por los movimientos que el Espíritu Santo va suscitando en el corazón de la
Iglesia. Estos 50 años del Concilio Vaticano II han sido años de reflexión y trabajo sobre
nuestra identidad y vocación en Cristo. El movimiento renovador del Concilio nos ha hecho
identificarnos como Iglesia que tiene un origen y una meta, un Alfa y Omega: Cristo.
Somos Iglesia, somos llamados por Cristo, quien es nuestro Señor y Salvador, Cabeza de
todo el cuerpo de la Iglesia. La Iglesia no es el grupo de obispos ni el grupo de presbíteros,
la Iglesia somos todo el pueblo de Dios. ¿Acaso no comparten la esperanza de sentirnos,
sabernos y considerarnos personas congregadas por Cristo? Nuestra Iglesia no es una barca
a la deriva, es una barca que tiene un destino, una barca cuyo Capitán nos ama y nos anima
en medio de los días nublados, de las tempestades, de la falta de agua y alimento, del
cansancio diario
3. El sentido y la misión de la Iglesia de Monterrey
El Catecismo de la Iglesia Católica nos propone cómo se desarrolla este camino del
cristiano hacia la unión cada vez más plena en Cristo: la vida de fe. Cristo es el Camino que
nos guía hacia el Padre y nos propone con claridad el fin hacia el cual invita Dios: la
bienaventuranza, gran invitación de parte de Dios que irrumpe en la vida cotidiana; una
invitación que desde la fe se revela como mandamiento, como norma de vida en todos los
órdenes de nuestro ser. Es significativo que la catequesis infantil, bíblica y los grupos de
liturgia (acólitos, lectores, ministros extraordinarios de la comunión…) son ya realidad en
la mayoría de las comunidades; así como los grupos juveniles con diversos carismas; los
grupos apostólicos y asociaciones de fieles dan vida a la fe en nuestras comunidades en una
riqueza de testimonio y entrega. La predicación del Evangelio y el cuidado pastoral de la
comunidad eclesial han rendido frutos, en ellos podemos palpar que lo que la Iglesia ha
reflexionado en estos años postconciliares ha llegado a nuestra tierra y va manifestándose
en la manera en que realizamos nuestra misión: las personas reciben la Palabra de Jesús y
son movidas por Él desde su corazón en un espíritu de comunión. Los esfuerzos de los
diversos niveles de los agentes de pastoral de nuestra Arquidiócesis tienen un sentido:
invitar a todos los habitantes de estas tierras hacia la acción recta, esperanzadora y libre,
con la profunda fe en que sólo la caridad en la verdad dispone al ser humano a acoger el
amor de Dios. El Concilio Vaticano II ha inspirado la configuración de nuestro caminar: se
han propuesto Planes de pastoral con objetivos a cinco años, se han establecido las
Asambleas Eclesiales Arquidiocesanas anuales con el fin de revisar el caminar de la Iglesia;
74
han surgido escuelas e institutos de formación para los diversos agentes de pastoral;
últimamente se ha dado un impulso renovador a la misión evangelizadora de las parroquias
con la aplicación del “Pueblo de Dios en Misión” inspirados por la reflexión de los Obispos
en Aparecida: una acción que ha producido frutos palpables en algunas comunidades; los
secretariados pastorales han ofrecido en diversos momentos cursos y recursos formativos y
celebrativos con el fin de alentar nuestro espíritu a la aceptación de la Palabra…, en fin,
hemos tratado de promover la acción eclesial en la misión que Cristo nos ha encomendado.
Sin embargo, es necesario reconocer, con sinceridad humilde, que la misión no termina y la
calidad de nuestro cumplimiento tiene mucho que mejorar.
4. Los retos
Podemos reconocer que la acción pastoral de nuestra Iglesia muestra algunos frutos
de las inspiraciones que el Espíritu Santo nos ha dado en el Concilio Vaticano II. Sin
embargo, el Papa Benedicto XVI nos ha convocado a la celebración del Año de la Fe: “el
Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único
Salvador del mundo.” (Porta Fidei, 6). Todas estas inspiraciones descubiertas en nuestro
peregrinar eclesial arquidiocesano necesitan ser renovadas en un espíritu de conversión.
Los Lineamenta para el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización expresan un
sentimiento de la Iglesia Universal: “La Iglesia siente que es su deber lograr imaginar
nuevos instrumentos y nuevas palabras para hacer audibles y comprensibles también en los
nuevos desiertos la palabra de la fe que nos ha regenerado para la vida, aquella verdadera,
en Dios.” (Lineamenta 2012, 8). El Cardenal Rino Fisichella, Presidente del Pontificio
Consejo para la Nueva Evangelización, ha invitado a considerar la preocupación e
invitación del Papa al Año de la Fe y al Sínodo de los Obispos sobre el tema, como una
invitación a orar y discernir la misión de la Iglesia en este siglo XXI. No se trata sólo de
congratularnos unos con otros por reconocer algunos frutos, se trata de escuchar, discernir,
vivir, orar, meditar y contemplar a Cristo unidos por el Espíritu Santo para actuar como
verdaderos discípulos suyos. Es un gran reto, un gran esfuerzo que requiere serenidad,
humildad, salud del corazón y fortaleza de fe de parte de todos nosotros. Sería un gran error
pensar que ya tenemos frutos maduros y definitivos del Concilio y de Nueva
Evangelización, cuando el Papa apenas está haciendo la invitación a este discernimiento de
fe. Se trata de una renovación de fe, cuando una persona declara que ha experimentado algo
“nuevo” se trata de una declaración de que se ha experimentado un “encuentro original”, un
contacto con nuestro origen y verdad más profunda que nos ha dicho algo de la verdad
sobre nosotros mismos, de nuestra identidad y vocación; el Año de la fe trata de volver a
encontrarnos con Cristo, nuestro Alfa y Omega. Reconocemos el esfuerzo permanente por
vivir la fe que profesamos, pero el Papa nos invita a re-considerar la fe, para no darla por
sentada, para no pensar que nosotros y la sociedad entera ya no podemos crecer más en la
relación personal con Dios y renovar nuestro compromiso de producir frutos de caridad,
para reconocer que los cristianos muchas veces nos hemos sentido autosuficientes y que el
75
fariseísmo seduce nuestros corazones, pero humildemente queremos regresar al inicio de
todo: la caridad en la verdad.
La Constitución Dei Verbum y la Exhortación Pastoral Verbum Domini nos han
invitado a retomar la actitud del discípulo que ama a su Maestro y se sienta, de manera
individual y comunitaria, a escuchar la Palabra con disposición especial y a meditarla en su
corazón, una verdadera escucha orante que no puede darse por supuesta, es necesario un
signo visible de esta unión de fe orante y humilde como pueblo que escucha a su Maestro.
Los esfuerzos pastorales por reunirnos para leer juntos y de manera orante la Palabra
pueden ser aún más claros y difundidos entre los fieles católicos; para que los fieles
conozcan la riqueza de la oración cristiana necesitamos interés de los agentes
evangelizadores. De la Gaudium et spes retomo dos puntos que me parecen relevantes en
nuestra Iglesia y nuestra sociedad. El primero se refiere a la concepción que tenemos de
nosotros mismos ¿no les parece que necesitamos una reflexión clara sobre quién es el ser
humano y quién es Dios?¿cuáles son los rasgos más ricos y profundamente humanos de
nuestra sociedad regiomontana? Somos seres humanos, hijos de Dios, pero en medio de los
cambios culturales actuales, por su misma complejidad, es difícil concebir con cierta
claridad al menos, cuál es la identidad y la vocación, la misión y el sentido, la meta del ser
humano en cuanto tal y como hijo de Dios. La autoestima del espíritu de nuestra sociedad
está a la baja, está herida, mas el Señor nos dice que no es herida de muerte, la sociedad
sólo está “dormida”. El segundo aspecto que quiero hacer presente, partiendo de la
Gaudium et spes, es el amor a nuestra cultura. Partiendo de una justa valoración de nuestra
cultura, de una sana autocrítica que valore las luces y las sombras, podremos reconocer, con
humildad, que estamos necesitados de justicia y paz, de gracia y misericordia, de perdón y
reconciliación, de participación y comunión. Nuestra fe en Cristo tiene mucho que aportar a
los habitantes de estas tierras. Con humildad, los cristianos reconocemos que no agotamos
la cultura, somos sólo servidores, como nos mandó nuestro Señor, quien nos pide amar al
ser humano de la Arquidiócesis de Monterrey, con sus cualidades y defectos, para ofrecerle
el humilde servicio del Evangelio. El Decreto Optatam totius nos impulsa a replantearnos la
acción humana, para dirigirla hacia el bien moral; creo que esta propuesta conciliar tiene
mucho que inspirarnos; es necesaria la reflexión de fe sobre una moral que proponga una
renovada perspectiva de esperanza y dé sentido a la acción social, individual y comunitaria:
todo ser humano de buena voluntad puede tener las luces del bien ético y moral, la fe de la
Iglesia puede clarificar, fortalecer y alentar esta acción de bien que muchas personas
realizan en nuestra sociedad, para valorarla, acogerla, enriquecerla y dirigirla hacia los
frutos de la caridad que sanan y elevan al ser humano y enaltecen la cultura.
Que el Espíritu Santo aumente nuestra fe, aliente nuestra esperanza y fortalezca
nuestra caridad.
76
Apéndice:
Dinámicas y Materiales
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Concilio Ecuménico Vaticano II (Visión General)
Dinámica: Mensajes del Concilio
Material: Copias de los Mensajes del Concilio a la humanidad (Clausura del Concilio)
Procedimiento:
Si se cree oportuno se reparte una copia o se lee en público el mensaje completo de la Clausura del
Concilio, adjunto en un archivo word en este material.
Una vez leído o repartido se hacen 7 equipos:
1. Uno de puras mujeres.
2. Otro de puros jóvenes.
3. Los otros cinco indistintos.
En seguida se reparte a cada uno de los equipos uno de los mensajes leídos en la clausura del
Concilio42. A unos se les da el extracto del mensaje a los gobernantes, a otros el mensaje a los
hombres del pensamiento y la ciencia… y así sucesivamente con los mensajes siguientes: a los
artistas, a las mujeres, a los trabajadores, a los enfermos y a los jóvenes. Al equipo de mujeres y
jóvenes se les da el mensaje que les corresponde.
Cada equipo contesta las siguientes preguntas y las comparte en el pleno:
1. En una sola frase ¿qué mensaje da el concilio a este grupo de personas? (A los gobernantes,
científicos, artistas, mujeres, trabajadores, enfermos o jóvenes, según a cada equipo le
corresponde)
2. ¿Es un mensaje actual? ¿por qué?
3. ¿Qué idea les gustaría resaltar?
42
http://ebookbrowse.com/mensajes-del-concilio-a-la-humanidad-doc-d160228852
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Lumen Gentium
Dinámica: Juntos como hermanos hacia la Verdad
Objetivo: Profundizar sobre el valor de la Iglesia como signo e instrumento de la unión
íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.
Material: Un metro de estambre para cada participante, seguritos, botellas de refresco de
vidrio (u otro material que pueda cumplir con la finalidad abajo expuesta), una para cada
equipo; Aros de madera para bordar (uno para cada equipo)
El objetivo del juego es colocar el aro alrededor de la botella, sin utilizar nada, solamente
caminando.
Instrucciones: Se dividen en grupos aproximados de 6 o más. Cada uno lleva en la presilla
trasera de su pantalón o en su vestido, con la ayuda del segurito, el metro de estambre. Una
de las puntas del hilo de estambre está atada al aro y la otra sujeta a cada jugador por la
espalda. Los equipos eligen a un pastor que será el único que puede voltear a ver el aro,
hablar y dar indicaciones. Todos los equipos están al centro del lugar (de preferencia
amplio) y su objetivo es llegar a la botella que le corresponde, colocadas en los extremos
del lugar y colocar el aro alrededor de la botella. Dada la indicación (puede ser con
música), cada equipo camina hacia su objetivo. El primero en colocar el aro gana.
Las botellas pueden estar envueltas o tener un crucifijo o una imagen, pues ellas
representan el Reino de Dios, a donde vamos en Cristo como peregrinos.
Nota: la botella puede ser sustituida por otro objeto o colocada en una base un poco más
alta para facilitar la participación de personas mayores en la dinámica.
Reglas: sólo puede hablar el pastor, nadie puede ver el aro (excepto el pastor que da las
indicaciones) ni tocar el estambre con sus manos. Se pueden poner algunos obstáculos en el
camino de los equipos del centro hacia el aro.
Compartir experiencias de lo vivido. Teniendo en cuenta el tema de la comunión ¿Qué
podemos aprender con esta experiencia?
79
Gaudium et Spes
Dinámica: Los signos de los tiempos
Objetivo: Hacer un ejercicio sobre el modo de hacer teología que propone
Gaudium et Spes, teniendo en cuenta “los signos de los tiempos” de nuestra
comunidad nacional y parroquial.
Expresión “signos de los tiempos”, según Juan XXIII
La relación de la Iglesia con el mundo, estaba en el corazón de las
preocupaciones de Juan XXIII, quien lanza un llamamiento a la paz entre los
hombres. Introduce la idea de que era preciso leer los “signos de los tiempos”,
es decir, que a pesar del pesimismo sobre el mundo contemporáneo que se
expresaba en sus primeros discursos, había que saber discernir la acción del
Espíritu Santo en la evolución de la historia. Esta noción de los “signos de los
tiempos”, constituyó, lo esencial de la “Pacem in Terris” en 1963. Pero
realmente introducida y actualizada en la Bula “Humanae Salutis”, mediante la
cual convocó al Concilio. El Papa hizo innumerables declaraciones sobre el
Concilio, en las que expuso la importancia del Concilio en su momento
histórico, y para dar realce a la importancia de esta convocatoria se sirvió de la
noción “signos de los tiempos”, es decir, los acontecimientos más relevantes de
la sociedad moderna que la Iglesia tiene el deber de saber discernir e
interpretar y que lo pide el mismo Dios.
Se aborda ampliamente el sentido de la expresión “signos de los tiempos” en el
documento conciliar “Gaudium et Spes” desde el análisis de sus dos capítulos,
títulos y subtítulos. Este análisis toma como punto de partida tres posibles
planteamientos: ¿Qué se entiende por “signos de los tiempos”? Descripción de
posibles “signos de los tiempos, según el documento y ¿Qué respuesta, postura
o actitud ofrece la Iglesia ante la realidad analizada?
Procedimiento:
Se reparte a todos y se lee la ficha: Los signos de los tiempos según Juan
XXIII.
80
Cuando ya todos han leído y/o escuchado la ficha. Se reúnen por equipos para
contestar las preguntas:
1.
2.
3.
4.
¿Qué son los Signos de los Tiempos?
¿Cuáles son los posibles signos de los tiempos en donde vivo?
¿Qué postura, respuesta o actitud ofrece la sociedad?
¿Qué postura, respuesta o actitud ofrece la Iglesia desde el Concilio
Vaticano II?
El animador puede darle variedad a cada equipo: por ejemplo, en la pregunta
dos se le puede especificar a cada equipo hablar desde un ámbito específico:
Familia, País, Parroquia.
Si el tiempo lo permite, los equipos podrían elegir uno de los “Signos”
contestados en la pregunta dos y realizar un pequeño sociodrama sobre la
actitud de la sociedad y la Iglesia respecto a ese signo.
Otra manera de hacerlo sería que el animador de antemano entregue a los
equipos un Signo de nuestro tiempo y propongan en el sociodrama la actitud
de la Iglesia respecto al tema. Signos claros serían: los progresos de las
ciencias biológicas, sociológicas y sociales o tecnológicos; violencia, bullyng,
alcoholismo, ateísmo, inteligencia práctica, contrastes entre ciencia y religión,
demografía, aborto, libertad religiosa, distancia entre los pobres y los ricos.
81
Dei Verbum, la Revelación en un horizonte cristológico
Dinámica: La Biblia, fuente de vida cristiana
Contesta brevemente y de manera personal:
¿Qué papel tiene la Biblia en mi propia vida, en mi fe, en mi familia y/o trabajo?
¿Qué significa ESCUCHAR con devoción la Palabra de Dios?
¿Cómo puedo HACER VIDA la Palabra de Dios proclamada en la Misa Dominical?
¿En qué lugar nos ha faltado proclamar con valentía y libertad la Palabra de Dios?
¿Cómo podríamos darle a la Biblia el lugar que le corresponde en la Vida de la Iglesia?
Elige una idea y haz un cuento, canción, poema o dibujo sobre la Revelación según DV
La revelación no es algo debido a nuestra naturaleza, es gracia y don (DV 1-2). Se nos
manifiesta Dios no por nuestro mérito, sino conforme a su bondad.
En Jesús se nos muestra quién es Dios y quién es el hombre.
El católico está llamado a ser testigo, a transmitir la revelación: “Lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos”.
La revelación-salvación es para todos (DV 14)
La fe es entrega total y libre del hombre a Dios, es amarlo, comprometernos con él y su
causa.
El hombre está llamado a participar en la vida divina dentro de la comunión eclesial. El
proyecto de Dios no es un asunto individual, sino comunitario, de allí la urgencia de vivir
en la solidaridad.
Se pueden compartir algunas de las respuestas, cuentos, canciones, poemas…
82
Sacrosanctum Concilium: Perspectivas y Alcances
Dinámica: Celebración Comunitaria de Oración
Objetivo: Que la comunidad tenga una experiencia de celebración comunitaria de oración que tome
en cuenta los retos planteados por SC, siendo una liturgia Cristocéntrica, festiva, y que desarrolle el
carácter misionero y la dimensión social de la Liturgia.
Material: Biblia, Copias de los cantos: “Renuévame, Señor Jesús” y “El Espíritu de Dios” (el canto
puede estar grabado o cantarse en vivo con la ayuda de algún coro parroquial, otros cantos pueden
iluminar el momento), un recipiente grande lleno de agua, otro vacío, dos toallas, papel reciclado
(media hoja tamaño carta por cada uno), plumas.
Desarrollo de la Celebración:
 Saludo y Acogida
 Introducción43:
Todos experimentamos que la fuerza del amor ilumina, impulsa a la acción, a la unión, al perdón, a
la creatividad… El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo en amigo. Creemos,
por eso, que el sentirnos amados es lo que nos mueve a hacer nuevas nuestras relacione, puesto que
cuando se está bajo la influencia del amor, se pueden hacer las mejores cosas, lo insospechado.
Nadie es insensible al amor, sino que todos podemos amar en alguna de las facetas del amor,
intensamente, y por tanto somos capaces de una enorme proyección al mundo y de una enorme
capacidad de felicidad. La verdadera novedad del amor comienza a desarrollarse cuando amamos a
quienes no necesitamos para nuestros fines personales. Este es el potencial del amor que Dios nos
quiere hacer partícipes para transformar nuestras vidas.
 Acción: En este momento cada uno escribe en el papel aquellas situaciones de su vida
familiar, laboral, educativa o recreativa en que sabe que puede poner un poco más de amor,
más compromiso con los pobres y buscar la justicia y la verdad con mayor fuerza. No
hemos de olvidar las situaciones comunitarias, tales como la violencia, la pobreza, los
derechos humanos, etc.
 Gesto: Lavarse las manos como expresión de la disponibilidad para el encuentro con Dios y
con los demás. Todos pasan mientras cantamos “Renuévame” (puede repetirse).
 Iluminación: Leemos Hebreos 13, 1-8.16
 Oración: En este momento invocamos al Padre para que nos envíe el Espíritu Santo y nos
ayude a imitar la solidaridad de Cristo con todos. (Cantamos: El Espíritu de Dios).
 Misión: Cada uno se hace un propósito y lo comparte con la persona que está a su lado.
 Todos se despiden con un abrazo
43
Hacia una comunidad Orante, Servicio de Animación Comunitaria, Movimiento por un Mundo Mejor,
México, p. 93
83
Impacto del Concilio Vaticano II en América Latina
(Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida)
Dinámica: El pacto de mi parroquia
Material: Rotafolios, marcadores (según la cantidad de equipos)
Explicación: El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio,
cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa
Domitila. Pidieron "ser fieles al espíritu de Jesús", y al terminar la celebración firmaron lo
que
llamaron
"el
pacto
de
las
catacumbas".
El "pacto" es una invitación a los "hermanos en el episcopado" a llevar una "vida de
pobreza" y a ser una Iglesia "servidora y pobre" como lo quería Juan XXIII. Los firmantes entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se
comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a
colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral.
Ya estudiado el tema sobre el Impacto del Concilio en América Latina y habiendo
reflexionado el pacto de las catacumbas, vamos a redactar un pacto para nuestra parroquia.
Deberá ayudarnos a todos los miembros de la parroquia a “ser fieles al espíritu de Jesús”,
llevar “una vida de pobreza” y ser una parroquia “servidora y pobre”.
Procedimiento: Cada equipo recibe su material y se reúne para la redacción. Eligen un
secretario, quien en un segundo momento leerá el pacto que cada equipo redactó. Al final
todos pegan su pacto en la pared para compartirlo con otros.
84
Catecismo de la Iglesia Católica
Dinámica: 911 Espiritual
Material: Rotafolios y marcadores, Catecismos de la Iglesia Católica
A veces las personas, cuando se encuentran en problemas o ante un hecho delictivo, llaman
al número 911, es un número que universalmente significa ayuda.
Es que el famoso y hollywoodense número 911, es la marca registrada de los sistemas
centrales de emergencias de varios países del mundo, con solo discar dicho número es
posible llamar a una ambulancia, a la policía, o a los bomberos; el cine y las series
estadounidenses lo han hecho tan famoso, que ha reemplazado en muchos países a otros
números, quienes tuvieron que optar a cambiarlo por 911.
Los cristianos también tenemos nuestro 911, tenemos a quien llamar en nuestros
momentos difíciles, cuando uno desfallece, cuando no encuentra, esa salida que a cada
minuto parece más lejana, cuando la fatiga diaria de un mundo cada vez más materialista e
insolidario nos hace sentirnos vacíos, entonces debemos saber que poseemos una oración,
poderosa. Es la oración del creyente que repite su certeza de que su Dios lo protege y que al
que confía en Él, lo resguarda de esos peligros que le acechan alrededor. Es también su
doctrina o catecismo, orientada a la maduración de la fe, su enrizamiento en la vida y su
irradiación en el testimonio la que nos rescata cuando es llevada a la oración.
Procedimiento:
1. Se reparte a todos la ficha y se lee.
2.- Nos reunimos en Equipos de 6 a 8 para reflexionar la ficha y redactar un 911 espiritual
basado en nuestra fe, puede ser una enseñanza del catecismo, una cita bíblica o una enseñanza que,
llevados a la oración, sean auxilio en el momento de la angustia. Se le puede pedir a los equipos que
hagan un esfuerzo especial por utilizar el Catecismo. Por ejemplo:
Situación
Si tengo miedo…
Emergencia 911
Leer Is 41, 8-10
Si alguien murió en casa…
Leer Catecismo (1020) La vida
eterna comienza con el bautismo.
Va más allá de la muerte y no
tendrá fin
Si cometí pecado…
Leer el Catecismo 982: No hay
ninguna falta por grave que sea
que la Iglesia no pueda perdonar.
Leer el catecismo en 1948, la
solidaridad
es
una
virtud
eminentemente cristiana.
…
Si mi hermano pasa necesidad….
…
85
Oración
Señor, que confíe cada vez más en
ti…
Señor, ayúdame a creer en la vida
eterna, aumenta mi confianza en
tu misericordia y ayúdame a
recordar que yo no muero, entro a
la vida.
…
Señor, ayúdame a vivir en la
solidaridad como viviste tú.
…
3.-
Se comparte el 911 de cada equipo.
La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe
Dinámica: Signos de amor
L
e
En el Año de la Fe y como finalidad de la Nueva Evangelización se hace un llamado
e
urgente a la conversión de cada cristiano y cada comunidad, para que,
r
transformados por la gracia, den abundantes frutos, anunciando y difundiendo el
l Evangelio por todo el mundo. Los frutos de esta transformación serían: familias
a que son un verdadero signo de amor, de participación y esperanza abierta a la vida,
comunidades dotadas de un verdadero espíritu ecuménico, el coraje de sostener
f iniciativas de justicia social y de solidaridad, la alegría de donar la propia vida
i siguiendo una vocación o consagración.
c
ha:
Contestar y compartir ¿Cómo pueden nuestras familias ser un verdadero signo de
amor para los demás?
86
Carta Apostólica –Motu Proprio- Porta Fidei
Dinámica: Con el corazón se lee y con los labios se profesa
Objetivo: Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida, rezada y darnos cuenta
si tenemos dudas o desconocimiento en los contenidos de la fe del Credo.
Instrucciones:
Antes de la exposición del documento Porta Fidei repartir una copia del crucigrama a cada uno de
los presentes.
Darles unos minutos para contestarlo.
Revisarlo en pequeños grupos de 3 personas.
Dar las respuestas correctas a todo el pleno, con alguna breve explicación si se considera oportuno
Compartir brevemente la experiencia y terminar diciendo todos juntos el Credo
87
HORIZONTAL
1. Vida después de la muerte.
3.
7.
8.
9.
10.
11.
Padre es... de todo lo visible y lo invisible
Creador del cielo y de la tierra.
De la misma naturaleza del Padre.
Procede del Padre y del Hijo.
Espíritu...
Atributo de la iglesia.
VERTICAL
2. … Santa, Católica y Apostólica
3. Símbolo
4 ...No creado
5 Uno solo para el perdón de los pecados
6 Vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos
12. Nombre del credo que se dice ordinariamente los domingos.
88
SOLUCION
HORIZONTAL
1. Vida después de la muerte.
3
7
8
9
10
11
Padre es... de todo lo visible y lo invisible
Creador del cielo y de la tierra.
De la misma naturaleza del Padre.
Procede del Padre y del Hijo.
Espíritu...
Atributo de la iglesia.
VERTICAL
2. … Santa, Católica y Apostólica
3. Símbolo
4...No creado
5 Uno solo para el perdón de los pecados
6 Vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos
12. Nombre del credo que se dice ordinariamente los domingos.
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Cómo se articula el Concilio Vaticano II en la
Pastoral de la Arquidiocesis de Monterrey
Dinámica: “Armar el Plan”
Objetivo: Que cada uno asimile, comprenda y memorice la misión, visión y objetivo del Plan de
Pastoral Orgánica vigente en nuestra Arquidiócesis de modo que sea plataforma en el actuar
evangelizador y en asumir los retos del Concilio para la Iglesia Universal.
Material:


Los 3 rompecabezas sobre la Misión, Visión y Objetivos ya cortados.
Un juego por cada 7 personas.
Instrucciones:
Se entrega a cada uno su material. Cada equipo deberá armar correctamente los rompecabezas y
memorizarlo. Gana el equipo que acabe primero de armarlo e inmediatamente tres de sus miembros
digan, uno la misión, otro la visión y uno más objetivo del Plan de Pastoral Orgánica.
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