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Transcript
¿La locura es perder la razón?
La razón no se crea ni se destruye, se transforma. Si la razón es uno de los
instrumentos humanos más potentes que poseemos para sobrevivir, ¿podemos perderla si
vivimos la locura? ¿Ésta desaparece en la experiencia psicótica? Si nos desposeemos del
raciocinio, ¿la demencia diluye nuestra humanidad? Estas cuestiones vinculadas a uno de los
problemas filosóficos claves: “la realidad” me han permitido reflexionar y cuestionarme
determinadas tesis:
1. La locura latente en cada ser humano, a veces se despierta.
2. La locura tiene sus propias razones: “razón enloquecida”.
3. La mirada filosófica nos ayuda a acercarnos a la locura.
¿Por qué investigo este tema? Porque he conocido a personas con estas vivencias y el
cariño te mueve a saber y tratar de entender qué les sucede. Por otro lado, en alguna ocasión
he tenido la oportunidad de escuchar a personas que llevan muchos años pensando sobre
estos asuntos de la mente humana, por ejemplo: “La locura es patrimonio de la humanidad,
¡debemos acabar con ella?; “Las pastillas son las nuevas cárceles, antes eran los manicomios”;
y, por último, mi actual empleo lo desarrollo en una residencia con personas con trastornos
mentales. Son algunos de los motivos, pero el más importante es la curiosidad sobre una de las
luces o sombras de nuestra condición humana.
Como en otros ensayos, invitaré a otros seres humanos a pensar conmigo, es decir: a
dialogar. Y en esta ocasión la Filosofía tiene una invitada especial: la Poesía. Dos poetas se han
cruzado entre mis pensamientos, uno de ellos ha sido noble y me ha sugerido un término que
desarrollaré posteriormente, la “razón enloquecida”; el otro ha sido generoso y me ha
permitido incluir un poema en mi ensayo. Gracias infinitas a los dos poetas, si no fuera por
ellos, ¿quiénes sino ellos se atreven a mostrar la verdad?
La locura es un concepto que tiene numerosas definiciones en el modelo médico, en
el modelo psicológico y en la Filosofía. Por ello, me aventuro a definirla desde ella y considero
que la locura es una interpretación de nuestro complejo proceso del pensamiento, que mira la
realidad con una óptica matizada. Esa mirada está influida por la biografía de la persona, una
biografía con sufrimientos y alegrías, pero los primeros dificultan de forma significativa el
desarrollo de un proyecto vital. Además, esos matices en la manera de observar el mundo
proporcionan a la persona que convive con la locura no sólo sufrimiento sino nuevos
significados a una circunstancia a priori limitante, pero no necesariamente. Por tanto, la locura
es una ojeada distinta a la vida que tiene sus luces y sus sombras. En esta ocasión me centraré
en la claridad porque la otra ya ha derramado mucha tinta…
De nuevo invito a Schopenhauer para reflexionar sobre la locura. En su obra El mundo
como voluntad y representación: “La memoria de un hombre sano otorga, a un suceso del cual
ha sido testigo, una certeza considerada tan firme y segura como su percepción actual de una
cosa; por eso se le da fe cuando declara bajo juramento sobre él ante un tribunal. En cambio,
la mera sospecha de locura debilitará inmediatamente la declaración de un testigo. En esto
radica el criterio diferenciados entre salud del espíritu y trastorno mental”.
Como vemos este pensador concede a la definición de “locura” el rasgo de “memoria
no fiable” mostrando una concepción negativa de la locura, considero que esta propuesta
conceptual es mayoritaria en la historia de la locura. Sin embargo, en estas líneas quiero
plantear que la locura está presente en cualquier persona y, además nos ofrece una
perspectiva creativa y crítica a nuestra vida cotidiana.
La complejidad de la experiencia humana nos muestra como nuestra mente es tan
potente que incluso en determinadas circunstancias límites ofrece respuestas, a priori poco
ortodoxas. Considero que la locura es una de esas opciones, a saber, a lo largo de nuestra
existencia convivimos con hechos maravillosos que nos aportan cierto grado de felicidad y de
libertad, sin embargo, en otras ocasiones surgen situaciones que nos causan un dolor y
sufrimiento absurdos. Pues bien, la locura trata de dar sentido a esos momentos absurdos que
aparecen en nuestro periplo vital. En el discurso que se elabora para tratar de tejer un sentido
y significado a ese sinsentido es donde se crea una lógica distinta.
La “lógica aceptada” choca con la lógica de la persona que vive una experiencia
psicótica, pero, ¿cuál es la lógica válida? ¿Válida para qué? ¿Por qué debe ser dominante una
lógica frente a otra? ¿No pueden convivir ambas lógicas? Se maneja de forma distinta el
pensamiento y sus razones. La razón, las razones, aquellos componentes esenciales que
configuran nuestro pensamiento no se pierden, se mantienen, sin embargo se modifican los
criterios que articulan nuestro pensamiento. Por tanto, ese cambio en los elementos
esenciales del pensar generan nuevos matices en la memoria y en la interpretación de la
realidad.
El sufrimiento y el dolor que no nos permite vivir es el realmente peligroso, es aquel
que nos hace naufragar y en ocasiones ahogarnos. Sin embargo, existen islas que nos acogen
como la amistad, la familia, el arte,… y una de ellas es la locura. Y los archipiélagos que
configuramos en nuestro pensamiento son los verdaderos salvavidas que nos permiten seguir
existiendo, por ese motivo, considero que la locura habita en cada una de nosotras, ya que las
personas tenemos siempre una opción para dar un sentido a lo absurdo.
La Filosofía pensada desde el español proporciona una serie de sutilezas y matices,
cada lengua confiere una particularidad al pensamiento y el español otorga al concepto de
“razón” un acompañante, el adjetivo o el apellido. La razón adjetivada tiene ejemplos en
nuestra tradición filosófica, por un lado, tenemos “la razón trágica” pensada desde Miguel de
Unamuno, continuamos con “la razón vital” propuesta por José Ortega y Gasset y, finalmente,
mi filósofa favorita, María Zambrano, fusionó la Filosofía con la Poesía creando “la razón
poética”.
La Filosofía se olvida de lo afectivo y de la vida, para Unamuno es necesario analizar
estos problemas. Hambriento de eternidad nos muestra cómo la vida y la razón pueden dar
respuesta a la necesidad de inmortalidad. ¿Por qué es trágica la razón? Porque trata de
reflexionar sobre la tragedia de la vida, una vida donde las personas deseamos ser inmortales
y al mismo tiempo somos muy conscientes que dejaremos de existir, a saber, conocemos
nuestra caducidad.
Según Ortega, la vida es nuestro pensar y las circunstancias en las que habitamos. Para
este filósofo, la clave está en vivir primero y posteriormente reflexionar sobre la vida. Su
propuesta de razón vital se explica porque él da un giro a la afirmación cartesiana, planteando
“Vivo luego pienso”, teniendo en cuenta el rol central que ocupa la vida, la razón sirve a ésta
para su comprensión y sobre todo, para poder sobrevivir. Dicha razón contribuye a la
elaboración de nuestro proyecto vital, aquel que nos permite desarrollar su tesis “Yo soy yo y
mis circunstancias”.
Con María Zambrano, conocemos la “razón poética” aquella que nos permite conocer
el mundo y nuestra vida. El pensamiento que propone es sistemático donde la razón y la
realidad forman parte de él. Esta razón poética es creadora, en concreto de vida y de historia,
es más, nos dice: “El que no sabe lo que le pasa, hace memoria para salvar la interrupción de
su cuento, pues no es enteramente desdichado el que puede contarse a sí mismo su propia
historia”. Razón poética porque crea y porque muestra el proceso creador de la realidad, esos
son los rasgos esenciales. Leyendo a Gregorio Gómez Cambres, descubro que ya no tiene que
buscar la Filosofía sino dejarse encontrar… Por ese motivo es poética porque nos encontramos,
en un tramo del camino con el otro, nos miramos y nos damos cuenta que no podremos dejar
de transitar el mismo sendero, que es la vida.
Como vemos a la razón le gusta estar acompañada y en este ensayo sugiero “la razón
enloquecida”, a saber, aquella razón gestada desde la experiencia de la locura. La locura nos
aporta otra mirada sobre la realidad, desconozco si es buena o mala o todo lo contrario, pero
es una experiencia que millones de personas sienten y conviven con ella. ¿Qué consecuencias
tiene la locura sobre la vida cotidiana de las personas? ¿Es legítimo normalizar dicha
experiencia?
La razón es una de las capacidades humanas que nos permite conocer, interpretar y
crear el mundo. Una capacidad entendida como un rasgo común a la humanidad, a saber,
todas las personas la poseemos y posteriormente nuestra biografía nos permite desarrollarla o
no de múltiples formas.
El cómo conocemos, interpretamos y creamos la realidad es lo que compartimos y al
mismo tiempo lo que nos hace ser especiales. ¿Por qué somos especiales? Porque cada
persona tiene una mirada única e irrepetible que contribuye enormemente a las múltiples
formas de la vida.
La locura es una experiencia vital compartida por la humanidad, es decir, todas las
personas tenemos grados de locura de forma latente. A lo largo de nuestra vida se manifiesta
con menor o mayor intensidad, pero la locura está presente, siempre nos acompaña.
Considero que la razón con la locura crean un nuevo concepto de razón con apellidos, en este
caso, es la “razón enloquecida”. Dicha razón es la que cualquier ser humano que vive la
experiencia psicótica tiene más presente y le permite relacionarse con la realidad de maneras
diversas. ¿Qué rasgos caracterizan a la razón enloquecida?
1. La flexibilidad, en la experiencia psicótica, dicha razón se mueve en ese
acontecimiento con soltura, a saber, despliega sus caras con maleabilidad, que le
permite transitar la realidad y sus aristas.
2. La creatividad. Para esta razón, no es extraña una experiencia donde los criterios
epistemológicos han cambiado, eso la permite tener un abanico de diversas
alternativas a los problemas. A priori el sinsentido de esta nueva circunstancia
permite a la persona a través de la razón enloquecida dar un sentido y significado a
lo que está viviendo. Además con esta razón se sugieren alternativas no
conservadoras que facilitan otra perspectiva a la vida cotidiana.
3. Otra característica es la mediación, es decir, es un puente entre dos fluidos que
están al mismo tiempo mezclados y separados. La razón enloquecida puede
navegar entre dos aguas y contemplar la diversidad de las moléculas, y en esa
contemplación identificar las fórmulas para tratar de dar un mayor sentido a su
existencia.
4. La resiliencia. El sufrimiento es inherente a la condición humana. Existe un tipo de
sufrimiento que bloquea la existencia y, otro, que nos hace muy conscientes del
mundo y nos ofrece una oportunidad de aprendizaje y de acción. La resiliencia es
aquella capacidad del “Ave Fénix”, a saber, aunque nos encontremos con
obstáculos y/o situaciones muy dolorosas, seguimos luchando y seguimos
viviendo. En ocasiones, nos adaptamos a esas circunstancias o las derrotamos por
completo, pero de cualquier forma no nos impiden seguir desarrollando nuestro
proyecto vital.
La Filosofía nos da la oportunidad de asombrarnos, de mantener la curiosidad por el
mundo, por preguntarnos y cuestionarnos sin parar. En este ensayo el objeto curioso es la
“locura”, una locura que nos ayuda a elaborar preguntas como: ¿qué significa la locura? ¿Qué
concepción de ser humano poseemos cuando definimos la locura? ¿Cuáles son los criterios
que utilizamos para definir la locura? ¿Para qué sirve la locura? ¿El mundo estaría mejor sin
ella? Si la locura forma parte de la esencia humana, ¿cómo podemos aprender a convivir con
ella? ¿Quiénes se benefician de la existencia de la locura? ¿Qué relaciones se establecen con la
locura y otras áreas del conocimiento humano?
Con la Filosofía nos preguntamos, pero también dialogamos, esta cuestión es esencial,
necesitamos dialogar con otras personas sobre esta problemática porque nos preocupa y nos
ocupa la convivencia entre las distintas realidades humanas. Por otro lado, la acción es otro de
los ejes que promueve la Filosofía: pensar, dialogar y actuar. La acción implica la planificación
de actividades su ejecución y la posterior evaluación de las mismas. Dichas acciones se
promueven para cambiar aquellos aspectos del contexto susceptibles de mejora. La radicalidad
que nos ofrece la Filosofía, a saber, ir a las raíces últimas de aquel problema que deseamos
investigar, nos permite elaborar un proyecto más riguroso y profundo de nuestros pasos
futuros.
Además de investigar la locura como un problema del conocimiento humano, dialogar
sobre ella, analizarla en profundidad; hay que destacar la metacognición que se aplica con la
reflexión filosófica. Este proceso mental, nos permite pensar en cómo pensamos y en qué
estamos pensando, y esta acción que realiza nuestro cerebro nos concede ejercitarnos y
conocernos un poco más y mejor. Estos rasgos esenciales en la Filosofía nos ayudan a mirar a
la locura desde otra óptica que trata de ver otras aristas que en ocasiones son ocultadas o
ignoradas.
Hemos visto varios tipos de razón a lo largo del pensamiento, la locura tiene su propia
razón y sus razones. No se pierde la “razón”, se posee una razón distinta y la razón usada
habitualmente por aquellas mentes que no experimentan la experiencia enloquecida aplican
unas funciones y aportan un significado y sentido diferente, pero no necesariamente es el
mejor, ¿para qué es mejor? Esa es la cuestión, cuál es la finalidad del uso de la razón:

Comprender y entender el mundo.

Aportar sentido a nuestra existencia.

Articular las experiencias vitales con sus luces y sus sombras, con sus sufrimientos y
alegrías.

Hacernos vivir en libertad.
La razón enloquecida está latente en todo ser humano y en circunstancias determinadas o
no, decide aflorar…
Que mejor forma de acabar una reflexión filosófica con la palabra de la poesía, ahora es el
turno de ella…
Carmen Bengoechea Bernal
Sólo los locos
Sólo los locos
pueden asegurar con certeza
estar cuerdos.
Sólo los locos.
Sólo los locos apartan del camino
las piedras en las que tropiezan.
Sólo los locos
saben lo imperfecta que es la perfección,
sólo ellos
saben poner en duda el sentido común,
desordenar el tiempo,
perder la partida para poder ganar.
Sólo los locos.
Sólo los locos colocan
deliberadamente las piedras otra vez en el camino
por el puro placer de tropezar de nuevo.
Sólo los locos vuelven a empezar
con la pasión de los niños
aquellas empresas que dejaron a medias.
Sólo los locos
toman las riendas de sus instintos animales
para cabalgar hasta estrellarse con el horizonte.
Sólo los cuerdos tienen miedo.
Sólo los locos se vuelven locos por lamerles las heridas a otros locos.
Sólo los cuerdos están muertos.
Sólo los locos viven adrede
y arriesgan la vida
para no volverse cuerdos.
Sólo los cuerdos
están locos.
Suso Sudón