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Boletín Ambiental N° 46 Noviembre 01 2016 Informe Planeta Vivo 2016: Riesgo y resiliencia en una nueva era Debido a las actividades humanas, la vida silvestre global podría sufrir una disminución de hasta un 67% en tan solo 50 años, en el periodo comprendido entre 1970 a 2020, tal y como lo evidencia el Informe Planeta Vivo 2016. El estudio demuestra que los seres humanos estamos doblegando al planeta por primera vez en su historia, y resalta los cambios que deben hacerse en el modo en que la sociedad se alimenta y obtiene energía. El Índice Planeta Vivo, que mide la abundancia de la biodiversidad con base en el seguimiento a 14.152 poblaciones de 3.706 especies de vertebrados, revela una tendencia decreciente constante. En promedio, la abundancia de las especies monitoreadas decayó en 58% entre 1970 y 2012. Las presiones provenientes de la agricultura insostenible, las pesquerías, la minería y otras actividades humanas que contribuyen a la pérdida y degradación de los hábitats, la sobreexplotación, el cambio climático y la contaminación afectan cada vez más a las especies monitoreadas. En un escenario sin cambios, esta tendencia descendente persiste. Según lo previsto, las metas de las Naciones Unidas para detener la desaparición de la biodiversidad deberán cumplirse en 2020. Pero, para entonces, las poblaciones de las especies podrían haber disminuido 67% en promedio durante los últimos cincuenta años. Los únicos afectados no son los animales silvestres y las plantas: cada vez más, las personas también son víctimas del deterioro de la naturaleza. Lo sistemas vivos mantienen respirable el aire y el agua potable, y nos proporcionan alimentos nutritivos. Para seguir prestando estos servicios vitales, necesitan conservar su complejidad, diversidad y resiliencia. El tránsito hacia un planeta resiliente implica una transformación que disocie el desarrollo humano de la degradación medioambiental y la exclusión social. Para promover la perspectiva de la finitud de recursos de nuestro planeta, deben producirse ciertos cambios significativos en el sistema económico global. La manera como medimos el éxito está cambiando gracias a algunos ejemplos de manejo de la sostenibilidad de los recursos naturales y de toma de decisiones que tienen en cuenta a las futuras generaciones y al valor de la naturaleza. Esta transformación requiere cambios fundamentales en dos sistemas globales: el energético y el alimentario. En el primero, es clave un desarrollo acelerado de fuentes sostenibles de energía renovable y una transición de la demanda hacia energías renovables. En lo que atañe al segundo sistema, estas dos condiciones podrían contribuir significativamente a la producción de suficientes alimentos dentro de los límites del planeta: un cambio en la dieta de los países con altos ingresos, gracias al menor consumo de proteínas de origen animal y la reducción del desperdicio a lo largo de la cadena alimentaria. Además, para fortalecer la resiliencia de los paisajes, los sistemas naturales y la biodiversidad, así como el sustento de quienes dependen de ellos, es fundamental optimizar la productividad agrícola sin exceder los límites de los ecosistemas, reemplazar las fuentes químicas y fósiles mediante la imitación de los procesos naturales, y estimular interacciones benéficas entre diferentes sistemas agrícolas. Estamos entrando a una nueva época de la historia de la Tierra, el Antropoceno. Una época en la que los seres humanos, más que las fuerzas naturales, son la causa principal del cambio planetario. Pero nosotros también podemos redefinir nuestra relación con el planeta, pasar de una relación derrochadora, insostenible y depredadora a una en que las personas y la naturaleza puedan coexistir en armonía.1 María del Pilar Briceño Abella Profesional Sénior Riesgo Operativo 1 “Planeta Vivo Informe 2016: Riesgo y resiliencia en una nueva era”. Recuperado de http://www.wwf.org.co/?282650/Informe-Planeta-Vivo-2016-Riesgo-y-resilencia-en-una-nueva-era