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ESCUCHAR-COMPARTIR
UNA PALABRA
CON FRANCISCO Y CLARA DE ASÍS
Saludar con palabras de Paz
“En toda predicación que hacía, antes de proponer la
palabra de Dios a los presentes, les deseaba la paz,
diciéndoles: ‘El Señor os dé la paz’.
Anunciaba devotísimamente y siempre esta paz a
hombres y mujeres, a los que encontraba y a quienes le
buscaban. Debido a ello, muchos que rechazaban la paz y
la salvación, con la ayuda de Dios abrazaron la paz de
todo corazón y se convirtieron en hijos de la paz
y en émulos de la salvación eterna”.
(Primera Vida de Celano 223)
La vida, en tiempos de Francisco, (como en cualquier época de la
historia), también era turbulenta. La violencia hacía parte de la
vida cotidiana: entre unas ciudades y otras, entre el papa y el
emperador, entre los nobles y los burgueses, en el interior de la
Iglesia de cara a algunos grupos heréticos, de cara al Islam con
una cruzada y otra… La peor parte para la gente de a pie, que no
ganaba nada con estas guerras y acarreaba sus consecuencias.
Francisco participó en la guerra de Asís contra Peruggia y sufrió
sus consecuencias, un año de cárcel. No fue de reportero, fue a
matar y a vencer y a buscar su gloria. La derrota, la cárcel, la
enfermedad consiguiente, parece que empezaron a abrirle a otras
búsquedas. En el fondo, toda la experiencia personal y fraterna
de Francisco se puede resumir como una nueva experiencia de
paz y reconciliación con todo, en un momento u otro. Y eso será
lo que él ofrezca a los demás. No es casual que en su Testamento
hable de esto como de una auténtica revelación y misión: “El
Señor me reveló que dijésemos este saludo: ‘el Señor te dé la
paz’ “ (Testamento de Francisco, 23).
En él, pronunciar un saludo así no es una fórmula, es una
declaración de intenciones: decir en dos palabras quién es y a lo
que quiere colaborar. En Francisco esta paz siempre será
resumen de los bienes del Reinado de Dios: un corazón y una
humanidad nueva, en la igualdad y reconciliación. En este
sentido, él quiso ser un pacificador, quiso llevar adelante una
misión de paz. En el corazón de cada persona, en las relaciones
fraternas, en el modo de vivir los conflictos y de incluir a los
excluidos, en las contradicciones y fracasos, en las dificultades
sociales...
Francisco es alguien que se nos aparece muy capaz de llegar y
"tocar" a la persona por dentro, aportando una palabra que
orienta y encamina (carta a un ministro, carta a León...). Y fue
alguien muy insistente de cara a exhortar en el cuidado de las
relaciones humanas: “Y ningún hermano haga mal o hable mal a
otro; al contrario, por caridad de espíritu, sírvanse y obedézcanse
voluntariamente unos a otros” (Regla no bulada 5,11)
Y las biografías primitivas también subrayan la presencia de
Francisco en distintas situaciones conflictivas ciudadanas: el
desencuentro entre el obispo y el alcalde de Asís, y en Arezzo,
Bologna, Gubbio... “Y les decía: ‘Que la paz que anunciáis de
palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones.
Que ninguno se vea provocado por vosotros a ira o escándalo,
sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la
paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para esto hemos
sido llamados: para curar a los heridos, para vendar a los
quebrados y para corregir a los equivocados’ “ (Tres
Compañeros 58).
Quizás nos toca ser como un “hospital de campaña” en medio de
un mundo muchas veces dividido por enemistades y discordias.
Haznos, Señor, instrumentos de tu paz; y que saludemos con
palabras de Paz!!
Hno. Jesús Torrecilla