Download El saber filosófico. 2014
Document related concepts
Transcript
EL SABER FILOSÓFICO. 1.- Introducción.Os encontráis con una nueva asignatura. Como siempre, ante lo desconocido uno reacciona de acuerdo con su propia personalidad: Hay quien siente preocupación (incluso un poco de temor), quien piensa que puede aportarle algo nuevo y mantiene una actitud expectante, quien con lo que ha oído ya se ha hecho una idea y piensa que es un rollo, quien ha concluido que es una asignatura más que hay que aprobar, incluso quien pronostica que será una pérdida de tiempo porque… ¿para qué me va a valer a mí la filosofía? Bueno, estaría bien empezar planteándonos qué entendemos por filosofía, qué creéis que vamos a estudiar en esta asignatura, si puede haber algo interesante en su estudio, qué es lo que os han contado y cuánto hay de verdad en ello… y ya estamos empezando a filosofar. ¿Os habéis planteado alguna vez lo diferentes que pueden ser las interpretaciones que distintas personas hacen de una misma realidad? Fijaos que eso nos lleva a otras cuestiones: ¿quién tiene razón?, ¿qué es la verdad, entonces?, ¿puede uno estar seguro de una cosa y no ser cierta?. Y ¿cómo lo sabemos?, seguramente dialogando, utilizando el lenguaje para comunicarnos, ¿pensáis que hay otros animales en la naturaleza que pueden comunicarse de la manera que nosotros los hacemos?. En fin, podríamos seguir encadenando preguntas y nos iríamos, casi sin darnos cuenta, adentrando en el contenido del saber filosófico. Hay una primera definición de filosofía, que es la que se basa en su etimología, en el significado de los términos que componen la palabra: filo (φυλοσ) – sofia (σοφόσ): amor a la sabiduría. Este término se atribuye generalmente a un filósofo griego que conoceréis por otras cuestiones, se llamaba Pitágoras y a él se dirigió el tirano León llamándole sabio, a lo que Pitágoras contestó que él no era un sabio, sino alguien que aspiraba a serlo, que amaba la sabiduría, que buscaba el saber y el conocimiento. Ese es el significado etimológico de la palabra filosofía: amor a la sabiduría. 1 Hoy desde muchos ámbitos, incluso el filosófico, se levantan voces que anuncian la muerte de la filosofía en nuestro mundo. Parece que en un momento en que la ciencia pretende llegar desde lo más recóndito del ser humano a lo más alejado en el espacio ya no hay lugar para ese tipo de reflexión, siempre frustrada, siempre recurrente, que más que avanzar, profundiza, que más que progresar, golpea terca e insistentemente el mismo lugar, sobre los mismos conceptos. Y es que, tradicionalmente, la filosofía ha cumplido un buen papel social. El filósofo en Grecia, poco menos que dirigía la sociedad. Elaboraba constituciones, educaba a la juventud, justificaba la situación establecida. Era una persona que, en realidad, cumplía una función importante. En la Edad Media acercaba los misterios a las mentes más racionalistas, servía a la teología para que ésta fuese creíble desde un ámbito meramente humano. En el Renacimiento dirigía toda la cultura, esa explosión de Humanismo, de pensamiento en ebullición, de clases de saber, de planteamientos nuevos. Incluso la Ilustración necesitaba un soporte teórico que, en definitiva, es aportado por la filosofía. Pero parece ser que en el mundo actual la legitimación de la realidad, de la situación, ya no debe venir de la filosofía, sino de la ciencia. Se necesita una base absolutamente segura, y la filosofía ha perdido esa capacidad de ofrecer seguridad que en otros tiempos tuvo. Actualmente somos más prácticos, más técnicos, quién sabe si menos personas, pero no importa. De todas formas tampoco estoy seguro de poder definir filosofía de una manera absoluta, es decir, que contemple todos los matices que la actividad tiene y que expresa toda la amplitud y la profundidad de su intención. La filosofía se identificó con la sabiduría en Grecia. Santo Tomás la definió como la ciencia de todas las cosas en sus últimas causas utilizando sólo la luz natural de la razón humana. A partir de Descartes, la filosofía se convirtió en el intento de llegar a descubrir un método para llegar al conocimiento cierto. En Kant la filosofía se convierte en una crítica a las desnaturalizaciones de la razón. Con Marx la filosofía toma tierra y se transforma en una guía para transformar las condiciones reales de la existencia. En Nietzsche es un grito desesperado en defensa de la vida. En Wittgenstein se convierte en un mero análisis del lenguaje, ya que es un saber sustantivo; y, en cambio, en Marcase y la Escuela de Frankfurt es una crítica de la razón instrumental, de la razón científico-técnica. 2 Y a pesar de los pesares se sigue haciendo filosofía. Y a pesar de haber decretado su muerte, la filosofía, como Lázaro, resucita permanentemente y sigue transitando con mayor o menor fortuna, por todos los caminos del mundo. Y es que, de alguna manera, el proceso de humanización, eso que nos hace ser los animales más especiales de cuantos existen, se debe precisamente a la capacidad de interrogarnos por nosotros mismos, por nosotros como individuos (cada uno de nosotros), y por nosotros como sociedad (las distintas agrupaciones de las que formamos parte) y eso no es otra cosa que filosofar. Se convierte así la filosofía en una nota característica, definitoria de nuestra realidad como especie, constitutiva de eso que nos conforma, que nos hace, que nos realiza. Características del saber filosófico: - Es un saber reflexivo porque se acerca a la realidad y a la verdad a través de nuestras capacidades racionales. - Es un saber abierto y no definitivo. - Es un saber racional, por tanto, se diferencia del mito o la religión. - Es un saber global, integrador y unitario, frente a la ciencia, que es más bien un saber parcial, sectorial y especializado. - Es un saber radical que trata de acercarse a cuestiones esenciales como el sentido de la existencia humana y la libertad, el problema del bien y del mal… - Es un saber práctico porque trata de orientar la acción humana. - Es un saber sistemático porque trata de ordenar los distintos ámbitos de la realidad y de la experiencia humana 2.- Etapas de la historia de la filosofía: Antigüedad Clásica: S. VI a. C. a s. III d.C. Grecia y Roma. Edad Media: S. IV al XIV. Patrística y Escolástica. 3 Edad Moderna: S. XV al XVIII. Renacimiento, Racionalismo, Empirismo, Ilustración, Criticismo e Idealismo. Edad contemporánea: siglos XIX, XX y XXI. Positivismo, Marxismo, Vitalismo, Existencialismo, Neopositivismo y Filosofía Analítica y Escuela de Frankfurt. 3.- El origen de la filosofía. Existe un gran acuerdo entre los especialistas en situar el nacimiento de la filosofía en las poleis de Asia Menor sobre el Siglo VI a.C., concretamente en la región de Jonia (una colonia griega) y, concretando aún más, en la polis de Mileto. En el Siglo VI a.C. la Hélade, o mundo griego, ocupaba buena parte de las costas del Mediterráneo. Jonia, en Asia Menor, era uno de sus centros más activos. Aquí se habían establecido los antiguos aqueos (huyendo de la arrasada Micenas) y aquí había “escrito” Homero sus obras. Además, en esta época Grecia sufrió una importante transformación socio-económica. Antes era un país primordialmente agrícola, pero a partir de entonces comenzó a desarrollarse cada vez más la industria artesana y el comercio. Se hizo necesario entonces fundar centros de presentación comercial que, precisamente surgieron primero en las colonias jónicas. En la polis de Mileto, el centro económico más importante, Tales será el primer filósofo. 3.1.-La religión: religión pública y religión mistérica. Se suele dividir la religión de los griegos en pública y mistérica. La pública será la practicada por la mayoría de los ciudadanos y estará basada fundamentalmente en los mitos de Homero y Hesíodo (es lo que se conoce como mitología griega). La mistérica surgirá cuando una serie de personas se sienten decepcionados por la religión pública y fundan una serie de sectas donde practican cultos alternativos al oficial. La religión pública era fundamentalmente politeísta: una gran cantidad de deidades que representaban fuerzas naturales a través de formas humadas idealizadas (Zeus, del rayo; Eolo, del viento; Efestos, del fuego; etc.). Los dioses son hombres amplificados e idealizados y, en consecuencia, sólo difieren de esos hombres en cantidad y no en cualidad. Al ser, fundamentalmente, representantes de las fuerzas naturales y no ser cualitativamente distintos a los hombres, se considera la religión griega como una forma de naturalismo. Así, lo que esta religión exige del hombre no es un radical cambio interior, un elevarse por encima de sí mismo, sino, por el contrario, seguir su propia 4 naturaleza. Todo lo que se pide al hombre es que haga en honor a los dioses aquello que es conforme a la propia naturaleza. Por ello, un tema fundamental en el pensamiento griego, será la naturaleza. La religión de los misterios se alejaba de esta visión (si bien se enmarcaba en su politeísmo general) y se centraba en unas creencias específicas con unos rituales propios. La religión no oficial más importante fue la representada por los misterios órficos. El orfismo fue fundado por el poeta Orfeo, del que no tenemos ningún registro histórico, y basa su importancia en introducir un nuevo esquema de creencias y una nueva interpretación de la existencia humana. El núcleo de estas creencias puede centrarse en lo siguiente: el hombre alberga un principio divino (un demonio o alma) que se encarna en un cuerpo debido a una culpa originaria. Este demonio no muere con el cuerpo sino que va reencarnándose buscando su purificación y la plena expiación de su culpa. Cuando acaba este ciclo de reencarnaciones el alma va a un más allá donde es premiado. Esta idea de premios y castigos de ultratumba surge cuando el hombre se enfrenta al absurdo de que en esta vida los virtuosos sufren y los viciosos gozan. Con esta concepción surge el dualismo que caracterizará gran parte de la historia de la filosofía y cae en declive el naturalismo de la religión pública, ya que para purificarse, el hombre ha de renunciar a sus impulsos naturales y dejar en soledad el elemento divino: hay que desprenderse del cuerpo. Esto tendrá gran influencia en los pitagóricos y en Platón. 3.2.- Características fundamentales del mito. Homero y Hesíodo. Los mitos constituyen uno de los primeros intentos del ser humano de hacerse cargo del mundo que le rodea: explicar y dominar la naturaleza y, también, comprender quién es el mismo. Este tipo de narraciones ocupó un lugar importante en la evolución de muchos pueblos, entre ellos el griego, porque les proveyó de sus primeras descripciones y explicaciones del mundo: de su entorno natural, de los fenómenos atmosféricos, de las principales culturas o de la vida de ultratumba. Los principales rasgos que comparten los mitos serán los siguientes: a) Recurren a personajes legendarios. Dioses o grandes héroes serán los protagonistas de los relatos. Los dioses serán personificaciones de los fenómenos naturales que pretenden explicar (antropomorfismo). b) Ocurren en un pasado remoto prestigioso. El presente es visto como una época degenerada de una anterior 5 c) d) e) Edad de Oro en el que ocurrieron todos aquellos grandes eventos Son relatos imaginativos y fantásticos. Aunque se basan en una atenta observación de la realidad y de los problemas fundamentales de la existencia, sus explicaciones no son racionales porque no se justifican ni se demuestran. Los fenómenos que se describen no obedecen a leyes precisas y comprobables, sino a la voluntad caprichosa de los dioses, a sus disputas y amores. Por lo tanto, la realidad es caótica y arbitraria, poco ordenada. El autor es siempre desconocido y colectivo. Los mitos no son fruto de la creación consciente e intencionada de una persona concreta a quien se le puedan atribuir, sino que son consecuencia de una formación lenta, espontánea y popular. Poseen un carácter tradicional y acrítico. Al ser anónimos y, además, normalmente no están escritos, se transmiten de padres a hijos. Los miembros de una cultura reciben los mitos y lo aceptan, pero no participan activamente en su formación. Los mitos no se critican ni se modifican, se aceptan y asumen tal y como vienen dados por la tradición. 3.3.- El paso del Mito al Logos. Características fundamentales del logos. La filosofía surge como un tipo de conocimiento distinto y, en muchos sentidos, opuesto al mito, en torno al siglo VI a.C. con los pensadores de la escuela de Mileto. Por esa razón, el origen de la filosofía suele caracterizarse con la expresión el paso del mito al logos. La palabra logos significa en griego razón, discurso, palabra; es decir, el paso del mito al logos va a suponer el paso progresivo de unas explicaciones de la realidad de tipo mítico a otras de tipo racional. Veamos las características fundamentales del nuevo pensamiento racional: a) No recurre a personajes legendarios. La razón o logos, intenta explicar la realidad a partir de la observación directa de lo que ocurre, buscando en ella principios y causas naturales. Las explicaciones se hacen entonces menos antropomórficas (el rayo ya no es un dios, sino un fenómeno natural que obedecerá a causas naturales) En 6 general, los primeros filósofos van a mantener un cierto escepticismo hacia los dioses. b) Se centra en el presente. Para explicar lo que ocurre no hace falta irse a un pasado remoto lleno de dioses y héroes. Hay que observar la realidad aquí y ahora y explicarle desde este mismo presente. c) Las explicaciones requieren justificación racional. Las descripciones de la realidad no se aceptan sin más, sino que se intentan dar razones, justificar racionalmente el por qué. Parten de la observación e intentan explicarla racionalmente. La realidad se hace entonces ordenada, sujeta a leyes y principios y no ya sujeta a los caprichos y vicisitudes de la vida de los dioses. d) El autor es conocido e individual: la filosofía no es anónima ni creada popularmente por la tradición. Cada filósofo será conocido por sus propias teorías. Así hablaremos de la filosofía de Platón o de Kant. e) Es crítico con la tradición. La filosofía no va a aceptar nada sin un previo análisis crítico. El logos va a dudar de todo aquello que no sea racional y como el mito esencialmente no lo es, será muy crítica con el mito. Autores como Jenófanes serán muy críticos con la religión pública 4.- Panorámica de la historia de la filosofía. “Todo gran filósofo se nutre del pensamiento que le ha precedido e influye en los venideros. Cuando Pitágoras descubre que los números pueden expresar la esencia de las cosas, da un paso de gigante en el desarrollo intelectual de Occidente. Desde entonces, el mundo deja de estar dominado por potencias oscuras e indescifrables, pues el número expresa orden, racionalidad y verdad. Dos mil años más tarde, Galileo confirmaba la genial intuición pitagórica: Que el universo es un gran libro abierto, escrito en el lenguaje de la matemática y la geometría. Por otra parte, la reflexión filosófica siempre es hija de su tiempo. En el siglo de Pericles hubiera sido imposible una discusión sobre la experimentación con embriones humanos, pues tal posibilidad ni siquiera existía. Sin embargo, la libertad política real, estrenada por entonces, hizo que Platón y Aristóteles, al escribir la República y la Política, iniciaran el gran debate sobre la democracia y las demás formas de gobierno. En concreto Platón, desengañado por la injusta muerte de Sócrates y por la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, escribió la República para denunciar los defectos de la democracia. Después de dos milenios, al hilo de sus experiencias 7 históricas, Marx escribía El Capital para denunciar los efectos perversos del capitalismo y Popper La sociedad abierta y sus enemigos para denunciar, a su vez, el totalitarismo marxista. Especialmente hija de su tiempo es la reflexión filosófica sobre la ambivalencia del progreso científico y tecnológico. Por una parte, conocimiento, liberación y bienestar. Por otra, contaminación masiva, experimentación inhumana y tecnologías de la muerte, como Auschwitz y el Gulag” o la propia energía atómica. (“la filosofía en su historia”, pág. 39 y 40 de Filosofía y ciudadanía, de J.R. Ayllón). Este texto es esclarecedor del sentido de las preguntas, siempre, en cierto modo, repetidas, y, en cierto modo, nuevas. Suele dividirse la Historia de la Filosofía en cuatro grandes períodos: Época antigua, que iría desde el s. VI a. C. hasta el siglo III d. C., abarca la filosofía desarrollada en Grecia y Roma. En ella podemos destacar, a grandes rasgos, los presocráticos, Sócrates y los Sofistas, dos grandes filósofos que constituyen la época clásica, Platón y Aristóteles. Y lo que se conoce como período helenístico, donde se desarrolla el epicureísmo (Epicuro), el estoicismo (Zenón de Citio) y el cinismo (Diógenes). En la época romana tiene lugar el neoplatonismo de Plotino. Presocráticos. El logos teórico. Los primeros desarrollos filosóficos parecen haber surgido a principios del siglo VI a.C., en Jonia, en la costa oeste del Asia Menor (la actual Turquía, justo al otro lado del mar Egeo desde la Grecia continental). Más concretamente hizo aparición en la ciudad de Mileto, en la costa sur de Jonia, de la mano de TALES, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES, extendiéndose posteriormente por todo el territorio. La filosofía nació allí con el carácter de una actividad ociosa, es decir, no impulsada por las necesidades de tipo práctico, sino ocupada tan sólo de la verdad: como un modo de saber que sólo pretende saber. La filosofía o cosmología jonia es pues, principalmente, un intento de aclarar en qué consiste el principio de todas las cosas o dicho de 8 otro modo, en qué consiste su ser. El saber qué elemento eligió cada filósofo como arjé no importa tanto, cuanto el hecho mismo de que tuvieron en común esta idea. En este caso es más importante la pregunta que las respuestas, porque se trata de dar una explicación de la naturaleza desde la propia naturaleza, de intentar explicar su composición, sus cambios, los fenómenos que en ella se producen, desde sí misma, sin recurrir a fuerzas ajenas, míticas, divinas, que, por lo mismo, son caprichosas, frente a la explicación natural que exige una constancia, una necesidad, una fijeza. Aquí tenemos el principio del pensar racional, de la filosofía y de la ciencia. La escuela de Mileto, denominada así por proceder TALES, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES (siglo VI a.C.) de esta ciudad de la costa sur de Jonia, propusieron una explicación monista, es decir, defendieron la existencia de un único principio de toda la realidad. TALES DE MILETO: Dos ideas principales: 1. “La tierra flota sobre el agua que es, en cierto modo, la fuente de todas las cosas”. 2. “Incluso los seres aparentemente inanimados pueden estar vivos, el mundo está lleno de dioses” Ambas ideas presentan la posibilidad de ser interpretadas de diversos modos. ¿Quiere decir que todas las cosas proceden del agua, o que el agua es un constitutivo de todas las cosas y no sólo su origen? ¿Podemos decir que todas las cosas tienen un alma o que el mundo, como un todo dinámico, posee alma?. ANAXIMANDRO Anaximandro se plantea cómo de un elemento determinado (el agua) puede surgir su contrario (el fuego, por ejemplo) y para solucionarlo piensa que el “arjé” es el “ápeiron”, que se puede traducir por indefinido, ilimitado, infinito, indeterminado, en definitiva, falto de límites. El problema que plantea lo “ápeiron” es el de su naturaleza, ya que para unos será algo conceptual y para otros será algo material. Y de cualquier manera, sigue planteando el problema de cómo a partir de algo indeterminado puede surgir algo determinado. 9 ANAXÍMENES El principio constitutivo de todo para Anaxímenes es el aire. Para algunos esto significa un retroceso respecto de Anaximandro, pero si nos damos cuenta, realmente viene a solucionar el problema que éste se planteaba, ya que el aire no tiene un contrario determinado y, además, es un elemento determinado, con lo que soluciona el problema de lo “ápeiron”. Además, el aire tiene una similitud con el “pneuma” (aliento) que para los griegos es el alma, por lo que el aire parece el “pneuma” del mundo. PITÁGORAS Se ha especulado con la posibilidad de que no sea una persona física, aunque los últimos estudios sí se inclinan por esta posibilidad (que es una persona física). Funda una secta de tipo religioso-intelectualpolítico, secreta y con ritos un tanto extraños. Cualquier descubrimiento de la secta se atribuye a Pitágoras. Entre las teorías que podemos considerar suyas están: la transmigración de las almas; la idea de purificación progresiva mediante la contemplación del orden del universo; la reducción de las cosas a números; el dualismo. Otros pitagóricos posteriores tienen ideas como la existencia del vacío, como que la tierra no es el centro del universo, sino que el centro es el fuego, sobre el que giran las estrellas. HERÁCLITO Se ha pretendido un enfrentamiento real con Parménides, hoy descartado. Por ello, se le considera el filósofo del devenir, dado que pone de manifiesto la universalidad del cambio. Ello implica una valorización de los sentidos, desvalorizados por las concepciones pitagóricas. Pero, por debajo de esa universalidad del cambio, defiende una unidad subyacente, el “logos universal”. El problema que se plantea Heráclito es: ¿es el hombre capaz de captar esa unidad? Se ocupa en mayor medida que sus antecesores del tema del hombre. Su primer principio es “los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente a las cosas”, en decir, el logos universal. Este logos le lleva a considerar que los opuestos son lo mismo y la misma unidad depende del equilibrio de los opuestos: “la guerra es el padre de todas las cosas”. Establece una similitud con el fuego. En sus concepciones religiosas se acerca a las posiciones de Jenófanes. 10 PARMÉNIDES La concepción clásica hace de él el filósofo de la estabilidad frente a Heráclito, según esta concepción Parménides negaría la posibilidad del movimiento. Su teoría es el desarrollo lógico de un primer principio: “El ser y el no-ser no es”, el devenir, el cambio es mera ilusión, porque si algo empieza a ser, una de dos, o procede del ser, en cuyo caso ya es y por tanto no empieza a ser, o procede del no ser y entonces no es, puesto que de la nada, nada procede. Esto lo llama Parménides “Vía de la Verdad”, ya que él distingue tres vías de conocimiento o investigación: La de la Verdad (o del ser); la del No Ser y la de la Opinión. Sólo la primera es una auténtica vía de conocimiento. Se suma a la tradición de desprestigio de los sentidos como forma de conocimiento. “Lo mismo es el pensar que el ser”. Todas las características del Ente se deducen de la primera afirmación y estas características son que el Ser es completo, increado (inengendrado), imperecedero (eterno), indivisible, compacto, inmóvil, homogéneo. Su filosofía contiene los gérmenes del idealismo posterior. De todas formas la Vía de la Opinión, deja abierta la posibilidad de un cierto cambio a nivel local y nos lleva a un cierto conocimiento de la realidad. Según esta interpretación lo que Parménides negaría es que el Ser pueda ser engendrado o desaparecer y que pueda ser trasladado en bloque de lugar. Hasta ahora hemos visto filósofos que piensa que hay un solo arjé como principio constitutivo de la physis, por eso se llaman “monistas” (uno, en griego), a partir de aquí surgen una serie de filósofos llamados “pluralistas”, porque entienden que son varios los últimos constitutivos de la naturaleza y, de esta manera, pueden explicar mejor el cambio, el movimiento, recurriendo a la “teoría de las mezclas”. EMPÉDOCLES Más que crear una filosofía, intenta conciliar el pensamiento de sus predecesores. Parménides había sostenido que el ser es y que es material y que el ser no puede nacer ni desaparecer, por tanto la materia no tiene principio ni fin, es indestructible. Ello es aceptado por Empédocles. Pero el devenir, puesto de relieve por Heráclito, no se puede negar, por tanto hay que encontrar el modo de conciliar la tesis de que 11 el ser no puede empezar a ser ni desaparecer con la tesis del movimiento y el cambio. A ello viene la teoría de las mezclas. El objeto, en cuanto un todo, comienza a ser y deja de ser, pero están compuestos de partículas materiales que son en sí mismas indestructibles. Por tanto, hay unos elementos inengendrados e indestructibles (aire, agua, tierra y fuego), pero varían en la proporción en que se mezclan. Ello está regido por el “amor” (armonía) y el “odio” (discordia). ATOMISTAS Llamamos atomistas a Leucipo y Demócrito. Ellos piensan que existen unas partículas últimas, indivisibles (eso significa átomo) y entre ellas el vacío, en el que se mueven. Como los átomos tienen diferentes formas, en su movimiento, se van generando diversos “choques” y “aclopamientos” que dan lugar a las diversas formas de la realidad y a sus cambios y movimiento. Ethos y polis: el logos práctico. El logos teórico se nos ha mostrado como razón, ley o medida que rige toda la actividad intelectual. Al analizar la índole del logos comprendemos que esas leyes no proceden del capricho o de la voluntad de los hombres, sino que naturalmente subyacen como requisitos del pensar. Son leyes naturales, contrapuestas a las convencionales. El logos teórico estudia la naturaleza, ahora bien, ¿qué pasa con el ser humano, con su comportamiento, su propia naturaleza, su convivencia, su sociedad?. Esto lo analiza el logos práctico. ¿Existe un logos práctico natural? ¿Existen leyes naturales de la convivencia? Convivir es naturalmente, algo más que coincidir en el espacio y el tiempo. La unidad espiritual a que aludimos con la convivencia se plasma en la cultura y tiene como elemento indispensable el lenguaje (sin lenguaje o comunicación no hay convivencia). La convivencia es tanto mejor cuanto mayor es la comunicación. La comunicación admite grados: hay signos que entenderían todos los seres humanos independientemente de su idioma, pero parece indudable que es el desarrollo del lenguaje y su carácter comunitario lo que permite la comunicación y la convivencia. El desarrollo de espacios físicos que fomenten la palabra será imprescindible para el pueblo griego. A partir de aquí, todas las manifestaciones culturales de Grecia están presididas por una preocupación por el hombre. Se trata de una 12 cultura antropocéntrica, como define la famosa sentencia de PROTÁGORAS: “el hombre es la medida de todas las cosas” o la de MENANDRO: “nada es más amable que el hombre cuando es hombre”. El otro elemento a que debemos aludir al hablar de logos práctico (razón, ley, medida, orden) es el de derecho. El derecho es un cierto poder moral (no físico ni intelectual) por el que cada uno recibe lo que es justo. En función de qué consideremos que merece cada individuo y cada estamento social, obtendremos diversos sistemas políticos: monarquía, aristocracia, timocracia/democracia, oligarquía, tiranía. Los sofistas. En el conjunto de la cultura Griega, con su siempre presente ideal de formación humana, hallamos en la sofística el momento cultural en que este ideal se hace plenamente consciente. Hacia el siglo V a. C., en tiempo de Sófocles, se inicia un movimiento espiritual de incalculable importancia para la posteridad: es el origen de la educación en el sentido estricto de la palabra: la paideia. Los sofistas o maestros de sabiduría, como los llamaban sus contemporáneos y pronto se designaron a sí mismos, se ofrecían a enseñar la virtud política -elevando su aptitud intelectual y oratoria, que en las nuevas condiciones del siglo V era lo decisivo- a cambio de dinero. Los pocos conocimientos que tenemos de ellos proceden principalmente de sus adversarios. Representan, como tantas veces se ha dicho, la Ilustración de la Grecia clásica y, por tanto, la desmitificación de la vida griega, la crítica atrevida de las costumbres y las creencias, y la secularización. Son la manifestación (también una de sus causas) de una situación espiritual inédita en la que los atenienses habían dejado de creer en sus tradiciones, en sus dioses y en su pasado. En la obra de los sofistas es el hombre el que va a ocupar el centro de todas las cosas. No hay ninguna verdad, ningún principio superior, ningún absoluto por encima del hombre, ninguna medida objetiva a la que éste deba ajustarse, nada ante lo que el hombre esté obligado a inclinarse. Son auténticos maestros de la retórica, que enseñan a la juventud deseosa de éxitos políticos a desenvolverse en el ágora, la asamblea o los tribunales. La vida intelectual tomaba para ellos el cariz de una 13 competición deportiva en la que el aplauso del público tenía la última palabra. El más famoso de los sofistas es PROTÁGORAS DE ABDERA (480-415). Se dice que fue fundador de la gramática. El fragmento más significativo de su pensamiento es: “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son”. Ahora bien, si el hombre es la medida de las cosas, las cosas no tienen medida objetiva. Si el hombre es la medida o ley de las cosas, no hay leyes naturales. Se trata de la disputa entre las nociones de physis y nomos (naturaleza y convención). El otro gran sofista es Gorgias, que define su arte como arte oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos lo que lo deseen. Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Forma parte de la primera generación de sofistas junto con Protágoras con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el relativismo y el escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión. El relativismo de Protágoras pasa a ser en Gorgias escepticismo, al declarar falsas todas las opiniones (puesto que ninguna opinión puede ser contrastada con la realidad). En este ambiente surge, con el derrumbe de las tradiciones, la contraposición physis-nomos, lo natural y lo convencional, y lo que se descubre fruto de la convención se considera relativo, mudable, arbitrario, perecedero. Todo el orden de las cosas humanas aparece como mudable y contingente. Surge así el problema en torno a la ley natural y la pura arbitrariedad de la ley positiva. Sócrates. Frente a todo el movimiento sofista se alza SÓCRATES, principal interlocutor de las obras platónicas y creador de un movimiento cultural que haría del pensamiento heleno, el fundamento mismo de todo occidente y de la racionalidad. Hijo de SOFRONISCO y FENARETA, nació en el año 470 a. C. Fue en tres ocasiones a la guerra, donde parece que dio muestras de gran valor y dominio de sí. Se casó con la proverbial JANTIPA, casi tan famosa como él; esta mujer ruidosa y vulgar, hostigaba continuamente a SÓCRATES exigiéndole que trabajara. Quizá es cierto 14 que un día llegó a arrojarle un cubo de agua sucia cuando el maestro se hallaba en plena conversación filosófica. SÓCRATES era pobre y, sin embargo, no necesitaba nada. Se contaba que, ante la puerta de una tienda repleta de objetos, exclamó: “¡Cuánto es lo que necesitan los atenienses!”. ARISTÓTELES lo presenta descalzo. Vivía como un holgazán, dedicado por completo a la conversación con los conciudadanos. Cualquiera podía, de repente y sin desearlo, convertirse en su interlocutor. Parsimonioso, regordete, feo, entabla conversación con el general y el zapatero, con el estadista y el arriero. El diálogo socrático tiene dos momentos. En primer lugar –ironía socrática-, mediante una serie de preguntas hábilmente dirigidas, pone de manifiesto la superficialidad e inconsistencia de las ideas dominantes. Quiere evidenciar la ignorancia, pues es el primer paso hacia el auténtico saber: el deseo de saber, como paso obligado hacia la sabiduría verdadera. Así cobra valor la sentencia del oráculo en Delfos: “Sócrates es el más sabio de los mortales” al saber de su ignorancia: “Sólo sé que no sé nada”. Cabe pensar que bajo este aspecto se formula una de las grandes discrepancias entre los sofistas y Sócrates. La virtud no se puede enseñar porque no es conocimiento objetivo sino reconocimiento de la ignorancia. La virtud no es sabiduría sino filosofía. Actitud de búsqueda permanente de la verdad. Por eso el método es el diálogo. El segundo momento del diálogo es la mayéutica, arte que dice haber aprendido de su madre que fue comadrona. Sócrates finge actuar únicamente como partero, incapaz de pensar por sí mismo y por propia cuenta. Sin embargo, el interlocutor acabará por confesar que ha dicho más cosas de las que creía saber. Ha vuelto a encontrar lo que ya sabía: conocer es recordar la verdad que llevaba dentro. El concepto universal y el Bien: para Sócrates, más allá de los entes particulares percibidos sensorialmente, se encuentra el universal concebido por la mente, el concepto, que ya no depende de la percepción de los hombres, sino que es uno y es verdadero en sí, aunque los hombres lo desconozcan o lo ignoren. En segundo lugar, Sócrates buscaba el Bien en sí mismo. En el orden moral se eleva desde lo meramente deseado hacia lo deseable como tal, aquello que es bueno en sí y por sí. (Pondré un ejemplo que aclare la objetividad con que Sócrates se enfrenta a los universales y al Bien: algunas culturas indias (los calatias) 15 practican el canibalismo de sus progenitores al morir estos; para un griego del s. V eso sería algo horrible, pues lo adecuado es quemar a los muertos. Aparentemente es muy distinto lo que hacen, pero en el fondo es lo mismo, ya que ambos intentan rendir respeto a sus padres. De hecho el escándalo nace en ambos porque creen que el otro no les está rindiendo el respeto merecido. De todo ello se desprende que tras las aparentes diferencias se encuentran los universales). El intelectualismo moral: para Sócrates, el mal es un cálculo erróneo de aquel que busca el bien. El bien es lo amable, por tanto, dirigirnos hacia aquello que por definición se odia, es tanto como no haberlo reconocido como malo. En definitiva, nadie hace el mal a sabiendas. Platón y Aristóteles constituyen un hito fundamental en la historia de la filosofía, de hecho, todo el pensamiento posterior se referirá de uno u otro modo a ellos, porque sistematizan dos formas enfrentadas de abordar la realidad: El idealismo o racionalismo (Platón) y el empirismo o realismo (Aristóteles). Estos pensadores desarrollan grandes sistemas que intentan dar explicación de todo: La realidad, el ser, el conocimiento, la naturaleza, la ética, la política, incluso la lógica (Aristóteles). Platón: Existen dos mundos distintos (Mito de la Caverna), el de las Ideas, que es el real y el que nosotros vivimos que es copia del anterior y que es un mundo de sombras. El conocimiento a través de los sentidos es engañoso, no nos sirve para llegar a la verdad, esta sólo se consigue a través de la razón que es la que “percibe” las ideas que pertenecen a ese mundo superior que sólo el alma (no el cuerpo) puede alcanzar. El ser humano es un compuesto de dos sustancias: Alma y cuerpo (Dualismo). Aristóteles: Baja las Ideas platónicas del lugar celeste. El “noús” es el topos ton eidon. (La mente es el lugar de las ideas). Sólo existe este mundo. La sustancia real es Hilemórfica: materia-forma. Las formas son las ideas que nosotros construimos a través de la abstracción. Por tanto nuestra razón conoce a través de la información de los sentidos. En el período helenístico, los distintos filósofos, también conocidos como Socráticos menores (frente a Platón), se dedican fundamentalmente al ámbito de la ética, su objeto es la búsqueda de la felicidad, que ya no se va a encontrar en la actividad política, en la participación en los asuntos de la polis, sino que sólo va a poder conseguirse a través de una vida tranquila (ataraxia o apathía), sin miedos o expectativas irracionales, viviendo en comunión con la 16 naturaleza, huyendo del dolor y de las frustraciones y constituyendo pequeñas sociedades de amigos, no en el tráfago de la polis y su gobierno (como pretendían Platón y Aristóteles). Son los epicúreos, estoicos y cínicos. Los epicúreos defienden, para conseguir el placer, una inteligente administración de placeres y dolores y la liberación del miedo al dolor, a la muerte y a los dioses, así conseguiremos la ataraxia (imperturbabilidad). Los estoicos piensan que tenemos que conocer nuestra naturaleza y acomodarnos a ella, porque el destino nos va a llevar inexorablemente a donde corresponda, por tanto, no nos opongamos a él, vivamos conforme sus dictados y alcanzaremos la apathía (ausencia de sufrimiento). Los cínicos piensan que debemos renunciar a las cadenas de la civilización que nos atan y no nos dejan vivir la vida naturalmente, nos generan necesidades que no son naturales y, por tanto, más difíciles de satisfacer. Época medieval. Es uno de los periodos más largos, abarcaría desde el s. IV al s. XIV. En esta época confluyen múltiples culturas y religiones: Cristianismo, judaísmo, islamismo, la herencia grecorromana. El tema esencial que se plantea la filosofía medieval es la relación entre razón y fe, entre filosofía y teología, ¿son ambas distintas caras de un mismo proceso de conocimiento?, ¿son, al menos, compatibles?, ¿nos llevan a la misma verdad?. Tres autores destacan sobre el resto: San Agustín, que es el máximo representante de la Patrística (nombre que se debe a los Santos Padres de la Iglesia, pensadores que se propusieron sentar la base de la interpretación de los Evangelios, al mismo tiempo que su difusión). Defiende el iluminismo, las ideas que tenemos son iluminación, luz que Dios pone directamente en nuestra mente. Por eso la razón humana es una continuación de la mente divina y no puede haber verdades distintas de las de la fe. Santo Tomás es el más grande representante de la Escolástica, elaboró las famosas cinco vías de acceso racional al conocimiento de la existencia de Dios. Para él no puede haber contradicción entre fe y razón, ya que la verdad es una y Dios no puede equivocarse, pero la razón es autónoma de la fe, por eso define la filosofía como ciencia de todas las cosas, en sus últimas causas, utilizando solo la luz natural de la razón humana. El tercero es Guillermo de Ockham, representa la crisis de la Escolástica y se le conoce como la puerta de entrada a la época moderna. Su teoría más destacada es el Nominalismo, que defiende que no existen ideas o conceptos universales, sólo individuos que se asemejan entre sí, en ese sentido los humanos utilizaríamos nombres para referirnos a esas agrupaciones, pero eso no significa que haya una esencia que compartan todos esos individuos. No hay que inventar términos para explicar la realidad, no 17 hay que multiplicar los entes sin necesidad (“Navaja de Ockham”). Para él, razón y fe están separadas, cada una tiene un objeto distinto, la razón no puede cuestionar las verdades de la fe, pero la fe no puede enmendar las verdades de la razón. Época moderna, que iría del s. XV al s. XVIII. Empieza con el Renacimiento, una vuelta a la cultura grecolatina y un claro auge del humanismo, se sustituye el teocentrismo de la época anterior por un antropocentrismo, la preocupación fundamental, el centro de nuestro conocimiento y nuestra actividad ya no va ser Dios, sino el propio hombre, reivindica, por tanto, la dignidad y el valor de la persona. Tienen lugar una serie de movimientos filosóficos muy interesantes, además del Humanismo (Erasmo de Rotterdam), desde el pensamiento utópico (Campanella, Tomás Moro) hasta el realismo político (Maquiavelo), desde una nueva concepción de la naturaleza (Roger Bacon) hasta la revolución científica (Copérnico, Galileo). En esta época se produce un gran desarrollo de las ciencias empíricas y por ello también un gran interés por determinar los límites del conocimiento, su origen, cómo se produce en realidad, qué es auténtico conocimiento, cómo llegar “de verdad” a la verdad. Nace el Racionalismo (Descartes), que apoya su filosofía en el conocimiento matemático, el problema del conocimiento es un problema de método y tendremos que encontrar, al menos, una primera verdad evidente sobre la que sustentar adecuadamente el edificio de nuestros conocimientos, las verdades son universales y necesarias y el conocimiento real se produce a través de la mente, no de los sentidos que pueden confundirnos. Esta primera verdad va a ser el famoso “pienso, luego existo”. Enfrentado a este movimiento se encuentra el Empirismo (Hume), para él el punto de partida del conocimiento es la experiencia sensible, conocemos a través de los sentidos, la mente sólo trabaja sobre la información que recibe de la percepción. El problema que se plantea es que si llevamos esta conclusión a sus últimas consecuencias, nos impide pronunciarnos sobre el futuro, puesto que es imposible tener experiencia de él. Lo mismo pasaría con los preceptos metafísicos o religiosos. Sin ser un movimiento estrictamente filosófico, pero, sin duda ninguna con una gran base filosófica, se produce la Ilustración, que es también un movimiento político, social cultural, literario… Su logro más importante es poner en el primer plano del pensamiento la reivindicación de la emancipación humana, la libertad, la tolerancia, la capacidad de progreso, la necesidad de una organización social nueva que tenga en el pueblo su referente. Loa máximos representantes serían Rousseau y Voltaire. Como superación, en cierto modo, del racionalismo y el empirismo, e imbuido por el espíritu 18 de la ilustración, surge el Criticismo de Kant, uno de los sistemas filosóficos más importantes de la historia. Su gran preocupación es investigar los límites del conocimiento humano y descubrir si la metafísica es un saber científico o no, se trataría de responder a la pregunta ¿qué podemos saber?, también se plantea cuál debe ser la norma que rija nuestro comportamiento, respondiendo a la pregunta ¿qué debemos hacer?, establece una ética basada en el deber que tiene como lema el “imperativo categórico”. Otras investigaciones lo llevan por el camino de la estética e, incluso, de la religión, intentando responder a una tercera pregunta ¿qué me cabe esperar?. El resumen de esas preguntas, en definitiva, sería la cuestión más importante: ¿Qué es el hombre?. Para cerrar esta época tenemos el Idealismo alemán (Hegel), que llega a plantear que todo lo que existe, todo lo real es racional, que la historia es progreso necesario y avanza la teoría de la dialéctica, que será posteriormente revisada por Marx, el avance del pensamiento a través del enfrentamiento entre tesis y antítesis, del que ha de salir la síntesis. Esta síntesis se convertiría de nuevo en tesis, a la que se le opondría una antítesis y así sucesivamente, por eso el progreso es real y necesario, no habría posibilidad de involución. Época contemporánea, que abarcaría desde el s. XIX hasta ahora. Es difícil una sistematización de esta época por la multitud de tendencias, de temas, de métodos, de intereses, de movimientos. Quizá pudiéramos decir que todos ellos tienen el hilo común de su talante crítico y su actitud de denuncia y de sospecha, pero, en definitiva, eso son actitudes consustanciales con la propia filosofía. Vamos a enumerar una serie de escuelas o movimientos filosóficos, dando una brevísima pincelada de su teoría y nombrando a sus cultivadores más importantes: Marxismo (Karl Marx), hace una interpretación materialista de la historia a la luz de la lucha de clases, la economía es la base de la historia, mientras que la ideología es un instrumento en manos del poder para doblegar a la mayoría trabajadora. La filosofía debe ser un instrumento de transformación de la realidad, no basta con su conocimiento. Vitalismo (Friedrich Nietzsche), destaca la importancia de lo irracional, de lo poético, que es lo auténticamente humano, la importancia de la vida, frente al conocimiento, frente a la ciencia, lo importante es vivir, no conocer, es una reivindicación de la libertar frente a las creencias, del nihilismo frente a fenómenos como la religión, por eso proclama “la muerte de Dios” y el nacimiento del superhombre. 19 Neopositivismo y Filosofía analítica (Wittgenstein, Russell, Carnap), no son exactamente lo mismo pero se han desarrollado conjuntamente, defendiendo la inexistencia de la metafísica, su falta de validez para el conocimiento, que debe ser empírico, lógico y experimental. La filosofía analítica, además, se centra en el análisis del lenguaje, de donde vienen las mayores confusiones y los grandes errores. Existencialismo (Sartre), proclama la importancia de nuestra existencia, condenados a la libertad de construirnos, creándonos con cada decisión que adoptamos (incluso si renunciamos a decidir). Reivindican la existencia frente a la esencia, la vida frente a la razón, la praxis frente a la teoría y la libertad frente al determinismo. Escuela de Frankfurt (Jürgen Habermas), se propone una reflexión crítica sobre la sociedad posindustrial, bajo la inspiración de la teoría marxista, pero revisando los conceptos clásicos de lucha de clases o propiedad de los medios de producción, revisan también la concepción de la dialéctica y apuestan por el diálogo, como instrumento de la razón y el entendimiento, criticando todo aquello que contribuye a la deshumanización de la sociedad contemporánea. Existen multitud de escuelas y movimientos más: personalismo, filosofía psicoanalítica, fenomenología, hermenéutica, estructuralismo, filosofía de la ciencia …, pero no nos vamos a detener en ellos en esta visión panorámica. 5.- Partes (ramas) de la filosofía. La filosofía es un saber de vocación universalista, se ocupa de toda la realidad, “de todas las cosas”, decía Santo Tomás, representa, como hemos visto en la época griega, el intento de establecer una interpretación racional del universo, de lo que existe, sea cual sea su existencia. Pero es cierto que con el paso del tiempo se han ido desarrollando distintas especializaciones, distintas ramas: Metafísica: Significa etimológicamente “más allá de la física”, a veces se la ha identificado con la propia filosofía, porque estudia “el ser”, “la realidad”, “lo que es”, es decir, las propiedades de todo lo que existe. Lógica: Etimológicamente procede de Logos (razón, palabra), se ocupa, como veremos en el tercer bloque de este curso, de los razonamientos correctos expresados con palabras, estudia la estructura, la forma, si están bien construidos y si son válidos. 20 Epistemología: (también se conoce como gnoseología). Etimológicamente viene de episteme y logos, por eso también la conocemos cono teoría del conocimiento. Se ocupa de investigar qué formas, qué tipos de conocimiento existen y cuáles son los límites que tiene nuestra razón. Ética: Se deriva de ethos (costumbre, carácter), tiene como objeto el estudio de los códigos morales, analiza las normas de comportamiento, su validez, su universalidad, su fundamentación, ¿son moralmente válidas todas las leyes que tenemos que cumplir?, ¿qué diferencia hay entre distintos tipos de leyes?. Estética: deriva del griego aisthesis (sensación, sensibilidad) y el sufijo –ika (relativo a). Analiza la naturaleza de, en qué consiste la belleza. Hoy se confunde con la teoría del arte, al ser este su objeto más claro de estudio. Además de estas partes clásicas de la filosofía, todas las ciencias sociales tienen una buena dosis de filosofía: Antropología, Sociología, Psicología. Además la filosofía se ocupa de la fundamentación de otras disciplinas, por lo que podemos hablar de filosofía del derecho, de la cultura, de la ciencia, del lenguaje, etc. 6.- CONCLUSIÓN.- ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? 1.- La sabiduría no debe ser considerada como una función “connatural” con la propia “esencia humana”, en el sentido metafísico del texto aristotélico: “todos los hombres tienden por naturaleza al saber”, porque la esencia humana es un concepto que desprendido de su marco histórico, es inoperante. La filosofía debe ser considerada como una forma cultural típica de “reactividad” ante otras formaciones previas –concretamente, ante otros saberes dados de antemano-. 2.- La filosofía es un trabajo con palabras, un trabajo lingüístico. Una filosofía sin palabras es, desde el punto de vista cultural, un concepto tan absurdo como el de una música silenciosa. Pero de aquí no se deduce que la filosofía consiste en ser un trabajo sobre palabras. Filosofía no es filología. Las palabras son el instrumento del trabajo filosófico, no su material exclusivo. La filosofía trabaja con palabras. Precisamente por ser la filosofía una forma de “trabajo verbal”, es posible utilizar la estructura misma de 21 su instrumento para determinar las distintas “especies” o tipos de concepciones de la filosofía. 3.- Un problema filosófico, cuando se formula desde una perspectiva crítica, cuando evitamos incurrir en formulaciones mitológicas o metafísicas, dejará de aparecernos como “la pregunta del hombre extraviado en un mundo lleno de enigmas” para configurársenos como una reacción intra-humana (social, histórica). Los problemas filosóficos no deberían ser formulados, como reacciones del hombre ante la naturaleza, sino más bien como reacciones de ajuste de categorías históricas y socialmente dadas con otras categorías impuestas por las relaciones con la naturaleza. Es decir, se trata de analizar las interpretaciones que se hacen, desde distintos campos del conocimiento, de todo lo que nos rodea, nos preocupa o nos ocupa a la luz de las siempre nuevas circunstancias que la evolución social e intelectual del conjunto de la humanidad va proporcionando. Las ideas de la conciencia vienen necesariamente recibidas del pasado, pero los materiales que tienen que trabar son siempre nuevos. Por ello, se da el caso de que la conciencia no es otra cosa sino el intento de pensar el presente con ideas pretéritas. Los grandes filósofos son aquellos que han vivido con mayor intensidad los desajustes de las ideas con las cuales estaban familiarizadas, y las nuevas situaciones que las ciencias o las experiencias iban planteando. Las ideas pretéritas van, así, rompiéndose en su “rozamiento” con otras ideas menos pretéritas, y con los estímulos del presente, y, por ello, la continuidad de la temática filosófica a lo largo de su desarrollo histórico, no tiene el sentido de la homogeneidad, sino de la transformación. 4.- El “todo” al que la filosofía se refiere no es un universo metafísico, ni un universo amorfo en sí, sino el universo histórico y práctico, es decir, en cuanto constituido por las demás especialidades culturales. Pero esto no significa que la filosofía proceda al margen del método científico, más bien se diría que la filosofía asume virtualmente los métodos de la ciencia. Ya en la distinción clásica entre “sapientia” y “scientia”, aquélla aparece como absorbiendo virtualmente a ésta. La pregunta ¿la filosofía es científica o no científica? es un tanto capciosa, pues quienes desean apartar a la filosofía del campo de las actividades “irracionales”, se ven implicados a defender la cientificidad de la filosofía, y quienes se impresionan por la diferencia de procedimientos y resultados entre la ciencia y la filosofía caen en el 22 peligro de dar a entender que consideran a la filosofía como acientífica en el sentido de poco rigurosa e irracional. La filosofía, pues, no es científica en el sentido de que no procede según la racionalidad científica abstracta, pero esto no significa que la filosofía no sea racional. Lo es desde la perspectiva del racionalismo filosófico, pero desde luego, este racionalismo filosófico no es en modo alguno un puro mimetismo (vacío) del racionalismo científico. La filosofía es razón, y razón crítica: es la misma razón científica si bien abriéndose camino por terrenos diferentes. Sus perspectivas son diferentes, porque sus tareas también lo son. 5.- La filosofía como paideia es una disciplina crítica, se sitúa precisamente en el momento en que los mecanismos de maduración y equilibrio de la conciencia individual deben comenzar a funcionar, a desprenderse de la “matriz social”, que es siempre una matriz mítica. Entendemos aquí la paideia como educación filosófica general, crítica, no como mero saber acumulativo. No puede entenderse que la misión que se le asigna a la filosofía como paideia, como colaboración a la edificación de la “conciencia individual”, sea algo así como una función intimista, psicológica; por el contrario, es una misión de altísima significación social y política. La conciencia que la filosofía trata de edificar es el juicio preparado para que los individuos convivan en el conflicto social. La filosofía mundana, en esta perspectiva, no es tanto una “doctrina” cuanto un método; es decir, la posesión de una disciplina crítico-lógica por el ciudadano, disciplina que le haga capaz de plantear el sentido de las cuestiones, estar consciente de sus propias limitaciones. La filosofía entonces, como paideia, la filosofía académica, es una institución social. Podría decirse que esto es cierto, pero que cada cual ya filosofa a su manera y que esta labor es “espontáneamente” ejercida por todos los individuos de una sociedad civilizada. -Filosofía “mundana”-. Sin duda esto es en parte verdad, pero la filosofía académica puede ayudar a acelerar y, en general, está instituida para promover el proceso espontáneo hacia la filosofía. 6.- Creo que la conclusión más acertada que se puede extraer de la exposición anterior es que los que pretenden reducir la filosofía, en base al concepto que se quiera (cientificidad, progreso, análisis 23 axiológico…) se equivocan, en el sentido de que quieren hacer de la filosofía una disciplina parcial más. La filosofía es omniabarcante del ser humano en todas sus proyecciones. Por ello aparte de que esa aspiración sea un dogma, como dice Hampshire, sería además la misma destrucción de la filosofía. No se avanza más lejos en filosofía con volver a la armonía y la estabilidad, a menos que pretendamos instaurar en filosofía un concepto de progreso científico que, a mi juicio, es un error. Precisamente la función de la filosofía en el conjunto de la cultura viene determinada por esa multitud de funciones que hacen de ella una organización totalizadora. 24