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EDUCADORES Y ARQUEROS No piense el lector, y sobre todo el que dedica su vida o parte de ella a la enseñanza, que esta nota los va a comparar con quienes ocupan el sufrido puesto de golero. Es cierto que habría muchas similitudes para explorar por ese lado, como la voz de la experiencia, que desde el fondo dirige y anima al cuadro, o la menos feliz imagen que propuso Jaime Roos: “Te mandan a la cancha sin preguntarte si querés jugar... Y por si fuera poco, de golero... Toda una vida tapando agujeros”. No es a esos arqueros que nos referiremos en este artículo, sino a los de arco y flecha... Así que borremos a Muslera o a Neuer de nuestra mente y concentrémonos en Robin Hood, o en el indio Tabaré (si queremos algo más nativo), en búsqueda de una reflexión para este mes en el que, con pocos días de diferencia, recordamos el día del maestro y el del estudiante. Ya he comentado, en otros artículos, que el hebreo en el que fue escrita buena parte de la Biblia es una lengua muy particular. La mayor parte de las palabras refieren a realidades concretas, que también son usadas cuando se quiere hablar de alguna idea abstracta. Eso es lo que pasa con el verbo enseñar. Para escribir y nombrar esta realidad, que es abstracta e inmaterial, los hebreos usaron (entre otras) una palabra muy particular: “horah”1, que quiere decir “lanzar”, y se usa especialmente para el acto de tirar las flechas. Claro, según el contexto es fácil distinguir cuando una frase se refiere a uno o a otro significado... Pero no deja de ser interesante que cada vez que un semita se refería a la enseñanza, la imagen que estaba de fondo era la del arquero tensando la cuerda... Entre todas las referencias al enseñar/tirar flechas que encontramos en la Biblia, hay dos muy especiales, que sirven para ilustrar esto. La primera trata de Bezalel, que podríamos decir que fue el primer artista plástico del pueblo elegido. Durante el camino por el desierto, Dios le hizo conocer a Moisés que había dado a este hombre de la tribu de Judá las condiciones necesarias para esculpir y pintar todo los objetos para el culto... Pero había algo más, que el autor bíblico nos cuenta con pocas palabras y de manera exquisita: “Dios puso además en su corazón el don de enseñar”2. Ya hemos comentado en otros artículos de esta sección cuál es el significado del “corazón” en la Biblia: más que el lugar de los sentimientos, se trata del centro de la persona, la dimensión desde donde nacen las decisiones, los pensamientos y afectos más profundos... Es allí, en el corazón de Bezalel (y en el de cada educador) donde Dios pone ese don, que nosotros llamamos vocación. Es esta una original y válida De la misma raíz es la importantísima palabra “Torah”, que tradicionalmente es traducida como “Ley”, pero que justamente tiene el significado más amplio de “enseñanza”. 2 Ex 35,34 1 aplicación de la afirmación de Don Bosco, “la educación es asunto del corazón”... ¡Primero que nada, es asunto del corazón del educador, donde Dios siembra dones particulares, y sobre todo, un llamado! La segunda imagen bíblica se ubica en el momento de la muerte del profeta Eliseo, que había sido un sabio guía para el rey y para todo el pueblo, especialmente para los más pobres3. Cuando estaba en su lecho de muerte, vino a visitarlo entre llantos el rey Joás. El anciano profeta decidió darle una última lección: le hizo tomar su arco y flechas, y tensar la cuerda... En un último esfuerzo, se levantó de la cama y puso sus manos sobre las del rey. Fueron hacia la ventana que miraba al oriente, y juntos dispararon en esa dirección... Una última lección, sin palabras, pero cargada de un fuerte simbolismo: siempre estarán las manos y el corazón de nuestros maestros en cada paso que damos, en cada flecha que lanzamos. P. Francisco Lezama sdb La historia de Eliseo se encuentre en 2Re, entre los capítulos 2 y 13. El relato de su muerte está en 2 Re 14,17 3