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Virus no identificado.
Tras la expansión del virus, Jorge era el líder de un grupo de sobrevivientes. Iban de pueblo en
pueblo buscando suministros, con el único objetivo de seguir vivos ante los hunter. Eran criaturas
que en su pasado habían sido humanos, pero en su nuevo estado era muy difícil de creer que
alguna vez pudieron ser civilizados. Contenían un virus, lo llamaban el “e3” que se había disipado
en todo Estados Unidos en un mes, en dos había conquistado México, en 3 todo américa. El
nombre “hunter” es sarcástico, estas criaturas (ciegas y sin olfato pero con un oído excepcional)
son incapaces de encontrar a alguien aunque lo tengan en frente suyo, con la condición de que
este esté inmóvil para no generar ruido alguno. Europa cerró las fronteras completamente
impidiendo el paso de cualquier avión, barco u objeto que pudiera contener el virus. No se
quisieron hacer cargo de averiguar una cura, pues tenían miedo de que el virus se expandiera a
Europa, Asia u Oceanía. Jorge consideraba a los hunters como personas enfermas, vivas, pero con
algún desorden que les impedía comunicarse y una necesidad voraz de comer personas. Se negaba
a matarlos o como él lo veía, a cometer homicidio.
Aunque el virus nunca fue estudiado oficialmente por alguna organización, a Jorge le llegaron
rumores de que el e3 podría morir en bajas temperaturas. Por esta razón pensó que lo mejor era ir
a Ushuaia junto a su grupo. Esta decisión era complicada, allí sería muy difícil sobrevivir. Tenían
que aprender a cazar para cuando los almacenes de comida se acabaran. Conseguir una fuente de
calor, o al menos tratar de crear una. Y lo peor de todo, cruzar por el medio del país en donde se
encuentra la cantidad más exorbitante de hunters. Millones de ellos que tendrían que enfrentar.
Mientras la decisión era tomada, surgió un conflicto. Damián, hermano de Jorge, y su padre se
negaba a ir allí por el peligro que representaba. Mientras que el resto del grupo (exceptuando los
niños, que no eran tomados en cuenta en estas conversaciones) se hallaba en total acuerdo. No
les gustaba la vida nómade, si aquello se podía considerar vida. Finalmente decidieron ir.-Sin
sacrificio no hay victoria- dijo Jorge al terminar la reunión.
Al día siguiente salieron en el viejo micro blindado.- Las paredes son viejas y guardan muchos
recuerdos- Le comentaba el papá de Jorge, Bob, a su sobrino. Él había conducido ese micro toda
su vida. El vehículo poseía armas, camas y comida. Todo lo que necesitaban estaba allí. En el tercer
día en una estación de servicio abandonada recargaron gasolina. Jorge estaba con su esposa e hijo
en el kiosco de la estación, cuando vio perturbado alrededor de 10 hunters por la ruta.
Rápidamente, ordenó que se entrara al micro lo más silenciosamente posible mientras él buscaba
más gente distribuida en el precinto que no haya notado la presencia de los recién llegados.
Cuando Jorge estaba caminando entre los autos abandonados, tropezó y se cortó la mejilla. La
sangre le corría hasta el mentón. El resto de los sobrevivientes bajaron del micro a ayudar, pero
era tarde: un hunter se encontraba encima de Jorge. Si no fuera por su hijo, John (quien tenía una
puntería perfecta) no hubiera sobrevivido. El niño tomó su arma, apuntó y logró matar al hunter
de un tiro en la cabeza. Todos notaron este acto como una señal de heroísmo, grandeza, pero para
Jorge que un niño de 13 años mate sin piedad a un enfermo de 30 años, era una atrocidad.
Cuando aniquilaron a todos los hunters Jorge dijo-los ojos del hunter brillaban al notar la sangre
que me corría por la barbilla- Había sido una escena traumática.
Al anochecer Jorge decidió ir a dar una vuelta, Bob lo detuvo y dijo -Esta noche los seres malignos
vagarán en libertad por el mundo ¿estás seguro de querer salir?- Le contestó con un gesto de
repugnancia y se fue. Los niños se enloquecieron ya que un perro aulló toda la noche. Los adultos
se estresaron ante la desaparición de su líder. Nadie supo nada de él hasta a la mañana siguiente,
se encontró su cadáver colgado al poste de luz con un cartel que decía “no viviré en un mundo que
los monstros viven matándose entre si”
Nahuel Herrera y Santiago Leguizamon