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MODELO EDUCATIVO BASADO EN COMPETENCIAS
Jorge León Salinas (2010)[1].
"nada gana la sociedad con competentes inhumanos y con
humanos incompetentes".
La sociedad mexicana actual, como conjunto de seres humanos
organizados en instituciones dinámicas, está determinada por un sistema
capitalista de producción; situación que propicia cambios continuos en los
procesos sociales y en la consecuente generación de problemas, demandas
o necesidades que la conducen al surgimiento de nuevos paradigmas o bien
a la modernización de los sistemas ya existentes.
México vive una etapa de globalización, en donde el cambio en los procesos
de producción y comercio afecta a los sistemas educativos y de
capacitación de los recursos humanos, el reto es lograr la adaptación y
adecuación a las necesidades de cambio y vincular la educación con las
transformaciones de la estructura productiva y las necesidades de
desempeño de la enfermería tanto en el mundo actual como en un futuro.
La educación basada en competencias es quizá una de las más
prometedoras alternativas; es decir, ofrece al educando un perfil muy
concreto de actitudes y habilidades que le permiten ser capaz de hacer
algo, un algo a la vez preciso, relevante socialmente y útil para el
desenvolvimiento personal.
Este modelo busca formar profesionales de la enfermería con sustento en
los postulados pedagógicos de la UNESCO para brindar todas las
oportunidades al educando en el desarrollo del saber (conocimientos), saber
hacer (habilidades) y saber ser y convivir (valores-actitudes); lo que implica
una educación para la vida, para la democracia, para la convivencia social y
la consolidación axiológica.
El propósito de este artículo es dar a conocer a la comunidad de enfermería
en los ámbitos docente y asistencial, el modelo de educación basado en
competencias para la formación de licenciados en enfermería que
actualmente se aplica en la escuela de Enfermería del Instituto Mexicano
del Seguro Social en Guadalajara, Jalisco, a fin de que sea útil como marco
de referencia y que contribuya en la identificación y estandarización de
competencias en la profesión de enfermería.
La terminología que se emplea está en relación a las competencias
profesionales; así, una competencia es el conjunto de capacidades
profesionales adquiridas para realizar consistentemente funciones y tareas
inherentes al campo de acción específico de la enfermería —respuestas
humanas a la salud y enfermedad— y al de colaboración (respuestas
fisiopatológicas como resultado de la enfermedad).
Las funciones y tareas se pueden agrupar en áreas de competencia,
(corresponden a un mismo género de trabajo) cada disciplina determina sus
áreas de competencia, en esta escuela se trabaja en torno a tres áreas de
competencia: cuidar, educar e investigar. Asimismo el desempeño laboral
que una persona es capaz de lograr bajo determinadas condiciones es el
nivel de competencia —novato, principiante y competente
—. Los niveles de competencia que se emplean en esta escuela en dos
momentos son para evaluar al alumno con relación a su aprendizaje en el
ciclo escolar correspondiente y para determinar su avance en el plan de
estudios.
Con respecto a la palabra competencia también se emplea el término
unidad de competencia, para aquella función integrada por un conjunto de
elementos de competencia. El perfil de egreso se alcanza una vez que el
alumno cumpla satisfactoriamente con trece unidades de la misma
competencia que incluyen el cuidar, el educar y el investigar. Por último, la
parte que expresa lo que una persona debe
ser capaz de hacer en forma específica se denomina elemento de
competencia; cada ciclo escolar tiene los fundamentos de competencia
correspondientes al cuidar, educar e investigar. El perfil de egreso es el
fruto de la participación social y del análisis técnico que permite identificar el
modo de ser, actuar y pensar del estudiante. Constituyendo el punto de
partida
para guiar el proceso educativo, proponer la estructura académicaadministrativa y seleccionar las estrategias de evaluación. En cuanto a la
misión, ésta representa la razón de ser y la función sustantiva de la
organización y de la disciplina que se desempeña en un campo de acción y
de práctica profesional que le es propio y específico.
En la misión de la escuela se incluyen estos aspectos además de señalar
los beneficios que pretende lograr en la sociedad. Se entiende por currículo
al conjunto de estudios y prácticas destinadas a que el alumno desarrolle
plenamente sus habilidades, de tal forma que logre las competencias
inherentes a la profesión de enf
La educación basada en competencias.
En el proyecto DeSeCo (Definition and Selection of Competencies) de la
OCDE, encargado de definir y seleccionar las competencias consideradas
esenciales para la vida de las personas y el buen funcionamiento de la
sociedad, se define el término competencia como “Capacidad de responder
a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada.
Supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos,
motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes
sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr
una acción eficaz”[4]
Para definir una competencia como básica, se tienen que dar las siguientes
Condiciones:
• Que contribuya a obtener resultados de alto valor personal y social.
• Que sean aplicables a un amplio abanico de contextos y ámbitos
relevantes.
• Que sean beneficiosas para la totalidad de la población para superar
con éxito las exigencias complejas independientemente del sexo, condición
social, cultural y entorno familiar.
Rasgos que definen una competencia:
Constituye un "saber hacer". Incluye un saber, pero que se aplica. "Saber
hacer" susceptible de adecuarse a diversidad de contextos. Carácter
integrador, de modo que cada competencia abarca conocimientos,
procedimientos y actitudes.
Competencia básica:
Capacidad de poner en práctica de forma integrada, conocimientos,
habilidades, actitudes para resolver problemas y situaciones.
Básica: debe estar al alcance de todos los sujetos implicados, es decir, de
todo el alumnado de escolaridad obligatoria.
Características: se trata de capacidades más que de simples contenidos.
Tienen un carácter interdisciplinar. Han de permitir comprender y actuar
responsablemente en la realidad de la vida cotidiana.
Sin embargo, el concepto de competencias en educación es algo con unos
límites muy borrosos que pueden ser utilizados para muchos fines,
cualitativamente muy diferentes. Lógicamente, la traducción a la práctica
será diferente. Así, desde un modelo escolar más tradicional, academicista
y conservador, se enfocarían hacia competencias-destrezas. Desde un
modelo de aprendizaje crítico habría que hablar de competencias
personales y acción colectiva (aunque incluya las habilidades técnicoprácticas como herramienta).
No es igual, por tanto, hablar de competencias generales que de
competencias a nivel más concreto y/o inmediato. Lo primero se acerca más
a la idea de capacidad demostrada (aunque sea una mezcla de ellas),
puede usarse para una formación más integral y supone menor problema de
orientación hacia los intereses de las grandes corporaciones económicas
(para diferenciar capacidad de competencia, podríamos pensar que la
primera es un desarrollo más de dentro hacia afuera y la segunda de fuera
hacia adentro). Por ejemplo la competencia comunicativa que puede
desarrollarse en todos los campos de la vida y bajo el prisma de cualquier
interés, es algo que le interesa tener a la persona independientemente de
los intereses que la promuevan. En cambio, si hablamos de competencias
definidas de forma más concreta, estaremos refiriéndonos a intereses más
definidos en los que ya no está tan claro que puedan aplicarse a cualquier
campo y ámbito de vida (al menos con la orientación dada). [5]
Necesidad empresarial y profesional del modelo
La idea del trabajo educativo por competencias viene de antiguo. El
concepto de competencia ya se utilizaba desde el campo de la psicología,
de la lingüística y de las teorías de la comunicación. En 1957 Chomsky
define el término competencia como "capacidades y disposiciones para la
interpretación y la actuación". Posteriormente, fue “re-definido” desde la
formación empresarial, tratando de usar sus posibilidades a favor del interés
de la empresa (como ocurrió también con la formación de la inteligencia
emocional).[6] A diferencia del concepto de competencia, entendida como la
capacidad creativa del ser humano, la idea de competencia en el mundo
empresarial está íntimamente ligada a la eficacia y la rentabilidad
productiva. Es decir, se trata de definir y adquirir destrezas y saberes que
hagan a las empresas competitivas. Habría que indagar y debatir más,
acerca de qué significa ese uso (interés individual sobre el colectivo,
utilización de éste...). No obstante, queda claro que de un interés por la
persona y el bien colectivo sepasa a una interpretación que prima el interés
privado y competitivo.
Una definición basada en competencias, es aquella “que incluye el conjunto
de propuestas de lo que hoy en día se denomina una educación integral”.
Ahora son denominados competencias lo que antes eran llamados objetivos
educativos, ya que se quiere destacar los elementos genéricos e
integradores que tienen las primeras y que superan las deficiencias de estos
últimos. Esta postura se manifiesta en el siguiente ejemplo: “Tipo de
expresión que hace posible colaborar y participar en el desarrollo de tareas
enfocadas a la maduración del individuo y la ejecución de diversos papeles
que tienen que desempeñar en la vida, como aprendiz, como productor de
bienes y servicios, como consumidor y como integrante de unidades
sociales”. [7]
Resaltan las competencias genéricas, en las cuales incluyen al
procesamiento de la información, la computación y la comunicación
(Álvarez, 1994:22-23). Como puede observarse, el acento de las
definiciones es integrar los propósitos educativos desde una perspectiva
académica y no laboral.
La segunda postura se refiere a la formación para y en el trabajo; esto es,
las competencias propiamente laborales y profesionales (en las que nos
centraremos), pues es la acepción más aceptada al discutirse sobre el
tema. Cabe destacar que de sus principales atributos, se retomará
básicamente lo propuesto por las experiencias internacionales sobre la
educación basada en competencias, por el amplio espectro que maneja
sobre el particular.
“La educación basada en competencias es una modalidad educativa que
permite formar al educando a partir de normas de competencia laboral o
profesional obtenidas de los requerimientos del sector productivo y de
servicios. Su metodología de enseñanza hace hincapié en el saber hacer y
utiliza una organización e infraestructura similares a las del ámbito laboral
para desplegar dichas competencias (Colmena y Sánchez, 1995; Fletcher,
1994; Gonczi y Athanasu, 1996; Malpica, 1996; Martens, 1996; Saluja, 1996
y Valls, 1993)”.[8]
La competencia entendida de esta forma tiene cinco características
esenciales: la primera de ellas está centrada en desempeños y la segunda
resalta la importancia de las situaciones o contextos donde éstos son
relevantes o útiles. Es oportuno mencionar que el desempeño es la
expresión concreta de los recursos puestos en juego por una persona
cuando lleva a cabo una actividad, esto es, el individuo no solo dispone de
un bagaje de habilidades y conocimientos, sino que debe ser capaz de
utilizarlas de acuerdo con las condiciones o demandas del medio que le
rodea. Un tercer componente nos indica que la competencia está
compuesta de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes.
El cuarto elemento de la competencia, tiene que ver con un orden y
jerarquía, donde las personas avanzan de un nivel de novatos a expertas.
La última característica de la competencia es que esta se deriva de normas,
las cuales son elaboradas de acuerdo con las prescripciones y
requerimientos de los sectores laborales y profesionales.[9]
Así una norma o regla técnica de competencia laboral “es el conjunto de
conocimientos, habilidades y destrezas que son aplicados al desempeño de
una función productiva a partir de los requerimientos de calidad esperados
por el sector productivo” [10]
De ahí que algunas de las causas que propiciaron el surgimiento de la
educación basada en competencias; sea una respuesta al problema de la
falta de relevancia en la educación; o el deseo de vincular más
estrechamente el ámbito laboral y el educativo dada la insatisfacción
respecto de los resultados obtenidos por las instituciones educativas, al no
lograr que lo aprendido por sus egresados en general les permita un
adecuado desempeño laboral. Como vemos la educación basada en
competencias tiene que responder a los “requerimientos del mercado
laboral”, pues este define lo que el alumno debe aprender y éstos
“requerimientos del mercado” se formalizan en las reglas de competencia
laboral, que a su vez se convierten en las metas de la enseñanza.
De lo que se trata a fin de cuentas, es de satisfacer las exigencias de capital
humano de las empresas e instituciones para evitar desperdicios de los
recursos humanos y gastos financieros derivados de tener que reentrenar a
las personas por carecer de los medios necesarios para desempeñar
eficazmente un puesto laboral, o por contar con una formación diferente a la
solicitada.
Otro de los factores que impulsan los cambios en el mundo laboral tiene que
ver con las exigencias para incrementar permanentemente la productividad
y obtener además productos y servicios de alta calidad que compitan
conposibilidades en mercados muy disputados.
Sin embargo, habría que tener mucho cuidado, ya que una educación
basada y reducida sólo en competencias limitaría seriamente sus
posibilidades como elección educativa conforme con los tiempos actuales,
en virtud de que muchos de sus desarrollos son simplistas e incapaces de
abordar un mundo tan complejo como el que estamos viviendo. Si bien es
cierto que las competencias movilizan recursos con los que el sujeto cuenta,
pero no se reducen a ellos. No se puede defender un planteamiento
educativo basado en unas competencias desarrolladas a partir de las
demandas económicas y empresariales. Esto tergiversaría e impediría
caminar hacia una finalidad educativa inclusiva, integral, y pensada para
formar una ciudadanía crítica y solidaria.
Al hablar de educación, en nuestro modelo, por el contrario, estamos
hablando de un bien social general, como la educación básica que debe
preparar para desarrollarse como persona en sociedad y procurar la
igualdad de condiciones.
En realidad, el sesgo y la influencia que pretenden los grandes intereses
económicos en la educación general se dan al margen de que exista un
desarrollo por competencias o no, como ya se iba evidenciando en los
últimos cambios educativos. Tiene más que ver con la finalidad que se le dé
a la educación: en base a unos intereses particulares o al interés general.
En este sentido, es necesario pensar en sí, a pesar de todo, es una “vía de
sentido único” la que sigue el planteamiento por competencias. Existen
definiciones y conceptos muy diferentes dentro de ese campo, a veces
bastante confusos e, incluso, contradictorios. Esto hace pensar que se
esconden finalidades muy diferentes y que es muy importante la forma en
que se definan, se desarrollen y se incorporen (o no) al trabajo de los
centros.
Desde un planteamiento general, existen una serie de peligros, a señalar,
en la incorporación de competencias en los nuevos modelos educativos:
Es importante saber en qué se apoyan para su desarrollo. Dependiendo del
tipo de competencias que se seleccionen, de cómo se definan (en tanto a
saberes, formas de hacer, contextos y ámbitos en y para los que se ha de
capacitar), cuáles se primen o cuáles ni siquiera se formulen, etc., puede
que signifique romper con lo que existe pero para encaminarse hacia un
sistema de refuerzo de la sociedad competitiva e individualista que hay
hasta ahora. De ganar en perfección en el apoyo a los intereses que hoy
dominan una sociedad injusta.
¿Habría, pues, que olvidarse de llevar un planteamiento de competencias
adelante? Quizá eso podría suponer mantener el sistema educativo actual
con la desigualdad que conlleva y apoyar a los grupos de intereses sociales
y económicos más “añejos” de este Estado. Asumirlas de una forma acrítica
puede suponer avalar los intereses de los grupos sociales, económicos y de
poder más “innovadores” pero que desean perpetuar y consagrar la
desigualdad como la situación natural.
El auge, desde los años 90, de modelos educativos basados en
competencias aparece como respuesta a las demandas que la sociedad
hace a la escuela para que forme ciudadanos y ciudadanas capaces de
integrarse con éxito en la sociedad actual y responder a sus necesidades
empresariales y económicas. La educación se vuelve, así, aún más
dependiente de las demandas de un tipo de sistema social y económico
determinado. Al término “competencia en educación” se le atribuyen
muchos significados que generan confusión, al no quedar claro cómo se
concibe la competencia y qué diferencias existen con un desarrollo basado
en capacidades y habilidades. En este sentido nos podemos encontrar con
frecuencia que palabras como capacidad, habilidad y competencia
funcionan como sinónimos. Sin embargo, en otras ocasiones, entre estos
conceptos existe una relación pero no una equivalencia.
Por otro lado, a pesar de las múltiples acepciones que conlleva el término
de competencia, es innegable que las propuestas que se están haciendo a
nivel internacional tienen una clara imposición de las demandas económicas
y de mercado de los sistemas socio-económicos capitalista sobre los fines
de la educación. Competencia tiene que ver con tres acepciones:
Capacidad, Competitividad e Incumbencia:
Capacidad o aptitud del individuo para hacer algo. Una persona es
competente cuando es capaz de entender y resolver un problema o
situación que se le plantea. Tiene que ver con características del propio
individuo y con sus experiencias previas e historia personal.
Competitividad entendida como capacidad de la persona no sólo para
enfrentarse con éxito a nuevos aprendizajes, situaciones o problemas sino
de hacerlo con más eficacia que otras. Esto implica la capacidad de la
persona por hacer valer sus formas de pensar y actuar en la comunidad y
de demostrar que están más preparadas que el resto.
Incumbencia referida a la relación que la persona establece con la realidad
y su entorno. Es decir, el grado de interés, participación y sentimiento que le
genera la realidad en la que se desenvuelve. Desde esta perspectiva la
persona puede juzgar que un hecho presente o futuro, le compete o no,
suscita o no su interés, puede afectarle o no. Nos encontramos ante tres
aspectos del término competencia que, si bien no son excluyentes entre sí,
pueden condicionar, dependiendo qué tipo de concepto es el que
predomina, las finalidades de la educación en cuanto a formar un
determinado perfil de persona y de sociedad.
Cuando las reformas educativas surgen no como respuesta a los problemas
sociales sino, casi en exclusividad, atendiendo las demandas económicas y
laborales de la sociedad actual es fácil suponer que el concepto que prima
es el de competitividad.
Otro problema es la forma en que eso se trasvasa a una enseñanza general
y obligatoria y las consecuencias que eso puede acarrear, no sólo en el
contenido, sino en la estructura del mismo. Por ejemplo, habría que ver si se
crean itinerarios, currículos diferenciados, salidas especiales, etc.,
pensando sólo en la formación “profesionalizadora” (que incluye la
continuación o no de estudios).
Propuestas de aplicación del “modelo de competencias para una ciudadanía
crítica”
El desarrollo de la educación por competencias tiene unos peligros
evidentes, en especial por la utilización que se ha hecho de este modelo.
¿Cómo se llegan a discernir los pasos y los mecanismos que acaban
haciendo de las competencias una estructura interesada y no sólo
educativa, y cómo se contrarresta eso? ¿Es posible hacerlo?
Por otro lado, si partimos de la necesidad de que la educación debe actuar
en la sociedad, el desarrollo de la educación por competencias tiene de
positivo que sí pretende formar para la sociedad en que se vive. La
competencia es el desarrollo más “pegado” a situaciones prácticas. Eso
puede hacer mucho más fácil la relación con el mundo real. El plantear un
desarrollo global desde el principio, con posibilidad de proponer situaciones
adaptadas al desarrollo y la edad y con posibilidad de centrarse en sus
intereses, el inconveniente es que se pretenda empobrecer a las personas,
que traten sólo de buscar el éxito personal.
La selección de situaciones prácticas en las que la persona se deberá
desenvolver y la utilización posterior de los fines que se tratan de alcanzar.
El educar a personas para que “sirvan” a un sistema liberal y competitivo en
el que existan unas personas líderes de empresa (o administraciones
gestionadas como empresas) y, por otro lado, otras personas operarias que
puedan, “dócilmente”, cambiar de puesto de trabajo con facilidad,
dependiendo del interés económico del momento.
Si las competencias deforman los fines hacia “el éxito personal” y están
relacionadas con la resolución de diferentes situaciones, ¿no tendrán
mejores opciones los grupos sociales más familiarizados con una amplia
gama de vivencias (en general personas que proceden de un mundo con
“más posibilidades”).
El aprendizaje por competencias en México está sirviendo a los intereses de
los grandes capitales pues difícilmente, el grueso de nuestra población,
poco estimulada culturalmente, mal alimentada y que constantemente tiene
que enfrentarse al desempleo y subempleo que prevalece en este país, si
está cumpliendo a los intereses para los que fue implementada: seres
acríticos, poco reflexivos, poco analíticos y alienados ¿qué más pueden
pedir los grupos oligárquicos para sostenerse?
Una cosa es estar a la vanguardia de los cambios y otra, avanzar por
avanzar sin saber en dirección de qué intereses estamos avanzando. A
veces los más "vanguardistas", sin saber o asumir críticamente la
racionalidad que rige los cambios por los que abogan, trabajan a favor de
intereseses que en su decir, critican. No puede ser que un profesor no sepa
para los intereseses de quién trabaja.
----------------------[1] Profesor de filosofía en el Colegio de Bachilleres (Plantel: O1 “El
Rosario”) y Colegio de Ciencias y Humanidades (Plantel: O1
“Azcapotzalco”).
[2] 1 Organización para la cooperación y el Desarrollo.
[3] 2 http://impreso.milenio.com/no de /8093039.
[4] http://www.concejoeducativo.or/
[5] Tal sería el caso del “espíritu emprendedor”, que aparece en la
competencias europeas, que suele ligarse a la iniciativa económica
capitalista (si alguien lo quiere aplicar de otra forma ahora, deberá
redefinirlo).
[6] http://www.conse