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Pontificia Universidad Católica Argentina
Santa María de los Buenos Aires
FACULTAD DE TEOLOGIA
HISTORIA DE LA IGLESIA I
(Antigüedad Cristiana)
Año 2010
Pbro. Lic. Ernesto Salvia
UNIDAD I: LA HISTORIA DE LA IGLESIA
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Objeto de la Historia de la Iglesia.
La Historia de la Iglesia como disciplina teológica.
La H I1 y la labor teológica.
El método histórico y las fuentes. Los archivos eclesiásticos
Ciencias auxiliares.
Estudio de la Historia de la Iglesia a través de los siglos.
Periodificación de Historia de la Iglesia.
Fuentes, bibliografía y recursos para su estudio.
En este primer curso de Historia de la Iglesia que se dicta en el bachillerato en
Teología, pareció necesaria una unidad introductoria que defina el estatuto científico de
nuestra materia. Es decir, indagar sobre su objeto, su método, cuales son sus fuentes. Muy
importante también es la motivación para su estudio, en el conjunto de materias del
bachillerato en teología.
Desde la segunda unidad ingresamos de lleno en el primer curso, de la Historia de
la Iglesia, la antigüedad cristiana.
1. - OBJETO:
Estudiamos a la Iglesia en su devenir espacio-temporal, y por ello es objeto del
estudio de la historia. Al mismo tiempo, es parte de la teología ya que la abordamos
desde la mirada de a fe.
1
En adelante HI = Historia de la Iglesia
La Historia de la Iglesia, no existe separada de las coordenadas que condicionan la
vida del hombre, (espacio, tiempo, pensamiento), ni librada a su propia suerte, ya que en
ella interviene la acción poderosa y misteriosa de Dios y su providencia.
1.1. Historia ciencia humana:
Si repasamos un poco nuestros conocimientos, distinguimos que, en sentido amplio
que en sentido amplio, el objeto de la historia, consiste en indagar y estudiar el pasado
del hombre gracias a las fuentes y testimonios que nos legó. Pero hilando un poco más
fino, deberíamos especificar un poco más us campo de estudio, ya que la historia
propiamente dicha comienza cuando tenemos los primeros testimonios escritos. De allí
que un breve y conciso concepto de historia en el estricto sentido de la palabra demuestra
que es la ciencia que estudia e indaga el pasado del hombre, gracias a los documentos
escritos.
La historia no la entendemos como simple cronología o suma de hechos antiguos,
sino más bien un traer el pasado hasta el presente, ayudados por el estudio de las líneas de
pensamiento y sus fuentes inspiradoras, los condicionamientos propios de cada época, que
nos presentan los testimonios, con especial interés en los testimonios escritos.
Ahondar en la historia pues, es estudiar al hombre en su pluriforme gama de
aspectos y matices que van condicionando su caminar en un tiempo y lugar, en una cultura
determinada.
1.2. La Iglesia objeto de la historia:
Comparada con la historia del universo o con de la tierra, la historia del hombre
ocupa una mínima parte, sin embargo ¡cuánto más podemos conocer del pasado del
hombre gracias a las fuentes escritas!.
El lapso es muchísimo más corto si “medimos” el tiempo vivido por la Iglesia,
apenas un poco más de 2000 años. No obstante, ¡cuánto contenido y mensaje tienen para
nosotros los cristianos el acontecimiento redentor de Cristo, su muerte y resurrección,
desde la cual se entiende y ha de interpretarse toda la vida del hombre y de los hombres2.
Desde la perspectiva histórica podemos entonces estudiar a la Iglesia en su devenir
porque ella también comparte el tiempo. Desde este punto de vista, podemos decir que es
una sociedad visible, cuyos miembros son hombres y mujeres que conforman una
comunidad, objeto de la ciencia histórica.
En síntesis la Iglesia puede ser estudiada por la historia por el hecho de que su
fundador, Jesucristo, verdadero Dios, se hizo hombre, se encarnó en la historia de los
hombres, “nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la
ley...” (Gál. 4,4).
No perdamos de vista tampoco la herencia que recibió la Iglesia, del pueblo
elegido, “el pueblo de Dios” relatada en el Antiguo Testamento, la historia de Israel se
hace necesaria para conocer el origen de la Iglesia, “el nuevo pueblo de Dios” o bien, “el
Israel de Dios”.
1.3. Perspectiva teológica de la Historia:
2 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Gaudium et Spes, 22.
Pero a su vez, para nosotros los cristianos, estudiar la historia no significa
solamente indagar e investigar el pasado desde un ámbito inmanente, sino que,
simultáneamente reconocemos la perspectiva teológica, es decir, la intervención de Dios
en la historia de los hombres, que obra misteriosamente en la humanidad, proceso al que
llamamos economía salvífica.
Desde la perspectiva evangélica podemos describir la realidad de la historia
tomando, la parábola del trigo y la cizaña:
“El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su
campo, pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del
trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no
habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?.
El les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". Los peones replicaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?". "No, les dijo el dueño, porque al arrancar la
cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos
hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y
átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero", (Mt.
13,24-30).
Y en este sentido el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:
"toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los
medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se
revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el pecado y se une con
ellos".3
Es que desde esta acción conjunta, podemos captar el misterio de la Encarnación
en la historia, es decir el contraste entre Dios y el hombre.
El plan salvífico de Dios hacia el hombre se da en la historia, en categorías espacio
temporales. Por eso decimos que Historia de la Iglesia es historia de la salvación, pues en
ella nos topamos a cada instante en nuestra investigación, con la coexistencia de lo divino
y lo humano. De allí que muchas veces en el estudio, aparecen junto con el trigo, también
la cizaña; junto con la santidad aparecerá también el pecado y la infidelidad.
Así, a la luz de la revelación, decía el historiador Henry Marrou, podemos ver toda
la historia de la humanidad desplegada como en un tríptico. En el panel central se
encuentra el acontecimiento de la Encarnación, desde el cual se lee toda la historia: desde
el misterio de Cristo. En el de la izquierda está representado el tiempo de preparación a
Cristo, que abarca las culturas paganas y el AT4 y en el panel de la derecha se encuentran
los “últimos tiempos” panel aún inacabado hasta la parusía5. Captar la tensión por un lado
contrastante y por otra misteriosa de la contingencia humana, será la preocupación de la
indagación histórica del pasado eclesial. Se trata pues de una mirada teológico-histórica,
como afirman nuestros teólogos argentinos en vísperas de la IIIª Conferencia del CELAM
3 Cf. CEC, 234.
4 Desde Justino, Clemente de Alejandría y Eusebio de Cesarea hasta los autores modernos piensan en las
numerosas y variadas maneras cómo Dios fue preparando la venida del Salvador desde las culturas
paganas, como “semillas del Verbo” expresadas por Justino.
5 Marrou, H.-I ,Teología de la historia, Madrid 1978.
en Puebla, donde, la noción de tiempo que se maneja (tiempo real e histórico), no debe
excluir, la acción de la providencia divina sobre ese tiempo, aspecto, -decían-, que escapa a
lo estrictamente historiográfico para ubicarse en el horizonte de la teología de la historia.
Es una consideración del tiempo que podríamos llamar “creyente”. El tiempo sobre el que
se reflexiona no es el tiempo sin más un tiempo profano, sino que es el “tiempo de la
Iglesia”, es “tiempo de misión” es aquel que transcurre y se realiza la historia de la
evangelización.6
De allí que para una correcta compresión del objeto de la Historia de la Iglesia sea
necesario tener clara concepción del término, Iglesia.
Desde muy temprano el pensamiento cristiano, reflexionó sobre el lugar de la
Iglesia en la historia, elaborando de alguna manera una teología de la historia. Entre los
más destacados aparece San Agustín quien en La Ciudad de Dios afirma que a la historia
hay que pensarla desde la misma realidad del hombre, (cuerpo y alma), con luces y con
sombras, en continua tensión entre el bien y el mal. El hombre, -dice-, mientras camina
por la vida se encuentra entre dos fuerzas que se contraponen, la ciudad de Dios y la ciudad
terrena, esas mismas fuerzas se juegan y contraponen en la misma Iglesia.
En su camino a través de la historia encontramos en ella el pecado y la gracia; la
fidelidad y la traición; los retrocesos y los pasos adelante, la estudiamos también
perseguida, libre o instalada, etc.
Después de Agustín, la reflexión filosófica y teológica sobre el misterio de la
historia, continuó su desarrollo tanto en oriente como en occidente. Derivadas del
platonismo, otras escatologistas, los siempre presentes milenarismos, las derivadas de la
interpretación trinitaria de Joaquín de Fiore7, o bien, las lecturas inmanentistas de la
historia, derivadas del iluminismo del s. XVIII8.
Lortz en su conocida Historia de la Iglesia decía que "La Iglesia ha de traer la
redención a la humanidad. Por eso siente la tentación de buscar su realización definitiva en
la historia, identificándola con el triunfo de la Iglesia. Escritores más celosos y objetivos
han pretendido una y otra vez descubrir y describir semejante triunfo. Sin embargo, la
historia analizada sin pasión nos remite espontáneamente a la auténtica profecía del
Evangelio: en este mundo jamás habrá una victoria definitiva,” (Cfr. Jn 14,17; 15,18;
16,20; 18,36) 9.
La constitución dogmática Lumen Gentium del Vaticano II nos brinda el punto de
partida de nuestras reflexiones10. En el nº 8, se nos presenta a la Iglesia, en su dimensión
divina y humana, no divididas y que forman un todo dentro del plan de Dios.
"Cristo, Mediador único, estableció su Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza
y de caridad en este mundo como una trabazón visible, y la mantiene
6 ENCUENTRO DE REFLEXIÓN TEOLÓGICO PASTORAL, Buenos Aires, 1977, en Presente y futuro de la
Iglesia en Argentina. Homenaje a Lucio Gera, Buenos Aires, 1997, 212.
7 Joaquín de Fiore, (1135-1202), abad cisterciense y teólogo calabrés, enseña que la historia se divide en
tres edades, la del Padre (creación y AT), la del Hijo (vida del Jesús histórico, el NT y cuarenta
generaciones de 30 años cada una), seguía la última, la del Espíritu, que para él era inminente, y en la que
los protagonistas de este nuevo eón son los monjes, que encarnan el ideal de perfección en desmedro de
los otros estados (sacerdocio, laicado). Estas doctrinas tuvieron sus seguidores que llegaron a radicalizar
aún más algunos puntos de la doctrina de Fiore, los joaquinistas, durante la discusión sobre el
evangelismo, los fratricelli, hermanos del libre espíritu, que fueron condenados como heréticos en años
sucesivos.
8 Cfr. Los escritos de Voltaire, Rousseau, Turgot y Condorcet.
9 LORTZ, J. La historia de la Iglesia, en la perspectiva de la historia del pensamiento.
Madrid, Cristiandad, 1982, 37
10 Remitamos nuestra atención a la constitución dogmática LG, 1-9.
constantemente, por la cual comunica a todos la verdad y la gracia. Pero la sociedad
dotada de órganos jerárquicos, y el cuerpo místico de Cristo, reunión visible y
comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia dotada de bienes celestiales, no
han de considerarse como dos cosas, porque forman una realidad compleja,
constituida por un elemento humano y otro divino.
Por esta profunda analogía se asimila al Misterio del Verbo encarnado. Pues como
la naturaleza asumida sirve al Verbo divino como órgano de salvación a El
indisolublemente unido, de forma semejante a la unión social de la Iglesia sirve al
Espíritu de Cristo, que la vivifica, para el incremento del cuerpo (cf. Ef., 4,16).
Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa,
católica y apostólica, la que nuestro Salvador entregó después de su resurrección a
Pedro para que la apacentara (Jn., 24,17), confiándole a él y a los demás apóstoles
su difusión y gobierno (cf. Mt., 28,18), y la erigió para siempre como "columna y
fundamento de la verdad" (1 Tim.3,15).
Esta Iglesia constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, permanece
en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en
comunión con él ...”
Y más adelante afirma:
“Pues mientras Cristo, santo, inocente, inmaculado (Hb7,26), no conoció el
pecado (2 Cor. 5,21), sino que vino sólo a expiar los pecados del pueblo (Hb. 21,7),
la Iglesia, encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y
necesitada de purificación avanza continuamente, por la senda de la penitencia y la
renovación.
La Iglesia, "va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de
Dios”11, anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que El venga (1 Cor.
11,26). Se vigoriza con la fuerza del Señor resucitado, para vencer con paciencia y
con caridad sus propios sufrimientos y dificultades internas y externas, y descubre
fielmente en el mundo el misterio de Cristo, aunque entre penumbras, hasta que al
fin de los tiempos se descubra con todo esplendor”.
Este texto es muy rico, y podremos extraer mucho fruto, y de hecho es la base de
toda la eclesiología del post-concilio. En síntesis podemos decir que la Iglesia es el Cristo
que sigue viviendo hoy en medio de su pueblo, es el Cuerpo místico cuya cabeza es el
Salvador, nosotros somos sus miembros, aunque frágiles y necesitados de purificación.
La Iglesia en definitiva, antes de ser entendida ha de ser creída y amada, ya que es
misterio, objeto de la fe, y no se la pueda estudiar con parámetros meramente humanos,
como se estudia la historia profana.
Si realmente nos reconocemos dentro de la Iglesia que estudiamos y que vivimos
con sentido filial, las dos realidades: la sobrenatural y la humana, misteriosamente unidas,
nos podremos acercar al pasado, con las palabras de Juan Pablo II, sin alardes ni
triunfalismos, sin temores o falsos pudores12.
Por el contrario, de una defectuosa interpretación histórica también sobrevienen
erróneas formas de concebir la Iglesia. He aquí, dos ejemplos extremos:
1) interpretación espiritualizante: La que concibe una Iglesia perfecta, donde no
hay nada malo en ella, donde todo es santidad y todos los que la integran son santos.
11 SAN AGUSTIN, De civitate Dei, XVIII, 52,2.
12 Cfr JUAN PABLO II, Discurso a los obispos del CELAM, Santo Domingo 12-X-84, (ed. Cuadernos
Ya), 33
Podemos encontrar ejemplos en varios ámbitos de la producción historiográfica
como por ejemplo en la abundante hagiografía donde aparece más, el héroe de la epopeya
griega, que la vida heroica de hombres y mujeres que se hicieron santos imitando a Cristo.
Aquí el autor carece de sentido crítico, desvincula al santo de la época en que vive; puede
inclusive callar u omitir algunos datos incómodos o problemáticos de los hechos históricos
sucedidos y quiere presentar más bien una apología de la persona
Otro tanto puede suceder con temas o épocas determinadas que se las presenta de
manera apologética para contrarrestar ataques externos o doctrinas heréticas13.
2) interpretación inmanentista: Es la que se encuentra en el ángulo opuesto a la
anterior, y estudia la Iglesia desde una perspectiva profana, donde los datos históricos que
se aportan están vaciados de toda referencia a la dimensión salvífica que se contienen en
los hechos de la Iglesia.
Reducida a su devenir humano, su desarrollo se reduce por ejemplo al tratamiento
de temas relacionados con la historia política, (relaciones de la Iglesia con el Estado), o
bien con interpretaciones sociológicas, desligando su desarrollo de su origen trascendente.
1.4. Definición de Historia de la Iglesia
Teniendo en cuenta estos párrafos podemos intentar definir el objeto de la Historia
de la Iglesia, e incluimos las que nos aportan algunos autores:
a) Möhl la define como "la serie de desenvolvimiento del principio de la luz y vida
comunicado por Cristo a la humanidad, para unirla de nuevo con Dios y prepararla para la
bienaventuranza".
b) Erhard dice que la HI es la "indagación y exposición del curso real del cristianismo
como se manifiesta en su organización visible, la Iglesia a través de los tiempos, en toda su
amplitud de su campo de acción y en todos los órdenes de la vida.
c) Alvarez Gómez: la define como "la ciencia que investiga y expone en su nexo causal, el
progreso interno y externo de aquella sociedad fundada por Cristo y dirigida por el Espíritu
Santo a fin de hacer partícipes a todos los hombres de los frutos de la Redención"14.
d) Martín Hernandez la describe como "la presencia continua de Cristo en el mundo a
través de la predicación de la fe y la actuación de la comunión con Cristo por parte del
nuevo pueblo de Dios en donde concurren misterio y carisma"15.
e) En pocas palabras, es la exposición científica de la suerte que el mensaje de Jesús ha
corrido a través de los siglos en el ámbito de la Iglesia por EL fundada. Podemos decir
que en HI, estudiamos a la misma Iglesia que peregrina por la historia (tiempo y espacio),
su crecimiento y desarrollo hasta la Parusía de su fundador, Jesucristo.
Las definiciones presentadas contienen las dos dimensiones de la Iglesia, que
leíamos en Lumen Gentium, factores internos y externos que constituyen de hecho, los
acontecimientos de su historia, ¿cuáles son?
LOS INTERNOS



el anuncio del Evangelio

los hechos que hacen a la vida íntima de 
la Iglesia
la definición y el desarrollo del dogma 
LOS EXTERNOS
propagación del Evangelio a todo el mundo
el encuentro del Mensaje con las diversas
culturas y su intercambio
las relaciones de la Iglesia con el Estado, las
13 Un ejemplo podría ser la interpretación dorada de la evangelización de América latina o bien la visión
triunfalista de muchos libros de historia que polemizaban con otras concepciones, de un estilo apologético
mal entendido.
14 ALVAREZ GÓMEZ, Manual de Historia de la Iglesia, Buenos Aires, 1979,4.
15 MARTIN HERNANDEZ, F. La Iglesia en la historia..., 14.
cristiano. El pensamiento teológico, etc.

el estudio de las comunidades cristianas, 
su desarrollo espacio temporal
 la historia del desarrollo de la

catequesis
y la liturgia cristianas
 el estudio biográfico de los santos, de

cristianos heroicos, etc.
relaciones de cristianos con los poderes
políticos y económico-sociales
las relaciones de la Iglesia y de los cristianos
con otras religiones, etc
los esfuerzos de la Iglesia por la paz de las
naciones
las intervenciones de los miembros de la
Iglesia en los distintos espacios de la
cultura, la ciencia, etc.
En el fondo, en la Historia de la Iglesia ingresan todos los acontecimientos
sucedidos desde Pentecostés hasta la Parusía del Señor, teniendo en cuenta que su historia
no se da solamente en los hechos fácticos sino también en el itinerario paciente y
subterráneo de asemejarse a Cristo, con todo lo que de humano y de sobrenatural conlleva
esta expresión16.
La Iglesia se identifica, de alguna manera con el Reino de los Cielos, pero se halla
sin embargo, en estado de peregrinación, de precariedad, a través de sus veinte siglos de
existencia, esperando la consumación definitiva del Reino inaugurado por Cristo. Así
también afirma el Catecismo:
-“Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia debe pasar por una prueba final que
sacudirá la fe de numerosos creyentes...”17.
- “La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra...”18.
Y más adelante agrega:
“El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en
forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último
desencadenamiento del mal, 19 que hará descender desde el cielo a su Esposa (Ap.
21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomar la forma de Juicio final
(Ap. 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (2 Pe.
3, 12-13)”20.
2.- HISTORIA DE LA IGLESIA, DISCIPLINA TEOLOGICA:
Todo nuestro argumento puede desarrollarse desde el principio comentado más
arriba: la vinculación de la Historia de la Iglesia con la teología de la salvación.
En las demás asignaturas del bachillerato en Teología, estudiamos a la Iglesia,
analizando y profundizándola como objeto de fe, sus fundamentos teológicos. Aquí la
estudiamos en su devenir espacio - temporal.
16 Cfr. BEDOUELLE, G., La historia de la Iglesia, México, 1993, 22; AUBERT, R. en NHI, I, 19-37.
17 Cf. CEC 675.
18 Cfr. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20
19 Cfr. Ap. 20,7-10.
20 CEC, 675-676.
Después del Concilio Vaticano II, uno de los temas debatidos en el campo de la
renovación de estudios teológicos a que se apuntaba, fue precisamente el lugar que le
corresponde a la Historia de la Iglesia en el conjunto de las ciencias teológicas, ¿forma
parte la historia de la Iglesia de la teología?, ¿o debe ser una ciencia independiente que
aporta los datos de su investigación a la teología?
Aunque en cierta medida se debate aún, en los espacios de la teología católica se
piensa que la Historia de la Iglesia forma parte integrante de la teología ya que su objeto
“la Iglesia”, es una entidad teológica. No puede entonces estudiarse su pasado excluyendo
la fe, ya que el objeto de nuestra ciencia, es la Iglesia en su realidad divino-humana.
La teología, en cuanto ciencia de la fe, nos permite captar de la Iglesia, su fuerza
interior, el espíritu que la anima y que santifica a todos sus miembros. Nos hace descubrir
lo que sostiene la comunidad y guarda en unidad en toda la Iglesia en todas sus épocas.
Así por ejemplo, ¿que es lo que nos hace percibir la unidad entre la Iglesia del siglo I y la
del siglo XI?, o entre la iglesia de Europa de África o de América. Es precisamente la
confesión de la fe de nuestro “creo en la Iglesia, una santa católica y apostólica”. Es la
Iglesia instituida por Cristo, guiada por el Espíritu Santo que pervive y peregrina a través
de los siglos como prolongación del mismo Cristo.
¿Como querer separar pues la teología de la historia?. La interdependencia entre
ambas ciencias en absoluto empobrecen o estrechan la visión del historiador, antes bien, la
amplían y perfeccionan,21.
Ciertamente nuestra religión -heredera del judaísmo-, es esencialmente una religión
histórica. Rendimos culto a un Dios que se hizo historia en la persona de Jesús de
Nazareth. Toda la revelación hasta su plenitud en Cristo se hizo en la historia.
Las implicancias de una y otra ciencia son vastísimas. Y aunque las Sagradas
Escrituras, y los Evangelios en particular, no son propiamente libros de históricos, sin
embargo tienen elementos de ella.
Siguiendo el camino marcado por el Vaticano II, en documentos posteriores se ha
señalado, y cada vez con más énfasis el nexo y la interdependencia de la teología con la
historia. La Sagrada Congregación para la educación católica, publicó el 20 de mayo de
1968 el documento Normis et declarationis... sobre la educación eclesiástica. La misma
Congregación dio a conocer dos años más tarde en febrero de 1970, una Ratio sobre la
formación sacerdotal. Aquí encontramos explicitadas y maduradas las propuestas del
Vaticano II. El texto relativo a la Historia de la Iglesia dice así:
"La Historia eclesiástica exponga el origen y desarrollo de la Iglesia como Pueblo
de Dios (OT 16), que se expande en el tiempo y en el espacio, ponderando
científicamente las fuentes históricas. En la exposición de la materia hay que
atender, por una parte, al progreso de las doctrinas teológicas y, por otra, a la
verdadera condición de lo social, de lo económico y de lo político, ya las ideas y
doctrinas que tuvieron mayor influencia, analizando su mutua dependencia, conexión y evolución, y finalmente, al admirable concurso de la obra divina y humana
y a fomentar en los alumnos el verdadero sentido de la Iglesia y de la tradición. Es
necesario atender también debidamente a la historia de la propia región"22.
En 1976, la misma Congregación publicó el documento La formación teológica
para los futuros sacerdotes donde aparte de los textos que mencionan explícitamente la
21 CORLETTO, R., La formación teológica del historiador de la Iglesia en TEOLOGÍA 66 (1995) 227234.
22 SCEC, RFIS, en Ench Vat 3, 1102-1217.
historia eclesiástica (nº III.II.2 23 y III.II.7), es interesante el apartado dedicado a la
Dimensión histórica de la teología, ella es “positiva y sistemática a la vez y, por tanto, “es
necesario que se mantengan en un constante equilibrio, sin que la una intente arrollar a la
otra”.
En el documento de la Conferencia Episcopal Argentina, La formación para el
sacerdocio ministerial, se inserta dentro de la parte teológica, el apartado referido a la HI y
a la Patrología:
"La historia eclesiástica, examinado científicamente las fuentes históricas, debe
mostrar el origen y desarrollo de la Iglesia como Pueblo de Dios, que crece a través
del espacio y del tiempo. Es necesario tener en cuenta en su explicitación, no sólo
el progreso de las doctrinas teológicas sino también, la situación social, política y
económica, sin olvidar las opiniones y sistemas que hayan influido en ellas,
analizando su mutua dependencia, su conexión y evolución. Analícese también, la
admirable conjunción de la acción de Dios y del hombre y el auténtico sentido de la
tradición24.
Así con el correr del tiempo, otros documentos magisteriales han ido abordando
diversos aspectos relacionados con la enseñanza de la Historia de la Iglesia y su relación
con la formación litúrgica25, con el estudio de los Padres de la Iglesia26, con el Derecho
Canónico27, completando y profundizando de esta manera las muchas “canteras” abiertas
por el Concilio.
3.- LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA LABOR TEOLÓGICA:
La conciencia que la Iglesia tiene de sí misma es sin duda el punto de partida para
nuestra reflexión que como más arriba apuntamos viene aportando el magisterio de la
Iglesia y desarrollado por la teología postconciliar como expresa la constitución pastoral
Gaudium et Spes:
“La Iglesia reconoce los muchos beneficios que ha recibido de la evolución
histórica del género humano. La experiencia del pasado, el progreso científico, los
tesoros escondidos en las diversas culturas, permiten conocer más a fondo la
naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a
la Iglesia” (GS 44).
También Pablo VI en su primera carta encíclica, Ecclesiam suam (1963):
“Ella tiene necesidad de reflexionar sobre sí misma, tiene necesidad de sentirse
vivir. Debe aprender a conocerse mejor, si quiere vivir su propia vocación y
ofrecer al mundo su mensaje de fraternidad y salvación. Tiene necesidad de
23 “Naturalmente, a una completa formación teológica concurren también otras materias principales de gran
importancia, por ejemplo la liturgia, el derecho canónico, la historia eclesiástica, y las auxiliares, como la
teología espiritual, la doctrina social de la Iglesia, la teología ecuménica, la misionología, el arte sacro, el
canto sagrado, etc. Estas, o flanquean las asignaturas principales, o quedan enmarcadas (como por ejemplo,
la catequética y la homilética) en el ámbito de la teología pastoral”
24 Cfr. n.319.
25SCEC, Instrucción sobre la formación liturgica en los seminarios, 3 de junio de 1979.
26 Ibid. Instrucción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la formación sacerdotal, 10/11/1989.
27 Ibid. La enseñanza del derecho canónico para los aspirantes al sacerdocio, 1975.
experimentar a Cristo en sí misma, según las palabras del Apóstol Pablo: “Que
Cristo habite por la fe en vuestros corazones” (Cfr. Ef. 3,17).
Todos saben cómo la Iglesia está inmersa en la humanidad, forma parte de ella;
de ella proceden sus miembros, de ella extrae preciosos tesoros de cultura; y
cómo sufre sus vicisitudes históricas y también contribuye a sus éxitos. Ahora
bien, todos saben por igual que la humanidad en este tiempo está en vía de
grandes transformaciones, alteraciones y progresos que cambian profundamente
no sólo sus formas exteriores de vida sino también sus modos de pensar. Su
pensamiento, su cultura, su espíritu vienen a modificarse íntimamente ya con el
progreso científico, técnico y social, ya también con las corrientes del
pensamiento filosófico y político que la invaden y atraviesan.
Todo ello como las olas de un mar, envuelve, y sacude a la Iglesia misma: los
espíritus de los hombres que a ella se confían están fuertemente influidos por el
clima del mundo temporal; de tal manera que un peligro como de vértigo, de
aturdimiento, de aberración, puede sacudir su misma solidez e inducir a muchos
a ir tras los más extraños pensamientos, imaginando como si la Iglesia debiera
renegar de sí misma y abrazar novísimas e impensadas formas de vida.
Ahora bien, creemos que para inmunizarse contra tal peligro, siempre inminente y
múltiple, proveniente de muchas partes, remedio bueno y obvio es el profundizar en
la conciencia de la Iglesia, en lo que ella es verdaderamente, según la mente de
Cristo, contenida en la Escritura y en la tradición e interpretada y desarrollada en la
genuina tradición eclesiástica, la cual está, como sabemos, iluminada y guiada por
el Espíritu Santo”.
En el ámbito latinoamericano, el documento de Puebla, nuestros obispos aconsejan,
que para conocer el presente y planear el futuro de la evangelización de nuestro continente
se hace necesario mirar hacia el pasado.
Estos documentos y sobre todo el extenso magisterio de Juan Pablo II, en esta línea,
marcan nuestra orientación y el aliento para un necesario estudio de la Historia de la
Iglesia28.
En los últimos años, y con ocasión del Jubileo del Año 2000, la Comisión
Teológica Internacional, al aportar una “valoración renovada, histórica y teológica” acerca
de la Iglesia y las culpas del pasado, respondiendo al llamado del Papa a una lúcida
“purificación de la memoria.” de los acontecimientos sucedidos en el último milenio,
realiza un planteo que no puede faltar en nuestro estudio introductorio de esta unidad.29
Especialmente leamos con atención los capítulos 3 y 4.
En el tercero, aborda el tema eclesiológico, es decir presentando a la Iglesia con la
categoría de “misterio”, su santidad, y la necesaria conversión constante de sus hijos.
En el siguiente capítulo se tratan los juicios históricos y teológicos en relación aunque
distinguiendo cada uno. Se señala cuales son los elementos necesarios, para una correcta
interpretación histórica (4.1), y dada esta se realiza la valoración teológica del hecho
histórico, (4.2)
En resumen, el pueblo peregrino de Dios, necesita de la memoria del pasado
(tiempo y espacio) para rescatar la presencia histórica de su fundador, sus seguidores y sus
discípulos. Para saberse a si misma, necesita conocer su pasado, su tradición, su caudal
vivo de misión y santidad.
28
Cf. Los textos pontificios con relación a la celebración de los quinientos años de la evangelización de
América Latina (1983-1992, Tertio milennio adveniente, (1994); Novo milenio ineunte, (2001).
29 COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL,(en adelante CTI) Memoria y Reconciliación. La Iglesia y las
culpas del pasado, Buenos Aires 2000.
Es necesario realizar “un reconocer” una serie de principios o convicciones para
acercarnos al estudio de la Historia de la Iglesia:
a) Ante todo reconocer . . . que su estudio es indispensable para profundizar la identidad y
la misión de la Iglesia.
b) Reconocer . . . que la Historia de la Iglesia es la realización de su obra evangelizadora.
c) Que mediante su estudio descubramos una Iglesia real y concreta, santa y pecadora al
mismo tiempo, y siempre en busca de fidelidad.
d) Mediante una revisión objetiva, seria de las fuentes y de los acontecimientos los
cristianos y en este caso los alumnos, sanen la memoria histórica muchas veces enseñada
desde temprana edad, con prejuicios ideológicos contra la Iglesia o prescindiendo de ella30.
e) Reconocer a la historia como "maestra", que se pueda conectar e identificar los
problemas actuales. Que se deduzca del pasado los elementos que ayuden a construir el
presente y el futuro en la acción pastoral y se replanteen científicamente de esta forma las
crisis dadas en su historia.
f) Ofrecer el pasado de la Iglesia, como experiencia para el futuro y poder hacer descubrir
la presencia y la acción permanente Espíritu Santo en ella.
g) Presentar en forma crítica y objetiva la historia, para lograr erradicar los extremismos y
las radicalizaciones, y poder educar en una visión más universal y una mentalidad
misionera.
h) Que se subraye el influjo de la Iglesia en la sociedad y de sus aportes culturales a lo
largo de la historia.
i) Se integre la H I en la dinámica de la historia general y así se supere cualquier
determinismo histórico señalando la repercusión de la conflictividad social en el seno
mismo de la Iglesia31.
j) Que pueda presentarse la Historia de la Iglesia como el "encuentro" Iglesia-mundo, y
como un proceso que se va configurando, distinguiendo y/o encarnando en diferentes
pueblos y culturas: los acontecimientos se van convirtiendo para ella en experiencias
vitales. 32
Siguiendo este argumento, se abren para nosotros infinidad de puertas que nos
ponen en presencia de temas como: historia de la cultura, evangelización de la cultura,
religiosidad popular, historia de las religiones, el estudio de las sectas y los movimientos
religiosos libres, etc.
4.- EL MÉTODO Y LAS FUENTES:
Tengamos en cuenta que, aunque la Historia colabora con la teología, sin embargo
no parte de la teología para conocer el pasado, sino desde del análisis de las fuentes
históricas. El dato revelado en nuestro caso, con los inicios del cristianismo no será por lo
tanto suficiente.
30 Piénsese en la historiografía de sello positivista que se difundió en el s. XIX. Los temas ríspidos o
difíciles como la Inquisición, los temas económicos, la intolerancia con otras religiones, el trato dado a
los judíos, etc.
31 CELAM-OSLAM, Encuentro de Profesores de Historia de la Iglesia de los Seminarios de América
Latina,1988.
32 Todos los acontecimientos eclesiales evidencian el diálogo de la Iglesia con las distintas culturas del
escenario universal. En el caso de Latinoamericana se explica por su pasado y por su fe; es el resultado
de un encuentro de culturas donde la fe penetró en la cultura amerindia y produjo una realidad nueva que
llamamos “América Latina”.
La Historia de la Iglesia comparte el campo de estudio de las ciencias humanas en
cuanto a la metodología ya que se vale del método de la historia profana para conocer el
pasado cristiano, es decir, gracias a las fuentes.
Desde la premisa que nuestra religión es esencialmente una religión histórica, que
arranca desde la Revelación de Dios en el Antiguo Testamento, y que la misma Iglesia está
formada por un pueblo concreto, que ha vivido y vive en el tiempo del hombre y se
extiende en una geografía concreta, es sujeto de estudio por parte de la historia.
Pero por otra parte, la Historia de la Iglesia no se reduce, -como decíamos más
arriba- al análisis de los hechos sucedidos por personas o instituciones, sino que también
trata de descubrir desde la fe, los signos de los tiempos.
De allí que se basa en
presupuestos revelados, por eso “hacer” Historia de la Iglesia, supone la fe del que la
estudia o la investiga.
La tarea del historiador de la Iglesia, no es por lo tanto cosa sencilla, ya que debe
tratar de develar los hechos del pasado con la ayuda de la mayor cantidad de fuentes la
época que investiga, y al mismo tiempo debe tratar, de echar luz sobre el dinamismo del
Espíritu Santo, alma y consolación de la Iglesia que peregrina.
Para el que quiere conocer la verdad sin anacronismos, ni a prioris, (sin lecturas
ideológicas), sabe que los postulados teológicos no cambian los hechos históricos.
De la misma forma, la verdad de los hechos sucedidos no están en contradicción
con los postulados que presenta la Iglesia. En este sentido resulta muy esclarecedor el
documento de la Comisión Teológica Internacional, Memoria y Reconciliación. La Iglesia
y las culpas del pasado, en donde con breve síntesis se estudia el proceso de una
investigación.33
Muy propio del ambiente secularista de hoy en día, heredero del racionalismo y del
positivismo del siglo XIX, está en el postular la desvinculación de lo humano con lo
trascendente, en el ignorar aspectos fundamentales de la tradición y de patrimonio cultural,
de ahí que la tarea del investigador es ardua34.
Ya el papa León XIII, al impulsar los estudios teológicos decía con respecto a la
historia de la Iglesia:
“La historia es como un espejo donde resplandece la vida de la Iglesia a través
de los siglos. Mucho mejor aún que la historia civil y profana, demuestra
aquella la soberana libertad de Dios y su acción providente sobre la marcha de
los acontecimientos. (...)
Ella encierra un conjunto de hechos dogmáticos que se imponen a la fe y que a
nadie es permitido poner en duda. Esta idea directiva y sobrenatural que preside
los destinos de la Iglesia es al mismo tiempo, la llama que ilumina la historia.
Sin embargo, puesto que la Iglesia que continúa entre los hombres la vida del
Verbo encarnado, se compone de elementos divinos y de elementos humanos,
éste último debe ser expuesto y estudiado por los discípulos con grande
probidad.
El historiador de la Iglesia será tanto más fuerte para hacer resaltar su origen
divino, superior a todo concepto de orden natural cuanto más leal fuere, no
33
COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, Memoria ... op. cit. 61-66.
34 Dicen los obispos argentinos en LPNE, 12 a propósito de este tema: El secularismo afecta
directamente a la fe y la religión. Al dejar de lado a Dios, se prescinde de la verdad última que da pleno
sentido a la vida humana, tanto referida a la etapa temporal e histórica, cuanto a la esperanza escatológica
de la vida futura.(...) El secularismo se presenta como desafío, por cuanto intenta reducir todo a la
inmanencia,...concibe la vastedad de la vida humana, personal y social, al margen de Dios, desconoce la
importancia que la fe y la religión tienen para la existencia cotidiana de los hombres y para su realización
eterna. Y, a la vez, ignora aspectos fundamentales de nuestra tradición y patrimonio cultural..."
disimulando ninguna de las pruebas a que las faltas de sus hijos, y a veces hasta
de sus ministros, han sometido a ésta Esposa de Cristo en el curso de los
siglos.”35.
El historiador de la Iglesia, en su búsqueda, debe siempre buscar la verdad
histórica, lo que sucedió realmente y así mismo debe enseñar que en el fondo, cuando se
investiga, toda interferencia a la verdad es un acto inmoral.
De modo que, el cristiano no debe privarse en lo más mínimo de seguir la línea de
la verdad; más aún, está realmente obligado a seguirla. Ella es fuente de reconciliación y
de paz, porque, como afirma el mismo Juan Pablo II, el “amor de la verdad, buscada con
humildad, es una de los grandes valores capaces de reunir a los hombres de hoy a través de
las diversas culturas” 36
4.1. Los testimonios y las fuentes:
Se le da el nombre de fuente histórica a todo aquello que nos da a conocer algún
rastro del pasado. Es todo aquello que en la herencia del pasado, se interpreta como un
indicio revelador de la presencia de la actividad, sentimientos y modo de pensar del
hombre.
Por eso, el método histórico no es otra cosa que el camino para conocer la verdad
del pasado a través de los medios de los que se vale el historiador para conseguir su fin:
el conocimiento del pasado, hacerlo inteligible a la actualidad
El concepto de f u e n t e es muy amplio de allí que tengamos que distinguir más
precisamente entre fuente en sentido estricto y testimonio.
Con el término Testimonio, nos referimos a toda huella de lo sucedido o reliquia,
producto del hombre en la historia.
Los T E S T I M O N I O S forman parte de una larga lista que clasificamos en:
a)
TESTIMONIOS
VEGETATIVOS:
casas, utensillos, armas,
vestimentas etc.
b) T E S T I M O N I O S C U L T U R A L E S : que pueden ser
b.1) los monumentos, (públicos, fúnebres, alusivos, decorativos), dentro de los
alusivos encontramos los monumentos religiosos, los templos, etc.
b.2) las industrias, por ejemplo las de bienes de consumo, militares, del transporte,
las auxiliares, etc.
b.3) las reproducciones así como las cartográficas, fotográficas, fonográficas,
fílmicas, en soporte informático, etc.
Con el término F u e n t e, designamos a los documentos escritos. Son las
“fuentes” más preciadas para el historiador. Son aquellas por las que el investigador sabe
interrogar y puede hacer trasmitir el pasado hasta el presente.
Lo característico de una fuente es ser contemporánea del hecho que se investiga.
Fuente, en pocas palabras, es el nexo que une al investigador con la persona, el hecho, el
tiempo que se trata de reconstruir. De la calidad de la misma, depende la calidad del
conocimiento que se llegue a tener de la realidad. Lo que diga un escrito siempre será mas
rico que lo que diga una piedra una moneda o una fotografía.
35
Cf. Depuis le jour, (1899), Carta a los obispos de Francia sobre la educación de los clérigos en el
Seminario, 10.
36 CTI, Memoria ... op.cit., 102.
Clasificamos entonces las fuentes históricas propiamente dichas:
4.2. Clasificación de las fuentes:
Siguiendo la distinción de más arriba agrupamos en testimonios y documentos o
fuentes escritas, las agrupamos en tres grandes grupos:
Por la forma de escritura
1.epígrafes,
2. manuscritos,
3. impresos.
Por el sistema de expresión
1. ideográficos,
2. simbólicos,
3. silábicos,
4. jeroglíficos
5. cifrados,
6. fonéticos.
Por el contenido
reportes, repertorios, memorias,
crónicas, anales, biografías,
oo.de imaginación, periódicos y
revistas, oo. Científicas.
diplomas, leyes, oficios,
epístolas, papeles de comercio,
ideogramas, inscripciones,
monedas y medallas, sellos,
blasones.
Será tarea de los alumnos ir colocando ejemplos que puedan servirnos para tenerlos
presentes al estar frente a uno de ellos: (. . .)
4.3. Fuentes de la Historia de la Iglesia:
Son consideradas fuentes para la Historia de la Iglesia aquellos escritos, -según
expresión, sistema o bien su contenido-, según la clasificación de más arriba, que ayudan a
conocer el pasado de la Iglesia y de los cristianos.
 Inscripciones y monumentos
 Actas de mártires y vidas de santos
 Obras de los Padres y escritores eclesiásticos
 Actas de Concilios y sínodos
 Textos litúrgicos
 Fórmulas confesionales y libros simbólicos
 Reglas de órdenes religiosas
 Actas y documentos papales
 Colección de cánones
 Colecciones de documentos eclesiásticos nacionales
 Leyes estatales acerca de la Iglesia y los concordatos
 Elencos de fuentes, bibliografías, anuarios y obras enciclopédicas
4.4. El método histórico:
Como decíamos más arriba, el método histórico es el camino que consiste en
transformar el mudo acontecimiento del pasado, en fuente de información que se nos haga
más inteligible para el tiempo presente. En este sentido tanto, la Historia de la Iglesia y a
fortiori, la historia en general, en el siguiente orden, 1º ha de buscar, rescatar, y hasta
descubrir todo tipo de documentos, 2º analizar la veracidad de los mismos, 3º corroborar
los hechos en el estudio minucioso y por fin 4º, interpretar rectamente, los acontecimientos
que se sucedieron en la Iglesia.
En este 4º paso, no podemos dejar de mencionar el tema de la objetividad del
historiador que investiga. En ello debemos tener en cuenta que la historia no es una
ciencia exacta, que forma parte de las ciencias humanas y por tanto está elaborada por
hombres, en donde entra en juego la subjetividad. Al ser una ciencia sin embargo se nos
pide que podamos “conocer a través de las causas” que sigamos un método científico.
Resulta de ello que, la persona del historiador, es decir su subjetividad pueden entrar
recién el 4º es decir cuando interpreta, pero no cuando busca, ni cuando analiza ni cuando
corrobora. En la interpretación de los hechos es natural que ahí entre lo personal del que
investiga.
Aclarado el tema de la objetividad, preferimos incluir un pequeño decálogo ideado
por el profesor argentino Jorge M. Ramallo37 que puede considerarse como la regla de oro
de todo historiador que se precie de tal en sus investigaciones:
 Guardar un absoluto respeto por la verdad
 Conocer, luego comprender, por fin interpretar
 Hacer el pasado inteligible
 No interpretar el pasado con la mentalidad del presente
Cfr. Los conocidos anacronismos, ejemplos hay muchos: aplicar ciertos cánones
contemporáneos a ciertos procesos históricos “imperialismo romano”,
“feudalismo egipcio”, etc.
 No ignorar el presente
 No analizar los hechos aislados, o fuera de contexto
 No hacer historia unilateral
Cfr. Cuando aplica a la historia un cierto determinismo, como si los
acontecimientos fueran leyes generales que se cumplen inexorablemente siempre,
o constantemente como si no existiera la libertad del hombre: como propone el
materialismo, donde el hombre es un engranaje más del todo que es la historia,
donde surje el determinismo histórico.
 No confundir la anécdota con la historia
 No idealizar ni execrar el pasado
 No utilizar la historia como instrumento
Con toda humildad hemos de reconocer que, a pesar de la poca o abundante
información que podemos encontrar de un tema específico, nunca llegaremos a saber
exactamente todo y tal como sucedieron los hechos; más bien tendremos algunos datos
parcialmente por la sencilla razón de que no siempre las cuestiones más interesantes están
del todo documentadas. No podremos saber exactamente como fue un día cotidiano del
papado de Pio IX, o cual fue el ánimo de uno de los obispos que participaron de la primer
sesión del Concilio Vaticano II durante su apertura.
En la búsqueda de las fuentes, el historiador a de acercarse al estudio de un hecho
determinado teniendo en cuenta un mínimum de sentido crítico para analizar un testimonio
que le ha llegado a sus manos. Por ejemplo, dado un dato histórico concreto, se procede
con los siguientes pasos:
1) Se asevera que la persona y/o el acontecimiento, existieron realmente. Se reunen los
antecedentes, la bibliografía.
2) De todo lo amplio de un tema se precisa, el asunto a investigar;
3) Se indagan todos los documentos y fuentes posibles de tal hecho ocurrido (investigación
propiamente dicha);
4) Se emite una valoración, cuando están la mayor cantidad posible de datos y fuentes, tal
juicio, ha de ser lo más objetivo posible38.
Insistimos, el estudio de un tema, o cualquier investigación histórica, no debe
realizarse desde la cosmovisión del investigador, sino que éste con la mayor objetividad
posible pueda “traer” el pasado al presente, sacándolo de la noche de los tiempos a la luz
37 Cfr. J.M. RAMALLO, Decálogo del conocimiento histórico, Buenos Aires, 1998.
38 Infra. 2ª ley del decálogo del historiador.
del presente, desenpolvándolo de las viejas cajas de archivos hasta la mesa del lector con la
mayor audacia y nitidez posible.
4.5. La importancia de los archivos eclesiásticos:
Tema dado en clase por el profesor que además indica bibliografía apropiada
5.- LAS CIENCIAS AUXILIARES:
Son las que desde distintos ángulos, sirven a la historia para analizar el pasado
humano, y el pasado de la Iglesia en particular. Como ciencia humana, la historia se
conecta con todas las ciencias que de algún modo se refieren al hombre, de allí entonces
que la lista se hace muy extensa. Además hay distintos criterios para clasificarlas en
grupos. Aquí presentamos solamente, y en apretada síntesis, las consideradas como
ciencias auxiliares clásicas:
5.1. Antropología: estudio de los seres humanos desde una perspectiva biológica, social y
humanista. Se divide generalmente en dos grandes campos: la antropología física, que
trata de la evolución biológica y la adaptación fisiológica de los seres humanos, y la
antropología social o cultural, que se ocupa de las formas en que las personas viven en
sociedad, su cultura.
5.2. Arqueología disciplina que se dedica al estudio de las cosas antiguas fabricadas por
la industria humana. La mayoría de los arqueólogos definieron a su ciencia como el
“estudio sistemático de los restos materiales de la vida humana ya desaparecida” otros
arqueólogos enfatizaron los aspectos conductistas y definieron la arqueología como “la
reconstrucción de la vida de los pueblos antiguos”.
EJEMPLOS:
A) un hallazgo arqueológico de una misión franciscana en plena selva
ecuatoriana o en cualquier otro lugar.
B) Una excavación en Roma y el hallazgo de un nuevo cementerio subterráneo o
catacumba.
5.3. Etnología: Es la ciencia que se ocupa del estudio de las culturas en cuanto a sus
formas tradicionales, y de su adaptación a las condiciones cambiantes en el mundo
moderno 39.
5.4. Etnografía: Aparece en algunas clasificaciones como rama de la etnología dedicada a
la observación, describe una cultura, su idioma, las características físicas de su gente, sus
productos materiales y sus costumbres sociales. Al describir un pueblo concreto los
etnógrafos recogen información sobre su ubicación y entorno geográfico; además
investigan todos los aspectos de la cultura del grupo, incluida la alimentación, vivienda,
vestimenta, elementos de transporte y economía; sus costumbres relativas a gobierno,
bienes y división del trabajo; sus esquemas de producción y comercio; sus costumbres en
39
Se la considera como una subdivisión de la antropología y se conoce con el nombre de antropología
cultural histórica, y junto con la prehistoria y la antropología lingüística, forma una de las ramas de la
antropología cultural general. Para los europeos la etnología cubre, por un lado, la antropología física y por
otro, la prehistoria y la lingüística o etnología lingüística.
cuanto a nacimiento, ritos de iniciación a la edad adulta, matrimonio y muerte; sus ideas
religiosas referentes a seres mágicos o sobrenaturales y al universo, y sus interpretaciones
artísticas, mitológicas y ceremoniales en su entorno natural y social.
5.5. Filología Es la ciencia que estudia lenguas escritas y su evolución a través del tiempo.
Su morfología, su estructura y gramática de las distintas lenguas.
5.6. Cronología, nos habla de datación de eras, tiempos, épocas. Es la ciencia que estudia
los sistemas calendarios o sistemas de tiempo, asignando de esta forma, la fecha concreta y
correcta de los sucesos acontecidos estableciendo un orden según hayan ocurrido. Despeja
también las discrepancias posibles en la relación de los diversas cronologías antiguas y
modernas.
Los calendarios adoptados durante la historia de la humanidad que conocieron la
escritura, no fueron todos iguales, de ahí las diferencias que encuentra el historiador al
datar uno u otro documento.
Sabemos distinguir, por ejemplo, en general las distintas eras, como . . .
a) La era cristiana, ideada en el s. VI por Dionisio el exiguo, quien siguiendo los
ciclos pascuales de Cirilo de Alejandría, fijó el nacimiento de Cristo en el año 753 de la
fundación de Roma el día 25 de diciembre de ese año. Esta era, se fue adoptando poco a
poco desde el s. VIII al principio por los pueblos anglosajones y más tarde por todos.
b) La era o égida islámica que se inicia con la fuga de Mahoma de La Meca (o sea
el 16 de julio del 622)
Un poco más complicado es el cálculo de los distintos calendarios con los que
historiador se topara en una investigación determinada. Damos tres ejemplos:
1) calendario romano: Según Mommsen el calendario anual poseía 295 días, con
10 meses. Cada dos años se debían intercalar 22 o 24 días. Con el rey Numa Pompilio se
agregaron los meses de enero y febrero, siguiendo siempre el calendario lunar. Ya con
Julio César se asumió el calendario solar con 365 días del año con doce meses, todos ellos
desiguales en días se subdividían en calendas, nonas e idus.
2) calendario judío: El judío seguía también los ciclos lunares; a partir del siglo V
a.C., por influencia de Babilonia se adoptará el calendario solar.40
3) Calendarios reales: Con el siguiente texto veterotestamentario, vemos además
que la datación de documentos a través de la historia se guiaban por años de una
monarquía, como el caso de 1 R 6,1:
“En el año 480 de la salida de los israelitas de la tierra de Egipto, el año 4 del
reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv que es el segundo mes,
emprendió la construcción de la casa de Yahveh”
También en 1 R 6, 37; 1 R 8, 2 ss; 2 R 3, 1-2; 2 R 8, 16 ss; 2 R 12. 1 ss; 2 R 13, 10
ss. Son conocidos los documentos de los reyes medievales y modernos;
4) En cuanto a los calendarios eclesiásticos, los encontramos muy variados. Entre
ellos, los documentos y bulas papales: “Roma junto a San Pedro, 16 de octubre del año
2003, 25 aniversario de mi elección al pontificado”41. También en los documentos
episcopales, sea de uno o del colegio episcopal como el caso siguiente: 8 de mayo de 1981,
solemnidad de Nuestra Señora de Luján, patrona de la Patria42
40
Cf. BIBLIA DE JERUSALÉN, ver tabla cronológica y los distintos
41 JUAN PABLO II, Pastores gregis, (2003).
42 CEA, Iglesia y comunidad nacional, Buenos Aires 1981.
meses del año judio
calendario litúrgico: Está ligado a los tiempos y ciclos de la liturgia, en este caso
cristiano, adviento, navidad, cuaresma, pascua, ...En este se puede distinguir el santoral y
el martirologio tanto universal como nacional en el que se celebran distintas memorias de
santos y festividades de la piedad del pueblo creyente.
5.7. Geografía, ciencia que estudia la distribución y la disposición de los elementos
naturales en la superficie terrestre. La palabra geografía fue adoptada en el siglo II a.C. por
el erudito griego Eratóstenes y significa literalmente 'descripción de la Tierra'. El estudio
geográfico comprende tanto el medio físico como la relación de los seres humanos con ese
medio físico, es decir, los rasgos propiamente geográficos como el clima, los suelos, las
formas del relieve, el agua o las formaciones vegetales, junto con los elementos que estudia
la geografía humana, como son las entidades de población, las diferentes culturas, las redes
de comunicación y otras modificaciones realizadas por el hombre en el entorno físico. Se
trata, pues, de una ciencia interdisciplinar que utiliza información propia de otras ciencias
como la economía, la historia, la biología, la geología o las matemáticas, entre otras.
5.8. Paleografía, en sentido amplio, es el estudio y análisis de los documentos que se
escribieron en tiempos pasados, no solo los escritos antes de la aparición de la imprenta,
sino también las ediciones impresas. Sobre todo en su sentido más estricto es el estudio de
los documentos escritos en su variada gama de expresión o escritura (cuneiforme,
signográfica, silábica, cifrada) sobre materiales perecederos como el papiro, las tablillas
enceradas, el pergamino, el cuero y el papel.
5.9. Epigrafía Está relacionada con la anterior, y se dedica a estudiar las inscripciones
grabadas en piedra, metal, etc., o cualquier material externo.
5.10. Clasificación:
De las diversas clasificaciones que aportan los manuales, seguimos la de los autores
argentinos J.L. Cassani y Perez Amuchastegui, ellos distinguen las ciencias. 43
 Circunferentes
 Conexas
 Instrumentales
 Servidoras
 Colaboradoras
Circunferentes: Son las ciencias que estudian las coordenadas en que se desarrolla
el devenir histórico: la cronología, y la geografía; y en cuanto a las mentalidades del
hombre la psicología, la psicología social. Como las describimos más arriba todas ellas
son saberes independientes de la historia.
Conexas: Tienen con la historia un vínculo, por su objeto susceptible de ser
estudiado: el hombre, las llamadas ciencias sociales. Ellas son: filosofía, economía,
sociología, política, estrategia, etnografía, lingüística, folklore, la mitología, etnología,
arte, derecho, etc.
Instrumentales: Son las clásicas "ciencias auxiliares" que describimos más arriba:
la arqueología, filología, la epigrafía, la papirología, la paleografía, y además la
numismática, sigilografía, , criptografía, diplomática, onomástica, genealogía,
heráldica.
43Cfr.
Del epos a la historia científica y Algo más sobre la historia, Buenos Aires, 1982, 131-136.
Servidoras: Se encuentran en este conjunto de saberes muy diversos que sirven para
facilitar la tarea de la investigación del historiador, así como la catalogación de los
diversos testimonios o fuentes, la archivística, la bibliotecología, (filmotecas, diapotecas,
hemerotecas), etc.
Colaboradoras: También se cuentan aquellos saberes que, aunque carecen de todo
nexo con la historia, concurren en auxilio del historiador cuando este debe solucionar
problemas de detalle. Auxilian de hecho a la pesquisa historiográfica. Contamos entre
ellas a las ciencias fisico-matemáticas, la biología, medicina, fotografía y
cinematografía, microfilms, etc.
CIENCIAS AUXILIARES ESPECÍFICAS
Son aquellas que estudian algunos aspectos de la vida de la Iglesia y del cristianismo:
como, el estudio de la Sagrada Escritura, la historia de las religiones, la patrística, la
liturgia, la teología dogmática, teología pastoral, el derecho canónico, el ecumenismo, etc
6.- ESTUDIO DE LA HI A LO LARGO DE LOS SIGLOS44
6.0. Antecedentes:
Antes de la aparición de la primera obra escrita de historia eclesiástica en el siglo
IV, las fuentes cristianas primitivas, (cfr. Sagrada Escritura, variedad de literatura
apócrifa, escritos de los padres, literatura martirial, etc45), recogen en sus páginas
abundantes datos históricos que, citaremos en nuestro curso especial de historia de la
iglesia Antigua.
La lista de referencias es muy grande, ya que por ser contemporáneas, de suyo las
consideramos “fuentes” que intercalan noticias históricas acerca de la vida interna de la
Iglesia. Entre los Padres Apologistas griegos podemos destacar a Hegesipo, Ireneo de
Lyon, Sexto Julio Africano (+ 240) e Hipólito de Roma (+ 235) que insertan, de modo
sincrónico en la historia profana, la del pueblo elegido, la misma Encarnación del Verbo y
por su puesto, el origen y crecimiento de la Iglesia.
6.1. Eusebio de Cesarea y la época de los Padres:
Se está de acuerdo que el fundador y “padre de la Historia Eclesiástica” es Eusebio
de Cesarea (+ 339) sobre todo con su Historia eclesiástica, considerada como la 1ª
Historia de la Iglesia escrita. Entre la variedad de sus escritos citamos las obras de
carácter históricas como la Crónica, la Vida de Constantino y el opúsculo Los mártires de
Palestina..
Extendió su Historia eclesiástica46, desde la “encarnación del Señor Jesús, el
Cristo de Dios hasta los acontecimientos sucedidos en el 324 durante el imperio de
Constantino. En ella descubrimos un claro ejemplo del historiador-teólogo que entrelaza
la mano de Dios providente en los acontecimientos del mundo. En su vasta indagación
44
G. BEDOUELLE, oc., 31-37; también puede consultarse H. JEDIN, Manual de Historia de la Iglesia I, 4691.
45 Cfr. Actas de Policarpo, mártires de Escitia o bien las actas de Justino, en: RUIZ BUENO, D. (ed.)
Actas de los mártires, 4 Madrid, 1987
46 En la actualidad hay varias ediciones en castellano.
cita y transmite numerosas fuentes de autores cuyos escritos hoy se han perdido.
Eusebio y su obra tuvo tanto en oriente como en occidente, continuadores,
imitadores y adaptadores.
Sozómeno (f.s.IV-V), Sócrates (ca. 380-ca. 450), y Teodoreto de Ciro, el célebre
teólogo antioqueno (s. V), son los continuadores griegos en cuanto al desarrollo
cronológico y al método.
En el occidente, la historiografía eclesiástica comienza con san Jerónimo y su célebre
Los varones ilustres, y Rufino de Aquilea, quien entre sus numerosas obras exegéticas
traduce al latín la historia de Eusebio, extendiendo el relato hasta la muerte de Teodosio I,
en el 395.
En esta parte de la cristiandad latina, con una visión amplia, deliberadamente
teológica resplandece la obra clave de Agustín, La Ciudad de Dios, en la que están
unificadas la historia del mundo, la historia de la salvación y la historia de la Iglesia.
También, el Chronicon de Isidoro de Sevilla, que dividirá la historia en 6 edades, en
paralelo a las seis edades del hombre: infancia, pubertad, adolescencia, juventud, adultez y
senectud con las concomitantes tres edades en la historia sagrada: ante legem, sub lege, sub
gratia.
En la última época de la antigüedad (ss. V-VII), contamos con algunas obras de
recopilación que fueron aumentando volumen con el tiempo, como los elencos de
escritores eclesiásticos, el elenco de las herejías, las listas episcopales, vidas de obispos,
monjes, escritores y heresiarcas. Comienzan a coleccionarse también las actas de concilios
metropolitanos y los sínodos diocesanos celebrados.
En el s. VI, se conoce la primera redacción del Liber Pontificalis, también conocido
por Gesta Romanorum Pontificum, que nos brinda noticias biográficas de los obispos de
Roma. Aunque cada una de ellas tiene un valor desigual integran informaciones
arqueológicas, topográficas y litúrgicas que son las más interesantes que se perdió.47
Tuvo distintas épocas de redacción, la primera durante el papado de Virgilio (537555) que arranca con S. Pedro y llega hasta Silverio (+ 537). De ésta manera la crónica
pontificia se fue escribiendo como relato contemporáneo o bien como recopilación de
datos de variado origen y extensión según los papas. Fue completado hasta el pontificado
de Honorio II (1124-1130).
Párrafo aparte merece el género hagiográfico que arranca con la misma vida de los
mártires, y sigue con las biografías de obispos, monjes y emperadores que en general
sirven de literatura de edificación resaltando las virtudes cristianas de varones y mujeres.
Los ejemplos son variados, Vita Cypriani de Poncio y la Vita Antonii de S.
Atanasio48.
6.2. La Historia de la Iglesia en la Edad Media:
a) Hasta el s. XI, la historiografía eclesiástica no separaba los acontecimientos
históricos de las controversias dogmáticas y teológicas, como tampoco los de la historia
profana de la historia de la Iglesia.
A partir de la reforma gregoriana en efecto, con el apogeo de la Iglesia romana
47
Esta primera edición del Liber se inicia con los datos sobre San Pedro y termina en el s.IX con el papa
Esteban V (816-817).
48 En general podemos decir que durante el medioevo, el género biográfico seguirá las huellas trazadas por
Eusebio en su Vita Constantini o bien en su obra ya citada.
sobre el imperio, se escribió la historia de la Iglesia identificada con la historia del papado.
Fueron grandes obras pero limitadas al ámbito de los Estados Pontificios. Obra como la de
Juan de Salisbury (+ 1180) con su Historia Pontiflcalis, es fundamental pero es real para
nosotros que no agotaba la vida de toda la Iglesia. Esta tendencia encuentra su apogeo en
la Historia eclesiástica nova de Barthélemy de Lucques (+ 1326). Los dos grandes
historiadores medievales: Guillermo de Malmesbury (+ 1143) y Otton de Freissing (+
1158) y su Chronicon seu Historia de duabus civitatibus, son obras con perspectivas e
intereses nacionales.
Durante los siglos XII y XIII en medio del auge mendicante y la controversia
albigense, surgió un nuevo enfoque en la teología de la historia, que hacía reaparecer los
milenarismos apocalípticos como el caso del ya citado Joaquín de Fiore. Aunque no era
historiador, dividía la historia del mundo en tres períodos, a saber: la edad del Padre, que se
corresponde con el Antiguo Testamento, la edad del Hijo (que desde Jesucristo llegaba hasta
el s. XIII) y por último vendría la edad del Espíritu Santo que llegaba hasta su propio
tiempo, más o menos a mediados del siglo XIII, en donde el Espíritu se manifestaría total y
definitivamente.
El pensamiento de Joaquín de Fiore fue refutado por varios flancos y de modo muy
particular por Tomás de Aquino y Buenaventura, ambos mostraron de manera adecuada
que toda la redención había sido dada en Cristo y que no había que esperar una edad
diferente, ya que la edad del Espíritu Santo se estaba transitando y ésta hasta la parusía. Sin
embargo no impidió que esta lectura simbólica a partir del Apocalipsis tuviera,
continuadores y por tanto una influencia enorme en el pensamiento posterior.
b) Por otra parte, en el período ss. XI y XVI, se acumularon los materiales de la
historia eclesiástica, que constituyeron el objeto potencial de la interpretación histórica: las
fuentes. Desde los monasterios se reunieron y copiaron las fuentes conservadas en códices,
(después del paso de los pueblos germánicos y eslavos). Se constituyeron así los archivos y
fondos documentales monásticos que conservaron por siglos estas importantes reliquias del
pasado cristiano.
A nivel oficial, por otra parte, se guardó correspondencia de los papas, copiada y
clasificada ya desde hacía tiempo, se ordenaron también los registros de los demás
“estados” con la curia pontificia, los informes de los embajadores y legados, conformándose
lo que hoy llamamos Archivo secreto Vaticano. Desde Roma hacia toda la cristiandad,
tengamos en cuenta la gran cantidad de documentos archivados y guardados en las iglesias
particulares y demás organismos diocesanos, religiosos, de toda la iglesia que constituyeron
un material extraordinariamente rico.
6.3. La Modernidad:
Con el auge del humanismo, se puede mencionar un primer intento de revalorar lo
clásico y el gusto por lo antiguo gracias al estudio crítico de las fuentes. En este sentido a
comienzos del siglo XV encontramos un ejemplo en el caso de la Donatio Constantini.49
Con ocasión de la rebelión protestante y la reforma católica del s. XVI, la
historiografía tomó un franco tono apologético. Así encontramos una historia luterana, otra
calvinista, otra historia católica.
En el caso de la católica, si tomamos el relato de los diversos acontecimientos que se
desarrollaron en el concilio de Trento (1545-1563), disponemos de dos obras históricas que
ilustran esta actitud. De una parte tenemos la que escribió en 1619 el servita Paolo Sarpi, en
la que intentaba probar que la libertad del Concilio estuvo trabada por el papado a costa de
los derechos de los príncipes y de los mismos cristianos. Una generación más tarde, el
49
Se pensaba hasta entonces que era un documento por el que el emperador Constantino habría donado al papa
Silvestre I algunas tierras procurando así una antigua base jurídica de los Estados Pontificios. Algunas mentes
más agudas, como el cardenal Nicolás de Cusa (+ 1464) y después Lorenzo Valla (+ 1457) y también Reginald
Pecock, obispo de Chichester (+ 1461), demostraron mediante la crítica interna del texto, que el documento no
podía remontarse a la época constantiniana ya que la “donación” fue en tiempo medieval.
jesuita Pallavicini quiso mostrar paso a paso en 1656, que la tesis de Sarpi era falsa o estaba
falseada de un extremo al otro. Mas el jesuita permanece absolutamente dependiente del
modelo que refuta. Este ejemplo manifiesta los límites de “la historia de controversia”,
propia de esta época.
En definitiva se hizo claramente manifiesto en lo sucesivo, que la historia
eclesiástica fue por separado y era distinta de la historia profana, de allí que haya
comenzado a considerarse como una disciplina particular.
El período que se extiende desde finales del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII
es de los más intensos para los historiadores de la Iglesia. Aparecen grandes lectores y
recopiladores de documentos, que los copian para formar colecciones de documentos, sin
los cuales todavía hoy estaríamos bien desprovistos. Es el caso de los Bollandistas con la
gran serie de los Acta sanctorum, que posee cincuenta y dos volúmenes, caracterizados por
un notable espíritu crítico. Una segunda gran empresa a señalar es la de los Maurinos, los
benedictinos franceses de la Congregación de San Mauro, cuyo centro era la abadía de
Saint-Germain des Prés de París. Una serie de grandes historiadores, sabios, archiveros y
paleógrafos, entre los que figuran Mabillon, Martene y Durand, han trabajado en ello para
ofrecer ediciones críticas de los Padres de la Iglesia. Nos han proporcionado también
colecciones de los textos de los concilios, así como de todos los textos concernientes a la
historia eclesiástica de países particulares, como la Gallia christiana, la Italia sacra, la
Sacrum illyricurn, etc.
Es también la época en que vemos aparecer las historias de la Iglesia con una
connotación teológica y eclesiológica particular. Éste fenómeno venía como vimos desde la
rebelión protestante. La dimensión eclesiológica adquiere cada vez más importancia en el
siglo XVII en el clima de galicanismo y de jansenismo: esto es lo que encontramos en
Francia en Claude Fleury (+ 1723) o en Nöel Alexandre (+ 1724). Del lado protestante,
encontramos, por ejemplo, a Gottfried Arnold (+ 1714), que escribía no sólo una historia
pietista, sino también una historia de autores herejes, para demostrar su importancia.
Hay durante esta época el intento de querer dividir la Historia de la Iglesia desde
diversos criterios de periodificación, algunas teológicas, otras provienen de opciones
confesionales. Por ejemplo la del historiador protestante, Adam Rechenberg, con su
Summarium historiae ecclesiasticae (1697), que adopta la siguiente división: Los tres
primeros siglos están agrupados bajo el título: “La Iglesia instaurada” (Ecciesia plantata);
en los dos siguientes la Iglesia goza de libertad (Ecciesia libertate gaudens); del siglo VII
al X, la Iglesia está en las tinieblas (pressa et obscurata); desde el siglo XI al XV(gemens et
lamentans)gime y se lamenta, (siglos que para el historiador católico parecen ser los de su
apogeo, al menos hasta el siglo XIII) y, por último, durante los siglos XVI y XVII, gracias
al protestantismo, se encuentra reformada y liberada (repurgata et liberata).
Johan Lorenz Mosheim (+ 1755), por su parte, plantea el problema central de la
visión teológica del historiador cristiano, que se resumen en la cuestión: ¿cómo reconocer la
acción de la Providencia a través de las conexiones de las causas y de los efectos?
Evidentemente esta posición implica la primacía del análisis científico, la Edad Media no se
hubiera planteado nunca semejante cuestión. Vemos plantearse con toda claridad, entonces,
la tensión entre historia científica y visión teológica, cuestión ya tratada más arriba.
Durante el Aufklarung alemán, la época de las Luces, el hecho de que la historia de
la Iglesia es una materia importante de la enseñanza de la teología ya es un dato adquirido,
pero la Iglesia es considerada en este tiempo como una sociedad humana entre las demás y
es tratada con una especial voluntad de objetividad científica.
A comienzos del siglo XIX, ante el avance del liberalismo y el retroceso de la
influencia del cristianismo en la sociedad, se produce dentro de la historiografía católica una
transformación que dará paso a la inclusión en el trabajo histórico, de los elementos
profundos, invisibles y teológicos que contiene la religión cristiana que no deben faltar e
incluir en la ciencia histórica.
Encontramos ejemplos de lo que venimos diciendo procedentes de la sensibilidad
alemana, que pronto dará lugar al romanticismo, presente ya en Novalis (+ 1801) y luego en
Friedrich von Schlegel (+ 1829). Johann Adam Mohler (+ 1838), que debe ser considerado,
en primer lugar, como un historiador de la Iglesia y no como eclesiólogo o dogmático, o
mejor aún, como historiador de la Iglesia que sabía ser eclesiólogo y dogmático, recupera la
dimensión sacramental y espiritual de la Iglesia. Presenta la historicidad de la Iglesia como
un desarrollo orgánico de la Revelación50.
El final del siglo XIX, unido al impulso de León XIII a los estudios teológicos, se
dieron además los grandes ensayos de síntesis y de documentación exhaustiva. La
Patrología de Migne, esa obra que comienza a mediados del siglo, se ve seguida por una
serie de ambiciosas empresas colectivas de historiadores y archiveros: el Corpus de la
Academia de Berlín dedicado a los Padres griegos y latinos, e incluso más allá de la historia
religiosa, los Monumenta Germaniae historicae en el último tercio del siglo XIX. A partir
de estas colecciones se han realizado diferentes ensayos de síntesis. Mons. Hefele, el gran
historiador de los concilios, e Ignaz von Dollinger son los más eminentes representantes de
Alemania. Contamos asimismo con intentos de síntesis teológica entre los cuales es preciso
citar especialmente el Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana (1845) del
Cardenal Newman. Su obra, que es la de un teólogo, se apoya en una visión histórica. Sus
trabajos sobre los arrianos y su comprensión de la evolución del dogma mariano fueron
elementos decisivos en su decisión de unirse a la Iglesia romana.
6.4. La ciencia Historia de la Iglesia durante el siglo XX:
A partir de los antecedentes citados del siglo anterior, se presentaban varias actitudes
posibles para el historiador de la Iglesia. Durante mucho tiempo los católicos habían
adoptado en esta materia una postura apologética, que por otra parte, no era ni nueva ni
específica del catolicismo ya que todos la utilizaban.
La existencia de una estricta distinción de los niveles es mucho más rigurosamente
teológica. No hay que confundir un análisis, que debe ser científico, contando con los
medios de que se dispone en una época dada, por una parte, y, por otra, una interpretación
teológica, cuando ello es posible. Al contrario, la actitud apologética mezclaba ambos
niveles, desacreditada desde un punto de vista científico, tampoco es más convincente en
teología.
¿Cuáles son las características actuales de la enseñanza y de la investigación en
historia de la Iglesia? Podemos entresacar algunos parámetros.
En primer lugar la especialización del saber; es decir que no se concibe un solo autor
se encargue de toda la historia de la Iglesia. Pertenecemos a una época de división del
trabajo histórico entre especialistas.
En segundo lugar, existe un acuerdo en profesar un respeto al documento, facilitado
por el creciente acceso a las fuentes. Una de las grandes fechas, a este respecto, para nuestra
disciplina, fue la apertura de los archivos secretos del Vaticano en el año 1884 por León
XIII.
Por último, se adquirió distancia entre la historiografía como ciencia y la posición
del historiador. ¿De qué manera ha llegado hasta nosotros la perspectiva que tenemos sobre
un tema determinado? ¿A partir de qué eclesiología?, ¿en virtud de qué criterios teológicos
o morales, o incluso con qué actitud de reacción ante afirmaciones o negaciones
precedentes, abordaron nuestros predecesores un determinado problema? Así, el estudio
serio de una cuestión particular debe incluir una ardua tarea historiográfica, y lo corrobora
el documento Memoria y Reconciliación como apuntábamos más arriba.
La historiografía actual mirada desde esta nueva perspectiva, puede renovar
completamente el enfoque de la Historia de la Iglesia enseñada hasta ahora. Puede hacer
50 «La historia de la Iglesia, escribe, es una serie de desarrollos del principio de luz y de vida transmitido por
Cristo a los hombres, para unirlos a Dios y llevarlos a su gloria». Esta definición, como se ve, es propiamente
teológica.
recapitular hasta los más polémicos temas como el caso de la Inquisición, las leyendas
negras, etc.
7.- PERIODIFICACIÓN DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Así como la historia profana, la Historia de la Iglesia es una continuidad en el
tiempo y en el espacio, en la que el Espíritu Santo sigue inspirando a todo el pueblo de
Dios, para vivir, desarrollar y enseñar a que todos lleguen a ser discípulos de Cristo, (Cfr.
Mt. 28,18-20), en medio y a lo largo de la historia de la humanidad.
De la misma manera que a lo largo de nuestra vida encontramos distintas etapas
características, y podemos decir que en todas está la misma persona: la niñez, adolescencia,
juventud, adultez, ancianidad, también para la Historia de la Iglesia es posible hacer una
división que sirva como un instrumento para estudiar un período determinado de la vida
eclesial.
Periodificar significa, en otras palabras, dividir pero sin que signifique olvidar lo
anterior, dividir como método, no como corte. En el tiempo no existen los cortes tajantes
sino que el presente está “transido”, empapado de la herencia del ayer y condiciona de
alguna manera el mañana de cada persona, de una nación, de la Iglesia.
¿Desde qué criterio dividimos estos dos mil años de historia?.
Es claro que no podemos partir para delimitar los tiempos desde abstracciones, sino
desde hechos y procesos concretos.
Al quedar en claro que no hay periodificación que conforme a todos, proponemos en
éstos apuntes las más divulgadas desde los manuales.
7.1. Siguiendo la clásica cronología de la historia profana:
1) Antigua: hasta la caída del IR de Occidente (476 d. C.)
2) Media: hasta la caída de Constantinopla (1453)
3) Moderna: hasta la revolución francesa (1789)
4) Contemporánea: desde la revolución hasta nuestros días.
7.2. División desde la perspectiva misional de la Iglesia51:
1)
Evangelización del mundo judeo-helenista
2)
Evangelización de los pueblos bárbaros en Europa (ss. V-XII)
3)
Las misiones medievales (ss. XIII-XIV)
4)
Evangelización de América (ss. XVI-XVII)
5)
Misiones en África, Asia y Australia (ss. XIX-XX)
7.3.
51
52
Siguiendo un esquema teológico, basado en la relación Iglesia-mundo52:
1) Hasta el 400, período originante en el que la Iglesia de Cristo, mantiene sus
distancias frente al mundo pagano, y éste a su vez la persigue.
2) Del 400 al 1800 cuando se da entre la Iglesia y el mundo una casi completa
identidad, donde sólo queda poco espacio, muy marginal para lo que no es
cristiano. Dentro de este gran período es posible una subdivisión:
2.A. Del 400 al 1000, dominan el emperador y los reyes
2.B. Del 1000 hasta el 1.400, donde domina la Iglesia, el papa, obispos, el clero.
2.C. 1.500 al 1.800, cuando domina el estado absoluto.
Cf. JUAN PABLO II, Tertio milennio adveniente, 66.
MARCEL CHAPPIN Introducción a la Historia de la Iglesia, Estella 1997, 160-161.
3) Del 1800 a 1962: donde la Iglesia se encuentra aislada del mundo que por su
parte lucha contra la Iglesia. Esta sueña todavía con el período 2.B
4) El último período arranca con el empuje del Concilio Vaticano II, donde la
Iglesia se inserta en el mundo, como una instancia crítica, para poder desarrollar
lo que es positivo y sanar lo que es negativo.53
7.4. En nuestra Facultad de Teología, el esquema seguido por el Departamento se estudia
la Historia de la Iglesia siguiendo un esquema histórico - teológico- cultural, repartido
según las asignaturas del mapa curricular54:
MEDIEVAL
Desde los orígenes hasta el s. VI (la finalización de la problemática
cristológica en el Oriente y la irrupción de los bárbaros en Occidente).
Desde la evangelización de los pueblos bárbaros en Occidente hasta
el fin del Cisma de Occidente. Incluyendo la España cristiana
MODERNA
Desde el s. XV hasta la muerte de Pío IX (1878)
ANTIGUA
CONTEMPORÁNEA Desde el pontificado de León XIII hasta el Concilio Vaticano II
La cronología para Historia de la Iglesia en América en el plan de estudios actual del
Bachillerato se divide América Hispana (Historia de la Iglesia V/a) que se extiende desde
1492 hasta el s. XX; y la Historia de la Iglesia en la Argentina, (Historia de la Iglesia V/b)
se extiende desde los inicios de la evangelización de nuestro actual territorio hasta el s. XX.
8. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
53
Cf. Importante impostación de todos los documentos conciliares sobre una nueva mirada al mundo, sobre
todo Gaudium et Spes.
54 Esta clasificación cronológica no incluye la Historia de la Iglesia en América Latina y Argentina, que se
brindarán oportunamente.