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Como se forma un sujeto.
Cuando las neuronas esperan un software
E
s malo que él bebe permanezca frente al televisor a la hora
del noticiero? ¿Entenderá cuando el papa le cuenta una
historia o mamá le explica todo lo que hace mientras lo
cambia ¿Hay que ponerle música clásica? ¿Las típicas inquietudes
de padres primerizos tienen ahora un justificativo. El cerebro de un
bebe es como una computadora en tren de montaje, donde millones
de neuronas esperan el momento de ser conectadas afirman los
científicos. La vieja polémica sobre si la inteligencia es innata o
adquirida escribe un nuevo capítulo.
Según la revista norteamericana newsweek, investigaciones
recientes demuestran que las experiencias de la infancia ayudan a
formar los circuitos cerebrales para la música, la matemática, el
lenguaje y las emociones y que hay épocas propicias para estimular
cada capacidad.
La mano de papá sostiene un osito delante de los ojos del recién
nacido, una neurona de su retina construye rápidamente una
conexión eléctrica con la corteza visual del cerebro. Él bebe llora
de noche mamá lo amamanta manteniendo sus ojos en los del bebe
– la naturaleza quiso que las distancia entre el codo doblado de
mamá y sus ojos sea exactamente la distancia de foco del bebé -,
las neuronas envían impulsos al control de la emoción. Dar una
mamadera o cantar el arrorró pueden constituirse en actos
fundacionales en la vida del bebe.
Cuando el bebé viene al mundo, su cerebro es un revoltijo de
neuronas que esperan ser tramadas en la compleja estructura de la
mente. Algunas ya fueran conectadas en el “disco rígido” del
cerebro por los circuitos que comandan desde la respiración a los
latidos del corazón y regulan la temperatura del cuerpo o los
reflejos. Pero existen millones de neuronas que son como bites
sin software.
Circuitos aun no programados con un infinito
potencial: mañana resolverán una ecuación o compondrán un rap,
estallarán de ira o meditarán zen.
Si no se usan, las neuronas mueren, si se usan se conectan en
circuitos al cerebro. ¿Cuáles se usan y cuáles no será lo que vaya
reconfigurando la mente infantil, como un programador reconfigura
una computadora. Las primeas experiencias infantiles - determinan
para los expertos. Si un chico será despierto o tonto, seguro o
acomplejado, ágil, intuitivo o calculador. “ Las experiencias
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tempranas son tan poderosas que pueden cambiar completamente
el modo en que una persona resulta “, afirma sin titubeos el
neurobiólogos pediátrico Harry Chagnay de la Wayne State
University.
La postura tradicional sostenía que el diagrama de conexiones
estaba predeterminado genéticamente. Pero aun aceptando que la
mitad de los genes - 50.000 – estén involucrados en el sistema
nervioso central de algún modo, no hay suficientes para explicar un
sistema de conexión tan complejo. Por eso los científicos barajan
otra posibilidad: Los genes podrían determinar solo los principales
circuitos cerebrales pero alguien más configura los millones de finas
conexiones y es el medio, el entramado de innumerables mensajes
que el cerebro recibe del mundo exterior.
De acuerdo con el nuevo paradigma, la neurobióloga de la
Universidad de California Carla Schultz explica que hay dos
grandes estadios en el “cableado” del cerebro. “Un período
temprano, donde no se requiere la experiencia y otro posterior don
de sí aparece”, los experimentos de Torsten Wiesel y David Hubel
que dieron a luz este nuevo paradigma en 1.970 encontraron que
cosiendo el ojo de un gatito recién nacido conectaban a su cerebro:
algunas neuronas conectadas desde el ojo cerrado a la corteza
visual permanecían ciegas, aún después de que se reabriera su ojo.
La conclusión fue que había un período muy corto en que la retina
se conectaba con la corteza visual. El momento de maduración de
las regiones cerebrales indica por cuánto tiempo se mantendrán
maleables.
Ahora bien, si la teoría es cierta se convierte en un dato
fundamental para eso que se insiste en llamar educación. Las
áreas sensibles maduran en la temprana infancia. El sistema
límbico emocional es conectado en la pubertad, los lóbulos
frontales- donde se asienta el entendimiento – se desarrollan hasta
cerca de los 16 años. Hilando fino: con incorporar la información
adecuada en el momento justo nada sería inaccesible para nadie
pero si uno pierde el turno de la ventana, corre en desventaja. La
instrucción intensiva a menudo fracasa por que empieza después
que el cerebro ya ha tenido sus conexiones. Ni hablar de lo que
piensan del error de comenzar un segundo idioma recién en la
secundaria.
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Pero los neurobiólogos están a punto de entender exactamente el
mecanismo por el
cual la experiencia y los sentimientos
configuran el cerebro. Saben bastante acerca del circuito de la
visión, que se establece entre los 2 y 4 meses, cuando él bebe
empieza a tener noticias del mundo y finaliza a los 8, cuando cada
neurona se conecta con otras 15.000 neuronas. El niño que nace
con los ojos segados por cataratas permanecerá ciego para
siempre a pesar de que se operen sus cataratas a los dos años.
Respecto de otros sistemas, en cambio, los científicos saben que
sucede con las neuronas pero no como sucede.
Jamás obtuvieron constancia de en que momento las habilidades
cognitivas funcionan más que las sensitivas. El cerebro no
desconecta los mecanismos de la visión cuando empiezan a
funcionar los circuitos de la música.
Desnutrición, miseria y desarrollo intelectual
Las cifras de Guatemala.
E
n el mundo, alrededor de 195 millones de niños menores
de cinco años son desnutridos. Aunque esté mal es casi
folklórico en los países subdesarrollados, donde llega a
sus formas más extremas y espectaculares, las naciones del primer
mundo también lo padecen: En 1.992 se estimaba que 12 millones
de niños norteamericanos se encontraban por debajo de los índices
nutricionales establecidos por la Academia nacional de Ciencias de
EE.UU. El modelo explicativo sostenido por los científicos durante
décadas afirmaba que la desnutrición tenía un efecto principal: el
daño cerebral. Se consideraba que el lapso fatal era desde el
preparto
hasta los dos años, cuando el cerebro crece
aproximadamente hasta el ochenta por ciento del tamaño definitivo.
Cualquier grado de desnutrición durante ese período detendría el
normal desarrollo del cerebro, infligiendo un deterioro severo y
duradero. En una reciente investigación demuestra que los efectos
de la mala alimentación son más complejos: interfiere tanto en la
salud general del niño como en su relación con el medio ambiente,
si el niño no alcanza el nivel energético necesario, no puede
asimilar conocimientos ni responder a los estímulos y a partir de allí
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el círculo se potencia.
Además de las deficiencias físicas
(debilitamiento de las defensas, peso y talla subnormales) el ámbito
social de la pobreza multiplica los problemas cognoscitivos. Pero
no todas son malas noticias, según esta investigación, llevada
adelante por Ernesto Pollitt de la Universidad de California y que se
denominó Proyecto Guatemala, muchos niños que se consideraban
condenados a la marginación
por trastornos neurológicos
irreversibles podrían recuperarse con un suplemento vitamínico
temprano y una educación diferenciada .
En realidad, el Proyecto Guatemala es de larga data. Lo comenzó el
Instituto de Nutrición de América Central y Panamá. Consistió en
el estudio de más de dos mil niños y mujeres embarazadas entre
1.969 y 1.977. En esa primera etapa, los chicos de dos pueblos
recibieron un suplemento altamente proteico llamado Atole, hecho a
base de maíz y los residentes de otros dos pueblos, que
funcionaron como grupo de control, recibieron fresco, una bebida
dulce de sabor frutado, que contenía pocas vitaminas y un tercio de
las calorías del atole. Exámenes médicos regulares revelaron que
ambos suplementos mejoran la salud de los participantes, pero
atole rindió en una forma más contundente al disminuir la mortalidad
infantil en un 69% contra un 24 % de la población que recibió
Fresco. En el estudio siguiente, realizado entre 1.988 y 1.989 y
publicado en la revista Scientífic América, Pollitt y sus colegas
visitaron los mismos pueblos para evaluar a un grupo de alrededor
de 600 personas que habían recibido los suplementos desde el
preparto hasta los 2 años de edad. A estos adolescentes y jóvenes
se les tomaron test de comprensión, vocabulario y lectura, un
examen de conocimientos generales, un test aritmético no verbal
estándar.
Se demostró que una buena alimentación en los primeros años de
vida puede contrarrestar los efectos de la pobreza en el desarrollo
intelectual. Por otra parte, quienes habían consumido Atole tenían
un mejor rendimiento en la escuela, índice de que la mala
alimentación sabotea los mejores esfuerzos educativos.
Los
investigadores comprobaron además que el énfasis puesto en los
dos años de vida era errado.
La detención del crecimiento del cerebro en pequeños
subalimentados durante ese período no siempre es de gran
irreversibilidad definitiva. En realidad, esa demora puede ser
temporaria si la dieta mejora hacia los tres años más o menos, el
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crecimiento del cerebro puede continuar con un ritmo próximo al
normal.
A la inversa, el cerebro puede ser afectado cuando un chico sufre
desnutrición después de los primeros dos años de vida. Esto
prueba que para el desarrollo cognoscitivo es importante una
alimentación adecuada durante toda la infancia.
Además aunque la subalimentación puede conducir a déficit
cognoscitivos irreparables, nunca se habían podido explicar en
forma convincente los perjuicios derivados de la desnutrición
moderada. La grieta de esta hipótesis se hizo evidente en los
sesenta, cuando los investigadores demostraron que los niños de
clase media y alta que padecieron desnutrición infantil moderada,
no sufrían los mismos problemas intelectuales que los chicos
subalimentados de comunidades empobrecidas. Si fuera verdad
que la desnutrición moderada perjudica exclusivamente
los
procesos cognoscitivos al alterar la estructura del cerebro los dos
grupos deberían haber rendido en forma similar. Pero factores tales
como el ingreso económico,
educación y otros aspectos
ambientales y culturales pueden proteger a los niños de los efectos
dañinos de una dieta pobre, como también puede potenciarlos.
Investigaciones como el Proyecto Guatemala han impulsado a
muchos estudiosos a sugerir que cuando los aspectos económicos
y sociales del ambiente en el que crecen los niños no pueden ser
fácilmente cambiados,
proveer de una alimentación adecuada
durante la infancia al menos disminuye las posteriores carencias
cognoscitivas engendradas por la pobreza.
Sin embargo, los suplementos nutritivos no pueden revertir, por si
mismos y en el largo plazo, los efectos de la desnutrición temprana.
El ideal, según Pollitt, sería proveer algún sostén adicional, tal
como una educación más especializada, además de brindar
mejores oportunidades para desarrollar nuevas habilidades
sociales bajo la dirección de un familiar o de un adulto responsable.
Cualquier intervención para ser utilidad, debería se sostenida
duradera e inmediata, ya que la mayoría a de los niños mal
alimentados
enfrentan infortunios permanentes que pueden
agravar los efectos de la desnutrición , puesto que, en general,
viven en zonas con escuelas precarias y con escaso o nulo cuidado
médico y sus padres son desempleados o trabajadores mal
remunerados . Condiciones que, día a día, se multiplican gracias
a la mano invisible del mercado. Suplemento Futuro – Página 12 –.
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