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Plan Formativo de Líderes CMM
Etapa IV “Construyendo el futuro” – Dimensión Cristiana
Pastoral Juvenil CMM
Taller #1: El discipulado
Competencia: Asume desde la fe su compromiso cristiano con sentido eclesial.
Objetivo: Participa de las actividades que programa su parroquia.
Actividades:
 Observar el siguiente video y compartir lo que conocen acerca del significado del discipulado.
 http://gloria.tv/?media=631852
Contenido.
 Se repartirá la historia de un discípulo de Jesús a cada uno de los jóvenes, luego
responderán de forma personal las siguientes preguntas y al final se socializarán. (ANEXO 1)
 Preguntas para profundizar:

¿Cuáles eran las características personales y la ocupación de este discípulo antes de
conocer a Jesús?

¿Cómo recibió el llamado de Jesús? ¿Qué aspectos de su vida cambiaron?

¿Cómo vivió el discipulado luego de ser llamado y enviado por Jesús?
Confrontación:
 Observar los siguientes videos o uno de ellos, para identificar los discípulos de Jesús en la
actualidad y las características de su seguimiento.

Testimonio de Eduardo Verástegui: https://www.youtube.com/watch?v=BSRGVuhZNeE
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Etapa IV “Construyendo el futuro” – Dimensión Cristiana
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
Testimonio de Taliana Vargas: https://www.youtube.com/watch?v=ghYazdSvoec

Testimonio de la Hna. Glenda: https://www.youtube.com/watch?v=SVi61GRUsp8

Testimonio de Son By Four: https://www.youtube.com/watch?v=VGU0EZTy5bw
 Elaborar un álbum donde cuente su experiencia personal de discipulado, teniendo en cuenta
los siguientes aspectos:
- Cualidades personales, habilidades, sueños (metas que tienen para su vida), limitaciones,
defectos dominantes.
- Qué sabe de Jesús, cómo lo ha sentido presente en la propia vida y en qué momentos
especialmente.
- ¿Qué propósito crees que tiene Jesús para tu vida? ¿A qué te llama concretamente ahora y
para un futuro?
- ¿Cómo responderás al llamado de Jesús en tu vida?
Materiales:
- Historia de los discípulos de Jesús (ANEXO 1)
- Biblia
- Videos
- PC
- Video Beam
- Hojas de block
Evaluación:
Aspectos
Tema
Metodología
Recursos
Actividades
Participación
Por mejorar
Bueno
Muy bueno
Excelente
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Etapa IV “Construyendo el futuro” – Dimensión Cristiana
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Taller #2: Pertenencia eclesial: Sacramentos de Opción.
Competencia: Asume desde la fe su compromiso cristiano con sentido eclesial.
Objetivo: Conoce el significado y el rito de las celebraciones del sacramento del Matrimonio y el
Orden Sacerdotal.
Actividades:
 Elaborar un paquete chileno con preguntas acerca de los diferentes
sacramentos para indagar conocimientos previos y aclarar dudas.
Contenido.
EL ORDEN SACERDOTAL
INTRODUCCIÓN GENERAL:
Es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida
en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. Está
instituido para anunciar la Palabra de Dios y para restablecer la comunión con Dios mediante los
sacrificios y la oración, quien recibe este sacramento es el mediador entre el Señor y los hombres, y
transmite a éstos sus enseñanzas cuando se reúnen todos juntos en la oración al Padre.
Pero no sólo el sacerdote tiene la función de presidir la asamblea de fieles cuando se reúnen para
orar, sino que también actúa en nombre de toda la Iglesia cuando presenta a Dios la oración de la
Iglesia y sobre todo cuando ofrecemos el sacrifico eucarístico.
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Etapa IV “Construyendo el futuro” – Dimensión Cristiana
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El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la autoridad con la
que el propio Cristo construye, santifica y gobierna su Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los
presbíteros supone ciertamente los sacramentos de la iniciación cristiana. Se confiere, sin embargo,
por aquel sacramento peculiar que, mediante la unción del Espíritu Santo, marca a los sacerdotes
con un carácter especial. Así quedan identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan
actuar como representantes de Cristo Cabeza.
Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de los obispos en el
ejercicio de sus poderes, sin embargo, están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y, en virtud
del sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a
imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote, para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y
para celebrar el culto divino.
Al igual que todos los fieles de Jesucristo a lo largo de la historia, los presbíteros han sentido la
llamada de Cristo a sus corazones a seguirle. Sus ideales son imitar de cerca el ejemplo de Jesús y
a ello han consagrado su vida. Los sacerdotes han optado por la vida de obediencia, castidad y
pobreza al igual que lo hizo su Señor.
Este sacramento configura con Cristo mediante una gracia especial del Espíritu Santo a fin de servir
de instrumento de Cristo a favor de su Iglesia para siempre, unido a Él, a su amor y tenerle cerca
para poder seguir su ejemplo de vida y así obtener la Salvación.
RESUMEN DEL SACRAMENTO:
SIGNIFICADO
Este sacramento significa la compromisión de los presbíteros para entregar su vida al servicio de la
comunidad y a Cristo, poder actuar en su nombre, tomar como ejemplo su vida e intentar predicar su
Palabra a todos los fieles cristianos (hacer de mediador entre Dios y los hombres), y así guiarlos en
su camino a la vida. Y para llevar a cabo esta tarea tan dura y costosa, siempre evitando la tentación,
les acompaña la fuerza del Espíritu Santo desde el momento en que se ordenan sacerdotes; esta
gracia les da una fortaleza para poder guiar con prudencia y fuerza a su Iglesia.
RITO (SIGNOS, PALABRAS, ACCIONES)
En la celebración de la ordenación de un sacerdote exige el mayor concurso posible de los fieles,
tendrá lugar en una catedral y preferentemente en domingo, con una solemnidad adaptada a las
circunstancias.
El rito esencial del sacramento del Orden está constituido para los tres grados de ordenaciones
(obispo, presbítero o diácono), por la imposición de manos del obispo sobre la cabeza del ordenado,
así como por una oración consecratoria específica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de
sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado.
Esta celebración citada varía según la tradición litúrgica determinada. Así como en el rito latino, en el
rito inicial se lleva a cabo la presentación y elección del ordenado, la alocución del obispo, el
interrogatorio del ordenando y las letanías de los santos. Después de todos estos actos, para el
obispo y el presbítero: la unción con el santo crisma, signo de la unción especial del Espíritu Santo
que hace fecundo su ministerio, entrega del libro de los evangelios, del anillo, de la mitra y del báculo
a el obispo en señal a su misión apostólica de anuncio de la Palabra de Dios, de su fidelidad a la
Iglesia de su cargo de pastor del rebaño del Señor; y al presbítero se le entrega la patena y el cáliz; y
la entrega del libro de los evangelios al diácono.
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Etapa IV “Construyendo el futuro” – Dimensión Cristiana
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MINISTRO DEL SACRAMENTO Y ¿QUIÉN PUEDE RECIBIRLO?
Dado que el sacramento del Orden es el del ministerio apostólico, corresponde a los obispos, en
cuanto a sucesores de los apóstoles, transmitir el “don espiritual”, “la semilla apostólica”. Los obispos
válidamente ordenados, es decir, que están en la línea de la sucesión apostólica, confieren
válidamente los tres grados de ordenación.
Este sacramento lo pueden recibir todo cristiano que haya sido bautizado, haya recibido el Cuerpo de
Cristo y haya llevado a cabo una preparación en un seminario en el cual les enseñan a seguir
fielmente la Palabra de Dios y a convertirse en pastores del rebaño del Señor. A partir de entonces
cuando llegue el momento, si han llegado al punto de preparación óptimo, recibirán el sacramento
del Orden.
¿QUÉ APORTA EL CREYENTE Y LA COMUNIDAD? ¿QUÉ RECIBE EL CREYENTE Y LA
COMUNIDAD?
El creyente aporta su vida al servicio de Dios para que éste le confíe el poder de guiar y enseñar a su
rebaño, mientras que la comunidad aporta su fidelidad y fe, dejándose guiar y enseñar por el pastor
que les mostrará el camino correcto para llegar a Jesús.
El creyente recibe la fuerza del Espíritu y la confianza del Señor para que predique la Palabra, y la
comunidad de creyentes recibe siguiendo el modelo de vida de Jesús, la Salvación y la felicidad
eterna.
RELACIÓN CON LOS SACRAMENTOS
CONFIRMACIÓN Y EUCARISTÍA:
DE
INICIACIÓN
CRISTIANA:
BAUTISMO,
Para el posible recibimiento del sacramento del Orden, es necesario que el ordenando pertenezca ya
a la Iglesia, que haya recibido todos los sacramentos de la iniciación cristiana, con mayor importancia
el Bautismo; que le hace miembro de la Iglesia, y la Eucaristía; en el momento de tomar el Cuerpo de
Cristo y fortalecer los lazos de unión hacia Él. Este sacramento, una vez que ya has sido preparado
para recibirlo, es una decisión propia y voluntaria, la cual hace que ya no te conviertas únicamente
en hijo de Dios, sino que ya entregas tu vida y tus fuerzas a su servicio con el fin de ayudar a
predicar su Palabra.
Este sacramento únicamente se puede tomar una vez, en eso se diferencia de alguno de los
anteriores y además después de haber recibido la unción del santo crisma aportándote la fuerza del
Espíritu Santo, es imposible ya romper los lazos de unión entre el presbítero ordenado y Dios; este
sacramento es perenne y para siempre sin ningún tipo de vuelta atrás. Aunque un sacerdote sea
excomulgado, no podrá ejercer las labores propias de antaño, pero siempre seguirá quedando el
resto que le sigue uniendo al Espíritu.
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EL MATRIMONIO
INTRODUCCIÓN GENERAL:
La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se
establece con la alianza del matrimonio... un vínculo sagrado. Esto viene a decir que el matrimonio
no es una institución puramente humana a pesar de las variaciones que ha sufrido a lo largo de la
historia en las culturas, sociedades y actitudes espirituales.
El matrimonio para muchas culturas tiene tal importancia que se cree que la salvación de la persona
y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad
conyugal y familiar.
Según la fe, los conflictos y desórdenes no se producen por la naturaleza del hombre o de la mujer,
ni en la naturaleza de sus relaciones, sino en el pecado, por eso es necesario llegar hasta una cierta
maduración, así poder eludir el pecado y no sufrir conflictos en las relaciones personales.
La sexualidad y el matrimonio son dos términos que están fuertemente ligados según la doctrina
cristiana, porque cuando el amor florece entre un hombre y una mujer para poder vivir unidos y
convertirse “en una sola carne” deben de enlazarse por medio del matrimonio, y por supuesto las
relaciones sexuales (que según la teoría cristiana son con fin de la procreación) siempre se deben
producir en el ámbito conyugal unido por el matrimonio.
Pero el matrimonio es, en una parte muy importante la base de la familia; un grupo de personas que
se relacionan en un grupo social determinado y con unos factores sociales bien definidos; toda
familia debe adaptarse a éstos, debido a que en caso contrario surgirían disparidades y
probablemente desembocaría en una ruptura familiar o matrimonial. El valor de la familia es muy
importante en la formación de la persona debido a que la familia es aquel lugar donde creces y vas
madurando y afrontando los problemas con su ayuda hasta llegar el punto en que se debe
desenvolver la persona misma en la vida.
Como último apunte, reconocemos que cada persona tiene un proyecto de vida determinado, y hoy
por hoy el matrimonio constituye el principal, formar una familia y en conclusión conseguir la
felicidad; deseo por el cual cada persona lucha por una concepción de felicidad definida en su
persona.
RESUMEN DEL SACRAMENTO:
SIGNIFICADO
Este sacramento representa la unión de amor hasta la muerte de un hombre y una mujer,
convirtiéndose cada uno en “carne de su carne” del otro miembro. Pasan a formar parte de una unión
indefectible de sus dos vidas, a pesar de que tengan que afrontar a lo largo de su vida una serie de
dificultades que el amor conyugal irá salvando una a una.
La gracia que obtienen los cónyuges cristianos al tomar este sacramento está destinada a
perfeccionar el amor de los contrayentes y a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta
gracia “se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y
educación de los hijos”.
El matrimonio, por su misma naturaleza, exige a los esposos una fidelidad inviolable, debido a que
los contrayentes en un principio estaban enamorados, y el amor no es algo pasajero, sino que es
para siempre.
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RITO (SIGNOS, PALABRAS, ACCIONES)
La celebración del rito tiene lugar en la Santa Misa, en virtud del vínculo que tienen todos los
sacramentos con el Misterio Pascual de Cristo. En la Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva
Alianza, en la que Cristo se unió para siempre a la Iglesia.
Los esposos sellan su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias
vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia. En cuanto al gesto sacramental de
santificación, la celebración del matrimonio debe ser por sí misma válida, digna y fructuosa. Por
tanto, conviene que los futuros esposos se dispongan a la celebración de su matrimonio recibiendo el
sacramento de la Penitencia.
En las diversas liturgias se realizan oraciones de bendición y de epíclesis pidiendo a Dios su gracia y
la bendición sobre la nueva pareja. En la epíclesis de este sacramento los esposos reciben el
Espíritu Santo como Comunión de amor de Cristo y de la Iglesia. El Espíritu Santo es el sello de la
alianza de los esposos, la fuente siempre generosa de su amor, la fuerza con que se renovará su
fidelidad.
MINISTRO DEL SACRAMENTO Y ¿QUIÉN PUEDE RECIBIRLO?
Al contrario que el resto de los sacramentos, los ministros del matrimonio son los contrayentes, que
son las figuras principales de la ceremonia y los que pronuncian las palabras de aceptación de todos
y cada uno de los requisitos del matrimonio (fidelidad, amor...).
Este sacramento lo puede recibir toda aquella persona que haya recibido los sacramentos de
iniciación cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación) y también es recomendable que la persona
antes de recibir el sagrado sacramento del Matrimonio se confiese, para poder llevar a cabo la unión
conyugal limpios de pecado, claro está, que se necesita una pareja y que ésta te acepte para que
pueda llegar a su fin este sacramento.
¿QUÉ APORTA EL CREYENTE Y LA COMUNIDAD? ¿QUÉ RECIBE EL CREYENTE Y LA
COMUNIDAD?
El creyente aporta su fe en Dios y su fidelidad y amor hacia el otro contrayente, mientras que la
comunidad aporta su consentimiento para que se lleve a cabo este sacramento y su apoyo para
ayudar a dichas personas.
El creyente recibe como cónyuge a su esposo/a y la fuerza del Espíritu Santo, para que éste les
ayude con su fortaleza y prudencia a ambos a afrontar las dificultades y seguir manteniendo el amor
eterno y la fidelidad hacia el otro.
¿CUÁL ES LA VISIÓN QUE TIENE EL CONCILIO VATICANO II DE ESTE SACRAMENTO?
El matrimonio es una íntima comunidad conyugal de vida y amor y se establece con la alianza de los
mismos, es decir, con su consentimiento personal e irrevocable. Este vínculo sagrado, en atención al
bien de los esposos no depende de la decisión humana, sino es el propio Dios el autor del
matrimonio, al cual ha dotado al humano con bienes y fines varios, todo lo cual es de suma
importancia para la continuación del género humano. Por su índole natural, la institución del
matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí mismos a la procreación y a la educación de
la prole, con las que se ciñen como su corona propia. De esta manera, el marido y la mujer, que por
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el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne, con al unión tiene mutuamente, adquieren
conciencia de su unidad y la logran más plenamente, esta unión exige fidelidad y una indisoluble
unidad.
El genuino amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y se enriquece por la virtud
redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia para conducir eficazmente a los cónyuges a
Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime misión de la paternidad y la maternidad, por eso los
cónyuges están imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad,
llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a
la glorificación de Dios.
Actualmente la institución del matrimonio está gravemente deteriorado y a esto contribuye el divorcio,
la poligamia, el amor libre y otras deformaciones. Además también queda profanado por el egoísmo,
hedonismo y los usos ilícitos contra la generación. Pero aun así todavía él deber de transmitir la vida
humana y de educarla es hecho por los cónyuges de la familia con dócil reverencia hacia a Dios y se
esforzarán ambos; el hombre y la mujer y con mutuo esfuerzo. Los esposos cristianos son
conscientes de su de que no pueden proceder a su antojo, sino que tienen el deber de regirse por la
conciencia.
Pero el matrimonio no ha sido instituido únicamente para la procreación, sino que la propia
naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el
amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente.
Tomado de:
 Catecismo de la Iglesia Católica.
 Gaudium et spes 47-52.
Confrontación:
 Realizar una entrevista a una persona que haya recibido el sacramento del matrimonio y otra
el Orden Sacerdotal (se pueden invitar a la reunión del grupo o entrevistarlos por fuera y
luego compartir la experiencia) Indagar cómo ha sido su experiencia al recibir este
sacramento, qué gracias recibió de Dios en ese momento y cómo ha vivido su vocación a
partir de entonces (aspectos positivos y dificultades)
 Socializar entre los líderes en un momento de reflexión: ¿A qué vocación te sientes
llamado/a? ¿Cómo puedes prepararte desde ahora para acoger este sacramento y/o llamado
de Dios? Confrontar estas preguntas en un momento de oración o reflexión, copiarlas en unas
huellas y luego presentarlas ante el Santísimo:
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Materiales:
- Paquete chileno sobre los sacramentos.
- Biblia.
- Entrevistas y personas invitadas.
- Tarjetas con huellas.
Evaluación:
Aspectos
Tema
Metodología
Recursos
Actividades
Participación
Por mejorar
Bueno
Muy bueno
Excelente
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Taller #3: Ministerialidad eclesial
Competencia: Asume desde la fe su compromiso cristiano con sentido eclesial.
Objetivo: Proyecta su grupo hacia un apostolado parroquial.
Actividades:
 Dividir los jóvenes en grupos de 5 integrantes, a cada grupo se le entrega una silueta
de un templo en papel bond en el que describirán cada uno de los siguientes puntos:
-
Bases: ¿Cómo creen que Jesús fundó la Iglesia y con qué finalidad?
-
Puerta: ¿Qué es lo que más les gusta de la Iglesia?
-
Ventanas: ¿Cuál creen que es la misión de la Iglesia en el mundo?
-
Torre: ¿Cómo predica la Iglesia el evangelio de Jesús?
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-
Techo: ¿Cómo se hace presente la Iglesia en la vida de los más necesitados?
-
Cruz: ¿Si pudieran cambiar o mejorar algo de la Iglesia qué sería?
 Luego socializar el trabajo de los grupos, en el compartir crear consciencia de que la Iglesia
somos cada uno de los bautizados, que todo aquello que es positivo en ella estamos
llamados a conservarlo y lo que queremos mejorar somos cada uno de nosotros quienes
debemos actuar. Que cada uno cumple una función vital dentro de la comunidad eclesial.
 Compartir el texto 1 Co 12,12-30 (el cuerpo místico de Cristo)
Contenido.
La ministerialidad en la Iglesia
El ministro dentro del orden de la Iglesia es un seguidor de Jesús que sirve a la edificación de la
comunidad. Este es el eje central del que se desprende toda su entrega.
Claridad de los términos:
SERVICIO: es la tarea propia del cristiano. Todo cristiano debe ser un servidor de sus hermanos que
busca la edificación de la comunidad eclesial. El servicio conlleva funciones diversas de las que
surgen diferentes ministerios. Todo ministerio es un servicio, pero todo servicio o cualquier servicio
no es un ministerio.
MINISTERIO: Designa la misión global de la Iglesia, ella es toda ministerial. Los servicios
fundamentales de esta misión como son la palabra, el culto, la caridad. Teológicamente podemos
identificar una triple significación del ministerio a partir del servicio:
1. Un servicio preciso, importante para toda la comunidad cristiana, reconocido por la Iglesia local y
relativamente estable: MINISTERIO.
2. Un servicio que incluye todo lo anterior y sugiere cierta institucionalización de oficialidad a través
de un acto litúrgico propio: los llamados “MINISTERIOS LAICALES”
3. Un servicio que suponiendo todo lo anterior, toca de tal manera la realidad misma de quien lo
asume que no puede expresarse sino a través de la ordenación sacramental y la especial
señalización de gracia que lo distingue de los otros ministerios: los llamados “MINISTERIOS
ORDENADOS”
Fascinación por la implantación del Reino
El ministerio es ante todo un seguidor de Jesús. Por ello, su causa es la de Jesús, hacer presente el
Reino de Dios en este mundo manteniendo la expectativa de su consumación definitiva al final de los
tiempos. Como seguidor debe desarrollar una espiritualidad que la capacite para vivir esta nueva
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época. Una espiritualidad que pone los pies en lo más terrestre de la tierra con los ojos puestos en lo
alto, de comunión con todos los que buscan una vivencia profunda y coherente de su fe, pero
también con todos aquellos que desde las más diversas orillas de las creencias quieren un mundo
justo, solidario y fraterno, en medio de ellos es presencia que suscita preguntas y provoca actitudes
nuevas.
¿Cómo servir más y mejor?
Proclamar a Jesucristo es el mejor servicio que podemos prestar a los demás hombres con los que
nos relacionamos. Es la misión prioritaria de la Iglesia.
No son pocas las personas que tienen una imagen distorsionada y falsa de la Iglesia católica.
Frecuentemente, hablan, escriben o presentan a la institución eclesial, casi, al mismo nivel, de una
ONG. Consideran que su tarea y misión fundamental está en atender toda clase de necesidades y
carencias materiales de las personas, que con ella se relacionan.
Ciertamente, son incontables las obras asistenciales en favor de las personas más necesitadas, que
ha llevado y lleva actualmente la Iglesia, con el anuncio del Evangelio. No se puede ni debe separar
la evangelización (proclamar a Jesucristo) de la promoción y de la solidaridad con los más pobres.
Ambas cosas se han de dar a la vez. No obstante, dadas las circunstancias actuales de
desconocimiento de Cristo, la Iglesia y todo bautizado, fiel a su misión, habrá de empeñarse en
proclamar explícitamente a Jesucristo como CAMINO, VERDAD Y VIDA.
Revelación bíblica:
A lo largo de todo el nuevo Testamento aparece la persona de Jesús como el Salvador de los
hombres, el Señor de todo lo creado y el único mediador, en cuyo nombre toda la humanidad
alcanza salvación. Las citas son innumerables y al alcance de todos. He aquí algunas:
- “Y para todos los nombres de la tierra no se nos ha dado otro nombre por el que podamos ser
salvos, que el de Jesucristo”Hch.4.12.
- “Por eso Dios lo engrandeció y le otorgó un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de
Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos” Flp.2,9-10.
-“Todo cuanto pidan en mi nombre al Padre se os concederá”-Jn.14,13.
-“Yo soy El Camino, la Verdad y la Vida...Nadie va al Padre sino por Mí”
Enseñanza pontificia:
SAN JUAN PABLO II. Se expresó siempre con toda claridad y rotundidad. En 1989, en su Mensaje
del Día de los Emigrantes afirmó que la misión prioritaria de la Iglesia, no es, exclusivamente,
hacerse presente entre los más pobres. Ni dedicarse, como una benemérita organización social más,
a la promoción y ayuda material de los más necesitados. "El anuncio de Jesucristo- dijo
taxativamente el santo - es el primer acto de caridad hacia el hombre, más allá de cualquier gesto de
generosa solidaridad". Dígase otro tanto de las cuestiones sociopolíticas que ocupan y preocupan a
los católicos. Proclamar a Jesucristo como único Salvador de los hombres, es la primera, ineludible e
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inexcusable tarea, que incumbe a la Iglesia católica, antes que la solución e implicación en los
problemas temporales.
A quiénes incumbe esta tarea:
Esta misión es propia de todo cristiano, no sólo incumbe a la Jerarquía de la Iglesia. Todas las
personas consagradas, sacerdotes, religiosos y laicos, por el hecho de su bautismo y de su vocación
a la santidad tienen el deber de anunciar a Jesucristo en su vida de cada día.
“Ay de mí, si no evangelizase” escribía el apóstol Pablo. El sentía el fuego que le consumía
interiormente de dar a conocer la salvación que proviene de Jesucristo a toda la humanidad,
quemando su vida en esta noble tarea.
Este celo y fuego abrasador lo han sentido todos los santos y santas de todos los tiempos. No sólo
los de vida activa, sino aún más, los de vida contemplativa.
El verdadero laico, que siente el fuego del amor de Dios dentro de sí, buscará por todos los medios
de proclamar a Cristo como único Salvador de los hombres en el medio en que se realiza su vida.
Cómo proclamar a Jesucristo hoy:
El mejor servicio que todos los cristianos podemos prestar a los demás hombres con los que nos
relacionamos, es el de anunciar y proclamar con nuestro testimonio de vida, con nuestras palabras y
con nuestras obras, que en Jesucristo tenemos la plena salvación y que ésta está en la Iglesia por Él
fundada, la Iglesia católica.
Este anuncio ha de ir acompañado necesariamente de la humildad.
Si los católicos estamos en la verdad no es por méritos nuestros sino por regalo de Dios. No somos
dueños de la Verdad, ni siquiera la Iglesia que la recibe de su Señor, a quien permanece siempre fiel
por obra del Espíritu Santo.
La Iglesia es una humilde criatura de la Palabra, como María, la esclava del Señor.
Termino con las palabras de un sacerdote jesuita el P. Juan A. Martínez Camino: “Cada uno de los
católicos hemos de demostrar, con humildad, que andamos en la verdad. No somos más que nadie:
sólo hemos recibido más que algunos y por eso mayor es nuestra responsabilidad.
El Papa es hoy uno de los mejores ejemplos a este respecto: no calla la verdad ni desconfía de ella,
pero anda los caminos del mundo en diálogo humilde y cercano con todos, cristianos o no. Eso es
coherencia”.
Tomado de Ignacio Madera Vargas - http://www.icergua.org/latam/pdf/09-primersemestre/09-05-2tp11/doc3.pdf
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Miguel Rivilla San Martín. Pbro. | http://es.catholic.net/op/articulos/21558/cat/895/como-servir-mas-ymejor.html
Confrontación:
COMPROMÉTETE: Jesús te pide que te quedes de su lado.
OBJETIVO:
Hacer conciencia de nuestra actuación como cristianos, y buscar un compromiso más concreto con
Cristo, con su Iglesia, con nuestro mundo, con nuestro grupo y con nosotros mismos.
DINÁMICA:
Los tipos de católicos.
Se forman 4 equipos (usar algún juego o dinámica para ello) y a cada uno de ellos se les reparte uno
de los 4 puntos, mismos que tendrán que representar de la manera que deseen. Cada equipo leerá
el párrafo y dará una conclusión.
A lo largo de nuestra vida, seguramente nos vamos a encontrar, o ya lo hemos hecho, con diferentes
tipos de católicos, que se diferencian por los distintos grados de compromiso o de respuesta que le
dan a Dios.
1.- Nos encontramos primero con un tipo de católico que abunda como el pasto; a estos los vamos a
llamar: católicos de agua, son aquéllos que lo único que tienen de católicos es el nombre, pues en
algún tiempo muy lejano sus padres los bautizaron, pero, aunque son Hijos de Dios, nunca lo han
reconocido como Padre; son aquellas personas que se dicen católicos ante la sociedad, pero que no
van a misa, no comulgan y ni le hablemos de que se confiesen ni de que hagan caridad con algún
hermano; ellos simplemente viven su vida al margen de todo Dios que pueda existir. ¿Conocemos
alguno?… creo que sí.
2.- Luego nos encontramos con los católicos de aire, o llamados comúnmente golondrinas, pues van,
vienen, vuelven. Son aquéllos que luego de hacer un retiro, un campamento, quedan con todas las
fuerzas y son los supercatólicos, pero cuando pasa un poco el tiempo se van porque se aburren. No
le encontraron el verdadero sentido a las cosas, entonces, cuando no pasa nada extraordinario, se
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cansan; pero luego cuando se sienten mal, necesitan o los llaman, vuelven, pero tarde o temprano
vuelan hacia lugares más cálidos. ¿Conocemos alguno?… creo que sí.
3.- Tenemos otro tipo de católicos a los que vamos a llamar católicos de plomo, son los famosos
fanáticos, ratones de sacristía, santurrones y que cuando lo vemos venir, generalmente decimos:
“¡uh, qué plomo!”… ¿alguno quiere ser así? Son aquéllos que andan con la Biblia bajo el brazo para
decir a todos que son católicos, será por eso que cuando abren la Biblia todos salen corriendo. Este
tipo de católicos quiere resolver todo con Padrenuestros pero sin comprometerse. ¿Conocemos
alguno?… creo que sí.
4.- Finalmente tenemos al católico al que debemos apuntar, es el que aguanta todo por todos, y que
por eso le decimos católico de fierro. Éste tiene de todo un poco, pues distribuye su tiempo entre el
compromiso con Cristo, con su familia (que es también su compromiso) y su trabajo o su estudio. Es
aquella persona que no sólo nos va a decir que le pidamos a Dios que solucione nuestro problema,
sino que también él nos ayudará, es el católico al cual muchos acuden porque ven en él a un
Hombre de Dios, alguien que nunca los va a dejar en banda.
CONCLUSIÓN:
Y tú…. ¿de qué lado estás?
Jesús te pide que te quedes de su lado. Nos pide que ante su llamado no nos quedemos callados,
aunque nos equivoquemos, pero que le digamos el por qué de las cosas. Los fariseos, a quienes
tanto criticaba Jesús, hacían lo contrario (Mc. 3, 1-6), cuando Jesús les preguntaba algo, ellos sólo
callaban y cuando Él se retiraba ellos murmuraban contra Él; a Jesús no le gusta que hablen a sus
espaldas. ¿A ti sí? ¡A mí no!; Él quiere que nosotros le digamos las cosas de frente, si no vamos a
ser como los ídolos de los que nos habla el salmo 113b, 1-7: tienen boca y no hablan… y aquéllos
que los siguen son iguales. Por eso Jesús nos pide la actitud de Pedro (¡San Pedro!) quien, aunque
a veces se equivoca, se anima a hablar (Mt. 16, 13-23). Jesús elogia la buena respuesta de Pedro y
corrige su respuesta incorrecta, pero sobre él tiene la confianza de edificar su Iglesia… ¡aunque se
equivoque!
Y tú…. ¿de qué lado estás?
Hay muchas maneras de contestar a Jesús, a este llamado que Él nos hace, sólo es necesario que
nosotros nos preguntemos qué vamos a darle a Jesús, y por supuesto que no podemos darle otra
cosa que no sea lo que hemos recibido de Él. Las cosas que Él nos propone están siempre al
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alcance de nuestra mano, tan a mano como los clasificados de un diario, a diferencia de que en
estos siempre encontramos lo que buscamos.
Fuente: Pastoral Juvenil Coyuca.
 Con base en las conclusiones de la dinámica de profundización elaborar como grupo el
decálogo de un buen ministro de la Iglesia.
 Cada uno elabora una ficha de presentación donde describa de forma creativa qué tipo de
ministerio le gustaría prestar en la Iglesia y cómo desea desempeñarlo. Exponer y compartir
en forma de museo o de galería.
Materiales:

Silueta de un templo.

Marcadores.

Biblia.

Hojas de block para la ficha de presentación.
Evaluación:
Aspectos
Tema
Metodología
Recursos
Actividades
Participación
Por mejorar
Bueno
Muy bueno
Excelente
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ANEXO 1.
¿Quiénes fueron los doce?
Los discípulos, o apóstoles, de Cristo fueron las piedras fundamentales de su iglesia. En Apocalipsis
21:14 se nos dice que los doce cimientos del muro de la Nueva Jerusalén tendrán inscriptos sobre
ellos los nombres de los doce discípulos (o apóstoles). Es evidente, de esta forma, que nuestro
Señor le atribuye gran importancia a estos hombres.
Según estudiamos estas vidas valerosas del primer siglo, y lo que el discipulado significó en la época
de Cristo, podemos esperar recibir ayuda para desarrollar un discipulado del siglo XX dirigido por el
Espíritu como Cristo debe haber querido decir que sería.
La siguiente información se basa en lo que se cuenta de estos 12 hombres en el Nuevo Testamento,
junto con las más respetadas leyendas y tradiciones. Nosotros no queremos decir que la leyenda y la
tradición constituyen afirmaciones históricas. Pero sentimos que tienen valor en el estudio de las
vidas de estos hombres que “… cambiaron el sentido del mundo…”
ANDRES
Andrés era el hermano de Pedro, e hijo de Jonás. Vivió en Betsaida y Cafarnaúm y era pescador
antes de que Jesús lo llamara. Originalmente fue un discípulo de Juan el Bautista (Marcos 1:16-18).
Andrés trajo a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1:40). Él es el primero en tener el título de Misionero
en Casa y en el Extranjero. Es reclamado por tres países como su Santo Patrono –Rusia, Escocia y
Grecia. Varios estudiosos dicen que predicó en Sitia, Grecia y Asia Menor.
Andrés trajo a otros a Jesús también. Aunque las circunstancias lo colocaron en una posición donde
podría haber sido fácil para él llegar a ser celoso y resentido, fue optimista y estuvo contento en el
segundo plano. Su principal propósito en la vida fue traer a otros al Maestro.
De acuerdo con la tradición, Andrés murió como mártir en Acaya, Grecia, en el pueblo de Patra.
Cuando la esposa del Gobernador Aepeas fue sanada y convertida a la fe cristiana, y poco después
de que el hermano del Gobernador se volviera cristiano, Aepeas se enojó mucho. Él arrestó a Andrés
y lo condenó a morir en la cruz. Andrés, sintiéndose indigno de ser crucificado en una cruz en la
misma forma que su Maestro, suplicó que la suya sea diferente. Así que fue crucificado en una cruz
con forma de X, la cual hasta el día de hoy es llamada la cruz de San Andrés y es uno de sus
símbolos apostólicos. También se usa un símbolo de dos peces cruzados para referirse a Andrés, ya
que él era pescador originalmente.
BARTOLOME
Bartolomé Natanael, hijo de Talmai, vivió en Caná de Galilea.
La tradición dice que fue misionero en Armenia. Un número de estudiosos cree que fue el único
discípulo que provino de sangre real, o de una familia noble. Su nombre significa Hijo de Tolmai o
Talmai (2º Samuel 3:3). Talmai fue rey de Gesur cuya hija, Maaca, fue esposa de David, madre de
Absalón.
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El nombre de Bartolomé aparece en cada lista de los discípulos (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas
6:14; Hechos 1:13). Este no era el primer nombre, no obstante, fue su segundo nombre. Su primer
nombre probablemente era Natanael, a quién Jesús llamó “un verdadero Israelita, en quien no hay
engaño.” (Juan 1:47)
El Nuevo Testamento nos da muy poca información sobre él. La tradición indica que fue un gran
investigador de la Escritura y un estudioso de la ley y los profetas. Se transformó en un hombre de
rendición completa al Carpintero de Nazaret, y uno de los misioneros más aventureros de la Iglesia.
Se dice de él que predicó con Felipe en Phrygia y Hierápolis; también en Armenia. La Iglesia de
Armenia lo reclama como su fundador y mártir. Sin embargo, la tradición dice que él predicó en India,
y su muerte parece haber tenido lugar ahí. Murió como un mártir por su Señor. Fue despellejado vivo
con cuchillos.
Su símbolo apostólico es tres cuchillos paralelos.
SANTIAGO, EL MAYOR
Santiago, el Mayor, Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Juan el Apóstol; un pescador
que vivió en Betsaida, Cafarnaúm y Jerusalén. Predicó en Jerusalén y Judea y fue decapitado por
Herodes, en el año 44 DC (Hechos 12:1,2). Fue un miembro del Círculo Interno, llamado así porque
estaba formado por los que recibieron privilegios especiales. El Nuevo Testamento nos cuenta muy
poco sobre Santiago. Su nombre nunca aparece separado del de su hermano Juan. Ellos eran un
dúo inseparable (Marcos 1:19-20; Mateo 4:21; Lucas 5:1-11).
Fue un hombre de coraje y espíritu de perdón – un hombre sin envidia, viviendo a la sombra de Juan,
un hombre de extraordinaria fe. Fue el primero de los doce en convertirse en mártir.
Su símbolo es tres caparazones de crustáceo, en señal de su peregrinación por el mar.
SANTIAGO, EL MENOR (O MÁS JOVEN)
Santiago, el menor o más joven, hijo de Alfeo, o Cleofás y María, vivió en Galilea. Fue el hermano del
Apóstol Judas.
De acuerdo a la tradición él escribió la Epístola de Santiago, predicó en Palestina y Egipto y fue
crucificado en Egipto. Santiago fue uno de los discípulos menos conocido. Algunos estudiosos creen
que fue el hermano de Mateo, el recaudador de impuestos. Santiago fue un hombre de carácter
fuerte y un tipo de los más ardientes. La tradición nos cuenta que él también murió como un mártir y
su cuerpo fue cortado en pedazos. La sierra se convirtió en su símbolo apostólico.
JUAN
Juan Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago, el mayor. Fue conocido como el
discípulo amado. Un pescador que vivió en Betsaida, Cafarnaúm y Jerusalén y fue miembro del
Círculo Interno. Él escribió el Evangelio según San Juan, 1º de Juan, 2º de Juan, 3º de Juan y
Apocalipsis. Predicó entre las iglesias de Asia Menor. Desterrado en la Isla de Patmos, fue más tarde
liberado y murió de muerte natural. Juan fue uno los apóstoles prominentes. Es mencionado en
varios lugares en el Nuevo Testamento. Fue un hombre de acción; era muy ambicioso; y un hombre
con un temperamento explosivo y un corazón intolerante. Su segundo nombre fue Boanerges, el cual
significa Hijo del Trueno. Él y su hermano Santiago vinieron de una familia de mejor posición que el
resto de los apóstoles. Siendo que su padre contrataba sirvientes en su negocio pesquero (Marcos
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1:20) él pudo haberse sentido por sobre el resto. Estuvo muy cerca de Pedro. Actuaron juntos en el
ministerio. Pedro, sin embargo, era siempre el vocero del grupo.
Juan maduró con el tiempo. En la etapa posterior de su vida, se había olvidado de todo, incluso de
su ambición y temperamento explosivo, excepto de su compromiso de amor para con el Señor.
Se dice que un atentado fue realizado contra su vida mediante un cáliz de veneno del cual Dios lo
salvó. Murió de causas naturales. Un cáliz con una serpiente en el mismo es su símbolo.
JUDAS ISCARIOTE
Judas Iscariote, el traidor, fue el hijo de Simón quien vivió en Kerioth de Judá. Él traicionó a Jesús
por treinta piezas de plata y luego se ahorcó (Mateo 26: 14,16).
Judas, el hombre que llegó a ser el traidor, es el enigma supremo del Nuevo Testamento porque es
muy duro ver como alguien que estuvo tan cerca de Jesús, que vio tantos milagros y oyó muchas de
las enseñanzas del Maestro pudo entregarlo en mano de sus enemigos.
Su nombre aparece in tres listas de los 12 Apóstoles (Mateo 10:4; Marcos 3:19; Lucas 6:19). Se dice
que Judas vino de Judá, cerca de Jericó. El era un judío y el resto de los discípulos eran Galileos.
Era el tesorero del grupo y estaba entre los que lideraban conversaciones.
Se dice que Judas era un judío nacionalista violento que siguió a Jesús con la esperanza de que a
través de Él sus sueños y su llama nacionalistas pudieran ser realizados. Nadie puede negar que
Judas fuera un hombre codicioso y a veces usó su posición como tesorero del grupo para tomar
dinero del monedero común.
No hay una razón cierta de por qué Judas traicionó a su maestro, pero no fue su traición lo que
colocó a Jesús en la cruz, sino nuestros pecados.
Su símbolo apostólico es el lazo corredizo de una horca, o una bolsita de dinero con piezas de plata
cayéndose de él.
JUDAS TADEO
Judas Tadeo, o Lebeo, hijo de Alfeo o Cleofás y María. Fue hermano de Santiago el más joven. Fue
uno de los apóstoles de los que se sabe poco y vivió en Galilea. La tradición dice que predicó en
Asiria y Persia y murió como mártir en Persia.
Jerónimo lo llamó “Trinomios” lo cual significa “un hombre con tres nombres”. En Marcos 3:18 es
llamado Tadeo. En Mateo 10:3 es llamado Lebeo. Su apellido era Tadeo. En Lucas 6:16 y Hechos
1:13 es llamado Judas el hermano de Santiago. Judas Tadeo también fue llamado Judas el Zelote.
Por su carácter fue un intenso y violento nacionalista con el sueño de poder mundial y dominio del
pueblo escogido. Según los registros del Nuevo Testamento (Juan 14:22) él le preguntó a Jesús en
la Última Cena, “¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?” Judas Tadeo estaba
interesado en dar a conocer a Cristo al mundo. No como un Salvador sufriente, sino más bien, como
un Rey gobernante. Nosotros podemos ver claramente por la respuesta que Jesús le dio, que el
camino del poder nunca se puede reemplazar por el camino del amor.
Se ha dicho que Judas fue a predicar el Evangelio en Edesa cerca del Río Éufrates. Allí sanó a
varios y muchos creyeron en el nombre del Maestro. Judas fue desde allí a predicar el Evangelio en
otros lugares. Fue asesinado con flechas en el Ararat. El símbolo elegido para él es el barco porque
fue un misionero enseñado a ser pescador de hombres.
MATEO
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Mateo, o Leví, hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaúm. Fue un publicano o cobrador de impuestos. Él
escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como mártir en Etiopía.
El llamamiento de Mateo al grupo apostólico es mencionado en Marcos 2:14, Mateo 9:9 y Lucas
5:27-28. De estos pasajes aprendemos que Mateo también fue llamado Leví. Era una costumbre
común en el Medio Este en la época de Cristo que los hombres tuvieran dos nombres. El nombre de
Mateo significa “un regalo de Dios”. El nombre Leví le pudo haber sido dado por Jesús. Es
interesante que Santiago el menor, quien fue uno de los doce apóstoles, fue hermano de Mateo,
también el hijo de Alfeo. Aunque sabemos poco sobre Mateo personalmente, el hecho sobresaliente
sobre él es que fue un recaudador de impuestos. La Escritura lo llama publicano, lo que en latín es
Publicanus, enfatizando compromiso en el servicio público, un hombre que manejaba dinero público,
o un cobrador de impuestos.
De todas las naciones en el mundo, los judíos fueron los que más odiaron a los cobradores de
impuestos. Para el judío devoto, Dios era el único a quien era correcto pagar tributos e impuestos.
Pagarlo a cualquier otra persona era infringir los derechos de Dios. El cobrador de impuestos era
odiado no sólo sobre el terreno religioso sino también porque la mayoría eran notablemente injustos.
En las mentes de varios hombres Judíos honestos, estos cobradores de impuestos eran
considerados como criminales. En los tiempos del Nuevo Testamento eran clasificados junto con las
prostitutas, los gentiles y los pecadores (Mateo 18:17; Mateo 21.31, 33; Mateo 9:10; Marcos 2:15, 16;
Lucas 5:30). Los cobradores de impuestos han sido conocidos porque determinaban el monto debido
en sumas imposibles y a menudo ofrecían dinero en préstamo a los viajeros a tasas de interés muy
elevadas. Así era Mateo. Aún así, Jesús eligió un hombre a quien todos los hombres odiaban y lo
hizo uno de los suyos. Jesucristo pudo ver el potencial en el cobrador de impuestos de Cafarnaúm.
Mateo fue diferente a los otros apóstoles, quienes fueron todos pescadores. Él pudo usar una pluma
de escribir, y por su pluma llegó a ser el primer hombre en presentar al mundo, en el idioma hebreo,
un relato de las enseñanzas de Jesús. Es claramente imposible estimar la deuda que la cristiandad
tiene para con este despreciado cobrador de impuestos. El hombre promedio habría pensado que
era imposible reformar a Mateo, pero para Dios todas las cosas son posibles. Mateo llegó a ser el
primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Fue un misionero del evangelio, que cambió
su vida por la fe de su Maestro.
El símbolo apostólico de Mateo es tres bolsas de dinero las cuales nos recuerdan que él fue un
cobrador de impuestos antes de que Jesús lo llamara.
PEDRO
Simón Pedro, hijo de Jonás, era un pescador que vivió en Betsaida y Cafarnaúm. Hizo trabajo
evangelístico y misionero entre los judíos, yendo tan lejos como a Babilonia. Fue un miembro del
Círculo Interno y escribió las dos epístolas del Nuevo Testamento que llevan su nombre. La tradición
dice que fue crucificado en Roma con la cabeza hacia abajo.
En cada lista apostólica, el nombre Pedro es mencionado en primer lugar. Sin embargo, Pedro tuvo
otros nombres. En el tiempo de Cristo, el idioma común era el griego y el idioma familiar era el
hebreo. Así su nombre griego fue Simón (Marcos 1:16; Juan 1:40, 41). Su nombre hebreo fue Cefas
(1º Corintios 1: 12; 3:22; 9:5 y Gálatas 2:9). El significado griego de Simón es roca. El significado
árabe de Cefas también es roca.
Por su actividad comercial, Pedro fue un pescador. Fue un hombre casado (1º Corintios 9:5). Jesús
probablemente estableció su centro de dirección ahí cuanto visitó Cafarnaúm. Pedro era galileo
también como lo fueron varios de los otros discípulos. Josefo describió a los galileos de esta manera:
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“Eran siempre aficionados a la innovación y por naturaleza dispuestos al cambio y deleitados en
sedición. Estaban siempre listos para seguir al líder y para comenzar una insurrección. Eran rápidos
en soltar el genio y dados a la pelea y eran hombres muy caballeros.” El Talmud dice esto de los
galileos: “Eran más ansiosos por el honor que por ganar, de genio fuerte, impulsivo, emocional,
despertado fácilmente por la idea de una aventura, leal hasta el fin.” Pedro fue un galileo típico. Entre
los doce, Pedro fue el líder. Él sobresale como el vocero de los apóstoles. Es él quien preguntó el
significado de la parábola en Mateo 15:15. Es él quien preguntó cuán seguido debemos perdonar. Es
él quien indagó acerca de la recompensa para todos aquellos que siguen a Jesús. Es él el que
primero confesó a Jesús y lo declaró como el Hijo del Dios Viviente. Es él quien estuvo en el monte
de la Transfiguración. Es él quien vio a la hija de Jairo resucitar de los muertos. Y todavía, es él
quien negó a Cristo ante un criado. Él fue un apóstol y un misionero que dio su vida por su Señor. Es
verdad, Pedro cometió muchos errores, pero tuvo siempre la gracia salvadora del corazón amante.
No importa cuántas veces se hubo caído y fallado, siempre recuperó su coraje e integridad.
Pedro fue martirizado sobre una cruz. Pedro solicitó que lo crucificaran cabeza abajo porque no era
digno de morir como su Señor había muerto. Su símbolo apostólico es una cruz invertida con llaves
cruzadas.
FELIPE
La tradición dice que Felipe predicó en Phrygia y murió como mártir en Hierapolis. Felipe vino de
Betsaida, el pueblo del cual Pedro y Andrés vinieron (Juan 1:44). El parecido es que él, también, fue
un pescador. Aunque los primeros tres Evangelios registran su nombre (Mateo 10:3; Marcos 3:18;
Lucas 6:14; Hechos 1:13), es en el Evangelio de Juan que Felipe se vuelve una personalidad
viviente.
Los estudiosos no están de acuerdo sobre Felipe. En Hechos 6:5 tenemos a Felipe como uno de los
siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro Felipe. Algunos creen que realmente éste
es el apóstol. Si es el mismo Felipe, entonces su personalidad tomó más vida porque tuvo una
exitosa campaña en Samaria. El dirigió al eunuco etíope a Cristo (Hechos 8:26). También se quedó
con Pablo en Cesarea (Hechos 21:8) y fue una de las figuras importantes en los emprendimientos
misioneros de la iglesia primitiva.
El Evangelio de Juan muestra a Felipe como uno de los primeros entre tantos a quienes Jesús les
dirigió la palabra “Sígueme.” Cuando Felipe conoció a Cristo, inmediatamente encontró a Natanael y
le dijo “lo hemos encontrado, de quien Moisés y los profetas, escribieron.” Natanael era desconfiado.
Pero Felipe no argumentó con él; simplemente le contestó: “Ven y ve.” Esta historia nos dice dos
cosas importantes sobre Felipe. Primero, muestra su correcto acercamiento al que desconfía y su
simple fe en Cristo. Segundo, muestra que tenía un instinto misionero.
Felipe fue un hombre de corazón caliente y una cabeza pesimista. Fue uno a quien le hubiera
gustado mucho hacer algo por otros, pero que no vio cómo esto podría ser hecho. Aún así, este
simple galileo dio todo lo que tenía. Por eso Dios lo usó. Se dice que murió colgado. Mientras estaba
muriendo, pidió que su cuerpo sea envuelto no en lino sino en papiro porque no era digno de que
incluso su cuerpo sea tratado como el cuerpo de Jesús. El símbolo de Felipe es una canasta, por su
participación en la alimentación de los cinco mil. Es él quien marcó la cruz como un signo de
cristiandad y victoria.
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SIMON
Simón, el Zelote, uno de los apenas conocidos seguidores llamado Cananista o Zelote, vivió en
Galilea. La tradición dice que fue crucificado.
En dos lugares en la Escritura es llamado Cananista (Mateo 10:4; Marcos 3:18). Sin embargo en
otros dos lugares es llamado Simón Zelote (Lucas 6:15; Hechos 1:13).
El Nuevo Testamento nos dice prácticamente nada sobre él personalmente excepto que dice que era
un Zelote. Los zelotes eran nacionalistas judíos fanáticos quienes tuvieron desatención heroica por el
sufrimiento envuelto y la lucha por lo que ellos consideraron como la pureza de su fe. Los zelotes
fueron enloquecidos con el odio por los romanos. Fue este odio por Roma lo que destruyó la ciudad
de Jerusalén. Josefo dice que los zelotes fueron personas imprudentes, celosos en buenas prácticas
y extravagantes e imprudentes en las peores clases de acciones.
Desde su entorno, vemos que Simón fue un nacionalista fanático, un hombre devoto a la Ley, un
hombre con un odio amargo por cualquier persona que se atreviera a comprometerse con Roma.
Aún así, Simón claramente sobresalió como un hombre de fe. Abandonó todos sus odios por la fe
que mostró hacia su Maestro y el amor que estuvo dispuesto a compartir con el resto de los
discípulos y especialmente con Mateo, el cobrador de impuestos romano.
Simón el Zelote, el hombre que una vez pudo haber matado por lealtad a Israel, llegó a ser el hombre
que vio que la voluntad de Dios no tiene servicio forzado. La tradición dice que murió como un mártir.
Su símbolo apostólico es un pez sobre una Biblia, lo cual indica que fue un pescador que llegó a ser
un pescador de hombres mediante la predicación.
TOMÁS
Tomás Dídimos vivió en Galilea. La tradición dice que trabajó en Parthia, Persia e India, sufriendo
martirio cerca de Madras, en el Monte Santo Tomás, India.
Tomás fue su nombre hebreo y Dídimos su nombre griego. Algunas veces fue llamado Judas. Mateo,
Marcos y Lucas no nos cuentan nada sobre Tomás excepto su nombre. Sin embargo, Juan lo define
más claramente en su Evangelio. Tomás apareció en la resurrección de Lázaro (Juan 11:2-16), en el
Aposento Alto (Juan 14:1-6) donde quiso saber cómo conocer el camino a donde Jesús estaba
yendo. En Juan 20:25 lo vemos diciendo que a menos que vea las marcas en las manos de Jesús y
en su costado, él no iba a creer. Por esto Tomás llegó a ser conocido como Tomás el incrédulo.
Tomás llegó a creer mediante la duda. Por naturaleza, él era pesimista. Era un hombre
desconcertado. Aún así, fue un hombre de valor. Fue un hombre que no podía creer hasta no haber
visto. Era un hombre de devoción y fe. Cuando Jesús resucitó, volvió e invitó a Tomás a poner su
dedo en las marcas que dejaron los clavos en sus manos y en su costado. Y es aquí donde vemos a
Tomás haciendo la confesión de fe más grande: “Mi Señor y mi Dios.” Las dudas de Tomás fueron
transformadas en fe. Tomás fue siempre como un niño pequeño. Su primera reacción fue no hacer lo
que le dijeron que hiciera y no creer lo que le dijeron que creyera. Las buenas nuevas para él fueron
siempre demasiado buenas para ser verdad. Mediante este hecho la fe de Tomás se volvió más
grande, intensa y convincente. Se dice que él fue encargado para construir un palacio para el rey de
India, y fue muerto con una lanza como mártir por su Señor. Su símbolo es un grupo de lanzas,
piedras y flechas.
Tomado de:
http://www.bibleinfo.com/es/questions/%C2%BFqui%C3%A9nes-fueron-los-doce