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Guerras Médicas
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Guerras Médicas
Mapa de las Guerras Médicas
Fecha
Causas
Lugar
Resultado
500-440 a.C.
La sublevación de Jonia.
Grecia, Mar Egeo
Las ciudades-estado griegas mantienen
su independencia y detienen el avance
del Imperio persa.
Beligerantes
ciudades-estado griegas
Imperio persa
Comandantes
Milcíades
Leónidas I
Darío I
Jerjes
Expansión del imperio persa al año 500 a. C.
Guerras Médicas es el nombre con que se conoce el enfrentamiento entre el Imperio
persa y algunas de las ciudades-estado griegas, durante el siglo V a. C. El adjetivo
«médicas» se debe a que los griegos usaban los términos «medo» y «persa» como
sinónimos, a pesar de que Media (Oriente Medio) era en realidad una región contigua a
Persia sometida a su imperio.
Contenido
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1 Antecedentes: la sublevación de Jonia
2 La Primera Guerra Médica
o 2.1 Maratón (septiembre, 490 a. C.)
o 2.2 Temístocles retoma el mando en Atenas
3 La Segunda Guerra Médica
o 3.1 «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»
o 3.2 Las Termópilas
o 3.3 Salamina
o 3.4 Fin de la Segunda Guerra Médica
o 3.5 Pentecontecia
4 La Tercera Guerra Médica
5 Enlaces externos
[editar] Antecedentes: la sublevación de Jonia
Artículo principal: Revuelta jónica
(Libros V y VI de las Historia de Heródoto)
En el siglo VII a. C. las mismas se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia, si
bien gozaban de cierta autonomía a cambio de pagarle tributo. En 546 a. C. el rey Creso
de Lidia (el último monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el rey persa Ciro,
pasando desde entonces su reino y las ciudades griegas a formar parte del Imperio persa.
Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser
tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir y
vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio
desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además, los jonios sufrieron
duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio de Naucratis, en Egipto, la
conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Síbaris, uno de sus mayores
mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.
De estas acciones se derivó un resentimiento contra el opresor persa. El ambicioso
tirano de Mileto, Aristágoras, aprovechó este sentimiento para movilizar a las ciudades
jónicas contra el Imperio persa, en el año 499 a. C. Aristágoras pidió ayuda a las
metrópolis de la Hélade, pero sólo Atenas, que envió 20 barcos (probablemente la mitad
de su flota) y Eretria (en la isla de Eubea), , acudieron en su ayuda; no recibió ayuda de
Esparta. El ejército griego se dirigió a Sardes, capital de la satrapía persa de Lidia, y la
redujo a cenizas, mientras que la flota recuperaba Bizancio. Darío I, por su parte, envió
un ejército que destruyó al ejército griego en Éfeso y hundió la flota helena en la batalla
naval de Lade.
Tras sofocar la rebelión, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y,
después de un largo asedio, arrasaron Mileto. Murió en combate la mayor parte de la
población, y los supervivientes fueron esclavizados y deportados a Mesopotamia.
[editar] La Primera Guerra Médica
Artículo principal: Primera Guerra Médica
(Libro VI de la Historia de Heródoto)
Darío I, rey de los persas.
Tras el duro golpe dado poleis jonias, Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían
auxiliado a los rebeldes. Según la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama
atenienses?», y al conocer la respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz, dame ocasión de
vengarme de los atenienses!». Después, cada vez que se sentaba a la mesa, uno de sus
servidores debía decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los atenienses!». Es por
esto que encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble
llamado Datis.
Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El
primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la
Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes
una poderosa marina.
De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base
naval, más pronto surgiría un rival político que impediría el resto de sus reformas. Se
trataba de Milcíades, miembro de una gran familia ateniense huida de las costas del
Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba que los griegos debían
defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas griegas
contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación,
enfrentando así la invasión persa.
La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C., dirigidos por Artafernes,
conquistando las islas Cícladas y posteriormente Eubea, como represalia a su
intervención en la revuelta jonia. Posteriormente, el ejército persa, comandado por
Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura de Maratón, lugar
recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas, a favor de los persas desde su
exilio) para ofrecer batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la caballería
persa.
[editar] Maratón (septiembre, 490 a. C.)
Artículo principal: Batalla de Maratón
Milcíades, avisado del desembarco persa, exhortó a los atenienses a hacerles frente.
Perseguidos por los griegos, que mataron numerosos enemigos en fuga y lograron
apoderarse de ocho naves enemigas, las cuales fueron insuficientes para cortar la
retirada del grueso del ejército persa, que protegido por la reagrupación y sacrificio de
algunos cientos de hombres pudo reembarcarse precipitadamente. De inmediato dio
Artafernes la orden de dirigirse hacia Atenas, esperando llegar a una ciudad
desguarnecida.
Las bajas persas ascendieron a más de 6.000 hombres, mientras los griegos sólo
perdieron 192, incluido el polemarco Calímaco. Milcíades ordenó dirigirse de inmediato
a Atenas y envió por delante a su mejor corredor-mensajero, el propio Filípides, para
levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional noticia de la
victoria y cayó muerto por el esfuerzo, según la tradición, aunque algunos autores
apuntan que fue por consecuencia de las heridas recibidas en el combate. Las tropas
llegaron horas después, a marcha forzada, y se fortificaron en el Pireo y la propia
Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo de los griegos y la desmoralización de las
multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a desembarcar y dirigió las naves
hacia el Asia Menor.
Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando de uno
de sus generales, pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de los caídos de
ambos bandos, pues los atenienses, en la precipitación de su retorno a su ciudad, no
habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.
La derrota de los persas se debió a dos factores fundamentales. Uno era la organización
estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no
por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener
la disciplina en un ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos
y persas propiamente dichos) para un monarca invasor de su propio país, invadiendo
otro país extraño. El segundo y no menos importante, consistía en que los griegos, al
contrario de sus enemigos, estaban animados por un patriotismo muy poco conocido en
aquella época, alimentado sobre todo por los logros políticos de la democracia
ateniense, hija de las reformas de Clístenes, que hacía de los ciudadanos de Atenas
hombres especialmente libres y con derechos políticos, en comparación con los súbditos
de otras naciones organizadas, regidas casi todas por déspotas absolutos.
[editar] Temístocles retoma el mando en Atenas
Acrópolis de Atenas.
El victorioso Milcíades quiso aprovechar el momento de gloria para expandir el poder
de Atenas en el Mar Egeo, por lo que poco después de Maratón envió una parte de la
flota contra las islas Cícladas, sometidas todavía a los persas. Atacó la isla de Paros,
exigiendo a sus habitantes un tributo de 100 talentos, y al negarse la ciudad le puso
sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse con unos
pocos saqueos. Este pobre resultado empezó a desilusionar a los atenienses con respecto
a Milcíades, llegando a verle incluso como un tirano que despreciaba las leyes.
Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a
proceso, en el que no se pudo defender por haber sido herido en un accidente y estar
postrado en una camilla. Se le declaró culpable, salvando la pena capital común en estos
casos por los servicios prestados antes a la patria, condenándole a pagar la elevada suma
de 50 talentos. Poco después moriría a causa de sus heridas. Sería ahora Temístocles
quien tomaría las riendas de Atenas.
En el año 481 a. C., los representantes de diferentes poleis, encabezadas por Atenas y
Esparta, firmaron un pacto militar (symmaquia) para protegerse de un posible ataque del
Imperio aqueménida . Según este pacto, en caso de invasión correspondería a Esparta la
tarea de dirigir el ejército helénico. Su resultado fue una tregua general, que incluso
propició el regreso de algunos desterrados.
[editar] La Segunda Guerra Médica