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Perla Lerma Valenzuela.
OBESIDAD.
Como ya se ha escuchado en la televisión, radio, periódico, etc., la obesidad
infantil va en aumento y son muchos los factores que ocasionan la obesidad en
el niño, desde la alimentación hasta el estilo de vida que lleva. Pero lo
importante es conocer a fondo como se sienten estos niños con dicha
problemática social y como ellos lo afrontan y lo experimentan y sobretodo el
sentido que le dan.
La obesidad tiene un gran efecto psicológico sobre el niño. Cuando la
madre alimenta a un niño como respuesta a las necesidades que no son
nutricionales, como premios, regalos, consentimientos, enojo, etc., el niño no
aprenderá a diferenciar el hambre del factor emocional, lo que probablemente
lo lleve a una sobrealimentación y confusión con las demandas afectivas del
niño y que por lo demás le generará una gran inseguridad, puesto que habrá
una relación directa entre la cantidad de comida y el afecto de sus padres
(Supernatural).
Las personas con obesidad son juzgadas como físicamente menos
atractiva, carente de voluntad y conducta, esto lleva a que muchas personas
con sobrepeso desarrollen una imagen corporal negativa cuyas características
son:

Preocupación estresante, dolorosa por la apariencia, más perturbadora e
inhibitoria que una simple insatisfacción.

Timidez y vergüenza en situaciones sociales.

Incomodidad, angustia, cuando la apariencia es percibida por otras
personas.

Excesiva importancia dada a la apariencia en la autoevaluación.

Autovaloración negativa debido a la apariencia y evitación de actividades
por vergüenza por la apariencia física (Chaput, 2010)
Los niños y adolescentes obesos en general tienen baja tolerancia a las
actitudes de sus amigos y familiares en relación a su aspecto, sintiendo
rápidamente discriminados, rechazados y estigmatizado, generalmente las
burlas de compañeros y amigos tienden a marcar al niño en su conducta y en
su normal desarrollo psicológico, resultando muy destructivos para un buena
desenvoltura social. El cuerpo obeso puede representar una protección, un
caparazón, una barrera o una máscara como defensa para protegerse de su
inseguridad, dependencia y ansiedad (Supernatural).
De acuerdo a la investigación de Calibres (2009), menciona que con
respecto a la relación intrafamiliar, el paciente que obtiene una interacción
diferencial en la familia (siendo él quien obtenga el mayor contacto que los
demás) pudiera estar promoviendo conflictos, desconfianza, temor, aislamiento
social, rivalidad y actitudes de sobreprotección. Dentro de este articulo,
Calibres cita a Collipal et al. (2006), el cual menciona que el concepto de
obesidad se asocia con gordura, grasa, sobrepeso, discriminación, depresión,
ansiedad, problemas, autoestima baja, chatarra y sedentarismo. Esta
enfermedad constituye uno de los principales estigmas sociales.
Los niños obesos están expuestos al estigma debido a su peso, lo que
puede producir efectos psicológicos negativos, como estados depresivos, o
bien psicosociales, como el aislamiento. Las consecuencias de una
predisposición negativa hacia niños obesos, tales como la hostilidad o la
evitación social, podrían intensificar la obesidad a trabes de vulnerabilidades
psicológicas que incrementan las posibilidades de sobrealimentación y vida
sedentaria. Está claro que una predisposición negativa, los prejuicios y la
discriminación son parte de la vida cotidiana de los niños con sobrepeso,
además, en la medida en que la incidencia de la obesidad infantil ha
aumentado, también se han identificado otras consecuencias tales como la
apnea obstructiva del sueño, problemas ortopédicos, hiperandrogenismo,
diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares (Chaput, 2010).
Muchos de los niños con sobre peso son el centro de insultos,
humillaciones, etc. Esto se debe a que los niños presentan baja autoestima e
inseguridad en sí mismo. El bullying puede hacer que los niños sientan miedo,
soledad, vergüenza, enojo, disgusto o físicamente enfermos. Los niños que son
intimidados por otros, no les ayuda mucho porque les afecta en la salud y en el
bienestar durante su vida adulta. Los niños que son insultados pueden tener un
alto riesgo de enfermedad mental tales como ansiedad, estrés, baja autoestima
o depresión (Clayson, 2006)
Un estudio en Canadá demostró que los niños con sobrepeso y
obesidad estuvieron en alto riesgo de diferentes tipos de bullying. Estos niños
son mas molestados por otros niños verbalmente (sobrenombres), daño físico
(mas en niños) y tienen dificultades porque otros niños deja de ser sus amigos
o empiezan a expandir rumores de ellos. Otros niños a menudo juzgan a los
niños con sobrepeso con un estereotipo negativo y los asocian con ser flojos,
egoístas y malos por la manera en que se ven físicamente Tanto niños como
niñas con sobrepeso o obesidad son más propensos a ser insultados o
intimidados en los primeros años escolares porque ellos no encajan dentro de
la normal de un “niño normal” estereotipado (Virtual Medical Centre).
En la actualidad se están realizando investigaciones para determinar si
en realidad existe una personalidad del obeso. Los hallazgos psicopatológicos
en algunos obesos tienen poca relación con la noción popular de una
personalidad tipo del obeso. Acorde con esta visión, el obeso puede aparentar
ser feliz y sin problemas en la interacción social, pero padecer de sentimientos
de inferioridad, ser pasivo dependiente y tener una profunda necesidad de ser
amado, aunque algunas personas muestran esas características sin ser
obesos. Además, los esfuerzos por identificar un tipo de personalidad del
obeso han llevado precisamente a hallazgos opuestos, ya que es notable la
diversidad de tipos de personalidad entre ellos (Nutrinfo, 2002).
Stunkard y Wadden (citado en Nutrinfo, 2002) no hallaron en su
experiencia clínica una personalidad única en el obeso. Gran número de
pacientes incluidos en grupos de tratamiento eran extrovertidos, sociables y
productivos, participaban constructivamente en las sesiones y confort y
sugerencias útiles para el resto de los pacientes. Unos pocos eran tímidos y
reservados, pero su contribución era apropiada cuando se los invitaba a
hacerlo. Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en la
personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia, diversos trastornos
psicológicos respecto de los sujetos no obesos.
La enfermedad adictiva depende de cuatro elementos interrelacionados:
1. Objeto droga: si bien la comida no tiene efectos tóxicos inmediatos
ingerida en exceso abandona su función nutricional y placentera para
transformarse
en
un
elemento
enfermedad física y psíquica.
tóxico
generando
dependencia,
2. La persona: una de las características de la personalidad del obeso es
que no tiene límites con su ingesta, ni con su cuerpo ni con su
comportamiento, actuando en forma demandante, invasora y a la vez se
deja invadir.
3. La familia: ciertas familias fomentan la adicción desde etapas
tempranas, sobre todo aquellas donde está alterada la relación entre
unos con otros.
4. Factores socioculturales: la mirada y el gusto de los otros intervienen
como una presión en el comportamiento social de la persona obesa y en
su desempeño.
Esa dependencia hace que el obeso adapte su estilo de vida al mantenimiento
de la conducta adictiva la cual si se mantiene en el tiempo seguirá con la
negación
de
los
efectos
agresivos
minimizando,
justificando
y
autoengañándose; es en esta etapa es cuando se involucra el entorno. Ya en
una etapa final las conductas son automáticas y manejadas por las emociones.
“La comida no es adictiva. Sí lo es la conexión del individuo con ella” (Nutrinfo,
2002).
La insatisfacción con la imagen corporal en la obesidad no solo es una
motivación frecuente para intentar bajar de peso sino también puede ser motivo
de un importante y significativo impedimento y malestar crónico ya que influye
en los pensamientos, sentimientos y conductas repercutiendo además
notablemente en la calidad de vida de quien la padece (up.cit)
En la actualidad la obesidad infantil ha ido en aumento, mas en México, el cual
es el número uno en toda el mundo en este problema. La obesidad es una
enfermedad crónica, compleja y multifactorial que se puede prevenir. Es un
proceso que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia, que se establece
por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético. En su origen se
involucran factores genéticos y ambientales, que determinan un trastorno
metabólico que conduce a una excesiva acumulación de grasa corporal para el
valor esperado según el sexo, talla, y edad.
Hay muchas investigaciones acerca de las causas de la obesidad infantil y
cómo prevenir esto, pero no hay muchas investigaciones que se interesen en la
compresión y el sentido que le dan los niños a dicha enfermedad.