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ORACIÓN DE LA FAMILIA SALESIANA POR LAS VOCACIONES Se introduce el momento de adoración con un canto apropiado MONICIÓN Queridos hermanos: el domingo del Buen Pastor la Iglesia celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones. Con ese motivo nos hemos reunido hoy aquí, como Familia Salesiana, para tener un tiempo de oración y contemplación en torno a la Palabra de Dios y de adoración del Santísimo, pidiendo al Señor por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. En este año, el Papa se centra en la dimensión misionera de la llamada cristiana. Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí: «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera» Ser discípulo misionero significa participar activamente en la misión de Cristo, que Jesús mismo ha descrito en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18). Esta es también nuestra misión: ser ungidos por el Espíritu e ir hacia los hermanos para anunciar la Palabra, siendo para ellos un instrumento de salvación. Por eso vamos a contemplar esas invitaciones que Jesús nos hace para ser sus testigos. Que el Señor siga hoy empujando con su Espíritu a quienes llama a seguirle en una vocación concreta dentro de su Iglesia. CANTO: No adoréis a nadie… 2 PRIMER MOMENTO - Monición El Espíritu en Jesús lo empuja a estar cerca del pobre, del necesitado, a anunciar a los hombres que todos somos hermanos. En nuestra vida, tendríamos que ser capaces, de salir de nuestra rutina de cada día y acercarnos a los lugares de pobreza, de miseria, ser capaces de tocar la pobreza, la exclusión, la soledad de tantas y tantas personas que nos rodean. - Proclamación del evangelio: Lc 4, 18 «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18). - Momento de Silencio - Oración Final (Recitamos juntos y juntas) Señor Jesús, danos la fuerza de tu Espíritu, que nos saque de las comodidades y rutinas y nos haga sensibles a las necesidades de los demás; empújanos para que no aplacemos nuestro compromiso. Sigue enviando personas dispuestas a entregar su vida por tu Evangelio en la vida consagrada y sacerdotal. Amén CANTO 3 SEGUNDO MOMENTO - Monición La promesa-mandato de Jesús a sus discípulos tiene vigencia hoy para nosotros. Pedimos al Espíritu Santo se haga presente en nuestro corazón para que seamos testigos valientes del Evangelio. La promesa de Jesús a sus discípulos se traduce en fuerza para anunciar rompiendo los límites personales y geográficos. Que El Espíritu nos conceda el ser capaces de romper con algunos de los prejuicios o miedos que nos impiden ser testigos valientes de Jesús. - Proclamación del evangelio: Hch 1, 8 «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8). - Momento de silencio. - Oración Final (Recitamos juntos y juntas) Señor Jesús, queremos que cuentes con nosotros para anunciar tu Reino; que tu Espíritu para que nos libere de los miedos y debilidades. Sigue enviando personas dispuestas a entregar su vida por tu Evangelio en la vida consagrada y sacerdotal. Amén. CANTO 4 TERCER MOMENTO - Monición La gran variedad de dones que poseemos cada uno de los bautizados es obra del Espíritu Santo, y todos son necesarios para anunciar el Reino. Pedimos al Señor que nos haga reconocer al otro como un don valioso y nos haga sentir también como un regalo para los demás. En nuestro mundo, cerca de ti, hay muchas personas que se dejan guiar por el Espíritu y son constructores de un mundo mejor porque ponen al servicio de los demás lo mejor de ellos. - Proclamación del evangelio: 1 Cor 12, 12 ss «En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entendáis bien este asunto [...]. Hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pues, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, aunque son muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados en un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu» (1 Cor 12, 12ss). - Momento de silencio - Oración Final (Recitamos juntos y juntas) Señor Jesús, envía tu Espíritu, que agrande mi corazón para que yo sea generoso y sepa dar lo mejor de mí a quienes lo necesiten. Sigue enviando personas dispuestas a entregar su vida por tu Evangelio en la vida consagrada y sacerdotal. Amén. CANTO 5 CUARTO MOMENTO - Monición No siempre tenemos claro qué decir o cómo actuar. Pero el Señor, que está con nosotros, pondrá en nuestros labios lo que hemos de decir y en nuestro corazón cómo hemos de obrar. Confía en la fuerza de Dios. El mundo lo mueve gente sencilla y pequeña que tiene un corazón inmenso, que lucha por las injusticias y que defiende a los débiles. - Proclamación del evangelio: Mt 10, 19 «Y cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que decir se os comunicará en ese momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros» (Mt 10, 19). - Momento de silencio. - Oración Final (Recitamos juntos y juntas) Señor Jesús, gracias, porque te haces presente en los sencillos y limpios de corazón; envíanos tu Espíritu para que sepamos descubrirte en lo pequeño de cada día. Sigue enviando personas dispuestas a entregar su vida por tu Evangelio en la vida consagrada y sacerdotal. Amén. CANTO 6 QUINTO MOMENTO - Monición A veces somos como los discípulos: vivimos encerrados por miedo al qué dirán, o a fracasar delante de los demás o de nosotros mismos. Pero nuestra vocación es salir y compartir el don del Espíritu; Él es quien nos hace responder: ¡aquí estoy, envíame! Jesús nos entrega su vida, su Espíritu, nos da su paz y nos invita a ser constructores de paz y perdón. - Proclamación del evangelio: Jn 20, 19 ss «Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: –¡Paz a vosotros! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo: –¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: –Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar» (Jn 20, 19ss). - Momento de silencio. - Oración Final (Recitamos juntos y juntas) Señor Jesús, tú conoces como nadie mi corazón, que nunca deje yo de hacer el bien y ser portador de tu paz. Envía tu Espíritu para que yo sea un testigo veraz. Sigue enviando personas dispuestas a entregar su vida por tu Evangelio en la vida consagrada y sacerdotal. Amén CANTO 7 Si hubiera un SACERDOTE, se le puede pedir que realice la BENDICIÓN FINAL: - Oración: V. Les diste pan del cielo. R. Que contiene en sí todo deleite. Oremos. Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. - A continuación da la bendición con el Santísimo y hace la reserva. ORACIÓN FINAL (Recitada juntos y juntas) Padre, quiero abrir mi corazón al mundo, Dar a conocer el tesoro de tu ternura Y anunciar tú alegría a mis hermanos. “Aquí estoy. Envíame”. Quiero ser “portador de Cristo”, Profeta de tu Palabra y testigo de tu Amor, Hasta alcanzar los confines de la tierra, “Aquí estoy, envíame”. Tú que nos empujas con tu Espíritu Y superas nuestras expectativas, Camina conmigo y sé siempre mi fuerza. “Aquí estoy, envíame”. Te lo pido por medio de María, La humilde, la generosa, la valiente. Amén. Conclusión Hermanos: hemos compartido un tiempo muy hermoso de oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, tanto por aquellas que están en camino como por las que aún esperan una respuesta a Jesús. Esta oración acaba ahora, pero hagámonos una pequeña reflexión final. ¿De qué manera siento en mi vida la fuerza del Espíritu? ¿No es a través de la Iglesia, a través nuestro? ¿Me siento enviado y enviada a la misión de anunciar el Evangelio?, Acojamos la invitación del papa en esta Jornada de Oración. Sintámonos Empujados por el Espíritu para ser testigos del Evangelio allí donde estemos, para que nosotros y los jóvenes a nosotros confiados, sean capaces de responder “Aquí, estoy Señor, envíame”. V. Que la alegría del Señor Resucitado sea nuestra fortaleza. Podéis ir en paz. R. Demos gracias a Dios. 8