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Lectio Divina miércoles 34 de abril de abril, cuarta semana de Pascua -Ciclo –C –
Hechos 12, 24—13, 5; Salmo 66; Juan 12, 44-50
PALABRA QUE DA VIDA
-Reflexionemos-
HAY LUZ… Y NO ESTÁ CARA
1. Hagamos las LECTURAS
Jesús dijo, gritando: - «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el
que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que
cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo
juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me
rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado,
ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me
envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su
mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el
Padre.»
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Juan insiste en que Jesús es la revelación plena de Dios, por eso quien se adhiere a él y a su
movimiento se adhiere al Padre. La antítesis luz y oscuridad plantea la necesidad de apostar
por la luz como alternativa para salir del caos. Esta adhesión se da por voluntad personal.
Jesús se ofrece como alternativa de luz para encontrar caminos que conduzcan a la
superación de las tinieblas, que vienen impuestas por modelos de sociedad basados en el
egoísmo, el poder de dominio y la injusticia. Creer en Jesús nos abre a la luz de la
esperanza, nos compromete con la salvación del mundo y nos hace antorchas del amor y de
la justicia, para llenar de luz los pequeños pero significativos proyectos que en el mundo
luchan por la vida plena y abundante. Somos libres para aceptar su ofrecimiento; no
obstante, si lo rechazamos, estamos aceptando y siendo cómplices del orden injusto que los
hijos de las tinieblas imponen en nuestra sociedad. El mensaje de Jesús es el mismo del
Padre: dar la vida amando hasta el extremo, de la misma manera como él nos ama y da su
vida por la humanidad.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Algo es evidente: cuando la luz sucede, su sola presencia hace que se disipen las tinieblas
más cerradas, y todo -absolutamente todo- se muestra tal cual es.
Desde la luz quedan al descubierto nuestros quebrantos y fidelidades, nuestras miserias y
nuestro poco o mucho coraje, nuestra pequeñez y esa eternidad que resplandece en nuestro
interior -la imagen viva de Dios- y que nos hace sagrados, más allá de cualquier mérito.
Desde esas evidencias este rebaño que somos puede torcer el rumbo hacia mejores pastos,
hacia los campos en donde nada perece, en donde late lo que vive para siempre.
También esa luz abre otras aguas, el mar calmo del proyecto de Dios y el pantano de todo
lo que se le opone. Así entonces podemos hacer pie en las certezas santas, allí mismo en
donde florezcan la solidaridad y la compasión, la justicia y la liberación, la alegría y la
plenitud.
Basta abrir estos ojos ciegos que portamos, pues las evidencias están allí a la vista, tan
contundentes e inconmovibles como la verdad misma.
El Maestro es la luz del mundo, una luz que no se apaga ni con la muerte misma, una luz
que ha de pasar de mano en mano para que nadie habite en tinieblas y sombras.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón
A su luz aprenderemos a ver cómo podemos servirnos unos a otros y llegar a ser ricos y
maduros como seres humanos. Entonces, nosotros también nos convertiremos al menos en
diminutas luces que lleven un poco de claridad y calor a nuestro mundo frío y oscuro.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Dios Padre, Jesucristo, tu luz eterna, vino a nuestro mundo entenebrecido para que,
creyendo en él, caminemos a la luz de tu verdad. Gracias porque cada día la aurora vence la
noche y proclama que el sepulcro de Cristo está vacío. Por eso puede haber luz y esperanza,
paz y serenidad en nuestras vidas, iluminadas por Cristo resucitado. Concede, Señor, que tu
luz brille siempre en nosotros, de suerte que nuestras obras resplandezcan ante el mundo y
te den gloria en el corazón de nuestros hermanos, fortaleciendo a cuantos luchan por un
mundo mejor y provocan el hambre de justicia de tu Reino entre los hombres. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Mantengamos en estos días pascuales nuestros sentidos alerta: OJOS,
OÍDOS, MENTE Y CORAZÓN… La salvación está cerca… ERES EL QUE ME
ENTIENDES
Anochece, Señor. He vivido la jornada que me has dado haciendo lo que hago
diariamente…He sembrado un puñado de ilusiones. Pero te creo como a nadie, y sé que
eres compañero y cómplice, que te desvives por mí y me entiendes.
Acúname, descánsame y despiértame creyéndote más, y más serena y libremente.