Download Mensaje de Cuaresma 2015 - Arquidiócesis de Acapulco

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Arquidiócesis de Acapulco
Mensaje de Cuaresma 2015
“Tiempo de conversión, de perdón
y de reconciliación”
«Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)
A TODA LA COMUNIDAD ARQUIDIOCESANA Y A LOS
HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD:
Les saludo con mucho cariño en este tiempo de cuaresma
ocasión especial de gracia, de perdón y de reconciliación.
Durante la cuaresma que es tiempo sagrado de renovación
para la Iglesia y para cada creyente, quiero hacer un llamado a todas
las comunidades de la Provincia Eclesiástica de Acapulco para que
juntos realicemos experiencias profundas de conversión que se
manifiesten en expresiones de perdón y de reconciliación.
De frente a la realidad de violencia, corrupción, inseguridad,
crisis moral, y relativización de la vivencia religiosa, que se expresa en
la pérdida del sentido de Dios que en los últimos tiempos ha herido
profundamente a nuestro Estado de Guerrero, y a nuestra Iglesia
Arquidiocesana de Acapulco, quiero expresar mi profundo dolor y
solidaridad con las víctimas de las violencias y, al mismo tiempo,
invitarles a renovar nuestra esperanza, fundamento de una vida con
sentido para la vida cristiana y confiar plenamente en el Señor, fuente
de misericordia y de paciencia amorosa.
El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma para este año
2015 nos exhorta a “fortalecer nuestros corazones” (St 5,8). Y abrir
nuestros corazones a Dios, así como están en estos momentos de
nuestra vida, con las frescas ilusiones de la juventud, o la sabiduría
que dan los años, con el amor sencillo y sincero de quien se
compromete con Dios, o tal vez herido, lastimado, cansado,
desilusionado, o traicionado por el mismo pecado personal.
Nuestro Dios es un Dios cercano, que habita en la ciudad, en
la montaña, en la costa y en la playa, en cada hogar y en cada
corazón del ser humano, si quieres encontrar a Dios busca en lo más
profundo de tu corazón, haz silencio y escucha su voz en el interior
de tu conciencia.
Dios no es indiferente a nuestra realidad personal y
comunitaria duramente lastimada y herida por la violencia, la
corrupción, las injusticias, o la manipulación maquiavélica de la
información. O ante las estructuras de pecado. El Papa nos hace un
llamado para decir no a la globalización de la indiferencia en todas
sus manifestaciones. La indiferencia vuelve a las personas apáticas,
insensibles y frías, y es lo contrario a la empatía, a la solidaridad
fraterna. Incluso, muchas veces, la indiferencia se puede presentar
como un medio autodefensivo, que lleva al aislamiento, dificultando
las sanas y gratificantes relaciones con los demás, llegando a ocultar
un miedo no expresado, escondiendo dolor, sufrimiento, mentira o
traición, matando la motivación en la vida y debilitando poco a poco
nuestras creencias.
Quiero unir mi corazón a la palabra de los profetas que
levantan la voz y nos despiertan. ¡Tenemos necesidad de Dios en
nuestras vidas, de profunda renovación, de conversión y de
expresiones concretas de perdón!
2
El Santo Padre nos propone tres alternativas para meditar acerca de la
renovación.
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26)
Estamos llamados a dar testimonio de solidaridad fraterna
ante el sufrimiento del otro, y a dejar a un lado la indiferencia que a
menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de
Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia
los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro
es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26). Dejémonos tocar
por la ternura del amor de Dios revelado en Jesucristo y aprendamos
a servir como Él, a compartir lo que somos y lo que tenemos.
2. « ¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9)
A la luz de la espiritualidad de comunión, se nos invita a
sentir al hermano de fe en unidad profunda del Cuerpo místico y por
tanto como “uno que me pertenece” para saber compartir sus alegrías
y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades,
para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. El otro es un regalo
de Dios: un “don para mi” que tengo que cuidar y defender.
Rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos
acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera,
desconfianza y envidias. Hagamos de cada comunidad, y de cada
parroquia, islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.
3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)
También como individuos tenemos la tentación de la
indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que
nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda
nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no
dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
En primer lugar, podemos orar. No olvidemos la fuerza
transformadora que tiene la oración en la vida de las personas. Por
este motivo el Papa Francisco desea que se celebre en toda la Iglesia
Universal y en cada diócesis, las 24 horas para el Señor en los días 13
y 14 de marzo, respondiendo a la necesidad de encontrarnos con
Dios en la oración. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de
caridad mostrando nuestro interés por el otro, con un signo concreto,
aunque sea pequeñito, esto tiene un gran valor cuando se hace por
amor. Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un
3
llamado a la conversión , porque la necesidad del hermano me
recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los
hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos
los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas
posibilidades que nos reserva el amor de Dios.
Vivamos esta cuaresma como un camino de formación del
corazón. Tener un corazón misericordioso no significa tener un
corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón
fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. En definitiva,
un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por
el otro. De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso,
vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga
en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
Quien vive la experiencia de conversión se dispone a acoger
libremente el don de la fe, que da a su vida un horizonte nuevo, una
frescura al alma y una orientación decisiva; ya que la fe libera del
aislamiento del yo, de la indiferencia, de la apatía y de la pereza
espiritual, llevándonos al perdón, a la reconciliación y a la comunión,
como don de la misericordia divina.
EN CRISTO, NUESTRA PAZ
_____________________________
+ CARLOS GARFIAS MERLOS
ARZOBISPO DE ACAPULCO
Dado en las oficinas del Arzobispado de Acapulco a los 17 días del
mes de Febrero del año 2015.
4