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COLEGIO CRISTIANO LA ESPERANZA
Educación en pre escolar, básica y media con profundización en
humanidades NIT:819.006.382-7
Reconocimiento Oficial No. 128 de 02 de Marzo de
2001 con registro del DANE No. 347001007289
Carrera 2a No. 24-56, Teléfono 4233467-4315013
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Santa Marta D.T.C. e H., Colombia
Certificados en el Nivel de Acceso según el
Modelo Europeo de Excelencia EFQM
NOMBRE_________________________________
FECHA__________________ GRADO _________
LOS SENTIDOS
Esta Unidad Didáctica es de vital importancia para
entender las relaciones que se establecen entre los
seres vivos y en especial, los seres humanos que
es lo que nos ocupa y saber cómo influyen según el
sentido que utilizamos en cada caso.
Los órganos de los sentidos son necesarios para
saber que ocurre a nuestro alrededor. Por ejemplo,
los colores y las formas de las cosas las
conocemos por el sentido de la vista. Los sonidos,
por el oído. Sentimos los olores por el olfato y los
sabores, por el gusto. Por el sentido del tacto
notamos lo que toca nuestra piel. Toda esta
información que recogen los sentidos la transmiten
los nervios al encéfalo.
Los sentidos nos proporcionan la información vital
que nos permite relacionarnos con el mundo que
nos rodea de manera segura e independiente. Esto,
por medio de las sensaciones, que son el
mecanismo que tiene nuestro cuerpo para procesar
todos los estímulos que recibe: luz, sonidos,
sabores, frío o calor, dolor, olores, incluso las
caricias, cosquillas y besos.
Sentido del oído
El sentido del oído esta localizado en la cabeza,
dentro
de
los huesos temporales.
Para describirlo se considera que tiene tres
porciones:
Oído externo, Oído medio, Oído interno
Hay mecanorreceptores especializados que nos
permiten mantener el equilibrio y poder oír. Ambos
tipos
están
ubicados
en
el
oído.
El oído se divide en tres partes;
Oído externo
Comprende el pabellón auricular o auditivo - la
"oreja"- (lóbulo externo del oído) y el conducto
auditivo externo, que mide tres centímetros de
longitud. El conducto auditivo medio posee pelos y
glándulas
secretoras
de cera.
Su función es canalizar y dirigir las ondas sonoras
hacia el oído medio.
Oído medio
Es un conducto estrecho, o fisura, que se extiende
unos quince milímetros en un recorrido vertical y
otros quince en recorrido horizontal
Es hueco, lleno de aire, limitando de un lado por el
tímpano y del otro por la ventana oval y la ventana
redonda, que lo comunican con el oído interno. Está
en comunicación directa con la nariz y la garganta a
través de la trompa de Eustaquio, que permite la
entrada y la salida de aire del oído medio para
equilibrar las diferencias de presión entre éste y el
exterior.
Hay una cadena formada por cuatro huesos
pequeños y móviles (huesecillos) que atraviesa el
oído medio. Estos cuatro huesos reciben los
nombres de martillo, yunque, lenticular y estribo.
Los cuatro conectan acústicamente el tímpano con
el oído interno, transmitiendo las vibraciones del
tímpano amplificadas a la fenestra ovalis.
Oído interno
El oído interno o laberinto se encuentra en el
interior del hueso temporal que contiene
los órganos auditivos y del equilibrio, que están
inervados por los filamentos del nervio auditivo.
Está lleno de líquido y tiene tres cavidades: el
vestíbulo, dividido en dos partes, utrículo y sáculo;
los tres canales semicirculares, órgano del sentido
del equilibrio, (están llenos de endolinfa); y el
caracol o cóclea, largo tubo arrollado en espiral
donde se encuentran las células receptoras de
los sonidos, provistas de cilios, cada una de las
cuales está adaptada para la recepción de sonidos
de un tono determinado.
Las fibras nerviosas que salen del caracol y de los
canales semicirculares se reúnen para formar el
nervio acústico, que sale del sáculo por un tubo que
atraviesa el hueso temporal hasta la cavidad
craneana.
Cómo se oye
Las ondas sonoras, en realidad cambios en la
presión del aire, son transmitidas a través del canal
auditivo externo hacia el tímpano, en el cual se
produce una vibración. Estas vibraciones se
comunican al oído medio mediante la cadena de
huesillos (martillo, yunque y estribo) y, a través de
la ventana oval, hasta el líquido del oído interno.
El movimiento de la endolinfa que se produce al
vibrar la cóclea, estimula el movimiento de
un grupo de proyecciones finas, similares a
cabellos, denominadas células pilosas. El conjunto
de células pilosas constituye el órgano de Corti. Las
células pilosas transmiten señales directamente al
nervio auditivo, el cual lleva
la información al cerebro. El patrón de respuesta de
las células pilosas a las vibraciones de la cóclea
codifica la información sobre el sonido para que
pueda ser interpretada por los centros auditivos del
cerebro.
El rango de audición, igual que el de visión, varía
de unas personas a otras. El rango máximo de
audición en el hombre incluye frecuencias de
sonido desde 16 hasta 28.000 ciclos por segundo.
Equilibrio
Los canales semicirculares y el vestíbulo están
relacionados con el sentido del equilibrio. En estos
canales hay pelos similares a los del órgano de
Corti, y detectan los cambios de posición de la
cabeza.
Los tres canales semicirculares se extienden desde
el vestíbulo formando ángulos más o menos rectos
entre sí, lo cual permite que los órganos sensoriales
registren los movimientos que la cabeza realiza en
cada uno de los tres planos del espacio: arriba y
abajo, hacia adelante y hacia atrás, y hacia la
izquierda o hacia la derecha. Sobre las células
pilosas del vestíbulo se encuentran unos cristales
de
carbonato
de
calcio,
conocidos
en lenguajetécnico como otolitos y en lenguaje
coloquial como arenilla del oído. Cuando la cabeza
está inclinada, los otolitos cambian de posición y los
pelos que se encuentran debajo responden al
cambio de presión. Los ojos y ciertas células
sensoriales de la piel y de tejidos internos, también
ayudan a mantener el equilibrio; pero cuando el
laberinto del oído está dañado, o destruido, se
producen problemas de equilibrio. Es posible que
quien padezca una enfermedad o un problema en
el oído interno no pueda mantenerse de pie con los
ojos cerrados sin tambalearse o sin caerse.
Olfato
El olfato es un sentido quimiorreceptor, como el del
gusto, que se estimula mediante las sustancias volátiles
que se desprenden de los cuerpos, o las que se
encuentran en estado gaseoso, permitiendo así percibir
los olores.
El órgano del olfato está constituido por el nervio
olfatorio y sus terminaciones nerviosas, las cuales se
diseminan por la parte superior de la mucosa pituitaria,
que tapiza las fosas nasales. Los impulsos nerviosos se
transmiten a través de las terminaciones nerviosas hasta
el bulbo raquídeo, y desde éste hacia la corteza cerebral
olfatoria.
El sentido del olfato es fácilmente fatigable, ya que tras
un corto periodo de tiempo sometido a la percepción de
un olor de nivel estable, éste deja de percibirse por
adaptación de los receptores olfatorios.
La nariz y el olfato
La nariz se divide en dos compartimientos separados por
el tabique nasal, los cuales tienen dos orificios de salida
denominados narinas. Por el otro lado, la nariz termina
en unas aberturas que comunican con la faringe.
En las paredes laterales de las fosas nasales se
encuentran unos huesos esponjosos llamados cornetes.
Debajo de cada cornete existen unos espacios
denominados meatos, que son los que comunican la
nariz con los senos paranasales.
Cornetes nasales
Su número por lo general es de tres (como si fueran tres
dedos atravesados). Y ayudan a realizar las principales
funciones de la nariz: humectar, calentar, limpiar y dirigir
el aire que respiramos hacia el interior de los pulmones.
Los cornetes son óseos, pero están recubiertos, al igual
que todas las paredes de las fosas nasales, por una
membrana llamada Pituitaria que en su parte inferior
está recorrida por gran cantidad de vasos sanguíneos y
por ello se denomina Pituitaria roja. Las glándulas que
forman esta Pituitaria roja segregan una mucosa que se
encarga de calentar y humedecer el aire que, por el
sector de los cornetes, pasa camino de los pulmones.
En la parte superior esta membrana se llama Pituitaria
amarilla y tiene numerosas ramificaciones de células
olfativas bipolares que recogen las sensaciones olorosas
y las envían al bulbo olfativo. Solo esta zona es sensible a
los olores y no la inferior.
El armazón óseo de la nariz está constituido por huesos,
cartílagos duros y cartílagos blandos. Los huesos duros
forman la parte superior y los laterales del puente, los
cartílagos forman los laterales de las fosas nasales y el
propio tabique nasal.
Las paredes nasales están revestidas por mucosas,
segregadas por la membrana Pituitaria, que tienen como
función esencial el acondicionamiento del aire inhalado.
Además, la mucosa atrapa y quita el polvo y los
gérmenes del aire cuando se introducen en la nariz.
La nariz es el órgano donde reside el sentido del olfato.
En el epitelio olfativo se encuentra, como ya dijimos, la
pituitaria amarilla, constituida por un grupo de células
nerviosas con pelos microscópicos llamados cilios. Estos
están recubiertos de receptores sensibles a las
moléculas del olor.
Hay unos veinte tipos distintos de receptores, cada uno
de los cuales se encarga de una clase determinada de
moléculas de olor. Estas células establecerán sinapsis
con las neuronas de los bulbos olfatorios, que mandarán
las señales al cerebro.
El olfato
En el hombre, el sentido del olfato está menos
desarrollado que en muchos animales, quizás porque al
contrario que éstos, no depende de él para buscar
alimento, hallar pareja o protegerse del enemigo.
El área de la nariz humana sensible al olor es de unos
pocos centímetros cuadrados, mientras que en el perro,
por ejemplo, recubre la membrana glucosa nasal por
completo.
Sin embargo, el olfato humano es el más sensible de
todos nuestros sentidos: unas cuantas moléculas, es
decir, una mínima cantidad de materia, bastan para
estimular las células olfativas.
Los receptores olfativos del hombre se encuentran
situados en la porción superior de las fosas nasales,
donde la pituitaria amarilla cubre el cornete superior y
se comunica con el bulbo olfatorio. (VER IMAGEN).
Los vapores emitidos por las sustancias olorosas
penetran por la parte superior de las cavidades o fosas
nasales y, después de disolverse en la humedad de la
pituitaria amarilla, actúan químicamente sobre los
receptores olfativos. Los impulsos nerviosos que
resultan de la activación de los receptores son
trasmitidos al bulbo olfatorio y de ahí a la corteza
cerebral para la formación de la sensación.
Mediante el acto de olfatear, la dirección de la corriente
de aire es dirigida hacia la región olfatoria superior de la
cavidad, facilitando la llegada de un mayor número de
partículas olorosas hasta los receptores olfativos.
Las sensaciones olfatorias suelen confundirse con las del
gusto, ya que ambas son producidas por el mismo
estímulo químico. En verdad, varios alimentos son
apreciados más por el olor que por el sabor.
El olfato contribuye a la iniciación de los procesos de la
digestión. Así, cuando los distintos olores alcanzan el
centro olfatorio del cerebro, éste envía al estómago los
estímulos adecuados para que comience la producción
de jugos digestivos; en este proceso interviene también
la visión, de tal forma que ante la presencia de la comida
empieza a producirse saliva en la boca, lo que facilita la
digestión de los carbohidratos.
De todos los órganos de los sentidos, el olfato se
distingue por la rapidez con que se adapta al estímulo.
Ello se debe a que, cuando las células olfatorias se “han
acostumbrado” a un determinado olor, cesan de
transmitirlo al cerebro. Esta facilidad para dejar de
percibir un olor no constituye, sin embargo, una
limitación muy seria para la vida del hombre, puesto que
sus adaptaciones no dependen tanto del olfato.
Una persona distingue entre dos mil y cuatro mil olores
distintos.
Más detalles
El sentido del olfato permite apreciar el olor de los
cuerpos.
No todos los cuerpos poseen olor. Los que lo poseen se
llaman odoríferos y los que no tienen olor, inodoros.
Para que un cuerpo posea olor es necesario que emita
partículas pequeñísimas que se mezclen con el aire. Esas
partículas impresionan las terminaciones del nervio
olfatorio.
El olfato, como vimos, reside en las fosas nasales que
son dos orificios localizados por detrás de la nariz y
encima de la boca. Las fosas nasales están separadas por
un tabique cartilaginoso: en su parte anterior y óseo en
la, porción posterior. Se encuentran por debajo de la
cavidad craneana y en su cara externa se advierten tres
salientes llamados cornetes superiores, medio, e
inferior.
Cada fosa nasal se comunica por una abertura con el
exterior. A la entrada de ellas se encuentran pelos
gruesos y cortos. El interior está recubierto por una
membrana llamada pituitaria.
Más sobre la membrana Pituitaria
Presenta dos aspectos:
1. Pituitaria respiratoria, por ella pasa el aire que va a los
pulmones y el que sale de los pulmones. Es de color
rosado y recubre la porción inferior de las fosas nasales.
2. Pituitaria olfatoria, en ella se encuentran las células
olfativas, que son impresionadas por las sustancias
odoríferas. Es de color amarillento y se ubica- en el
cornete superior, por donde -se distribuyen las ramas
del nervio olfatorio.
Nervios olfatorios
Las fosas nasales reciben dos clases de nervios:
1. Nervios de la sensibilidad general, que proceden del
trigémino y a través de los cuales se perciben las
sensaciones del tacto.
2. Nervios sensoriales del olfato que son los nervios
olfatorios. Dentro de la cavidad craneana, cada nervio
olfatorio se ensancha para formar el bulbo olfatorio, que
descansa sobre la lámina cribosa del etmoides.
Fragancias, aromas y olores
Para que un cuerpo tenga olor es necesario que sea
volátil, es decir que emita pequeñas partículas y que se
disuelva en el moco que recubre la mucosa olfatoria.
Esas partículas, llevadas por el aire que inspiramos
impresionan las células olfativas que se encuentran en la
porción superior de la pituitaria.
La intensidad de los olores de los cuerpos depende de la
mayor o menor cantidad de partículas volátiles.
Si se deposita sobre la pituitaria amarilla un fragmento
de un cuerpo oloroso, no determinará sensación
olfativa. Es necesario que se encuentre dividido en
pequeñísimas partículas mezcladas con el aire.
Cuando la pituitaria amarilla es impresionada largo
tiempo por una misma sustancia, deja de percibir su
olor.
Anosmia
La pérdida del olfato o anosmia puede ser parcial o total,
temporaria o definitiva.
La anosmia parcial o total puede ser producida por una
alteración o fatiga olfativa de la mucosa pituitaria, por
vegetaciones, por lesiones de tipo infeccioso en la
pituitaria o por inflamación provocada por un resfrío
común. En estos casos la pérdida del olfato suele ser
temporaria. La anosmia definitiva generalmente es
provocada por una lesión del nervio olfatorio.
Vista
El sentido de la vista se sitúa en los ojos, está constituido
por el globo ocular y otros órganos anexos. En los
animales superiores es par, ubicado en el interior de los
huesos de la cara, en las cavidades orbitarias que
presenta la parte anterior de la cabeza. Debido a la
ubicación frontal de ambos ojos la visión es binocular,
permitiendo apreciar las tres dimensiones de las
imágenes que capta.
Básicamente, la vista es una cámara cerrada con la parte
anterior transparente para permitir la entrada de la luz,
y una zona interna sensible donde convergen los rayos
luminosos para formar la imagen.
En los animales superiores, y por tanto en los humanos,
la visión binocular permite apreciar las tres
dimensiones de las imágenes
Globo ocular
El globo ocular está compuesto por tres membranas
concéntricas cuya parte más externa es la esclerótica o
blanco del ojo, consistente en un tejido opaco, fibroso y
duro, salvo en su zona anterior que es transparente y
convexa formando la córnea, y su zona posterior que
está perforada para dar salida al nervio óptico. La parte
intermedia del globo ocular, desde la esclerótica hasta la
retina, es un tapizado muy vascularizado llamado
coroides, que finaliza por delante mediante un anillo
multiciliar blanquecino (anillo circular) en la unión entre
la esclerótica y la córnea.
Ilustración de un corte tridimensional del ojo humano
Tras la córnea se sitúa una cámara acuosa transparente
(humor acuoso), en medio de la cual se halla el iris; éste
es un diafragma musculoso, contráctil y opaco, en cuyo
centro está la pupila o niña, la cual regula la cantidad de
luz que penetra en el ojo variando su diámetro, función
que es llevada a cabo mediante la contracción o
dilatación de sus músculos circulares y radiales.
Detrás del iris está el cristalino, un cuerpo lenticular,
transparente y biconvexo cuya misión es hacer
converger los rayos luminosos de manera que formen
imágenes en la retina; la pérdida de transparencia del
cristalino da lugar a una enfermedad conocida
vulgarmente como cataratas.
La capa más interna del globo ocular es la retina,
constituida por diez capas superpuestas que acoge
variados elementos nerviosos y de sostén; sus células
(conos, bastoncillos, neuronas bipolares y multipolares)
se prolongan y agrupan para constituir el nervio óptico,
el cual parte de un punto llamado ciego, debido a que en
él no se produce ninguna visión.
Las células de la retina contienen una materia
pigmentaria altamente sensible a las impresiones
luminosas que recibe, y que producen la sensación
visual; la zona de mayor agudeza visual es la posterior,
llamada fóvea, mácula o mancha amarilla. Los conos de
la retina se relacionan con esa agudeza visual, mientras
que los bastoncillos tienen que ver con las condiciones
de escasa iluminación. Todo el resto del globo ocular
está ocupado por el llamado humor o cuerpo vítreo.
Órganos anexos
Los órganos anexos del globo ocular están constituidos
por las glándulas lacrimales, órbitas, cejas, párpados,
pestañas y seis músculos.
Las glándulas lacrimales se sitúan en la parte más
externa de la cavidad orbitaria, en su región anterosuperior. Existen dos por cada ojo: una principal o
superior y otra accesoria o inferior, cada una de ellas
comunicada con el ángulo más externo del ojo y las
fosas nasales mediante un conducto lacrimal. Estas
glándulas son las encargadas de segregar las lágrimas,
un líquido ligeramente alcalino, lubricante y limpiador
de la superficie ocular.
Los párpados, superior e inferior, son repliegues
cutáneos movibles, unas láminas fibrosas tapizadas
exteriormente por la piel, e interiormente por mucosa y
la conjuntiva, una membrana transparente que recubre
también la córnea. Los párpados poseen unas glándulas
que segregan grasa llamadas de Meibomio, en
referencia al médico anatomista alemán Heinrich
Meibom (1638-1700) que las descubrió y estudió.
En el borde de los párpados se encuentran las pestañas,
unos pelillos tamizadores de la luz, que limpian el ojo y
las ya citadas glándulas de Meibomio. También se
encuentran los seis músculos motores del ojo, los cuales
permiten su movimiento y sujeción: los cuatro rectos
(interno, externo, superior e inferior), y dos oblicuos
(pequeño y grande). Los músculos del ojo se controlan
por pares de nervios craneales (motor ocular común,
patético y motor ocular externo).
Mecanismo de la visión
La visión es un proceso fisiológico, resultado de varios
fenómenos sucesivos, que nos permite revelar la
presencia de los cuerpos, con identificación de su forma,
color y dimensiones. En ese proceso intervienen el ojo y
la zona de la corteza cerebral encargada de interpretar
las sensaciones luminosas que se proyectan sobre la
retina de aquél. La visión es pues una actividad que
implica la necesidad de luz; sin ella no existe visión.
El mecanismo de la visión se produce de forma similar al
utilizado para obtener la imagen en una cámara
fotográfica. Así como en la cámara existe una película
sensible a la luz que se sitúa detrás del objetivo, en
donde se materializa la impresión de la imagen captada,
en el ojo esa función la realiza la retina, donde las
células receptoras son estimuladas para después
conducir los impulsos nerviosos que generan hacia el
cerebro. En la cámara se regula la cantidad de luz que
penetra en el interior mediante un diafragma mecánico;
de manera homóloga el ojo utiliza el iris como
diafragma, contrayendo o relajando los músculos que lo
gobiernan.
En ambos ejemplos, tanto la imagen formada en la
retina como en la película se proyecta invertida, es decir,
si visualizamos un árbol éste se proyecta con la copa
hacia abajo y la base hacia arriba, sin embargo, en el ojo
humano
esa
característica
es
interpretada
correctamente tras ser enviada por el nervio óptico
hasta el lóbulo de la corteza cerebral correspondiente.
Por su parte, la mayoría de cámaras permiten ajustar el
enfoque del objeto que se desea impresionar; en el ojo
esa función la llevan a cabo los músculos ciliares del
cristalino, que acomodan el ojo para enfocar los objetos
según la distancia a que se encuentren.
Sentido del gusto
En el ser humano uno de los receptores que perciben las
sustancias químicas del medio externo son las papilas
gustativas, localizadas principalmente en la lengua. Las
sustancias químicas pueden actuar como estímulos y
provocar respuestas en el organismo. Estos estímulos
son captados por órganos específicos que generan
señales nerviosas las cuales son conducidas hasta los
centros nerviosos donde son transformados en
sensaciones. El gusto actúa por contacto de sustancias
químicas solubles con la lengua. El principal órgano del
gusto es la lengua. Esta constituida por músculos que le
permiten realizar variados movimientos, y recubierta
por una mucosa. La lengua como quimiorreceptor es un
órgano musculoso, fijo por su base al piso de la boca y
con la punta libre, puede realizar varios movimientos y
es humedecida constantemente por la saliva. La cara
superior de la lengua aloja unos receptores, que se
presentan como pequeñas estructuras abultadas
llamadas papilas gustativas. Las Papilas Gustativas:
constituyen las unidades gustativas y están situadas en
la mucosa y cada una consta de un grupo de células
sensitivas en forma de barril conectadas a las neuronas.
Las papilas son formaciones epiteliales compuestas por
células receptoras o botones gustativos, sensibles a las
sustancias químicas disueltas en la saliva secretadas por
las glándulas salivales. Por su forma las papilas se
clasifican en caliciformes, fungiformes, coroliformes y
foliadas. Las coroliformes en forma de corola de
numerosos picos, son táctiles y térmicas, mientras que
las caliciformes y fungiformes, poseen forma de cáliz y
de hongo, respectivamente, y albergan los botones
gustativos que tienen forma de botella y emergen de la
membrana vítrea, ubicada debajo de la mucosa. El cuello
del botón aparece en la superficie libre de mucosa por
un orificio del que surgen las papilas gustativas. En torno
a los botones gustativos existen ramificaciones de los
nervios glosofaríngeo y lingual; transmite los estímulos,
que así llegan a la médula. En un adulto pueden llegar a
haber
9.000
botones
gustativos
distribuidos
principalmente en la punta, los lados y la base de la
lengua. Las papilas se especializan en cuatro sensaciones
o gustos básicos: DULCE, ÁCIDO, SALADO y AMARGO. La
punta es muy sensible a las sustancias dulces y saladas;
los lados, a las ácidas, y el sector posterior a las amargas.
La sensación del sabor es producida por distintos grados
de combinaciones de las impresiones o efectos básicos.
El ser humano es capaz de percibir un abanico amplio
desabores como respuesta a la combinación de varios
estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.
Las principales son las papilas caliciformes que son las
más grandes y menos numerosas situadas en la parte
posterior cerca de la base de la lengua formando una “V
lingual”, las fungiformes tiene forma de hongo, se
encuentran en la cara dorsal de la lengua especialmente
en los bordes y en la punta, su color rojizo es debido a la
multitud de vasos sanguíneos, son algo visibles, que
mediante unos órganos microscópicos denominados
botones perciben los sabores ácidos, dulces y salados; y
las papilas filiformes que tienen forma de pequeñas
agujas y están repartidas en toda la superficie de la
lengua dispuestas en series paralelas y coraliformes, que
son sensibles al tacto y a las temperaturas.
Considerando de forma aislada. El sentido del gusto sólo
percibe cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y
amargo; cada uno de ellos es detectado por un tipo
especial de papilas gustativas. Las casi 10.000 papilas
gustativas que tiene el ser humano están distribuidas de
forma desigual en la cara superior de la lengua, donde
forman manchas sensibles a clases determinadas de
compuestos químicos que inducen las sensaciones del
gusto. Por lo general, las papilas sensibles a los sabores
dulce y salado se concentran en la punta de la lengua,
las sensibles al agrio ocupan los lados y las sensibles al
amargo están en la parte posterior. Los compuestos
químicos de los alimentos se disuelven en la humedad
de la boca y penetran en las papilas gustativas a través
de los poros de la superficie de la lengua, donde entran
en contacto con células sensoriales .Luego de una
exposición prolongada a determinado sabor, las papilas
gustativas se saturan, y dejan de mandar información,
por lo cual, al cabo de un tiempo determinado se deja de
percibir el sabor.
El tacto
El tacto, es otro de los cinco sentidos de los seres
humanos y de otros animales. A través del tacto, el
cuerpo percibe el contacto con las distintas sustancias,
objetos, etc. Los seres humanos presentan
terminaciones nerviosas especializadas en la piel, que se
llaman receptores del tacto. Estos receptores se
encuentran en la epidermis (capa más externa de la piel)
y transportan las sensaciones hacia el cerebro a través
de las fibras nerviosas. Hay sectores de la piel que
poseen mayor sensibilidad ya que el número de
receptores varía en toda la piel.
Los receptores del tacto están constituidos por los discos
de Merkel, que se subdividen en las siguientes
categorías:
Corpúsculos de Pacini: se ubican en la zona profunda de
la piel, sobre todo en los dedos de las manos y de los
pies. En general son poco abundantes. Detectan
presiones y deformaciones de la piel, y sus estímulos
duran poco.
Terminaciones Nerviosas libres: están en casi todo el
cuerpo y se especializan en sentir el dolor.
Terminaciones nerviosas de los pelos: sensibles al tacto.
La mayoría de los pelos son de este tipo.
Corpúsculo de Meissner: se encuentran en las papilas
dérmicas, abundantes en los extremos de los dedos, los
labios, la lengua, etc. Se ubican en la zona superficial de
la piel y se especializan por el tacto fino.
Corpúsculos de Krause: presentes en la superficie de la
dermis y son sensibles al frío, se ubican en especial en la
lengua y en los órganos sexuales.
Corpúsculo de Rufino: son poco numerosos, alargados y
profundos, son sensibles al calor.
La piel:
Es una parte muy importante del organismo que protege
y cubre la superficie del cuerpo. Contiene órganos
especiales que suelen agruparse para detectar las
distintas sensaciones como la temperatura y dolor.
La piel posee, en un corte transversal, tres capas: la
epidermis, que es la que interviene principalmente en la
función del tacto, ya que es la más externa. La dermis,
que es la capa del medio y la capa subcutánea.