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INTERVENCIÓN: BOGOTÁ Y EL PLAN DE DESARROLLO 2014-2018 ¡Bogotá merece más! Lunes 16 de Marzo 2015 INTRODUCCIÓN Actualmente, según estudios como el de la Organización de las Naciones Unidas, denominado “Construcción de una Paz Territorial estable, duradera y sostenible”, las instituciones que por excelencia tienen la responsabilidad de formar ciudadanos acordes con el desarrollo sustentable son la Familia y la Escuela. Después de realizar una revisión de los elementos relevantes del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, denominado “Todos por un Nuevo País”, el cual tiene como ejes estructurales “la paz, la equidad y la educación”, y que acertadamente pretende la competitividad, la movilidad social, el crecimiento verde y el buen gobierno, o bien el fortalecimiento del deporte y la cultura, como medios de implementar la solidaridad y alejar a nuestros jóvenes del crimen y la pobreza, asunto que celebro, permítanme exponer una serie de reflexiones de esta carta de navegación, sobre: 1) La institución de la Familia, 2) La economía regional y local en cuanto al desplazamiento de familias hacia Bogotá y 3) Los Recursos Naturales de la ciudad: 1. La institución de la Familia. Como Concejal de la Familia, estimo gravemente como funesto, que dentro del Plan Nacional de Desarrollo en su Artículo 82°, se trace como política de Estado, la implementación de los derechos reproductivos y prevención del embarazo en los planes de desarrollo de las entidades territoriales, mientras que las cátedras de formación cívica, convivencia pacífica y ciudadana basada en valores, pasan a segundo plano en detenimiento de la estructura social que tiene que ver con el respeto a la autoridad o los deberes por ejemplo. Este artículo dice: “Estrategia para la prevención del embarazo en la adolescencia”. El Gobierno Nacional bajo la coordinación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y del Ministerio de Salud y Protección Social, en el marco de la Comisión Nacional Intersectorial para la Promoción y Garantía de los Derechos Sexuales y Reproductivos, realizará asistencia técnica conjunta a los entes territoriales del país para que los alcaldes y gobernadores incluyan indicadores, políticas, programas y proyectos de derechos sexuales y reproductivos y prevención del embarazo en la adolescencia en los respectivos planes de desarrollo”. En este punto debo aclarar que todos estamos de acuerdo en que se diseñen políticas estatales para prevenir el embarazo adolescente, pero ¿Qué se quiere decir cuando se hace relación a la promoción y garantía de los derechos sexuales reproductivos? ¿Por qué de plano se está descartando la promoción de la abstinencia sexual como una alternativa estratégica viable, comprobada y efectiva para prevenir el embarazo adolescente? Sería importante que en el Congreso de la República se generara un debate nacional sobre este artículo 82°, que en su contenido expresa un elemento ideológico, que de paso, quiere eliminar el mensaje de abstinencia sexual y otros comportamientos saludables y posibles, sólo porque algunos le ponen un rótulo de religioso. Es importante aclarar que estoy de acuerdo con el propósito central de la disposición, que es prevenir el embarazo adolescente, así como la inclusión de indicadores oficiales que permitan su medición concreta, pero el cómo se pretende esta prevención, lamentablemente se deriva de una imposición sofisticada y eufemística de unos contenidos ideológicos que no comparto y que constituyen una exclusión de otras formas de ejercer la vida sexual. Si bien, existe una determinación del Gobierno Nacional para impulsar la jornada única gratuita y de calidad, y otras iniciativas dignas de aplaudir, no hay que desconocer que la familia es el actor central en el proceso social y económico de la nación, y si no se empodera como escenario que cultiva las competencias básicas de los futuros ciudadanos, muchas de las buenas intenciones consagradas en la propuesta de Plan Nacional de Desarrollo, se quedarán en el papel, como ya ha ocurrido en el pasado. No existe un solo punto explícito que favorezca de forma directa la formación y protección de la familia como lo consagra el Artículo 42 de la Constitución Política y el artículo 16,3 de la Declaración Universal de los Derecho Humanos, ni para las familias que ya estamos en Bogotá, ni para las que llegan de todo el territorio nacional a esta ciudad. Lo anterior me lleva al segundo punto. 2. La economía regional y local en cuanto al desplazamiento de familias hacia Bogotá. De manera contextual hay que decir que espacialmente Bogotá, se encuentra conformada por un 68% de zona rural. En la zona urbana según estadísticas, diariamente se recepcionan 30 familias provenientes de diversas regiones del país, principalmente por el fenómeno del desplazamiento derivado del conflicto armado interno, o en la búsqueda de un mejor nivel de vida. Es decir, Bogotá, como capital de la República, por ser un epicentro del desarrollo nacional, atrae un alto porcentaje de población que ejerce una presión e impacto en todo sentido y que no permite que la implementación de políticas públicas vaya a la misma velocidad de la avalancha de inmigración de familias, y en consecuencia, ofrecerles seguridad, trabajo, salud, educación, entre otros factores básicos para sobrevivir en una ciudad convulsionada y abarrotada, es más que un desafío. En otros términos, si dentro del territorio nacional no se trazan o formulan políticas acordes con las problemáticas o conflictos en las localidades, Bogotá seguirá siendo un cada vez mayor receptáculo, que redundará en el permanente y desordenado incremento de su población, y agravará su densificación. Este asunto es complejo y sistémico, no se puede abordar sólo desde la educación o cualquier otro tema, sino desde la familia. 3. Los Recursos Naturales de la Ciudad. Ahora, señores me dirán ¿Qué tiene que ver la situación de los recursos naturales con Bogotá? Si podemos dar una respuesta eficiente para que las personas se queden en sus territorios, se lograría detener la movilidad de sectores de la población como los campesinos, estos implementarían economías locales vinculadas a la economía regional aprovechando las fortalezas de su territorio, en torno a los recursos naturales, como pequeños “clusters” rurales. Simultáneamente, con aquellos campesinos que irremediablemente llegaron a Bogotá, no podemos darles la espalada, considero que ellos pueden seguir su estilo de vida en la ruralidad bogotana, de forma controlada y sin industrialización, surtiendo a minoristas. En el documento del Plan Nacional, no se da un solo indicio para fortalecer la institucionalidad ambiental y así otorgar importancia a la economía rural con el fin de propiciar políticas de prevención y seguimiento de los recursos naturales, más bien, se sigue con el debilitamiento de los instrumentos protectores del ambiente, como por ejemplo, el licenciamiento ambiental que pretende agilizarse para los intereses de quienes se benefician con la explotación de la naturaleza y no da posibilidades de vida a familias rurales no industrializadas que posteriormente vivirán bajo un puente y en los semáforos de esta gran ciudad, y al mismo tiempo, veremos más factorías contaminantes en la Sabana. Así mismo, tengo dudas sobre la facultad de los Alcaldes Municipales contenida en el Parágrafo 1 del Artículo 89, con respecto a la modificación y aprovechamiento del uso del suelo para expedir por decreto. Como esta norma tiene que ver con la incorporación del suelo rural, suburbano y la expansión urbana al perímetro urbano, en mi sentir, va en contra de la función constitucional de los concejos para regular el uso del suelo, y de paso se abre una posibilidad jurídica para consolidar los objetivos de quienes históricamente se han beneficiado del fenómeno de la concentración de la tierra en el país. La ruralidad no industrializada pero controlada para mitigar la alta densificación en Bogotá y atender a las familias que han llegado a la ciudad, entre tanto, se desestimula a que lleguen más campesinos, requiere también de conectividad como los trenes de cercanías, pero ojalá con tecnología de levitación magnética que no hace ruido y no emplea combustibles fósiles. CONCLUSIÓN Finalmente, todos deseamos que los tres pilares del Plan Nacional de Desarrollo, una sociedad en paz, una sociedad equitativa y una sociedad educada, sean una realidad, pero la paz es fruto de la justicia, comenzando por la familia, que es la primera célula educativa, formadora y productiva de toda sociedad y que es anterior al Estado Nación y a los sistemas legales y jurídicos de la humanidad, sin familias, nuestra civilización no existiría, soy consciente que suena obvio, pero muchas veces lo obvio es más difícil de explicar y más fácil de ignorar e incluso desnaturalizar. Bogotá merece más. Aprovechar su reserva rural para ayudar a las familias a salir adelante sin detrimento de los recursos naturales, antes bien preservándolos para la paz, es de suma importancia, pero que al Plan Nacional de Desarrollo poco o nada le interesó. La institución familiar como un eje movilizador social y económico, no se ve por ninguna parte, no obstante el elemento ideológico de los “derechos sexuales y reproductivos”, si son explícitos y cuentan con especificidad. Por lo demás, en otros aspectos positivos que el documento establece, me queda por decir que no se queden en letra muerta, o en eslogan en el papel como “bienvenidos al futuro”, “la revolución pacífica”, “el salto social”, “cambio para construir la paz”, “hacia un Estado comunitario”, “prosperidad democrática y “todos por un nuevo país”; pareciera que estuviéramos en el mismo punto, hablando de lo mismo, porque realmente mucho de lo que se proyectó, no se realizó. Mi saludo respetuoso al Gobierno Nacional y mi observación hacia darle la mano a la institución familiar, sin sesgos ideológicos impositivos y sí dándole relevancia como motor social indiscutible. H.C. DE BOGOTÁ MARCO FIDEL RAMÍREZ Vocero del Partido Opción Ciudadana.