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NO AL DINERO NO AL AMOR NI AL CIELO (1971) DUERMEN EN LA COLINA ¿A dónde se fue Elmer, que de fiebre se dejó morir, dónde Herman que ardió en la mina? ¿Dónde están Bert y Tom, el primero muerto en una riña y el otro que salió ya muerto de presidio? ¿Y qué habrá sido de Charley que cayó cuando trabajaba y del puente voló, voló hasta el asfalto?. Duermen, duermen en la colina, duermen, duermen en la colina. ¿Dónde están Ella y Kate muertas ambas por error, una de aborto, la otra de amor? ¿Y Maggie que mataron en un burdel las caricias de un animal, y Edith consumida por un extraño mal, y Lizzie que persiguió a la vida lejos, y desde Inglaterra fue traída a éste palmo de tierra? Duermen, duermen en la colina, duermen, duermen en la colina. ¿Dónde están los generales que se adornaban en las batallas con cementerios de cruces el pecho? ¿Dónde los hijos de la guerra, alistados por un ideal, por un engaño, o por un amor que acabó mal? Han vuelto a casa sus restos cubiertos de banderas bien atados para que pareciesen enteros. Duermen, duermen en la colina, duermen, duermen en la colina. ¿Dónde está el músico Jones sorprendido a sus noventa años que aún con la vida hubiera jugado?, él que ofreció la cara al viento, la boca al vino y jamás un pensamiento ni al dinero, ni al amor ni al cielo. Aún parece que se le oye hablar de las porquerías comidas en la calle en horas dudosas; parece oírsele todavía decir al comerciante de licor: «Tú que lo vendes, qué te puedes comprar mejor?» Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971 UN LOCO (DETRÁS DE CADA TONTO HAY UN PUEBLO) Tú prueba a tener un mundo en el alma y no poder siquiera expresarlo en palabras, y a la luz del día se divide la plaza, entre un pueblo que ríe y tú el tonto, que pasa, y ni siquiera la noche te deja tranquilo: los otros se sueñan, tú sueñas con el vecino. Y sí, también tú fuiste a buscar las palabras seguras para hacerte escuchar: para asombrarlos media hora basta un libro de historia, yo intenté aprender el Espasa de memoria, y después de “lechón”, de “Lenin”, y de “lobo”, siguieron los otros y llegaron a “loco”. Y sin saber a quién debía la vida en un manicomio la doy restituida: aquí en la colina duermo malcontento pero aún la luz ilumina mi pensamiento, aquí en la penumbra ahora invento palabras pero me falta una luz, la luz del sol al alba. Mis huesos regalan todavía la vida: regalan aún hierba florida. Mas la vida se ha quedado en las voces en sordina de quien ha perdido al tonto y lo llora en la colina; de quien aún cuchichea con la misma ironía: «Una muerte piadosa lo arrancó a la locura». Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación: 1971 UN JUEZ Cómo es veramente tener metro y medio de estatura, te lo revelan los ojos y las bromas de la gente, o la curiosidad de una chica irreverente que se te acerca solo por una duda impertinente: quiere descubrir si es cierto cuanto se dice de los enanos, que son los mejor provistos de la virtud menos aparente, entre todas las virtudes la más indecente. Pasan los años, los meses, y si los cuentas, también los minutos, es triste llegar a adulto sin haber aún crecido; la maledicencia insiste, repiquetea la lengua sobre el tambor hasta decir que un enano es una carroña, lo es seguro, porque tiene el corazón tan cerca demasiado cerca del ojo del culo. Fue en las noches insomnes veladas a la luz del rencor cuando preparé los exámenes y llegué a procurador para entrar en el camino que de los bancos de una catedral llega a la sacristía por tanto a la cátedra de un tribunal: un juez finalmente, árbitro en tierra del bien y del mal. Y entonces mi estatura ya no dispensó más buen humor a quien en el estrado en pie me decía «Señoría», y entregarlos al verdugo fue un placer exclusivo mío, antes de arrodillarme en la hora del adiós sin conocer de hecho la estatura de Dios. Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971 UN BLASFEMO DETRÁS DE CADA BLASFEMOS HAY UN JARDÍN ENCANTADO) Jamás me incliné ni siquiera ante una flor, ni tampoco me sonrojé al robar el amor puesto que el Invierno me convenció que Dios no se hubiera sonrojado robándome el mío. Me arrestaron un día por mujeres y vino, no tenían leyes para castigar a un blasfemo, no me mató la muerte sino dos guardias beatos, me buscaron el alma a fuerza de golpes. Porque dije que Dios estafó al primer hombre, le obligó a llevar una vida de odre, en el jardín encantado le obligó a soñar, a ignorar que en el mundo hay bien y hay mal. Cuando vio al hombre con su mano tendida Y el sistema seguro es atrapar por el para robarle el misterio de una manzana pan, prohibida a tus hijos y a tu mujer que te ven con de miedo a que ya no tuviese patrones acritud: lo paró con la muerte, inventó las por ello encerré en tarros aquellas flores estaciones. de nieve, la etiqueta decía:elixir de juventud. ....Me buscaron el alma a fuerza de golpes. Y un juez, un juez con rostro de hombre me mandó a deshojar los ocasos Y si fueron dos guardias quienes prisionero detuvieron mi vida, inútil al mundo y también a mis dedos tenemos en la tierra la manzana tachado para siempre de timador, prohibida, fullero, y no Dios, sino alguien que así lo ha doctor, profesor, timador, fullero. inventado, Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio nos obligó a soñar en un jardín Año de publicación 1971 encantado, nos obligó a soñar en un jardín UN ENFERMO DEL CORAZÓN encantado. «Empecé a soñar yo también, junto a ellos Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio luego el alma de improviso alzó el Año de publicación 1971 vuelo». UN MEDICO De pequeño, espiar a los chicos jugar De niño quería sanar los cerezos al ritmo patoso de tu corazón averiado cuando rojos de frutas los creía heridos: y te entran las ganas de salir y probar la salud, para mí, la habían perdido qué te impide correr al prado, cuando las flores de nieve se habían y te entran las ganas y te pones a caído. pensar: cómo diablos evitan caer ahogados. Un sueño, fue un sueño pero no duró poco , De mayor, descubrir el tiempo perdido por ello juré que sería doctor, Viviendo la vida a través de los ojos, y no por un dios ni por un juego y no poder nunca beber la copa de un tampoco: trago, para que los cerezos florecieran de sino a pequeños sorbos escasos; nuevo, y no poder beber nunca la copa de un para que los cerezos florecieran de trago, nuevo. sino a pequeños sorbos escasos. Sin embargo una sonrisa yo sí he Y cuando doctor lo fui finalmente, regalado, no quise traicionar al niño por el hombre y aún regresa, a temporadas, y vinieron tantos que llamaban «gente»: cuando yo la guié o quizás fui guiado cerezos enfermos en toda estación. a contar sus cabellos con manos sudadas. Y los colegas de acuerdo, los colegas No creo promesas a su mirada haber radiantes solicitado, Al leer en mi alma tanta ansia de amar, ni me parece haber elegido el silencio ni me mandaron la flor de sus clientes, la voz, con el diagnóstico en la cara y para cuando el corazón se ofuscó, y ahora todos similar: no, no recuerdo enfermo de hambre, incapaz de pagar. si demasiado asustado o demasiado feliz, Y entonces entendí, fui obligado a y el corazón se alocó, y ahora no, no lo entender recuerdo, que hacer de doctor es solo un oficio, por qué horizonte se esfumó la luz. que la ciencia no puedes regalar a la gente, Y entre el dulce espectáculo de la si no quieres enfermar de idéntico mal, hierba, si no quieres que el sistema te atrape entre largas caricias por toda la cara, por el pan. aquellos muslos suyos color madreperla guardaron quizás una flor no tocada. Pero que la besé eso sí lo recuerdo con el corazón ya en los labios, pero que la besé, por Dios, sí lo recuerdo, y mi corazón quedó en sus labios. «Y el alma de improviso alzó el vuelo pero no puedo soñar con ellos no, no consigo soñar con ellos». Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971 UN QUÍMICO Solo la muerte me trajo a la colina: un cuerpo entre tantos a echar fósforo al aire para vivaques de fuegos que llaman fatuos que no dejan cenizas, que no funden la escarcha, solo la muerte me trajo a la colina. Como químico un día tuve el poder de casar elementos y hacerlos reaccionar, pero de los hombres nunca llegué a captar por qué se combinaban a través del amor, confiando al azar la alegría y el dolor. Mirad la sonrisa mirad el color, cómo juegan en el rostro de quien busca el amor: pero la misma sonrisa el mismo color dónde están en el rostro de quien ya conoce el amor. dónde están en el rostro de quien conoce el amor. Es raro despedirse de él sin sufrir, sin un rostro de mujer que recordar. Pero quizás es diverso vuestro morir vosotros que salís al amor que cedéis en abril: qué hay diverso en vuestro morir. La primavera no llama, entra segura como el humo penetra por cada hendidura tiene labios de carne y cabellos de grano qué miedo, qué ganas que te coja la mano qué miedo, qué ganas de sentirme lejano. Mirad el hidrógeno que calla en el mar mirad el oxígeno que duerme a la par: solo una ley que yo logro captar ha podido casarlos sin llegar a estallar. Sólo una ley que yo logro captar. en camino, no tienen ninguna prisa, roban aún al sueño la alegría, al alba un poco de noche, y luego la luz, luz que transforma el mundo en un juguete. Fui químico y no, no me quise casar: no supe con quién y ni a quién hubiera generado. He muerto en un experimento errado como aquellos idiotas que mueren de ¡Haremos las gafas así! amor ¡Haremos las gafas así! ¡y aún dirá alguien que hay forma mejor! Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971 UN ÓPTICO Primera parte Présbites, daltónicos, mendicantes de vista el mercader de luz, vuestro oculista, ahora quiere solo clientes especiales que no sepan qué hacer con sus ojos normales. No soy óptico sino traficante de lentes que improvisa unos ojos radiantes, para que las pupilas, habituadas a copiar inventen mundos a los que mirar. Seguid conmigo a estos ojos que van a soñar, que huyen de las órbitas, sin querer retornar. Segunda parte Primer cliente —Veo que subo a robar el sol pera acabar con la noche, para no caer en las redes del ocaso, lo he encerrado en mis ojos, y quien tenga frío y quien tenga frío solo con mi mirada se podrá calentar. Segundo cliente — Veo los ríos dentro de mis venas: buscan su mar, rompen los diques, encuentran cielos para fotografiar. Sangre que fluye sin fantasía trae tumores de melancolía. Tercer cliente — Veo gendarmes pastando, mujeres inclinadas sobre el rocío, rojas las lenguas al polen de las flores: ¿dónde está la abeja reina? Quizás haya volado a los nidos de la aurora, Quizás ha volado, quizás ya no vuele más. Cuarto cliente — Veo a los amigos aún Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971 EL MÚSICO JONES En un vórtice de polvo los demás veían sequedad, a mí me recordaba la falda de Jenny en un baile, tanto tiempo atrás. Sentía mi tierra vibrante de sonidos pero era mi interior, y entonces ¿por qué cultivarla aún?, ¿cómo pensarla mejor? Libertad, la he visto dormir en los campos cultivados, entre cielo y dinero, entre cielo y amor, protegida con un alambre de espino. Libertad, la he visto despertar cuantas veces he tocado, por el murmullo de las muchachas en un baile, por un compañero borracho. Y luego si la gente sabe, y la gente sabe que sabes tocar, te toca tocar toda la vida, y te gusta dejarte escuchar. Acabé con los campos de ortigas acabé con una flauta partida y una risa ronca, y recuerdos, tantos, y ningún lamento. Texto: F.De Andrè – G.Bentivoglio Año de publicación 1971