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Breve Historia de la Iglesia
CONFLICTO ENTRE CRISTIANISMO Y PODER ESTATAL
Las comunidades cristianas, por su imperativo de mantenerse apartadas de los cultos
paganos, debían, antes o después, atraer sobre sí la atención de la sociedad. Pero esta
atención fue desde el principio negativa, hostil, algo llamativo si tenemos en cuenta el éxito
popular que obtenían los cultos orientales que se expandían por el Imperio. Los motivos, por
lo tanto, que están en el origen de la persecución contra el cristianismo, se encuentran en
esta misma religión, el principal de los cuales es la pretensión absoluta que lleva dentro de
sí. Era la primera vez en el Imperio Romano que se presentaba una religión que consideraba
a su Dios, no uno entre los demás, sino como el único Dios del mundo y su único Redentor;
junto a este culto no podía existir ningún otro.
El más antiguo ejemplo de persecución de los seguidores de la fe cristiana es la que se
abatió sobre ellos en conexión con el incendio de Roma bajo Nerón, en el año 64. Tacito
nos informa de estos hechos en los Annales. Más parcas son las noticias sobre la
persecución de Domiciano, aunque es indudable su realidad. Existe sobre todo el
testimonio de un hombre muy próximo a los hechos, Melitón de Sardes, el cual, en su
Apología dirigida al emperador. Marco Aurelio, pone junto a Nerón, como enemigo del
nombre cristiano, a Domiciano.
La tercera persecución se inició en el año 108 de la era cristiana bajo Trajano. Adriano, el
sucesor de Trajano, continuó esta tercera persecución con tanta severidad como su sucesor.
En este tiempo fueron martirizados alrededor de diez mil cristianos. La cuarta, fue
emprendida por Marco Aurelio Antonino en el año 162. Las crueldades que ejecutó fueron
de tal calibre que los espectadores se estremecían de horror al verlas, y quedaban atónitos
ante el valor de los mártires.
El emperador Constantino pone fin a las persecuciones y reconoce formalmente el derecho
qué éste tiene de subsistir, dándole a la Iglesia cristianas amplias prerrogativas. Tales
prerrogativas de la Iglesia aparecían, además, más relevantes por el hecho de que su entera
organización había resistido una terrible persecución, la de Diocleciano. La fuerza moral
con la que los cristianos contrarrestaron la persecución, fue un factor determinante en la
simpatía de Constantino hacia el cristianismo. La sangre de los mártires había realmente
influido sobre el desarrollo de la Iglesia; la había hecho esplendorosa. Constantino no hace
sino coronar a una Iglesia digna de ser coronada.
PERSECUCION DE HEREJIAS
Arrianismo
El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336) sacerdote de Alejandría y después obispo
libio, quien desde el 318 propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola
persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada
como punto de apoyo para su Plan. El Hijo es, por lo tanto, criatura y el ser del Hijo tiene
un principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta teoría,
negaba la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad.
Marcionismo
(280-374a.) Según su principal doctrina, el Dios del amor revelado por Jesucristo es muy
diferente del Dios de la ley revelado en el Antiguo Testamento. En vez de "la Ley y los
Profetas", Marción propuso "El Evangelio y los Apóstoles". Para lograrlo, de todas las
Escrituras escogió el Evangelio de Lucas radicalmente editado y diez de las cartas de
Pablo. Este canon propuesto por Marción aceleró los esfuerzos de la Iglesia por establecer
su propio canon de las Escrituras.
Nestorianismo
Negaba a la Virgen el título de Madre de Dios que ya hacía tiempo se le venía atribuyendo.
María, decía en sustancia Nestorio, no es madre de Dios sino de Cristo, puesto que la
persona de Cristo, nacida de María, no es idéntica a la persona del Verbo engendrado por
el Padre; o sea, que las dos naturalezas en Cristo no están unidas hipostáticamente sino en
una nueva persona, Por consiguiente, en Cristo, no se pueden atribuir las propiedades
divinas al hombre ni las propiedades humanas a Dios.
Propagación del Cristianismo
CAIDA DEL IMPERIO ROMANO
Al norte del imperio, más allá del río Rin, vivían diferentes pueblos a los que los
romanos conocían con el nombre de Germánicos. Durante muchos siglos, romanos y
germánicos establecieron relaciones comerciales y las formas de vida de los romanos
atrajeron a muchos germánicos. A lo largo del siglo IV, grupos enteros se acomodaron
en el imperio con el permiso de las autoridades romanas.
A principio del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el Oeste por la
presión de los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el
Imperio Romano. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el
ejército no pudo impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos.
El emperador de Roma ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476, un
jefe bárbaro, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 10 años que fue el
último emperador Romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Zenón,
emperador Romano de Oriente.
Las «invasiones bárbaras» constituyen un hecho de trascendental importancia para la
historia cristiana. Hasta entonces, la expansión del Evangelio se había limitado
prácticamente a los pueblos de cultura mediterránea, con alguna rara excepción, como
fue el caso de Armenia. Desde finales del siglo IV, las grandes migraciones populares
tuvieron la virtud de poner en contacto con la Iglesia a todo un nuevo mundo étnico y
cultural: germanos y eslavos, magiares y escandinavos se abrieron al Cristianismo en el
curso de los siglos siguientes. Las invasiones crearon oportunidades insospechadas de
expansión cristiana.
LAS CRUZADAS
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares durante la Edad Media europea contra
los musulmanes del Medio Oriente que habían conquistado Jerusalem "Tierra Santa". En
1076, los musulmanes habían capturado Jerusalén - El más santo de los santos lugares para
los cristianos -no había lugar más importante en la Tierra que Jerusalén para un verdadero
cristiano razón por la cual los cristianos de Jerusalén la llamaron la "Ciudad de Dios". Por
lo tanto los cristianos lucharon para recuperar la Tierra Santa mientras los musulmanes
lucharon para mantener Jerusalén. Estas guerras iban a durar casi 200 años desde el año
1095 - 1291.
Primera Cruzada
El 28 de Noviembre de 1095, en el Concilio de Clermont, al grito de «¡Dios lo quiere! », el
papa Urbano II invitó a todos los cristianos a tomar el camino de Jerusalén, ostentando una
cruz como enseña. Pronto los cruzados se apoderaron de Nicea; en Dorilea (1 –VII – 1097)
obtuvieron una aplastante victoria sobre los selyúcidas, lo que les permitió alcanzar
Antioquía, a través de Frigia y del Tauro, sin hallar gran resistencia.
La Segunda Cruzada (1147-1149). El Papa Eugenio II confió en una segunda cruzada al
más importante clérigo de la Iglesia de esa época, San Bernardo de Claraval. Fue dirigida
por Luis VII de Francia y Conrado III de Alemania y se retiró después del fracaso del asalto
a Damasco en el 1148. En los treinta años que siguieron al fracaso de la Segunda Cruzada,
Tierra Santa sufrió una total y amenazadora transformación. Por primera vez, los
musulmanes se unieron en un gran ejército contra sus invasores.
La Tercera Cruzada (1189-92). Urbano III muere y le sucede Gregorio VII. Esta cruzada
es consecuencia de la derrota de Hattín y la toma de Jerusalén en 1187 por Saladino. Fue
organizada por Felipe Augusto II de Francia, Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y
Federico I Barbarroja de Alemania. Este último murió en Silicia en 1190; Corazón de León
tomó Chipre en 1191 y luego con Felipe Augusto II toman Acre en 1191. Ricardo
estableció una tregua de tres años con Saladino. El poder del Islam bajo Saladino parecía
insuperable. Saladino muere y los musulmanes se sintieron desvalidos.
La Cuarta Cruzada (1202-04). Inspirada por Inocencio III, el Papa en 1198. Se compone
predominantemente de franceses, destacando Bonifacio de Montferrato y Teobaldo de
Champaña. Debido a la intervención veneciana, tuvo como consecuencia la fundación del
Imperio Latino de Constantinopla en 1204. Los cruzados sólo podían obtener los barcos en
Venecia, Pisa o Génova, ciudades que eran poderosísimas e importantes centros culturales
y comerciales. Hacia 1205, el Imperio Latino alcanzó su mayor extensión. Bonifacio
resultó muerto en una batalla contra los búlgaros. La fragilidad del Imperio Latino era
evidente.
La Cruzada de los Niños (1212). Miles de niños se concentraron en Francia y en el Oeste
de Alemania e iniciaron una penosa marcha con intención de llegar a Tierra Santa y
reconquistar Jerusalén. Consiguieron alcanzar Marsella y puertos del sur de Europa. Pocos
fueron los sobrevivientes de esta cruzada.
La Quinta Cruzada (1217-1221). Proclamada por Inocencio III. Intervienen en esta: Juan
de Brienne, que era el rey titular de Jerusalén y Andrés II de Hungría. Después de ser
derrotados ante el monte Tabor, los cruzados pasaron a Egipto y ocuparon por un tiempo
Dalmietta. Los cruzados esperaban conquistar Egipto pero no triunfaron, porque el sultán
los amenazó inundando las zonas rivereñas del bajo Nilo y pidieron la paz.
La Sexta Cruzada (1228-1233). Fue una cruzada imperial, organizada por el excomulgado
Federico II de Alemania y por medios diplomáticos que consistían en el Tratado de Jaffa
(firmado también por el Sultán y Federico II), logró la recuperación de Jerusalén, Belén y
Nazareth.
La Séptima Cruzada (1248). La atención de Federico se centró en el conflicto con el
Papado. Esta cruzada fue muy parecida a la Quinta Cruzada, preparada con el mismo
criterio, con parecida ignorancia y culminada con igual desastre. Fue la respuesta a la
derrota de Gaza en 1244. San Luis, mal aconsejado, dirigió sus fuerzas contra el Cairo, pero
fueron cercados y vencidos en Mansurah.
La Octava Cruzada (1270). Dirigida por San Luis en contra de Túnez. Los cruzados
desembarcaron en el norte de África y fueron bloqueados en Cartago. Les faltó agua y una
peste se cernía sobre el ejército. Concluye con la muerte de San Luis.