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“Corran de modo que logren el premio” (1 Co 9, 24)
A propósito de los JJ.OO. de Río 2016
+Gaspar Quintana J., CMF.
Obispo Emérito de Copiapó
Una Iglesia misionera, “en salida,” está siempre atenta a los signos de los tiempos, para
hacer presente en la vida humana la Buena Nueva de Jesús. Y es claro que la sociedad de nuestro
tiempo da un lugar destacado a las actividades relacionadas con el deporte, tanto a nivel de
aficionados como de profesionales. Ya el apóstol Pablo en su tiempo comparaba la vida cristiana a
la experiencia de un atleta, cuando escribía: “los atletas se abstienen de todo para lograr una
corona corruptible, pero nosotros aspiramos a una incorruptible” (1 Co, 9, 25)
Un claro ejemplo de este empeño misionero de la Iglesia lo vemos en la preocupación de
la Iglesia Arquidiocesana de Río de Janeiro por hacer su aporte a la preparación y desarrollo de una
pastoral en los próximos Juegos Olímpicos y Paraolímpicos a realizarse en agosto de este año.
Prueba de ello es la Conferencia “100 días de Paz,” realizada el 23 de junio de este año, a
la que fuimos invitados por el Cardenal Arzobispo de Río de Janeiro, don Orani Tempesta, dos
representantes de Chile, la Sra. Maritza Martínez, entrenadora de patinaje, de la Diócesis de
Copiapó e integrante del Movimiento +Allá del Deporte, y quien escribe estas líneas. Nos llamó la
atención, además del hermoso complejo Museu da Amanhá, obra del famoso arquitecto español
Santiago Calatrava, la excelente organización de sus actividades, la calidad testimonial de sus
expositores varios campeones olímpicos, y la numerosa asistencia de profesionales, atletas,
educadores, ministros de Iglesia y laicos, amén de muchos comunicadores sociales procedentes de
diversos países.
1.- La Iglesia y el deporte.
Sabemos que los vínculos entre la Iglesia Católica y el mundo olímpico han sido muy
estrechos, desde la creación de los JJ. OO. modernos, a través del contacto de su fundador, el
Barón Pierre de Coubertin y el Papa San Pío X. Desde entonces los Papas, conscientes del poder
social y formativo del deporte para toda la sociedad, en especial para el mundo de los jóvenes, le
han dado un lugar especial en su magisterio y sus preocupaciones pastorales. Es claro que se ha
tenido conciencia de que los valores olímpicos son muy asimilables a las enseñanzas de Cristo en
su Evangelio.
Por esta razón han venido surgiendo tantas iniciativas de la Iglesia Católica en relación con
el tema deportivo, de modo especial en los JJ. OO. Una señal muy significativa de esta sintonía es
la asistencia religiosa para los atletas en las villas olímpicas, sin olvidarse que este servicio pastoral se extiende más allá de los Juegos y de las áreas de competición. Sobre este punto una muy
valiosa iniciativa ha sido la llamada “100 días de Paz” o “Tregua olímpica”, idea surgida en los
JJ.OO. de Londres en 1012, para promover y coordinar diversas actividades socio-deportivas en
los atletas y en el resto de la población.
2.- La Tregua Olímpica en un mundo dividido
La idea de este acuerdo de paz entre los países tiene siglos de existencia. En la Antigua
Grecia, siglo VIII a.C., se comenzó a realizar una competición deportiva amistosa cada cuatro años
para establecer la paz, rompiendo el ciclo de los conflictos bélicos. Fueron los primeros Juegos
Olímpicos de la historia. Esta tradición de la Tregua olímpica se ha mantenido simbólicamente en
los Juegos de la edad moderna, tanto los Olímpicos como los Paraolímpicos, teniendo una mayor
motivación para buscarla en tiempos como los nuestros, en que el clima de relaciones internacionales de discordias y guerras se ha hecho cada vez más preocupante. Dan testimonio de ello dos
guerras mundiales, varios boicots y dos sangrientos ataques terroristas.
La Iglesia Católica, en sus diversas instituciones y actividades, se esfuerza por colaborar al
máximo promoviendo, con sentido ecuménico, eventos, escuelas, jornadas de reflexión, campañas de hospitalidad, para que estos Juegos logren sus objetivos y promuevan la paz y el encuentro
de pueblos y culturas.
Estos Juegos se realizarán en Río de Janeiro, del 5 al 21 de agosto de este año, en un momento complicado para el mundo, pero del cual se espera alcanzar valiosas victorias no sólo en
cuanto a las marcas deportivas, sino también en cuanto al clima de amor, paz y diálogo entre las
naciones. El tiempo de preparación ha sido intenso y abundante en proyectos de carácter
evangelizador: el Encuentro Mundial de la Juventud (2013), con la asistencia del Papa Francisco, el
Proyecto “100 días de Paz” y el hermoso mensaje de sus dos símbolos, creados en Londres 2012,
para acompañar la celebración de todos los JJ.OO. Se trata de la Cruz Olímpica, hecha con madera
de los cinco continentes representando a los doce apóstoles, y el Icono de la Paz, que expresa el
valioso trabajo que realiza la organización Pax Christi Internacional por la paz y la reconciliación en
Oriente Medio.
3.- Alcance del Proyecto “100 días de Paz”.
Esta Conferencia Internacional sobre el sentido y la dinámica de los JJ.OO. y Paraolímpicos,
se realizó para potenciar el mensaje de una Iglesia misionera en favor de la integración social,
deportiva y religiosa en el mundo. Su impacto motivador no sólo es para el pueblo brasileño sino
para todos los países que se harán presentes en estos Juegos. Pensando en Chile y su intensa
vivencia deportiva, animada por algunos logros recientes (por ej., la Copa América), es bueno
recordar el mensaje del Papa Francisco con ocasión de la última Copa Mundial FIFA Brasil 2014:
“El deporte no sólo es una forma de entretenimiento, sino también, y sobre todo, una herramienta
para comunicar valores, promover el bien de la persona humana y ayudar a construír una sociedad
más pacífica y fraterna.”
Al terminar vaya una pregunta: ¿qué hará nuestra Iglesia para que la agenda deportiva de
Chile sea como un areópago donde vivamos en un clima de amor, diálogo y encuentro solidario?